Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Galería de espectros: el viejo marinero

Doré, ilustración de

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto el espectro del viejo marinero.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres al protagonista del poema de Coleridge?

R.A.: Me refiero a ese personaje misterioso que Coleridge nos presenta en la obra La balada del viejo marinero, personaje en el cual la experiencia del tiempo actúa de una manera completamente particular. Es el hombre que está esperando cerca de un banquete de bodas y convoca a los invitados de este banquete de manera que ellos se quedan embelezados escuchándolo y se olvidan de las bodas, mientras que el viejo marinero va explicando su historia, la historia de un hombre que partió joven hacia los mares del sur y que allí vivió todo tipo de experiencias limítrofes vinculadas al abismo, al horror y a la muerte. Vivió la exterminación de sus compañeros de barco, vivió una suerte de cara a cara directo con la destrucción y al mismo tiempo ese tormento físico se vio acompañado por un tormento espiritual a través del cual Coleridge nos dibuja de manera magistral el sentimiento de culpa y remordimiento que puede acompañar al ser humano. A través de la figura simbólica de un pájaro, el albatros, el viejo marinero cuenta a los jóvenes que van al banquete todas esas vicisitudes, y cómo después de este viaje prodigioso él llegó a una sabiduría muy particular y especial, que es la sabiduría que está más allá del propio abismo de la muerte y que después de este viaje prácticamente a un hombre sólo le queda esperar. La paradoja de todo este misterioso poema es que si el lector se pone atentamente a contar la cronología positiva, pragmática de la historia, el viejo marinero no debería ser el viejo marinero sino que debía ser un marinero muy joven, al que precisamente sus propias aventuras han llevado a una vejez, a un conocimiento y a una sabiduría distinta.

Leer más
profile avatar
28 de julio de 2008
Blogs de autor

Insignificante armonía natural

La interrogación arriba esbozada sobre el origen, la cuestión esencialmente antropológica del paso de un código de señales a la palabra que efectivamente hizo al hombre, se vincula a la cuestión musical en la medida en que se avanza una arriesgada conjetura, a saber:

Aun en la hipótesis de que, tras las esferas de la metáfora platónica, ciertas ondas sonoras primigenias fueran sometidas a regulación ya objetivamente armónica, de tal forma que la atmósfera primigenia de la mera vida posibilitara ya la acústica percepción de tal prodigioso trascender del puro ruido... sólo en la atmósfera prístina del lenguaje encontraría matriz lo musical y, en consecuencia, sólo allí cabría explicación del enorme peso que la música tiene en la vida de los hombres.

Sólo retrospectivamente, sólo proyectando sobre ella el peso de la palabra, el comportarse de la naturaleza objetiva (suponiendo que -tras la epistemología cuántica- quepa aun hablar de objetividad para referirse a una naturaleza sobre la que ninguna operación de medición habría incidido) puede, mera analogía, ser tildado de musical. A fortiori, válido es decir que los animales, por sorprendente acuidad perceptiva que puedan mostrar, sólo son testigos acústicos de una naturaleza estéril por lo que a generosidad musical se refiere, ello como consecuencia directa de su intrínseca insignificancia de no estar mediatizada por el significado del signo lingüístico. Consecuencia directa, en suma, de que sólo en el horizonte del lenguaje hay espacio para la significación.

A modo de ejemplo de lo que estoy apuntando evocaré de nuevo la escena vivida en un seminario que reunía en la ciudad de Ronda a músicos y filósofos. Se presentaba un texto griego de la poetisa Safo (o Safó, como el protagonista de la anécdota afirmaba que deberíamos pronunciar), se justificaba una traducción al castellano, escrupulosamente respetuosa de la métrica original... Finalmente una voz declamó el texto, primero en lengua griega y luego en la versión. Esta voz produjo en los oyentes una profunda emoción, vinculada al sentimiento de que efectivamente (tal como sostiene cierta escuela lingüística contemporánea) la profunda comunidad de todas las lenguas hace que ninguna sea radicalmente ajena, y que en algún registro uno siempre capta en ella más de lo que cree.

He señalado en varias ocasiones que una situación como ésta nos pone ya sobre la pista de lo que puede constituir una auténtica interrogación filosófica: simplemente se despertó entonces la curiosidad sobre si, en el origen, la lengua puede ser realmente disociada de la forma musical; curiosidad, en suma, relativa a si en el principio está el canto.

