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Fragmentos de un espejo roto

La independencia de las provincias de Centroamérica fue proclamada el 15 de septiembre de 1821 en el Palacio Nacional de Guatemala, en una encerrona de próceres temerosos del futuro que se apresuraba delante de sus ojos. Guatemala era entonces asiento de la Capitanía General, desde donde se gobernaba el destino de seis provincias, contando Chiapas, las que, tras el derrumbe silencioso del gobierno colonial, no volvieron a avenirse nunca, dominadas por las discordias entre liberales y conservadores.
 

En Centroamérica, desde entonces un traspatio, la independencia llegó como una carambola, después que en otros países del continente, México, Venezuela, Colombia, Argentina, Chile, culminaban, o estaban por culminar, las grandes epopeyas bélicas que dieron a la historia latinoamericana nombres como los de Miranda, Bolívar, San Martín, Sucre, O´Higgins.

Hay distintas maneras de contar la historia, y por tanto, de fijar las fechas de las celebraciones. Las bisagras del impero colonial comienzan a aflojarse en 1808, cuando España cae bajo la férula del imperio napoleónico y en América, gran paradoja, la chispa de la independencia se enciende con proclamas de defensa de la legitimidad del reinado de Fernando VII, depuesto por los franceses. El Cabildo de Caracas, para dar un solo ejemplo, se proclama como la "Junta Suprema conservadora" de los derechos de aquel monarca tan dual, al que la historia llama indistintamente "El Deseado", y "El rey felón".

Tras la proclama de la independencia, los próceres tenían el oído puesto en el destino de México, el vecino poderoso de entonces, y pocos meses después de la firma del acta oficial del 15 de septiembre de 1821, temerosos de quedarse solos, corrieron a anexar a las recién independizadas provincias al imperio de Agustín de Iturbide, que no tardó en fracasar. Chiapas se integró a México independiente en 1823.

La independencia centroamericana cayó como una fruta madura del viejo árbol colonial. Fue el resultado de un trámite burocrático confuso, aceptado en algunas de las provincias, rechazado en otras; o, como ocurrió en León, Nicaragua, la dualidad: las autoridades suscribieron el "acta de los nublados", que proclamaba la independencia de España, "hasta tanto que se aclaren los nublados del día".

El acta del 15 de septiembre lleva a la cabeza la firma del Capitán General don Gabino Gaínza, quien no hacía sino cambiar de casaca. De gobernador español, pasaba a jefe del gobierno independiente, y los firmantes que concurrieron con él, tenían, en su mayoría, una impecable hoja al servicio de los intereses coloniales, ya agónicos para entonces en todo el continente.

En el primer punto del acta se explica, con diáfana claridad, la razón fundamental para que aquellos que representaban el poder de la corona se lo transfirieran a ellos mismos convertidos en autoridades republicanas. Ese primer punto dice, de manera textual, que se declara la independencia "para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo". Más claro no canta el gallo de la historia.

Sin embargo, si el acta del 15 de septiembre se firmó sin costo de sangre, alentó las disensiones y las disputas intestinas. La sangre habría de derramarse abundantemente después en continuas guerras intestinas entre criollos y mestizos, que buscaban mantener viva la nueva República Federal proclamada en 1824, y los conservadores monárquicos, que rechazaban la federación como un plan de los francmasones. Y estas guerras vinieron a sellar nuestra suerte definitiva: la de ser, hasta ahora, pedazos sueltos de un todo común. Una frustración que no cesa.

El verdadero prócer de este sueño imposible que se llama Centroamérica, fue el general Francisco Morazán, empeñado a lo largo de una década en unir los fragmentos dispersos y darle a la región una entidad política federal, hasta que murió fusilado en Costa Rica en 1842. Luego, cada pequeño país cogió su propio camino.

Desde la independencia hemos vivido bajo la regla de oro que Giuseppe de Lampedusa expresa en El Gatopardo, muy siciliana y muy universal: "si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie..."

