Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

BOLÍVAR SEGÚN LYNCH

Acabo de leer Simón Bolívar: A Life de John Lynch (Yale University Press). Primera biografía en lengua inglesa en más de medio siglo. No tiene el encanto de un gran relato; Lynch, famoso hispanista de la University of London, no intenta seducir por la potencia de evocación de su escritura. Tampoco ofrece una abrumadora montaña de detalles que pretende decir todo. Entrega una síntesis. Una obra que no olvida nada pero busca limitarse a lo fundamental, con énfasis en la historia de las ideas políticas del Libertador. Una tarea difícil, quizás imposible, por el pragmatismo de esta figura decisiva en la búsqueda de la independencia de América Latina.

Lynch tiene una mezcla de cariño y de fascinación para Bolívar. Su libro no se parece al retrato nutrido de antipatía de Salvador de Madariaga. Pinta tres figuras muy distinta: primero, la del revolucionario, que busca cambiar la sociedad y las leyes tanto en su país como en lo que es hoy la vecina Colombia; segundo, la del libertador que trae la independencia a los Andes e intenta vender una revolución en el mismo paquete; y, por fin, la figura del arquitecto de instituciones, que se decide a construir una solución universal para todas las tierras liberadas del colonialismo español. Veredicto: el revolucionario se equivocó, pero vivía una fase de aprendizaje; el libertador es un maestro en el momento de elegir entre guerra y política; el arquitecto es un soñador de instituciones, siempre golpeado por la realidad, pero un verdadero pensador digno de su maestro Montesquieu.

Lo bueno de Lynch es que estimula a su lector. No lo voy a negar y, más bien, entrego unos apuntes de mi lectura:

1. Sólo hay dos visiones políticas acabadas en la carrera de Bolívar: por una parte, el discurso que entregó al parlamento de Angostura; y por otra, la constitución boliviana. Todo el resto se parece más a respuestas puntuales que a construcciones completas.

2. Bolívar nunca se quita el temor de la élite criolla: la aparición de la “pardocracia”, el gobierno de los pardos (que son los mulatos, zambos, mestizos, y hasta los isleños de las Canarias en cierto momento en Venezuela).

3. El contexto del caos configura mucha de las decisiones de Bolívar. El Libertador, dice Lynch, “tenía que tomar decisiones bajo intolerable presión de demandas contradictorias”. Este contexto le impedía dedicarse a construir un orden, más bien se limitaba a superar los problemas ineludibles a corto plazo.

4. El concepto de “gloria” es una clave de la acción de Bolívar y también un concepto difícil de entender. Lynch dice que Bolívar quería más a la gloria que al poder. En todo, buscaba su gloria. ¿Pero que hacía decir la palabra en la época de Bolívar? Lynch reconoce su impotencia para definir la gloria, cita a San Agustín y el rey de Francia Luis XIV sin resolver su carencia.

5. La figura de Bolívar conviene a los dictadores de Venezuela. Antonio Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras aprovecharon de la historia del Libertador para justificar su acción y su autoritarismo. Al hacer lo mismo, ahora con el concepto de un “populista Bolívar”, Hugo Chávez Frías a creado una “nueva herejía”.

6. Mas allá de su calidad formal, la novela El General en su laberinto de Gabriel García Márquez, propone una asonancia perfecta con la biografía de Lynch. Recuerdo la primera frase, cuando José Palacios encuentra al derrotado Bolívar en la bañera y, de verdad, tengo mas ganas de volver a leerla que de estudiar las carta de Jamaica. El historiador Lynch confirma la visión del novelista Gabo.