Leer más
profile avatar
28 de julio de 2008
Blogs de autor

Frutos sagrados

Las mujeres indígenas introdujeron en el gusto de los españoles claves culinarias desconocidas, nada menos que el uso del maíz en sus infinitas variantes de preparación, de las que sólo en Nicaragua se cuentas más de 300. El maíz era un alimento sagrado en Mesoamérica, dador de la vida, y representado por una larga variedad de dioses, y sagrada era también la papa en la cultura religiosa inca, un alimento que al llegar a Europa salvó a las poblaciones de no pocas hambrunas.

A esta lista fundacional de alimentos de origen americano se suman los frijoles, los chiles y chiltomas, los ayotes o calabazas, los pipianes y chayotes, los aguacates, la vainilla, el tomate, al que los italianos llamaron pomodoro (manzana de oro), sin el que no existirían ni los espaguetis ni las pizzas; el cacao, también desde entonces inseparable del azúcar y la leche, lo mismo que llegó a las mesas la inmensa variedad de frutas, para comerse el natural o en almíbares, una lista que comienza con las piñas y las papayas.

Hubo de entre los colonizadores españoles quienes traían buenos recuerdos en el paladar, porque desde antes conocían la fortuna, y hubo los menesterosos que venían en busca de ella, y cuyos recuerdos se limitaban a las gachas (para las que encontraron su igual en los atoles de maíz), los escuálidos pucheros en los que campeaban los huesos descarnados, y los panes duros de morder.

Leer más
profile avatar
28 de julio de 2008
Blogs de autor

Todo el detalle

"La verosimilitud se encuentra en el detalle", decía Chejov. O viceversa: el detalle otorga la prueba de realidad, concretiza el relato imaginado o, exactamente, lo cose físicamente a sus pormenores. Sin dar detalles nadie cree fácilmente en aquello que se dice, como también, para parecer del todo veraces nos esforzamos al mentir en la mención de complementos banales. El aforismo de "quien se excusa se acusa" alude a esa forma prolija de explicar una falta atribuyendo el defecto a una excesiva colección de elementos o accidentes. El valor del detalle queda así probado doblemente: tanto en su pertenencia a la verdad como en la simulación de lo verdadero, tal como se hace en los buenos relatos literarios, en los ricos relatos musicales o en la pintura interesante.

/upload/fotos/blogs_entradas/daniel_arasse_med.jpgDaniel Arasse ha tenido ahora la suerte, tres lustros después de su publicación francesa, de ver traducido su libro, El detalle. Para una historia cercana de la pintura, al castellano (Abada Editores).

No creo, en comunidad con mi amigo Paco Calvo Serraller, que el arte contemporáneo haya ido suprimiendo el detalle que acaso Arasse insinúa. Casi todo lo contrario: por muy abstractos que parezcan los cuadros abstractos, no llegan a ser nada sin la aparición del detalle. No hay, en general, cuadro con encanto que no revele un accidente supuestamente menor del que succiona la verosimilitud del azar y el perfume de su magia.

O de otro modo: la belleza convincente, la convincente belleza que nos vence procede de una aguda partícula que, explícitamente o no, actúa como un ácido decisivo. En la pupila. En la pupila que mira hacia el exterior y se hunde buceando en lo interior. Ese punto de encantamiento inesperado que la vista proporciona al alma y la exhalación del alma cristaliza cuando la insignificancia suscita la auténtica significación y cuando la menudencia descuidadamente provoca la sorprendente escala de la obra de arte.

Leer más
profile avatar
28 de julio de 2008
Blogs de autor

El culto de los rockeros autodestructivos

 

Tengo una amiga escritora, algo nihilista, que ha cumplido veintisiete años y dice que está en la edad ideal para morirse. Me suena raro: nunca he escuchado nada sobre la "crisis de los veintisiete". Ella me explica, con un tono algo trágico, que no hay nada mejor que morirse joven, y me pone como ejemplo la vida de Kurt Cobain: ha quedado ahí, congelado en el tiempo, de veintisiete años para siempre. Dice: "sus canciones eran los himnos de mi generación, en el colegio". Pienso en el romanticismo inevitable de la edad, en los mitos del arte, y me digo que hay algo ahí que no ha cambiado desde hace un buen tiempo. De modo que consigo los DVDs de Control (2007) y Last Days (2005), y trato de ver cómo se reinterpreta estos días el mito del artista joven, trágico y muerto antes de tiempo.

