Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Caminantes y caminos

Dos movimientos fundamentales caracterizan la historia general de España: la explosión y la implosión. También podríamos llamarlos inflación y contracción. Apenas España ha sido configurada como “nación” gracias a la alianza matrimonial entre Isabel y Fernando cuando se lleva a cabo la gran explosión, verdadero big bang representado por las conquistas americanas y el acceso a un mundo nuevo y sorprendente, capaz de provocar el asombro más desmedido y la más desmedida avaricia. Como la potencia que financia del proyecto expansivo, tanto en América como en el Pacífico, es Castilla, la inflación y la contracción van a determinar su historia más que en otras comunidades españolas. Perdido el imperio, acaba la expansión y se inicia la contracción. Todas las fuerzas positivas y negativas empiezan de pronto a proyectarse en su territorio, generando un efecto de explosión hacia adentro. España se queda reducida a sus propios límites, y especialmente Castilla. La nación se ve obligada a modificar su relato pues se ha derrumbado el imaginario colectivo fundamentado en los sueños imperiales, cada vez más difusos y fantasmales. Hay que construir un nuevo relato  y los escritores que presencian el derrumbe definitivo del imperio dirigen la mirada hacia Castilla, si bien no solo hacia ella, como nos refiere Ana Rodríguez Fischer en su libro Trajinantes de caminos: Reportajes, crónicas, impresiones y recuerdos de viaje en los escritores españoles de Fin de Siglo. Tanto Azorín como Baroja, Unamuno y Machado van a incidir en Castilla, por supuesto, pero no van a olvidar las otras comunidades, y tampoco van a ignorar a Francia: espejo deformante que les ayuda a profundizar más en las limitaciones de España, pues desde la época napoleónica Francia es un estado sólido, resistente y centralizado, sin los problemas de disgregación que tiene España, que ha tenido siempre. En muchos aspectos, los autores del 98 fueron representantes genuinos de los escritores-viajeros que poblaron las postrimerías del siglo XIX: verdadera edad del oro del reportaje cultural, que también podría considerarse ya reportaje turístico, en el más elevado y menos degradado sentido de la palabra. Los viajeros que se jugaban la vida, descubrían nuevos mundos y los alteraban, a menudo para mal, son sustituidos por los viajeros cultos y reflexivos, que sacan conclusiones filosóficas y morales de sus viajes. Del viajero agitado y en continuo movimiento, pasamos al “viajero inmóvil”, como lo llama Rodríguez Fischer, refiriéndose al escritor que se sienta ante su mesa tras el viaje y comienza a describir sus peripecias, configurando una narración en torno a algunas ideas, a través de las cuales “se ordenan vitalmente ciertos elementos” que van  a definir tanto una reflexión como una estética referidas a un lugar concreto.

El libro de Rodríguez Fischer muestra el proceso dialéctico que se va llevando a cabo en estos viajeros finiseculares con el correr de los años y los acontecimientos. Todo nos indica que van pasando del viaje concebido como una evasión lírica y tópica, bastante próxima a lo pintoresco (que era lo que pedían muchos periódicos de la época) a una visión más profunda e interiorizada de sus travesías. Del viaje como “bagatela”, al viaje como experiencia interior.

Pienso en Unamuno. Cuando ubica la historia de San Manuel Bueno Mártir en un pueblo junto a un lago (el de Sanabria), está interiorizando el paisaje para convertirlo en el marco de una aventura metafísica y desgarradora. Lo que parecía meramente pintoresco se trasforma en el escenario de una tragedia íntima vinculada a la existencia o no existencia de Dios. A través del sacerdote Manuel, Unamuno reformula la nietzscheana muerte de Dios en un pueblo de la España agreste y profunda. Un planteamiento bastante insólito y al mismo tiempo todo un símbolo del derrumbe espiritual y moral: para el personaje de Unamuno, la religión se convierte en una máscara trágica.

Creo que Unamuno fue el más original a la hora de utilizar el territorio castellano para sus fines literarios. Novelas ambientadas en Salamanca que se adelantan al existencialismo francés (La tía Tula, Niebla), la muerte de Dios en Sanabria... Algo parecido viene a decir Rodríguez Fischer al final de su excelente libro: “¿Qué queda de tanto viaje?” “Quedan lecciones estéticas y éticas, queda el amor al campo libre, que nos ama sin fiebre, sin frenesí, ni violencia”. Y queda también “una honda tristeza” que no benefició a la mitología de Castilla. Pero eso es otra historia. En este momento he querido privilegiar otros aspectos de los viajeros decimonónicos, así como indicar que tras la expansión imperial, le llegó a España el momento de explorarse a sí misma. Del viaje exterior al viaje interior, con todas sus consecuencias.

