Efectúo un inciso en estas consideraciones sobre la eutanasia (u otras modalidades de la muerte voluntaria y lucidamente fijada) para hacer un recordatorio de algo mil veces denunciado por toda clase de personas que, simplemente, mantienen un ideario en el que prima la aspiración a la libertad (y digo aspiración porque esta es lo que no puede ser arrancado del alma humana, mientras que la libertad en acto es quizás efectivamente algo que aun no hemos conocido).
Pues la limitación del derecho al suicidio y la eutanasia a los casos de exhaustiva quiebra del cuerpo y el alma, tiene un paralelo con la pretensión de limitar el derecho al aborto a los casos en los se ha dado violación, la vida de la mujer corre peligro (sino la del crío o la de ambos) o hay evidencias de gravísima deformación en el ser que va a nacer. En suma se acepta que no se de un sí a una nueva vida... sólo cuando esta tiene connotaciones de calamidad física o psíquica.
Una vez más cabe sospechar del auténtico grado de amor a la vida y aun a la humanidad de los que así restringen el derecho de una mujer a ser consecuente con el grado de sentimiento afirmativo que experimenta ante la perspectiva de que se renueve en ella el ciclo de las generaciones. En plena salud física, anímica, y afectiva, sin que se den problemas mayores en el ámbito social, y aun habiendo experimentado auténtica exaltación en el momento del embarazo, una mujer puede experimentar que ahora no es el momento de que se recree en ella esa vida que los que la anatematizan erigen en valor tan supremo como abstracto.
Y no estoy obviamente afirmando que el tiempo de interrupción del embarazo no deba tener un límite. En ello simplemente un mínimo de racionalidad y hasta de sentido común por parte de todos (la madre en primer lugar) ayudará a no sacar las cosas de quicio. Estoy diciendo simplemente que los humanos somos animales singularísimos y que tal singularidad pasa, entre otras cosas, por no constituir sólo un eslabón en el ciclo de las generaciones. Ser madre ha de significar tanto un sí al relevo generacional como un sí, más radical quizás, a un relevo en la palabra. Si en un momento dado tal sí no es sentido, entonces dar la vida es más bien un gesto nihilista. Cabe renunciar a que se haga efectiva la maternidad, precisamente por una noble concepción de lo que para el ser humano significa la vida. Quizás en una mujer el gesto auténticamente moral sea negarse a dar vida, no ya a cualquier precio (lo cual desde luego rozaría más bien la infamia), sino en ausencia de exaltación; negarse, en suma, a dar la vida como lo haría un ser determinado a ello; negarse a dar vida como lo haría meramente un animal.



Aunque parezca extraño son los amateurs y no los profesionales quienes inventan en proporción mayor. De hecho los grandes cambios tecnológicos en la comunicación desde el Mac al Google, desde Myspace al iPod, han sido obra de muchachos sin demasiada experiencia. El debutante crea más novedad que el veterano y el amateur, incluso en pintura, escritura o cine, se halla a menudo en condiciones de inaugurar un producto que el conspicuo poseedor del oficio, ¿"el oficinista"?, no será capaz de desarrollar. Una dosis precisa de ignorancia es indispensable para el atrevimiento y una dosis milagrosa de osadía sin destino puede convertirse en la perla de la renovación. La serendipity o el hallazgo por casualidad requiere no sólo dar con la joya sino distinguirla en la maleza. La visión de lo distinto, el valor de lo insólito debe formar parte de la investigación pero al cabo, el investigador muy curtido y asandareado, fatigado y obsesivo, reduce indeliberadmente, el ángulo del punto de vista. El amateur puede carecer de la hondura de conocimientos del veterano pero la superficialidad le procura ventajas para el panorama y el patinaje, ocasiones para ir de aquí y allá, para contrastar esto y aquello o, en definitiva, para ver la verdad de la actualidad en su estreno de la óptica. 

a habido una continua monstruización de la política en Latinoamérica, porque en definitiva no hay una realidad estable, es completamente móvil y volátil, y en ese sentido es lo que te decía de las generaciones: tengo la aburrida constancia de cuatro o cinco generaciones de barceloneses. En general el americano tiene la certidumbre de una mezcla constante de linajes de las mitologías de estos linajes, de los sueños, las pesadillas, las historias macabras, los suicidios, los prodigios, que cada uno va aportando. Y ahí se van creando centauros continuamente. Lo híbrido es una creación continua. 



La declinación en la lectura de libros entre los jóvenes es ya una vieja historia, pero ahora la brecha se traga en Estados Unidos también a los adultos de todas las edades. De acuerdo a un reporte de la National Endowment for the Arts, en el año de 1982 un 82% de los graduados universitarios en Estados Unidos leía novelas o poemas por placer; dos décadas más tarde, esa cifra ha caído en un 15%.