Leer más
profile avatar
10 de agosto de 2006
Blogs de autor

Otra crónica del niño gris

Con los años uno se pone quisquilloso. Muchas cosas que parecían brillar con fulgor de oro terminan reveladas, al paso del tiempo, en su impostura o peor aún, en su vulgaridad. Así perdí el respeto por buena parte de los periodistas de mi país; quizás se deba a que los conozco demasiado, y que al verlos de cerca les descubrí las costuras, o el ansia de figuración –indominable, en muchos casos- que abarata lo que dicen. Sin embargo nunca dejé de creer que Rodolfo Walsh es un modelo a seguir, seguramente porque excelía como periodista y como escritor, pero ante todo (esto es lo más difícil de imitar) porque tenía una ética de la que no se apeó ni siquiera cuando le adelantaron la cita con la muerte. (Me vino a la cabeza un recuerdo, permítanme la digresión. Una vez apliqué a una beca para hacer un Master de Periodismo en Harvard. La instancia final suponía una “entrevista” con un figurón del periodismo local, que funcionaba como filtro. Me tocó la peor de las opciones posibles, un tipo de la radio y de la TV a quien yo despreciaba, amigo del poder, liberal siempre y de derechas si hace falta. La conversación fue incómoda, hasta que llegó lo que entendí era la pregunta clave. El hombre me pidió que nombrase una obra que yo considerase un modelo de periodismo. Opté por el sincericidio: le dije que mi modelo era Operación masacre, la obra consagratoria de Walsh. Fue como decirle a George Bush que admiraba la oratoria de Fidel. Nunca obtuve la beca, como imaginarán.)

Lo que nunca perdí en todos estos años fue el deseo de leer los artículos de Horacio Verbitsky, que aparecen regularmente en el diario Página 12. Horacio es lo más parecido a un maestro vivo que yo reconozco. Conservo el recuerdo del elogio que hizo a un capítulo, ¡tan sólo uno!, de mi primera novela, El muchacho peronista, como el de uno de mis momentos más altos. A mediados de los 80 coincidimos en la redacción de la desaparecida revista El Periodista, y durante algún tiempo coqueteamos con la idea de trabajar juntos en algún proyecto. (Lo arruiné todo yo, por supuesto: era demasiado joven y demasiado tonto, y además, lo admito, venía pésimamente equipado para el periodismo de investigación.) Sin embargo nunca dejé de leerlo. Mientras la literatura –el camino que yo había escogido desde que medía apenas un metro- se autocondenaba a la intrascendencia en la Argentina, los libros periodísticos de Horacio cambiaban la historia. Robo para la corona alertó sobre las costumbres rapaces del menemismo. Hacer la Corte desnudó la forma en que el Poder Judicial se vendió al mejor postor durante los 90. El vuelo estremeció al difundir la confesión de un represor: por primera vez un militar admitía haber participado de los llamados “vuelos de la muerte”. El silencio describió la complicidad de la jerarquía católica con los dictadores de los 70, un estrago cuya herencia sigue operando en este presente.

Han pasado ya unos cuantos días, y la columna que Horacio escribió en Página el domingo 6 no se aparta de mi mente. Se llamaba El niño gris. Quizás convenga que la busquen en los archivos del diario (www.pagina12.com.ar), porque si lo hacen verán además la fotografía que inspiró el texto. “La imagen del niño gris me asediará mientras viva”, dice Horacio, “como ocurre con una del Holocausto en la que un chico de cinco o seis años, arreado rumbo a la solución final nazi a punta de ametralladora, camina con las manos en la nuca y mira con estupor a la cámara. Es decir a mis ojos”. El niño gris es un bebé libanés de pocos meses, cubierto por el polvo del edificio que se le cayó encima debido al bombardeo del ejército israelí. Podría pasar por una estatua, o por una de esas figuras que la lava preservó en la Pompeya arqueológica, de no ser por el detalle de color: un chupete azul que cuelga de su cadenita de plástico. Pocos días atrás yo había hablado aquí mismo del poder de estas imágenes, a causa de otro niño libanés o palestino a quien vi por la TV. (La guerra produce estas figuritas a razón diaria, con fervor industrial.) Entonces sugerí que se mostrase su cuerpito roto a los combatientes antes de salir a la batalla, diciéndoles: Este es el hijo de tu enemigo, hoy; y será tu propio hijo, mañana. Aquel niño quemado, este niño gris, cualquiera de las fotos serviría porque comparten la misma, desoladora elocuencia.

Horacio es de los que llaman a las cosas por su nombre, pero no recuerdo haberle leído nunca frase más tajante que la que usó para cerrar el artículo: “Detener la mano asesina es un imperativo categórico”. Vuelvan a leerla. Es clara, es simple, es de lo que se trata.

Pasa el tiempo y Verbitsky sigue marcándonos el camino.

Leer más
profile avatar
10 de agosto de 2006
Blogs de autor

LA GENTE BUSCA GENTE

Tras el boom de las compañías punto.com de hace seis años ha estallado el éxito de las empresas que gestionan los puntos de encuentro entre usuarios. Al éxito de la tecnología aplicada a los negocios sucede la multiplicación de los negocios que tienen su base primordial en las personas.

