Francisco Ferrer Lerín
“No hay mal que por bien no venga” es un certero refrán español de aplicación frecuente en tiempos de pandemia. Me explico con un ejemplo. Nunca me gustó estrechar las manos; por un lado manos sudorosas, por otro manos blandas deshuesadas, por otro manos de macho ibérico prestas a mostrar su hombría y, además de todo ello, un problema poco estudiado, el tiempo de estrechamiento, en qué momento hay que aflojar los músculos para separar la mano de la del contrario. Hará un par de años a un presbítero alcoyano se le olvidó el afloje y llevó arrastrando como un pelele a una enteca y gritadora feligresa durante bastante rato, el suficiente para que el episodio pudiera ser captado por la televisión local, creo que del Grupo PRISA.