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Los muebles

Los muebles tomados en su conjunto forman una primera población o población autóctona que ocupa, a su manera fundacional, la casa. El mobiliario forma por sí mismo, aparte de sus usos y prestaciones, un sistema autónomo que opera antes de que se hospede nadie y sigue operando, también, cuando la casa se desaloja, sea temporal o definitivamente.

Los muebles se comportan, como los demás objetos, menos como bultos esclavizados por la propiedad que como figuras de un cosmos encriptado. Cada pieza del amueblamiento se relaciona así antes y mejor con otras  piezas del amueblamiento que con el carácter del usuario.

 Más aún, la principal condición que define al mobiliario no es la prestación de servicio sino que como, puede apreciarse con frecuencia  determinados muebles adquieren pronto o tarde un rango simbólico de tanta prestancia que jamás se somete a ninguna superioridad a lo largo de  su existencia. Pero igualmente, incluso muebles considerados inferiores a primera vista defienden su independencia con toda energía, tan radical como convincente.

Se vive con los muebles y no sirviéndose de ellos puesto que tanto los seres humanos como sus enseres comparten la escena como una reunión de dos  mundos constituidos.. En los casos más extremos, ni el muerto es capaz de absorber la personalidad de la cama por larga que fuera su agonía ni el sillón de orejas llega a ser una pieza que evoca, más allá de un intervalo,  el aliento del huésped.

 Cada mueble puede presentar un aire servicial como, en general, los demás objetos domésticos, pero al igual que sucede con el personal de servicio, odian secretamente a quien se aprovecha de ellos. De otra parte, los muebles de una habitación no se configuraron, desde el Gótico, como piezas únicas o aisladas sino que nacieron en racimo para armonizarse entre ellas a la manera de una plantación originaria y autónoma. El habitante llegaba después.

La mayoría de los muebles remedan desde hace tres siglos determinados rasgos antropológicos y hacen burla de ellos sea mediante las patas retorcidas, las asas imposibles, los cabezales deformados. Y de ahí también la facilidad con la que en los dibujos animados o las obras surrealistas jugaron con las patas o las piernas, los espejos y los rostros, sus brazos y los  brazos.

En estos y otros muchos supuestos el mueble ridiculiza la vana prepotencia a la que se siente sometido y caricaturiza con sus piruetas la figura del proclamado amo. Pero del mueble no es siquiera amo el ebanista puesto que pronto en su fabricación el material adquiere otra vida diferente a la madera y escapa de sus amorosas manos. Adquiere una vida tan intensa que la visita a una casa poblada de muebles pero  desierta de personas se escuchan voces y mensajes turbadores, todos ellos correspondientes a un universo pavoroso. Los muebles nos rodean y callados, expuestos a la observación, nos desazonan más que nos sosiegan.

La  necesidad que se tiene de ellos contrasta con los tiempos medievales en que su  patente ausencia comunicaba con dios y la buena conciencia. En el pensamiento mágico el vacío, el cielo despejado,  convoca el prodigio mientras la habitación sobrecargada, la visión barroca lleva a la representación demoniaca o infernal.  Imposible imaginar un milagro entre un cuarto de piezas (estilo "remordimiento") y, sin embargo, el aura  divina cae sobre un solar despojado.

 El confort del mueble burgués, temeroso de la muerte,  contrasta con el confort medieval y su hálito de fácil pasaje entre la nada y el infinito. Una habitación medieval parece acabada aunque no contenga mobiliario alguno. Está vacía pero, absoluto, parece incompleta o desnuda. Se trate de una catedral, un refectorio o un dormitorio, las  proporciones, las formas, los materiales dan plenos poderes a la arquitectura. 

Con esta misma inspiración. la arquitectura puritana y pura de la Bauhaus  simplificó el mobiliarios y diseñó el estar con elementos leves o ayunos. En  la metáfora de la casa como útero o cobijo, la plétora de elementos remite a los pecados de gula. Pero también el pecado alcanzaba a la pretensión de ostentación, acumulación de tesoros o muebles suntuosos que despertaran la envidia de otros mientras simbolizaban la fuerza del poder mercantil.