Casi ya dos siglos de historia independiente en una región fragmentada, y tantas veces olvidada, que se sitúa lejos de cualquier asomo de entidad o unidad política, y donde los vínculos geográficos, históricos y culturales, resultan siempre apartados por intereses espurios; una crónica cortedad de miras, que en pleno siglo veintiuno deja la modernidad, que implica el desarrollo integral y la justicia social, en una lejana quimera.

La pregunta de si somos una nación, o queremos serlo, ni siquiera está planteada. Los discursos retóricos y demagógicos sobran. Los organismos de integración son decorativos, un parlamento, una corte de justicia, tal como si para construir una casa se comenzara por el techo, sin tener primero los cimientos.

En lugar de próceres, como Morazán, lo que hemos tenido son ilusionistas de oficio. Y continuamos mirándonos en los fragmentos de un espejo roto.

 

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17 de septiembre de 2019
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Cuando el pacifismo es coartada

Me he referido aquí en varias ocasiones al filósofo francés Jean Cavaillès detenido por la Gestapo en agosto de 1943, torturado, encarcelado en Fresnes, finalmente fusilado el 17de enero de 1944 en la ciudad de Arras y sepultado en la designada "fosa número 5" bajo la inscripción "Desconocido". Jean Cavaillès fue acusado entre otros cargos de actos de sabotaje contra las tropas de ocupación, lo cual era hasta tal punto cierto que, en un artículo de homenaje, el físico francés Etienne Klein se refiere a él con el juego de palabras "Un filósofo explosivo".

El padre de Jean Cavaillès era oficial de carrera y de hecho la infancia y adolescencia del futuro pensador transcurrió en un entorno de militares. Ello no le impidió considerarse siempre un pacifista. Pero pacifista no significa anti-militarista. Cavaillès tenía muy claro que la disciplina militar es susceptible de estar al servicio de muy diferentes causas. Ser antibelicista como Cavaillès no debería impedir (¡al contrario!) la clara conciencia de que en determinadas situaciones (así la de una Francia bajo la doble bota del fascismo alemán y del régimen colaboracionista de Pétain)...tomar las armas era una exigencia ética. Pues bien:

El amigo de Cavaillès, asimismo filósofo y también fusilado por actos de resistencia Albert Lautmann, en sus años de estudiante participa también de un sentimiento anti- belicista, en su caso en razón de sus simpatías por el socialismo francés. Sin embargo, hijo de mutilado de la primera guerra, sabía que en determinados momentos el pacifismo podía servir de coartada para la cobardía y de ninguna manera estaba dispuesto a que este caso de indignidad fuera el suyo. De ahí que en 1938, lúcidamente inquieto por la amenaza fascista, sigue los cursos de formación de oficiales.

Al estallar la guerra, tras colaborar en una acción en la que son derribados siete aviones alemanes, vive la derrota del ejército francés en la primavera de 1940, es hecho prisionero e internado en uno de los campos para oficiales denominados Oflag (Offizier-Lager) y distinguidos entre ellos por números romanos que correspondían a la región (alemana o anexionada) en la cual se encuadraban. El de Lautmann era el número IV en Silesia, del cual se evade en 1941.

Integrado en la resistencia, entre otras tareas se ocupa concretamente de facilitar contacto, vía España, de personas de diversas nacionalidades que colaboran con el ejército secreto. Arrestado por la Gestapo en razón de un chivatazo en mayo de 1944, es fusilado en agosto de 1944 en Camp de Souge en las proximidades de Burdeos, dónde cayeron 256 prisioneros, víctimas de los soplones de la policía de Vichy tanto o más que de las rafias de los ocupantes alemanes.

Albert Lautmann se ocupó entre otras cosas de la relación entre la realidad matemática y la realidad física, esbozando sus primeras hipótesis en su libro "Las matemáticas, las ideas y lo real físico". La realidad física nos interpela en tanto meramente humanos. Ello desde que un niño constata con rabia esa necesidad natural, esa tozuda irreductibilidad que impide alzarse del suelo. Pero nos interpela también la realidad social, desde el momento en que ese mismo niño constata que le es vetado apoderarse del deseado fetiche de su compañero de juegos (mientras que eventualmente la recíproca no se cumple).