Leer más
profile avatar
24 de abril de 2021
Blogs de autor

El hombre cuenta (XII): “La oveja que come centellas”

“Un tempero adecuado para las siembras otoñales, hielo en diciembre para que la planta afirme, aguarradillas en abril para que el sembrado esponje, y sol fuerte en junio para que la caña espigue…”.

Así presenta Miguel Delibes (“Castilla, lo castellano y los castellanos”, Austral 2012. P.44) el orden metereológico que aseguraría las cosechas, y cuya ausencia sumerge a los vecinos de una aldea castellana en una tensión que se arrastra el año entero. A ello se suma el brotar incontrolable de plantas malignas y el deterioro provocado por topos o ratas, en referencia a los cuales Delibes narra la disposición de un niño, designado por los aldeanos como “El Nini”, precoz en el conocimiento de los signos anunciadores del tiempo: “si con el alba vuelve el norte arrastrará la friura y la espiga salvará”, exclama ante los hombres que en la taberna se consuelan con vino ante la inminencia de que la escarcha destruya la cosecha.

Pero el niño es también ducho en el comportamiento de animales: sabe de la falta de instinto de las ovejas ante el incentivo que supone cierto pasto, y conoce las técnicas del topo para preservar la seguridad en sus galerías: “Por nuestra Señora de la Luz brotaron las centellas en el Prado y el Nini se apresuró a enviar razón al Rabino Grande para que alejaras las ovejas, pues según sabía por el Centenario, la oveja que come centellas cría galápago en el hígado y se inutiliza, Aquella misma tarde, el Pruden informó al niño que los topos le minaban al huerto e impedían medrar las acelgas y las patatas. Al atardecer el Nini descendió al cauce y durante una hora se afanó en abrir en el suelo pequeñas calicatas para comunicar las galerías. El Nini sabía, por el abuelo Román, que formando corriente en las galerías el topo se constipa y con el alba abandona su guarida para cubrirlas. El Nini trabajaba con parsimonia, como recreándose, y, en su quehacer, se guiaba por los pequeños montones de tierra esponjosa que se alzaban en rededor (…) Al día siguiente, San Erasmo y Santa Bladina, antes de salir el sol, el niño bajó de nuevo al huerto. La calina difuminaba la forma de los tesos que parecían más distantes, y en las plantas se condensaba el rocío. Junto al ribazo voló ruidosamente una codorniz, en tanto los grillos y las ranas que anunciaban alborozadamente la llegada del nuevo día, iban enmudeciendo a medida que el niño se aproximaba. Ya en el huerto, el Nini se apostó en un esquinazo junto arroyo, y, apenas transcurridos diez minutos, un rumor sordo, parecido al de los conejos embardados, le anunció la salida del topo. El animal se movía torpemente, haciendo frecuentes altos, y tras una última vacilación, se dirigió a una de las calicatas abiertas por el niño y comenzó a acumular tierra sobre el agujero arrastrándola por el hocico. El Loy, el cachorro, al divisarle, se agachó sobre las manos le ladró furiosamente, brincando en extrañas fintas, pero el niño le apartó, regañándole, tomó el topo con cuidado y lo guardó en la cesta. En menos de una hora capturó tres topos más y apenas el resplandor rojo del sol se anunció sobre los cuetos y tendió las primeras sombras, el Nini se incorporó, extendió perezosamente los bracitos, y dijo a los perros: ‘Andando’. Al pie del Cerro Colorado, el José Luis, el Alguacil, abonaba los barbechos y poco más abajo, en la otra ribera del arroyo, el Antolino ataba pacientemente las escarolas y las lechugas para que blanqueasen. Desde el pueblo llegaba el campanillo del rebaño y las voces malhumoradas, soñolientas de los extremeños en el patio del Poderoso”(pgs.45-46. El autor recopila un capítulo de su novela “Las ratas”).

Hubiera podido elegir entre multiplicidad de textos. Me he limitado simplemente a considerar el que por razones de otro orden tenía a mano. El lenguaje tiene potencial capacidad de expresar cada cosa que se dé en el mundo, señalaba el lingüista Emile Benveniste, ya se trate del mundo exterior o interior cabe precisar. Esta potencia infinita no puede, por definición misma de infinitud, actualizarse plenamente, pero sí es cierto que no tiene límite en su capacidad de exponer, de poner sobre el tapete, de arrancar a lo insatisfactorio de lo potencial. Siempre habrá algo que aun no está actualizado, algo no cabalmente dicho y en consecuencia algo aun por decir.

