Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

El blog de Santiago

Creo que fue Alberto Fuguet el que me habló primero de Santiago Vaquera.  Estábamos buscando cuentos sobre la experiencia latina o latinoamericana en los Estados Unidos, y nos topamos con "Esperando en el Lost and Found", un magnífico texto de este escritor/profesor/blogger/d.j. A partir de ahí, comenzó una amistad que se ha profundizado gracias a varios encuentros de España.

Santiago se define a sí mismo como un "border crosser", o cruzador de fronteras. Esto no es una metáfora: Santiago nació en los Estados Unidos, de padres mexicanos; no fue un chicano típico, porque en vez de gustarle las rancheras prefería la música electrónica y grupos como Stereophonics o The Go-Betweens; tampoco terminó de ser aceptado como escritor latino, porque se le ocurrió que quería escribir su narrativa en español y no en inglés.

Este mundo a medio camino entre el Norte y el Sur aparece en su blog; Santiago mezcla con facilidad el español con el inglés -sin por ello intentar ponerse a la moda del spanglish--, y tiene una mirada al mundo que hace recuerdo a los cómicos de la televisión norteamericana -Dave Letterman, Conan O'Brien- filtrados por su sensibilidad fronteriza. Un blog refrescante, que habla de viajes, libros y música. Santiago es un gran guía de viaje: hay que hacerle caso cuando habla de Estambul o Madrid. Pocos saben tanto como él de escritores en la frontera, tanto del lado mexicano como de los Estados unidos. Ni qué decir de sus recomendaciones musicales, que siempre dan en el blanco: gracias a él he descubierto a Plastilina Mosh, The National, The Walkmen, Stars, The Stills. 

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

Lujuria por contagio

Están por todas partes, pero se ocultan tras la creencia supersticiosa de que son literatura. Cuentan para ello con el escepticismo beato de los optimistas, que es infinito por definición. Asimismo, no poco los ayuda la irrefrenable multiplicación de historias alusivas a sus manías menos mencionables, que son por cierto las más notorias, como ese gusto antiguo por la sangre ajena, a un tiempo extravagante y familiar. No vayamos más lejos: ahora, aquí, preciso alimentarme de otras hemoglobinas para avanzar hasta el final de estas líneas. Rebusco entre las capas de la realidad ensalivándome ya los colmillos. Quien escribe, o dibuja, o de cualquier manera reinventa lo que ve, escucha, huele, toca, lame, se condena con ello a chupar sangre. Lo hará, además, con una terminante voluntad de contagio. Hay al menos dos clases de historias de vampiros: las asépticas y las contagiosas.

     Recuerdo una película perdida en la memoria -citarla es ya un abuso, cuando ni el título conseguí recordar- sólo por una línea que atesoré nada más escucharla: La anticipación es el más tóxico de los afrodisiacos. Ir por la vida así, mordisqueando una infinita cantidad de cuellos, es contraer el vicio de anticiparse. Vivir tóxicamente, haciéndole ascos solamente a la asepsia. Hallar lujuria y hasta desenfreno en el coleccionismo del antojo. Ser después mordisqueado por sabrá el diablo quién y para qué. Indigestar, a veces, igual que tantas otras fuimos indigestados. Dar miedo, si es posible, y ocultarse detrás del biombo consecuente. ¿Y si el arte no fuera más que un intento impúdico de encajar los colmillos con cierta discreción?

     Debería estar claro que los vampiros no guardan entre sí otra similitud que esa naturaleza de murciélago contaminada de truculencia humana. Si a nuestra especie hipócrita le aterran los murciélagos sólo porque le chupan la sangre a las vacas, imaginemos cómo nos verá la inmensa mayoría de las especies, capaces como somos de perseguirlos, encerrarlos, esclavizarlos, exterminarlos y extinguirlos por mero sistema. ¿Qué pensará un insecto de la especie que inventó el insecticida? ¿Qué opinaría usted, si fuera pollo, de la sonrisa del Coronel Sanders? Ahora bien, hay de vampiros a vampiros. No es lo mismo cumplir el ritual a la luz de la luna, con las formalidades propias de la ocasión, a depredar en todo lugar y momento, con la suerte de mezquindad voraz que ha echado por tierra el prestigio de tantos colmilludos noctívagos.

