Skip to main content
Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

Blogs de autor

Los monstruos de Almodovar

 

 

Otra vez Almodóvar. Más o menos cada año, como Woody Allen pero desde una mirada muy distinta, nos convoca para que sepamos como está de piel para dentro. Como los verdaderos artistas se va contando por sus obras. Así le conocemos cada vez mejor. Hemos conocido su infancia, su familia, sus amigos, su pueblo, sus ciudades, sus lecturas y también sus obsesiones.

Me gustan mucho sus películas, unas más que otras, pero admiro mucho que además sea capaz de no estancarse, de buscar en otro lado, de no conformarse con una formula de éxito, con un estilo. Almodóvar hace tiempo tiene su toque. Pero es un "toque" que va cambiando con su autor, con sus arrugas vitales, con sus dudas morales, con sus inquietudes en lucha contra toda quietud, contra todo conformismo. Arriesga en cada película y, para mí, gana. Digan lo que digan las taquillas y algunos críticos.

Me gusta este Almodóvar que se coloca al borde de un precipicio, que no se precipita, que se contiene y que es capaz de hacernos pasar dos horas entre la inquietud, el temor, la sorpresa y, por qué no, alguna sonrisa. En "La piel que habito" está lo más serio de Almodóvar pero con un tratamiento melodramático que hace guiños a la propia parodia del género. Así me ha parecido.

Otra vez he vuelto a pensar en Buñuel como referencia. Siendo tan distintos, hay algo en su deseo de mostrarnos las obsesiones, lo turbio y oscuro de los seres humanos que los acerca. Les une Toledo y el mirar a los seres humanos como bichos de apariencia normal y raros como nosotros. Con los años el cine de Buñuel se hacia menos serio, el de Almodóvar todo lo contrario. Ese es un camino que debe repensar Almodóvar. El melodrama también puede tener su humor. Lo trágico muchas veces nos hace liberarnos con alguna risa. El horror nos espanta aunque disimulemos con algunas risas.

He visto dos veces la película. En pase privado, entre "familia" del cine, entre "amigos" de Almodóvar y me impactaron muchas cosas. Me pareció su más elegante película y la más turbia.

Volví a verla en un cine, en uno de esos que le gustan a Pedro, de los que frecuenta, con público cinéfilo pero "normal". Y la película funcionaba muy bien Con algunas risas, casi nerviosas. Y con aplauso final. Un aplauso sin duda para Pedro, para el guión, para la música de Alberto Iglesias, para la foto de Alcaine, para algunas apariciones- como la del hermano Agustín- y para los perfectos Elena Anaya y Antonio Banderas.

Una vez me dijo Almodóvar que quería volver con Antonio cuando ya tuviera arrugas, menos belleza, más marcas de la vida. Aquí está perfectamente frío, inexpresivo y perfecto en su papel. Me recuerda a esos actores de Hitchcock en "La soga", pero con menos ironía. Tiene que volver con Almodóvar.  Y Elena Anaya, que hace tanto nos tiene enamorados con su fuerza, su belleza y su fotogenia, aquí también nos muestra que es capaz de ser una fantástica actriz hasta con esas pieles tan incómodas.

Me alegra pertenecer a un país que tiene un cineasta como Almodóvar. Que nos siga contando, que se siga contando. Aquí o en Manhattan.

Leer más
profile avatar
4 de septiembre de 2011
Blogs de autor

De lágrimas y santos

 

 

"Por el beso culpable de una santa, aceptaría yo la peste como un a bendición"

No diría yo tanto pero pocas cosas hay tan gratas como la sensación del pecado. Del dulce pecar. De un pecado de esos de excomunión. Don Juan conquistaba novicias. Casanova monjas. Cioran quiere más, quiere, el beso culpable de una santa. Al autor rumano, ese civil contra toda pazguata civilidad, ese exiliado de todo que supo hacer el camino solo- o en compañía de algunas queridas y unos pocos amigos- es el pensador espiritual que necesitan estos jóvenes tan melifluos que recorren, toman, ocupan Madrid y lo hacen menos amable.

