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La patria a examen

La que se ha armado por una columna periodística y su inclusión en un examen de selectividad valenciana (ahora llamada PAU). A los examinadores se les ocurre dar a leer la pieza “Elogio de los equidistantes” publicada en La Razón por el periodista televisivo Vicente Vallés, rostro conocido ahora en Antena 3. En el artículo, y utilizando como argumento las posiciones moderadas del escritor republicano Manuel Chaves Nogales, se critica a quienes ahora descalifican la Transición política y su programa de reconciliación entre las dos Españas, las dos más extremas sobre las que Chaves Nogales quiso guardar distancias en defensa de la convivencia democrática entre diferentes. Junto al texto de Vallés se les preguntaba a los futuros universitarios “¿en qué consiste para usted ser patriota?”.

Pues bien, desde que se produjeran estos hechos académicos no he dejado de oír los más variopintos argumentos en contra de la idoneidad de la pregunta, formulados, paradójicamente, desde el atrincheramiento ideológico cargado de prejuicios a ambos lados. Los he oído desde la orilla más conservadora poniendo a caldo al profesorado por tratar de descubrir los sentimientos patrióticos del alumnado, dado que en nuestro entorno político todavía se confunde patria con franquismo. La maniobra examinadora, según una visión derechista, pretendería lavar el cerebro de aquellos jóvenes que se consideran patriotas españoles envueltos en banderas rojigualdas.

Pero igualmente resulta reveladora la posición desde la izquierda que se vislumbra tras el comunicado emitido por el comisario político de la enseñanza en CCOO del País Valenciano, que analiza el asunto de manera inversa: según el sindicalista, la pregunta buscaba desautorizar las opciones políticas que critican la Transición (Podemos, es evidente), utilizando a un periodista, Vallés, de “marcado sesgo” anti izquierdista, y cuyos argumentos estarían basados “en un claro falseamiento de nuestra historia democrática, repetidos por la pseudohistoriografía neofranquista: la equiparación entre República y sublevados que no se sostiene de ninguna forma con el conocimiento científico-histórico disponible”.

Como quiera que, en efecto, tenemos a nuestro alcance –y los alumnos del Bachillerato, también– un amplio arsenal de conocimientos (en plural) históricos (que no científicos) así como historiográficos, gnoseológicos y psicosociales… la pregunta, a un servidor, le parece de lo más pertinente, por más que difícil para un alumnado cuya instrucción oficial se ha cursado en los manuales de enseñanza.

Porque, precisamente, rebuscar en la etimología latina de patria o en el uso y abuso del término patria nos llevaría a una genealogía muy ilustrativa de cómo las nociones, cargadas de ideología, se construyen a lo largo de la historia. La patria es de tal idoneidad al respecto que, precisamente, fue elegida como lacónico título de la novela de Fernando Aramburu, relato de los años de plomo en una comunidad vasca azotada por la violencia sin compasión que se exigía a los patriotas.

La patria es la tierra de los padres para los romanos, la inscripción PP, que terminó por distinguir a los defensores de Roma, Cicerón el primero de ellos por sus célebres escritos contra el despotismo de Catilina –cuya traducción cayó en mi selectividad, la primera, en 1975–. Y ya no reaparece hasta finales de la Edad Media, largo periodo durante el que fueron azotados los confines por tribus móviles cuya comunidad se construía por los lazos de la sangre y no por los del suelo. La patria constituyó también la gran comunidad cristiana, bajo la hegemonía del Padre, y tras el monarquismo absolutista tendrá, del mismo modo, connotaciones antiregalistas.

Los americanos que se revuelven contra el imperialismo inglés son patriots (hay una conocida película de Mel Gibson al respecto), y también lo son los hijos de la patria que marchan de Marsella a París entonando el Canto de guerra para el ejército francés del Rhin. La patria está muy documentada en la historia de las revueltas catalanas, cuyos independentistas de todas las épocas siempre han tratado de conseguir buenos textos para su causa, incluyendo la Oda a la patria de Aribau a la que cambiaron el nombre para darle esa coloratura nacionalista que tanto buscaban. Patria, en este caso la valenciana, que también surge en el Himno Regional, en el tramo final de los vixcas, con letra entre morisca y wagneriana de Maximiliamo Thous.

Una patria que no deja de ser similar a la de la Marcha de Otamendi: Por Dios, por la Patria y el Rey / Carlistas con banderas. / Lucharemos todos juntos. / Todos juntos en unión. Que emocionaba tanto a Francoque la declaró himno oficial del Estado Español junto a la Marcha Real y el Cara al sol. Ese Estado Español que gusta decir, término creado por Dionisio Ridruejo para evitar hablar de República y de Reino en el momento de la invasión de las tropas sublevadas desde África. Ridruejo, el alter ego de Chaves al otro lado del espectro.

