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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Soros, Wen Jiabao, Putin

Escribo entre la intervención de Wen Jiabao y la de Putin. Esta es la cumbre del resto, las potencias que han ido acumulando ambición mientras Bush creía instalarse en el siglo americano de la superpotencia única. Antes, a mediodía, he podido almorzar a toda prisa mientras Soros hacía la suya. Está claro que la economía mundial, ya en recesión, está averiada. Como mi ordenador. El disco duro está irremediablemente maltrecho. En mi caso tiene remedio: Rosa Jiménez, que se ocupa de los blogs de El País, corregirá este texto antes de que lo lean los lectores. En el caso de la economía global el problema va mucho más lejos y no basta con resolver una cuestión ortográfica. Mi ordenador es un buen reflejo de cómo somos y nos van las cosas, siempre detrás en tecnología, algo que se convierte en hiriente en un lugar de punta como es el WEF.

Soros cree que esta crisis financiera es igual o mayor que la de los años 30. La mitad de los negocios financieros mundiales desaparecerá. El financiero que se cargó el sistema monetario europeo en 1992 aparece ahora como uno de los pocos visionarios que la vieron llegar. Él modestamente lo niega, y asegura que no pudo prever estas 36 horas de septiembre que terminaron con la banca financiera de Wall Street y sobre todo el colapso de Lehmann Brothers. Lo que sí señaló fue la superburbuja y la eventualidad de un superestallido: es decir, sí lo vio venir. Es lo que ha ocurrido. Sólo Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York, y Robert Shiller, de Yale, aparecen ahora como sabios prudentes que no se dejaron obnubilar por la euforia. Roubini dijo, según el IHT, que la cuestión no era saber si habría un aterrizaje suave o violento, sino cuán violento sería el aterrizaje. Shiller señaló que la burbuja inmobiliaria americana era de tal envergadura que se verían muchos años de caída de precios y de debilidad económica. Esto fue el año pasado. Ahora ya todos lo saben y nadie lo discute. La cuestión es la fecha: ¿Cuándo saldremos? El consenso gira, vaya horror, alrededor de 2012.

Soros evalúa en un billón y medio de dólares la inversión pública que hay que hacer en Estados Unidos para enfrentarse a la recesión. Cree que Bush ha actuado tarde, poco y mal con el primer paquete financiero. No es extraño: estos mismos días llegan noticias sobre el reparto de bonus entre directivos de bancos que han recibido ayudas, ante el escándalo de las opiniones públicas respectivas. Tiene interés atender también a lo que dice sobre las implicaciones internacionales de la crisis, sobre todo en los países periféricos, como los de Europa del este, que él conoce muy bien. La devaluación de sus monedas va a dañar a las familias endeudadas en divisas extranjeras. O en Europa, donde ahora se nota como nunca la falta de un departamento del Tesoro europeo.

Wen Jiabao ha hecho un discurso impecable, de buen alumno que se tiene aprendida la lección. China está muy afecatada por la crisis, ha reconocido. Pero ha hecho sus deberes, que ha detallado de forma interminable, desde política bancaria hasta educación e infraestructuras. Lo que le ha permitido corregir el tiro: la economía china está en buena forma, sus fundamentales están la mar de bien. Para, a continuación, ofrecerse a echar una mano: queremos ayudar a restaurar la confianza, creemos en la confianza, la cooperación y la esperanza. Insuperable en su lengua de trapo. Perfecto.

El invierno se va y la primavera está a la vuelta de la esquina, ha terminado poéticamente: la única concesión retórica en todo el discurso. Ni una sola concesión política, como máximo el 'compromiso con el desarrollo pacífico'. Y cifras, cifras que hay que leer bien, para ver que son preocupantes: 9 por ciento el año pasado, sólo el 6'8 el último trimestre del año, pero confianza en que se llegará, aunque sea muy difícil, al 8 por ciento para 2009. Los agoreros especulan que estará alrededor del 6. Pero el primer ministro chino cree detectar signos, cuantificables, de una pequeña recuperación en diciembre.

Entre todos los que han intervenido hasta ahora es el único que está orientado y es optimista, lo cual no significa que tenga razón. Todo el resto sufre de desorientación y depresión como no se había visto nunca entre quienes guían la economía mundial. ¡Si así están los pastores, cómo estará el rebaño! No creo que Putin, al que voy a oir dentro de un cuarto de hora, pueda cambiar el humor de la reunión, más bien sombrío. Quizás lo haga, en cambio, una magnífica sesión dedicada a las lecciones que pueden sacar los empresarios del Macbeth de Shakespeare.



