Marcelo Figueras
Durante el fin de semana vi las dos partes de Elizabeth, la miniserie de Channel Four que recrea la historia de la hija de Enrique VIII y la malograda Ana Bolena. Siempre tuve debilidad por la historia inglesa y particularmente por este período, durante el cual estalló la fenomenal inventiva de William Shakespeare, que cambiaría al mundo para siempre. Pero en este caso lo que me decidió a dedicar las noches del sábado y del domingo a la televisión, para pesar de mi mujer, fue otra debilidad: la que siento por Helen Mirren.
Tal como Shakespeare configura una categoría en sí mismo, por encima de los escritores geniales de este mundo, así destaca Mirren por encima de las más maravillosas actrices de la historia. Esta mujer existe en otra galaxia, simplemente. Como es muy posible que muchos de ustedes ni siquiera la registren, la visión de Elizabeth sería un buen punto de partida: al menos en Latinoamérica el canal Hallmark la estará emitiendo durante este mes de agosto. La miniserie es tan sólo correcta, pero cada escena en la que Mirren actúa –y aparece prácticamente en cada escena- es un manual de actuación. Apabulla la naturalidad con que esta mujer transmite en tan sólo instantes una personalidad tan compleja como la de Queen Bess: férrea y frágil a la vez, madura y frívola, cruel e hipersensible, de una inteligencia preclara y a la vez víctima de su desesperada necesidad de afecto, la Elizabeth de Mirren va aprendiendo ante nuestros ojos que es más fácil crear un imperio que gobernar el corazón.
Existen muchas películas que permiten apreciar su talento (Excalibur, The Cook, The Thief, His Wife and Her Lover, variadas versiones de clásicos shakespirianos), pero ninguna obra le ha facilitado mayor lucimiento que la miniserie Prime Suspect. Entre 1990 y 2003 ha habido seis presentaciones de Prime Suspect, con Mirren interpretando a la detective Jane Tennison. Tennison es una mujer en un mundo de hombres, una suerte de mini-Elizabeth en el microcosmos de la jerarquía policial; un personaje tan multidimensional como el de la reina Tudor, que lucha a cada instante para mantener el balance entre pulsiones contrapuestas y trata de ser fuerte (a veces parece condenada a ello) aun cuando el corazón la traiciona a cada paso.
Mirren es consciente de que Tennison es su personaje más conocido y valorado. Ha dicho más de una vez que teme ser arrollada por un auto y que su obituario hable tan sólo de Prime Suspect. Pero imagino que en el fondo debe estar orgullosa de su labor, porque más allá de sus altas y bajas, Prime Suspect es una obra que no tiene nada que envidiarle al mejor cine y que por ende prueba las alturas a que la televisión puede aspirar, si cuenta con guiones como los originados por Linda LaPlante y con actores como Mirren. Mi favorita es Prime Suspect 3, que en su relato sobre un círculo de abuso pedófilo a chicos de la calle es una mezcla perfecta entre Dickens y El exorcista, con Edward Parker Jones (Ciaran Hinds) como un Satán de exquisitos modales británicos que, por supuesto, triunfa al final.
Al bucear en la red descubrí que existe algo llamado Helen Mirren Appreciation Society (HMAS), una agrupación fundada en 1997 por el difunto Peter Wright de Sidney, Australia. Yo no soy de venerar a ningún ser humano vivo, pero en este caso hago una excepción: considero que si la HMAS no existiese habría que inventarla, porque en este mundo tan pobre en materia de alegrías, los iniciados sentimos el deber de difundir la existencia de alguien tan excelso como Mirren, nacida Ilyena Lydia Mironoff, o Mironova, de un violinista ruso y una madre británica. (Me encantó descubrir que sus fans han inventado la palabra mirrenabilia para describir cualquier objeto u obra relacionado con ella.) Por lo pronto, meterme en el sitio de la HMAS me dio una alegría inconmensurable al informarme que están filmando Prime Suspect 7, y que a pesar de los repetidos pedidos de Mirren para que los guionistas maten a Tennison de una vez, los productores no parecen decididos a complacerla.
Al menos hoy el futuro tiene un sentido para mí: Tennison is back!