     Nada parece más extravagante que la idea de ir hasta lo alto de los Cárpatos sólo para encontrarse con un vampiro, cuando acá abajo los hay por legiones, en las que en un descuido también pasa uno lista. Asiduo puntilloso del serial Six Feet Under, de Alan Ball, he aterrizado en su reciente True Blood con sed anticipada. Cuatro capítulos más tarde, se mira uno enganchado a la historia por todo lo que tiene de ordinario. Vampiros que conviven con los mortales y consumen botellas de sangre sintética made in Japan. Vampiros cuya sangre es la droga mejor cotizada entre los mortales. Vampiros lujuriosos e insaciables e impunes, como tantos que uno ha tenido en suerte conocer. Lo dicho, pues. Más extraño sería no topárselos.

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

Malos

Este artículo del Telegraph tiene como diez días; es muy inglés, pero trata de algo que me provoca. No consigo quitármelo de la cabeza. Se trata de una lista (otra lista) de los mejores (o ¿peores?) malos en la historia de la literatura. ¿Quién es el mejor (o peor, malo) en la literatura para un diario conservador inglés? Es el diablo en Paraíso perdido de Milton (es muy inglés, ya lo he dicho). Voldemort, el de los libros de Harry Potter ocupa la posición cinco. Como francés me siento desconcertado por la presencia de la marquesa de Merteuil, la de "las amistades peligrosas" de Choderlos de Laclos (este título español es una catástrofe se trata de un "enlace" amoroso no de una amistad). La pobre Merteuil ocupa la posición 29 en la lista de la infamia lo que es insoportable: ella es un combatiente en la guerra del amor y no hay guerra sin víctimas. Pero no se trata de esto sino del pobrísimo resultado.

El malo supremo, como dice la expresión común en español, es "el malo de la película". La literatura no puede competir con el cine en el momento de entregar un monolito negativo.

/upload/fotos/blogs_entradas/episode_5_darth_vader_med.jpgDarth Vader, este, sí, es un malo de verdad, un malo que lo tiene todo: la dimensión imperial y la maldad íntima de la persona que "sabe" que actúa en el lado oscuro de la fuerza. Lo que impide a la literatura llegar a este nivel es su exceso de matices. Demasiada información, una cercanía insoportable con el alma del héroe malo. Uno lee una biografía de Adolfo Hitler, un malo de verdad, y poco a poco, página tras página, percibe que se trata de un enfermo, de un ser lleno de obsesiones, de un psicópata atrevido caminando en el terreno de la historia. Al final existen explicaciones, y el malo Hitler no es tanto un malo sino las consecuencias de causas psicológicas y de creencias erróneas.

Hace años, cuando era reportero, entrevisté al novelista americano William Styron. Fue una entrevista no mucho después de la publicación de La decisión de Sophie. El libro había tenido un éxito tremendo y Styron me hablaba de su voluntad de acercarse al absolute evil (mal absoluto) al escribir su novela. Su éxito en este intento, me decía, fue probablemente la razón del éxito de su novela. Pero, me acuerdo muy bien, me decía también Styron, que el mal se parecía al viento. Es invisible, sólo se puede percibir sus efectos. Es lo que ayuda al cine: puede pintar un retrato grande de los efectos del mal, un apocalipsis en la pantalla. Un malo, es decir, un mero ser que es la causa del mal, no tiene tanta presencia en la literatura. Es lo que me parece equivocado en la lista del Telegraph. Su defecto no es ser demasiado inglés: es mirar a la literatura. Es un error. Pero no hay que olvidar que podemos encontrar algo peor que el mal en la literatura: el bien. Desde Dante Alighieri sabemos que el infierno sale mucho mejor que el paraíso.

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

Juana Vázquez

Anoche presentamos en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, la primera novela de Juana Vázquez, Con olor a naftalina, publicada por Huerga&Fierro, que me llevó a hacer algunas reflexiones:

/upload/fotos/blogs_entradas/con_olor_a_naftalina_med.jpgLo mejor que podemos hacer para abrir la novela de Juana Vázquez es no ir con ninguna idea preconcebida.

