Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Amar

Entre los dones que también procura la edad, al lado de los menoscabos, uno algo insólito consiste en el nuevo interés por atender a los demás en lugar de enviscarse obsesivamente en las repetidas cuestiones propias. Uno mismo llega a ser ya demasiado lo mismo, mientras los numerosos argumentos de los seres queridos de alrededor se revelan como versiones tan cercanas como diferentes del repertorio humano. Sin este don que ayuda a poner atención en los problemas del prójimo se perdería una larga experiencia de historias y meditaciones, visiones del mundo y prejuicios sobre las cosas que, en conjunto, componen un amenísimo programa para la tercera edad. Ni se trata ya de caridad ni de curiosidad tan sólo. Se obtiene un placer sabroso y fácil a partir de la felicidad del otro y crece un buen confort para la vida personal del confort que conseguimos en los demás prestándoles oído. Los otros son un profundo patrimonio. Sin ellos nos arruinamos en nuestras crecientes ruinas. Continuar, tras una edad, cultivando el yo resulta feo pero además nocivo. El narcisismo, como fumar o beber mucho, son inconsecuentes después de la juventud con la voluntad de vivir en armonía con el cuerpo y el mundo.

Y la armonía significa mucho más que un orden. Nada se hace más valioso en una edad avanzada que sentirse a bien consigo y contigo. Toda lámina de serenidad conquistada en este tiempo equivale a un gozoso recostamiento con la naturaleza a la que combatimos, colonizamos, excluimos o cabalgamos en otras épocas. Ser como la naturaleza, ni más ni menos, consiste en hallarse entretejido, no ser nada como individuo ni como proyecto aislado. Interesarse por los demás no significa otra cosa que adentrarse en otros espacios humanos por los senderos más naturales y así culmina el círculo de este don amoroso. Somos más felices aproximando nuestro curso al curso de los otros e induciendo también a que ellos asuman una actitud similar y, en el aumento total de las interconexiones, el texto humano nos lea y nos eternice.

Leer más
profile avatar
23 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Alta fidelidad, baja definición

"Es más fácil mimeografiar el pasado que imprimir el futuro", sentencia la canción de Zeca Baleiro. Ahora bien, ¿quién ha puesto una mano en un mimeógrafo? ¿Quién siquiera los vio, o sabe cómo eran? Antiguamente, el pasado remoto tenía que ver con siglos o milenios; hoy nos cuesta trabajo imaginar cómo era el universo cuando fuimos niños. ¿Quién concibe del todo un mundo monaural? ¿Uno sin internet, ni celulares, ni mp3, ni cds, ni fax, ni videojuegos, ni aparatos de control remoto? Cada vez que asistimos a la proyección de imágenes de los años ochenta, éstas ya lucen lo bastante borrosas para ubicarlas junto a las películas en blanco y negro, que a su vez son vecinas del cine mudo, amontonadas todas en el tiradero de lo que casi nadie quiere ya mirar. Diría incluso que una máquina reproductora de laserdisc parece de algún modo más antigua que un tocadiscos, pues amén de vetusta se ve descontinuada y eso ya es demasiado.

     Hace unos días supe que un antiguo compañero de escuela resolvió, allá por los ochenta, que todo ese blin-blin del compact disc era una estafa planetaria con la que no pensaba colaborar. Desde entonces, el tipo atesora sus long plays, convencido de que aquella es una tecnología superior, cuidando de que sus mágicos surcos no sufran menoscabos apreciables y gozando del hiss cual si fuese un resuello de Marilyn Chambers; tras un cuarto de siglo de pureza inviolable, hoy cantará victoria nada más enterarse de que el mp3 se halla en trance de sepultar al cd, y hasta habrá hecho la cuenta del dineral que ha terminado por ahorrarse. En cuanto me contaron de tan obsceno affaire con la obsolescencia, ya no pude evitar imaginar a aquel sujeto en rigurosa baja resolución, acaso con fantasma y la piel invadida de tonos rojizos. Asimismo supongo que todo ese negocio del video digital y la alta definición le parecerá nada más que un chanchullo intolerable frente a la refulgencia de su Betamax; verá quizás la vida como una suspirante invitación al rewind.