La casa saludable de principios del siglo XIX respetaría la virtud de la higiene. Una virtud que emparentada con la medicina no agotaría ahí su significado. Los principios del concepto de higiene introducían, junto al aire fresco, una vigorosa libertad que deshacía penumbras y disciplinas morales. El interior se abría al exterior mientras quebraba su orden carcelario. El  mueble oscuro y recargado pasaba a ser más liviano y claro porque, en conjunto, la liberación individual requería también la liberación de los enseres. ¿A qué otra cosa no alude el "armario" sino al "almario", y la consolación  a, la consola ¿O cómo no constatar la asociación, de un lado, entre muebles pesados y periodos de  economías estables y, de otro, muebles desmontables  y economías volátiles?   

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4 de febrero de 2010
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Nostalgia del héroe

 

Hace tiempo que sabemos que la poesía admite hasta golondrinas. No han dejado de pasar pájaros y pajarracos. Conozco poesías en las que el protagonista es Torrebruno, aquél bajito italiano que salía por la televisión y cantaba para niños. La poesía, "cuartel de invierno", camino de primavera, hojas de otoño o mar de los veranos, sólo vale cuando es capaz de encontrar su verdad. Unos años atrás leímos a José Luis Rey, poeta y pensador cordobés, que nos había regalado unos cuántos poemas de luz y palabras. Ahora completa ciclo y llama "Volcán vocabulario" a su último libro. Sigue convocando a la poesía para que baje del horizonte y nos pille durmiendo con los ojos abiertos.

Me gustan muchos de sus poemas. Elijo uno con la figura del héroe. Nunca me han gustado muchos los héroes, ni los actos heroicos, algo que no se arregla con la edad. Un descreimiento que aumenta y que amenaza con dejarme a la intemperie, en un mundo ausente de héroes. Al menos nos queda el recuerdo de algún héroe de la infancia. Un héroe, por ejemplo, como el del poema de José Luis Rey. Uno de esos héroes que le vendría bien conocer a Leire Patín para que no confunda a Rodríguez Zapatero con un héroe.

 

"EL HÉROE

 

Nadie entendía cómo lo había logrado. No se lo dejaban

tener en clase, y el gorrión frágil se quedaba horas y horas

en la ventana. De vez en cuando volaba, o saltaba asustado

por el ruido de los coches, o se iba a posar sobre el escudo

de hierro barato del ayuntamiento. Pero, en los recreos,

entre clase y clase, el niño le silbaba y el gorrión

domesticado acudía a posarse en su hombro, heraldo vivo

del cielo, y tomaba las migas de pan que su dueño le daba.

 

 Y todos los demás jamás tuvimos admiración tan grande

por un héroe. En círculo, mirábamos  a ese niño con su

gorrión en el hombro, emperador de la infancia, alejarse

lentamente por el umbrío pasillo, que se iba llenando de

hierba, como cuentan que ocurre en las leyendas"

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4 de febrero de 2010
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La patada en el hormiguero, con una apostilla

Obama ha pegado la patada en el hormiguero. La pérdida del escaño de Massachusetts ha sido el catalizador. Pero se veía venir. Varios documentos elaborados por prestigiosos think tanks de ambas orillas venían advirtiendo una seria avería en las relaciones políticas entre EE UU y la Unión Europea. Aunque la bofetada es en el rostro de Zapatero, Europa es quien va pagar el giro de Obama hacia la política interior.