Irreductible a la voluntad, la naturaleza es quizás sin embargo accesible al conocimiento, a una observación desinteresada, a lo cual nos conduce simplemente el amor al lenguaje y a sus frutos. Pero el amor al lenguaje pasa también (y quizás sobre todo) por intentar apuntalar las condiciones sociales que favorecen la eclosión de ese mismo lenguaje, y no dándose las mismas en la sórdida cotidianidad de la Francia del general Pétain, Albert Lautmann no entrevé otra actitud digna que el compromiso con la resistencia.

De haber sobrevivido a la ocupación de su país, muy probablemente Lautmann habría llegado a ser sido un puntal en esa metafísica sustentada en la ciencia que en nuestros días está constituyendo, una verdadera resurrección de los orígenes jónicos de la filosofía. Pero como Kant dejó sentado (al extender la filosofía crítica de la razón pura cognoscitiva a la razón práctica), la exigencia del espíritu va más allá del deseo de conocer. Tomando corajudamente una vía que le llevaría al pelotón de fusilamiento Albert Lautmann dio otra prueba inequívoca de entereza filosófica.

Si vuelvo a traer a colación la envidiable envergadura de estos dos pensadores es por mostrar mi desasosiego cuando escucho discursos en los que se proclama sin más, con toda generalidad (¡y desde luego a precio nulo!) la equivalencia entre posiciones antibelicistas y rechazo de la condición de militar. Estar en contra del belicismo imperialista no debería impedir (¡al contrario!) la clara conciencia de que en determinadas situaciones (así la de una Francia bajo la doble bota del fascismo alemán y del régimen colaboracionista de Pétain)...tomar las armas es una exigencia ética.

 

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17 de septiembre de 2019
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¿Desgracia o catástrofe?

La última oferta in extremis de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez traía implícita la noción de ensayo, igual que plantean muchas parejas que se dan un “periodo de prueba” tanto antes de casarse como al separarse. Si no funciona, cada uno por su lado. Un auténtico atrapamiedos que inmunizase a los socialistas ante la posible trampa podemita de jugar al contragobierno una vez dentro.

Era de esperar que Sánchez, fiel a su colección de calabazas a la novia despechada que es Unidas Podemos, no se ablandara. “Ocurrencias”, vino a decir. No se queda para hablar por teléfono desde la tribuna de oradores del Congreso. Porque él es serio. Ha aprendido maneras en los sillones segundo imperio del Hôtel du Palais, en Biarritz, a la vera de Macron, y se ha rodeado de asesores que creen más en el algoritmo o la neurociencia que en la política de diálogo. Y, a medida que todo esto ocurría, las perneras del traje del presidente se iban estrechando, inaccesibles para la media española.

La escena parlamentaria de dos hombres de edades similares, exprofesores y padres, evitando todo contacto visual, negando la mirada del otro, resultó un espectáculo gélido. Una ración de desprecio bien poco ejemplar, sin la altura moral necesaria para flexibilizar la contrariedad. Los de Sánchez han olvidado que recibieron el gobierno de manos de Podemos y otras formaciones que, en un gesto histórico de responsabilidad, no pidieron entonces nada a cambio y pusieron rumbo de crucero. Pero la ­política es un juego complejo de intercambios. Apostarlo todo en unas nuevas elecciones planteadas como “yo o el caos” resulta una temeridad que puede acabar en desgracia y hasta en catás­trofe. En cierta ocasión le preguntaron al primer ministro británico Benjamin Disraeli cuál era la diferencia entre ­ambas. “Lo entenderá usted enseguida: si Gladstone –su adversario político– cayera al río Támesis y se ahogara, eso sería una desgracia; pero si alguien lo sacara del agua, eso sería una catás­trofe”, bromeó. Sánchez no puede permitirse bromear ni es un caballero del siglo XIX.