Creo que la mayoría ya están perdidos para la espiritualidad, para la lágrima verdadera y, por supuesto, para la santidad. Hay que saber resistir las lágrimas, cambiarlas por pensamientos o bien dejar que broten y no soñar con besos culpables. Cioran tuvo sueños eróticos con Santa Teresa. Con esa Teresa de Ávila, fuerte, con ganas de bailar después de una aparición, con su clara manera de contar lo oscuro. Y le hubiese gustado ser amigo de Juan de la Cruz, ese joven de un pueblo castellano que se encontró con la madura y famosa Teresa. El apasionado Juan que supo escribir los mejores versos de nuestra poesía. Un trío con el que perderse, encontrarse sin nada que ver con este encuentro madrileño, dónde lo espiritual no se deja ver por tanto sponsor y tantos coros y danzas.

Me gusta verles pasar, a unas más que a otros, y pensar en posibles besos culpables con algunas de esas nínfulas católicas. Yo soy pecador. Y siento mucho que la imaginación no delinca. Delinquir, pecar, besar, esas cosas que nos mantienen tan vivos. Tan espirituales.

Volver a Cioran. Ese sería un buen consejo para estos jóvenes tan poco descarriados, tan paseantes en rebaño, tan sin corderos, tan sin Dios, con tanto Papa.

"Que la especie humana haya resistido sin corromperse a las profundidades del cristianismo me parece ser la única prueba de su vocación metafísica. Pero hoy el hombre no soporta ya el terror de las postrimerías. El cristianismo ha legalizado sus angustias y lo ha mantenido en tensión. Sólo un descanso de algunos milenios podría remozar a ese ser devastado por tantos cielos"

Para los jóvenes- y mayores- que quieran saber más, "De lágrimas y de santos" E. M. Cioran, en Tusquets de bolsillo y por un poco menos de siete euros. De nada.

Leer más
profile avatar
20 de agosto de 2011
Blogs de autor

Touch of evil

 

 

Verano en la ciudad. Han pasado muchos años desde que no estaba un verano en Madrid. Apenas recordaba ese resto de casticismo, más cutre que barroco, que mantiene algunas fiestas populares. Procesiones con orquestas municipales, churros incomibles, políticos en rebajas, verbenas con barras atendidas por gentes que vinieron del pasado comunista, bomberos, vírgenes, beatos, jóvenes papistas, negocios religiosos, promesas de dioses, de vírgenes que cuelgan de espacios civiles, militares y hasta de algún edificio religioso.

La religión como negocio, fiesta, mercado, diseño, audiovisual, caralibros, veinteañeros, integrados, indignados ma non tropo, ateos gracias adiós, lolitas católicas, apostólicas, romanas, rumanas, brasileras y sus amigos "viva la gente". Madrid con un calor que ya no me mata, con confesionarios allí dónde tuvimos libros, con misas, rosarios, pecados, pecadores, beatos despistados, policías descreídos y bocadillos de falsas tortillas. Ciudad abierta, confiada, convicta y confesada en el Parque del Retiro. Holy Fast,  La turneé de Dios, Jardiel Poncela reestrenado y vuelta atrás. El mundo es ansí?

Hoy día de palomas, asunciones y las once mil vírgenes, que en euros deben ser millones, he paseado por Madrid entre la insolación y la tentación. Al final, como tantos días, como tantas veces, tantos años, me dejé caer en ella. En la tentación. La misma tentación que me acompaña desde que tengo memoria de confesionarios. Aquellos confesionarios oscuros, susurrantes, temidos, de respiraciones pecaminosas, falsos arrepentimientos, señores oscuros  invisibles, de aliento dudoso y de fe aburrida. Aquellos católicos que nos hicieron salir corriendo y no volver al lado oscuro de los miedos adolescentes.

Nada es así. Al menos en este Madrid que agosta con esta religión de blanco y arquitectura de los modernos de la obra. Feria de confesionarios, vanidosos y vanidades esperando a los pecadores del mundo. Jóvenes sueltos del mundo, pecadores en confesionarios de diseño que terminan allí dónde siempre espera el ángel caído. El camino de los confesionarios madrileños lleva a la estatua del hermoso diablo.

La tarde del día de las vírgenes madrileñas, entre policía, beatos, mirones, curas, perdidos y encontrados la comencé en el Retiro de todos los pecados. Me senté al lado de mi demonio. Me tomé una cerveza, o dos, y volví a casa con mi bono bus. Como en casa...Un gin tonic y una película en la tele. Esta noche en cine clásico un detalle, otra vez vimos: "Touch of evil".