Delibes en pone sobre el tapete el lazo entre cosas designadas por palabras y sólo por esta designación plenas de sentido. Confiere efectiva presencia a ese mundo de un pueblo de casas de adobe, a la naturaleza a la que los campesinos, pastores y cazadores se confrontan; vida asimismo a la atmósfera social que empapa el mismo entorno natural mediante la actividad de los campesinos; y da vida (en una sola frase, “estiró perezosamente los bracitos y dijo a los perros”) a la esencial disposición interior, al núcleo del alma del niño protagonista.

Propio del lenguaje humano es que con sólo un pequeño número de morfemas (elementos ya significativos del lenguaje) cabe realizar una enorme cantidad de combinaciones, de ello resulta esa capacidad que tiene el lenguaje humano de decir todo. Los morfemas se descomponen en fonemas (elementos desprovistos de significación), cuya imposición selectiva es, sin embargo, la matriz de toda carga semántica. Nada análogo en el somero mensaje de la abeja, que de hecho, no es la expresión de un lenguaje. Al respecto escribe el evocado Benveniste:

"El conjunto de estas observaciones muestra la diferencia esencial entre los procedimientos de comunicación descubiertos en las abejas y nuestro lenguaje. Esta diferencia se resume en el término que nos parece más apropiado a definirlo: el modo de comunicación utilizado por las abejas no constituye un lenguaje, se trata de un código de señales".

Quizás el nihilismo esencial consista en renunciar a esta posibilidad de seguir actualizando el mundo a través de las palabras, en sentir que decididamente todo está dicho, o incluso que el decir desde el origen poco importa que la confianza en la capacidad humana de otorgar sentido fue simplemente una suerte de espejismo, casi una muestra más de una superada ingenuidad.

Leer más
profile avatar
23 de abril de 2021
Blogs de autor

Gaita y sofá

La música colmó el espacio vacío del más bello gótico inglés, la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor, y además de Bach y del Jubilate de Britten (una coral encargada en su día por el difunto duque al compositor), fue emocionante, en la impecable filmación de la BBC servida por el Canal 24h, ver al gaitero mayor perdiéndose en la galería después de un lamento de gaita que decía más de la muerte que el luto riguroso de la familia real. En los grandes eventos se cuela a veces lo que parece nimio, y no sé por qué asociación de ideas rebobiné el recuerdo de lo ocurrido unos días antes en Ankara. De esa escena hemos visto el gesto despagado de los brazos de Ursula von der Leyen, el aplomo arrogante de Erdogan, el aire bobo de George Michel, como si la afrenta no le afectara a él. Acabada la larga reunión vinieron las armas cortas: la puñalada certera de Draghi al dictador, la rabieta del turco y sus amenazas comerciales, la tardía excusa del misógino Michel. ¿Y el sofá qué?

Alguien sugirió que dejarle a la Presidenta europea una otomana para ella sola era un honor. Yo expongo aquí a la consideración de todas ustedes mi lectura a lo Don Juan Tenorio. Esta obra inmortal de Zorrilla tiene un momento cumbre que se suele situar en un sofá; el libertino, que ama a la novicia Doña Inés pero la ha raptado y llevado a la “apartada orilla” donde “se respira mejor”, la seduce con sus palabras, y ella, ya predispuesta, se enajena, alucina, literalmente, y cede.

Darle a una mujer el sitio del sofá es, o así lo ve mi mente calenturienta, una insinuación propia del más odioso machismo. Los hombres parlamentan de tú a tú en sus butacas individuales, mientras la dama se queda quietecita en su apartada orilla del tresillo: la cama-turca.

Leer más
profile avatar
22 de abril de 2021
Pintura de Maise Corral.
Blogs de autor

Las figuras incompletas de Maise Corral

La primera vez que alguien le dijo que su pintura era muy hopperiana, ella no sabía quién era Edward Hopper. Esta confesión de la pintora Maise Corral (Barcelona, 1960) sorprende, efectivamente, por lo mucho que tiene en común con el popular artista norteamericano, pero también porque ha estudiado e interiorizado la Historia del Arte y sus diferentes movimientos, hasta convertirlos en fundamentales para la configuración de sus imágenes. Tiene su propia versión de La joven de la perla de Vermeer, y en la exposición que protagoniza en el Espai Casinet del Masnou hasta el 9 de mayo pueden verse dos torsos cuya técnica podría llevarnos, en búsqueda de referentes, hacia muchos siglos atrás, incluso hasta el Renacimiento; y una joven se sienta despreocupada en trampolín sobre un fondo que bien podría evocar a Rothko o Paul Klee.

