Héctor Feliciano
En su camino, en estas elecciones nacionales, hacia la derecha del Partido Republicano, McCain, senador por el estado de Arizona, ha dejado atrás a muchos sectores de la población que alguna vez consideraron darle el voto.
Entre éstos se encuentran los hispanos.
Una vez, hasta hace sólo pocos años, McCain les inspiraba confianza. En 2006, en el Senado, arriesgaba su carrera con un proyecto bipartidista de ley presentado con el demócrata Ted Kennedy en el que proponía la integración masiva aunque paulatina de los millones de inmigrantes ilegales del país. Los hispanos, que dan tradicionalmente su voto a los demócratas, estaban entonces encantados con el senador rebelde y exmilitar prisionero de guerra en Vietnam.
Además, de McCain se recordaba entonces que nació en Panamá -lo que aquí tiene importancia pues se supone que tenga cierta sensibilidad hacia los países de la región- y que no sólo había viajado extensamente por América Latina, sino que favorecía los tratados de libre comercio con la región, contrariamente a los demócratas, maniatados por sus vínculos con los sindicatos obreros. Para la misma fecha, el senador era electo con el apoyo del 70% de los hispanos de su estado de Arizona.
Hoy, dos años después, según varias encuestas realizadas en plena campaña electoral, el 64 % de los hispanos votará por Obama y sólo el 26% por McCain.
¿Qué ha pasado, pues, desde entonces? En esencia, que los hispanos lo asocian demasiado con el Partido Republicano.
Cuando se debatió su proyecto de ley en el Congreso, el ala más derechista del partido tomó la iniciativa y dejó saber que no lo aprobaría, pues la única solución al tema de los inmigrantes era el levantamiento de una muralla en la frontera entre México y los Estados Unidos. Por lo demás, el partido consideraba que legalizar a los ilegales equivalía a premiar a malhechores. Y, no cedió en sus posiciones.
McCain comenzó, pues, a reconsiderar sus ideas. Para vencer en las primarias, era más importante obtener el beneplácito de la base conservadora Republicana que atraer a unos hipotéticos votantes hispanos.
Y, en las primarias, se puso a declarar que, primero, habría que garantizar la seguridad de las fronteras y seguir construyendo la muralla para, luego, poder hablar de sus reformas migratorias.
Con la misma, comenzó a alejarse de los hispanos.
Este alejamiento se advierte hasta en los estados de Colorado, Nuevo México y Nevada, contiguos al propio estado de Arizona.
Allí, los hispanos son mayoritariamente de origen mexicano y votan a los demócratas tradicionalmente. Pero, en Nuevo México, por ejemplo, en las elecciones de 2004, Bush logró obtener el 44% del voto hispano. Hoy, McCain no rebasa el 17% del voto hispano del estado.
En las últimas semanas McCain ha seguido teniendo menos y menos suerte.
La crisis financiera ha venido a distanciar aún más a los hispanos del Partido Republicano.
Primeramente, se responsabiliza a Bush por el desastre; segundo, los temas sociales, como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, han pasado a segundo plano y no interesan sobremanera a los hispanos católicos y evangélicos; y, más que nada, la crisis ha puesto a los latinos y a todos los estadounidenses a pensar en cómo mantendrán el nivel de sus salarios y sus puestos de trabajo -temas que los acercan necesariamente a los demócratas.