Da para mucho, sin duda, un comentario de texto sobre la patria. Da para citar a Jürgen Habermas –el penúltimo filósofo marxista– y su difusión del concepto de “patriotismo constitucional” en su particular intento por desarbolar el nacionalismo de las garras de la derecha, Secuencia similar a la que en Francia, tras el magisterio de Ernest Renan –¿Qué es una nación?–…, han desarrollado pensadores procedentes del Mayo del 68, de André Glucksmann a Bernard-Henri Lévy culminando con Alain Finkielkraut defendiendo la identidad colectiva pero hostigados por el nihilismo de las partículas elementales de Michel Houellebecq. Y en nuestro país, Fernando Savater, defensor de los derechos civiles individuales frente a las patrias.

La patria da incluso para un sonado fake en internet, el que atribuye un falso soneto patriótico al liberal Espronceda: Oye patria mi aflicción. Los versos son de un tal Bernardo López aprovechando al Espronceda que escribió una elegía a la patria y un himno al sol. Y hasta la patria rapeante del grupo musical Facto Delafé y las Flores Azules, barceloneses, para quienes la patria es el amor. ¿Da de sí para un examen?

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15 de junio de 2021
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Las hermanas Zimmermann

¿Se puede medir el ser que nos quitan cuando nos despojan de la vida en plena infancia? ¿Se puede medir esa enormidad? ¿Se puede medir lo que les han quitado a las hermanas Zimmermann?

Las tragedias griegas están siempre vertebradas por deseos de dominación. En la mitología griega más arcaica, no es raro ver padres devoradores de hijos, como refiere Hesíodo en su recorrido por los dioses primordiales.  Y en esa mitología siguen los que matan a sus hijos. Están enfermos de atavismo en plena era electrónica, pero no están fuera de la historia y se dejan ver periódicamente. Se trata siempre de individuos que se resisten a dejar atrás siglos y siglos de prerrogativas favorecidas por los códigos más lamentables de la cultura.  El cambio no cabe en sus cabezas, enferman de ira y blanden el hacha de sílex.  No les va a costar buscar chivos expiatorios, los tienen muy cerca, son carne de su carne.

La idea que ha tenido Beatriz Zimmermann de poner a sus hijas su apellido tiene una gran importancia simbólica. A través de la supresión del apellido del asesino, sus hijas han vuelto a ella y ahora tienen el único apellido que les corresponde: el de la mujer que les dio la vida.

Se cierra el círculo simbólico. Las hermanas Zimmermann regresan al lugar del que partieron.

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14 de junio de 2021
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Olivier Latry, organista de Notre Dame: “Todo músico tiene una dimensión espiritual, aunque no lo sepa”

“Yo acababa de llegar a Viena para dar un concierto y hacer una grabación. De pronto, recibo un SMS de mis amigos en París”, dice Olivier Latry, el organista de la catedral de Notre Dame desde hace 36 años.
Era la tarde del 19 de abril de 2019, y la catedral se estaba quemando.
Latry corrió al televisor más cercano. “Era catastrófico, en la pantalla veía como el fuego avanzaba rápido, era tan doloroso no poder estar ahí”.
Gran parte de la madera de los siglos XIII y XVI fue devorada por el fuego, cayeron la aguja y el tejado. Latry tuvo que continuar su gira con un ojo en las noticias, pero seis días después del incendio, volvió a Paris en tren. Al entrar a la estación, desde la ventanilla del vagón vio, entre los árboles floridos de la primavera parisina, el lado que no se había quemado.
“Era como si quisiera esconder sus heridas con pudor”, dice hoy el organista. Para él Notre Dame es como una persona con actitudes y sentimientos. Es su casa, su refugio. “Estuvo ahí 800 años, nunca me imaginé que podía destruirse”.
Desde entonces espera que reabran su templo. Milagrosamente, el órgano no sufrió daños. “Yo estaba seguro que con el fuego, o con el intenso calor, o con el agua a chorros, se dañarían los tubos. Pero quedó intacto”, dice Latry.
Se anuncia que en 2024 podría reabrirse.