Estos días se ha condenado al juez Alba por conspirar contra su colega Victoria Rosell, diputada de Unidas Podemos. La historia produce escalofríos. Es la de un magistrado amigo de los poderosos que pretendió enterrar en vida a una intachable profesional. El episodio se suma a la cadena de espionajes, descalificaciones y hasta fake news con los que una mano negra ha querido cargarse al partido morado desde que emergió con la denominada nueva política.

Sánchez y los suyos insisten: “No conviene a España un gobierno endeble, inconexo y que no da estabilidad”. Sin embargo, resulta difícil disfrazar la irresponsabilidad que significa no llegar a un acuerdo; también comprender el empecinamiento en desestimar de antemano la idea de coalición. ¿Por qué? Lo llaman poder en la sombra: aquel que no elegimos pero en verdad nos dirige.

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16 de septiembre de 2019
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Política de horizonte

El verano nos abandona, a pesar de que nosotros hayamos olvidado ya su promesa de felicidad y rescatemos los calcetines para despegarnos el frescor de septiembre, como si quisiéramos anticipar el otoño y su paisaje de hojarasca a fin de regresar a las rutinas con mayor recogimiento.

Este fin de semana bajan sus persianas muchas piscinas públicas, esa conquista humana de azul ocioso, una metáfora perfecta del paraíso perdido y un pro­digio artificial en cuyas aguas cerradas somos ungidos por la ilusión de la li­bertad. Para la mayoría de los mortales se alejará hasta el próximo año la fantasía que conforman la piel brillante y el ba­ñador de licra, el aceite de coco, un ­trampolín y un Martini, las risas de los niños que se confunden con la cháchara de los pájaros. Puede que a estas alturas estén aburridos de humedad, cloro y tumbona, pero poco tardarán en volver a ­sentir ­deseos de zambullirse en sus panzas transpa­rentes.

Este verano se han multiplicado las llamadas piscinas infinity, o “piscinas de horizonte”, debido al efecto visual que producen, y más si tienen mar al fondo. Parece que los bordes hayan desapare­cido, ya no son un obstáculo, nada te ­separa de la ingravidez, por lo que los cuerpos sienten la ilusión de mecerse entre el agua y el aire. Eso sí, en la mayoría de ­las selfies los fotografiados dan la espalda al mar.

La transparencia es una tendencia ­global al alza que recorre desde la tecnología puntera hasta las prótesis dentales, pasando por los voluminizadores de cabello que se etiquetan como de “efecto invisible” o los bolígrafos que borran su propia escritura, aunque dejen tras de sí un troquelado. Es una ilusión infantil la de ser evanescente y liberarse de todo peso, y de ella se contagia incluso la política, esa gran piscina pública donde se chapotea de mala manera, ignorando normas y ­límites.

Nuestra época es aviesa con los marcos teóricos, resultado de la selección de teorías, conocimientos y métodos que dan forma a nuestro saber y nos permiten seguir avanzando en el camino del progreso. Hoy, la idea de bien común se es­fuma sin márgenes que la contengan; parece que el agua se desborda en cascada, pero sólo es un efecto óptico. Una nueva complejidad que emana de la tecnocratización ha traído consigo a un auténtico ejército de asesores y spin doctors que, igual que en el caso de los diseñadores de televisiones o piscinas, sólo aspiran a la perfección técnica. Tiran de sentimientos en lugar de razones. Sustituyen el ­cemento, muy necesario para compactar una voluntad colectiva, por vidrios de ­última generación, tan sofisticados e inmateriales que la convierten en una política infinity capaz de producir un galopante mareo.

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11 de septiembre de 2019
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Asalariados

Es curioso: los únicos que siguen trabajando, cada vez en mayor número y con sueldos cada vez más altos, son los políticos
 

La semana anterior me refería a la desaparición de lo complejo, lo difícil, lo que exige esfuerzo, y a la imparable simplificación de nuestras vidas. Pero junto a lo simple en las artes, la política, la universidad o las comunicaciones, faltaba una sección esencial: el trabajo.

