Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Astenia y serenidad

La serenidad puede ser expresión de una interna riqueza... o simplemente un mal menor. Todo depende de lo que subyace tras la actitud serena.

La serenidad es un mal menor cuando tiene su origen en una especie de instinto que consigue neutralizar la tensión estéril, la tensión que se traduce tan sólo en dolor. Tal instinto puede ser reforzado por procedimientos artificiales, la ingestión de inhibidores químicos, por ejemplo, pero lo esencial reside en la propia configuración de los humanos, en la existencia de un semáforo potencial que cierra el paso a aquello cuya cabal percepción resulta insoportable, o simplemente excesivamente doloroso. El precio verosímil es que también queden neutralizados los aspectos más fértiles de la personalidad, es decir: por un lado la capacidad de mantener el espíritu abierto a lo que no conoce; por otro lado la capacidad de mantener la capacidad libidinal y emocional. Tal serenidad sería en suma neutralización tanto de la capacidad de pensar como de la capacidad de amar.

Desgraciadamente la serenidad a tal precio es casi el destino que la vida social convencional nos depara, enfatizando incluso sus voceros el hecho de que hemos tenido suerte. En ella el espíritu enflaquece pero el cuerpo suele hincharse, pues la neutralización de la inteligencia (su reducción, en el mejor de los casos a retener lo ya sabido) y de la emotividad, suele ser correlativa de un incremento de la tendencia a alimentarse compulsivamente y no ritualmente, haciendo lo mismo con la bebida.

Y si a pesar de todo tal serenidad constituye un mal menor, es porque más vale a veces el limbo que pura y llanamente el infierno, el cual (no lo olvidemos) también es estéril.

Afortunado será sin embargo aquel que, gozando de tal serenidad, la tomará como peldaño para alcanzar la otra, es decir, la que resulta de tensar el espíritu y abandonarse tan sólo cuando éste ha alcanzado un objetivo. Para alcanzar tal fortuna es necesario reaccionar antes de que la vida en el limbo se convierta en costumbre, antes de que la sola idea de una futura tensión se haga insoportable, antes de que la única exigencia sea el que las horas transcurran sin dolor.

Para tal objetivo dignificador del estado de serenidad, el trabajo es la única medicina Se trata de reintroducir, ya sea a pequeñas dosis, el imperativo de fraguar una existencia cabalmente humana. Sin vanas ilusiones respecto a la propia capacidad, pero sin renuncia.

Se trata concretamente de no renunciar a las interrogaciones que un día tensaron el pensamiento y asentar las briznas de conocimiento que se tienen como trampolín para enfrentarse a lo que no se tiene. Una vez más, todo esto es imposible si meramente la suerte no acompaña.

Leer más
profile avatar
11 de diciembre de 2007
Blogs de autor

El "artista" y el "sabio"

Rafael Argullol: En el lenguaje espectral del arte, la elección de una vida alejada del arte es una lección completamente plausible. Uno de los capítulos del arte espectral consiste en que el artista abandona el arte.

Delfín Agudelo: ¿Pero en qué consiste esa renuncia? Creo que es imposible renunciar a la experiencia, mientras que sí es posible renunciar a la escritura de la experiencia. Tiene que ver con lo que apuntabas hace unos días: no hay poesía erótica sino poesía sobre la experiencia erótica. Se puede dejar de escribir, ¿pero se puede dejar de sentir?

