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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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Borbones en pelotas

 

 

Nunca hemos cortado las cabezas de los reyes. Ni de las reinas. No hemos sido un país equiparable a los más avanzados países de Europa. Así nos fue. Así nos va. Aquí a los reyes les reíamos las gracias, les hacíamos coplas, les permitíamos enriquecerse, jugar, torear, putear, someter y burlarse del pueblo. De vez en cuando un motín, una asonada, alguna protesta callejera y vuelta al redil. A veces tuvieron que ir al exilio, pero volvieron por dónde solían. En fin que somos un país monárquico a pesar de la razón, la racionalidad y el deseo de progreso. Monárquicos a nuestro pesar o monárquicos por interés, deformación o falta de decisión.

No hablo de la monarquía actual, muy alejada de esos antepasados, de aquellos Borbones de los siglos pasados. Ahora son otra cosa. Hay techo de cristal, no hay Corte, no pueden hacer de su capa un sayo y no hay cortesanos, por más que algunos sigan arrimando el ascua a esa sardina. Son más prudentes y se casan por amor. ¡Qué tiempos!

Nada que ver con sus antepasados, sobre todo con una antepasada de las que acaba de publicarse un libro definitivo. La historiadora Isabel Buriel publica en Taurus la biografía: "Isabel II". Mucho más que la historia de aquella reina "señora y esclava de la Corte". Mal casada con un caradura carca y homosexual, rodeada de amantes oportunistas, beata con furor uterino, temerosa amiga de monjas fanáticas como Sor Patrocinio, con una madre dominadora que la despreciaba- la muy negociante, mala madre, infiel, lista y perversa María Cristina- sin estudios, sin cultura, no tonta pero sí una estúpida emocional.

Isabel II, que vivió la mitad de su vida en el exilio del champán parisino, tan castiza y garbancera como un personaje de Galdós, no fue capaz de entender que éste país necesitaba liberarse de cortes y desgobiernos como los suyos. Fabuloso retrato de esta Borbón "en pelota", riguroso, documentado, incontestable y necesario para entender ese siglo y lo que vino después. Nada que ver con la muy irónica y crítica parodia que en clave de porno humorístico hicieron los hermanos Bécquer: "Los Borbones en pelota", aunque el rigor histórico no esté, finalmente, muy lejos de aquél mordaz libelo. Una joya reciente de nuestra bibliografía que alguien debería atreverse a publicar. Un libro maldito que debería ser rescatado.

Y un libro valiente, riguroso, esencial y que pone una nueva e inédita documentación sobre una época tan apasionante como catastrófica. Una radiografía del poder, de los secretos de Estado y de alcoba de nuestro siglo XIX. Mucho más entretenido que la seria por capítulos de Wikileaks. Un libro sobre esa corte de los milagros que sólo admite comparación con la recreación literaria de Valle Inclán. Un libro para saber más de nuestra triste historia. De nuestros disparates de cuando quisimos ser liberales.

 

 

 

 

 

 

 

 

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4 de diciembre de 2010
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Entre monjas y putas

 

 

Las soledades nos asemejan. Los solitarios se parecen. Son una misma patria. Son de tierra de nadie, un lugar que algunas veces hemos visitado, que otras muchas sentimos como nuestro barrio, el sitio de nuestros recreos, la calle que está a la vuelta de la esquina. Y en la esquina, en la calle, en la puta calle, se pasean las prostitutas. Otras, las más privilegiadas por estatus, que no por soledades o compañías, se esconden en lugares cubiertos, en espacios, más o menos sórdidos, que no se diferencian mucho de los conventos. "Conventillo" dicen en Argentina a lugar prostibulario.

Hace tiempo escribí sobre ellas. Sobre putas. Y también sobre esas recluidas en conventos, esas mujeres que fueron novicias o monjas tantas veces a su pesar y que .fueron uno de los mayores objetos de deseos para los buscadores de amores furtivos, complicados, prohibidos. Ahora vuelven a mi recuerdo, no por frecuentador, sino por ese vicio que no me abandona.

Estoy ante dos libros que hablan de unas y de otras. Uno son poemas de prostitutas chinas. Una antología que publica "Visor" sobre poetas que escribieron desde su condición, en sus burdeles, entre sus soledades. Hay muchas, muy desiguales, emocionantes, débiles o fuertes, solitarias o mundanas. Una del siglo XVII fue Wang Wei, vagabunda, prostituta, amiga de poetas, de pintores, casada, enviudada y monja taoísta. Una prostituta que fue reconocida poeta y escritora. Me gusta como cuenta esa insoportable ausencia del amado. ¿Alguien pensaba que las putas no se enamoraban?