Un amigo bancario me comentó que los bancos están ya preparando la desaparición del trato personal. Los que no tenemos más remedio que dejar nuestra nómina o facturas en los cofres de los bancos vamos a tener que trabajar para sustituir al personal de la banca. Algunas entidades han cerrado ya un buen número de oficinas y es notable que no conozcamos un análisis de ese cierre. Mi banco, por ejemplo, ha eliminado dos oficinas en el barrio y nos obliga a caminar hasta la que a ellos les interesa. Pero incluso esa dejará de atender al público y todas las operaciones las haremos con maquinitas.

Cada vez hay menos trabajo, cada vez son menos necesarios los trabajadores y los que aún trabajan se ven condenados a subsistir con sueldos cada vez más miserables y provisionales. Eso quiere decir, sencillamente, que sobra mano de obra o fuerza de trabajo, como se la llamaba antes. A medida que se expande la tecno, cada vez sobran más.

Ante esta situación se suponía que emergería la presión de la izquierda y los sindicatos, pero no pueden hacer nada. Los sindicatos solo protegen a quien ya trabaja, como se vio con las huelgas contra la población que iba o volvía de vacaciones. Y la izquierda solo exige caprichos y antojos de minorías, copiados de los campus norteamericanos políticamente correctos. Es curioso: los únicos que siguen trabajando, cada vez en mayor número y con sueldos cada vez más altos, son los políticos. Y cada día hay más partidos de izquierdas.

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10 de septiembre de 2019
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El precio de ser leyenda

Sentirse prescindible. Replegarse en una soledad ambulante con la que te cruzas allí donde trates de escapar, incluso entre la multitud. La soledad de una mujer de cincuenta y seis años puede ser peligrosa. No es caprichosa ni aislada, sino que engarza las cuentas de un collar de abandonos y fracasos, de posibilidades que se acabaron en portazos, de ilusiones disueltas sin dejar poso de aquello que un día hizo pensar que todo saldría bien.

Blanca Fernández Ochoa. Leo las crónicas de su muerte: “Una leyenda del deporte”. Pero, ¿qué diablos hacemos con nuestras leyendas? Aquellas que lograron encumbrar el nombre de un país, levantar el orgullo, inspirar a los jóvenes, promover valores. “Los mejores embajadores de la marca España”, se dice de Nadal o Gasol. Ahora, cuando los héroes se jubilan (precozmente) y se alejan de los estadios y del aplauso, se ven abocados a un duelo silencioso, sin adrenalina, y su récord imborrable en los rankings deportivos acaba convirtiéndose en una nostalgia juvenil. Me pregunto cuántas veces vería Blanca el vídeo de la victoria en Albertville, o el de la caída in extremis, con el oro ya en el cuello, en Calgary. No suelen medirse los estragos que produce la presión en la élite del deporte, cuerpo y mente exigidos más allá de sus límites.

Según un cálculo realizado por la revista especializada Sports Illustrated, el 80% de los colosos deportivos norteamericanos se arruinan antes de una década de retiro. También les sucede a algunos cracks futbolísticos. O del tenis. Mal asesoramiento financiero para quienes vivieron al margen del Euribor y el IRPF, familias dependientes que despluman a sus hijos encerrados en su burbuja de disciplina.

Hay más: tormentas emocionales, lapas que les van erosionando y traicionando, o adicciones convertidas en vías de escape que acaban desluciendo la épica de sus logros y les enfrentan al rostro descarnado del éxito, que casi siempre olvidamos.

En el caso de Blanca, se habla de su precariedad, su trabajillo de entrenadora personal con chalecos electromagnéticos, de su fragilidad psicológica. Campeona olímpica, la primera mujer española que alcanzó el podio en unos Juegos, se fue vaciando. Y no recibió atención de quienes se beneficiaron de su talento y su coraje, con tantos sueldos vitalicios que se reparten los poderosos.