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29 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Calle de Verdi, 182

"Cuanto más envejezco, más inquieto me vuelvo", le confiesa Carl Einstein a Daniel-Henry Kahnweiler en la última carta que le escribe el 6 de enero de 1939 desde Barcelona, donde ha pasado la última parte de su vida luchando en el ejército republicano. En esta carta, culminación de un epistolario que abarca un largo periodo de amistad entre ambos, y que acaba de ser publicado aquí por Ediciones de la Central, Einstein insiste en su optimismo sobre el resultado de la Guerra Civil española, a la que de un modo muy evidente vincula su propio destino. Un año después, derrotada la República, se cumple también este destino y Carl Einstein se suicida tras ser internado en un campo de concentración y antes de caer en manos de los nazis.

En nuestra época, que pocos epistolarios generará, la lectura de las cartas intercambiadas entre el marchante de la vanguardia parisina y el teórico del arte alemán es un ejercicio estimulante por muchas razones. Tanto Kahnweiler como Einstein ofrecen informaciones valiosas sobre la atmósfera intelectual que acompaña el asentamiento del cubismo, con referencias constantes a las obras de Picasso, Bracque y Juan Gris, cuya temprana muerte es motivo de tristeza y reivindicación. Desde París Kahnweiler le escribe a su amigo, a este respecto: "Aquí ahora se dicen muchas cosas que al pobre Juan le hubiera hecho mucha ilusión oír y leer en vida. Pero entonces no se decían. Lo mismo ocurre en España. De pronto se ha convertido en un gran pintor español, y en gloire de l'Espagne".

También por Kahnweiler nos enteramos de la sinuosa recepción de los grandes estudios de Carl Einstein acerca del arte africano y los nexos de éste con el cubismo. Mejor situado que nadie para conocer por dentro las vicisitudes de la vanguardia el marchante de arte utiliza un tono elegante y generoso, sin incurrir en un enojoso mercantilismo y, casi milagrosamente dada su profesión, sin ajustes de cuentas ni cotilleos. Einstein, por su parte, se revela como un hombre mucho más atormentado, intelectualmente seguro en sus convicciones pero conscientemente de que su existencia nunca gozará de la estabilidad que posee la de su interlocutor.

Esta diferencia de miradores y situaciones, que habría podido hacer brotar en las cartas momentos más o menos soterrados de resentimiento o, por el contrario, de excesivo proteccionismo, actúa como plataforma sobre la que se asienta paulatinamente la amistad entre Einstein y Kanhweiler. No es posible hallar un solo fragmento de reproche o de suficiencia aunque los acontecimientos lleven a uno hacia el desastre y al otro hacia el éxito. Lejos de esto el epistolario se revela como una pequeña obra maestra de la amistad en la que el paso de los años va sedimentando un afecto cada vez más vivo que se comunica con sutiles conquistas en el lenguaje de la intimidad.

A mí me ha parecido especialmente llamativa la última parte del libro, en la que se recuperan las cartas escritas por Einstein desde su domicilio de Barcelona, en la calle de Verdi, 182, y las respuestas parisinas de Kanhweiler. En este tramo postrero el epistolario se hace claramente asimétrico, con un interlocutor, Einstein, expresándose desde arenas movedizas, y otro, Kahnweiler, ofreciendo serenidad desde una fortaleza pese a que, judío como aquél, advierte cada vez con más lucidez la tempestad que se cierne sobre Europa y de la que la guerra española es sólo el primer episodio.

Pero es Carl Einstein quien está atrapado, y apasionadamente, en este episodio. En otras circunstancias, como se deduce de los textos, él se convierte en el protagonista de la historia y su amigo, en una suerte de duende lejano y acogedor. A Kahnweiler le pide libros, tabaco y determinados alimentos para iniciar una dieta con la que combatir una enfermedad estomacal; sobre todo le pide que comprenda su optimismo, un optimismo que a finales de 1938 y aun más en 1939 no puede ser sino desesperado, con relación al desenlace de la guerra y a su propio desenlace como ser humano.