Maise Corral es mucho más que una habilidosa creadora de atmósferas nostálgicas. Su obra se puede contextualizar en un destacado grupo de artistas que han optado por un realismo contemporáneo que –en palabras del periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán, comisario de relevantes muestras que llamaron la atención sobre esta generación– cautiva por la celebración de la realidad que propugnan. Corral posee capacidad para apaciguar a la persona que observa sus obras representando jóvenes aparentemente serenas en rutilantes días de verano, pero también para inquietarnos con figuras incompletas, a las que no se les alcanza a ver todo el rostro, o que, sencillamente, sólo muestran las pantorrillas y sus zapatos. Tal vez el verbo ‘inquietar’ resulte exagerado, y sólo se trata de mirar allí hacia donde la artista nos está señalando que algo sucede. Los pies nos sostienen, nos hacen propio el espacio que ocupamos, pero también apuntan hacia todas las posibilidades que esperan en otros lugares a los que podríamos dirigirnos. Y si aparece una maleta, la interrogación se pronuncia.

Tal vez eso sí llegue a inquietar de verdad. Porque nos mueve, aunque solo sea mental o emocionalmente. Me pregunto si este movimiento o desplazamiento propiciado por la pintura, la lectura o cualquier otra forma de expresión artística puede ser sustituido por algún otro aprendizaje menos sensorial. Quiero decir, si se aprende de la misma manera lo que nos muestran empíricamente a través de un razonamiento lógico que lo que nos conmueve. A veces el aprendizaje consiste únicamente en dar un nuevo significado a una imagen o una experiencia, con lo que éstas pueden relacionarse con otras y encajar con frases más largas, y así hacer más rica y más llena de matices la historia que nos da sentido a nosotros mismos.

Las mujeres de algunos cuadros de Maise Corral recuerdan a bailarinas de las películas del Hollywood de los años cincuenta. Pienso que en esto comparte también algún rasgo con el trabajo de Sonia Pulido, pero las mujeres de la ilustradora son más vitales, más enérgicas y están más decididas a agitarnos. A Maise Corral le incomoda un poco que le pregunten por qué le interesa esa época. No le gusta hablar sobre sus cuadros, en los que ya ha dejado dicho todo lo que pretendía comunicar. Pero consigo oírle contar que a su padre le encantaba hacer fotografías y que su madre era su modelo constante. Así sé que nos lleva a ese momento en que sus padres eran jóvenes y felices, un tiempo que quizás ella no conoció –como muchos de los hijos no conocimos en nuestros progenitores– y que siempre supone un misterio. La nostalgia, etimológicamente, es el dolor por la imposibilidad de regresar al lugar al que pertenecemos. Maise Corral detiene un momento exacto y fugaz al que es imposible regresar en realidad, de ahí esa pátina melancólica que tan habitualmente se señala en su obra. Aunque abundan las posiciones contemplativas, en la mayoría de los casos, las figuras humanas –o la parte que nos permite ver– están realizando algún movimiento: imposible, engañoso, lo sabemos, aunque para nosotros se convierta en un símbolo que nos traslada a una situación que efectivamente vivimos.

La pintora subraya, además, la exactitud del movimiento o del momento con otro detalle que me parece trascendente en sus pinturas: las sombras. No le importa que se conviertan en protagonistas, como si volviera a sentarnos en la caverna platónica y nos dijera que lo que vemos es tan solo un efecto óptico, la traslación a través de la luz de lo que realmente está sucediendo fuera. Por eso no importa si sólo se nos presentan los pies o no acabamos de ver los rostros, al fin y al cabo, únicamente son las sombras de algo más verdadero que está en otro lugar y tal vez en otro tiempo. Un tiempo que nos engaña, como nos engaña la luz que recibimos y que procede de un sol que ya no existe, que ya no puede ser el mismo que era en el momento en que la luz que nos llega ahora se desprendió de él, hace tantos años-luz.

Leer más
profile avatar
22 de abril de 2021
Blogs de autor

C’est pas moi!