En mi último libro Yo y tú, objetos de lujo, califiqué este fenómeno como la primera revolución del siglo XXI. El máximo interés de la gente es la otra gente pero ahora, además, se hace posible desarrollarlo y gozarlo sin miedo a ser castigado mortalmente por ello. Estar o no conectado en cualquier ámbito y mediante links en los que abundan las personas decide vivir o no en la actualidad de nuestro tiempo.

El conocimiento científico, las informaciones de consumo, las opiniones políticas se cruzan en una trama sobre el espacio abierto que ha facilitado y estimulado la red. Este universo de contactos innumerables posee una importante condición inédita. Conectamos con más gentes sin tener que sufrir la penalidad de su aliento o su espesura. El contacto “personista” se define por una relación entre personas sin el atosigante tufo personal.

Hay conexión e implicación pero no grandes entrañamientos. De la misma manera que el saber actual es más superficial que profundo  la relación con las personas a través de la red conforma un modelo extensivo y no intensivo. Tratamos con una multiplicidad de individuos para degustarlos no integralmente sino en determinados aspectos que nos complacen o nos interesan.

El mundo avanza de esta manera como en un inmenso frente de relaciones ligeras y dejando atrás las pertenencias y raíces más fuertes. Vivimos o navegamos en un océano global sin apenas detenernos en exploraciones abisales. En lugar de entrar en el otro (familiarmente, románticamente, sexualmente) hasta el fondo, sustituimos de la cavidad por el roce o el cutis.

Incomparablemente nuestra interrelación resulta más liviana y cambiante, menos personalista al modo católico de Mounier que personista. En Sillicon Valley se asiste a la eclosión de estos incontables sites interpersonales, preparados para toda suerte de contactos y encuentros con el asombro que provocó la  famosa burbuja tecnológica. La fundamental diferencia consiste en que ésta venía a culminar una carrera continua en las invenciones materiales mientras la proliferación de las actuales webs sustituye la materia por la carne, la perfección del artefacto por la vicisitud del sujeto.   

Leer más
profile avatar
10 de agosto de 2006
Blogs de autor

Padres de la patria

La descripción de los últimos años de Constantinopla, en el relato clásico de Steven Runciman, es inolvidable. El lector se va sintiendo cada vez más sobrecogido a medida que ve crecer la lucha a muerte entre los distintos sectores y barrios de la capital del imperio. Latinos contra bizantinos, genoveses contra pisanos, griegos contra venecianos, en una ciudad sobre la que estaba cayendo el imponente ejército de Mahomet II como nube de langostas. Y cuanto más se aproximaba la media luna, más se enconaban las reyertas cristianas.

Con las más variadas excusas, los unos a los otros se acusaban de traidores, ladrones, corruptos, criminales, herejes o imbéciles, y se degollaban entre sí con verdadero entusiasmo. Estaba ya el ejército otomano a las puertas de la ciudad cuando todavía unos cristianos (los genoveses) traicionaban a otros cristianos (todos los demás) por un puñado de monedas.

Parece incomprensible este suicidio frenético del último minuto, y sin embargo se repite una y otra vez con mayor o menor intensidad. Una furia demente ataca a aquellos que en realidad no creen ya en la victoria y ni siquiera la desean. Enloquecidos por la vergüenza, los derrotados se lanzan sobre cualquiera que se encuentre a su lado para echarle toda la culpa del fracaso.

El odio al más próximo aparece cada vez que se produce la certeza de un fracaso común. Lo cual sucede en las naciones, en las familias, en los negocios compartidos, en los matrimonios, en los viajes organizados y en toda empresa colectiva que se va al garete. No es fácil soportar la culpa, ni comportarse responsablemente ante la propia inoperancia. Creo recordar que es en el Bhagavad Ghita en donde el derrotado emperador de la India se ve en la obligación de enseñar al joven Alejandro lo que debe hacer un rey que ha vencido a un emperador y le va dictando los pasos rituales, incluida la decapitación del vencido.

Cuando el que se siente culpable del desastre carece de fortaleza moral, acusa de su fracaso al primero que pasa ante la mirilla de su escopeta. La causa de todos los fracasos de algunos vascos son los españoles, la causa de todos los fracasos de los nacionalistas catalanes la tiene Madrid, los fracasos del PP son culpa de los socialistas y viceversa, muchas mujeres creen que su desgraciada situación obedece a una culpabilidad natural de los hombres y no pocos hombres desgraciados se creen víctimas de las mujeres.

