Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (7) Las víctimas y la función de la literatura

Decíamos en el texto anterior que todos los esfuerzos por darle relieve a las víctimas han resultado vanos en todos los sistemas. Cabe pensar que a las víctimas solo se las vindica cuando pueden utilizarse de forma política. Dicho con palabras más crudas: cuando son rentables.

Pasó entre nosotros con las víctimas de ETA. Tanto a derecha como a izquierda, solo empezaron a ocuparse de las víctimas cuando vieron su rentabilidad política.

Con las víctimas de la pandemia pasa y pasará lo mismo. La derecha empieza a utilizarlas de forma sumamente oportunista, pero no es menos culpable que la izquierda ni ha hecho mejor las cosas. Basta con dirigir la mirada hacia la comunidad de Madrid y otras autonomías. Y de haber estado en el gobierno central, no lo hubiese hecho mejor. La imagino pensado en las ganancias y las pérdidas, retrasando las decisiones. Cuesta imaginarla de otra manera.

El poder siempre ha gestionado mal las epidemias, y en lo referente a las víctimas, solo se ocupa de ellas cuando las ve rentables. Es una triste evidencia consignada por la historia. Cabe decir lo mismo de las víctimas de las guerras, el terrror, las catástrofes humanas y las naturales.

¿Llegará el día en el que las víctimas sean vindicadas por simple humanidad y por mera dignidad, más allá de los oportunismos y las oportunidades de la política? Me temo que no. Pero hay siempre un problema: sean instrumentalizadas o no, nadie les va a quitar su dolor, y a menudo no les quedará otro remedio que dejarse manipular si quieren hacerse visibles.

A las víctimas solo les sabe dar humanidad y dignidad la literatura, ya desde la tragedia griega. Sin literatura, las víctimas ni siquiera serían una leve sombra en las negras dimensiones de la historia.

Muy a menudo, la literatura ha servido para darle voz a los que no la tienen, llevando a cabo lo que solemos llamar justicia poética. La única forma de justicia que nos queda en el imperio de la omisión y la miseria.

Leer más
profile avatar
16 de abril de 2020
Blogs de autor

Martutene

No seré yo quien  minimice un solo ápice el horror que ha traído consigo la pandemia vírica que nos azota, pero al menos está provocando una circunstancia  insólita: hoy no se puede justificar  la imposibilidad (pereza) de leer alegando que el día a día  lo consume todo. Será por tiempo…

Esta observación es pertinente a la hora de apreciar obras como Maturtene, una muy notable novela del escritor vasco Ramón Saizarbitoria. Pese a estar escrita originariamente en euskera, y tener por tanto un mercado potencialmente reducido, vendió de salida por encima  de los 30.000 ejemplares, sin contar los que hayan vendido sus ediciones en castellano, inglés, etc.. No obstante, y pese a que la crítica especializada fue por lo general  tan positiva como la acogida dispensada por  los lectores, Martutene no se ha visto libre de reparos, por lo general relacionados con su excesiva longitud (753 páginas en la versión castellana, muchas de ellas en un solo bloque, sin diálogos ni puntos y aparte u otras formas de descanso siquiera para la vista). Curiosamente, más que un defecto grave, o un exceso de ensimismamiento por parte de un autor al que le hubiese costado recurrir a la palabra FIN, fascinado  como debía de sentirse por las posibilidades  del universo narrativo que no cesaba de brotar de su pluma mientras escribía, se diría que el exceso es estructural, es decir, consecuencia lógica de las forma elegida para ir exponiendo las diferentes trmas narrativas y sus mutuas interacciones.