R. A.: Hay una obsesión por parte del artista moderno -no sé si también en el artista medieval- por la imposibilidad de ser feliz, que es lo que definió tan bien Borges cuando hizo aquella afirmación de "No he sido feliz." Y eso que en el caso de Borges como escritor me da la impresión de que era un oteador que llevaba su peregrinaje de una manera muy lúdica. /upload/fotos/blogs_entradas/la_muerte_en_venecia.jpgHay algo muy gozoso en ese deambular a través de las pistas del mundo, pero también muy frustrante, que quema mucho. En ese sentido la renuncia puede ser una renuncia a favor de una serenidad y de un equilibrio que el arte no te ofrece, tema evidente en el final de La muerte en Venecia de Thomas Mann que encontramos un fragmento casi literal del Fedro de Platón. El sabio nunca es el artista, porque el sabio siempre aspira a un equilibrio, a un estar más allá de las pasiones, mientras que el artista está continuamente tentado por el propio abismo. Al menos en nuestra tradición siempre hay una gran duda en el momento en que uno se mueve en el terreno del arte, entre seguir el camino del "artista" o el del "sabio". Seguir un camino en el que tú rasgas el velo de Isis una y otra vez y esperas ver qué pasa; o el otro, que consiste en buscar un equilibrio con el enigma que significa el velo de Isis.

Leer más
profile avatar
11 de diciembre de 2007
Blogs de autor

La ética del crítico

/upload/fotos/blogs_entradas/romano.jpgCarlin Romano publica una crítica en el diario Philadelphia Inquirer. Es una figura universitaria, tanto en EE.UU. como en Rusia. La verdad: nunca lo leí pero me parece apasionante su post en el blog colectivo del National Book Critics Circle (NBCC) http. Es el resultado de su encuesta sobre la ética del crítico. 32 preguntas, y las respuestas de 32 críticos. Un excelente sistema de presentación permite ver respuestas en detalle. 

Entre lo que me parece más significativo:

¿Basta aparecer en la lista de las personas agradecidas por el autor para no escribir la reseña de un libro?: 68,5% dicen que sí.

¿Hay que leer un libro por completo antes de escribir su crítica?: 76,5% dicen que sí.

¿Debe el editor de una sección de cultura preocuparse por los libros publicados por sus críticos?: 52% dicen que no.

¿Un crítico puede leer las críticas sobre un libro antes de escribir la suya?: 40,1% dicen que no; 17,9% dicen que sí.

¿La sección de libros de una revista o de un periódico puede ignorar libros publicados por cuenta propia por sus autores?: 60,5% dicen que sí

¿Se puede pedir una crítica al amigo de un autor?: 84% dicen que no.

¿Debe el editor preguntarle al crítico si existe algún conflicto de interés antes de pedirle escribir sobre un libro?: 46,2% dicen que sí.

¿Puede el crítico renunciar a escribir sobre un libro para no expresar cosas negativas? 34,4% dicen que sí; 34,4% dicen que no.

¿Puede un crítico escribir sobre un libro publicado por la casa editorial que publica sus propios libros? 52% dicen que sí (pero 38% opina que sí, si se trata del mismo agente literario y no de la misma casa editorial).

Como Carlin Romano hizo la misma encuesta hace 20 años, es decir antes de Internet, hay por otra parte un estudio de la evolución de las opiniones. Es apasionante.

Leer más
profile avatar
11 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Crónicas del metro (6)

El de la cazadora negra me ha querido intimidar, de eso no hay duda. Encuentro un asiento bastante escondido entre gente que está de pie, y cuando llegamos a mi estación salgo. Que no me sigan, me digo, que no me sigan. El ordenador me pesa más que nunca. Seguramente si van detrás lo harán a bastante distancia, pero no quiero volverme a mirar ni tampoco quiero ir directamente a mi casa y que sepan dónde vivo, así que me meto en una tienda de ropa que hay de camino y espero un buen rato vigilando la calle. Cuando lo cuente, no se lo va a creer nadie, pienso, yo misma dudo de que lo que me está ocurriendo sea real, que no sean sólo aprensiones mías, sin embargo, tampoco soy capaz de desdeñar la mirada fría y penetrante del de la cazadora negra, ni la frase "ésta me ha estado mirando" del otro: vaguedades, si se quiere, cuando ya han pasado, pero certezas inquietantes cuando estaban sucediendo. 