Tenía una mirada risueña. Me crucé alguna vez con ella y admiré su humildad antidiva, su cercanía, incómoda ante la cámara y la pose. Comprendo que a su familia no le interesen ahora las causas de su muerte, demasiado insoportable es ya su pérdida. Pero detrás del parte oficial “muerte no accidental”, se ha murmurado en voz baja la palabra suicidio. Ese tabú que no debería avergonzar a nadie sino alertar y contribuir a su prevención. La muerte de Blanca Fernández Ochoa, en silencio, a sus 56 años –los mismos que tenía su hermano cuando lo mató un cáncer–, demuestra una vez más que el deporte no construye el carácter, tan sólo lo revela.

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9 de septiembre de 2019
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‘Vallbona, estiu 19’

Rumbo a Vallbona de les Monges, en el cruce de Solivella, el viajero halla un campo poblado por figuras estrambóticas. Se llaman estimaocells, ríete de los espantapájaros porque en este valle boscoso aún se permite volar libres a es­pecies caprichosas –como el alcaudón real o el colirrojo tizón– entre pinos y cedros estilizados. El ojo humano acierta a captar su vuelo, y se deja limpiar por esta danza hipnótica. En la entrada del convento cisterciense advierto una placa nueva: “Monumento preferido por los catalanes en el 2018”. Crecen las vi­sitas y su hospedería tiene demanda. Una exposición virtual resume la cotidianidad de este monacato femenino: una historia de mujeres cultas que, además de salvar vidas con su reputada ­farmacia, estudiaban, velaban por conservar la historia e incluso proyectaban bellísimos cenobios. La libertad intelectual que les garantizó el monasterio fue excepcional.

Hoy, a las monjas de clausura se las avisa por un portero automático, pero el gruñido del portón del convento sigue sonando antiquísimo. Oímos los pasos ágiles y firmes de sus sandalias pardas, un ligero rumor de telas, y la abadesa, mi tía Anna Maria Camprubí, nos abraza derramando esa paz que anhelamos en los días de curvas. Nos sentamos en un banco de madera, en la penumbra de una antesala que da al claustro, y el silencio de las piedras apenas nos deja hablar. Pienso en los versos del poeta Basilio Sánchez que leí anoche: “Hay que estar muy adentro / en la circunferencia de la noche / para encontrar las cosas que nos salvan la vida”.

Mi madre le pregunta a su antigua compañera de juegos a qué hora se levanta. A las 5.30 h, porque gusta tomar un café con leche antes de los maitines. Son ocho monjas. Y ¿cómo están desde el verano pasado? “No se nos ha muerto ninguna”, responde la abadesa con su humor franco. Hablamos de la falta de ­vocaciones, y me pregunto por la extrañeza de una vida retirada, dedicada a la oración, a cantar himnos y salmos junto a un pequeño órgano, día tras día. Treinta años conservando el perfume enjabonado en los pasillos, y conjurando en sus oraciones los horrores y las injusticias, rogándole al Señor que consuele a quienes se les ha quebrantado el alma. Viven sin teléfono móvil ni televisión, apenas algún calefactor, ya que al frío nadie se acostumbra. La Liturgia de las Horas ha terminado con las vísperas, donde se ha loado al Dios omnipresente e invisible, y, en otras palabras, se ha celebrado que esté abierto 24 horas. El incienso asciende hasta las vidrieras translúcidas, y una permanecería más tiempo en esa burbuja espiritual, observando cómo rezan por este mundo loco, cierran los ojos e invocan su amor incorruptible.