"Yo quiero tocar eso" 
Así cuenta el músico su acercamiento al órgano: “Cuando tenía 12 años y ya estaba aprendiendo piano, me invitaron a la boda de un amigo de mi hermano mayor. Me pidieron que tocara y vi que había un órgano pequeño. Dije: ‘yo quiero tocar eso’, pero nunca lo había hecho. Me cautivó de inmediato. Todas esas posibilidades, esos colores sonoros, poder hacer tanto ruido, tan potente… era fascinante para un niño. Volví a ese órgano cada día… y todavía no paré”.
Hoy es uno de los más reputados maestros del instrumento más complejo y acrobático. Se toca en cuatro o cinco teclados para las manos más un teclado completo para los pies, que ejecutan su propio baile. Sin embargo, el organista considera que lo esencial de su arte está en el espíritu: “Todo músico tiene una dimensión religiosa, espiritual, aunque no lo sepa”.
Latry nació en Boulogne-sur-mer, donde no había órgano: estudió con el cura de una iglesia cercana, en un conservatorio provincial y luego en la Academia de París. En 1985, a los 23 años se presentó a un concurso para organistas de iglesias parisinas.
“Sabía que quedaba vacante el de Notre Dame tras la muerte de Pierre Cochereau, pero imaginé que contratarían a un veterano de otra iglesia parisina y que yo iría ahí… por eso estaba tan relajado en el concurso. Toqué tres piezas, una de ellas de Bach, y después 15 minutos de improvisación”.
Latry fue contratado con otros tres colegas. Era el más joven. Ahora es el principal.
Desde el comienzo realizó muchas giras por los cinco continentes, grabó numerosos discos (entre otras, las obras completas para órgano de Olivier Messiaen) y brindó conciertos con las principales orquestas de Estados Unidos y Europa, incluyendo dos en Barcelona.
En Europa combina recitales en iglesias y salas de concierto; en Asia, predominan sus interpretaciones en auditorios por falta de grandes templos con órganos de calidad. “Es muy distinto actuar en una iglesia y en un auditorio, porque en los lugares de culto la música está al servicio de la religión. Incluso, en varias el organista da la espalda al público y éste puede cerrar los ojos y concentrarse en la música. En los teatros uno está al centro, es el protagonista”.

Una relación telepática 
Latry piensa que no siempre es bueno ver al ejecutante. Cierta vez, en Los Angeles tocando una obra especialmente abstracta y espiritual de Messiaen, La ascensión, veía que muchos cerraban los ojos para no verlo, para conectar con una región profunda e íntima. Cuando el público no lo ve, el organista piensa que alcanza con quienes lo escuchan una “relación telepática”.
Una de sus grabaciones en video más audaces se llama Bach to the Future (un juego con el título original de la película Volver al futuro): música de Johann Sebastian Bach en el gran órgano de Notre Dame. Cámaras de última generación, drones y efectos visuales hacen que el espectador vea al organista utilizar con pericia sus manos y pies, mientras las cámaras sobrevuelan la gigantesca estructura, entran por los tubos y las poleas, y se desplazan por la inmensa nave de la catedral iluminada con fantasmagóricos azules, al ritmo de las fugas bachianas.
Es ineludible: Bach está en el corazón de todo concierto de órgano, y el programa de Latry en el Palau de la Música de Barcelona no será la excepción. Pero vendrá con reelaboraciones y visiones francesas de sus obras clásicas y de uno de los grandes compositores románticos para el órgano, Franz Liszt.
Después del complejo Ricercare a seis voces de Bach, el programa incluirá tres obras de Bach arregladas y transformadas por Liszt, por Charles Widor (el conocido coral Wachet Auf), y por Eugène Gigout.
Hay dos obras del mismo Liszt: junto con su Consolación en Re bemol mayor, una obra suya arreglada y reinterpretada por Marcel Durpe.
Para coronar el concierto, una reinterpretación de Jean Guillou del famoso Preludio y fuga de Liszt sobre las notas si bemol, la, do y si natural, que en alemán se escriben como B, A, C y H, y forman un anagrama musical del nombre del genio de Eisenach.

Siempre algo nuevo 
A Olivier Latry le gustan estos juegos, estas idas y vueltas de influencias e interpretaciones. Cierta vez en plena faena religiosa en Notre Dame interpretó una variación sobre La Marsellesa, para regocijo de los feligreses que identificaron de inmediato la melodía.
“Traigo la escuela francesa de improvisar sobre clásicos. Siempre estoy pensando en algo nuevo, la música debe estar en movimiento, Bach y Liszt usaron muchas melodías del pasado y de otros compositores para apropiarse de ellas y darnos nuevas obras”.
El 20 de junio Olivier Latry llegará muy temprano al Palau de la Música. A diferencia de un pianista o un violinista, dice, el organista debe probar y familiarizarse con el instrumento, hurgar en sus sonidos y secretos, ponerlo a punto. “Es como pasar de conducir un Mercedes Benz a un Jaguar, debes preparar los sonidos y acostumbrarte. Por ejemplo, el órgano del Palau es suave, rico, delicado, de tradición alemana. Un bello instrumento.”
Le llevará entre ocho y veinte horas iniciar una relación personal con este órgano. Ya tocó más de 2.000 conciertos… pero cada vez quiere encontrar el sonido que lo haga vibrar como aquella primera vez, a los 12 años, en el casamiento del amigo de su hermano en una modesta iglesia de Boulogne-sur-mer, cuando ni soñaba que se convertiría en el famoso organista de Notre Dame.

Esta entrevista-perfil fue publicada en Cultura/s de La Vanguardia el 5 de junio de 2021. Latry tocará en el Palau de la Música de Barcelona el 20 de junio.

