Jean-François Fogel
Sólo un oligofrénico puede escoger como portada de un libro sobre Nueva York una vieja fotografía de Raymond Depardon con las torres gemelas del World Trade Center. ¿Quién ignora que ya no están? Hasta la fecha de su desplomo es conocida por todos: 11 de septiembre de 2001 es una manera común de nombrar a un cambio de las relaciones internacionales. En esta fotografía, el primer plano es el abrazo de una pareja, de pie en la parte trasera de un ferry que va rumbo al oeste. Casi todo es espuma de estela, agua y cielo, pero se reconoce la estatua de la libertad en el fondo y las torres están de pie en un pequeño bosque de rascacielos. Una fotografía como esta detiene cualquier esfuerzo de apartarse del pasado.
Esta fue mi primera reacción al abrir Historias de Nueva York de Enric González (ediciones RBA) cuya tapa despliega la maldita imagen. Sin embargo, el libro me quitó enseguida la rabia. Es un texto que recuerda el poder de las palabras con relación a las imágenes. Depardon no cuenta para nada frente al humilde testimonio de Enric González. Dice que fue de corresponsal a Nueva York para el diario El País, que la ciudad le gustó un montón, y que tres de sus amigos periodistas murieron (tiros en Haití, misil en Irak, suicidio en Bolivia) durante su estancia.
Es un libro sin pies ni cabeza. A lo mejor, voy a decir que ni es un libro, pero todos los buenos libros sobre Nueva York son así. Aceptan la derrota de antemano. Saben que la ciudad ya ganó sobre todos y se limitan a describir los pormenores de una derrota que de manera usual llamamos vida humana. Ejemplo de un párrafo completo: “Fui sensato y tomé un taxi hasta los billares de Houston Street, donde un chaval filipino me ganó unas cuantas partidas. Luego jugué contra su novia, que también me ganó. Me largué antes de que me ganara también el paragüero de la entrada”.
En Nueva York, hasta el paragüero te gana, pero la ciudad te regala una ternura insuperable cuando se disfruta con otros de los copitos de nieve, de las leyendas (de mafia, de riqueza, de alquiler de pisos, de baseball, sobre todo de baseball), de un plato de clam chowder o de la ropa que tan bien planchan los chinos.
González cita el título de una canción de Ralph Freed: “How about you”. La conozco; fue escrita para la película Babes on Broadway (con Garland y Rooney). Es una celebración de los “pequeños placeres” de la vida:
I like New York in June
How about you?
I like a Gershwin tune,
How about you?
(Me gusta Nueva York en junio/¿qué te parece?/Me gusta una canción de Gershwin/¿qué te parece?)
Me gusta el libro de Enric González, How about you?