Las últimas son las mejores cartas de Einstein. Son francas porque precisamente van destinadas a un amigo en el que tiene depositada toda su confianza, y son enérgicas, fruto de la determinación de un hombre consciente de que su margen se estrecha drásticamente cada día que pasa en Barcelona, sin huir. En ellas se contienen afirmaciones significativas, como su propósito de no escribir más sobre arte, harto de las veleidades y trifulcas de las tribus artísticas, o como su inclinación por lecturas esenciales -Hölderlin, Spinoza, Mallarmé, Valéry- que quedan al margen de los fuegos de artificio supuestamente literarios.

En estas cartas Carl Einstein da la impresión de que tiene poco que perder. Va al grano. Está combativo: "Todavía no he llegado hasta el punto de volver a ponerme las pantuflas". Hace declaraciones de felicidad: "España es el único lugar en el que se ha conservado eso llamado dignidad e independencia. Se respira un clima moral que no se ha dejado dominar ni por el miedo ni por el regateo mezquino e inútil. Por eso somos tan felices". No se anda con rodeos. "Mándeme tabaco cuanto antes y en grandes cantidades. Siempre seré lo contrario que usted. Usted lleva una vida equilibrada y en cambio yo, sin tabaco, sin una buena calada, no puedo vivir. Maldita sea, es vergonzoso pero es así".

 

El País, 03/01/2009



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29 de enero de 2009
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El papel de los grandes libros

Los grandes libros tienen a juicio de Proust un papel a la vez esencial y limitado: esencial por la potencialidad de servir de peldaño; limitado porque, invitándonos a una confrontación inevitablemente en solitario, nada  pueden hacer  por aquel que no esté dispuesto a ahondar en sí mismo. La lectura nos conduce al brocal de nuestra fuente interior, pero no puede reemplazar el gesto de sondearla y descender lúcidamente a ella. De hecho, para el que tiene un respeto por la verdad pero que la concibe como un fetiche exterior en razón de que, pusilánime, no entrevé la posibilidad de que esta verdad se encuentre en sí mismo,  la literatura juega incluso un papel pernicioso:

"Mientras la lectura sea para nosotros la iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en nuestro interior la puerta de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos, su papel en nuestra vida es saludable. Se convierte en peligroso por el contrario cuando, en lugar de despertarnos a la vida personal del espíritu, la lectura tiende a suplantarla, cuando la verdad se presenta...como algo material, abandonado entre las hojas de los libros, como un fruto madurado por otros y que no tenemos más que molestarnos en tomarlo de los estantes de las bibliotecas para saborearlo a continuación pasivamente, en una perfecta armonía de cuerpo y mente." (p. 43.)  

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29 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El Corto Maltés y la aventura de hoy (4)

Las últimas aventuras del Corto son imperfectas en el sentido en que también lo son las últimas esculturas de Miguel Ángel: porque marcan el tránsito hacia un nuevo estilo que nunca llegó a coagular, interrumpido por la muerte de ambos artistas. La suya es la clase de imperfecciones que no hay que descartar, en tanto funcionan como puente: no hay que ver lo que son en sí mismas, sino la dirección en la que señalan, aquello a lo que apuntan -buscar lo que quedó fuera de cuadro.
    Pratt lleva allí al extremo algo que venía insinuando desde La balada del mar salado: que lo que ocurre en el interior del protagonista es tanto, o incluso más importante que lo que ocurre en el mundo exterior. La aventura esencial es la del corazón y la mente: si ellas se transforman, si ellas progresan, si se elevan a un estadio superior al del inicio, la aventura ha triunfado, aunque nada parezca haberse modificado en la realidad que las circunda. Alguien dirá: se trata de un saber que siempre fue parte del género de la aventura, en tanto el aventurero triunfa precisamente porque ha conservado su alma durante la empresa. He ahí el quid de la cuestión. Con el correr de los siglos, los aventureros -y sus creadores y sus lectores- comprendieron que conservar el alma pura no es garantía de triunfo. Uno puede ser justo y honesto y perder. Más aun: ser justo y honesto es casi una garantía de derrota, dado que el mundo en que vivimos premia la injusticia y la deshonestidad -que siempre van de la mano, como en Guantánamo, como en Gaza. Ni siquiera el hecho de enriquecerse de manera ilícita conserva su encanto, dado que eso mismo es lo que hacen los hombres más poderosos y más despreciables de este planeta. Y sumarse a las luchas políticas a la vieja usanza -aquellas batallas por la liberación de pueblos, aquellas batallas contra empresas que manejan los hilos desde las sombras- significa arriesgarse a la etiqueta de incorrección política: al menos en el Hemisferio Norte, las agrupaciones reales que luchan esas luchas suelen figurar en el listado de organizaciones terroristas.
(Lo cual, dicho sea de paso, no debería importarnos a nosotros latinos y africanos: ¿para cuándo un aventurero apoyando el combate contra la explotación minera en Bolivia?)