Lo mejor que podemos hacer es no intentar forzar la lectura y obligar al texto a que sea como estamos acostumbrados que sean habitualmente los textos. Y estas recomendaciones que sirven para cualquier novela en el caso de Olor a Naftalina se convierten en imprescindibles. Como decía Mercè Rodoreda, "una novela se hace con una gran cantidad de intuiciones, con cierta cantidad de imponderables, con agonías y resurrecciones del alma, con exaltaciones, con desengaños, con reservas de memoria involuntaria...toda una alquimia". Creo que Juana estará de acuerdo con estas palabras, sobre todo, porque me ha gustado mucho leer los nombres de algunos de mis escritores favoritos como Natalia Ginzburg o John Cheever asomando en el texto como esas florecillas de campo que uno no se cansa de ver, que no se pasan de moda y que resisten el calor y las heladas.

Esperemos que algo así ocurra con tu novela. Lo mejor que podemos hacer con ella es dejarnos llevar, dejarnos envolver y arrastrar por la corriente de emociones y sensaciones que forman el caudal narrativo y existencial de la extraña familia Martínez Salazar. Claro que ¿qué persona no es extraña si se la mirase por dentro, si supiésemos todo de ella, sus más oscuros deseos, sus intenciones más secretas?

Ni siquiera penséis mientras leéis esta historia porque cuando cerréis el libro no podréis dejar de pensar en ella en bastante tiempo. Limitaos a respirar porque habrá tramos de la novela que os cortarán el aliento. Os aconsejo que simplemente os dejéis engullir por sus páginas, sus frases, sus palabras. /upload/fotos/blogs_entradas/gramatica_de_luna_med.jpgComo filóloga, Juana conoce muy bien el valor de las palabras y sabe que incluso una palabra vulgar colgada en el sitio justo adquiere un brillo especial. Precisamente su atracción por el alma de las palabras, por lo que podemos revelar de nosotros mismos a través de ellas la convirtió en poeta. Y como poeta nos ha regalado libros, cuyos títulos dicen mucho de por qué territorios se adentra Juana: Signos de sombra, En el confín del nombre nos+otros y Gramática de luna.

Y ahora nos sorprende con una novela, donde por ejemplo en la página 127 dice: "Un café que sabe a ventana, un país que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso, un caracol que sabe a enredadera... Compliquemos las palabras antes de que ellas nos simplifiquen. ¿Qué cosas se me vienen a la mente! ¿De dónde brotan los pensamientos?.. Y esto que escribo ¿querrá decir algo?... Y ¿qué es eso de decir algo?... Siempre que hablamos decimos algo". Por supuesto que, conociendo a la autora, una novela suya tenía que ser coherente con su naturaleza poética. Tenía que ser como ella es. Y este es su principal rasgo de madurez creativa: que no se haya dejado tentar por caminos que no le son propios, y que su materia prima  (el material sensitivo que le permite asociar y relacionar las cosas de la vida) simplemente lo haya moldeado de esa otra manera llamada novela. Así que no nos confundamos pensando que nos encontramos ante un poema largo. Se trata de una novela en toda regla, con una estructura muy calibrada, que podríamos llamar interna, por los continuos detalles que van creando correspondencias en la mente del lector. Parece que para Juana la novela no es un mecanismo sino un organismo en que todo se relaciona.

Por eso lo mejor es que nos dejemos balancear entre lo bello y lo escabroso de esta historia tan humana que enlaza con la tragedia griega y los mitos clásicos, pero (he aquí la diferencia) sin tragedia, sin exclamaciones, ni gritos ni aspavientos, lo que aún produce más desasosiego, inquietud, casi nerviosismo. Enlaza con la mitología del miedo, encarnada en los tabúes, a cruzar la frontera moral que nos haga distintos a los demás y nos aparte de la normalidad social.