Un corto poema llamado "¿Se abren ya las flores del ciruelo?"

"Al despedirnos, él me ha citado

para cuando se abran flores del ciruelo.

Anoche le eché de menos.

Me levanté y salí al patio a ver el árbol"

 

El otro libro es de un viejo conocido. Un clásico del amor y las soledades. Un maestro de la aventura y la fuga. Un "enamorado del amor"- como lo llama su traductor Mauro Armiño- que es capaz de descubrir el amor eterno en cada mujer que ama. El "nuevo libro" se llama "Mis aventuras con monjas", de Giacomo Casanova,  autor de ese clásico llamado "Historia de mi vida" que la editorial Atalanta dignificó para nuestro placer lector. Las memorias son un monumento de la vida cotidiana, culta y golfa del siglo XVIII. Y estas historias eróticas con monjas son parte de algunas de las mejores aventuras de su existencia. No había mayor deseo que el de la conquista de una de esas mujeres- "esposas de Cristo"- que tantas veces a su pesar tenía que penar y perder su juventud en conventos no deseados.

El burlador de Venecia supo que sus grandes y más complicadas conquistas, sus grandes "premios" como seductor estaban en los conventos. Toda una lección del maestro de seductores. Teoría y prácticas del amor. De un amor que fue muchas veces verdadero. Sin dejar de ser hábil cazados, estratega y paciente. Las imprudencias terminan con el amor.

"El amor sólo se vuelve imprudente cuando está impaciente por gozar; pero cuando se trata de conseguir que torne una felicidad a la que funestas circunstancias han puesto trabas, el amor ve y prevé lo que puede percibir la más sutil perspicacia".

Escribo, y leo, al lado de la Plaza de Tirso de Molina. Le recuerdo, fue ese fraile que supo de la vida y sus pasiones. De conventos y libertinos. Escribió esa historia de un Don Juan que llamó "El burlador de Sevilla". Hoy sigue en su plaza. Esa que se llamó Plaza del Progreso. Hoy es Tirso y sus circunstancias.

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28 de noviembre de 2010
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Moravia en el bolsillo

 

Moravia, el amor y el tedio.

 

Nos llegó en la juventud y por el cine, como tantas cosas. Después leímos algunas de sus novelas, ensayos, pensamientos o críticas. Siempre nos interesó Alberto Moravia, un escritor de la posguerra europea, del existencialismo, aunque antes que Sartre, que Camus, él ya hubiera escrito sobre el vacío existencial, sobre la desgana de hacer en "Los indiferentes". Ahora llega lo esencial de su obra en ediciones "Debolsillo", con nuevas traducciones y con prólogos de Ana María Moix, y es cómo si nos llegara de un golpe todo un mundo que no llegamos a conocer pero que tanto tuvo que ver con nuestras emociones, reflexiones y angustias juveniles. Nosotros también éramos esos hombres- tan adolescentes, tan inocentes- que se encontraban atrapados entre brumas existenciales.

El tedio de vivir, el fracaso, el desencanto, la indiferencia, el amor y el desprecio fueron  compañeros nuestros antes de los que correspondía. Un poco después nos dimos cuenta que la vida iba en serio y que lo mejor era no pararnos en melancolías tan estériles, en derrotas tan literarias. Y abandonamos a Moravia, al cine existencialista y a toda esa estética del desamor. Teníamos que divertirnos, amar, jugar y fugarnos. Pasó el tiempo y reconocimos el tedio de Moravia y el propio. Había que bandear con esos compañeros de viajes no deseados. Una cosa eran Moravia, sus novelas, las películas de sus obras y otras la realidad. Ni Moravia se parecía a los personajes de Moravia, y nosotros no estábamos para levantarnos como sus personajes, ni como aquellos que decían "bonjour tristesse".

