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De Goyas sin Larras

Por 14 de febrero de 2011 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

 

Hace años dejé de asistir a la gala de los Goyas. Un poco por aquello de Groucho Marx de que nunca me fío de un club en que me admitan. Y mucho más  por el aburrimiento que me producen las alegrías, emociones, llantos, amores domésticos, familiares,  profesionales o ñoños expresados desde un escenario y para mayor gloria de esa efímera fama de unos segundos de "éxito" televisado.

De la misma manera que me molestan los ganadores de felicidad en público, vestidos de incierto glamour de una noche, me sobran las tristezas, odios, cabreos y decepciones de los que creen que un premio les hace mejores de lo que son. Me agota el necesario disimulo, el aplauso falso y la general ignorancia de la tropa de asistentes. Ni han visto, ni les importa, la mayoría de las películas que se premian o ignoran. Es una de esas noches en que casi todo es de mentira. Y la mentira puede ser estéticamente hermosa y necesaria o previsible, tierna, cargante e impostada.

Yo, más allá de los aciertos y las gracias de Buenafuente, de las alegrías por ver premiar a quines se lo merecen, o del placer de ver las derrotas de algunos que tantos meritos habían demostrado para el olvido o el castigo, veo a la tribu del cine gustándose en su vanidad más desenfocada.

No soy gremial, soy académico, miembro de esa familia- son mis semejantes, no diría que mis hermanos pero casi mis primos- y me sentí muy contento con que la ganadora fuera un película como "Pá negre". Es verdad que me hubieran gustado algunos premios más para Icíar Bollaín y habría cambiado el destino de otros, pero nunca me siento cómodo con la puesta en escena. No tiene que ver con la realización, el escenario, el guión o el presentador, sino con los extras, con esa fauna variada que tiene una entrada para unas horas de ¿¿¿glamour??? a la española, autonomías históricas incluidas.

La gala de los Goya es para la televisión. Desde mi butaca pude ver a los anónimos amigos de Alex de la Iglesia en la calle y gritando libertades bajo la lluvia- nada que ver con los que daban la cara en la plaza de El Cairo- dando la máscara. Todo el año es carnaval decía el mejor de los nuestros, de los periodistas, que a unos pasos de esa plaza se pegó un tiro cansado de nosotros, de su amor y un poco de sí mismo. Mariano José de Larra, muerto por su mano antes de cumplir los treinta años, fue sin embargo uno de los autores mejor pagados de su tiempo. Nadie le burló su trabajo. Ningún enmascarado le gritó por querer cobrar de su obra. Fue un dandi ilustrado. Un culto cabreado con tantas tonterías de un pueblo dado al grito, al cabreo y a darnos lecciones desde los púlpitos, mientras con otra mano están llevándose los réditos del cepillo. Hace años que vivimos en este lugar de Internet, no necesitamos que nadie nos de la bronca descubriendo que es el presente. Ni que el Mediterráneo está dónde se bañan Berlusconi y los del caso Gurtel. Hay cosas que hasta los periodistas que no somos presidentes de nada, e incluso los documentalistas que vamos por libre, lo sabemos sin que "señor, sí, señor" nos lo tenga que recordar desde un teatro irreal en una noche de baja comedia.

Pues eso, que soy un antiguo y me voy a una sala de cine a ver la de los Cohen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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