Esta novela tiene el valor de ponernos frente a las narices, de una manera delicadamente violenta, el espejo en que vemos lo que tal vez haríamos de no existir el miedo y la culpa. Porque esta novela está al otro lado de todo: al otro lado del lenguaje corriente, de las normas corrientes, de la gente corriente y, sobre todo, de las madres y las hijas corrientes. Está al otro lado de las relaciones familiares tal como las aceptamos. En estos momentos de crisis en que al sistema capitalista se le está dando la vuelta como un calcetín, en que con Wall Street está cayendo algo más que los bancos, esta es la novela que hay que leer.

La naturalidad y ausencia de dramatismo con que Sharba vive su sexualidad es lo que más sacude al lector. Sharba es la hija, una adolescente, cuyo nombre ya indica que viene del otro lado, del espejo hiriente. Su madre, Yaiza, viene explícitamente de otra cultura, de un país exótico, con otras costumbres, es la extranjera Medea aunque sin matar a los hijos. El padre, Eduardo, las criadas: Eugenia y Marta, y el hermano: Hugo son más de este mundo, más como nosotros. Aún así el universo de esta familia parece salir de nuestro inconsciente colectivo. No se desarrolla fuera (en la llamada realidad), sino en el interior de nuestra mente, donde la vida adopta otro valor. Por eso es bellamente extraña, porque en el país de la mente el lenguaje es diferente, los espacios son otros y el tiempo no tiene importancia. Y aun así es una novela con un sutil pero sólido ensamblaje, una intriga psicológica de gran calibre y de la que no quiero desvelar más y unos personajes que nos plantean severos problemas morales.

Así que lo mejor que podemos hacer es comprar esta novela, luego abrirla como quien abre una caja fuerte. En esa caja fuerte se encontrará a la familia Martínez Salazar. Y dentro de la familia, un secreto. Y dentro del secreto a la condición humana.

Según vayamos leyendo, el poema se irá transformando en novela, y la novela en vida íntima y verdadera.

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

Explorador de formas descompuestas

Por brutal que pueda parecer la analogía, el Narrador de la Recherche, que tantas veces retorna en estas reflexiones, es efectivamente un minucioso explorador de formas descompuestas, mientras que aquellos que tienen ante éstas una reacción fóbica se hallan condenados a esperar una escapatoria inalcanzable. El humano se reconcilia consigo mismo en esta doble y contradictoria asunción: la de hallarse descompuesto en acto y la de ser fermento generador de la descomposición misma.
 
El humano como tal está así salvado, aunque no lo esté obviamente ni su cuerpo ni su subjetividad, cimentada, entre otras cosas, en prejuicios que intentan apuntalar el edificio del consuelo. Por eso nada hay propiamente limpio en la Recherche, como nada hay de propiamente limpio en las construcciones humanas. Generalizable verdad la de aquel personaje de Balzac que afirmaba la imposibilidad de cocinar con guantes blancos. Guantes sucios y hasta manos decididamente sucias las del Narrador que escarba en las entrañas de los invitados en el baile, de los reducidos a tiempo, precisamente para lograr liberarlos del tiempo y sus contingencias. Y ha de ser tomada rigurosamente en serio la afirmación de que lo que posibilita tal redención es meramente una metáfora.        

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

De la estupidez

Decía Einstein que dos elementos le parecían de condición infinita: uno era el universo, el otro la estupidez humana. Y añadía que, por momentos, sólo llegaba a tener dudas sobre la primera aserción.
 
El éxito de estas supuesta declaración, que ha pervivido durante tantos años como verdad o como leyenda, debe atribuirse al regocijo que los lectores experimentan cuando ven descalificar al prójimo o los prójimos, a un ser humano concreto o a la Humanidad en general. En el grupo de estúpidos el lector de esa frase no se incluye o se introduce cariñosamente puesto que precisamente su posición de lector-descubridor de la sentencia lo distingue de la muchedumbre. Si Eisntein no podrá incluirse en la grey estúpida al llamarla estúpida (y avalándolo un premio Nobel), ni el lector que asume irónicamente la idea puede sentirse señalado. El lector siempre se ve del lado de aquel autor a quien sigue leyendo interesadamente.
 