Existe una literatura tan etérea que resulta imposible recordar pasajes escritos en ella. Paseo por Madrid con una amiga y, de repente, aparece en mis manos Cada día es un árbol que cae de Gabrielle Wittkop. «Lo que mayor regocijo le procura es el análisis del análisis, superado sólo en ocasiones por la refutación y la reconstrucción de sus propios análisis». Diario de viajes y recuerdos de infancia. ¿Cómo se puede narrar con tanta ostentación sobre la India? Termino su lectura en un avión que vuela a Madrid y deja atrás a las Baleares. Están a punto de fundirse en el mar.

Gabrielle Wittkop escribió de manera perturbada. Es así. A sus 20 años, Francia y los nazis eran un mismo lugar, se casó con un desertor alemán, homosexual como ella, y se fue a vivir a Alemania. Un enlace erudito. Cuando llegada a cierta edad lo único que una puede querer es un final tranquilo, a Wittkop le diagnosticaron un cáncer en fase avanzada y se dio muerte para no presenciar ni un atisbo de enfermedad en su cuerpo. Poco tiempo después, su secretaria encontró el manuscrito. Nunca se lo había dejado leer.

La de Wittkop siempre será una escritura fatal, en el buen sentido del adjetivo, el retrato de un rostro desconcertado, la pureza de una huida hacia delante. La maldición de quedarse dormido y encima tener que soñar. Hippolyte c´est pas moi. Una trenza y un paisaje verde. Pronunciación germana y algunos pocos buenos amigos. «No hay confesión que se escape con más ligereza que la del amor que no se siente».

Aquí va una lección para toda una vida: los miopes sabemos verlo todo.

Leer más
profile avatar
20 de abril de 2021
Blogs de autor

Insensatos

El linchamiento de Javier Cercas lo hemos hecho posible los españoles. Somos nosotros, además de los fanáticos de TV-3, quienes lo hemos calumniado y buscado su destrucción

Por fortuna, todo el periodismo, incluso el más mercenario o sumiso, ha defendido a Javier Cercas. Tengo para mí que no le hacía falta. Sabe defenderse solo. Sin embargo, la unanimidad ha venido al pelo para poner de manifiesto algunos detalles.

El más abyecto es que el lugar donde se perpetró la calumnia contra el escritor fue la televisión pública catalana, un organismo que pagamos todos los españoles por medio de las transferencias a la Generalitat. El linchamiento de Cercas lo hemos hecho posible los españoles. Somos nosotros, además de los fanáticos de TV-3, quienes lo hemos calumniado y buscado su destrucción.

El segundo detalle es que esta vileza ha puesto de manifiesto el fondo oculto de los nacionalistas catalanes. Sabemos que son los continuadores del carlismo ochocentista, pero en su puesta al día han asimilado los procedimientos mendaces y criminógenos del franquismo. El fondo fascistoide de buena parte del supremacismo catalán ha destacado de tal manera que ya ningún equidistante o alma bella puede seguir equiparando el separatismo totalitario catalán con la democracia española.

Y el tercero y no menos esclarecedor es que los escuadrones del veneno, el odio y la calumnia son socios de los partidos que se llaman a sí mismos “de izquierdas” o “progresistas”. El profesor Félix Ovejero ha escrito un libro luminoso sobre lo que él bautizó como “la izquierda reaccionaria”. En este oxímoron está contenido todo el fracaso de la izquierda española, la que colabora con una derecha (la de siempre en Cataluña y País Vasco) cada vez más proclive al totalitarismo. Puede que algún separatista de los que apoyan a Sánchez vaya de buena fe, pero la mayoría sólo sigue sus instintos más arcaicos. Y se los financiamos.

Leer más
profile avatar
20 de abril de 2021
Blogs de autor

Abducidos

Los obsesionados con los ovnis, esos que postulan una historia dirigida por los extraterrestres, tienden a pesar que la serpiente del Edén era ya un extraterrestre reptiliano (o al menos su metáfora), lo que convertía a Eva en la primera abducida, y el arrebato de Elías y su ascensión al cielo en un carro de fuego sería claramente el relato de una abducción alienígena (y el carro de fuego un ovni).

Si suponemos que los carros de fuego voladores son naves llegadas de otras dimensiones del universo, la Biblia estaría llena de abducciones y de objetos voladores no identificados.

La misma historia de Moisés estaría repleta de fenómenos extraterrestres. La columna de fuego que guía al pueblo de Israel durante las noches de su huida de Egipto sería naturalmente un ovni, y la nube en la que Moisés sube al monte (Éxodo, 24:18) también. Al igual que sería un artefacto extraterrestre la famosa escalera de Jacob, por la que subían y bajaban alados seres extraterrestres.

