Marcelo Figueras
Suena a exageración, pero como todas las exageraciones tiene un ingrediente de verdad. Sin Charles Dickens -para ser más preciso: sin Cuento de Navidad, sin Ebenezer Scrooge y Tiny Tim- estas celebraciones no serían lo que son.
En la Inglaterra de comienzos del siglo XIX la Navidad era una fiesta más bien tranquila durante la cual se entregaban regalos a los niños, sí, y a menudo se bailaba. Pero no existía nada parecido a lo que hoy definimos como el espíritu navideño. Por lo menos hasta que Cuento de Navidad se publicó en 1843. Su éxito fue inmediato y se multiplicó año tras año… y década tras década. La historia de la conversión del avaro Scrooge en alguien capaz de amar y proteger a aquellos que lo rodean -empezando por su empleado Bob Cratchit y su luminoso hijo Tim-, convirtió a la vez millones de corazones de hierro en mazapán. El mejor biógrafo de Dickens, Peter Ackroyd dice: "Lo que Dickens hizo fue transformar la fiesta… La llenó de fantasía y de una curiosa mezcla de misticismo religioso y superstición popular… En algún sentido, la Navidad de Dickens se parece al festival anciano que había sido celebrado durante siglos en las áreas rurales y el norte de Inglaterra… Lo logró exagerando la oscuridad que existía más allá del pequeño círculo de luz". Es decir, subrayando cuán terrible puede ser el mundo que se extiende más allá de la puerta de nuestros hogares. He ahí uno de los motivos de la perdurabilidad de la historia: el mundo habrá cambiado mucho pero la oscuridad sigue estando allí.
Muchos desconfían de la algarabía de la estación, o de su craso comercialismo, y los comprendo. Pero a mi las Navidades me siguen llenando el alma de ese deseo dickensiano de bienestar para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y de cuidado especial para todos los pequeños de este mundo -Tiny Tims todos ellos.
Aprovecho entonces para desearles lo mejor, y para agradecerles su presencia constante… y hasta sus mimos, que tanto me han prodigado últimamente.
Que tengan una feliz Navidad. A su estilo, como les plazca, pero feliz.