A la media hora, algo avergonzada por una cobardía que no había saboreado hasta ahora, y tras probarme varios pantalones, considero que ya no hay peligro y me aventuro a la calle. Normalmente no soy de esas personas que blindan las puertas y echan cien cerrojos, tampoco soy confiada, sé que hay mucha gente suelta por ahí que está como una  cabra y que aprovecha la mínima para saltar y desatar la furia que lleva dentro contra alguien. Hay mucha gente furiosa o colérica, no sé qué nombre clínico tendrá la furia, pero la furia  o la cólera es lo que más puede afear a una persona. Siempre que he tenido un arrebato de este tipo he dado gracias al cielo por que no me grabase ninguna cámara, como al gran Fernando Fernán Gómez (que en paz descanse) en aquel soberbio acceso mil veces visto en televisión. Con su voz y su porte parecía que estaba representando una tragedia de Esquilo en el teatro de Mérida, por eso incluso el afrentado ha hecho la vista gorda; los demás resultamos grotescos. La furia está muy próxima a la desesperación, cuando alguien está desesperado ya no le importa dar rienda suelta a la furia, la cólera o la ira. Quizá por eso a las furias mitológica se las representa con serpientes enroscadas en las cabezas. Tienen un carácter infernal y primitivo, vengativo, mientras que al furioso de carne y hueso, al mortal, lo que se le sube a la cabeza es la sangre y se pone rojo.  

Pero lo que a mí me ha sucedido no tiene nada que ver con esto. No me he sentido perseguida por las Furias, sino por el miedo a los otros, que no quiero volver a sentir nunca. Aun así, de vez en cuando miro para atrás en mi trayecto a casa, y cuando llego al portal, abro, entro y respiro.

Leer más
profile avatar
11 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Trabajos indeseables: escribano

Como todos los hábitos criminales, el de escribano se contrae creyendo que la primera vez será la última. Mientras el publicista se rasca la panza buscando en las alturas tres o cuatro palabras que le paguen el mes en un plumazo, el escribano suda párrafo tras párrafo, sin bono de opinión ni derecho al capricho. Si acaso se le ocurre una extravagancia, capaz de darle al texto un chispazo de ingenio o alguna vida propia, y él se atreve a meterla en la propuesta -en lugar de ignorar por oficio los consejos de un ego sin ciudadanía-, lo probable será que el cliente no pase de ahí sin arrugar el ceño y hacer la corrección que, piensa, corresponde. Por eso jura uno que no volverá a hacerlo... aunque luego se alegre cuando le llaman para hacer el siguiente, como buen esquirol de sí mismo.

Si un publicista llega a cobrar miles de dólares por palabra, el trabajo del escribano se cotiza en palabras por dólar. Por eso, cuando luego de varias horas de pujar por plantar todas las necedades en su sitio, pone el último punto al guión para el video corporativo, le queda al escribano cuando menos la paz espiritual de haber sudado cada renglón del texto. Se siente fuerte, al fin, como el esclavo que logró derribar una secoya con la ayuda de un hacha mellada, pero de paso entiende que esa fortaleza sólo le servirá para seguir ganándose el grillete.

"Evangelistas", se les llama aquí a los escribanos de misivas y documentos diversos que laboran en la Plaza de Santo Domingo, si bien su verdadera fama proviene de la confección desenfrenada de cartas de amor, que sólo el diablo sabe cuántos mexicanitos han ayudado a traer al mundo. ¡Qué no daría un escribano honesto por vivir de narrar sobresaltos del alma y deshilar entuertos románticos! Pero como los escribanos honestos tienen pésima fama entre caseros, usureros y casaderas, no queda más que dar por válidos todos los argumentos del cliente y embarrarlos de una verosimilitud de plástico por la que nadie sino él apuesta. ¿Cómo dijo que quiere que le ponga?