            Resumiendo mucho, en Martuene el peso de la acción recae sobre dos parejas de adultos que siguen juntas por varias y sólidas razones, aunque el motivo último de su digamos fidelidad conyugal difícilmente podría identificarse con eso que generalmente se entiende por amor. Es gente culta, profesionalmente bien situada (un escritor acomodado y de cierto éxito, una traductora, un ginecólogo, una neurocirujana, etc) La irrupción de una joven y atractiva socióloga estadounidense pondrá en marcha una serie de acciones y reacciones más o menos explícitas o predecibles y que acabarán  afectando de lleno no solo a los más directamente implicados sino también a sus  hijos y amigos, los compañeros de trabajo, los  rivales y todos cuantos integran  su entorno inmediato. Pero se da la circunstancia de que Ramón Saizarbitoria demuestra ser extremadamente competente a la hora de mover a sus personajes en el ámbito espacio–temporal elegido (en este caso San Sebastián y sus pintorescos alrededores). Dicha competencia le permite presentar y desarrollar a los actores principales e ir introduciendo a los secundarios creando un entramado en el que se manifiestan los impulsos y reacciones habituales en los seres humanos (deseo, atracción física, celos, ajuste de cuentas, inseguridades, frustraciones personales)  y los inevitables delirios cuando entran en juego los sentimientos. Porque de eso va justamente Martutene: de sentimientos. Lo cual es una excelente noticia porque tampoco hace tanto tiempo que el País Vasco ha dado por cerrado uno de los periodos más dolorosos, violentos y desgarradores de su historia reciente. Y precisamente por ello es tan buena noticia que sus novelistas puedan escribir  sin verse  decisiva  y obligadamente mediatizados por la pasada violencia. Lógicamente ésta,  la violencia, está presente, pero más como un telón de fondo que como problema candente y todavía por resolver, cosa que si ocurre  con Patría, de Fernando Aramburu, la otra gran novela que en los últimos años ha venido a sacudir el panorama literario del País Vasco y que surge precisamente de aquella confrontación.

            Otra circunstancia que vendría a explicar el exceso de longitud es el hecho de que el autor también es  hombre minucioso y que gusta de ahondar en las cuestiones según van surgiendo, y que en su afán por explorar desde diversos ángulos y puntos de vista las posibilidades expresivas de algunas secuencias no duda incluso en recurrir al trampantojo, y ahí están esas alusiones continuas a una novela autobiográfica del autor suizo Max Frisch  titulada Montauk y cuyo argumento, no por casualidad, se superpone con el de Martutene hasta el extremo de que a ratos parecen suplantarse mutuamente. El resultado de todo ello es un ritmo narrativo pausado, progresivamente complejo y que no admitiría un final a la ligera. Tampoco pretendo sugerir que al lector curioso Martutene se le vaya a hacer corta, pero también verá por sí mismo que es el precio a pagar por las otras muchas y excelentes páginas que se le habrán ofrecido.

 

Matutene

Ramón Saizarbitoria

Editorial Erein, San Sebastián

 

Leer más
profile avatar
15 de abril de 2020
Blogs de autor

Sin ángeles

Las ciudades siguen perdidas como unos zapatos viejos sin dueño. Su horma resulta incómoda, y más en un paisaje deshumanizado. Todos los autobuses parecen nocturnos, sin un alma dentro, mientras los conductores avanzan con su bozal profiláctico hacia la nada. La sirena de las ambulancias nos conecta con el terror infantil, imaginamos un dolor intubado. En Madrid llevamos días de encierro tan sólo interrumpido gracias a la santa perra, los huevos frescos o el paracetamol. Los viandantes intercambian miradas escuetas, desoladas. Y ellas no están.
 

"A usted le gustan mucho las viejas", me dijo un día Peque, intelectualizada peluquera de 81 años que nos dobla en actividad y perspicacia a la mayoría de mortales. Acepté que desde hacía un tiempo observaba a las mujeres mayores con atención, acaso proyectándome en ellas, en la voluntad que delata su lápiz de labios y su pelo blando igual que algodón de azúcar. Me abstraigo cuando abren sus monederos, siempre tan cuidados, y extraen las monedas una a una con sus dedos huesudos, sonriéndose ante su torpeza, y atiendo a su hablar despacioso al dar los buenos días o al despedirse. Pero, sobre todo, me admira su condición de abuelas, ese oficio impagable que se sustenta en la ternura y el reconocimiento medio mágico del vínculo entre los eslabones de una cadena.

"Sí, al principio son invisibles. Pasan a tu lado como sombras, picotean el aire, caminan con trote corto, arrastran los pies por el asfalto, se mueven con pasitos de ratón, empujan carritos..." escribe la imprescindible Dubravka Ugresic en Baba Yaga puso un huevo (Impedimenta), un retrato de esas ancianas que se "arrastran por el mundo como un ejército de ángeles envejecidos". Recuerdo a mis queridas viejas, esas señoras que salían a la calle con esmero, habiendo aceptado la soledad de sus días de descafeinado con leche, los cajones con prendas que ya nunca se pondrán, y que ahora viven en una clausura plena de amenaza. En España, el 70% de los afectados por el coronavirus tiene más de 60 años.

