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Aquel día

Por 9 de abril de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Somos muchos en recordar cómo empezó aquel día, y lo que cada uno hizo a continuación o tenía previsto llevar a cabo, según la parte del mundo adonde nos llegase la noticia de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Nadie que lo viera en tiempo real aquel día ha olvidado el impacto del segundo avión, las torres humeantes, las mujeres y hombres lanzándose al vacío para no abrasarse; el dolor de la muerte repentina de 3000 personas contenido en las pocas horas de una suave mañana americana.

La sensación de espanto fue superior así, aquel día, a la que sentimos en la primera fase de expansión de algo ajeno y todavía sin definir; algo que podía matar pero con ribetes exóticos y pintorescos: un mercadillo oriental, unos animalitos con rara cara de buenos, el extraño nombre que pronto se le dio al mal, entre lo novelesco (el virus corona, ni más ni menos) y lo aeroespacial (la Covid-19).

El atentado del 11/9 inició un dispositivo terrorista que afectó a España pronto y se extendió sin cesar por muchos países, con distintos programas de venganza religiosa. Desde el comienzo, aquella y esta tragedia actual han tenido similitudes: el conteo variable de sus víctimas, los relatos falsos nacidos del interés político o el provecho económico. Pero hay entre ambas una diferencia capital, la que contrapone la plaga fortuita a la deliberada matanza con "garantía de significado", como la llama Roberto Calasso escribiendo sobre el yihadismo en su libro La actualidad innombrable.

No será fácil que haya un día preciso ni una sola imagen, en nuestro recuerdo futuro de supervivientes, para señalar el fin de esta pandemia. Su insignificante casualidad, su inconsciencia carente de odio, no alivia la hecatombe pero le quita la voluntad de hacer daño. La bacteria no sigue doctrinas. De ahí la esperanza de que el bien de la ciencia la neutralice. Su final será nuestro principio.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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