     La apariencia del mundo puede ser similar a la de hace veinte años, no así los aparatos que la registran. Tampoco las costumbres comodinas de sus dueños, entre los cuales pocos ya recuerdan en qué se entretenían mientras se regresaba la cinta. Tengo, eso sí, aún impresa en el coco la imagen de mi padre manipulando los botones traseros de la televisión con el celo de un cirujano cardiovascular, o la mía soportando un programa infumable por la pura pereza de levantarme a cambiar de canal. ¿Qué habría hecho luego sin el control alámbrico de la TV por cable, o sin la Betamax que llegó equipada con mi primer control de rayos infrarrojos? Quienes no contemplamos la posibilidad de pasarnos de nuevo diez horas seguidas jugando al Burger Time en el Intellivision, vemos cualquier posible retroceso como la pérdida de un órgano o un miembro. ¿Cómo a explicarle a un fanático analógico el cariño enfermizo que inspiran ciertas prótesis, y el naufragio que implica verse un día orillado a prescindir de ellas?

     Jamás es uno justo con el pasado, y al futuro tal vez lo sobrestima. Imagino a mi ex compañero de la escuela reparando una cinta de ocho tracks y echando pestes contra la tramposa modernidad de los cassettes. No vayamos tan lejos, ¿cuándo sería la última vez que empleamos la palabra diskette? ¿Hasta cuántas docenas de fotos de una Sony Mavica llegaban a caber en sus mil cuatrocientos humildes kilobytes? ¿Quién no va a carcajearse cuando de aquí a cinco años nos acordemos de una foto pixeleada? Escucho el tic-tac de un reloj analógico y me temo que cualquier día de éstos el futuro despertará obsoleto.

Leer más
profile avatar
23 de septiembre de 2008
Blogs de autor

El indigno senado

Rafael Argullol: . Durante los próximos años pueden manejarse millones de euros alrededor del tema de cómo tratar la enfermedad de la vejez.

Delfín Agudelo: Pienso en la importancia que la palabra enfermedad tiene en nuestra cultura. Una cosa es la vejez como un estado de vida; la vejez como proceso inevitable en la cual tienes ciertos elementos que te pueden ayudara a que ciertos procesos producto de la vejez sean más ágiles. Pero pienso en el viejo que nos los necesita porque su cuerpo no lo exige: vive tranquilo. Muy distinta sería su percepción si le quitan la tranquilidad de ese estado de vida, arguyendo que no es tal cosa: en realidad es una enfermedad.

R.A.: Claro, lo trastoca todo. Infirmitas quiere decir que no estás ya en tierra firme. Cuando estás en tierra firme, lo estás a los veinte u ochenta y pico de años. Pero si te dicen que eres enfermo por tener ochenta y cinco años, se desata una paradoja revolucionaria de tipo orwelliano. Recomendaría, si alguien que nos lee tiene mucha tentación de ganar dinero, crear una especie de Gran Hermano vigilante de esa enfermedad. Eso es lo que podría esperar. Y si lo miramos bien, tampoco es tan chocante; es coherente con las tendencias de estos últimos años que siempre, en cierto modo, invitan a una cierta juventud eterna, a apegarse a la cirugía estética -ahora no entro a hablar si está bien o mal, si ayuda o facilita la vida de las personas- pero es entrar directamente en una cuestión fundamental y es que la vejez, la ancianidad, podía tener esa cosa senatorial. Senador viene de senectud; en la República Romana, una de las organizaciones sociales más claras que han existido nunca -no el Imperio, sino la república que inventó el senado-el senador era quien había luchado toda la vida, y estaba un poco, como lo plantea Platón en La República, desapasionado;  por tanto podía tener una visión más generosa y grande de lo que era la sociedad. Pero eso es condenar la senectud que es un estado que hasta ahora creíamos digno del ser humano.

D.A.: El senado como una partida de enfermos irreversibles.

R.A.: Sí, el senado igual a hospital, o manicomio directamente.

Leer más
profile avatar
23 de septiembre de 2008
Blogs de autor

II. Historias de emigrantes

También sería manca o renca la narrativa anglosajona sin nombres como el del caribeño V.S. Naipaul, premio Nóbel de Literatura en 2001, nacido en Trinidad, de familia hindú, autor de un clásico infaltable como Una casa para Mr. Biswas, o sin el hindú Salman Rushdie, natural de Bombay, autor de Los niños de la medianoche, ambos hijos de las viejas colonias del imperio británico, traspasados a la metrópoli; pero a diferencia de Conrad, o de Nabokov, el inglés es su lengua original.