¿Qué será de ellas, tan enteras, valiosas, repartidoras de afectos y zurcidoras de malos roces? ¿Y qué será de nuestro país sin sus mayores? Su valor social nunca ha sido debidamente reconocido, aun siendo manantiales de saber y empatía, también de experiencia que, como señaló Jean-Paul Sartre, "es mucho más que una defensa contra la muerte; es un derecho: el derecho de los ancianos". Las escenas dantescas que se viven en las residencias geriátricas son la imagen descarnada de un sistema disfuncional que ha abandonado a sus ángeles.

 

@bonetjoana 

Leer más
profile avatar
15 de abril de 2020
Blogs de autor

Infantes

Permítanme un ruego a las autoridades. Ya sé que no les he tratado con reverencia, pero estoy dispuestos a olvidarme de todo si liberan a los críos
 

Dos están siendo los actores más dignos de este drama. Los trabajadores de la sanidad que se han entregado a su tarea, pero van más allá hasta poner en peligro sus vidas. Es la primera vez que vivo algo así en este país: un grupo numeroso de españoles que se está dejando la piel por cuidar a los demás. Y los segundos en dignidad son sus complementarios a los que se suele llamar "nuestros mayores" con esa cursi corrección política que corrompe la verdad. Los "mayores" somos los viejos de toda la vida, los ancianos, y ningún viejo prefiere que se le llame "mayor", ni lo agradece. Los viejos nos portamos casi tan bien como aquellos que nos cuidan porque no molestamos. Si hay que morir se muere, pero sin discursitos.

Hay un tercer personaje del que se habla menos y son los niños. Es en verdad chocante que aguanten con notable sosiego un encierro que en su caso es perfectamente insólito. Muchos adultos se han visto confinados y no sólo los prisioneros, también, por ejemplo, enfermos como los tísicos. Pero el confinamiento de los niños tiene algo de inicuo y contra natura. ¿Qué hacen sin el sol, sin el aire, sin los árboles, sin el agua y sin los juegos? Obligados a compartir dos meses de encierro con sus padres, por buenos que sean, hacen de la suya una situación agobiante, sobre todo sabiendo que los críos son quienes menos peligro corren. Los viejos nos morimos en cuanto nos roza el virus, pero los niños lo aguantan a cuerpo gentil. Hay pocos casos de infección infantil.

Así que permítanme un ruego a las autoridades. Ya sé que no les he tratado con reverencia, pero estoy dispuesto a olvidarme de todo si liberan a los críos. También para los ancianos será un prodigio verlos desde nuestras ventanas correr de nuevo por el mundo afirmando su perduración.

Leer más
profile avatar
14 de abril de 2020
Blogs de autor

El futuro que se nos vino encima

Los pájaros de Alfred Hitchcock no termina con un amanecer esplendoroso, donde el sol alumbra un nuevo día porque toda amenaza ha desaparecido, y los protagonistas, tras el terror del ataque sin sentido de las aves, despiertan a una vida feliz, sin más sobresaltos. Al contrario. Los pájaros siguen allí, aglomerados en los techos, en los tendidos eléctricos, porque sólo se trata de una tregua. Volverán a atacar.
Quizás sea uno de los mejores símiles para imaginar el futuro después de esta fase crítica de la pandemia del corona virus, cuyo final comienza a avizorarse ya en algunos países, como ocurrió en China, y se hacen planes para el retorno a la vida normal. Pero no habrá un corte de escena de la noche de terror hacia el alba limpia de amenazas, y más bien deberemos acostumbrarnos a convivir con el enemigo invisible, cuidándonos de su acecho y buscando mantenerlo a raya, sabiendo que está entre nosotros.
 

Habrá cambios fundamentales inmediatos no sólo en el sistema mundial de producción y consumo, sino en las relaciones sociales, y en los límites y alteraciones que tendrá la vida pública y en comunidad, tal como hemos estado acostumbrados a llevarla hasta ahora.

Saludarse estrechando las manos, los besos en la mejilla, pueden ser ya un asunto del pasado, porque la regla para evitar el contagio de un virus que no sabremos si ya se ha ido, o ha mutado, o ha sido reemplazado por otro más agresivo, será la distancia social.

Viviremos bajo otras normas que hasta hace pocos meses no sospechábamos. Un virus ha tenido el poder de provocar un cambio más radical en las maneras en que nos relacionamos y nos comportamos, que el causado por la revolución tecnológica basada en el paradigma digital.