(Continuará.)



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29 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Fumar no perjudica al arte

La revista Litoral, tan saludable viva después que el angélico Manuel Altolaguirre y su compañero en poesías y sueños, Emilio Prados, la fundaran en Málaga, en la mítica imprenta Sur- otro día hablaremos de ella- la revista que da consistencia a la generación del 27, dedica su último número al humo que hemos cantado, pintado, escrito, perseguido y disfrutado en años de tabaquismo y creación. Sin fumar no se entienden algunas de las grandes creaciones culturales de la historia. Fumar, como dice en la revista dirigida por Lorenzo Saval, el escritor Mesa Toré, "nunca fue perjudicial para la salud del arte"

La revista sigue siendo una hermosa tentación para los sentidos y las lecturas, lo malo de este número "Humo en el cuerpo" es, ¡ay!, la clara tentación que nos supone a los que hemos dejado de fumar leer los placeres tan peculiares que el tabaco nos ha proporcionado.

Decía Oscar Wilde que fumar era un placer perfecto, por "ser exquisito y dejarnos insatisfechos". Así, por su propia condición de dar placer, pero no terminar de satisfacernos, insistimos, volvemos, seguimos fumando aunque seamos exfumadores.

No llego a ser un ex fumador empedernido -sí fui empedernido fumador- porque alguna vez me dejo llevar por los aromas de algunas hierbas que se fuman al margen de la nicotina o en su compañía.

Creo como dice Alvaro Salvador, que "uno no se quita de amar, ni de fumar, uno descansa", que estoy en un tiempo de descanso de tantos años de haber seguido, como Pessoa, "al humo como una ruta propia".

Me gusta el tabaco, me gusta fumar. Volveré de mayor, de más mayor, en intentaré disfrutar de ese placer tan democrático, tan sin clases, tan placentero aunque nos mate recuperar ese rito que es capaz de hacer elegante a tantos que viven entre escombros. Fumar es un placer que ya no frecuento. Es un placer que me espera. Tardaré, pero volveré. Quien ha fumado fumará. Al menos me concederé el último cigarro. La última voluntad.



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29 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Gervasio Sánchez

Los ojos que tengo no me han servido de mucho. Veo las letras que voy lanzando, una tras otra, sobre la página blanca del ordenador, formo palabras que, mejor o peor, le van contando a quienes me leen ciertas opiniones, ciertas ideas que llamo mías, visiones del mundo les llamaría retóricamente si el mundo se dejase conocer por tan poco. Mucho de lo que veo, sólo lo veo porque otros lo han visto antes. Me duele hasta el remordimiento haber sido tan pocas veces en mi vida el que vio. En rigor, no vivo en una burbuja protectora, pero me doy cuenta de que estoy rodeado de personas dispuestas a evitarme choques que, dicen, e tal vez alguna razón tengan, podrían afectar negativamente mi trabajo. No sé. Lo que sí sé es que el muro de que me siento a veces rodeado, al final es más frágil de lo que parece, lo acometen frecuentemente, con particular violencia, las investidas brutales de la realidad. El libro reciente al que el fotógrafo Gervasio Sánchez le ha dado el título de Sarajevo es uno de eses casos. Aquí le manifiesto mi profunda gratitud por haberme permitido ver con sus ojos, ya que los míos para tan poco me han servido. Y le agradezco también la lealtad personal y profesional que lo condujo a escribir que ?la guerra no se puede contar?. Para que no tengamos ilusiones, nosotros los que escribimos. – //– Discurso pronunciado por Gervasio Sánchez (periodista y fotógrafo) durante la entrega de los premios Ortega y Gasset Estimados miembros del jurado, señoras y señores: Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. ?. Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar. No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas. Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años. Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad. Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi. Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado. Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas. Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas. Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos. Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte. Muchas gracias.