¿Cree todo lo que escucha el auditorio de un video corporativo? Solamente si piensa que le conviene. Y eso es lo que uno tiene que conseguir con las cursilerías que va concatenando. Hay que hablar del progreso, del México pujante del siglo XXI, de la familia y los seres queridos. Y luego de los planes y estímulos y metas y proyectos y oportunidades, ojalá suficientes para que los espectadores hagan como que creen lo que fingen que escuchan, por esa conveniencia relativa, y en tanto inmencionable, que a la hora del cheque nos apandilla a todos en la misma crujía.

Jamás llegué a ver uno solo de los videos que aquellas parrafadas vergonzantes hicieron posibles. En cualquier caso todos se parecían. Eran tan chatos como podían ser, además de corporativamente correctos y con cierta frecuencia reminiscentes de algún aliento rancio de capataz. Si el cliente se gasta todo ese dineral en transmitir a sus empleados unos cuantos mensajes, es porque no le alcanza un memorándum. Y para eso precisa del escribano, que emparenta de lejos con el sicario y remeda un poquito al suicida, pues nada existe como la gritería vana para darse a perder lentamente el eco de la voz. O cuando menos eso es lo que se teme el escribano cada vez que lo alcanza la culpa de saberse poco más que un colaboracionista con pluma.

Aseguran los puros, ciertamente con más inquina que justicia, que el escribano precisa de bajarse los pantalones para cumplir su amargo cometido, como si cada cual pudiera materializar sus deyecciones con las extremidades inferiores a intachable cubierto. ¿Qué hace un escribano para librarse de los espectros chocarreros que su trabajo triste le va heredando? Lo mismito que cuando termina con uno de esos textos engañosos de escasas propiedades nutritivas: levantarse del trono, o en su caso del potro, jalar la cadena y esperar que allá afuera las rosas sigan vivas. No sin antes jurarse que no volverá a hacerlo.

Leer más
profile avatar
11 de diciembre de 2007
Blogs de autor

¡Hay que ver cómo está el servicio!

Cerca de mi casa, en el cruce de Padua con Balmes, hace más de un año que la estación de los Ferrocarriles de la Generalitat está en obras. Es una estación pequeñita, una de las más pequeñas de la red, una ridiculez de estación, como de casa de muñecas. Y llevan un año. Paso muchos días por allí y nunca hay nadie trabajando. Si uno continúa Balmes abajo llega a una plaza medianeja, la de Molina, que va para tres años en obras. La han cambiado tantas veces que seguramente ya no saben acabarla. Y si tuerce uno a la izquierda para ir a la bella biblioteca de Josep Llinás, llega a una plaza, la de Lesseps, que acumula 20 años en obras. Acaso sean más, porque ya nadie recuerda cuándo comenzaron. He aquí tres menudencias que me regocijan todos los días y que dan una idea de la eficacia del Gobierno catalán en materia de obra pública.

Podría citar 80 casos más, pero es innecesario, no hay vecino de Barcelona que no tenga a dos pasos de su casa una obra en marcha cubierta de telarañas desde hace años. La inoperancia de nuestros responsables recuerda la de los cleptócratas napolitanos. El negocio familiar de un amigo partenopeo es una empresa que instala andamios, telones y carteles donde se lee: "Obra pública financiada con fondos de la UE". Es un decorado. Detrás no hay nada. La mayoría de las obras públicas del Gobierno catalán podrían utilizar los servicios de tan sagaz empresario. Uno llega a creer que la Generalitat y el ayuntamiento han contratado a un puñado de actores vestidos de obreros que van de una zanja a otra en días alternos.

Sin embargo, buena parte de la población está persuadida de que la culpa de tanta inoperancia la tienen "los españoles" (también llamados Madrit) y de que en cuanto seamos independientes, esto será la Suiza levantina. ¿Cómo se ha obtenido tan magnífico lavado de cerebro? No seré yo quien lo diga, pero tengo una muy seria admiración por la clase dirigente de este país. Ha logrado que los políticos locales sean unos perfectos irresponsables. Y que la abstención crezca geométricamente. Éxito pasmoso.