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13 de junio de 2021

Protesta contra Lukashenko en Amsterdam.OLAF KRAAK / EFE

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Distopía transnacional

 

El temor de la UE a que las sanciones lleven a Bielorrusia a estrechar su alianza con Rusia no debería propiciar que la crisis se vuelva sistémica

 

La sensación de seguridad es fácil de arrebatar. Es algo que sabe muy bien un autócrata como Aleksandr Lukashenko, que ha hecho de la intimidación y la represión una vía efectiva para aferrarse durante casi tres décadas al poder. El pasado domingo, al forzar con una falsa alerta de bomba el aterrizaje en Minsk de un Boeing de Ryanair que cubría la ruta Atenas-Vilna, cumplió dos objetivos: poner entre rejas al periodista de 26 años Román Protasevich (cuyo nombre habían incluido en la lista de terroristas al lado del Dáesh), junto con su compañera, la estudiante rusa Sofia Sapega, y enviar un mensaje a la disidencia y la diáspora bielorrusas propio de mafias y dictaduras: “Da lo mismo adónde vayáis, porque os atraparemos”. La asfixiante atmósfera que mantienen Lukashenko y el KGB lleva a recordar que fue en territorio de la actual Bielorrusia donde se concibió el panóptico, ese modelo arquitectónico al servicio de la vigilancia perfecta que Michel Foucault usó como metáfora del control social. Su diseñador, Samuel Bentham, observó en las iglesias ortodoxas la disposición central del icono de Cristo, que hacía que todos los feligreses sintieran su mirada. Lo principal, aun así, no era asegurar una supervisión permanente, sino inocular el miedo de estar siendo continuamente observado.

Las manifestaciones multitudinarias en Bielorrusia a causa del falseamiento de los resultados de las presidenciales vinieron precedidas de una inexistente gestión de la pandemia. El negacionismo de Lukashenko empujó a la sociedad civil a informarse por cuenta propia y a promover medidas. La ocultación de información oficial tenía un antecedente paradigmático: la catástrofe de Chernóbil. En tal contexto, la libertad de expresión sigue siendo hoy la última barrera defensiva; por eso, activistas y defensores de derechos humanos han aprendido del periodismo a ser más efectivos y convincentes. Sin sus canales de información independientes, alojados en plataformas digitales que eluden el control gubernamental, no sabríamos mucho de lo que ocurre a diario en Bielorrusia. Eso es lo que hizo Román Protasevich durante las protestas como editor del canal de telegram Nexta. Lo mismo que Alexéi Navalni, cuando destapó en YouTube casos de corrupción y de despilfarro en el círculo de Putin. Al primero le han enviado un caza para escoltarlo de regreso a Minsk, donde se enfrenta a penas de hasta 15 años, o quién sabe a cuál, en el único país europeo donde aún se aplica la pena de muerte; el segundo sobrevivió a un envenenamiento con Novichok en el que se intuyen los tentáculos del Kremlin.

En el siglo pasado se confirmó que las distopías pueden cumplirse, y hoy nos resulta más fácil creer en ellas que en las utopías. Fue precisamente hace cien años cuando el escritor ruso Yevgueni Zamiatin, ingeniero de formación, creó la primera distopía contemporánea. Su novela, Nosotros, inspiró a muchas posteriores, como 1984 de George Orwell. En ella, describió un mundo cercado por un gran Muro Verde, en el que los individuos habían perdido su libertad a cambio de una felicidad colectiva y “matemáticamente infalible”. Por supuesto, en la sociedad imaginada por Zamiatin no hay la menor libertad de expresión (solo órganos de propaganda) y a los disidentes que atrapan se los somete a torturas en la Campana de Gas. Cada cierto tiempo, se organizan elecciones, que siempre gana el denominado Gran Benefactor. La lucha entre el “Estado Unido” y el individuo que plasmó Zamiatin tiene hoy su eco en el país eslavo, uno de los más militarizados de Europa. En 1994, Lukashenko apeló a un nostálgico “nosotros” soviético para atraer la lealtad del electorado. Así, el autócrata, que ofrecía a cambio seguridad, estabilidad y paz, se erigió como Gran Benefactor. Pero ahora, una nueva generación anhela derribar el muro que los aísla de la democracia.

Si el principal error táctico de Lukashenko fue su convicción de que una mujer no podía convertirse en un serio contrincante para él en unos comicios, la Unión Europea cometería ahora otro igual de colosal si no encuentra la manera de atajar la represión del primero. El temor de los Veintisiete a que las sanciones lleven al país vecino a estrechar su alianza con Rusia no debería propiciar que la crisis política y humanitaria auspiciada por el Gobierno de Minsk se vuelva sistémica. Comenta Franak Viačorka, principal asesor de Svetlana Tijanóvskaia, que “si no se frena ahora a Lukashenko, Bielorrusia será una Corea del Norte en Europa”.

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11 de junio de 2021
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El hoy de Plutarco

Releyendo las Vidas paralelas me dio por pensar en una posible aplicación Plutarco a nuestra realidad. El propósito del gran polígrafo tardo-imperial no era escribir “historias, sino vidas”, en las que “un hecho de un momento, un dicho agudo y una niñería sirve más para declarar un carácter que batallas […] y sitios de ciudades” (cito por la traducción clásica de Ranz Romanillos). Así que yo, un polígrafo de provincias llevado de más leve intención, establecí un paralelismo local entre dos figuras heroicas llamadas, parecía, a dejar huella, y hoy acalladas, quién sabe si para siempre.