Prémio Ortega y Gassett de fotografía       



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28 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La estrella que ilumina y falta*

Entre las múltiples formas de despedir luz, hay algunas muy peculiares como la de ?brillar por su ausencia?. Tan inconfundible destello ha quedado plasmado en una foto aparecida ayer en la portada de Granma, donde a la bandera cubana le faltan las cinco puntas blancas en medio del triángulo. El revuelo ha sido tal que el periódico se agotó en las primeras horas de la mañana y hoy todos en la calle hablaban de lo mismo. Evidentemente no se trata de un error de impresión, pues una estrella no se fuga tan fácilmente. Prefiero pensar que, caprichoso y soberbio, el lucero que representa nuestra soberanía decidió ausentarse, víspera del cumpleaños del Maestro. Porque la independencia que él irradia no es sólo la de ser autónomos de una potencia extranjera, sino la que permite a cada ciudadano ser soberano del poderoso Estado. En vistas de que la oscuridad -en el terreno de las libertades civiles- no nos deja ver ni las manos, la estrella solitaria abandonó su entorno rojo, para dejar al órgano oficial del Partido con su marcada ausencia en la primera plana. Hay errores que tienen mucha más carga simbólica que centenares de aciertos. Estrellas escurridizas y lectores que interpretan su escapada; Islas que viven pendientes de profecías y supersticiones; días para recordar al héroe nacional y banderas que se atreven a mostrar lo que tantos callan. * Verso martiano, que originalmente dice ?La estrella que ilumina y mata?.



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28 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Más sobre la leyenda Bolaño

Roberto Bolaño a los 23 años. Foto: NYT, cortesía León Enrique Bolaño Hace unas semanas, Gustavo Faverón nos advertía del interés de The New York Times por desentrañar el affaire Bolaño. ¿Realmente su enfermedad se debe al abuso de heroína como dicen sus biógrafos al vuelo norteamericanos? Ayer se publicó en NYT finalmente el artículo "A Chilean Writer?s Fictions Might Include His Own Colorful Past" en el que el periodista Larrry Rother hace un resumen de lo que averiguó entre sus conocidos:Regarding Mr. Bolaño and drugs, numerous Latin American and European critics and bloggers have taken the side of his widow, accusing American critics and publishers of deliberately distorting the writer?s past to fit him into the familiar mold of the tortured artist. Mr. Bolaño?s life and work have been made into ?a trivial spectacle,? Julio Ortega, a Peruvian critic and scholar, wrote in El País, the leading daily in Spain. The focus of the heroin controversy is a four-page narrative that appeared in a collection whose title translates as ?Between Parentheses,? published the year after Mr. Bolaño?s death but not yet available in English. Called ?Beach,? the text consists of a single long sentence, whose opening words are, ?I gave up heroin and went back to my town and started on the methadone treatment administered me at the clinic. ...? The title page of ?Between Parentheses? describes it as a collection of ?essays, articles and speeches.? In the introduction Ignacio Echevarría, a Spanish critic and editor whom Mr. Bolaño named as his literary executor, explains that the book should be seen as ?a type of ?fragmented autobiography? ? and ?personal cartography? of Mr. Bolaño. In separate interviews, however, Mr. Echevarría and Jorge Herralde, Mr. Bolaño?s publisher, said that the introduction and title page of future Spanish-language editions of the book would be changed to incorporate language to indicate that ?Beach? is fiction, as will the English-language version, which New Directions intends to publish next year. ?The situation lends itself to confusion because Bolaño liked to play tricks and create mysteries,? Mr. Herralde acknowledged. ?But he may just have been trying to lay a trap for his future biographers.? (...) In interviews by telephone from Spain and Mexico, Mr. Bolaño?s friends and associates suggested that he also embraced ambiguity. ?He created his own myth,? said the woman with whom the writer was romantically involved at the time of his death, but who asked that her name not be published because she wants to preserve her privacy. ?Nobody can deny that he played that game, and he would be the first to admit it.? Parece claro que el error parte del relato "Playa" que publicó en El Mundo en julio del 2000. Manuel Llorente, editor de aquel cuento, aclara al respecto: "I knew Bolaño was a writer who played with reality, who cultivated ambiguities and false identities, so I didn?t care whether the narrative he submitted was true or invented" Nada más que agregar.



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28 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Castellanos Moya: ¿Qué pasó durante la guerra?

La literatura se maneja bajo sus propios tiempos, y no tiene una correlación directa con la historia. No hay garantías de que un acontecimiento histórico trascendente produzca grandes obras, y puede ser que hechos que nos parecieron triviales cuando ocurrieron den origen a muchas obras maestras.