Pero acerquémonos a los profetas, donde veremos que los contactos con extraterrestres se multiplican. Acerquémonos, por ejemplo, a Isaías (66:15) y podremos leer: “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellinos descargarán su ira con furor y castigarán con llamas de fuego.” Obviamente, si leemos el texto bajo el prisma de la ufología, nos hallamos aquí ante algo parecido a La guerra de los Mundos, de de H.G. Wells, con naves extraterrestres por todas partes calcinando a los aterrorizados habitantes de la Tierra.

No menos interesante a ese respecto es el salmo 68 donde podemos leer: “Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares...” Otra vez La guerra de los mundos, pero a lo bestia y elevada a la enésima potencia.

Aunque si de extraterrestres se trata no podemos olvidar a Ezequiel, uno de los profetas que más me fascina por su imaginación y su vehemencia, pues es él quien dice que vio venir del norte “un viento tempestuoso y una gran nube de fuego envolvente y resplandeciente que cobijaba en su centro algo que parecía de bronce.” Aquí ya nos estamos aproximando más a la mitología extraterrestre de los ovnis, y de hecho el “objeto” mentado por Ezequiel puede de algún modo asimilarse a la imagen que tenemos de los platillos volantes. Muchos ufólogos así lo creen y yo me limito a trasmitir sus asombrosos pensamientos.

También en el nuevo testamento hallaríamos pruebas de abducciones muy a tener en cuenta. La transfiguración sería una abducción, y la visión que tiene Pedro en Los hechos de los apóstoles sería en realidad la de un platillo volante. Leamos: “Le sobrevino un arrebato, y contempló el cielo abierto, y cierta clase de receptáculo que descendía como una gran sábana de lino que era bajada por sus cuatro extremos sobre la tierra; y en ella se veían toda suerte de cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo”. Asombrosamente, aquí el ovni parece al mismo tiempo el arca de Noé, lo cual está muy bien después de todo: en mitología se pueden hacer miles de combinaciones y a menudo funcionan.

Los partidarios de ver la historia como una permanente sucesión de raptos  alienígenas encuentran también en la antigüedad griega muchos casos de abducciones. Todos los raptos llevados a cabo por dioses son claramente abducciones. Puede que no les falte razón: los dioses suelen ser extraterrestres, y toda vez que Zeus se disfrazaba de animal para copular con las mortales se estaba llevando a cabo una abducción extraterrestre, además de un reprobable acto de zoofilia. La pobre Europa fue abducida por Zeus y poseída más allá de las más remotas olas, sin que el padre de los dioses necesitase naves metálicas para desplazarse. Ya veremos que en los últimos tiempos han crecido los relatos que hablan de abducciones sin que medien las naves ni los platillos, al estilo de los griegos y del rapto de Europa.

Si miramos desde ahí la mitología griega, forzoso es reconocer que entre los griegos las abducciones estaban siempre a la vuelta de la esquina, y la Ilíada y la Odisea están por así decirlo saturadas de extraterrestres. De hecho se trataría de epopeyas extraterrestres más que propiamente humanas. Algo que ya se le ha pasado por la cabeza a más de un ufólogo.

En el Partido Republicano de Norteamérica abundan los amantes de los ovnis. ¿Y a quién le extraña? Todo indica que pérfidas mentes alienígenas llevan siglos alterando sus cerebros.

Leer más
profile avatar
19 de abril de 2021

Frances MacDormand, en 'Nomadland', de Chloé Zhao.

Blogs de autor

Descolgados

 

‘Nomadland’ nos recuerda que cada desastre deja una estela de individuos expulsados del sistema

 

A estas alturas, con la cuarta ola, los árboles de cifras no dejan ver el bosque. Además, a veces oímos y leemos el número de contagios, la tasa de ocupación hospitalaria y el de incidencia acumulada casi con el mismo  automatismo con el que seguimos los partes meteorológicos. Es natural, pues a fin de afrontar los grandes desastres, ya sea en el ámbito íntimo o a nivel gubernamental, hace falta una adaptación excepcional de la mirada. Para enfocar aquello a lo que urge dar respuesta inmediata hay que reducir el campo visual, tal como hacen cuando persiguen a una presa los depredadores, que para eso tienen los ojos juntos al frente de la cabeza. Pero enseguida se necesita una percepción como la de los ciervos, cuyos ojos, dispuestos lateralmente, les permiten sobrevivir gracias a su visión panorámica.