Artículo publicado en El Periódico, 8 de diciembre de 2007.

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Después de la tormenta

Me desperté esta madrugada con una tormenta que estaba a un par de soplidos de ser un huracán. Por la mañana vi imágenes de los destrozos en la TV: árboles arrancados de cuajo, hierros doblados, carteles derrumbados sobre casas. Ahora, a media tarde, escribo bajo un cielo de un azul límpido.

Se me cruzó que el arco que iba de la tormenta a esta tarde tan bonita era un eco de lo que vivimos en este país durante los últimos cuatro años. Néstor Kirchner asumió en el año 2003 la presidencia de algo que era bastante menos que un país y bastante más que un simple incendio. Ayer cesó en su tarea dejando detrás un país en funcionamiento. Con muchísimos problemas e infinidad de tareas pendientes, pero de pie. Cuando uno se ha habituado a perderlo todo cada pocos años, algunas cosas que a otros les parecerán elementales cobran para uno la dimensión de hazaña. Que un presidente concluya su mandato, por ejemplo. Que haya beneficiado a las mayorías. Que haya respetado y hecho respetar los derechos humanos. Que no haya reprimido las protestas populares. Que haya profundizado la relación del país con América Latina.

/upload/fotos/blogs_entradas/cristina_fernndez_de_kirchner.jpgAyer asumió la presidencia Cristina Fernández de Kirchner. Ver a una mujer con la banda presidencial me produjo una emoción profundísima. Que se convirtió en lágrimas al verla ponerse de pie para rendir homenaje a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, precisamente en el día que en que se cumplían 30 años del secuestro de su fundadora, Azucena Villaflor. A ellas -esas mujeres- les atribuyó la nueva presidente toda su inspiración, un ejemplo que llevan décadas practicando para beneficio de todos los argentinos: el de la ardiente paciencia en el reclamo de justicia, haciendo de la no violencia una cuestión de principios. El resto del discurso de asunción también fue memorable. En su defensa de la justicia social y de la educación pública, en su reclamo de igualdad ante la ley (dirigido a los jueces que no quieren pagar impuestos), en su profesión de fe latinoamericanista, en su definición a favor de un mundo multilateral que no combata al terrorismo violando derechos humanos. 

Yo no soy peronista ni me definiría como kirchnerista. Pero faltaría a la verdad si no dijese que ayer fue una de esas raras, extrañísimas ocasiones en que mi país no me inspiró rabia, desconcierto ni tristeza, sino muy por el contrario, me llenó de esperanza.

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Blasfemias Rescatadas

/upload/fotos/blogs_entradas/alberti.jpgEl otro día en el suplemento Babelia, dedicado a Alberti y a los ochenta años de la generación del 27, se publicaban tres poemas inéditos de Alberti. Primerizos poemas, poemas que vivieron en el olvido y que una vez rescatados, encontrados por el trabajo del azar de una investigadora, el poeta -aunque ilusionado con el encuentro- no los quiso publicar. Veinte años después se publican. Hoy el poeta ya no puede decir nada. No puede aplaudir la publicación. Ni la puede negar. No se puede alegrar, ni se puede quejar. ¿Quién decide que se publiquen? ¿Está bien publicarlos? ¿Nos ayudan a conocer mejor su obra, su vida? Tengo muchos más interrogantes y no tengo respuestas claras. Es una pregunta que me hago, que hago a todos los que se interesen por el creador, por su poesía, por su vida. ¿Debemos contradecir los deseos del autor una vez que este está muerto?

Si Max Brod hubiera seguido al pie de la letra las instrucciones de su amigo Frank Kafka para el destino de sus textos después de muerto, no hubiéramos conocido una de las mayores obras literarias del pasado siglo.

Estos poemas de Alberti, desde luego, no son el mismo caso, ni tienen apenas trascendencia en su obra. O en el conocimiento de su vida.