Pienso en esto al escuchar al novelista salvadoreño Horacio Castellanos Moya en su visita a Ithaca. Para Horacio, los años ochenta fueron la década perdida de la ficción en Centroamérica. Fue la época del auge del testimonio  --Rigoberta Menchú, Omar Cabezas--, una tendencia "literaria" que respondía a la problemática social y política del período, muy apoyada por académicos norteamericanos. En ese entonces se decía incluso que la ficción estaba muerta; en el  mundo académico de los Estados Unidos, eso era lo que se esperaba de Centroamérica (y en otros países también: en 1991, mi primer semestre de estudios en Berkeley, una compañera me preguntó de dónde era, y cuando se lo dije, me comentó que lo único que había leído de la literatura boliviana era el testimonio de Domitila Chungara).

Para Horacio, los testimonios son libros importantes desde una perspectiva antropológica e histórica, pues ayudan a comprender la situación del período, pero es necesario cuestionar su valor literario. Por dar un ejemplo: estos libros no son escritos sólo por el informante, tienen ayuda de académicos, de "ghost writers". Una novela de Horacio, Insensatez, cuestiona la validez del género testimonial.

Los 90 pueden ser vistos según Horacio como los años de la revancha de la ficción. Aparece la generación de Horacio, regresan los escritores de la generación anterior (Sergio Ramírez, Manlio Argueta, Marco Antonio Flores). Lo interesante: las novelas publicadas no tienen que ver con la cuestión política de los 80 (esas novelas aparecen en al comienzo de la guerra), sino más bien con las sociedades de la post-guerra. Así, hay ficción de la pre-guerra y de la post-guerra, no de la guerra. "No tenemos un gran novelista de la guerra, a lo Tolstoi, ni un gran cuentista, a lo Babel".

Postada: Hay una muy bueena "galeria de autor" sobre Horacio en el sitio de Tusquets.

 



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28 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La crisis, desde las alturas

Cien años después, el viaje sigue siendo largo. Como el protagonista de Thomas Mann, hay que hacer varios transbordos, en avion y en autobus, en vez del tren, hasta llegar a la gran aldea alpina. Por el camino se estropea el ordenador portatil: veremos como mantener el blog y mandar las cronicas al diario. De momento se han caido los acentos y la letra mas caracteristica del alfabeto espanol. La vigilancia policial es muy seria. La television suiza da razon de tanto control: en las alturas estaran muchos poderosos de este mundo, y en las ciudades y en los valles los manifestantes altermundialistas, una vez mas, y este ano quizas con mas motivos. Jean Ziegler clama ante uno de los directivos del Foro: la mitad de los asistentes el ano pasado debieran estar en la carcel. Alguno ya esta entre rejas.

El tema mas vistoso del Foro sera hoy mismo la recesion, su calibre, su profundidad, su alcance: decididamente mundial? Estaran los asiaticos para contarlo. El primer ministro chino, por ejemplo, responsable de que funcione la mitad de la Chimerica de la etapa de crecimiento que ahora ha terminado. La reunion sobre las 36 horas de septiembre en que se hundio Wall Street y desaparecio la banca de finanzas quedo llena y sin plazas a los tres minutos de abrirse la inscripcion. Hay un juego para los participantes de Davos: comparar lo que se dijo sobre la crisis hace dos anos, cuando era solo cosa de aves de mal aguero; el ano pasado, cuando algunos ya la senalaban sobre nuestras cabezas; y ahora, a ver que diran ahora. A casi todos se les ha quedado la cara como a Solbes y Zapatero.

Pero la estrella del Foro es un personaje y un Gobierno ausentes, que solo ha mandado a un alto consejero y ha dejado muchas sillas vacias. Las noticias, me temo, no estaran en esta parte del mundo. Estaran esta semana, estan, en la otra orilla del Atlantico, en Washington, donde la accion trepidante de Obama en el arranque de sus cien dias ocupa la atencion informativa: el giro radical en politica medioambiental, su discurso al mundo musulman, el viaje de Mitchell a Oriente Proximo. Todo tendra, por supuesto, su reflejo aqui, en los debates y reuniones de Davos, pero me temo que mucho costara llamar la atencion en un mundo ahora magnetizado por el cambio americano.

Intentare contarlo, con frio y sin ordenador portatil. Y perdon por la falta de signos ortograficos, que intentare corregir a lo largo del dia.



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28 de enero de 2009
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