Leer más
profile avatar
16 de agosto de 2011
Blogs de autor

O'Hara y otra modesta proposición

 

 

A Nueva  York la han cantado muy bien. Puede estar orgullosa de sus cuentistas. Y no se puede quejar de aquellos que han entrado en sus interiores. Está contada esquina a esquina. Novelada, biografiada, filmada, inventada y mil veces reinventada. Cada año se muere un poco para renacer con otra cara, otro cuerpo. La nostalgia nunca fue lo que quiso ser. Solo nos vale para la melancolía, que no es poco pero no es demasiado.

Cineastas, narradores y poetas. Muchos poetas. De todas clases, nacionalidades, lenguas y miradas. Lorca aparte, en el pasado siglo- el siglo de Nueva York- tuvo la suerte de seducir a unos cuantos poetas. Entre los "clásicos" no pueden faltar John Ashbery ni, desde luego Frank O'Hara.

Llevo días con O'Hara paseando por Nueva York. Sobre todo a la hora de comer. Buena hora para bocadillos líricos. A O'Hara le gustaba salir a esa hora en que los obreros descansan y se comen grasientos bocadillos con Coca Cola. Tampoco dejaba de salir a la hora en que Miles Davis entraba golpeado al Birdland ni a esa hora de la tarde en que los muchachos se tocaban en las dobles sesiones de los viejos cines. A O'Hara le gustaba recorrer su ciudad. Y otras ciudades, otros pueblos. Por España estuvo en los años de ladillas y franquistas, en Madrid encontró compañía y tornillos como amuletos.

Pero de sus "poemas a la hora de comer" me van a permitir uno muy reflexivo, un pequeño poema que está pensado especialmente para tantos jóvenes que tienen fe. Y que además de fe tienen hambre y necesidad de comer. Y el que come no tiene porqué callar. ¿Dónde defecarán el millón de almas cándidas, con sus cuerpos parecidos a los de cualquier pagano, que inundarán Madrid en las jornadas de Papa y muy señor suyo?

 

"¿No sería divertido

 que El Dedo hubiese dispuesto

que cagáramos sólo una vez por semana?

 

durante toda la semana engordaríamos

y engordaríamos y el domingo por la mañana

cuando todo el mundo está en la iglesia

                                                          ¡ploop!

Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2011
Blogs de autor

El poeta y algunas patrias

 

 

A cada uno su propio invierno. Aunque hay inviernos propios que parecen refugios para compartir, para huir de hielos y miedos. Yo también quiero estar caliente en mi propio invierno, tener, y compartir, mi invierno propio. Será inevitable que  cada uno tengamos nuestro frío final pero mejor no helarse antes de tiempo. El libro de Luis García Montero, sus recuerdos que nos ayudan a olvidar miserias y recordar lo necesario, es otra vez esa lección tan cercana de cómo ser verdadero sin dejar de ser un fingidor.

No recuerdo desde cuando conozco a Luis García Montero- yo que tantas cosas olvido, y que tantas recuerdo sin querer- pero hace ya bastantes libros y muchas complicidades. También hemos cruzado el Puente de Brooklyn y el Arroyo del Abroñigal. Festejamos vidas, lloramos desapariciones, compartimos copas y soporto su comida de adolescente.

Somos íntimos enemigos de club de fútbol y compartimos exilios de algunas palabras, de algunas conductas y algunas personas que nunca nos acogerían.

Me gustan sus poemas y sus vidas. Capaz de hacernos sentir bien como si el clima se hubiera puesto Luis todo el miércoles. Le han querido los mayores, las generaciones que vivieron y escribieron los cincuenta, y le siguen queriendo los casi no recuerdan el pasado siglo nuestro de todos los demonios. Le gustan las canciones que acortan la distancia entre corazones. Antes de tocarnos una emoción con algún poema dicho en público, le sale un leve tartamudeo que le hace más cercano. Cuando no tenía la vista cansada le sentaba muy bien el sombrero, era un rojo adolescente y excéntrico, ahora con las décadas, le gusta ir con la cabeza al aire, presumiendo de no tener canas. Los poetas, no solo son buenos bebedores de whisky, sino que tienen mucho pelo y son eternamente jóvenes, incluso cuando son muy ancianos y tienen muchas canas.

