Edmundo Paz Soldán
Un par de meses después fui invitado a un congreso de literatura y cultura pop en Santiago; Mike Wilson, uno de los escritores que lo organizaba, me contó que iba a participar Rodríguez. Ha debido ser difícil ubicarlo, dije. Para nada, respondió Mike. Así me enteré que Gabriel era chileno y vivía en Santiago; que ni siquiera conocía en persona a Joe Hill, pues recibía los guiones por email y enviaba los dibujos por el mismo método. Lo cvi en el congreso y me acerqué a él con admiración; me fui a casa con el primer tomo de Locke & Key autografiado y con formatos de guiones que me ayudarían a situar al personaje de mi novela. Me entusiasma saber que Fox está adaptando Locke & Key para la televisión y que Gabriel está tan en demanda que tiene trabajo para los próximos tres o cuatro años.
Hill es un buen hijo de Stephen King: tarda apenas seis páginas en meternos de lleno en la historia. El asesinato del padre de los tres hermanos Locke -Tyler, que lucha con sus sentimientos de culpa por la muerte del padre; Kinsey, responsable, protectora de su familia; Bode, el niño de seis años con experiencias sobrenaturales— hará que ellos abandonen California junto a su madre alcohólica y se muden a Keyhouse, la mansión de la familia, en Lovecraft, Massachussets. El primer dibujo es el de una puerta cerrada con un felpudo en el que se lee Welcome; la imagen parece inocente, pero en realidad estamos presenciando gráficamente -el título ya lo anunciaba– de qué va Locke & Key a nivel simbólico: de puertas que se abren y se cierran, de llaves convertidas en el elemento central de la mitología construida por Hill y Rodríguez.
El único error de Hill es el haber llamado Lovecraft a su ciudad ficcional (demasiado obvio). Por lo demás, sabe dosificar el ritmo de la historia, y su imaginación cinemática va llenando la trama de momentos de tensión y suspenso (Gabriel acompaña esos momentos con secuencias de páginas enteras en las que a veces no hay una sola palabra). Locke & Key ha sido planeada en seis arcos dramáticos (estamos por la mitad del cuarto): los hermanos ya saben que están luchando contra un espíritu maligno que quiere echarlos de Keyhouse, aunque todavía no saben por qué; en el transcurso de la narrativa, han ido descubriendo llaves con diferentes poderes: una permite cambiar de género, otra convertirse en gigante, otra reparar objetos… Las llaves son, literalmente, la puerta a lo fantástico (en "Juegos mentales", la llave de la cabeza permite que Bode se abra la cabeza y juegue con sus memorias y emociones; en "Corona de sombras", la llave gigante logra que Tyler se convierta en un gigante para luchar contra un ejército de sombras vivientes).
El mundo del comic no es cosa de broma, pero a veces lo parece gracias al talento de gente como Hill y Rodríguez.
(La Tercera, 14 de febrero 2011)