Last Days, la película de Gus Van Sant basada libremente en los últimos días de Kurt Cobain, muestra a un cantante de rock, Blake (Michael Pitt), en estado catatónico. Cuando comienza la película, Blake ya está perdido para el mundo. En vez de hablar, murmura palabras ininteligibles; la gente que se le acerca apenas rasga su coraza. Alguien se lo dice: se ha convertido en el "cliché de una estrella de rock". Blake camina por el bosque, entra y sale de una casona en la que viven otros músicos, va a fiestas pero no participa de ellas, escucha lo que le piden pero no responde. Es fácil impacientarse con Blake, criticar su inmadurez, su autoindulgencia, quizás porque Van Sant no se ha preocupado por llenar los espacios en blanco: debemos asumir que estamos ante una estrella, un gran artista. De otro modo, ¿por qué deberían importarnos los últimos días de Blake, su suicidio anunciado?

Control, dirigida por Anton Corbijn, narra la historia de Ian Curtis (Sam Riley), el carismático cantante de Joy Division, un grupo clave del post-punk inglés de fines de los setenta. Filmada en blanco y negro, Control nos da una visión más completa del artista torturado que Last Days: podemos apreciar a un Curtis epiléptico, que lucha entre el amor (o dependencia emocional) por su esposa Deborah (Samantha Morton) y la intensa atracción que siente por su amante. La fragilidad física y emocional de Curtis lo lleva al suicidio; el cantante inglés puede haber sido joven e inmaduro, pero su muerte no se debe al cliché: no son las presiones del estrellato las únicas que contribuyen al suicidio, aunque sí se sugiere que tienen algo de culpa los empresarios ambiciosos (ese otro cliché), al minimizar la epilepsia de Curtis y obligarlo a cantar cuando él se daba cuenta de lo débil que estaba y no quería seguir.

Al final, no debería importar tanto la edad sino lo que se hizo con ella. Lo cierto, sin embargo, es que en esta época en que ser joven es un valor trascendente en sí mismo, el culto del artista desaparecido en su juventud se halla en pleno apogeo. Hubo una época en que se adoraba a los poetas malditos; hoy la poesía ha cedido su lugar de privilegio a la música, y el culto es de los rockeros autodestructivos. Dylan Thomas vendrá pronto al rescate de la poesía, con el estreno de la película The Edge of Love, sobre su vida de excesos y muerte temprana. Pero, como un crítico inglés dijo por ahí, Thomas fue probablemente "el último poeta en ser tan famoso como una estrella de rock"; el círculo se completa.   

(La Tercera, 28 de julio 2008)

Leer más
profile avatar
27 de julio de 2008
Blogs de autor

Infectos Artefactos / V

V. La llave de Yahvé.

Crece uno con esa idea torcida de que todo lo fácil es despreciable. Preferimos pagar por la fruta que nunca vamos a comernos, toda vez que lo opuesto parecería un abuso. Un día, aprovechando cierta distracción del carcelero, extendemos la mano y le damos una tarascada. Nada, a partir de entonces, volverá a ser igual. Aún tengo en la memoria la sensación de fuga feliz obtenida a partir del primer walkman. Andaba en bicicleta, con él en la cintura y la cinta girando en sus entrañas. Encontraba una suerte de manifiesto de independencia de la realidad en esa deleitosa introspección, ejercida a volumen de lesión cerebral. De repente podía negociar con el mundo exterior sin tener que salir del interior. Imponerle a la vida una banda sonora.

     Nunca entendí muy bien la utilidad del bolso femenino. Y al fin, si ésta era tanta, por qué entonces los hombres prescindíamos de él. ¿No sería más cómodo que cada quién cargara con su caja de herramientas? Hay quienes acostumbran, sin menoscabo alguno de su virilidad, llevar en su lugar una de esas navajas suizas equipadas con torno automotriz, gato hidráulico y forceps, para lo que se ofrezca. Si observamos los nuevos modelos, encontraremos un conector USB. De nuevo, el universo exterior cae de hinojos ante el interior, donde late la urgencia de conectar la prótesis electrónica.