¿Volveremos a sentarnos lado a lado en la sala de cine a oscuras con alguien que no conocemos, y de quien nunca dejaremos de sospechar si es portador activo? ¿Podemos imaginar un estadio lleno de miles de fanáticos alentando a su equipo de futbol desde las graderías, o un concierto de música pop masivo, como el de Woodstock? ¿Cuáles serán los parámetros de la diversión y el entretenimiento? ¡Cómo funcionarán los bares, los gimnasios, los restaurantes? ¿Tendremos confianza en las manos de quienes preparan la comida en la cocina que no vemos, y en las manos de quienes nos la traen a la mesa? ¿Y los trenes, los vagones del metro?

El turismo masivo, que ofrece paraísos a mano baratos, a lo mejor queda congelado. Abordar un avión, tal como está ocurriendo ya en China, se volverá un proceso de control sanitario tedioso por riguroso. Los cruceros. Nunca antes habíamos visto barcos errantes llenos de viajeros que no pueden atracar en ningún puerto porque la peste los hace indeseables, como en las películas.

¿Volveremos a ver las aulas llenas de estudiantes, o la enseñanza a distancia pasará a ser cada vez más favorecida? El mall, que convierte los conglomerados de tiendas en verdaderos parques de atracciones, y los black Fridays, inventados en Estados Unidos, que llevan a la gente hasta el paroxismo, cederán paso a las ventas a distancia, que ya venían creciendo desde antes, y pronto será costumbre ver a los drones aterrizando en los patios de las casas acarreando prendas de vestir, electrodomésticos, alimentos. Libros. ¿Cuál será la suerte de las librerías?

La entidad Board of Innovation ha emitido un documento de previsiones para ese futuro a la vuelta de la esquina, llamado Hacia una economía de escaso contacto. La premisa es simple: "hasta que haya una vacuna o inmunidad colectiva, el escenario base es un continuo aumento y disminución de interrupciones en la forma en que trabajaremos y viviremos durante los próximos dos años, lo que resultará en nuevos hábitos después".

La medida del acercamiento, o del alejamiento, tendrá que ver con los sistemas sociales, la seguridad pública, las políticas laborales, la migración, el control de las fronteras, la globalización. Y la democracia. El autoritarismo, y la demagogia, saben sacar sus uñas en las crisis.

Mucho parecerá provenir de novelas distópicas, donde se representan mundos indeseables, y los controles sociales contradicen los parámetros de libertad individual que cautelan las sociedades democráticas. 

Te pueden detener en plena calle, no por portar un artefacto terrorista, sino porque tu temperatura corporal no es la normal, según indica el termómetro instalado en el casco del agente de policía. O aquel que presenta síntomas y queda en cuarentena, controlado en su casa mediante un grillete, como el que se obliga a llevar a los prisioneros bajo fianza. Minority Report. 

¿Pero qué pasará en los países pobres?

La recesión que afectará a los países ricos como nunca desde el crack de 1929, tendrá efectos devastadores sobre las economías más débiles, y desordenadas, y donde las nuevas reglas de conducta social a distancia no serán fáciles de establecer, porque la realidad de la vida diaria las contradice. ¿Educación a distancia sin computadoras personales? ¿Trabajo en casa donde las ocupaciones informales obligan a la gente a salir a la calle en busca del sustento? ¿Distancia social, donde reina el hacinamiento?

El futuro, tan lejano, se nos vino encima.

Leer más
profile avatar
13 de abril de 2020
Blogs de autor

La causa de la naturaleza y la causa del animal de razón (X): actitudes políticas para las que no hay concepto propio

Decía que el ecologismo es un corolario de la defensa de nuestra especie. Pero ha de quedar clara la prioridad: ecologistas porque humanistas, en modo alguno a la inversa. No estoy seguro que esta prioridad de la causa del hombre se esté respetando en el seno incluso de los posicionamientos de izquierdas. No estoy seguro de que no se esté procediendo a una inversión de jerarquía. Antes de centrarme en el tema, una consideración general sobre las amenazas políticas.

Quejoso por la terminología excesivamente genérica con la cual, en la aproximación convencional, se abordaban asuntos filosóficos, Gilles Deleuze pedía el esfuerzo de enfocarlos con estrategias diferentes, que llevarían quizás a alcanzar en cada caso un aclarador " concepto propio".