Las cumbres bilaterales con la UE ?nunca han sido populares entre los presidentes americanos?, según señala el documento Hombro a hombro. Forjando una relación estratégica EE UU-EU, elaborado por un grupo de think tanks de ambas orillas, bajo la dirección de Daniel Hamilton y Frances Burwell. Según sus redactores, cumbres como la que había que hacer en Madrid ?eran como la visita al dentista: tienes que hacerlo pero siempre es molesto?. El desplante de Obama pone en evidencia un problema de fondo. La relación entre la UE y Estados Unidos es muy estrecha, pero está llena de redundancias, disfunciones y excesos burocráticos que incomodan a Washington. Se solapa, además, con la auténtica institución transatlántica que es la OTAN, aunque ésta también se halle en crisis y en plena prueba de fuego en Afganistán. Obama salió muy insatisfecho de las dos anteriores, celebradas el pasado año, en Praga y otra de vuelta en Washington, en la que eludió su participación en el almuerzo final. Pero ni siquiera estos fiascos habían hecho cambiar hasta ahora los planes del presidente norteamericano, que tenía previsto asistir a la Cumbre con la UE en Madrid en abril, en contra de lo que ahora ha afirmado la Administración norteamericana. Obama es un presidente que no quiere dar ningún paso sin tener toda la información y conocer al dedillo la trascendencia de la decisión. George Bush asistió a todas la cumbres porque sus asesores consideraron que era lo conveniente, pero por sí mismo no podía poner en duda su funcionalidad. No es el caso de Obama, que raciona y dosifica su tiempo en función de las prioridades y no de los compromisos. Su horario es el más caro entre todos los políticos mundiales y se organiza por cuartos de horas, unidad mínima de tiempo que la Casa Blanca considera suficiente para asimilar un problema, despachar una entrevista o consultar una cuestión con sus asesores.

Los viajes al extranjero, muy abundantes en su primer año, paralizan su agenda interior, donde ahora se centran las prioridades, por lo que es del todo lógico que ahora quiera concentrarse, a la vista de las elecciones de mitad de mandato de noviembre, en las que se juega la doble mayoría en las cámaras. Obama sólo habría asistido a la Cumbre de Madrid esta primavera si algo sustancial y realmente relevante hubiera estado en juego. No es el caso: la UE no es un problema ni le sirve a Washington para resolver problema alguno.

En el fondo, ha seguido al pie de la letra la recomendación de un think tank europeo, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, en un paper donde se puede leer que ?la relación trasatlántica no necesita más cumbres, foros ni diálogos? y que ?visto desde Washington, la ronda anual de cumbres EE UU-Europa se ha convertido en un ejercicio de pantomima?. Sus autores, el británico Nick Witney y el americano Jeremy Shapiro, recomendaron también que se descartara la idea inicial española de aprovechar la presidencia para revisar la Nueva Agenda Trasatlántica, firmada en 1995. Tal propuesta ?sólo dañaría la credibilidad de Europa en Washington?, señalan. Aunque la diplomacia española pudo captar a tiempo la necesidad de rebajar las expectativas acerca de la Cumbre, no percibió que lo que estaba en crisis era la cumbre misma. Ningún presidente desde hace 17 años ha dejado de asistir a estas aburridas reuniones, que fueron semestrales con Clinton y se convirtieron en anuales con Bush. Es evidente que la arquitectura de las relaciones ha quedado obsoleta, pues corresponde al mundo tal como era en 1994, cuando se aprobó la Nueva Agenda, con una Europa todavía de 15 miembros y sin el euro.

El documento elaborado en similares fechas por dos think tank españoles, el Instituto Elcano y la Fundación Alternativas, en cambio, considera todavía que la presidencia española constituye ?una oportunidad para replantear la relación trasatlántica? y para que España actúe ?como puente entre los EE UU y la UE?. La renovación de la Agenda Trasatlántica que proponen incluye la posibilidad de una solemne Declaración de Interdependencia, que debería salir de la cumbre ?como mensaje político de gran calado?. En contraste, el documento antes citado Hombro por hombro subraya que el problema no es de estructuras organizativas, sino de falta de voluntad y de visión política por parte de las principales capitales europeas. Cada vez que se ha producido una discrepancia sustancial dentro de la UE se ha resuelto por la vía de la complicación burocrática: creando una nueva y compleja institución, buscando derogaciones temporales de los tratados o aplicando el método clásico de los pequeños pasos que conducen finalmente a un cambio. Lo que pide EE UU con su brusco desdén es que los 27 busquen rápidamente el consenso en los temas estratégicos en los que la cooperación entre Europa y EE UU puede dar resultados tangibles: la relación con Rusia, el estatus de Turquía, la negociación de paz en Oriente Próximo o la guerra de Afganistán.