Hoy, la literatura de la lengua inglesa de los comienzos del siglo, es una literatura de emigrantes, en la que hay dos mundos presentes disputándose al autor. El viejo mundo de sus padres, y no pocas veces el de ellos mismos, el de allá lejos, con todo el poder de su color local, extravagante y sangriento, y el nuevo mundo de su adopción, que golpea en la experiencia narrativa con toda su novedad, y su extrañeza. Narran el choque de dos mundos, que a veces resulta en una catástrofe, y a veces en una epifanía./upload/fotos/blogs_entradas/una_msica_constante_med.jpg

Y como parte de esta dualidad, junto a nombres de latinos como el de Junot Diaz o Daniel Alarcón, aparecen otros, de escritores provenientes también de la India, como Vikram Seth (1952), nacido en Calcuta, autor de Una música constante, y Jhumpa Lahiri (1967), hija de emigrantes bengalíes a Estados Unidos, que ganó el afamado premio Pulitzer en el año 2000 con un libro de cuentos, Intérprete de emociones, algo inusitado, pues es un galardón concedido generalmente a novelas. 

Leer más
profile avatar
23 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Mi pasado (televisivo) me condena

La semana pasada fui a un acto escolar en que mis sobrinos mellizos y sus compañeros de tercer grado homenajeaban a sus abuelos. Me sorprendió que el homenaje adoptase la forma de un popurrí televisivo, con los niños recreando viejos programas; y pensé entonces que, en efecto, la generación de sus abuelos era la primera que no había construido recuerdos comunes de la forma más tradicional -a partir de los hechos de su época, de los usos y costumbres sociales, de los titulares de la Historia- sino con la ayuda de esa invención tecnológica que se aplicó desde su nacimiento a fabricar recuerdos a escala masiva: la televisión.

Ahora, además de los recuerdos personales, todos nosotros tenemos recuerdos compartidos por el hecho de haber disfrutado de los mismos programas. Gente que no se cruzó nunca ni tuvo relación alguna produce una empatía instantánea apenas encuentra coincidencia en la visión de tal o cual show: de repente, somos casi como hermanos. ‘¿Te acordás de Sábados circulares de Mancera? ¿De El club del clan? ¿De Tato Bores?' Y eso porque todavía tenemos la experiencia de una época en la que primaba la producción nacional. Aquellos que ya contamos más de cuarenta cambiaremos sin duda de repertorio no bien cruzamos la frontera: en la Argentina, yo crecí disfrutando de cómicos como Balá y Marrone y Dringue Farías y los uruguayos de Hupumorpo, de telenovelas como Rolando Rivas, taxista y de programas infantiles como el del Capitán Piluso -ah, Alberto Olmedo... Imagino que cada uno de ustedes en sus países podría recitar su propia lista sin esforzarse demasiado. Pero en el futuro las listas se harán todavía más comunes, más compartidas. Siempre habrá un programa de éxito local, pero será la excepción. Las preguntas serán las mismas aunque seamos japoneses, turcos o chilenos: ‘¿Te acordás de Lost? ¿De E.R.? ¿De Los Soprano?'

Habrá quien sienta inquietud ante esta novedad, la de millones de personas desconocidas compartiendo los mismos recuerdos. ¿Supone esto homogeneización, una pérdida en materia de idiosincracias? Yo no lo creo necesariamente, pero después de todo soy de los que tiende a ver el vaso medio lleno. /upload/fotos/blogs_entradas/el_padrino_2_med.jpgEs cierto que la televisión es vehículo de entretenimientos vacuos (ese programa imbécil que alguna vez mencioné, con participantes que deben atravesar orificios en un muro de telgopor, es un formato japonés que ya tiene sus versiones en Europa y también en USA), puro escapismo, control social en formato electrónico. Pero también es cierto que la comunidad de intereses, de imaginación y de deseos que a la literatura le llevaba siglos construir (‘¿Leíste Moby Dick? ¿Y Crimen y castigo?') y que el cine acortó a tan sólo años (‘¿Viste El Padrino?'), se arma en tan sólo una temporada cuando la televisión hace algo bien, cosa que, seamos sinceros, ocurre cada vez más seguido. Quizás en un futuro no tan lejano, el hecho de haber vibrado con las mismas historias en la India, en Bolivia y en Sudáfrica nos ayude a entendernos mejor y a compartir ya no recuerdos y sueños sino también realidades: más justicia social, menos discriminaciones, igualdad entre los sexos (todos ellos) -en suma, un mundo mejor.