Con el tiempo conocí a Moravia, me concedía una entrevista en su casa romana y allí fuimos. En compañía del fotógrafo Jordi Socías y, ¡ay! de la amiga y actriz Assumpta Serna, que estaba representando una obra teatral de Moravia en París. El vigoroso autor estaba en los ochenta años, recién casado con una española a la que doblaba la edad y nos recibió en su casa de las orillas de Tíber, sólo, sin mujer, ni servicio, ni animales domésticos. No le hacía gracia posar, no le gustaba contestar preguntas, lo que de verdad le gustaba era ver, tocar, piropear y no se si pellizcar a Assumpta. Fue una buena lección. Había que intentar contar el espíritu humano como Moravia pero no había que confundirse, ni confundirlo, con sus personajes. Era un joven anciano, vital, con ganas de sentir mujeres jóvenes a su lado y dejar el tedio para la literatura. Un genio.

Hacia mucho tiempo que no volvía a sus lecturas. Lo hago ahora, de otra manera. Y lo deberían hacer los que quisieran conocer la miseria moral de un tiempo de Europa, de Italia, de un tiempo que en tantas cosas, y no en las mejores, se parece a éste injusto y tedioso que también nos toca vivir.

Habrá que salvarse por los amores. Por los deseos. O por las ensoñaciones. Todo menos creer que el mundo es divertido como una fiesta de Berlusconi. El mundo es más cómo Moravia lo contó, pero se puede burlar la realidad, sin hacernos mezquinos, crueles o despreciables. Ni tampoco horteras.

 

P.D.:Me acabo de enterar que Ana María Matute es Premio Cervantes. Lo sabía. Me alegro. Aunque mi candidato era otro. La Matute, su tiempo, su escritura, también son cercanos y deudores de el tiempo y la obra de Moravia

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24 de noviembre de 2010
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Beber,amar, desobedecer

 

 

No me gustan las masas que siguen al Papa, ni las que rezan dando vueltas a una piedra, ni las que no ven el sufrimiento rezando cara a un  muro, ni las que llenan los estadios con sus banderas. No me gustan las masas que obedecen, gritan o callan. Me gustan los desobedientes políticos y religiosos. Los que hacen burla y escarnio de las leyes que prohíben el gozo de los hombres. Como no tengo fe no puedo blasfemar. Pero me gustaría blasfemar, insultar como insultaba mi querido capitán Haddock, nunca seré capaz. Todavía hay clases.

Hoy leo que la República Islámica de Pakistán condena a una católica pakistaní a la horca por  "blasfemia". La blasfemia era no querer seguir las restricciones del Islam, preferir las restricciones de los católicos. Pobre. Va de Málaga a Malagón. Aunque los católicos- si no llegan los integristas del "tea party" u otros legionarios- ya no queman por blasfemar.

Cerca de Pakistán, en una región de Juzestán, en el Irán actual, nació el más libre, desvergonzado, obsceno, gozador, borrachín, bisexual y provocador de los poetas nacidos en el Islam, Abu Nuwás. Su llamada a la desobediencia, su prédica de los amores libres, su amor al vino y los cuerpos jóvenes lo han hecho el más famoso de los poetas árabes. Su obra, mal vista y perseguida por los integrismos, ha traspasado los siglos. Sigue siendo uno de los más queridos, reconocidos y recitados poetas árabes. También de los más tergiversados. En español acaba de salir una excelente antología de sus poemas de amor al vino y la vida libertina: "Cantar el vino", en edición bilingüe de la editorial Cátedra. Es un placer para conseguir desenmascarar a los hipócritas y sus acólitos.

Abu Nuwás, en el siglo octavo, ya proclamaba su amor a "las vírgenes de vino y de carne y hueso" Presumía de derrochar su riqueza. Y estaba orgulloso de disipar su religión: huyendo de lo que es lícito y gozando de la prohibición. Todo un ejemplo moral para los inmoralistas que pretender asesinar a una mujer por tener un amante o por ser de otra religión.

Un poema de Nuwás:

 

"Se esquivo y avariento ya los aduares no hables:

sus ruinas, el saludo, no te han de devolver.

Maldice al cuervo de mal agüero de la separación.

Siéntate junto al narciso, deja atrás las espinas,

túmbate al lado del mirto, olvídate de las zarzas,

y por la mañana empieza a beber buen vino.

¡Que ninguna prohibición te lo impida!

Quien combate los placeres que el vino acompaña

Vive una extenuante vida de aflicción"

 

Yo quiero árabes así. Y el resto, también. Intentaré gozar como un enamorado del mejor vino. Y lejos del menoscabador.