En vez de una superpotencia dispuesta a trabajar hombro con hombro (de ahí el título del documento), Washington suele encontrar todo un abanico de matices, que pueden ir desde la voluntad de actuar como contrapoder (Francia) hasta la entrega incondicional (Reino Unido), que luego se expresan en una cacofonía incomprensible para los presidentes americanos. Estas actitudes estimulan la tendencia natural norteamericana al unilateralismo. No hay aliados más próximos que los de la UE, ha señalado la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pero a la hora de la verdad la obamanía europea se ha traducido en escasos resultados tangibles: dificultades para mandar tropas a Afganistán, escasas ofertas para recibir presos de Guantánamo, problemas por parte del Parlamento Europeo en la cooperación policial con los sistema Swift de datos bancarios y PNR (Passanger Name Record) para el control de pasajeros aéreos. Sólo faltaba que los europeos criticaran abiertamente a Obama por su acuerdo con Brasil, India, China y Sudáfrica (los BRICS menos Rusia) sobre medio ambiente en Copenhague o que los franceses expresaran su malestar por el desembarco de los marines en Haití para que la Casa Blanca perdiera ya la paciencia.  (Hasta aquí, el análisis que se publica también en el diario con fecha de hoy. Los párrafos que vienen después son una apostilla que completa mi reflexión sobre la suspensión del viaje y de la Cumbre.) El desaire permite dos lecturas perfectamente compatibles. La primera: el perfil de los recientes nombramientos de presidente del consejo y de alto representante, Herman Van Rompuy y Catherine Ashton respectivamente, revelan la débil voluntad europea de jugar como un agente global, a lo que Estados Unidos responde poniendo patas arriba el calendario de encuentros a su máximo nivel. Segunda: Washington aprovecha el vacío creado por el paso de la Europa del Tratado de Niza a la Europa del Tratado de Lisboa, evidente incluso en el lento calendario de hearings parlamentarios y en la toma de posesión la semana próxima, para impugnar un esquema en el que no se han sentido nunca cómodos y que molesta todavía más al nuevo presidente. Lo peor para España ha sido la sorpresa: el Gobierno se enteró por la prensa y sólo recibió explicaciones oficiales tres horas después. Y las malas formas, naturalmente. Obama ha intentado compensar el mal trato con la invitación hoy al Desayuno Nacional de Oración. Pero el daño ya está hecho. A la UE, por supuesto, que está obligada a reaccionar y a hacerlo revisando sus propios defectos, no buscando las culpas al otro lado del Atlántico. Y a España y su presidente, claro está, aunque sea escasa la responsabilidad de este lado; si acaso, la falta de perspicacia de su diplomacia. Pero en todo caso, está visto que una presidencia europea ya no es una oportunidad de lucimiento, sino una trampa para elefantes, sobre todo en mitad de una crisis económica tan severa. Nouriel Rubini señalaba ayer en el Financial Times que ?ninguna unión monetaria ha sobrevivido sin una unión fiscal y política?. Lo que le falta a Europa para que Obama asista con regularidad a las cumbres es lo mismo que le falta para abordar razonablemente la crisis. Y sólo estamos en los primeros compases de la aplicación de ese Tratado de Lisboa que debía convertir la UE en un agente global.

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4 de febrero de 2010
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Sergio Galarza, paseador de perros

Descubrí a Sergio Galarza cuando estaba buscando cuentos para la antología Se habla español. Iván Thays me sugirió que leyera su libro de cuentos. Me encantó. Esto fue hace una década. Luego conocí a Sergio. En Madrid aprendí de su talento para el fútbol y de su pasión por Joy Division. También leí el manuscrito de una novela que estaba escribiendo, Paseador de perros. Me entusiasmó su publicación en el Perú (Alfaguara) y me alegra aun más que ahora Candaya la edite para España y que Sergio haya sido elegido talento joven de la FNAC.

El texto que reproduzco a continuación con leves alteraciones lo publiqué en este mismo blog en diciembre del 2008, cuando salió la edición de su novela en el Perú:  

Una vez Alberto Fuguet se quejó de los escritores solipsistas; estaba cansado de cuentos y novelas con otros escritores como protagonistas. Me dijo que eso no pasaba en el cine, no había muchas películas sobre escritores de cine, y que quería leer novelas con pilotos de avión, plomeros o vendedoras de perfumerías en los papeles principales. Se me ocurrió pensar en los pilotos de avión, que siempre me habían fascinado, quizás porque lo que hacían era lo más opuesto a lo que yo podía hacer. Ahí había una novela. Pero yo no la escribiría.