Luis acaba de publicar un libro que toca dónde duele y dónde da gusto. Que avisa y acaricia. Que recuerda y ayuda a necesarios olvidos. Un libro que nos ayuda a convivir con las dudas.

Le robaría muchos poemas pero copiaré uno que me ha regalado, "Un bar no es una patria, pero su nombre se escribe con la tinta de los mapas:

 

Llegar, abrir la puerta, descender

al cálido refugio en las noches de lluvia.

 

El mundo es insolente en su precariedad,

mantiene las distancias

igual que los poetas engreídos.

 

Pero hay raros momentos de plenitud y abrazo.

 

Recuerdo algunas tardes del otoño

En mi ciudad tocada de violeta,

y oscuridades con jazmín,

y la espalda del mar

-muy de mañana-

cuando el azul y el sol no pertenecen

a lo bañistas o al verano,

sino a la perfección de un mundo convencido

de su propia verdad.

 

 

 

Y recuerdo también la hospitalaria

sonrisa de los bares,

después de que las luces de sus puertas

no hayan defraudado.

 

Bares como descuidos en la lluvia,

en el vientre salvaje del frío y la distancia

o en la prima de todo lo que huye.

 

Me dieron un lugar

con sus sillas vacías,

sus huecos en la barra

y sus botellas firmes  como viejos soldados

de un ejército amigo.

 

El hombre solitario del rincón,

la pareja del beso,

la extranjera de ojos familiares,

el viejo que no quiere envejecer

con sus camisas de colores altos,

el músico cansado que repite

las canciones de un tiempo que fue nuestro,

los raros y sus penas,

las risas y sus labios,

han bebido conmigo,

me han hecho comprender

la violeta que guardan las ciudades

y la verdad que un mundo

que a veces es azul

con un sol en la puerta de su noche.

 

El nombre de los bares

Se escribe con la tinta de los mapas.

Leer más
profile avatar
2 de marzo de 2011
Blogs de autor

Los snobs, "EL Sol" y Antonio Gastón

 

 

Habíamos enterrado el esperpento del 23-F y nos tocaba divertirnos. Había que tomar las calles, vivir la ciudad y dormir lo menos posible. Madrid se había desnudado en el dos de Mayo, fumaba en Malasaña y bebía por todos los barrios. La ciudad de verdad quería ser alegre y confiada. Algunos se perdieron en el camino, no supieron terminar las noches blancas, otros lo superamos no entendemos bien cómo. Aunque sí sabemos porqué: no queríamos perdernos la vida de una ciudad libre y unos ciudadanos con ganas de pasarlo bien. Y los pasamos. Algunas veces nos pasamos.

Ya nos podían gustar los snobs. Los necesitábamos, como Nueva York tuvo sus snobs en los tiempos de Warhol y el Chelsea Hotel, los ingleses con Bloomsbury o los parisinos en casi todas las épocas, nosotros también tuvimos nuestros snobs. Hay un delicioso libro en la editorial Impedimenta que habla de la historia reciente de lo snobs y el snobismo, todo un acercamiento, muy afrancesado aunque sin abandonar lo anglosajón, que recomiendo a todos los interesados por esa manera de estar en el mundo, quizá de burlarse de él. Se llama "Diccionario de literatura para Esnobs". Apenas hay snobs españoles- escribir esnobs me parece demasiado snob- y sin embargo los hubo, incluso los hay. Si tengo tiempo un día de estos emprenderé la busca y captura de algunos de nuestros snobs más notables. Tendré que limitarme a los vivos porque no quiero invadir territorios de Luis Antonio de Villena y otros estudiosos y preclaros snobs de nuestro mundo.