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4 de septiembre de 2019
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Torrijos

Entre los enclaves de interés ornítico cercanos a mi domicilio destaca el entorno del puente de Torrijos, frecuentado, en esta época del año, por numerosas rapaces en migración. Desde el interior del coche, situado de modo estratégico en el tramo que se conserva de la vieja carretera, llevo a cabo dos de mis prácticas favoritas, observar el comportamiento de las aves y observar el comportamiento de los humanos. Así, compruebo que la estupidez no tiene límites, al tiempo que un ejemplar de aguililla calzada (Hieraaetus pennatus) planea junto a un ejemplar de abejero europeo (Pernis apivorus). Me refiero a ver cómo los ciclistas se juegan la vida, desafiantes y ufanos, circulando en paralelo por la carretera, que aunque es nueva no dispone apenas de arcén, mientras los horribles niños de los turistas desprecian y humillan a sus pobres padres que les hablaron durante meses de las maravillosas vacaciones que, en familia, iban a disfrutar en el Pirineo. Ahora, en concreto, contemplo un paso, majestuoso, de milanos negros camino de su cuarteles de invierno y, cuando los pierdo, al rebasar la cresta del cerro de Rapitán, presto atención a un grupo de adolescentes que con envases de Yogur Activia bombardean un Mercedes que, lo que son las cosas, pertenece a un profesor emérito cuyo eje argumental, en la conferencia a la que asistí, no era otro que fomentar la natalidad para, de este modo, resolver todos los males de nuestra endeble sociedad.       

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4 de septiembre de 2019
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Has visto alguna vez el mar?

Ustedes a lo mejor no habrán oído hablar de Luisito Comunica, pero tiene una clientela de millones de teenagers. Pertenece a esa constelación de súper novas de los youtubers, que brillan en un cielo rutilante que a muchos puede parecernos ignoto y distante.
Son comunicadores privilegiados, influencers que enganchan legiones de seguidores en sus canales de YouTube, y acumulan likes en las redes igual que los viajeros frecuentes acumulan millas de vuelo. A la búsqueda de profesiones exitosas, ingeniero, médico, sumen ahora la de youtuber, porque se puede llegar a millonario con un canal exitoso.
Hay un ranking de los top 15 youtubers, medidos por su audiencia, y el primero entre ellos es el chileno Germán Garmendia, de Hola soy Germán, con cerca de 40 millones de suscriptores. Es un humorista que también escribe libros, y su último éxito se llama Chupa el Perro, un manual de autoayuda para adolescentes y colegiales. Recientemente, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, las colas de lectores que querían un autógrafo suyo daban vueltas al recinto, mientras las demás salas donde se presentaban otros libros quedaban vacías.
Pero regreso a Luisito Comunica. Los Youtubers manejan el humor y se ocupan de consejos tutoriales, autoayuda, "la distopía y una pizca de apocalipsis", los unicornios, la salud, los videojuegos, la moda juvenil, y hasta el maquillaje y los consejos de belleza, algunos con sus propias marcas de ropa y de cosméticos. Y el turismo: esta es la especialidad de Luisito, un consumado trotamundos, que va probando las comidas donde llega y da cuenta de ellas.
Luisito, de nacionalidad mexicana, llamado también Rey Palomo, y Luisito el Crack, es el número 6 en el top ranking de youtubers, con 32 millones de suscriptores en su canal; y la historia que quería contar empieza realmente aquí, en el momento en que recibe un mensaje de uno de sus millones de fans, que dice:
"Tengo 60 años nunca me he subido a un avión ni salido del país. Tampoco conozco el mar. Por eso me gusta ver tus videos porque viajo lo que nunca pude." Y lo firma Sergio Ramírez.
Este misterioso Sergio Ramírez, de 60 años, resulta extraño en una red de millones de adolescentes. Y Luisito decide, en un gesto humanitario, premiarlo: si nunca ha viajado, si no conoce el mar, él va a patrocinarle un viaje para que cumpla con su anhelado sueño; y aún se ofrece, si sus ocupaciones se lo permiten, a acompañarlo.
Pero Sergio Ramírez no deja una dirección, un correo, un teléfono. No hay una sola huella suya. No se sabe ni siquiera de qué país es. Y Luisito da la orden perentoria: encontrar a este hombre. Y entonces, sus huestes se entregan de inmediato a la tarea de buscarlo a como dé lugar para que pueda contemplar el mar en toda su anchura y extensión desde alguna playa de lujo.
Y aquí es donde entró yo en la historia. Sergio Ramírez existimos muchos en el universo mundo. Pero imaginen a 32 millones de disciplinados sabuesos en la cacería, que entonces comienzan a inundar las redes sociales que mantengo bajo mi nombre como escritor. Aquí una pequeña muestra:
Oye, "Luisito comunica" al parecer te está buscando para invitarte a unas vacaciones, te haz hecho muy viral, sólo te aviso para que le contestes por YouTube, eso es todo bye.
Cuál es su edad señor? hay un youtuber buscando a un sergio ramirez y es de edad avanzada. Dicho youtuber es luisito comunica.
Señor sergio ramirez quería preguntarle si usted a viajado a algún lugar es que una persona muy famosa lo está buscando para ver si usted es la persona que hablaba en sus videos la persona es luisito comunica.
Cuántos años tienes 60? as bisto el mar sergio? cual yutuber te gusta acazo es luisito comunica?
Oiga joven nuestro amigo Luis o mejor conocido como Luisito lo quiere llevar a conocer el mundo por favor contáctelo.
Oiga donde se ha escondido, acazo en el area 51?
Hola Sergio soy un suscriptor de Luisito comunica y su cosmópolis te estamos buscando para que Luisito pueda cumplir tu sueño de salir de tu país.
Hola, supongo que ya te diste cuenta que literal todo el mundo te está buscando
Wey, te busca luisito.
Sergio as viajado?
Buenas tardes usted tiene una veterinaria o me equivoco?
Don Sergio está siendo más buscado que el propio Chapo...
Un suscriptor escéptico, de los que nunca faltan, dice que Luisito "solo hace esto para subir suscriptores y para que al final de todo diga que lo de sergio ramirez fue un experimento social para unir a las personas por un objetivo en común".
Pero si este Sergio Ramírez que nunca ha visto el mar existe, ya seríamos dos en una hermosa playa de Nicaragua. Y todos los demás que así nos llamamos, pues somos legión.