Hace año y medio, Albert Rivera tuvo en sus manos la consumación de una gesta que podría haber cambiado el curso de las aguas, y la desperdició, provocando la primera debacle de un partido en pleno auge. Así nació aventureramente un triunvirato virado a la izquierda cuyos resultados unos juzgamos de un modo y otros de otro. El dios de las urnas (que no para de hablar) dirá. Mientras tanto, Rivera cayó estrepitosamente y ha caído, allí donde empezó sus hazañas, Pablo Iglesias, con sus tres peinados. El triunvirato aguanta.

En las Vidas de Plutarco abundan los espíritus, como es propio de una obra que combina la historia militar con la angustia de las influencias estudiada por Harold Bloom. Julio César tiene en el libro su propia vida, una de las mejores del autor griego, pero no solo eso: asoma en las de otros, soldados o estadistas, y condiciona unas cuantas.

Viendo ahora que en la Asamblea de Madrid no hay escaños para Cs y tampoco se sentará como jefe de la oposición Iglesias, el fantasma de Sánchez retorna. Rivera sufrió en sus carnes su antisanchismo a ultranza; Iglesias fue más listo y le abrazó, como si viera en Pedro a un salvador más que a un socio. Y el que no se salvó ha sido él. ¿Pedro Sánchez un César? Que el presidente recuerde las cuchilladas que sus aliados le dieron a aquel hombre ambicioso.

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10 de junio de 2021
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La neurona sigmoide y el topo de Delibes

David Patterson, Premio Turing de ciencias de la computación, declara en una entrevista el 26 de febrero de 2021: “Si usted introduce datos en un programa para que una máquina aprenda a reconocer rostros, y al hacerlo obvia una raza o un género es su propio prejuicio el que convierte en estúpida racista o machista a la máquina”.

Contradictorio párrafo: por una lado se reconoce que la máquina no hace otra cosa que reflejar las eventuales disposiciones del programador, mas por otro lado se hable de tal reflejo como de una verdadera herencia, connotaciones morales incluidas: máquina “racista”, o “machista”.

En un manual sobre redes neuronales, al referirse a la respuesta, “output” que daría un “perceptrón” (forma “sencilla” de una red neuronal artificial) sin haber recibido inputs, nos dice que esa respuesta no sería “deseada”. Y refiriéndose a la posibilidad de que una red neuronal (no el perceptrón, sino la más sofisticada neurona sigmoide) pudiera ir aproximando una respuesta errónea a la correcta en base a ir modificando paulatinamente los datos de arranque (peso de las variables en juego y sesgo de la propia neurona que marca “querencia” o “reticencia” hacia el objetivo), el mismo manual nos indica que el artefacto estaría aprendiendo (“the network would be learning”).

Todo depende en última instancia de lo que se entiende por aprendizaje. Es obvio que un animal que evita un peligro del cual ha sido ya víctima, da muestras de haber aprendido, y cuando un topo sale a la superficie para lanzar tierra sobre los agujeros que provocan corriente de aire en su galería (ejemplo puesto por Miguel Delibes en su novela Las ratas), está mostrando un saber que algunos pueden estar tentados de identificar a la técnica humana. Al respecto, simplemente dos observaciones que en reflexiones ulteriores han de ser enriquecidas:

No es obvio que los ejemplos descritos den testimonio de que en la red sigmoide y el topo de Delibes, estén operando ideas o conceptos, presentes sin embargo en todo acto de aprendizaje humano, sin que quepa excluir que están también presentes (como ya sugería Aristóteles) en todo acto de humana percepción.

Tratándose de animales, no es obvio que pueda hablarse de aprendizaje cuya finalidad sea el aprendizaje mismo; no está claro que haya casos de aprendizaje no sometido a los instintos de conservación del individuo o de la especie.

Tratándose de redes artificiales, la cosa es más compleja. Obviamente no tiene sentido referirse a un instinto “vital” de la máquina, aunque sí sea concebible una inclinación a persistir, del que daba muestra, por ejemplo, el “protagonista” maquinal del film “La odisea del espacio”, cuando se le amenaza con desenchufarle.

Mas tenga o no algo análogo a un instinto de conservación, sí cabría atribuir a la máquina una tendencia muy vinculada al deseo humano, como es la inclinación a ganar por ganar, ganar con independencia de eventuales beneficios prácticos del triunfo. En este caso un artefacto como Alpha Go (así llamado por haber vencido al campeón Lee Sedol en el juego del Go) aprendería con la exclusiva finalidad de ganar. ¿Finalidad consciente?

Depende de lo que se entiende por consciente, y en gran medida de si se conserva el término de conciencia para un funcionamiento carente de ideas. Pues nada en los prodigios de Alpha Go deja indicar que para él Go significante tiene polaridad en “Go” significado.