Hoy he recordado va uno de esos encantadores snobs a la madrileña. Un representante de los mejor del Madrid que sabía divertirse. Antonio Gastón, muerto lenta y lúcidamente después de haber vivido con intensidad días y noches. Hoy lo recuerda el querido Miguel Mora que desde Roma tiene nostalgias de aquellas noches del Madrid interminable de los tiempos en que tanto nos movíamos. Sin Gastón, sin su creación preferida, "El Sol", Madrid no hubiera sido la misma. Noches en ese garito de música y roces, de hermosas y buscadores, de modernos y posmodernos. Frívolas, maravillosas, noches de tragos largos y sueños cortos. El snob de Gastón veía subir la temperatura de su local, mientras ligaba discretamente bebiendo un champagne y veía llegar la hora del cierre desde la mesa de su balcón con vistas. Desde el baile nocturno de nuestra casera feria de las vanidades o desde la barra, admiramos la elegancia de este snob de San Sebastián que dejó la arquitectura para hacer más modernas las noches de Madrid. Ha muerto sin rendirse. "El Sol" sigue vivo y noctámbulo. No es el mismo. Como la ciudad no es la misma. Echaremos de menos a snobs como Gastón, elegante y decadente. Que una vez fue joven y divertido. Sin embargo a  él y a otros snobs tan nuestros, les gustara decir: "Soy joven y rico y culto; y soy infeliz, estoy neurótico y solo"

Leer más
profile avatar
24 de febrero de 2011
Blogs de autor

Recuerdos con niebla

 

Me cuesta, me avergüenza, volver a aquella noche de hace treinta años. No fuimos muy valientes. No ocupamos  las plazas, ni tomamos las calles- quizá todavía creíamos que eran de Fraga y sus policías franquistas-ni salimos en manifestación. Al menos, no la mayoría. Algunos salimos, salieron, después de escuchar que el Rey estaba con la Constitución, con la democracia, dimos vueltas en una noche desangelada, entre la niebla y el frío por los alrededores de un Congreso que estaba secuestrado por unos tipejos uniformados, estertores del peor franquismo, indeseables salvadores de una patria que solo pertenecía a sus retrógrados y mezquinos intereses. España, la mayoría de españoles, estábamos en otra parte, en otro mundo, en otro país, en otro mundo.

Consiguieron, eso sí, que siguiéramos desconfiando de nuestra transición. Todo tan de guante blanco, de reformar sin cambiar, no pedir cuentas, casi pedir perdón por creer que había que mirar de frente a los beneficiados de un injusto régimen.

Franquistas sociológicos que se disfrazaron de demócratas a la española. Una católica y poca sentimental manera de entender el poder y su soberanía. Muchos siguen teniendo poderes, territorios, mando, negocios, medios y enteros a su lado. Finalmente sí somos un país normalizado en su democracia, aunque con una seria carencia en no haber podido mirar las zonas oscuras, y más o menos recientes, de nuestro pasado. Hay muertos sin sepultura y responsables sin vergüenza. Para ya no será imaginable un Congreso, unas calles o una televisión tomada por unos cuantos fantoches más o menos desorganizados.

Ahora podemos aburrirnos con nuestros políticos y los cuarteles son unos recintos en extinción para la formación de ayuda humanitaria. Quizá tengo una tendencia a confundir el deseo y la realidad, pero así me parece el futuro militar.

Me irrita leer todavía sobre aquellos golpistas y sus mentiras. Me molesta poder encontrarles en la calle o en un tren, me gustaría que estuvieran más inmovilizados y, sobre todo, que su espíritu estuviera muerto y enterrado.

Vuelvo a aquella tarde, la misma en que salía de un cine que ya no existe de ver "American gigoló", las misma en que al llegar a casa me enteré entre la irritación y el estupor, que uno pocos pretendían que retrocediéramos muchos años. Una tarde, una noche, en la que estuvimos a punto de escaparnos a Portugal que ya estaba democratizada y desmilitarizada. Una tarde, unas horas, que estuvieron espléndidamente contadas por el libro de Javier Cercas, "Anatomía de un instante". No confundir con la película sobre el 23-F. Nada que ver. Una tarde, una noche, en la que volvimos a demostrar lo capaces que somos para la huida y el disimulo.  

Leer más
profile avatar
21 de febrero de 2011
Blogs de autor

De Goyas sin Larras

 

 

Hace años dejé de asistir a la gala de los Goyas. Un poco por aquello de Groucho Marx de que nunca me fío de un club en que me admitan. Y mucho más  por el aburrimiento que me producen las alegrías, emociones, llantos, amores domésticos, familiares,  profesionales o ñoños expresados desde un escenario y para mayor gloria de esa efímera fama de unos segundos de "éxito" televisado.