Para poder cerrar los ojos ante la propia incompetencia, la incapacidad para cumplir con la tarea asignada y la falta de coraje para asumir responsabilidades, se hace imprescindible un chivo expiatorio. De ese modo el incompetente mantiene una última pretensión de inocencia que sólo él defiende ante un escenario desolado antes de quedarse solo por completo.

El último capítulo del odio hispánico, con motivo de los incendios gallegos, es tan colosalmente idiota que lleva a creer en el derrumbe ineludible de toda la especie política española. Como en Italia, los ciudadanos nos encontramos secuestrados por bandas de parásitos que se acusan mutuamente de todos los males que nos infligen. Esos males que nos abruman son, sin embargo, el objeto con el que justifican sus elevados salarios. Se supone que han sido elegidos para impedirlos. Por el contrario, se alimentan de ellos.

Entre las ruinas de un país donde la zona salvada de las llamas es un desierto, y la que no es un arenal o un baldío de ceniza humeante es una termitera de cemento, los cabezudos de cerebro de cartón se apalean incansablemente con las tibias de los muertos, pero en sus bolsillos suenan las monedas de oro.

Leer más
profile avatar
10 de agosto de 2006
Blogs de autor

El libro como talismán

Cuando T. E. Lawrence, el famoso Lawrence de Arabia, se fue al desierto, dos libros se convirtieron en parte del equipaje que transportaba a todas partes: La Morte d’Arthur, de Sir Thomas Malory, y La odisea. Una elección insuperable, al menos para cualquiera que conciba su vida como una aventura. La Morte d’Arthur habla de los esfuerzos sobrehumanos por retomar contacto con lo divino, o cuanto menos con la mejor parte de la naturaleza humana. La odisea nos recuerda que, aun después de haber obtenido ese imposible, siempre resta el penoso trámite de volver a casa.

No me cuesta nada entender eso del hombre que intenta definirse a partir de un par de libros. Significa que el hombre en cuestión está eligiendo un destino para sí: los libros seleccionados señalan el marco en que inscribe ese destino, la línea que pretende trazar con su aventura y también la forma en que desearía ser leído; y a la vez, por el hecho de someterlos a consulta constante, esos libros constituyen el mapa de su búsqueda. ¿Qué volúmenes elegirían para que los acompañasen, si tuviesen que dejar su casa para entregarse a la aventura de sus vidas? O mejor aún: ¿qué aventura elegirían en este mundo de hoy, si se viesen obligados a abandonar la comodidad de sus hogares?

A pesar de que formamos parte de una civilización de imágenes, a pesar de que la tecnología nos permite ahora llevar en el morral un DVD-player con, por ejemplo, ejemplares de El Padrino y (nótese la ironía) Lawrence de Arabia, nunca iríamos al desierto, a la selva, al mar, a la estepa con películas en el bolsillo. La tecnología sigue siendo demasiado frágil para los zarandeos humanos: se puede estropear con un golpe, se puede mojar, se puede llenar de arena, se puede quedar sin batería. Además la tecnología es cara, y por ende resulta codiciada: ¿quién nos asaltaría hoy para robarnos un libro?

Un libro lo soporta todo siempre y cuando se lo proteja del fuego. Puede ser golpeado, arrojado a la distancia, doblado, aplastado y hasta mojado, si se toma el recaudo de permitirle secar. Puede ser usado como almohada, como cuña, como objeto contundente. Tiene además otra gran ventaja por encima de las películas: puede ser reescrito, anotado en los márgenes, contradicho y completado con nuevos conocimientos, como hacía el protagonista de The English Patient con su ejemplar de Las historias de Heródoto.

Qué invención más maravillosa. Es rara la ocasión en que salgo a la calle sin un libro, a no ser que vaya al supermercado o al quiosco de mi cuadra. En cada salida el libro es mi compañía, mi garantía de que podré encontrar iluminación en cualquier calle, en cualquier bar o durante una espera. El libro es mi compañero de viaje, mi vestimenta, mi seguridad. Creo que Lawrence se llevó estos dos al desierto por las razones apuntadas, sí, pero además porque comprendió que, para gente como nosotros, no existe talismán más poderoso.

Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2006
Blogs de autor

VISIÓN NUEVAYORKINA

Sólo un oligofrénico puede escoger como portada de un libro sobre Nueva York una vieja fotografía de Raymond Depardon con las torres gemelas del World Trade Center. ¿Quién ignora que ya no están? Hasta la fecha de su desplomo es conocida por todos: 11 de septiembre de 2001 es una manera común de nombrar a un cambio de las relaciones internacionales. En esta fotografía, el primer plano es el abrazo de una pareja, de pie en la parte trasera de un ferry que va rumbo al oeste. Casi todo es espuma de estela, agua y cielo, pero se reconoce la estatua de la libertad en el fondo y las torres están de pie en un pequeño bosque de rascacielos. Una fotografía como esta detiene cualquier esfuerzo de apartarse del pasado.

Esta fue mi primera reacción al abrir Historias de Nueva York de Enric González (ediciones RBA) cuya tapa despliega la maldita imagen. Sin embargo, el libro me quitó enseguida la rabia. Es un texto que recuerda el poder de las palabras con relación a las imágenes. Depardon no cuenta para nada frente al humilde testimonio de Enric González. Dice que fue de corresponsal a Nueva York para el diario El País, que la ciudad le gustó un montón, y que tres de sus amigos periodistas murieron (tiros en Haití, misil en Irak, suicidio en Bolivia) durante su estancia.

Es un libro sin pies ni cabeza. A lo mejor, voy a decir que ni es un libro, pero todos los buenos libros sobre Nueva York son así. Aceptan la derrota de antemano. Saben que la ciudad ya ganó sobre todos y se limitan a describir los pormenores de una derrota que de manera usual llamamos vida humana. Ejemplo de un párrafo completo: “Fui sensato y tomé un taxi hasta los billares de Houston Street, donde un chaval filipino me ganó unas cuantas partidas. Luego jugué contra su novia, que también me ganó. Me largué antes de que me ganara también el paragüero de la entrada”.

En Nueva York, hasta el paragüero te gana, pero la ciudad te regala una ternura insuperable cuando se disfruta con otros de los copitos de nieve, de las leyendas (de mafia, de riqueza, de alquiler de pisos, de baseball, sobre todo de baseball), de un plato de clam chowder o de la ropa que tan bien planchan los chinos.

González cita el título de una canción de Ralph Freed: “How about you”. La conozco; fue escrita para la película Babes on Broadway (con Garland y Rooney). Es una celebración de los “pequeños placeres” de la vida:

I like New York in June
How about you?
I like a Gershwin tune,
How about you?

(Me gusta Nueva York en junio/¿qué te parece?/Me gusta una canción de Gershwin/¿qué te parece?)

Me gusta el libro de Enric González, How about you?

Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2006
Blogs de autor

EL CALOR Y LA TELE DE HIELO

No debe dejarse pasar la oportunidad de estas fechas febriles  para censurar a los medios de comunicación en general y a las emisoras de televisión en particular su irresponsable comportamiento ante la acuciante necesidad de los receptores. La irresponsabilidad alude a su ausencia de respuesta a la solicitud de informaciones detalladas sobre el fenómeno del desaforado calor.

En general cabe calificar de irresponsable a aquellos que no responden ante un problema que  podrían contribuir a resolver o  a atenuar. Efectivamente la información por sí sola no sana del mal que se sufre pero mejora netamente la posición del paciente ante su eventual enfermedad. Gracias a la información que se recibe el enfermo no queda como un ser inválido e invalidado frente a la adversidad ni tampoco como un vulgar paciente en el charco de la ignorancia sino que, gracias al conocimiento del mal, conquista la posibilidad de tratarlo, de tratar directamente con él y establecer una relación propia que le dignifica y mejora.

Las decenas de miles de pasajeros perjudicados por la huelga del Prat fueron empujados, además, a la degradación al no ser informados del conflicto en cuanto personas y ser, en cambio, olvidados como las maletas.

Igualmente, las decenas de millones de españoles que han sufrido la furiosa vehemencia de las temperaturas durante días sin fin se sintieron además maltratados por la carencia de suficientes explicaciones sobre el agobiante fenómeno.

Los hombres y las mujeres del tiempo han venido apareciendo en su habitual y estrechísimo espacio que les conceden los telediarios para exponer como siempre a la carrera, sin cambio en su ritmo frenético, el estado de la cuestión. ¿Cómo justificar este despecho del sentimiento y el interés real de los espectadores?