Leer más
profile avatar
23 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Enrique Perea Quintanilla

/upload/fotos/blogs_entradas/enrique_perea_quintanilla_med.jpgHabía publicado en su revista Dos caras, una verdad de Chihuahua el intento de asesinato de un narcotraficante de la región. Sus hijos denunciaron su desaparición el 8 de agosto de 2006 y al día después apareció muerto con evidentes señales de tortura y dos impactos de bala en la cabeza y el tórax. El expediente del caso fue negado a los familiares. Y las autoridades dijeron simplemente que detrás del crimen estaban "dos carteles de la droga". Luego presentaron un video de dos presuntos responsables desnudos y visiblemente torturados: se trata de Leopoldo Rodríguez García y Armando Duarte Escobedo. Ambos afirman ante el interrogatorio de un hombre que no sale en el video, que los narcotraficantes Gonzalo García, uno de los dirigentes del cartel de Juárez Pedro Sánchez y un tal  "JL", les mandaron matar al periodista. Sin embargo, el portal informativo Frontenet.com, que divulgó el vídeo, afirmó que el fiscal adjunto Eduardo Gómez habría encubierto a algunos narcotraficantes y fue trasladado a otras funciones.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Sube el telón

/upload/fotos/blogs_entradas/telon_med.jpgEn Cuba abundan los chistes cuya arquitectura son frases "baja el telón" -"sube el telón" para dividir una narración en etapas distintas. Es una manera de decir que la vida es un teatro. Cada vez que "sube el telón", se destaca una realidad que ocupa todo el escenario. En el caso de América Latina, acaban de levantarse tres telones.

1. México: después de anunciar operaciones de la policía y del ejército, de pactos entre políticos, viene una noticia transparente. El estado de Michoacán está ofreciendo a sus agentes y a sus guardias de penales precios especiales y financiación ventajosa a través de un programa de hipotecas. En otras palabras, se reconoce que el problema de la violencia es en realidad el problema de la corrupción de policías comprados por la plata del hampa. Sube el telón y vemos que la guerra entre policías y narcotraficantes es en realidad una guerra entre carteles de la droga.

2. Venezuela: Human Rights Watch publica un estupendo informe sobre Una década de Chávez. Es un examen completo, exhaustivo de la gestión de los derechos políticos por el presidente de la República Bolivariana. Consecuencia de este frío análisis de un régimen: expulsión de la delegación de Human Rights Watch que se encontraba en Caracas. Sube el telón y vemos que Hugo Chávez no sabe cómo enfrentarse con un balance real de su actividad.

3. Bolivia: el presidente Evo Morales nombró a un prefecto interino para el departamento de Pando: el contraalmirante, jefe de estado mayor de la Fuerza naval Landelino Bandeiras. En otras palabras un oficial de una fuerza sonada, pues Bolivia no tiene acceso al mar, ocupa la posición de un civil. Sube el telón sobre la provincia más tensa de Bolivia y vemos que Morales impone la fuerza más abstracta, entonces absoluta, a una población en búsqueda de un equilibro en el país. (Hay que leer este artículo del diario Clarín de Argentina para entender el nivel de violencia en Bolivia: nombrar a un militar para mantener el orden es utilizar aceite para apagar un fuego.)

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Criar gallinas

Parece una broma que si mi pequeña economía se tambalea a nadie le importa, pero que un gran banco quiebre tenga que acongojarme y el que las constructoras ya no se forren como antaño y sufran alguna pérdida tenga que preocuparme y repercutirme en el bolsillo. La verdad es que dan ganas de sacar los ahorros de la cuenta y meterlos debajo del colchón y empezar a hacer algo concreto y útil como sembrar patatas y criar gallinas.

Si algo bueno puede tener verle las orejas al lobo como se las estamos viendo desde el santuario del dinero invisible, Wall Street, es tratar de poner los pies en la tierra, literalmente hablando. De hecho en las ciudades como Madrid estamos demasiado lejos del campo que nos da de comer. Hay Zoo, hay Jardín Botánico, hay parques (algunos muy hermosos), hay Casa de Campo, pero que sepa no hay huertas ni granjas. Esto puede sonar extravagante (¿una granja, vacas, moscas?) porque hemos creado la "ciudad franquicia", porque hemos acatado una forma de vida en que despreciamos e ignoramos lo necesario y nos hemos quedado con el adorno, exclusivamente. Si pudiéramos prescindir de alimentarnos no pasaría nada, pero no sólo no podemos sino que incluso nos gusta.