De la misma manera que me molestan los ganadores de felicidad en público, vestidos de incierto glamour de una noche, me sobran las tristezas, odios, cabreos y decepciones de los que creen que un premio les hace mejores de lo que son. Me agota el necesario disimulo, el aplauso falso y la general ignorancia de la tropa de asistentes. Ni han visto, ni les importa, la mayoría de las películas que se premian o ignoran. Es una de esas noches en que casi todo es de mentira. Y la mentira puede ser estéticamente hermosa y necesaria o previsible, tierna, cargante e impostada.

Yo, más allá de los aciertos y las gracias de Buenafuente, de las alegrías por ver premiar a quines se lo merecen, o del placer de ver las derrotas de algunos que tantos meritos habían demostrado para el olvido o el castigo, veo a la tribu del cine gustándose en su vanidad más desenfocada.

No soy gremial, soy académico, miembro de esa familia- son mis semejantes, no diría que mis hermanos pero casi mis primos- y me sentí muy contento con que la ganadora fuera un película como "Pá negre". Es verdad que me hubieran gustado algunos premios más para Icíar Bollaín y habría cambiado el destino de otros, pero nunca me siento cómodo con la puesta en escena. No tiene que ver con la realización, el escenario, el guión o el presentador, sino con los extras, con esa fauna variada que tiene una entrada para unas horas de ¿¿¿glamour??? a la española, autonomías históricas incluidas.

La gala de los Goya es para la televisión. Desde mi butaca pude ver a los anónimos amigos de Alex de la Iglesia en la calle y gritando libertades bajo la lluvia- nada que ver con los que daban la cara en la plaza de El Cairo- dando la máscara. Todo el año es carnaval decía el mejor de los nuestros, de los periodistas, que a unos pasos de esa plaza se pegó un tiro cansado de nosotros, de su amor y un poco de sí mismo. Mariano José de Larra, muerto por su mano antes de cumplir los treinta años, fue sin embargo uno de los autores mejor pagados de su tiempo. Nadie le burló su trabajo. Ningún enmascarado le gritó por querer cobrar de su obra. Fue un dandi ilustrado. Un culto cabreado con tantas tonterías de un pueblo dado al grito, al cabreo y a darnos lecciones desde los púlpitos, mientras con otra mano están llevándose los réditos del cepillo. Hace años que vivimos en este lugar de Internet, no necesitamos que nadie nos de la bronca descubriendo que es el presente. Ni que el Mediterráneo está dónde se bañan Berlusconi y los del caso Gurtel. Hay cosas que hasta los periodistas que no somos presidentes de nada, e incluso los documentalistas que vamos por libre, lo sabemos sin que "señor, sí, señor" nos lo tenga que recordar desde un teatro irreal en una noche de baja comedia.

Pues eso, que soy un antiguo y me voy a una sala de cine a ver la de los Cohen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2011
Blogs de autor

Cárceles, escritores y Elena Poniatowska

 

Nunca he estado en la cárcel. No he tenido esa suerte. Conozco algunos con menos méritos que tienen su imborrable experiencia carcelaria. Yo casi nada, apenas unas noches en calabozos antiguos y podridos como aquél innombrable dictador gallego.

A los escritores les sienta bien la cárcel. Muchos grandes conocieron presidio, desde Cervantes a Miguel Hernández, de Fray Luis de León a Pepe Hierro, de Quevedo a  Jean Genet o de Fray Luis de León a Celine. Los perseguidos escritores rusos, polacos, checos, americanos, asiáticos, africanos...Las innumerables cárceles de los escritores no han podido con la escritura.

Conozco unas cuantas cárceles. Las conozco como periodista, como documentalista. Algunas eran lo más cerca del infierno que he podido estar y sin embargo, cerca del infierno también se podían hacer crecer pequeños paraísos, falsos como todos los paraísos. He recordado a los escritores en cárceles por haber estado con Elena Poniatowska, la feliz escritora mexicana que acaba de ganar el Premio Biblioteca Breve de novela. Seguro que un buen premio. Una novela sobre la apasionante Leonora Carrington, última surrealista viva. La esperamos.

