Javier Rioyo
El amor es una cosa rara. Casi siempre es literatura. Algunas veces es enfermedad. Y siempre es difícil de definir. He llegado a Tudela en tren, soy jurado del Festival de Cine "Opera prima", una feliz idea del imprescindible en nuestros cariños y nuestras cercanías aragonesas, Luis Alegre. Casi todas las películas hablan de amor y desamor. Hay una que me gusta mucho que cuenta una historia de amor que no se atreve a decir su nombre. Mañana veremos si he conseguido coincidir con el jurado y premiamos esa valentía de un amor heterodoxo en la pantalla. ¿Hay verdaderos amores que no sean heterodoxos, arrebatadores, cautivadores de nuestros sentidos? Creo que no, el que lo probó lo sabe.
De todo eso, del amor, las mariposas y el erotismo, se ha llenado mi viaje en tren. Me molesta que hablen en el móvil, me molesta escuchar sin querer conversaciones ajenas, pero no he podido evitar quedarme ensoñando con un hermoso lugar común que por teléfono contaba mi accidental compañera de asiento. Hablaba de su amor con una amiga. Se apasionaba contando su deseo de estar todo el rato con el amado. Sus nervios, sus deseos, su felicidad y su estar ajena a todo lo que no fuera su deseo de amor. Y se explicó con una frase que me hizo detener mi lectura: "Es que tengo todo el rato mariposas en el estómago". Me encantó. Recordé lo que eso quería decir. Me hizo caer en la nostalgia: esa puta burladora de nuestros sentimientos.
Volvía a la lectura. A uno de los libros más cargados de erotismo de la literatura oriental. Una rara joya que han rescatado los queridos editores de Atalanta. Se llama "El erudito de las carcajadas", de Jin Ping Mei, un libro casi secreto, maldito, de los siglos XVI y XVII. Una rareza en su forma, en su contenido y en sus maneras de acercarse al amor por el sexo y la sátira. Un vuelo que nos hace olvidarnos un poco de la envidia de esos/esas que tienen mariposas en el estómago.
Un libro que también tiene mariposas:
"….Atractiva alborota las abejas, abre la corola del durazno;
seductora aturde a las mariposas, con su fresco talle de sauce.
Consigue que los corazones sean presa de su encanto;
nunca aprendió del burdel a ofrecer sentimientos fugaces"
Ay!, no sé… no será fácil ahora salir por las calles de Tudela, cantar el "Vino que tiene Asunción", o algo así. Y terminar en un burdel buscando mariposas. Mejor seguiré con la lectura. Los sueños son muy libres.