 

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3 de septiembre de 2019
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Coros y danzas

Vamos a una cultura de militante simpleza en las artes, en las letras, en la política, en la economía, en las actividades que antes traían una cierta complejidad.
 

Me fui a las carreras de Sanlúcar. Pocas escenas son tan cautivadoras como una potrada a galope loco aplastando la arena ribereña del Atlántico. Pasan en tromba ante la tribuna y se dirigen hacia el sol rojo que se va poniendo despacio, no vaya a perderse el final de la lucha. Unas olas mansas se suceden como caricias en severo contraste con los caballos desbocados. Es el coro que va diciendo cuán locos estamos los humanos.

Hace unas décadas esta era una fiesta casi doméstica frecuentada por las familias de la bahía y algunos curiosos entre los que figuraba, claro, Fernando Savater. Es ahora un espectáculo de masas. El taxista me dijo que se calculan unos 10.000 los que se apiñan en la gran playa. La belleza equina y el paisaje siguen siendo soberbios, pero la fiesta es ya tan prosaica como un partido de fútbol.

Esta ha sido la mejor escena de un verano en el que he podido constatar cómo se disuelven en el aire los escenarios complejos. Todo va alcanzando su nivel masivo de simplicidad. Si un elemento impone alguna dificultad o exige concentración, reflexión y juicio, es eliminado sin piedad. Vamos a una cultura de militante simpleza en las artes, en las letras, en la política, en la economía, en las actividades que antes traían una cierta complejidad como el sexo o la disputa de ideas. La meta es el aprobado general.

A ese mundo simple se va amoldando la máquina política en las democracias que hace unos años aún proponían programas esforzados o de alguna hondura. Hoy solo apuestan por el más mezquino nacionalismo, justo cuando todas las naciones se igualan. Al llegar a Madrid me entero de que desaparece la gran Revista de libros. A los de mi quinta se les ofrece un mundo dirigido por gente en traje folclórico.

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3 de septiembre de 2019
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El Boomeran(g)
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