     "Quiero la suerte de un amor tranquilo, con sabor de fruta mordida", rezaba la famosa canción de Cazuza. La posesión de un nuevo Mr. Gadget proporciona la siempre fresca sensación de haber sido premiado sin merecimientos. ¿Upgrade o downgrade?, duda aún la conciencia, que no tan fácilmente acepta hacer las cosas fáciles. Con lo bonito que era hacerlas difíciles. Pero no hay vuelta atrás. Se entra al iPhone como antes se entró al walkman, asumiendo entusiasta otra forma de vida, quizá más presurosa y con toda certeza menos meritoria, pero inminente ya. Se deja atrás la cruz para partir en pos del zen nuestro de cada día. Se abraza al fin la fe en la fruta mordida, con todo el entusiasmo pagano del que es capaz un tránsfuga del chicote. Ya sé que el paraíso está en otra parte, pero hoy no quiero más que vida fácil. Volar sin costo, aterrizar sin mérito. Decirle al fin adiós a lo que solía ser la realidad. Resignarse a la luna. Migrar.

Leer más
profile avatar
25 de julio de 2008
Blogs de autor

Ciudades virtuales y literatura: Accelerando

Termino con dos narrativas recientes relacionadas con estos mundos virtuales. Una pertenece a Cory Doctorow, la otra al inglés Charles Stross, dos de los principales escritores de la ciencia ficción contemporánea. En "Anda's Game", un cuento de Doctorow en el libro Overclocked (2007), lo que se hace patente es que en los mundos virtuales de hoy la división colonial del trabajo de otras épocas sigue vigente. El cuento trata de una fábrica maquiladora virtual: los obreros que reciben un sueldo miserable para pasarse muchas horas al día frente a la computadora haciendo actos rutinarios para conseguir puntos que permitan a los patrones comprar algunas de las vestimentas y armas preciadas por los jugadores de las comunidades virtuales (estas vestimentas y armas se pueden comprar luego en eBay). Mientras los jugadores se conectan al juego desde las grandes capitales de Occidente y en los países más desarrollados del continente asiático, las maquilas se instalan en países como México e Indonesia. Parecería que, en relación a ciudades y mundos virtuales, algunas cosas deben cambiar para que todo permanezca igual.

En cuanto a la novela de Stross, Accelerando (2006), ésta trata de las desventuras de Manfred Macx, un capitalista filántropo que se encarga de desarrollar tecnologías y luego permitir el libre uso de ellas. A diferencia de los personajes de Gibson y Stephenson, Macx vuelve a caminar por la ciudad, pero ahora lo hace con unos lentes -"goggles" también-que le permiten recibir continuamente información. Al comienzo de Accelerando, Macx acaba de llegar a Amsterdam:"Martes de un cálido verano, y él se halla en la plaza al frente de la Centraal Station con sus pupilas mirando a todas partes y los rayos del sol reflejándose en el canal, scooters y ciclistas kamikaze manejando a toda velocidad, y turistas cuchicheando por todas partes. La plaza huele a agua y suciedad y metal caliente y el humo exhausto de los convertidores catalíticos; suenan al fondo las campanas de los tranvías, y los pájaros vuelan sobre su cabeza. Él mira al cielo y coge una paloma, recorta la foto y la coloca en su blog para mostrar que ya ha llegado".

Macx camina eufórico por Amsterdam, con el "dinámico optimismo de otra zona temporal, otra ciudad". Pero no se trata sólo de la ciudad-de los punks y los barcos de turistas y los molinos que encuentra a su paso--, sino de lo buena que es su banda ancha, pues Macx, mientras camina, va, a través de sus lentes, escribiendo su blog y recibiendo información: "Sus canales se despliegan en una esquina de la pantalla, disparando información comprimida de prensa, luchando por su atención, peleando agresivamente frente al paisaje". Así, mientras espera una invitación para una reunión de negocios, Macx se entera de que Rusia ha reelegido a un gobierno comunista y China se prepara para rehabilitar a Mao, y el gobierno de los Estados Unidos está lidiando con los problemas acarreados por la división de Microsoft en tres compañías.

En la novela de Stross, la biotecnología ha logrado la fusión del hombre con la máquina. Nuestro cerebro, nuestros órganos de percepción, todavía nos sirven, pero ahora funcionan ayudados por chips y instalados en nuestro cuerpo. Si los lentes se le pierden, Macx pierde la capacidad de entender todo lo que lo rodea.