Hemos expulsado el campo de nuestro día a día. Los alrededores de Madrid (por poner un ejemplo) en que se cultivaba la tierra se han alejado tanto del asfalto que es imposible ver una lechuga plantada en muchos kilómetros. Se trata de una falta, una carencia en nuestra visión de la vida que probablemente hace que nos sintamos más vulnerables. Así que no estaría nada mal que los niños pudieran acceder a este conocimiento en vivo y en directo. No les vendría mal saber cuál es el valor real de un tomate, que ha tenido que ser plantado, regado, vigilado, arrancado en el momento justo y todo lo que después se puede hacer con él. Que no tuvieran que esperar al campamento de verano para ver una vaca y con suerte ordeñarla. No se trata de llenar Madrid de cabras, ovejas y cerdos, pero que tampoco sea algo que no queramos ver, ni oler, como si no tuviera nada que ver con nosotros y nuestra existencia urbanita porque sí que tiene que ver.  

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Esa jodida tierra

Comíamos huevos fritos con boquerones en un mercado de Madrid, el de Barceló -todavía real, literario aunque cercano a la extinción, reconversión, privatización o como llamen a esas especulaciones de nuestros espacios civiles-, en un bar e invitados por el buscador de rarezas, galerista, taurino y testigo de nocturnidades Chiqui Abril.

En Víznar y alrededores mataron a centenares como Federico. Él era el poeta, y los otros, los que habitaban sus poesías

En la celebración estaban dos hermanas García Lorca, Gloria y Laura. No era el momento ni el lugar para recordar tumbas, pero no pudimos evitarlo. Más allá de los comunicados oficiales, de las entrevistas, de los silencios o las declaraciones, la familia Lorca vuelve por donde solía. Lejos de circos mediáticos.

Desde hace muchas décadas vienen diciendo lo mismo: no quieren mover los restos de Federico. Asesinado, enterrado con otros muchos en una fosa, en un barranco; como uno más, muerto entre buena gente. Entre maestros, obreros, banderilleros o campesinos. Gentes del pueblo, de su pueblo. Había sido un niño rico, un joven amable, y era un autor famoso que sabía disfrutar de los placeres de la fama sin olvidar a los pobres de la tierra. Era una provocación para aquella calaña que tomó el poder a golpes de muerte y nocturnidad.

En Víznar y alrededores mataron a centenares de gentes como Federico. Él era el poeta, y los otros, los que habitaban sus poesías. Murió en ese lugar, que un día de brumas de hace diez años recorrí con otro poeta de Granada, con otro García. Triste lugar, residencia en la tierra de una tristeza que sentimos, como la sintió Marguerite Yourcenar, como la han sentido los que han paseado por aquel doliente paraje, sin parques, sin tumbas, sin fuentes ni placas: no hacían falta para la emoción. Montones de huesos bajo la tierra de muertos sin razón, sin piedad, sin juicio, sin derecho y sin valentía. Así matan los asesinos, los cobardes, los injustos y los malversadores de la verdad.

Contaba Isabel García Lorca, la hermana pequeña, que su hermana Gloria la conminaba a no llorar: "Nosotros no tenemos que llorar. ¡Que lloren ellos!". Y para darse fuerzas recordaba un verso de Federico: "La tristeza que tuvo tu valiente alegría".

La familia se exilió a Nueva York, con tristeza, quizá con lágrimas. Al partir el barco que les alejaba de su vida, su tierra, sus huertas y sus gentes, Federico García Rodríguez, padre del poeta, pronunció con dolor y firmeza unas palabras: "No quiero volver a esa jodida tierra". No volvió. Cada día la añoraba. Cada día pensaba en ella y en su hijo muerto, asesinado, enterrado en un barranco. Murió con dignidad y sepultura en tierra extraña. Allí murió, allí nacieron otros García Lorca, allí para siempre sus huesos, su sepultura. La de su hijo Federico está en todas las partes. En la memoria de millones. Aunque también esté en un barranco del lugar de Víznar.