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18 de noviembre de 2010
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Loco de una sola pierna

 

 

"Es una vergüenza que vivamos todos los días" Y se murió. El, precisamente él que no parecía muy destinado a ese lugar común. Recibí la noticia estúpida en Soria, tan poética, tan hermosa y accesible, tan de recorrer en bicicleta: "Si viniera la muerte como una bicicleta sola!". Cosas así, aerolitos poéticos, poemas tan libres como él son obra y gracia de Carlos Edmundo de Ory, esos secretos de adultos que nos contaba en forma de poemas y que ya no jugará más. Será que se había cansado de mañana o de ser ese animal que miraba las estrellas. Me jode mucho su muerte, me ha dejado colgado con el documental que nunca hice, que siempre aplacé, que nunca haré. Y cómo castigo: ya no volveré a oír  sirenas por la noche.

Lo recordaré jugando con las palabras, con las ciudades, con la vida y sus pájaros en nuestras cabezas. "Los recuerdos son la salud de la enfermedad de vivir". Nuestra querida enfermedad. No estaré con él en Amiens, ni en Cádiz, ni Málaga, ni en casa del amigo José Ramón Ripoll, ni en ningún lugar. Pero lo recordaré, lo recordaremos todos, Fernando Polavieja y Luis Eduardo Aute destacados. Y Aute lo cantará el lunes en Madrid, y lo cantaremos todos. Lo haremos música para comer con las orejas. Y Carlos Edmundo escuchará las risas, los cantos y los llantos de la secta. De esa secta de ángeles antediluvianos, de esos humanos que nunca seremos héroes. Y beberemos a su salud. ¡Que buena excusa para volver al vino!

Se fue Carlos Edmundo, nosotros seguimos, seguiremos, buscando sueños. Y también preguntándonos porqué "la física nuclear no nos sirve para comprender por qué lloramos por amor". Y volveré al gozo de tirarme sobre algún poema del poeta que sabía de la risa y de algunos llantos.

 

"Lo mismo soy sublime que grosero

dramaturgo del llanto y de la risa

detrás de mi alma va mi cuerpo: un cero

Soy rico: valgo un baile y una misa.

Soy un vivo muriendo a cuerpo entero

corro despacio y es lenta mi prisa

Tengo un cero  en mi ser y soy sincero

Mi uniforme de humano es mi camisa"

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12 de noviembre de 2010
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Erostismo, amor y mariposas

 

El amor es una cosa rara. Casi siempre es literatura. Algunas veces es enfermedad. Y siempre es difícil de definir. He llegado a Tudela en tren, soy jurado del Festival de Cine "Opera prima", una feliz idea del imprescindible en nuestros cariños y nuestras cercanías aragonesas, Luis Alegre. Casi todas las películas hablan de amor y desamor. Hay una que me gusta mucho que cuenta una historia de amor que no se atreve a decir su nombre. Mañana veremos si he conseguido coincidir con el jurado y premiamos esa valentía de un amor heterodoxo en la pantalla. ¿Hay verdaderos amores que no sean heterodoxos, arrebatadores, cautivadores de nuestros sentidos? Creo que no, el que lo probó lo sabe.

De todo eso, del amor, las mariposas y el erotismo, se ha  llenado mi viaje en tren. Me molesta que hablen en el móvil, me molesta escuchar sin querer conversaciones ajenas, pero no he podido evitar quedarme ensoñando con un hermoso lugar común que por teléfono contaba mi accidental compañera de asiento. Hablaba de su amor con una amiga. Se apasionaba contando su deseo de estar todo el rato con el amado. Sus nervios, sus deseos, su felicidad y su estar ajena a todo lo que no fuera su deseo de amor. Y se explicó con una frase que me hizo detener mi lectura: "Es que tengo todo el rato mariposas en el estómago". Me encantó. Recordé lo que eso quería decir. Me hizo caer en la nostalgia: esa puta burladora de nuestros sentimientos.

Volvía a la lectura. A uno de los libros más cargados de erotismo de la literatura oriental. Una rara joya que han rescatado los queridos editores de Atalanta. Se llama "El erudito de las carcajadas", de Jin Ping Mei, un libro casi secreto, maldito, de los siglos XVI y XVII. Una rareza en su forma, en su contenido y en sus maneras de acercarse al amor por el sexo y la sátira. Un vuelo que nos hace olvidarnos un poco de la envidia de esos/esas que tienen mariposas en el estómago.

Un libro que también tiene mariposas:

"....Atractiva alborota las abejas, abre la corola del durazno;

 seductora aturde a las mariposas, con su fresco talle de sauce.