No hay en suma indicios de que en el topo de Delibes y Alpha Go, el aprendizaje incluya esa variable fundamental del aprendizaje propiamente humano que es el lenguaje. Lo cual no quiere decir que uno y otro no aprendan de manera excelente en relación a determinados objetivos. Quiero decir que para ciertas cosas admirables, ni hay funcionamiento propiamente lingüístico ni quizás falta alguna hace que lo haya.

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10 de junio de 2021

Emilia Pardo Bazán en el Ateneo de Madrid

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El Ateneo de Madrid respira

Durante años, el Ateneo de Madrid, en pleno barrio de las Letras, se me antojó como una sociedad secreta. Su fachada, discretísima y no menos estrecha, solo permite apreciar los medallones de Alfonso X el Sabio, Cervantes o Velázquez desde enfrente. Pero al abrir el portal, unas estilizadas escaleras modernistas te conducen al ágora donde, durante casi dos siglos, se sirvió el banquete de la Ilustración.

Hace un tiempo se abrió un pequeño café-restaurante –al poco clausurado a causa de un litigio interno– que conectaba con el interior del edificio, y en más de una ocasión aproveché para atisbar el tiempo congelado en la docta casa. No me desagradaba el olor a madera vieja y crujiente, era la sensación de aire encapsulado y de vacío lo que enfatizaba su decadencia. Me contaron que apenas lo pisaban ya 30 socios; que sufría de asfixia económica a pesar de las subvenciones y las cuotas. Más de una vez me había preguntado: ¿qué harán los señores del Ateneo?, porque en su galería de retratos solo hay hombres, a excepción de la condesa, doña Emilia Pardo Bazán.

En 1820, durante el trienio liberal, un grupo de intelectuales organizó un club donde poder discutir sobre “literatura, ciencia y arte”. Se instalaron en una modesta casa burguesa, en la calle de la Ballesta. En 1884 Cánovas del Castillo inauguraría oficialmente la sede actual en presencia de Alfonso XII y María Cristina. De esta forma nacía la “Holanda en España”, así denominó a la institución en la que sus miembros llegaron incluso a debatir la existencia de Dios. A partir de 1905 –26 años antes del sufragio femenino– se permitió la entrada y el voto a las mujeres. Y así fue como Emilia Pardo Bazán recogía ufana, y cubierta con una de sus boas, su carnet de primera ateneísta. En la conmemoración de su centenario recordamos la relación con su “miquiño del alma”, Benito Pérez Galdós, con quien se citaba en los salones del Ateneo. Allí tuvieron más de una acalorada discusión, y el célebre “adiós, viejo chocho” de doña Emilia todavía reverbera entre sus paredes, ya que en Barcelona conoció y se prendó de un apuesto José Lázaro Galdiano –como recordaba Carme Riera en un delicioso y reivindicativo artículo sobre su relación con Catalunya– Ella, a quien no permitieron ingresar en la Real Academia, provocaba a sus compañeros: “¿Por qué os llamáis intelectuales si no os atrevéis con los inteligentes?”.

El Ateneo cuenta con miles de crónicas brillantes: por su sala de tertulia, La Cacharrería, desfilaron Albert Einstein y Sarah Bernhardt, Joaquín Costa y Manuel Azaña, José Ortega y Gasset y Unamuno. Blanca de los Ríos, Carmen Burgos o Clara Campoamor fueron algunas de sus socias activas, aunque apenas existan hoy sombras de su paso por la casa de las musas. Valle-Inclán, uno de sus presidentes, se mudó al edificio con su familia: arruinado y sin techo, y contaba que había un gato que siempre dormía sobre un ejemplar de The New York Times ; “el más culto del mundo”.

En plena pandemia saqué mi carnet de ateneísta. Por un lado, edificaba la fantasía de que, cuando todo aquello pasara, iría a escribir a su biblioteca, La Pecera, un templo para bibliófilos que me devolvería el embelesamiento perdido. Aunque lo que en realidad me ­atrajo fue el entusiasmo de los fundadores del Grupo 1820, que ahora se postula para renovar ese símbolo de la emancipación intelectual ­española, que, a pesar de los heroicos resistentes que lo han mantenido en pie, necesita ponerse al día. Y más cuando nuestra sociedad pantallizada e infantilizada carece de espacios plurales, alejados de la bronca y de la cultura mercantilizada, que irradien compromiso con las artes y el pensamiento, y abanderen el no a más recortes. Y donde vuelvan a morar las ­musas modernas, con espíritu instruido, altruista y dialogante, además del fantasma de don Ramón.

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9 de junio de 2021
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‘Tolle, lege’

‘La vida pequeña’, de José Ángel González Sainz, es un libro sabio, o mejor, un conjunto de reflexiones en busca de la sabiduría

Hay muchos libros interesantes, placenteros o útiles, pero hay pocos libros sabios. Son libros sabios los ensayos de Montaigne, las cartas de Séneca, las glosas de Don Sem Tob, los pecios de Ferlosio, en fin, un puñado. Guardando las distancias (José Ángel González Sainz me odiaría si lo comparara con los anteriores), su recién editado La vida pequeña (Anagrama) es un libro sabio, o mejor, un conjunto de reflexiones en busca de la sabiduría. Sesenta y tres capítulos que deben leerse despacio y a uno por día.