Cuando leí Paseador de perros, se me vino a la mente la charla que tuve con Fuguet. Porque Sergio Galarza ha escrito sobre un paseador de perros en Madrid. Si buena parte del éxito de una novela se decide a partir de la elección de un punto de visto original, Sergio lo ha encontrado: "Trabajo paseando perros, también cuido gatos y limpio la jaula de un mapache, ese mamífero gris plata que lleva un antifaz negro como los osos panda. He realizado toda clase de trabajos desde que iniciara este peregrinaje por la ruta incierta de los anhelos, pero nunca imaginé que me haría cargo hasta de un mapache. Al comienzo pensé que pasear perros me alejaría de la gente y sus taras".

El narrador nos descubre la cara de Madrid que los turistas no suelen visitar-todas esas ciudades en el área metropolitana de la capital española: Alcorcón, Coslada, Pozuelo-a que lo lleva su trabajo. Es duro en sus opiniones, no le caen bien los inmigrantes (y eso que él es un inmigrante), es un sufrido hincha del Atleti, pero tiene, como canta Charly García, "calambres en el alma" por su relación desencontrada con su novia, Laura Song. Está encariñado de Odo, el mapache, y sabe mucho de música: Baxter Dury, el señor Chinarro y Nick Drake se encuentran entre sus obsesiones. Y eso lo lleva a opinar cosas como esta: "estoy harto de aquellos escritores que siempre fungen de conciencias ciudadanas, acomodados a la izquierda de las ideologías. Defienden los derechos humanos y creen que por ello les está perdonado publicar sus novelas contaminadas de buenas intenciones y respuestas a los problemas del mundo... ¿Por qué no escriben sobre Nick Dake, Epic Soundtracks o Johnny Thunders?"

La novela de Sergio me transporta a mis días por Chueca y Malasaña, cuando salíamos a lugares como el Garaje Sónico, la Vía Láctea, el Tupperware, La Vaca Austera. Una noche, Sergio me habló en uno de esos bares de sus planes de escribir JFK, su segunda novela, basada en un personaje de Paseador de perros (el jefe del narrador). Yo la espero.

Para leer entrevistas a Sergio y reseñas de la novela en España, pinchar aquí.

 

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3 de febrero de 2010
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Dos monedas y cuatro mercados

Tiene ocho años y una confusión enorme. Hoy en la mañana, su madre le puso en la mano una moneda de 25 centavos después de decirle ?aquí tienes cinco pesos?. Miró la superficie brillante con el escudo de la república calado en una cara y al dorso la espigada torre de la ciudad de Trinidad. Aunque nació en un país económicamente esquizofrénico, aún no está acostumbrada a alternar de los pesos cubanos a sus parientes convertibles. En la escuela, la maestra nunca le ha hablado del asunto; para explicárselo se necesitaría toda una asignatura de todo un semestre. Tampoco en su casa le aclaran mucho, como si a los adultos les pareciera normal que en los bolsillos se mezclaran dos ejemplares monetarios. En Cuba, existen cuatro formas de mercado y dos diferentes tipo de dinero para pagar en ellos. Cada mañana las amas de casa esbozan en su cabeza ?sin mucho aspavientos?  el plan de cuál de ellos usarán para comprar en qué lugar. Es una operación aritmética que lleva unos segundos, tras los cuales subyacen tres lustros de haber asumido la dolarización y su posterior ?fantasma?, el peso convertible. La conversión se hace constantemente y hay vendedores que aceptan lo mismo esos simbólicos billetes que nos entregan en el salario que los otros con un valor 24 veces mayor. Por una piña podemos pagar tanto 10 pesos en moneda nacional ?el sueldo de una jornada de trabajo? como cincuenta centavos del llamado popularmente ?chavito?. Algunos turistas no están al tanto de semejante enredillo y adquieren a la reina de la frutas con una decena de pesos convertibles. Ese día el mercader cierra rápido el puesto y regresa a casa feliz del equívoco. La generación de mi hijo no alcanza a comprender cómo es eso de vivir con una sola moneda. Creo que tienen un desarrollo especial en la zona del cerebro donde termina por aceptarse lo absurdo, en esas conexiones neuronales que tramitan lo inadmisible. Realizan las conversiones cambiarias con la facilidad de quien ha aprendido dos lenguas desde pequeño y las intercala sin gran esfuerzo. Sólo que el aprendizaje de varios idiomas siempre es algo enriquecedor, pero el asumir como natural la dualidad financiera es aceptar que hay dos posibles vidas. Una de ellas es achatada y gris, como los centavos nacionales y la otra ?que le está vedada en toda su extensión a una buena parte de la población? parece llena de colores y filigranas, al estilo del billete de veinte pesos convertibles.