Artículo publicado en: El País, 21 de septiembre de 2008.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Crónicas, invenciones, paseatas

/upload/fotos/blogs_entradas/crnicas_invenciones_paseatas_med.jpgJuan García Hortelano

Editorial Lumen

Revisitar a Juan García Hortelano 15 años después de su muerte produce un efecto extraño. Crónicas, invenciones, paseatas es la recopilación de todas sus colaboraciones periodísticas. Por tanto, al lector que no esté familiarizado con la figura y la obra de este autor le cabe esperar unos textos más bien formales y acordes con lo que se solía decir en los periódicos españoles desde la muerte de Franco en adelante. Y en cierto modo es así, qué quieres, son unas colaboraciones de prensa como tantas y se ajustan a las reglas de juego habituales. Lo que ocurre es que, con la distancia, se advierte una ganancia respecto al momento de su aparición que resulta muy notable.

En bastantes casos, ni siquiera quienes vivimos aquellos años que él iba repasando al hilo de la actualidad de entonces  recordamos bien qué circunstancia del momento imponía atacar esto o defender aquello. O, por poner un ejemplo concreto (ver "Una visita fastidiosa") cuál era la prudencia que le aconsejaba manifestarse abiertamente contrario a la visita de "un laureado escritor ruso" pero sin decir en ningún momento que se trataba de Alexander Solzhenitsyn. Seguro que entonces ese silenciamiento no sólo tenía algún tipo de lógica sino que la supimos ver y la celebramos como un guiño cómplice, por más que ahora mismo no se me ocurra a qué estábamos jugando unos y otros.

O por decirlo de otro modo: ahora que el tiempo  ha descontextualizado muchos de aquellos escritos, lo que surge como rédito de su lectura es una especie de sabiduría sutil, nada estridente ni impositiva, y que el propio Hortelano se encargaba de desmontar cada vez que temía haberse puesto trascendente. Sin ir más lejos, cuando califica de "filosofía de calendario" algún párrafo propio que consideró demasiado pomposo. No obstante,  su rechazo más radical a tomarse en serio a sí mismo lo perpetró en el libro donde fue precipitando lo más valioso de lo aprendido por él a lo largo de su vida, y que con un quiebro muy característico lo tituló Gramática parda. Pero quien pretenda ver en ese libro, asimismo editado por Luis Izquierdo en Lumen, un relato autobiográfico se equivocará, pues se trata de una obra literaria y no de un testimonio, con el agravante de que, encima, el autor era un maestro del disfraz entendido como estrategia para quitarse de en medio.

Su curiosidad era envidiable y por lo tanto sus focos de interés fueron tantos que resultan difíciles de catalogar, aparte de que tampoco su aproximación a muchos de ellos  era convencional. Y ahí está como muestra "El viaje de San Vito", donde el punto de referencia existencial para su reflexión sobre el espacio y el tiempo es la provinciana ciudad de Segovia. En lo referente a su celebrada facilidad para aproximar su escritura a la inmediatez coloquial resulta inevitable hacer mención a la celebérrima entrevista a Juan Benet sumariada en  "El valor del singular (una tarde)".

Pero donde él se sentía más en lo suyo era cuando hablaba de literatura, y de ahí que sean tan abundantes las entradas relativas a los escritores y sus obras, sus fobias y filias o sus fantasmagorías. Sin embargo, y por hacerse caso a sí mismo en alguna de sus (con perdón) normas, su forma de hablar de literatura era hacerlo "contando una historia y no haciendo un ensayo". Y muchas veces esa pasión por la narración le lleva a que la propia escritura se le convierta en un proceso narrativo en sí misma, y pongo como  ejemplo ese momento en que, con motivo de la muerte de Sartre, él se confiesa profundamente sartriano. Varias entradas más adelante insiste en hablar del filósofo francés, pero de pronto parece pensar que a lo mejor su ídolo ya está fuera de época y que él se está poniendo pesado, de manera que hace un alto en lo que iba a decir y alega: "Claro que interesarse por Sartre a estas alturas...". Casi es posible verlo pararse de nuevo para luego resolver ese momento de duda en la actualidad del maestro con una simple acotación de perro viejo, y pongo la frase desde su inicio para que se vea mejor:"Claro que interesarse por Sartre a estas alturas (que son las de siempre...).

Narrar lo narrado. La escritura como proceso y no como resultado final. Algo más adelante ofrece otro ejemplo de lo mismo pero dicho de otro  modo: "En mis tiempos (es decir, cuado yo no tenía noción del tiempo...)". Él lo llamaba filosofía de calendario y hay que leerle con un poco de atención porque si no pasa como con las hojas del aquél, que las vas arrancando día tras día y el día menos pensado se ha terminado el mazo y no te has enterado de nada.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.