Me acordaba de esta exigencia del filósofo francés ante el anatema que se lanzan mutuamente (instrumentos de comunicación mediante) defensores y adversarios del llamado "Procés" de Cataluña.

Abundan los epítetos marcadores de una diferencia cargada de connotaciones: por un lado se tilda al adversario de españolista rancio y autoritario, ajeno al espíritu europeísta y democrático que a uno le caracterizaría; por otro lado se ve al nacionalista catalán como emblema de una alianza de "supremacismo" y localismo, contrapuestos al humanismo y universalismo que caracterizarían a los españoles actuales.
Pero hay sin embargo un epíteto que, cuando la boca se calienta, sale como reproche en ambos bandos: el otro es simplemente un fascista - "facha" en la terminología coloquial. De hecho la cosa es más general. Tratándose de Salvini se habla de fascismo, y lo mismo ocurre con Le Pen.

Ya en relación a regímenes como el del general Petain o el de Franco se discutía sobre la pertinencia del término fascismo. Entre otras cosas por el papel atribuido a la religión católica en el franquismo, que no se daba por ejemplo en el fascismo alemán, el cual de hecho también era muy distinto del fascismo italiano.

En nuestros días es quizás aún más necesario intentar evitar la amalgama. Precisamente por ausencia de concepto no hay manera de hacer objeción firme cuando un catalanista designa como "facha" al que simplemente se reivindica español, o cuando Torra es tildado de "facha" por haber realizado proclamas indiscutiblemente supremacistas.

Síntesis de supremacista y nacionalista es Salvini. Pero con esa curiosa peculiaridad que la referencia que funda su supremacismo (la del Norte peninsular italiano) no coincide con la nación cuya liberación-de inmigrantes y burócratas europeos- reivindica.

¿Fascista pues Salvini? Si hubiera ganado en las elecciones de febrero en Emilia Romagna hubiera sin duda puesto en marcha un cerco sobre las estructuras del Estado italiano, pero sólo metafóricamente cabría hablar de marcha sobre Roma.

Salvini encarna un proyecto que tiene en común con el fascismo las notas de explotación de las frustraciones del débil y canalización de toda su energía en contra del aún más débil. Pero a diferencia de lo que ocurría con el fascismo ni siquiera hay detrás una trama ideológica, todo lo artificiosa que se quiere pero coherente.

Quienes se reconocen en el heteróclito conjunto de actitudes que, desde Brasil a Milán, pasando por la Inglaterra neo-conservadora y la España votante de Abascal, quisieran encontrar un término cargado de connotaciones positivas que les designara, una metáfora con la funcionalidad potencial de la de "fascio". Si la hubieran encontrado los adversarios nos esforzaríamos en poner de relieve lo falaz de este aspecto afirmativo, y al igual que ha ocurrido con el término "fascio", la connotación crítica acabaría marcando esa palabra.

"Fascio" designa un conjunto de objetos de idéntica naturaleza y la primera imagen que viene a la cabeza es un haz de espigas. La connotación de igualdad, luego de uniformidad es importante en la metáfora. El fascismo era una apelación al orden...al orden a cualquier precio (ciertamente el capital recorrió al fascismo porque lo vio necesario tras la crisis del 29). "Fascio" tenía una connotación afirmativa: se recogía aquello (espigas de cereales) que simbolizaba la salud de Roma, enriquecida por el cristianismo y la gran civilización de las ciudades-estado de la península... Ello ciertamente alprecio de desembarazarse de esa caterva "dispersa", disparatada, ese conjunto puramente negativo, in-agrupable, que encerraba a judíos, gitanos, masones e indigentes. Con variantes, la perspectiva era aplicable al nacional-socialismo, el nacional-catolicismo o el "Pétainisme".

Sin embargo la derecha extrema de nuestros días aún no ha encontrado una metáfora unificadora como la del fascio, y por ende no podemos concentrar en un término nuestra denuncia crítica. Podemos no obstante adelantarnos, hacer el esfuerzo de conceptualización necesario, teniendo en cuenta ciertas notas:
Supremacismo cultural, sustentado curiosamente en la consideración de la propia actitud para la democracia de la que otras culturas carecerían intrínsecamente.

Utilización de las capacidades de quienes pertenecen a otra civilización, otra cultura u otra lengua, negando sin embargo que efectivamente esta pertenencia pueda suponer en sí misma una aportación. Son útiles pese a "lo que son"; útiles por habilidades o destrezas que se consideran indemnes a este su ser perturbador.

