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Vértigo y cristalización

Por 15 de abril de 2008 Sin comentarios

Rafael Argullol

Rafael Argullol: La tendencia
general que siempre he notado es que cuando llego a Latinoamérica, tengo, por un lado, la sensación de que los sentidos tienen que trabajar más; los sentidos se enfrentan a contrastes sensitivos más agudos, que el lenguaje es más rico en matices, que es lo que antes llamaba una imaginación nómada.

Delfín Agudelo: Desde mi conciencia e identidad latinoamericana, veo que esa realidad en constante creación se desarrolla con elementos artísticos y puramente imaginativos. Me refiero al origen: el primer texto escrito en América es El diario de a bordo de Colón, en el cual Colón está a la espera de encontrarse con Cíclopes o Circes, atento a que no le suceda lo que a Odiseo. Es el primer texto. A partir de entonces, me parece que es difícil hablar de identidad latinoamericana porque es algo que está en constante movimiento, en constante diálogo con lo artístico. Luego llegaron las Elegías de varones ilustres y otros textos que configuraron la "realidad" americana, pero eso es otra cosa, otro género. En esa medida, considero que la cultura latinoamericana es una cultura que desde su fundación misma tiene más elementos imaginarios que la europea, porque en su construcción misma ya había un elemento imaginativo o artístico a partir de un sujeto de razón.

Rafael Argullol: La cultura europea, hasta estos últimos decenios, es una cultura muy sedimentada: a lo largo de siglos se ha ido sedimentando y finalmente cristalizó a través de unas coordenadas bastante fijas, que pasaban por Londres, París, Alemania, con dos extremos, uno en Rusia y otro en España. Una antigüedad que era Roma y otra que era Atenas. Ahí tenías un poco la cristalización de la cultura, algo que con las migraciones que se están produciendo falta ver cómo va a cambiar. Yo creo que cambiará profundamente, porque en estos momentos en las metrópolis europeas se está produciendo una confluencia de imaginarios que durante siglos no han tenido. Estas migraciones, a lo largo del siglo XXI, originarán inmensos cambios en el terreno artístico y literario. Esta sedimentación, que llamamos cultura o literatura americana quizás estaba presente antes de la llegada de los europeos, pero es una literatura que prácticamente desapareció. Y lo que nosotros conocemos por arte y literatura americanas, tanto en el norte como en el sur, es fruto desde el principio de una dinámica, de un movimiento frecuentemente vertiginoso. No hay sedimentación. A cada capa que llega se le añade otra; a cada generación, una más con más imaginarios. Y cada uno de ellos va cambiando los referentes anteriores. Ese cambio continuo es lo que favorece la presencia de una mitología vastísima, porque en la medida en que vas cambiando los referentes, la seguridad de la realidad es muy relativa.
En la realidad sedimentada y cristalizada de la vieja Europa, desde la edad media hasta el siglo XX, uno tiene una cierta seguridad, para bien o para mal, de lo que está al lado. Pero en el dinamismo vertiginoso de la realidad latinoamericana, en el que cada generación va cambiando sus capas de imaginarios siempre tienes una idea bastante relativa de cómo es cada cosa, lo cual favorece no la creencia de monstruos, sino la presencia de monstruos. Como sabemos muy bien, no sólo se ha manifestado en el terreno literario y artístico, sino también en el político: hBogotá en www.flickr.com/cabernicolaa habido una continua monstruización de la política en Latinoamérica, porque en definitiva no hay una realidad estable, es completamente móvil y volátil, y en ese sentido es lo que te decía de las generaciones: tengo la aburrida constancia de cuatro o cinco generaciones de barceloneses. En general el americano tiene la certidumbre de una mezcla constante de linajes de las mitologías de estos linajes, de los sueños, las pesadillas, las historias macabras, los suicidios, los prodigios, que cada uno va aportando. Y ahí se van creando centauros continuamente. Lo híbrido es una creación continua.
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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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