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3 de febrero de 2010
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El dolor de cabeza

Dependiendo de las jaquecas que sufre el padre o la madre, especialmente, los hogares podrían dividirse en dos. Aquellos que conocen y practican el ritual funerario que desencadena la migraña y los que no viven esta clase de jornadas sacrosantas en las que el suplicio, siempre invisible, evoca los días de la pasión de algún personaje de elevada relevancia.

El dolor de cabeza representa, por su localización por su incomunicabilidad y por sus extrañas causas, el dolor humano de mayor indocilidad y empaque. De hecho parece que ese dolor de antemano escoge  a personas  delicadas y de una inteligencia peculiar. No duele quizás la inteligencia misma  pero ¿quién puede dudar que esa materia debe intervenir de algún modo en la diagnosis? A mayor profundidad o incertidumbre de la inteligencia conflictiva, mayor profundidad y enrarecimiento del dolor. A mayor extensión craneal del pensamiento mayor propensión a sufrir la ansiedad de su advenimiento.  Pero también, será cooperadora una especial  delicadeza del espíritu, junto a una sutileza neuronal originaria, obviamente frágil, para justificar su aterrizaje.

 No en cualquier espacio, no en cualquier clase del  solar,  toma cuerpo o se empadrona el dolor de cabeza. Tampoco se conocen casos egregios de que esa clase de malestar se deposite sobre los más tontos o demasiado ignorantes.

Todo dolor de cabeza y tanto cuanto más fuerte y regular es, impulsa el progreso intelectual de la historia. Es parte central de la cultura/culta y ¿quién podría negar que la más venerada de todas ellas, la cultura de los mártires, los locos, los prisioneros de un mal que ningún especialista sana?

Efectivamente, casi todas las dolencias crónicas procuran  mucho carácter y se acogen, socialmente, como un extraño galardón en la existencia del paciente. Puede pasarse por este mundo sin padecer un dolor crónico y de hecho la medicina se esfuerza para que incluso, en el filo de la muerte, no duela nada pero este confort es también una manera de borrar importantes argumentos,  referidos tanto a la cosmología del dolor puro como de sus afluentes. Quien siente dolor mira más lejos y desde mayor profundidad de acuerdo con el dictamen romántico que aún persiste en nosotros.

 A quien le duele de forma crónica una parte del cuerpo soporta una forma de estigma cuya singularidad lo distingue del montón acaso indoloro o sin marca. Lo lacerante, lo incurable, lo insufrible concede un aura asociable a  la dorada penitencia que cualquier mesías experimentó para cumplir la magnitud de su empeño.

Entre todos esos estigmas la jaqueca es topológica y simbólicamente el dolor perfecto para creerse más. Es un dolor que no mata, sólo invalida para mostrarse como un cuerpo donde estalla la cabeza. Pero no destruye, realmente, sólo irradia hacia sí siendo únicamente el que es en su exasperación máxima. Con su dominio  no desea extraer provecho alguno, ni dañar siquiera el funcionamiento siguiente.

Se conforma con estar a la manera en que lo hacen los seres superiores cuando se revelan luminosamente. Consternan al receptor y esa consternación es el absoluto de su meta.