Presentación del débil, no ya como un inferior, sino como un infiltrado, una amenaza análoga a la que supone un roedor potencialmente infeccioso con el que, sin embargo, hubiera que convivir.

Utilización de este prejuicio para canalizar la frustración de los débiles de la propia comunidad, impidiendo que focalicen su agresividad en la fuente de la injusticia.

Ausencia de proyecto positivo coherente que englobe a todos los que tienen en común los puntos anteriores, de tal manera que nacionalistas, dogmáticos de religiones antagónicas, de racismos contradictorios y de prejuicios sexuales dispares, sólo tienen en común el hecho de que, mientras su disposición triunfe, la acumulación de la riqueza y el corolario de incremento de la desigualdad prosigue su marcha galopante, siendo este el único imperativo real, el único mandamiento. 

Ellos no tienen un término designativo, porque quizás es imposible encontrarlo, dado el cúmulo de contradicciones. Nosotros somos así libres para designarlos. El motor central es la exigencia de distraer respecto a la adoración del becerro de oro como causa social del mal, recurriendo a la rapiña del alma de los débiles propios, explotando sus prejuicios más larvarios, jaleando en estos la tendencia fóbica respecto al aun más débil y la desconfianza paranoica ante este último. El todo generando una atmósfera social legitimadora del ensañamiento y el desprecio. ¿Fascismo? De alguna manera sí, pero en todo caso un funcionamiento social sustentado en el desdén, el desaire, la negación de la razón de ser de aquellos mismos de los que no cabe prescindir. 

Se habla de "negacionismo" para referirse a "actitud que consiste en la negación de hechos históricos recientes y muy graves que están generalmente aceptados". Pues bien, cabría hacerlo también para referirse a la actitud consistente en negar la dignidad esencial de los seres de razón y jerarquizarlos en función de su capacidad de adaptarse a la causa de la concentración de la riqueza abstracta.

Hay sin embargo otro término, utilizado como traducción de la palabra alemana Aberkennung (a veces también Verleugnung) a saber, "denegación", en el sentido activo de no reconocimiento por el uno de lo que el otro reivindica legítimamente como propio, imposibilitándole así el ejercicio de derechos o la disposición de pertenencias; denegación que puede llegar hasta atentar contra el derecho a la salud, e incluso a la desposesión de atributos esenciales del ser de razón.

Pues de hecho a todo esto contribuyen aquellos que participan en el mantenimiento del sistema imperante. Me ciño a un ejemplo. La mendicidad se ha convertido en una imagen omnipresente en las ciudades europeas, incluidas las más prósperas. Ante la misma cabe la siguiente reacción:
Considerando que su reducción a la condición de mendigo es incompatible con la dignidad del ser de palabra y razón, como bien indica el carácter peyorativo que ha adquirido el término que designa a quien recurre a dios para sobrevivir ("pordios-ero", no sólo carente de bienes sino carente también de dignidad, indigente), se hará imperativa la necesidad de luchar por un sistema social que garantice para toda persona una sobria existencia, cuando menos en condiciones de salubridad, de tal manera que el recurso a la mendicidad sería considerado ilegítimo, moralmente reprobable.

El "denegacionista", el que contribuye a desposeer a los seres humanos de los atributos de su dignidad reaccionará muy diferentemente. Considerando en primer lugar que la existencia de enormes sectores de pobreza es inevitable, en el mejor de los casos, mostrará su acuerdo con que el socorro quede en manos de voluntades caritativas o de instituciones privadas, excluyendo desde luego una masiva inversión de los poderes públicos en la solución del problema. Y digo "en el mejor de los casos" porque es frecuente una actitud más abyecta: considerar que la mendicidad (y la picaresca a ella asociada) es nota intrínseca de esas poblaciones débiles vistas como contaminadoras, de tal manera que debería ser pura y simplemente castigada, es decir, sin ofrecer al indigente solución positiva alguna. Podría obviamente extender la polaridad entre ambas actitudes a otro tipo de problemas.

Provisional conclusión de este apartado es que si el fascismo no es seguro que haya vuelto, sí es cierto que ha retornado (me atrevo a decir que en un proceso imparable desde la caída del muro de Berlín) un nihilismo social, una ausencia de confianza en la entereza de la humanidad que ha hecho posible la aparición de formas de organización con consecuencias a la larga quizás tan funestas como el propio fascismo.