Ninguna obligación de horarios en la programación establecida sería fácilmente asumible, puesto que en agosto sobran horas para la programación de relleno y muchos minutos de publicidad en los bloques. Por tanto, ¿cómo no haber dispuesto un suplemento excepcional que informara a los sofocados veraneantes y no veraneantes del momento excepcional del clima? ¿Con qué razón se ha eludido repetidamente a la clientela un trato acorde con su condición de personas y en trance de ebullición?

Esta grave deficiencia del sistema televisivo ha puesto de manifiesto  la profunda incomunicación entre la pantalla y su público.

La pregunta más repetida fue esta: ¿es la televisión mala porque el público es todavía peor o es el público una materia en defradación por infujo  del medio?

En numerosos asuntos no se encuentra una respuesta cabal a esta vieja interrogación pero ahora, con motivo de la gran canícula, puede decirse sin riesgo que el fracaso proviene de la inmutada pantalla, fría, inerte, sin ápice de un pensamiento cálido y cómplice hacia una clientela que estaba ardiendo de la cabeza a los pies. 

Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2006
Blogs de autor

El genio nacional cruza el charco

Invito a todos aquellos que caigan por esta página a que acudan el próximo día 25 del presente mes a Nueva York, en donde se celebra el concurso “Lanzamiento de Hueso de Oliva” en su onceava convocatoria, sea como contendiente, sea como espectador.

La exhibición, organizada por un grupo de expertos y especialistas casi todos naturales de Cieza (Murcia), tendrá lugar también en la capital autónoma murciana, pero siempre es mejor verla en Central Park donde hay más espacio para el lucimiento de los atletas.

La notoriedad del evento nos evita dar más explicaciones, pero siendo los más jóvenes los peor informados, sepan que el lanzador puede inscribirse gratuitamente, y que, según dicen las bases, no hay “discriminación de sexo”. Suponemos que siendo una performación bucal, tampoco hay discriminación de lengua y que puede lanzarse en vasco, gallego y catalán sin el menor problema. El actual récord se encuentra en veintiún metros treinta y dos centímetros.

Los que osen inscribirse mantengan la cautela, los lanzadores murcianos son gente experimentada y con unos ‘buccinadores’ muy desarrollados, ya que, como ordena el reglamento “el lanzamiento se realizará sin canuto u otro medio que no sea la boca del concursante”. Es fama que casi todos los ángeles trompeteros de la pintura barroca tuvieron por modelo a un lanzador murciano. No es raro, por tanto, que éste sea el único concurso de lanzamiento de hueso de aceituna que se realiza a boca pelada. El inscrito deberá, además, tener puntería pues “se considerará nulo cualquier lanzamiento que dé en la pierna de algún viandante o espectador”. Esto es para evitar la mala leche.

No vaya alguien a creer que estamos hablando de un ludibrio labriego. Es un asunto severo que se prepara con todo rigor; así, por ejemplo, “los huesos serán de oliva chafá previamente inspeccionados minuciosamente por personal altamente cualificado”. El amor por los adverbios es indicio de la elevación moral de estos abnegados deportistas. El “personal altamente cualificado” ha pasado muchas horas estudiando el hueso de oliva chafá, cuyas características morfológicas son de una complejidad comparable a la de un conjunto cristalográfico.

Como el hueso es menester tenerlo en la boca antes del lanzamiento, y hay gente para todo, también se contempla la siguiente posibilidad: “En el supuesto de que alguno de los participantes no les gustase los citados frutos, éste podría nombrar a una o varias personas que le dejarían los huesos para su perfecta utilización”. De nuevo un uso imaginativo de la gramática ayuda al entendimiento de un artículo que podría calificarse de benevolente. Quizás un tanto “buenista”, como dicen ahora los diarios. En este concurso, la verdad, no debería participar nadie que no amara ciegamente la oliva chafá de Cieza, aunque reconocemos que los organizadores son gente tolerante y eso nosotros lo respetamos siempre. En este mismo ámbito, otro ejemplo de su capacidad solidaria es el artículo donde recomiendan a quienes usen dentadura postiza que se la quiten antes del lanzamiento. Amargas experiencias de años anteriores así lo recomiendan.

Cualquiera puede inscribirse y de paso ver una buena colección de videos y fotografías en:  www.lanzamientohuesosdeoliva.es

Según noticias llegadas del consulado, parece ser que el Ayuntamiento de Nueva York, el cual, como es lógico, ya ha concedido el permiso para utilizar Central Park, está que no cabe en sí de gozo ante esta muestra de cultura latina.