Consigue que los corazones sean presa de su encanto;

nunca aprendió del burdel a ofrecer sentimientos fugaces"

 

Ay!, no sé... no será fácil ahora salir por las calles de Tudela, cantar el "Vino que tiene Asunción", o algo así. Y terminar en un burdel buscando mariposas. Mejor seguiré con la lectura. Los sueños son muy libres.

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5 de noviembre de 2010
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Los años dorados

 

 

Regreso de Tánger con la sensación de que allí podría pasar plácidamente el tiempo sin tener nada que hacer. Sin tener nada que me haga madrugar, nada que me cree obligaciones que no fueran para los sentidos. Estuvimos invitados por el Instituto Cervantes y el Instituto del Libro de Málaga, lo que quiere decir por los impulsos de Cecilia F. Suzón y Alfredo Taján. Tangerina y malagueño, unidos por la pasión de esa ciudad que se reinventa, que se gusta sobre todo en el recuerdo de la que un día fue internacional, abierta, permisiva, pecadora, noctámbula y de dulces amaneceres.

Tánger fue la "Casablanca" del café de Rick, de los amores perdidos, de los negocios, los negociantes, los huidos, los tapados y los pícaros. Ya no es aquella. Ya no es la que conoció el querido Pepe Carletón, el más moderno de los tangerinos de ayer y de hoy, amigo de los Bowles- sobre todo de Jane- , el único español que en compañía de Emilio Sanz de Soto tenían lugar preferente en aquella ciudad de mezcla de ricos excéntricos, artistas homosexuales, incluso artistas heterosexuales. Tánger no discriminaba.

He vuelto a esa ciudad que un día llamé en un documental, "esa vieja dama". Vieja pero vital y capaz de soportar que la vida se reconozca en sus dulces pasiones. La excusa era recordar a Paul Bowles y los años dorados. Hay una exposición y un catálogo que dan constancia de su elegancia. Hay otra Tánger, pero pervive la memoria de aquella. Ahora, al lado de los palacetes, la vida de las legaciones extranjeras, el recuerdo de la ciudad abierta e internacional, está el mundo árabe que crece, prohíbe y limita. El que cumple con sus rezos, obedece su religión y acata sus restricciones. Es otra opción. No es la mía. Tampoco la de muchos tangerinos que quieren ser occidente. Que quieren sus tradiciones pero que prefieren quitarse los velos y divertirse sin amenazas ni castigos.

Hay una vida subterránea. El espíritu del tiempo de los Bowles no está vencido. El mundo feliz y relajado que estos privilegiados habitantes de aquél islote pudieron disfrutar.

No siempre estuvieron de fiesta. Y, sin duda, Paul Bowles estuvo bien abierto a todo lo que pasaba en su mundo Y en el mundo español desde que llegó, por recomendación de Gertrud Stein, a Tánger. Antes hizo un recorrido por España, conoció la singular alegría de un tiempo que le pareció el mejor de los nuestros cuando cincuenta años después escribió sobre su primera visita. A nosotros, que tampoco conocimos aquellos años, también nos parecen los más amables de nuestra historia. Así lo cuenta Bowles en sus "memorias de un nómada":

"El comienzo de la primavera de 1932 en España fue una época de alegría colectiva a gran escala. En todos los pueblos reinaba el regocijo; la gente cantaba y bailaba en todas las plazuelas. El aire rezumaba alegría y las calles estaban llenas de adornos de palmas y flores. Pequeños carteles anunciaban en las mesas de los cafés que no se admitían propinas. Esto sin duda estaba directamente relacionado con la euforia general. Apelaba  al inflexible sentido del honor del hombre corriente, lo que nosotros llamamos "orgullo español". España estaba viva entonces; no ha vuelto ha estarlo"

Como he dicho escribió este párrafo en 1972, Franco estaba vivo y el país todavía estaba lleno de carencias formales. Mejoró, fue distinto pero nunca con ese espíritu de verbena que recuerda Bowles. Una descripción que siempre me ha parecido que debía corresponder al primer aniversario de la República, al 14 de Abril de 1932.

Uno puede seguir soñando con ciudades mejores, con tiempos más amables.