Y recordé a la Poniatowska en una famosa- real y literaria- cárcel de México: Lecumberri. De historias de presos en Lecumberri hablé y filmé dos veces en distintos años con la escritora, periodista, sagaz e irónica Poniatowska. No estábamos en la cárcel, ya no existe Lecumberri, ni en otra de las cárceles mexicanas que conozco, hablábamos en su hermosa casa de San Ángel. Ella contaba sus visitas a la cárcel, sobre todo sus visitas a un amigo encarcelado por acusaciones de delitos "comunes", no políticos, y uno de los mejores poetas y novelistas vivos en nuestro idioma, Álvaro Mutis. Muchas cosas se contaban, se siguen contando, de Mutis y sus estancias carcelarias. El escribió todo un diario carcelario de Lecumberri. Hace años publicado en Siruela.

Todavía me hace gracia como contaba su sensación molesta cuando conoció al asesino de Trotski, Ramón Mercader: Decía en su peculiar español mexicano que al dar la mano del asesino "se le enchinó el cuero". También a mí se me enchinó al ver a algunos curiosos asesinos de aquellas cárceles mexicanas. Poniatowska también recuerda muy bien sus visitas con Buñuel para visitar a Mutis. Aunque Poniatowska cree que a Buñuel lo que mes la hacía visitar la cárcel era la calidad de sus chuscos de pan. El genio aragonés siempre buscando los sabores perdidos. Su particular manera proustiana de recuperar la infancia.

Poniatowska, una mujer muy libre que supo mucho de cárceles.

Leer más
profile avatar
8 de febrero de 2011
Blogs de autor

Una joven sin nombre

 

Es verdad, Paris no se acaba nunca. Y cada año seguimos pensando que siempre nos quedará Paris. La ciudad a la que desde muy jóvenes tuvimos que escaparnos para tantas cosas. La primera vez, o la segunda no lo tengo tan claro, estaba en los cines una película mítica. Una película prohibida en aquella insoportable España de censuras y mentiras. En París, además de canutos fumados en la tumba de Oscar Wilde,  garitos de jazz, bares de vino barato, libros robados en Masperó, sueños revolucionarios pequeño burgueses y amores en buhardillas de amigos, vimos "El último tango". Nos enamoramos fugazmente de María Schneider y deseábamos ser duros y decadentes como Marlon Brando. La verdad es que no llegamos a ser ni Jean Pierre Leaud.

La película nos tocó el corazón y el cerebro, nos conmocionó por su soledad, por su fuerza erótica y por la música de tangos tristes de Gato Barbieri. Ya admirábamos a Bertolucci, pero ahora era una de nuestras referencias mayores. Nunca Marlon Brando había estado tan seductor. Ni nunca una chica como nosotros fue tan eróticamente libre en el cine.

Acaba de morir María Schneider, nos han quitado un paisaje de nuestra juventud. No era la más guapa, ni tenía el mejor cuerpo, era complicada, cercana a los caminos peligrosos y no fue capaz de superar su papel de Jeanne, esa amante entregada a los encuentros furtivos, al amor físico y a los deseos de su amante dominador. También nosotros hemos deseado alguna relación como aquella. El encuentro de dos personas que se desconocen en todo, pero que se aman con una intensidad quizá insoportable. "No names, no names", decía el personaje de Brando, Paul a su compañera de juegos sexuales, a su fugaz amor encontrado por azar. No había que saber ni su nombre, ni su vida, ni su pensamiento o sus problemas. Solo encontrarse para amarse. Una manera de irse conociendo y desconociendo. Una forma de encontrarse y de huir.

Pocos años después, después de haber rodado en España una película de Antonioni con Jack Nicholson, "El reportero", María fue reclamada por Buñuel. Ella estaba destinada- y contratada- para ser la protagonista de la última película de Buñuel, "El oscuro objeto del deseo". Llegó a Madrid, se encontró con don Luis y al día siguiente ya estaba de regreso a París. No sabemos exactamente que pasó en ese encuentro. Se dice que era un momento en que María estaba muy enganchada a algunas drogas. Algo de ella no gustó a Buñuel. La cambió por dos actrices: Ángela Molina y Carole Bouquet, una de las soluciones más imaginativas de la historia del cine. Ahora no imaginamos la película sin ese doble reparto para el papel que solo debería haber interpretado María Schneider. Como tampoco podemos imaginar "El último tango" sin la interpretación de aquella joven que nunca superó su interpretación en aquél tango en París.

Leer más
profile avatar
4 de febrero de 2011
Close Menu