En los hogares donde llega con regularidad  el dolor de cabeza se preparan de antemano los analgésicos, el grado de luz, los hielos o la colonia en las sienes para cumplir con detalle el tratamiento. Se recibe el dolor y el hogar se dispone para prestarle un acomodo confortable y acaso lenitivo. Este dolor llega y se va hasta el próximo día, es un dolor que desaparece y regresa al domicilio del cuerpo. Al hogar que ese cuerpo propenso representa y donde se hospeda  como en una fonda que califica y marca. Así, como el Mal del mundo, este dolor transmigra pero a diferencia del mal universal, inhumano, arbitrario y delictivo, el dolor de cabeza enumera a sus pupilos, vigila sus pasos y decide el momento crucial para asestar su golpe de tormento y de  prestigio. 

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3 de febrero de 2010
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¿Se puede sobrevivir a la vergüenza?

Decía Zaratustra que pensar, pensar seriamente, no es algo que exija una gran inteligencia, pero sí un considerable coraje. Nadie vaya a creer que Kant o Wittgenstein nacieron con una inteligencia superior a la de sus coetáneos, pero eran más valientes, de eso no cabe duda. Casi toda la gente dotada de una gran inteligencia dedica su talento a forjar una buena vida, segura y confortable. Sólo unos pocos la emplean para enterarse de algo y compartir luego con sus semejantes lo que han podido saber antes de convertirse en un puñado de polvo.

    Hay otros humanos también valerosos, pero cuya tarea no es la de enterarse de algo, sino dar una forma perdurable a eso de lo que se han enterado. Así, en lugar de iluminar nuestra inteligencia nos agudizan la imaginación. Solemos llamarlos "artistas", palabra que ha perdido toda dignidad, pero que usamos a falta de otra mejor. Así que un artista de la palabra, J.A. González Sainz, acaba de publicar la última de sus valientes novelas. Ésta se llama "Ojos que no ven" (Anagrama) y como en las anteriores su protagonista, una especie de Orfeo ético, nos permite visitar el infierno de la miseria moral y salir con vida.

    No deja de ser escandalosa la cantidad de novelas y películas que se siguen dedicando a las atrocidades de la guerra civil del siglo pasado, frente a las escasísimas que ahondan en las atrocidades actuales. ¿De qué se nutre el odio de un inmigrante en el País Vasco, para que a los pocos años se transforme en un asesino nacionalista? ¿Cómo se soporta la humillación de vivir en una sociedad satisfecha con su vileza moral? Las causas de la degeneración ética son razones para la inteligencia, pero sus figuras, sus símbolos, sus caracteres, son formas para la imaginación.

    La novela de González Sainz usa una rigurosa lengua literaria para construir un relato que en ocasiones proyecta una sombra bíblica. Quizás porque sólo el desolado mundo de las gentes aplastadas por un Dios despiadado es capaz de encarnar metafóricamente la errancia en el desierto de las víctimas vascas.

 

Artículo publicado el sábado 23 de enero de 2010.

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3 de febrero de 2010
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Objeción a una tesis de Schrödinger

En un texto anterior me refería a la tesis del físico  Erwing Schrödinger, según la cual   uno de los rasgos que singularizan a la civilización griega sería la convicción de que el conocimiento del orden natural transforma al que accede al mismo, pero no modifica el objeto u objetos conocidos. He de volver sobre este asunto, pero antes  debo sin embargo hacerme eco de la objeción que me hace el profesor de la Universidad del País Vasco Gotzon Arrizabalaga, señalándome un texto de Platón (Parménides 249 a) en el que uno de sus personajes emblemáticos, designado como El Extranjero, dice a su interlocutor Teeteto:

"Si conocer es hacer algo, ser conocido, ser conocido será acontecerle algo a uno. Y el ser, que según este razonamiento es conocido por el acto cognoscitivo, en cuanto es conocido, recibe al acontecerle tal cosa un m

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ovimiento, lo cual decíamos que no era posible que aconteciera a lo que está en quietud"

La base del argumento es que aquello que pierde su quietud (para lo cual bastaría ser conocido) es transformado. Y figurando tal hipótesis en un texto paradigmático del pensamiento platónico sería difícil asumir la tesis defendida por Schrödinger. La objeción es tanto más seria cuanto que el tema es tratado por Platón en otros diálogos, y desde luego sería fácil encontrar referencias al asunto en otros autores, Aristóteles entre ellos. Y sin embargo creo que la tesis de Schrödinger encierra mucho de verdad si nos situamos en el ámbito de la creencia profunda más bien que en el de la reflexión filosófica. Se diría que ha sido necesario el efecto de ese vendaval teorético que es la Mecánica Cuántica para que pudiera desquebrajarse la creencia en la neutralidad del conocimiento respecto de esa Physis,  naturaleza, que sería objeto del mismo. En el próximo texto retomaré con mayor precisión lo que Schrödinger dice, y en que contexto lo hace.