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1 de noviembre de 2010
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Viaje en autobús

 

 

 

Sigo mi compartida vuelta a España. Ahora en autobús. Nada que ver con aquellos viajes en autobuses de los tiempos de Josep Pla. Ahora viajamos en un autobús de lujo. Juntos pero no revueltos. Cada uno con su sueño, su lectura y sus cascos. No estamos en los tiempos de charlar en los autobuses, de hacer paradas en los pueblos o de escuchar furtivamente las confesiones de los del asiento trasero. Ni hay autobuses de aquellos, ni hay  solitarios excéntricos a la manera de Pla, ni escritores con sus metáforas, sus adjetivos. Ni siquiera con sus cigarrillos. Ya no se nos ocurre fumar ni con la imaginación.

La primera parada fue Valladolid. Tomada por el cine y por las torpes palabras de un alcalde que se está mereciendo una retirada de la vida pública. Una vuelta al bachiller y a otras educaciones laicas. Por ejemplo podría leer a Delibes, siempre es un bien literario y humano. Un escritor que nos abre el mundo y el idioma. Fue un placer estar un rato con su hijo Germán. El más cazador. Un historiador sin chalecos ni pedanterías.

De Lugo me queda la pasión vital y verbal de Manuel Rivas. Los recuerdos de alguno de sus escritores y la foto nocturna, con sed aplacada por el agua de Escocia, y foto en la estatua de Anxel Fole. Y del viaje por Galicia las historias noveladas por Rivas en su más negra obra, en su inmersión en el mundo del tráfico y el control de sitios y gentes. Se llama "Todo es silencio" y habla de esa mercancía que cambió los usos, costumbres y destino de algunos gallegos. De esa droga que llegaba por el mar, como siempre llegaron los santos a esas gallegas costas de vidas y muertes. También recuerdo las risas y las músicas de los admirados de "Siniestro total" y su líder Julián, siempre lúcido entre el country, el western y el rock más irónico.

En Gijón, después de una fabada que estuvo a punto de hacerme del Partido Reformista- un tributo particular a mi admirado Julio Camba- me encontré con una de las más hermosas luces que recuerdo en esa ciudad de clásicos y modernos, como el añorado Juan Cueto. Después pienso que la luz es un particular homenaje a esa novela tan original, tan luminosa y tan poco complaciente, "La luz es más antigua que el amor", lo último de Ricardo Menéndez Salmón. "Un hombre es lo que ha visto", se dice en esa novela que nos lleva a los rincones oscuros de un pintor tan fascinante, tan misterioso y poderoso como Mark Rothko. Hay otras vidas, otras épocas, otros pintores en esta novela que me acompañó en verano y renace con la luz de Gijón.

En Bilbao abandono el autobús. Mi cabeza ya está llena de pájaros y de músicas cantadas por Sting en compañía de una espléndida orquesta sinfónica londinense. Hay una rareza- una excentricidad, como en Pla pero de otro estilo- en los músicos. Sobre todos en los que se enfrentan a los clásicos. Sting, después de treinta años, me pareció un clásico. Me hizo volver a los ochenta. Regresar a esos años en los que todo estaba por decidir. Después la vida y los viajes decidieron no seguir ninguna de las rutas que imaginamos. Seguimos en el camino.

Mañana en Tánger. Otro mundo. Otro viaje.

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28 de octubre de 2010
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Un viaje español

 

 

Primera semana cruzando España en trenes, aviones, autobuses y en compañía de otros. Una semana para volver a lugares que otras veces conocí. Cada viaje es distinto. Cada lugar diferente en la siguiente visita. He visto otros Reus, Elche, Toledo, Córdoba o Almendralejo, aunque bien poco se puede ver en unas horas de estancia con una misión, y demasiados compromisos. Viajo en compañía lo que no impide que me pierda entre mis soledades o mis compañías.

Comenzamos en Reus, un domingo de Octubre y con moscas. ¡Cómo no recordar a Gabriel Ferrater que tantas cosas nos enseñó antes de que decidiera quitarse de esta vida, borrarse del derecho a ser feliz. Ferrater, el de Reus, el amigo de otro que tanto nos gustan. Ferrater el amante de las mujeres, del amor y de algunas soledades. El que nos invitó a ser independientes. El que señaló el camino radical de ser esa cosa tan rara: ser decentes: " ser decente...es ser solitario/ lejos del strip-tease fraternarios"

En Reus, aburrida y simuladora de su agonía, en la noche de Octubre buscamos la casa dónde nació el padre. La encontramos y seguimos buscando un lugar para beber un agua de escocia. En fraterna compañía de un amigo músico, Javier Limón. Admirado genio que con su melena, su gorro y sus desenfadadas y caras ropas, confundió a dos salvajes rapados y cobardes que le gritaron: "Rapero de mierda, ¡fuera de aquí!".Ese lugar era un triste bingo de ciudad que madruga. Un lugar para salir corriendo si no se quiere bucear en la soledad en compañía. Los matones se acobardaron, nosotros seguimos nuestra noche solitaria. Sin una mujer a la que mirar desde algún lado de la barra.