Provisionalmente (sólo para efectos de estos apuntes ) utilizo el término "denegacionismo", entendido como inclinación a negar a una parte de los seres humanos los atributos que son la expresión de su condición cabal de personas, y en consecuencia legitimar su desplazamiento a los arcenes de la condición social.

Leer más
profile avatar
13 de abril de 2020
Blogs de autor

Avión ante Odaslo

Merced a las nuevas tecnologías, profesiones como ornitólogo, herpetólogo y, en menor medida, matemático y filósofo, han adquirido una súbita relevancia. Así, he sido felicitado al identificar la sombra del ala derecha de un pájaro, el avión roquero (Ptyonoprogne rupestris), que había provocado una captura complementaria en la grabación rutinaria por parte de la máquina instalada en el cerebro del ciudadano conocido como Odaslo. Una máquina que recoge la visión directa del sujeto portador y que al término de cada periodo programado, normalmente dos segundos, captura y fija una imagen almacenándola aparte, siempre y cuando dentro de ese periodo no se produzca una variación inesperada de la visión, en cuyo caso captura otras imágenes de modo adicional.

Las capturas que nos incumben son 4569981199343678999066554430987290220201306 y 4569981199343678999066554430987290220201308 como capturas de normalidad, y  4569981199343678999066554430987290220201307i como captura complementaria o adicional.

La información que se me entrega como ayuda a mi tarea es que el individuo, de 57 años de edad, se encontraba, solo, inmóvil, el 29 de febrero de este 2020, a las 13:06 horas solares, frente a la fachada principal de la basílica de Santa María Magdalena, en Cangas del Narcea, en Asturias, el cielo despejado. Las modificaciones en la frecuencia de captura de la grabación se producen cuando el sujeto realiza un movimiento no lógico, cuando algún objeto cruza el objetivo o cuando una nube modifica la luz; no se daban, aparentemente, estas circunstancias y de ahí que se me requiriera, ya que alguien creyó descubrir una leve mancha en el ángulo superior izquierdo de la imagen complementaria, y efectivamente esa mancha era la sombra del extremo de un ala del ave citada, descubrimiento que tranquilizó al equipo, siempre atento a posibles fallos en un mecanismo aún demasiado dependiente de las condiciones físicas del portador, en especial de la tensión intracraneal y del equilibrio sodio-potasio.   

Leer más
profile avatar
11 de abril de 2020
Blogs de autor

Aquel día

Somos muchos en recordar cómo empezó aquel día, y lo que cada uno hizo a continuación o tenía previsto llevar a cabo, según la parte del mundo adonde nos llegase la noticia de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Nadie que lo viera en tiempo real aquel día ha olvidado el impacto del segundo avión, las torres humeantes, las mujeres y hombres lanzándose al vacío para no abrasarse; el dolor de la muerte repentina de 3000 personas contenido en las pocas horas de una suave mañana americana.

La sensación de espanto fue superior así, aquel día, a la que sentimos en la primera fase de expansión de algo ajeno y todavía sin definir; algo que podía matar pero con ribetes exóticos y pintorescos: un mercadillo oriental, unos animalitos con rara cara de buenos, el extraño nombre que pronto se le dio al mal, entre lo novelesco (el virus corona, ni más ni menos) y lo aeroespacial (la Covid-19).

El atentado del 11/9 inició un dispositivo terrorista que afectó a España pronto y se extendió sin cesar por muchos países, con distintos programas de venganza religiosa. Desde el comienzo, aquella y esta tragedia actual han tenido similitudes: el conteo variable de sus víctimas, los relatos falsos nacidos del interés político o el provecho económico. Pero hay entre ambas una diferencia capital, la que contrapone la plaga fortuita a la deliberada matanza con "garantía de significado", como la llama Roberto Calasso escribiendo sobre el yihadismo en su libro La actualidad innombrable.

No será fácil que haya un día preciso ni una sola imagen, en nuestro recuerdo futuro de supervivientes, para señalar el fin de esta pandemia. Su insignificante casualidad, su inconsciencia carente de odio, no alivia la hecatombe pero le quita la voluntad de hacer daño. La bacteria no sigue doctrinas. De ahí la esperanza de que el bien de la ciencia la neutralice. Su final será nuestro principio.