¡Qué contraste con los municipales de Madrid, que no prestan la Casa de Campo ni para una carrera de gallinas!

Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2006
Blogs de autor

TRES COSAS DEL CARIBE

La mulata -rostro alegre y sonrisa de sol- mira las perlas negras que las primeras gotas del aguacero pintan sobre el asfalto de la calle Cochera de Hobo en Cartagena de las Indias (Colombia) y me dice: “ya está serenando”. Está serenando, del verbo serenar, es decir que caen gotas sin que su caída se pueda calificar de lluvia. Primera cosa que aprendí al pasar por la ciudad colonial y que ignora mi Diccionario del Español Actual (Aguilar).

La segunda cosa que aprendí se encuentra en un enorme volumen que recopila las Actas de la 37.ª Conferencia Anual de la Asociación de Historiadores del Caribe que se celebró en Cartagena, en mayo de 2005. Es un libro publicado por el Museo Nacional de Colombia y que habla del Caribe de los costeños. Artículos sabios, enfoques científicos, pero algo simpático, coloquial, que puede describirse en una sola palabra: chévere. Dos textos tratan de literatura y, por supuesto, de Gabriel García Márquez. Ariel Castillo Mier, un investigador de la Universidad del Atlántico, hace un trabajo de reubicación al describir, en un texto titulado "De Juan José Nieto al premio Nobel: la literatura del Caribe colombiano en las letras nacionales, una implacable cadena cronológica". Nieto (1804 – 1866), fundador de la novela histórica, no es más que el primero en una lista. Después de un despliegue de más de veinte apellidos aparece el autor de Cien años de soledad que, dice el autor, pone “el punto final a todos los temas caros al ruralismo al integrar la tradición clásica del realismo que nutre la novela de la tierra y la novela de protesta social con la cultura originaria regional…”. Después de “Gabo”, sigue la lista de escritores que imponen el Caribe al resto de Colombia: Fanny Buitrago, Alberto Sierra, Germán Espinosa, Jairo Mercado, Roberto Burgos Cantor, Marvel Moreno, Ramón Bacca, Giovanni Quessep, Álvaro Miranda, Raúl Gómez Martín, Jaime Manrique.

El otro texto es una obra póstuma: el poeta Jorge García Usta murió antes de leer en la conferencia su análisis de "Los ‘bárbaros’ costeños y la modernización de las letras nacionales", que también asevera la pertenencia de García Márquez a una continuidad literaria. “No creo, afirma, que sea posible sostener la idea de una genialidad única y desenraizada”. La definición del “Gabo”, esta vez, es la de un “formidable sintetizador de la irrupción de un mundo cultural, el del Caribe colombiano”, cuyo rasgo mayor sería “la abrumadora torrencialidad de la oralidad regional”.

La tercera cosa que aprendí va más allá del Caribe y se encuentra en el mismo volumen en un artículo titulado “Y me citaron por muchos años más”: el modelo interpretativo de Gerardo Reichel-Dolmatoff y la antropología de la Sierra Nevada”. Su autor es Carlos Alberto Uribe Tobón, antropólogo en la Universidad de los Andes. No se puede entender sin unos datos: Reichel-Dolmatoff, que murió hace diez años, es una figura ineludible en la antropología colombiana. Realizó un trabajo sobre los kogi, un pueblo indígena de la sierra nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo (5775 metros). Uribe relee dos textos de Reichel-Dolmatoff sobre los kogi. En 1947: “Aunque los indios de la Sierra Nevada (…) han sabido adaptar admirablemente su sistema económico a las condiciones difíciles de su actual territorio, la escasez alimenticia constituye para ellos el centro de graves tensiones sociales.” En 1990: “los kogi practican una economía de rendimiento sostenible dentro de la capacidad de carga de su ambiente (…) siempre hay algún lugar donde pueda encontrarse comida”. Como los kogi no cambiaron, es la mirada del profesional reconocido que se modificó. Uribe no cree posible dar una explicación pero hace una sugerencia: hubo una necesidad, en una Colombia trastornada por sus conflictos, de “ver a la sociedad indígena serrana como una sociedad pacífica y de rendimiento sostenibles, en oposición a la sociedad colombiana como una sociedad violenta y al borde de su autodestrucción”. En otras palabras: en Colombia, la violencia destruyó hasta el rigor de la observación científica.