Uno de los tres poemas, el llamado "Es una frente la que hoy pide auxilio", tiene toda esa intención provocadora, transgresora, de un joven recién convertido al ateísmo. Rafael, que tantos ángeles cantara, que recordara toda la vida, los ritos y los santorales cristianos, se muestra como un ingenuo blasfemo. También como un experto en meadas, algo que acompaña toda su vida y su obra.

En fin, no sé si es muy necesario rescatar ese poema que termina con estos versos:

"¿Qué buscas hacia el este si el mar es el último gargajo desprendido del Gran Ano Supremo?

Lloro y me la meneo ante los sagrados cojones de la Virgen."

/upload/fotos/blogs_entradas/maruja_mallo.jpgDespués de escribir esto se marchaba con la no virgen de Maruja Mallo. Y juntos pensaban en más blasfemias. Por ejemplo, que Maruja entrara desnuda en medio de una misa de doce. Eran como niños, perversos y blasfemos. El poeta todavía estaba en pañales.  

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Apostar al pensamiento… y desesperar del mismo

La disposición filosófica es quizás la mayor cristalización de una apuesta, simplemente, la apuesta por la riqueza del pensamiento Pensar basta, viene a decirse el filósofo. Pensar es lo que le acompaña, es la causa de muchas de sus torturas internas y ha de ser asimismo la causa de una eventual reconciliación. Pero, ¿reconciliación con qué? ¿Qué alegría cabe esperar? ¿Qué fiesta en el conocimiento, o aun en la tensión hacia el mismo?

El filósofo, como el poeta, parte de un postulado que muchos pensadores contemporáneos niegan, a saber: que algo pueda tener poderes causales que no son exhaustivamente reductibles a conexiones de elementos a partir de los cuales emerge. Cabe ilustrar el problema con el ejemplo de la vida. Obviamente nada hay en la vida que no tenga origen en la tabla periódica de los elementos. No obstante, una vez que la vida emerge, se dan fenómenos que ya es muy difícil reducir a las meras interrelaciones explicativas de los fenómenos pre-vitales. La vida, por así decirlo, tiene su propia economía y apunta a objetivos imprevistos. Pues bien:

Constatando que la vida, en todas sus epifanías, tiende a instrumentalizar, a reducir y hasta anular el entorno si éste entra en conflicto con ella, ¿cómo podríamos esperar menos tratándose de la palabra? Se diría que, hasta en sus manifestaciones más huecas, la palabra consigue rentabilizar lo dado al servicio de sí misma, se diría que la función recuperadora de la palabra se ejerciera en cualquier circunstancia, que lo que cuenta es seguir hablando, ya sea con argumentos masticados, prejuicios y sentencias estereotipadas, pero en todo caso hablando.

La disposición poética no es posible si no está interiorizada la premisa de que el lenguaje tiene objetivos que no están subordinados a los de esa vida que, indudablemente, le da soporte, esa vida de la que emerge. Esta confianza en la irreductibilidad de la palabra, no significa que el poeta espera que la palabra le saque del mundo. Pero sí significa que no experimenta lo irreversible del devenir del mundo como lo único que nos determina. Pues sólo si la palabra tiene efectivamente la potencia de ese verbo en el que el peso de la naturaleza se relativiza, sólo si la carne (es decir el orden genético) se ha hecho palabra en el sentido radical del texto bíblico, puede surgir la exigencia que se halla en la base de la obra literaria: exigencia de no subordinar la palabra a objetivo alguna, exigencia concretamente de no subordinarla a la vida, de la cual los grandes del verbo se han servido siempre para la construcción de los únicos templos posibles para la libertad.