Los desastres tienen ramificaciones complejas, perdurables, no siempre evidentes. Si el consabido aleteo de una mariposa es capaz de provocar una tormenta, ¿qué huracanes, aun cuando ya estemos vacunados, nos zarandearán de resultas de esta pandemia? En la era de la flexibilidad laboral extrema, los jóvenes que accedan a su primer trabajo lo harán en peores condiciones y sin haber solucionado el acceso a la vivienda. Dice con acierto Rebecca Solnit, en Un paraíso en el infierno, que los desastres son identificadores de conexiones. Y en los primeros meses de la crisis sanitaria (re)descubrimos la situación laboral del personal médico, las deficiencias en los geriátricos, el impacto del confinamiento en los aquejados de enfermedades mentales o en casas con algún familiar dependiente, la brecha digital entre alumnos, la mala calidad habitacional de muchas viviendas, etcétera. Los desastres exponen las desigualdades inherentes al orden establecido y exacerban sus efectos. Estaban allí, aunque fuera del campo visual prioritario de la agenda política.

En tiempos aún precovid leí el ensayo Nomadland de Jessica Bruder (traducido recientemente como País nómada). La expresión “ir sobre ruedas” indica que algo marcha bien, pero en este libro lo que rueda son los hogares ambulantes de una generación de estadounidenses expulsados a los márgenes por la crisis financiera de 2008. En autocaravanas y furgonetas cruzan Estados de norte a sur, o de costa a costa, encadenando trabajos temporales. Algunos de ellos preparan las sonrientes cajas de los centros logísticos de Amazon, sirven comida en puestos turísticos o descargan remolacha. La vida en la intemperie les sobrevino por la pérdida de sus ahorros, las deudas contraídas con hipotecas y tarjetas de crédito o el desempleo. Personas sin cobertura en edad de jubilación que siguen batiéndose el cobre a cambio del salario mínimo. También hay quienes desertaron porque les alcanzó un cataclismo —la muerte de un ser querido, una separación, una depresión crónica— sin haber logrado crearse una red de seguridad suficiente para resistir traumas en principio superables. Cada desastre deja una estela de individuos descolgados. A veces regiones enteras. Con el tiempo, los Gobiernos de turno aseguran haberse recuperado del tropiezo. Se apoyan en cifras macroeconómicas de crecimiento observadas con mirada depredadora; esto es, sin ver más allá de un estrecho ángulo de visión, aunque “ser humano significa anhelar algo más que la mera subsistencia. Además de alimento y cobijo, necesitamos esperanza”, concluye Bruder.

Se acaba de estrenar, dirigida por Chloé Zhao, la adaptación cinematográfica de este ensayo. No aparecen mascarillas, reuniones vía pantalla o distanciamiento social, pero parece la película sobre la pandemia filmada antes de la pandemia. Ambientada en 2011, la protagonista, Fern (Frances McDormand), pierde de un tirón a su marido (por enfermedad) y su trabajo y hogar (por la crisis). Cuando cierra la mina que insuflaba vida al pueblo de Empire, todo él desaparece, incluido su código postal. Esta historia real ha quedado congelada en imágenes de Google Maps, con coches aparcados frente a las casas. Y mientras esa explotación minera se desmantelaba, a unos kilómetros de allí abría un colosal centro de distribución de Amazon, el paradigma de la nueva economía digital. El segundo empleador privado del país es también un ejemplo de la denominada paradoja de la innovación, presente en los modelos empresariales de muchas plataformas. En esencia, se trata de copiar los de siglos pasados, en que una gran masa laboral compite en tareas relativamente poco cualificadas, pero ahora al dictado de nuestros clics y los algoritmos. Haciendo de la necesidad virtud, Fern se monta en su furgoneta para salir a campo abierto y mezclarse con nómadas, peregrinos o exiliados de este siglo XXI, dominado por el horizonte laboral de las tres íes: incierto, inestable, inseguro.

A finales de la década pasada el 40% de los jóvenes europeos estaban atrapados en un ciclo de trabajos temporales y mal remunerados. Con la incógnita todavía por desvelar del verdadero alcance económico, social y psicológico que tendrá esta pandemia, el dilema no es el ocurrente “comunismo o libertad”, más aún cuando lo segundo incluye a menudo una puerta giratoria que permite entrar a unos pocos y expulsar a muchos. Toda disyuntiva que presupone un nosotros y un vosotros contiene implícito un sálvese quien pueda y un reguero de personas descolgadas.