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3 de febrero de 2010
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I. La pasión de contar

Allá por comienzos de los años setenta cuando yo vivía en Costa Rica recibía puntualmente los paquetes de novedades que me enviaba desde Buenos Aires Fernando Vidal Buzzi, director de la Editorial Sudamericana, y entonces fue que me encontré por primera vez con el nombre de Tomás Eloy Martínez en la tapa de su novela Sagrado, que era la primera que publicaba y que años después,  cuando llegamos a ser amigos entrañables, él solía desechar con sonrojo a la primera mención porque la consideraba una novela en la que se había dejado seducir por las palabras más que por la pasión de contar una historia.

            Nunca nos vimos en mis visitas a Venezuela para los primeros años tan deslumbrantes de la revolución sandinista, cuando él dirigía el memorable Diario de Caracas,  pero sabía que detrás de las preguntas que sus periodistas me hacían cuando enviaba a entrevistarme, estaba su mano de exiliado de una dictadura militar que veía en los acontecimientos de Nicaragua la esperanza de que pudiera haber por fin en el continente un cambio genuino, lejos de los moldes ideológicos, cambio que al fin, por desgracia, no se dio, y tanto que lloramos los dos sobre aquella leche derramada cada vez que nos acordábamos.

            Nos conocimos en Buenos Aires en noviembre de 1988 cuando, en esa extraña escisión que me imponía mi cargo en el gobierno revolucionario, llegué para cumplir con una visita al presidente Raúl Alfonsín, y a la vez para estar presente en el lanzamiento de mi novela Castigo Divino, publicada también por Sudamericana, y que Tomás presentó una noche en el Centro Cultural Belgrano, con público del mundo político, las madres de la Plaza de Mayo a la cabeza, y del mundo literario, clara consecuencia de la propia dualidad de mis oficios.

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3 de febrero de 2010
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Demonios

Siempre lo más difícil ha sido terminar bien. Cuando se ha mandado mucho, cuesta mucho mandar poco. Cuando todos han estado pendientes de uno, cuesta mucho pasar desapercibido. De ahí la tentación suprema de los ex, el momento crucial en que el demonio que llevamos dentro nos pide arremeter contra los más jóvenes, y más si son los sucesores; aferrarnos a la gaita de cualquier tiempo pasado; entonar la cantinela de conmigo no pasaba y hasta dónde vamos a llegar.

Lo más fácil es gritar unidad, unidad, unidad. Pero el camino de quien se siente desposeído del poder conduce a buscar el desgarro, la separación, la guerra civil incluso. Del poder debe sentirse uno liberado, descargado, con toda la satisfacción que se quiera sobre esa cosa del deber cumplido, etcétera, pero libre al fin. Entonces es el momento de gozar de la libertad y la sabiduría de haberlo poseído. Cuesta curarse del poder. Pero hay quien vive el poder como una enfermedad incurable. Si ha tenido mucho, quiere tener más. Si lo ha perdido, quiere recuperarlo. Si renuncia, es para conseguir luego un poder más abrumador todavía. Quienes caen en esta última tentación son esquinados aulladores de un rencor insoportable que les devora y devora a sus amigos. Aprovechan cualquier circunstancia para asestar golpes que creen mortales sobre sus sucesores, a veces con mayor saña cuando se trata de gente de su propio partido. Un ex necesita una buena cura de desposesión, como los endemoniados. Pasado mucho tiempo, cuando termina, esas almas ya sanadas de su enfermedad pueden volver a prestar servicios a todos, a sus amigos, a la sociedad. Pero hay algunos que no curarán jamás e irán cultivando en su corazón una negra flor que explotará de vez en cuando hasta dar frases solemnes y exageradas, preñadas de odio y resentimiento: ?Nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo?.

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3 de febrero de 2010
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El Boomeran(g)
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