Mas la duda se abre... y el filósofo se dice a veces (tiene obligación de hacerlo) que el pensamiento y el lenguaje no alcanzan de verdad autonomía alguna respecto a su matriz en el orden biológico Muchos son los escritores que han llegado a experimentar que nada cabe esperar de la literatura, simplemente porque el lenguaje no sería otra cosa que un instrumento, ciertamente de gran complejidad, en la lucha por la subsistencia y por el dominio de la naturaleza. Hipótesis ésta en la cual, por supuesto, el lenguaje no tiene por sí mismo capacidad liberadora alguna. Pues no habría excepción, a lo que en la jerga filosófica se denomina "carácter transitivo de la causalidad", que aplicado al caso que nos concierne vendría a decir: si las conexiones en el registro de la tabla periódica (con las necesarias condiciones energéticas etc.) son causa exhaustiva de la vida, y las conexiones neuronales en el seno de ésta son causa exhaustiva del lenguaje, entonces éste se reduce a las primeras. Retórica pura, pues, las consideraciones sobre la vida del lenguaje, sobre el hecho que una vez surgido, comenzaría a responder a exigencias propias.

Mas aun en la hipótesis de que el lenguaje es más que un código de señales, en la hipótesis de que el lenguaje tiene vida propia, obviamente, el orden biológico arrastra al pensamiento en su astenia y decadencia y asumir tal cosa es una de las condiciones primeras de la lucidez. Confrontación auténticamente real es, desde luego, asumir lo ineludible del segundo principio de la termodinámica y el consiguiente colapso de todas las facultades creativas y cognoscitivas. No habría otro materialismo lúcido y militante, ante el cual, desde luego, la resistencia es tenaz: perdemos acuidad visual y olfativa, pero nos agarramos a la posibilidad de fraguar una composición, labrar una frase no manida o avanzar un pensamiento que no se reduzca (por archivado y disponible) a prejuicio. Por decirlo claramente: nos anclamos a la vida del espíritu, aun en ausencia de condiciones fisiológicas que constituyen su único soporte.

Tenemos quizás aquí uno de los tránsitos privilegiados de la mentira. Mentira esencial sería esta idea de que, aunque estemos diezmados por el tiempo, la palabra puede aun perdurar en su agilidad y, literalmente, entusiasmarnos. Pero la ilusión se desvanecerá. La astenia de la palabra se manifiesta en primer lugar al experimentar que toda emoción queda lejos. Ello puede no acarrear consecuencias, cuando una especie de cálido velo cubre la objetividad de la indigencia, es decir, cuando el mero perdurar se asienta en un relativo confort afectivo y social. Mas todo se ensombrece cuando tales circunstancias son prolongación y reflejo de la pérdida de tensión, pérdida de la capacidad de pensar, y de gozar, pérdida incluso de la capacidad de sufrimiento.

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Blogs de autor

II. El olvido, que todo destruye

En América Latina la crítica de libros es floja y escasa, y en algunos de nuestros países inexistentes, de manera que no puede uno orientarse con esa brújula. Y aunque la brújula exista. Yo alguna vez usé el recurso de guiarme por el suplemento de libros del New York Times, para saber lo que se publicaba de calidad en la lengua inglesa, pero hoy me doy cuenta de que muchos libros que compré gracias a las recomendaciones del suplemento  -y no alcancé a leer en gran parte, porque los lectores viciosos no leen todo lo que compran- hoy nadie los recuerda.

De modo que para no perderme a veces en la espesa y frondosa selva de los libros, trato de utilizar diferentes recursos. El primero, no compro nunca best-sellers, menos si traen lujosas portadas llamativas, con los títulos y los nombres de los autores realzados a troquel en engañosas letras de oro. Esto puede resultar en prejuicios que lo privan a uno de leer libros que a lo mejor son buenos, y que se venden como pan caliente en los aeropuertos. ¿Habrá tantos lectores equivocados?

Otra manera es confiarse en aquellas casas editoriales que tienen una probada tradición de publicar libros de calidad. Yo tengo mi lista de esas editoriales, pero cada vez, alas, hacen más concesiones comerciales, y me fallan más.

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.