Hoy miércoles (en que escribo las líneas del jueves) he leído en elpais.com que el "martes" el planeta "Marte" (una coincidencia que parece hecha adrede) se encontraba en el punto más próximo a la órbita de la Tierra y durante 36 horas el telescopio gigante Hubble ha estado captando fotos con las que se ha compuesto una imagen bastante clara de la superficie marciana. A mí en el fondo lo que más me interesan son estas cosas del espacio interestelar, donde todo es o muy pequeño o descomunal, o tan oscuro que casi no existe (¿existe o no existe la materia oscura?) o muy brillante. Resulta bastante impresionante ese agujero negro que se está zampado una galaxia entera (cuyo tamaño ni siquiera somos capaces de imaginarlo), y nosotros aquí con nuestras tonterías. El chorro de radiación y partículas se ve con bastante nitidez en la fotografía de la NASA, pero nos han tranquilizado diciendo que está tan lejos de nosotros que no tenemos por qué preocuparnos, así que podemos seguir con el día a día, o sea, con nuestras zancadillas, envidias, rencores y de vez en cuando con algún enamoramiento que otro, que es la mejor manera de creer que uno ha venido a este mundo para algo.
A mí hay días que se me olvida mirar el cielo por la noche, y cuando caigo en la cuenta me da mucha rabia porque me he perdido la noción de dónde estoy, me he olvidado de la sensación de estar dando vueltas por el universo en una bola que milagrosamente me sostiene (por cierto ¿hacia dónde vamos?), y he recorrido el camino de mi casa hacia no sé dónde, y he hablado con no sé quién, y algo me ha puesto de mala leche, y otra cosa me ha hecho reír, y he escrito, y todo esto está muy bien, pero no basta, queremos saber más, queremos saber qué pasa con Marte. Sé que en nuestra bola hay tantos problemas horribles que pensar en Marte es una frivolidad y una manera de evadirse. Pero a mí la evasión me encanta, si pudiera, estaría todo el día evadiéndome hasta que el chorro de partículas me engulla.
Hasta mañana.




Rafael Argullol: Todo lo que hemos llamado literatura, absolutamente todo, es un intento de buscar ese momento en que se superpongan las sombras que tenemos delante y detrás.
stamos poseídos por el deslumbramiento sino por un mundo en el que hay sombras, hay colores, hay matices. Y el segundo descubrimiento de la sombra es cuando te dices: no solamente el sol se proyecta detrás de mí, sino que hay una sombra formada por mis anhelos, por mis deseos, por mis interrogantes, por mis placeres, por mis enigmas, que está colocada delante de mí. Es una sombra que en cierto modo he ido construyendo yo mismo, es la sombra de la experiencia. La otra es una sombra universal, la que queda detrás nuestro. En la medida en que puedan llegar a coincidir, se realiza el proyecto ideal de la experiencia humana. En ese sentido, el artista juega con una materia prima que comparte con los demás y con algo que él mismo va construyendo, con su propia sombra personal.
¿El musical low-fi Once? Tampoco. There Will Be Blood, la nueva de Paul Thomas Anderson con Daniel Day Lewis? Menos. ¿Atonement, la película basada en la novela de Ian McEwan? Ni señales. ¿Sweeney Todd, o sea Tim Burton recreando el musical de Stephen Sondheim? Algún día. ¿Into the Wild, la última de Sean Penn como director? No he visto ni afiches de promoción en los cines. ¿The Savages, Persépolis, I'm Not There, Juno, Before the Devil Knows You're Dead, The Diving Bell and the Butterfly, Dan in Real Life? Sólo Dios sabe. ¿Será que nos están volviendo al pasado de sopetón, por tener la caradurez de insistir con el Mercosur y fotografiarnos con Hugo Chávez?



Tal vez sería el momento de profundizar en este asunto ahora que tan de moda está el lenguaje del cuerpo. En el fondo, sentimos debilidad por lo blando. Como explica Malcolm Gladwell en su interesante y entretenido libro, Inteligencia intuitiva (Taurus), la imagen de nuestra época puede quedar resumida en los guantes con que Disney ocultó las pezuñas de Mickey Mouse. A quien lo lea le recomiendo el capítulo "La silla de la muerte", que va más allá de los rellenos de goma espuma para adentrarse en la comodidad y vagancia de criterio que nos invade.