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Amar

Por 23 de septiembre de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

Entre los dones que también procura la edad, al lado de los menoscabos, uno algo insólito consiste en el nuevo interés por atender a los demás en lugar de enviscarse obsesivamente en las repetidas cuestiones propias. Uno mismo llega a ser ya demasiado lo mismo, mientras los numerosos argumentos de los seres queridos de alrededor se revelan como versiones tan cercanas como diferentes del repertorio humano. Sin este don que ayuda a poner atención en los problemas del prójimo se perdería una larga experiencia de historias y meditaciones, visiones del mundo y prejuicios sobre las cosas que, en conjunto, componen un amenísimo programa para la tercera edad. Ni se trata ya de caridad ni de curiosidad tan sólo. Se obtiene un placer sabroso y fácil a partir de la felicidad del otro y crece un buen confort para la vida personal del confort que conseguimos en los demás prestándoles oído. Los otros son un profundo patrimonio. Sin ellos nos arruinamos en nuestras crecientes ruinas. Continuar, tras una edad, cultivando el yo resulta feo pero además nocivo. El narcisismo, como fumar o beber mucho, son inconsecuentes después de la juventud con la voluntad de vivir en armonía con el cuerpo y el mundo.

Y la armonía significa mucho más que un orden. Nada se hace más valioso en una edad avanzada que sentirse a bien consigo y contigo. Toda lámina de serenidad conquistada en este tiempo equivale a un gozoso recostamiento con la naturaleza a la que combatimos, colonizamos, excluimos o cabalgamos en otras épocas. Ser como la naturaleza, ni más ni menos, consiste en hallarse entretejido, no ser nada como individuo ni como proyecto aislado. Interesarse por los demás no significa otra cosa que adentrarse en otros espacios humanos por los senderos más naturales y así culmina el círculo de este don amoroso. Somos más felices aproximando nuestro curso al curso de los otros e induciendo también a que ellos asuman una actitud similar y, en el aumento total de las interconexiones, el texto humano nos lea y nos eternice.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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