Leer más
profile avatar
8 de agosto de 2006
Blogs de autor

Queremos tanto a Helen Mirren

Durante el fin de semana vi las dos partes de Elizabeth, la miniserie de Channel Four que recrea la historia de la hija de Enrique VIII y la malograda Ana Bolena. Siempre tuve debilidad por la historia inglesa y particularmente por este período, durante el cual estalló la fenomenal inventiva de William Shakespeare, que cambiaría al mundo para siempre. Pero en este caso lo que me decidió a dedicar las noches del sábado y del domingo a la televisión, para pesar de mi mujer, fue otra debilidad: la que siento por Helen Mirren.

Tal como Shakespeare configura una categoría en sí mismo, por encima de los escritores geniales de este mundo, así destaca Mirren por encima de las más maravillosas actrices de la historia. Esta mujer existe en otra galaxia, simplemente. Como es muy posible que muchos de ustedes ni siquiera la registren, la visión de Elizabeth sería un buen punto de partida: al menos en Latinoamérica el canal Hallmark la estará emitiendo durante este mes de agosto. La miniserie es tan sólo correcta, pero cada escena en la que Mirren actúa –y aparece prácticamente en cada escena- es un manual de actuación. Apabulla la naturalidad con que esta mujer transmite en tan sólo instantes una personalidad tan compleja como la de Queen Bess: férrea y frágil a la vez, madura y frívola, cruel e hipersensible, de una inteligencia preclara y a la vez víctima de su desesperada necesidad de afecto, la Elizabeth de Mirren va aprendiendo ante nuestros ojos que es más fácil crear un imperio que gobernar el corazón.

Existen muchas películas que permiten apreciar su talento (Excalibur, The Cook, The Thief, His Wife and Her Lover, variadas versiones de clásicos shakespirianos), pero ninguna obra le ha facilitado mayor lucimiento que la miniserie Prime Suspect. Entre 1990 y 2003 ha habido seis presentaciones de Prime Suspect, con Mirren interpretando a la detective Jane Tennison. Tennison es una mujer en un mundo de hombres, una suerte de mini-Elizabeth en el microcosmos de la jerarquía policial; un personaje tan multidimensional como el de la reina Tudor, que lucha a cada instante para mantener el balance entre pulsiones contrapuestas y trata de ser fuerte (a veces parece condenada a ello) aun cuando el corazón la traiciona a cada paso.

Mirren es consciente de que Tennison es su personaje más conocido y valorado. Ha dicho más de una vez que teme ser arrollada por un auto y que su obituario hable tan sólo de Prime Suspect. Pero imagino que en el fondo debe estar orgullosa de su labor, porque más allá de sus altas y bajas, Prime Suspect es una obra que no tiene nada que envidiarle al mejor cine y que por ende prueba las alturas a que la televisión puede aspirar, si cuenta con guiones como los originados por Linda LaPlante y con actores como Mirren. Mi favorita es Prime Suspect 3, que en su relato sobre un círculo de abuso pedófilo a chicos de la calle es una mezcla perfecta entre Dickens y El exorcista, con Edward Parker Jones (Ciaran Hinds) como un Satán de exquisitos modales británicos que, por supuesto, triunfa al final.

Al bucear en la red descubrí que existe algo llamado Helen Mirren Appreciation Society (HMAS), una agrupación fundada en 1997 por el difunto Peter Wright de Sidney, Australia. Yo no soy de venerar a ningún ser humano vivo, pero en este caso hago una excepción: considero que si la HMAS no existiese habría que inventarla, porque en este mundo tan pobre en materia de alegrías, los iniciados sentimos el deber de difundir la existencia de alguien tan excelso como Mirren, nacida Ilyena Lydia Mironoff, o Mironova, de un violinista ruso y una madre británica. (Me encantó descubrir que sus fans han inventado la palabra mirrenabilia para describir cualquier objeto u obra relacionado con ella.) Por lo pronto, meterme en el sitio de la HMAS me dio una alegría inconmensurable al informarme que están filmando Prime Suspect 7, y que a pesar de los repetidos pedidos de Mirren para que los guionistas maten a Tennison de una vez, los productores no parecen decididos a complacerla.

Al menos hoy el futuro tiene un sentido para mí: Tennison is back!

Leer más
profile avatar
8 de agosto de 2006
Close Menu