Las fantasías de Gibson y Stephenson eran de su tiempo, de un momento histórico en que las computadoras portátiles no eran tan poderosas como eran hoy. Ahora, gracias a las conexiones sin cables, gracias a los chips sofisticados que se pueden encontrar en los iPods, cámaras digitales y celulares que llevamos a todas partes, los personajes de Stross vuelven, como imaginaba Benjamin, a deambular por las calles de las grandes ciudades. La única diferencia es que ahora llevan el ciberespacio o el Metaverso consigo, de modo que lo real termina fusionado con lo virtual.  

Leer más
profile avatar
24 de julio de 2008
Blogs de autor

Viajar con libros

Llega el momento de decidir cuáles serán los libros que deseamos leer en los días de veraneo. ¿Qué hacer? Optar por lecturas "fáciles", evasión, diversión, fuga y ligereza? O, al contrario, nos atrevemos con esos "tochos" que no fuimos capaces de enfrentar en los días sin vacaciones. Creo que haré una mezcla. Me prometeré terminar Vida y destino o las memorias de Ernst Junger, así como su novela  Sobre los acantilados de mármol. Pero tampoco olvidaré lo próximo de Vila Matas que en septiembre estará en librerías. Y volveré a dos libros, Herzog de Saúl Bellow, novela última que leyó el querido Ángel González, ¡siempre le echaremos de menos!

/upload/fotos/blogs_entradas/artemisa_med.jpgY me llevaré dos libros que también esperan a septiembre, los dos primeros de una editorial que promete (Ediciones Alfabia) que comienza con una novela sobre Artemisa Gentileschi, la gran pintora del barroco italiano que ya nos había acercado biográficamente Ángeles Caso y ahora vuelve como novela de Anna Banti. Y los relatos de la nueva Lourdes Iglesias, un "Iglesias" más en nuestro tinglado cultural.

No perdonaré la reedición de Conejo es rico de Updike, ideal lectura para tiempos en los que la gasolina sigue subiendo su precio.

A fuga negras la haré con Luna de miel de la gran Dorothy L. Sayers. Y con la muy inquietante y prometedora novela El asesinato de Road Hill, esa especia de  a "sangre fría" sobre un asesinato del siglo XIX, escrito en el siglo XXI  por Kate Summerscale.

Y al lado de los cuadernos de Paul Valéry, viajarán los aforismos de Juan Ramón Jiménez, esa joya llamada Río arriba. Seguro que no harán mala compañía, Las ensoñaciones del paseante solitario de Rousseau. También se vienen conmigo los libros de Adalbert Stifter, El sendero en el bosque y Abdias.

Recordar otras dos relecturas, El difunto Matías Pascal de Pirandello y Aguafuertes españolas de Robert Arlt.

No se me pueden olvidar las memorias de Agatha Christie, Ven y dime como vives. Y atreverme con el turbio, muy recomendado por Banville -del que me llevo su viaje a Praga-  Evan Connnell que fue capaz de escribir El diario de un violador como si supiera de qué hablaba.

¿Y todavía no he pensado en los ensayos, ni en los libros de historia? ¿Y qué pasa con la poesía? Creo que tengo que hacer otra lista, añadir otra maleta. El mismo dilema de todos los veranos. Seguro que me olvido de alguno fundamental. Qué corto el verano, qué largo el olvido.

Leer más
profile avatar
24 de julio de 2008
Blogs de autor

Cocina de muchas manos

Una de las influencias culturales sujeta a menor represión, o a ninguna, es la culinaria. Los alimentos, que vienen a ser las enseñas fundamentales del gusto y el hábito de comer, se crearon a lo largo de la historia en los fogones rurales, en las cocinas de las haciendas y en los barrios y poblados donde dominaban los indígenas, negros y mulatos, lo mismo que los mestizos pobres, pero también en las cocinas de las familias principales, chapetones y criollos, donde hubo desde el principio de la colonia cocineros y cocineras africanos, esclavos y libertos, tanto negros bozales como ladinos, de los que llegaron desde la península española con sus amos. Los africanos tenían un gusto natural para sazonar, y con frecuencia eran asignados a cocineros, y así aportaron sus formas novedosas de preparar los alimentos, dejando una visible huella en las cocinas locales.