Leer más
profile avatar
16 de abril de 2021
Blogs de autor

Covida

 No es otra forma femenina de Covid sino un tipo de convivencia que he estado practicando desde hace cosa de un año. Llegaron sin darse a conocer, y los primeros días iban con discreción, quizá porque nosotros estábamos entonces a todas horas pegados al televisor y la prensa, con guantes en las manos y antifaz en la cara. Pero fueron ganando confianza, y terreno, hasta que la lascivia, que no sabe callar, les delató. No voy aquí a jactarme de ornitólogo, pero sí me tengo por fisonomista. Una tarde de tedio, después de fijarme mucho, caí en la cuenta de que la pareja era siempre la misma, sin alterne: unos enamorados colombófilos que habían elegido mi terracita como nido okupa; de edad indefinida y sexo indescifrable, aunque procrearon más de una vez en el largo encierro y fueron buenos padres con sus huevecillos. Quizá todas las palomas felices se parecen.

Sus jolgorios ruidosos no eran lo más molesto. Al fin y al cabo uno ha sido también joven, y ha hecho sus pinitos en las onomatopeyas del amor. Pero es que me dejaban la barandilla hecha un asco, cada mañana, pues además de refocilarse a las claras, lo refrendaban con sus secreciones. Así que tomé medidas de expulsión, fracasadas hasta que la dueña de una droguería me aconsejó que me dejara de pinchos, mallas o sprays repelentes: a las palomas les arredra el agua. Mis pequeños lagos artificiales les sorprendieron, es cierto, pero no son tontas: se bebieron el agua y destrozaron los lebrillos de plástico a picotazos. Pensé en Los pájaros de Hitchcock. Y ahora he sabido por el telediario que en la vida real de las personas más castigadas por la pandemia se impone el nesting y el coliving, miserias sociales que en inglés suenan sexy, sin ser otra cosa que estar preso en casa como en un nido y vivir amontonados en el poco espacio que la pobreza impone.

Leer más
profile avatar
15 de abril de 2021
Blogs de autor

Una conspiración literaria

Escritores y lectores conver­sando sin un fin concreto, ajenos a los caprichos del mercado, construyendo un relato que entra y sale de los libros entre el mundo de ayer y el de hoy. Esta es la imagen con la que identifico el premio Formentor, una especie de sociedad literaria creada en unos tiempos en que intelec­tuales y editores eran todavía escuchados. Carlos Barral, Claude Gallimard y Giulio Einaudi decidieron convocar la primera edición del premio, en 1960, para encontrar al más necesario de los escritores célebres. Deliberaron, y concedieron un ex ­aequo a Borges y Beckett, entregado el año siguiente en aquel paraje semisalvaje, el oasis mediterráneo del hotel Formentor. Se trata del galardón literario más interna­cional que se concede en España, y surge de la iniciativa privada. De la pasión de unos dis­tinguidos bohemios que leían a Rilke en la playa mallorquina, mistificada por sus rocas telúricas y su pino poético, símbolo de fortaleza.

El pasado lunes Formentor se trasladó a Sevilla, y navegó hasta la Cartuja, una isla fluvial situada entre dos brazos del Guadalquivir. Las nubes bajas traían una promesa de neblina que dudaba en esparcirse entre las ráfagas de jazmín y azahar. Ferrer Lerín, miembro del jurado, apreció un cernícalo primilla –al distinguir su cola gris azulada– sobrevolando el hotel Barceló Renacimiento cual guardián de las letras.

La ciudad estaba a punto de aflamencarse para vivir una feria en balcones y aceras, al tiempo que un jurado, ajeno al frufrú de los volantes, deliberaba el ganador de una edición que recupera la itinerancia, y que, con la pandemia, extiende su sentido de conspiración cultural. El argentino César Aria recibirá el galardón en Túnez. Basilio Baltasar, artífice del premio –que cuenta con el mecenazgo de la familia Barceló y Buades–, lo conecta con “cierto espíritu nómada, cuyo origen se remonta a las disputas filosóficas de la Magna Grecia, protegido por ese clima de libertad, agudeza, curiosidad y ecuanimidad que raras veces encontramos en otros lugares”.

Formentor es una anomalía. Exalta la imaginación, la calidad, la crítica y la meditación cultural, en las antípodas de los predicadores que extienden sus alas desde los realities show o los escupideros de las redes. Los intelectuales pintan hoy poco; el poder de influencia corresponde a los medios. Y deberíamos cuestionarnos por qué los pensadores y escritores ocupan un espacio tan marginal en una sociedad que apenas se hace preguntas, envilecida por el ruido de tripas de un pensamiento anoréxico.

Leer más
profile avatar
14 de abril de 2021
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.