Y recordamos a la mujer. A todas las mujeres. A Eva: "neutro puro./ Un fácil ser matinal:/ dos muslos, una entrepierna, dos piececitos que pisas prados". Y así nos dormimos con una suerte de felicidad soñada entre muslos y otras ficciones.

Al cabo de unos días despertamos en Almendralejo. El lugar dónde nació el mejor de nuestros románticos, José de Espronceda. Vida ejemplar, rebelde, enamorada, sufridora y buscadora de libertad. Ese joven que supo vivir soñando y existir dormido. Nunca olvidado Espronceda gracias a su canto libertario. Ese que cantó al diablo mundo. De corta e intensa vida llena de aventuras, de desventuras, de amores y traiciones. Ese invitador a no perder el tiempo alegre, ese que tantas veces hemos perdido, que seguimos perdiendo. Seguiremos con el viaje, seguiremos con las dudas.

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23 de octubre de 2010
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Gatos y Premio Planeta

 

 

Soy alérgico a los gatos. Me gustan pero no los puedo soportar. Aunque sean gatos de mi ciudad. Ni gatos madrileños, ni otro casticismo a la gatomaquia. De casticismos solo mantengo soporto el de algunos fragmentos de zarzuelas, el del cocido y el de los callos a la madrileña.

Pero con los gatos no puedo. Ni me gusta el amable apodo de "gato" por madrileño, ni sus representaciones, artístico/kitsch, como simpáticos habitantes estéticos de los tejados. Ni siquiera soporto los gatos de Roma, sin duda los que mejor se mueven entre las ruinas. Y a pesar de toda esa soflama antigatuna me gusta el título de la novela ganadora del Premio Planeta de este año. Me gusta porque sí, porque suena muy eficaz para retratar ese tiempo y esa ciudad. Me gusta por ser de Eduardo Mendoza, ese escritor de Barcelona tan de otra parte, tan de muchas ciudades, tan urbano y tan sagaz en su mirada entre el humor y la diversión inteligente. No sé si su sajona distancia, su irónica suavidad, su maneras contenidas, educadas y sutiles, me serían muy soportables tratadas de cerca, pero cómo lector, madrileño, amante de una Barcelona que apenas existe y preocupado por éste país, sus guerras, sus preguerras y sus posguerras estoy muy interesado y expectante ante su novela que le hizo ganar el Planeta.

Otra noche más de ese premio tan importante, tan controvertido y tan necesario para nuestro tinglado literario y su mercado. Los hay excelentes, buenos, regulares e infames. Como nosotros mismos en estos últimos casi sesenta años. Otra vez una sorpresa- aunque anunciada y conocida unas horas antes- pero también una alegría. Dos condiciones que no siempre viajan juntas en premios como éste.

Me alegré que uno de los mejores escritores de la Barcelona mítica, real, irreal y no tan lejana, haya decidido novelar sobre un Madrid cargado de excesos, pasiones, peleas, intereses y canalladas de antaño. Tan reconocibles, tan sin época, ni lugar, ni condición. Me gustan las buenas  novelas, y punto. Pero me interesan a priori las que hablan de fascistas, de comunistas o de otros ístas- ultraístas incluidos-  aunque sea bien. Incluso si hablan mal. No eran aquellos tiempo para tibios, aunque tantos hubiera, aunque tantos siga habiendo. Y no me gustan las novelas que se escriben desde la tibieza, desde la corrección, la neutralidad o la lección de historia democrática. La literatura no tiende porqué ser ni democrática ni todo lo contrario. ¿Qué será lo contrario de democrático?

Desde Elx, también llamada Elche, desde su clima más apacible que misterioso, desde el recuerdo borrado de esta ciudad en otros años, con otras compañías, brindaré por el suave, pulcro, listo e irónico Eduardo Mendoza, que nada tiene que ver con Elche que so sepa. En Elche, y con esta noche de otoño tan dulce, estoy dispuesto a brindis varios. Hace un rato ya hice un brindis al sol. Y fuese.

 

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18 de octubre de 2010
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