Pero a esas cocinas entraron también desde el principio las cocineras indígenas, dueñas de secretos ancestrales exclusivos de las mujeres, porque en la cultura aborigen los hombres nada tenían que ver con los fogones, ni con los mercados, de donde eran expulsados por ley, al punto que aún hoy la palabra cuque, el anglicismo que designa al cocinero varón, evoca la masculinidad dudosa. Se explicarán entonces porqué yo fui echado desde niño de la cocina; no se trataba más que de una tradición heredada de los tiempos precolombinos en Nicaragua.

Leer más
profile avatar
24 de julio de 2008
Blogs de autor

La cuestión de la bondad (4)

El mundo relegó la noción de bondad al museo en que acumulan polvo los discos de pasta, los tranvías y los trompos. La mención de la palabra no despierta hoy más que ecos limitados: pensamos en la figura de quien ayuda a cruzar a un ciego -un clásico, mencionado aquí por Eduardo Varas-, en la moneda obsequiada a un niño en un semáforo, en los programas de TV que prometen cumplir ‘sueños' a gente en problemas. Pero hasta esos pocos ‘links' son cuestionables. Enseguida salta aquel que dice que dar monedas a un niño de la calle no es bueno. Y se hace evidente que en el programa de TV importa más el rating y el sexo que la supuesta obra de bien. El sistema en que vivimos acotó claramente la función de la bondad: en las grandes ciudades, ‘bondad' es aquello que es recomendable practicar siempre y cuando no perjudique nuestro bolsillo y conveniencia, no estropee nuestro paisaje y no haga mella a nuestra administración del tiempo. En términos matemáticos, la bondad es hoy inversamente proporcional a nuestro derecho de tener -y aparentar- más. O para ponerlo de otro modo: en este mundo histérico, salvajemente egoísta y necio hasta el extremo de coquetear con la extinción, la bondad es un lujo que no podemos darnos.

Aun en el caso de que proporcionásemos a nuestros hijos un entorno familiar donde la generosidad es la norma y la atención al necesitado un desvelo, los niños seguirían interactuando con la TV -que catequiza como nadie el evangelio del tener-es-ser- y con la sociedad en miniatura que se crea en cada aula, en cada plaza, en cada club. Un hijo nuestro que comparta lo que tiene, evite la tentación de la violencia y se preocupe por el necesitado no sería ‘leido' como un niño bueno, sino como un freak. Sus pares, forjados en la dialéctica de la competencia extrema (este es el mundo de los más fuertes y de los más ricos, que a menudo son los mismos), no sabrían decodificarlo. Les sería más extranjero que un verdadero marciano. Lo cual torna todavía más imprescindible nuestra intervención en la materia. Porque lo que no aprendan de nosotros a este respecto tampoco lo encontrarán en el aula -y mucho menos en el patio.

‘Se acostumbra a pensar que el bueno es tonto', señala Serpiente Suya. Ser bueno implica resignar voluntariamente la posibilidad de una ventaja, y nuestras sociedades están por completo basadas en la idea de obtener (la mayor) ventaja (posible). O sea que no sólo debemos enseñar a nuestros niños el valor de la bondad y las maneras de practicarla. También debemos enseñarles a cargar con el peso de no ser cool -nada menos cool en nuestra cultura que la opción por la bondad.

Y algo que torna la tarea todavía más cuesta arriba: ser buena gente no necesariamente engendra buenas ondas, ni lo habilita a uno a circular por la vida con una sonrisa de oreja a oreja. Muy por el contrario, ser buena gente garantiza que uno va a sufrir como un marrano. Porque será incomprendido. Porque se topará a cada paso con gente que antes que bueno, lo toma por buenudo. Porque al negarse a jugar de acuerdo a las reglas más populares del juego, será aventajado en cada carrera. Y porque después de haber sido sacudido y humillado, uno debe reunir prestancia de espíritu para convencer a sus hijos de que ser bueno vale la pena a pesar del sufrimiento... en un mundo que escapa del sufrimiento más que de la peste.

Todos querríamos preparar a nuestros hijos para un mundo mejor, pero nos conformaríamos con prepararlos adecuadamente para éste. En este sentido, cabe preguntarse si lo más conveniente, si lo menos cruento, no sería educarlos para ser crueles y despiadados. Sufrirían menos si lo fuesen, eso es indiscutible. La pregunta cabe, pues: ¿cuál es la bondad de ser bueno.

Um. Mañana la termino. (Eso creo, al menos.)

Leer más
profile avatar
24 de julio de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.