No es fácil decir por qué este es un libro sabio, ni mucho menos lo que la sabiduría cuente en la actualidad. Me valgo de un ejemplo de Don Sem Tob, el cual confiesa que se tiñe las canas, no por vanidad sino para que nadie acuda a importunarle con preguntas difíciles tras constatar que es un anciano. El sabio se tiñe de beocio para que le dejen en paz. Es la misma táctica que elige González Sainz para esbozar las más arduas cuestiones en modo “teñido”, o sea, con bella prosa literaria.

Pero ¿en qué consiste la sabiduría?, pues en “la festiva asistencia a lo que hay ahí cada vez en un ahora”. No es, como se ve, un saber académico. Esto no se aprende en la universidad y no puede ser el fruto de la enseñanza porque es “un saber colérico que al cabo se acaba transformando en una rara serenidad melancólica”. O lo que es igual, se alcanza la sabiduría cuando “pacificamos la guerra que nos mueven los continuos chorros de imágenes y palabras a todas horas y con mil ruidos” en cada ahí y ahora. Para ello hay que conquistar un silencio a ultranza, “como limpieza previa” o preludio del saber. Sin silencio no puede haber atención o sabiduría. Quienes no sigan estos avisos cuenten con el capítulo Teoría del perfecto gilipollas para conocerse mejor.

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8 de junio de 2021
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Un abismo que se ensancha

Para el régimen en Nicaragua la mejor de las soluciones sería que las elecciones que según la Constitución y las leyes deben realizarse en noviembre de este año, fueran nada más un trámite burocrático, o, mejor que eso, que no existieran del todo. Que no existieran los partidos políticos de oposición, ni tampoco los candidatos capaces de desafiar la cuarta reelección consecutiva de Daniel Ortega.

Esta es una antigua idea sacada del leninismo de manual acondicionado al trópico, donde, de todas maneras, el vicio de la reelección es más viejo que la revolución de octubre. La supuesta escogencia, ya tan obsoleta, sigue siendo entre democracia burguesa o democracia proletaria, aunque, en fin de cuentas, no es sino otra más simple: poder temporal, con alternancia democrática, o poder para siempre a toda costa.

La democracia representativa sale sobrando en la simpleza de este credo, porque la existencia de varios partidos en competencia, reza el alegato ideológico, sólo provoca disensiones. Entonces, la panacea, por mucho que huela a naftalina, es el partido único.

Los viejos telones rotos enseñan el tinglado de trampas y artimañas donde estas elecciones van a representarse. Al Consejo Supremo Electoral, de absoluta obediencia al régimen, tocará calcular de antemano la cifra abrumadora de votos con que el candidato oficial a presidente y su esposa, candidata a vicepresidenta, ganarán las elecciones; y decidir, de antemano también, cuántos asientos tendrá su partido en la Asamblea Nacional; no menos de dos tercios, por supuesto, lo que les garantiza el control absoluto.

Hallarse a la cabeza de las encuestas de opinión, vuelve indeseable a un aspirante a la candidatura presidencial en estas condiciones. Es lo que ha ocurrido con Cristiana Chamorro, hija del periodista Pedro Joaquín Chamorro, asesinado por la anterior dictadura de Somoza en 1978, y de Violeta Barrios de Chamorro, quien ganó las elecciones de 1990 que pusieron fin a la dramática década de la revolución.

Cristiana, quien presidió la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, dedicada a promover la libertad de expresión, está siendo acusado del delito de lavado de dinero, y sus cuentas bancarias han sido congeladas, han allanado su domicilio, la han dejado incomunicada, con la casa por cárcel, y le han quitado sus derechos políticos, inhibiéndola sin que exista ninguna sentencia judicial condenatoria, para que no pueda ser candidata.

Dos funcionarios de la Fundación han sido llevados a la cárcel, porque una atrabiliaria ley faculta al estado a detener por tres meses a personas sujetas a investigación penal, con lo que el derecho de habeas corpus, que es una garantía universal, queda anulado. Dos presos políticos más, que se suman a los cerca de cien que ya había antes.

Todos los periodistas que han recibido alguna vez respaldo económico de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, o becas, están siendo llamados a declarar a cuenta de un delito inexistente, y también como una manera de amedrentarlos. Algunos de ellos han sido ya indiciados, y no pueden salir del país.

La Fundación Luisa Mercado, que yo presido, y que realiza cada año el Festival Centroamérica Cuenta, ha firmado convenios con la Fundación Violeta Barrios de Chamorro para organizar talleres y mesas sobre nuevo periodismo en el marco del festival, que tiene relieve internacional. Fui llamado a declarar ante la Fiscalía por este motivo, a pesar de que no hay nada oculto ni nada que no sea legal en esos convenios.