Leer más
profile avatar
9 de abril de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento(6). Las víctimas

 

Lo medimos todo en términos de triunfo y de fracaso. Las víctimas de las guerras, las catástrofes, las epidemias, conformaban el ejército de los fracasados, por eso no se les mentaba ni figuraban en el libro de la historia.

 

Se dice que a partir del Holocausto empezó a cambiar la política con las víctimas, pero no es cierto. Tras la Segunda Guerra Mundial, volvimos a conocer hechos que generaron muchas muertes, y las víctima volvieron a ser ignoradas, a pesar de que son el fundamento de la historia.

 

Mirémonos a nosotros mismos. A menudo salen en los medio de comunicación personas que han superado la enfermedad, en cambio de los que sucumben solo vamos sabiendo el número. Ignoramos cómo se llaman, desconocemos su agonía y su fiebre. No han vencido y no deben ser recordados. ¿En qué oscura fosa común se disolverán sus nombres para siempre?

 

¿Nos hallamos ante un problema sin solución? Es cierto que en los últimos tiempos aspiramos a tener más conciencia de las víctimas, pero me pregunto si llegamos a conseguirlo, pues una y otra vez las ignoramos, y una y otra vez las arrojamos al pozo del olvido. La gramática del triunfo y el fracaso nos domina desde la antigüedad (desde Grecia) con su dialéctica impía, probablemente vinculada a la lucha por la vida, y seguimos ubicando a las víctimas en las tristes dimensiones del fracaso. Quizá no tenemos remedio. Hasta ahora, todos los esfuerzos por superar esa dialéctica han resultado vanos en todos los sistemas.

 


Leer más
profile avatar
9 de abril de 2020
Blogs de autor

¡Ay nostálgia!

Cuántas veces te dijiste: qué dichosa sería si tuviese una llanura de tiempo para demorarme y explorar viejos papeles, ordenar libros, y eso significa detenerse en algunos, saboreando su hallazgo, quitándoles el polvo con una gamuza como de pequeña hacías con los vinilos. Ser una coleccionista de horas. Colorearlas lentamente, casi con lujuria, sabiendo que tienes un saco lleno. Pero el tiempo se ha roto, y cada día podría llamarse igual. Ha entrado la primavera por el balcón y los verdes intensos de los árboles empiezan a doler. Nuestro florecimiento, con suerte, llegará con las rosas de mayo.
 
Los días tienen picos de ansiedad. Te duchas y te vistes, quizás sea ese uno de los momentos más simbólicos del día. Te calzas unos zapatos, aunque por casa siempre anduviste con calcetines, no sea que se te vaya a olvidar su sujeción. Te alimentas de noticias, trabajas a ratos, vuelves a conectar con la pantalla, la gran ventana. El aire parece contagiado y aspiras su dolor, también una corriente de afecto que te nubla, como cuando a veces te quedas medio hipnotizada al escurrirse el agua por el desagüe formando círculos frenéticos. Ayer salí a pasear el perro a las ocho de la tarde. "Resistiré", bramaban los bloques de pisos de Prosperidad. En cada manzana el presidente de la comunidad ejercía de dj: Paloma San Basilio cantando Juntos , Y viva España de Manolo Escobar y Mi gran noche con Raphael exudando una alegría irreal en su estribillo.

Salta la alarma de la agenda, invalidada por completo: tenía un vuelo a las seis de la tarde, un vuelo gozoso con olor a perfume de vainilla. Pienso en cuántas parejas y familias habrá separado el confinamiento, haciéndoles sentir esa angustia rabiosa que provoca la pérdida del control. Cómo podías imaginar que llegarías a sentir el sabor terroso de la ausencia, incluso de los que viven a cuatro pasos. Pero el lamento es peor que un trapo de cocina, que al menos sirve para cumplir con la decencia. WhatsApp ejerce de latido histérico, marca los minutos con nuevas de un lado y de otro. Hasta me trae en delivery el pregón del alguacil de l'Albi, el pueblo de mi padre: "Quienes vayáis a comprar a las tiendas del pueblo tenéis que hablar lo mínimo. No hace falta que digáis ‘bon dia', ‘adeu', ni si hace frío o calor, eso no interesa a nadie. Lo único que interesa es que pase esta mierda lo más rápido posible. Y la única manera es haciendo bien las cosas". La civilización no ha desaparecido, sigue custodiada en los pueblos de piedra con campanario.

 

@bonetjoana 

Leer más
profile avatar
8 de abril de 2020
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.