Este interés le protege por sí sólo y establece de hecho una privilegiada complicidad que lo eleva sobre todos aquellos que no participan en el secreto del libro. El lector crece y se ve armado. El libro inteligente enaltece la cualidad de su interlocutor y desde su silencio procura una nueva voz al lector que se integra argumentalmente en la mordacidad de la proclama einsteniana. Autor y lector se suman como una potencia clandestinidad favorece la intimidad de la lectura. Se trata efectivamente de una fantasía más pero pocos medios consiguen proporcionar este acicate al espíritu. De ahí que se diga, exagerando que el libro nos espabila, nos salva, nos hace libres, nos potencia, nos bendice. Viejas leyendas que tuvieron su porción de verdad.

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

Invitación al eunuco

Rafael Argullol: De manera que cuando uno se casa o encuentra una pareja, puede ser susceptible de ser medicado, asegurando en cierto modo la fidelidad.

Delfín Agudelo: Al igual que la idea de la vejez como sinónimo de sabiduría y senectud, y cómo al decir que es una enfermedad se está desbaratando una forma de pensamiento, me parece que en este caso sería tener un fármaco para evitar algo que siempre ha simbolizado la tentación, casi en terreno religioso y moral: lo químico a la orden de lo moral.

R.A.: Bueno, es el fármaco imposible. Es la maravilla del fármaco imposible. En el terreno brutal, el fármaco contra la infidelidad fue inventado hace milenios, por ejemplo en los harenes: se castraba al eunuco que guardaba al harén para que éste no fuera infiel. Ahora bien, esto funcionó hasta que se descubrió que los eunucos desarrollaban una sexualidad paralela, aunque no fuera la habitual, muy rica. Se vincula además el pensamiento de que el fármaco tiene que actuar donde no actúa el cuerpo. En ese sentido deberíamos preguntar si ese fármaco hipotético actúa en nuestras acciones o también en nuestras omisiones: si actúa en el terreno del pensamiento. Por tanto lo que sucede es que hay actualmente, como en tantos otros campos, se intenta vender como píldora, como fast-food, lo que durante muchos años ha sido fruto de la complejidad cultural, espiritual y anímica del hombre. Eso sin tener en cuenta el factor que me parece básico: el que evidentemente la poligamia que pueda tener el ser humano -especialmente, según esta noticia, los machos más que las hembras- procede en gran parte de nuestro componente animal, que me atrevería a decir que es el 99% de nuestra proporción. Sólo un uno por ciento es cultural; el resto es evidentemente natural animal. Eso nos vincula más bien a nuestro afines mamíferos superiores, los cuales como sabemos muy bien tienen una cierta tendencia a la poligamia y a la infidelidad en sus relaciones eróticas y sexuales.

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

I. Días de radio

La quietud pueblerina de mi infancia en Masatepe, en la que uno podía escuchar lejanas las campanas de la iglesia de de San Marcos, donde nació Somoza, o las de Niquinohomo, donde nació Sandino, si el viento soplaba desempeñándose desde las alturas del volcán Mombacho, sólo era rota por las emisiones de la Radio Mundial.

No sé cuántos receptores pudo haber entonces en el pueblo, cuando aún no se establecía el reino de los radio de pilas, que dio paso luego al reino de los transistores, y cuando las ondas hertzianas, según el término que de manera elegante y misteriosa utilizaban los propios locutores, sólo podían ser bajadas desde el techo de las casas a través de antenas con polo a tierra, para ir a dar a aquellas cajas de baquelita con apariencia de madera, forradas al frente con tela de cortinas, y donde el dial aparecía iluminado con luz cenital. Así de parecido era, al menos, el aparato de marca Philips entronizado en mi casa, siempre a un volumen suficiente como para escucharlo desde todos los rincones. Desde la cocina, o desde la tienda frente al parque donde oficiaba mi padre. Y desde esa presencia infaltable, la Radio Mundial presidía la vida diaria.

Digo no se cuántos receptores, pero en mi memoria son muchos, porque si uno iba por la calle de un sitio a otro en el pueblo, bien podía escuchar, sin interrupción, los compases iniciales del concierto número uno para piano de Tchaikowski,  con que se abría el Derecho de Nacer del prolífico novelista cubano Félix B. Caignet. 