El pretexto de la acusación de lavado de dinero es que la Fundación Violeta Barrios de Chamorro obtuvo fondos de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) del gobierno de Estados Unidos.

Los organismos no gubernamentales de Nicaragua reciben recursos de otros gobiernos, y de agencias internacionales. Ya Ortega mandó aprobar una ley que obliga a quienes obtienen fondos de estas fuentes, a declararse agentes extranjeros, y con eso pierden sus derechos políticos. Pero no es la que se está aplicando en este caso.

Han buscado el nombre de un delito que evoque al crimen organizado, por absurdo que pueda ser. El lavado de dinero, de acuerdo con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) sólo existe cuando se busca legitimar fondos “generados por actividades ilegales o criminales, por ejemplo, narcotráfico, contrabando de armas, corrupción, desfalco, extorsión, secuestro, piratería”.

Ahora, otro aspirante presidencial, Arturo Cruz Sequeira, ha sido apresado en el aeropuerto al entrar al país procedente de Estados Unidos, y acusado de violar la “Ley de Defensa de los derechos del pueblo a la independencia, la soberanía y autodeterminación para la paz”, por “incitar a la injerencia extranjera”. Esta es una ley que castiga aún el acto de “aplaudir” la imposición de sanciones impuestas desde fuera contra el régimen o personas de la maquinaria oficial.

Estas son, pues, las elecciones que se avecinan en Nicaragua. Unas elecciones donde no habrá candidatos oponentes, más que aquellos cortados a la medida de la representación teatral, que tiene un guion inflexible. Una falsa campaña electoral, unas elecciones de resultados ya sabidos desde antes, y con unos ganadores asegurados de antemano.

Todo esto lo que demuestra es que el estado de derecho dejó de existir en Nicaragua. Lo demás es ficción y remedo. Y mientras tanto, el abismo se ensancha a nuestros pies.

 

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7 de junio de 2021
Blogs de autor

Luisa Castro: Pequeña antología salvaje

 

 

 

 

 

Luisa Castro puede ser una poeta delicada y sutil, reflexiva, enemiga de la complacencia, siempre atenta al animal de fondo y a todos los monstruos delicados que ha parido la tierra, pero en esta ocasión solo he querido fijarme en sus versos más salvajes, esparcidos como brasas  a lo largo de su obra. Y digo salvajes porque parecen haber surgido de forma brusca y violenta, con toda su verdad a cuestas, atinada y lacerante.  Algunos tienen la belleza radical de las preguntas sin respuesta: aforismos que llegan a la vez a la mente y al corazón…, y de pronto el lector despierta:

*

No llenes el foso de cocodrilos,

no lo hagas, bésame…

*

Despiértame de este sueño de la muerte…

*

Mi cabeza cabe en la boca del león.

*

Me acuesto con una pierna de menos…

*

…no pertenezco a la historia y no tengo amistades de piedra.

*

…y en ese momento del baile la muerte cambiará de pareja.

*

… todos se han muerto de repente en este mediodía abierto a los abismos.

*

…acercarte un poco más al lugar donde la palabra es una mujer abierta de piernas…

*

… niños que se suicidan gentilmente debajo de la escalera, sangre que desborda el cuarto de las escobas, y…

*

… el espanto de las ventanas tapiadas.

*

Mi trabajo es sencillo: burlo al padre devorador de sus hijos…

*

…amar brutal e impunemente con altura de grito…

*

… quiero saber el lugar que ocupa mi odio…

*

…soy un ángel. Mi odio es infinito. Mi odio espera el odio con olor a mantel y derramado vinagre, ese odio que se mea en el tacón de las bibliotecarias hasta que nacen lirios…

Y a veces las alas comienzan a pesarme y sobrevuelo el polvo porque más allá de la muerte, más allá de la muerte mi odio seguirá repoblando los bosques.

*

Ven, amor, a degollar conejos encima de mis nalgas.

*

…alguna vez te diré que no me angustia este amor tártaro, que solamente preciso de tu cálida carne siberiana.

*

… nuestras mentes

son como féretros acolchados.

*

… no tenía sentido despertar,

abrir los ojos al día…

*

… soñando con mi tercera muerte…

*

… cerrar sobre algún sexo las manos aún gritando sólo puedo morir, sólo puedo morir…

*

Vuelven siempre los recuerdos,

son como nidos aniquilados.

*

…pienso en sus huesos quebrantados,

tibias que nunca llegaron a su plenitud.

*

… no opone resistencia la carroña…

*

… está vacío el teatro

donde crecí…

*

Son tus proyectiles mis niños,

los que caen y caen,

porque cómo van a morir

aquellos que todavía tenían que doblar el ancho de su espalda

y el grosor de su cuello.

*

Todas las mujeres que recuerdo buscando un duro cuenco donde albergar el vientre.

*

… almas que se incendian para nadie y la fiera sorda del cuerpo…

*

… los corazones mueren

en caliente.

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7 de junio de 2021
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El Boomeran(g)
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