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

El crítico

Cuando descubrí el flamante volumen en una librería (Espíritu de simetría: escritos de Angel Faretta en ‘Fierro', 1984-1991) lo compré de inmediato. Durante los años que el título subraya, los artículos de Faretta en la revista que dirigía Juan Sasturain se convirtieron en un faro para mí. /upload/fotos/blogs_entradas/espritu_de_simetra_med.jpgYa fuese hablando de cine o de literatura, Faretta rompía los moldes del trabajo crítico: lejos de conformarse con las convenciones del métier, introducía ideas o nociones insólitas, que el lector por supuesto no había imaginado encontrar pero que, una vez desplegadas, completaban de manera epifánica el edificio de su argumento. Si me obligasen a decir quiénes encarnan para mí el modelo del ensayista o del crítico, elegiría al Greil Marcus de Lipstick Traces y Mistery Train (otro que es una máquina de generar asociaciones tan inesperadas como enriquecedoras) y por supuesto, a Faretta.

En Marcus, en Faretta, el ensayista funciona como al Scotty del clásico hitchcockiano Rear Window: alguien que está condenado a mirar, y que termina viendo algo que aunque lo sorprende -con temor, con temblor-, constituye aquello que había salido a buscar, ni más ni menos.

Espíritu de simetría incluye textos maravillosos sobre Coppola, Welles, Carpenter, Wenders y Friedkin, sobre Ballard, Borges, Beckett y Simenon, sobre Columbo, Graham Greene y Peter Weir. Y aunque uno no coincida siempre con Faretta (que por ejemplo, revisa anteriores valoraciones sobre Bertolucci para calificarlo ahora de ‘vidrierista'), encontrará que hasta el más desaforado de sus argumentos obliga a considerar las cosas desde un punto de vista poco visitado.

‘...el nuestro es un país saturniano', dice al final del prólogo: ‘primero devora a sus hijos y luego cae en la melancolía'.

Con Faretta, uno siempre da con algo distinto de lo que pensaba encontrar. 

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2008
Blogs de autor

Hablar de uno mismo

Hay otros temas, pero no nos interesan tanto. Creo que era Nietzsche el que decía que no hablar de uno mismo era una refinada forma de la hipocresía. Y podremos, somos y quisiéramos ser muchas cosas, pero, ¿quién quiere ser llamado hipócrita? Seamos educadamente hipócritas, pero no todo el rato. No con nosotros mismos... aunque si no lo somos con nosotros mismos, no es lo mismo. No merece la pena.
 
Creo que estoy cubista sin querer. Debe ser culpa de la hora, de los tequilas, de alguna cantina, de las malas compañías y de mí mismo. No seamos tan hipócritas.
 
Mañana comienza el Congreso de Cultura Iberoamericana. La cosa promete. Dedicada al cine, con especial guiño para Buñuel, nuestro Buñuel. Un cineasta al se le pueden hacer muchos reproches, incluso ninguno, pero que nunca consiguió parecer un hipócrita. Y al hombre se le pueden, o deben, hacer muchos más reproches, aunque tampoco le viene bien ese calificativo.
 
En la pandilla española del cine en México está Antonio Banderas, encantador como siempre y sin que eso parezca ningún esfuerzo. Habla de sí mismo, incluso habla de otros y sinceramente no parece hipócrita. Debe ser la seducción de la fama, esa aura que nos impide ver el bosque.
 
Yo creo que fueron los tequilas. Me parecieron sinceros e interesantes, no ya Icíar Bollaín o Juan Diego que no podemos olvidar que son actores, sino los productores, intermediarios culturales, políticos y otras faunas que han venido para hablar de cultura y cine en un mundo tan complicado como México. Todos animados en la noche anterior al congreso. Casi perfecto, todavía sólo podemos hablar de suposiciones. Mañana, los Príncipes de Asturias y el ministro de Cultura inauguran este encuentro. Espero no tener el síndrome del cónsul Firmin, no perderme por las cantinas y confundir la realidad con el éxito. Intentaré no hablar mucho de mí, hay otros temas, aunque nos pillen más lejos. Siempre dando vueltas alrededor de nuestra propia autobiografía. Aunque la escriban otros.

Leer más
profile avatar
1 de octubre de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.