Clara Sánchez
Estoy leyendo Familias (Lumen), de Natalia Ginzburg. No me canso de leer a esta escritora. Es maravillosa. He terminado la novela corta El camino que va a la ciudad, incluida en el volumen, donde aparece el mismo tipo de familia que en Las Palabras de la noche, en Léxico familiar o en Querido Miguel y en prácticamente toda su obra, pero precisamente El camino… es su primera novela, la publica en 1942. Y es genial. Cada página que leo me deja pensando en el descomunal talento de esta mujer. Todo lo que pueda decir sobre ella se queda corto. Podría lanzarme a hablar ahora mismo de sus personajes, sobre el pequeño mundo que crea y en el que podemos sentirnos todos a través de estas tiernas y ásperas almas errantes que aparecen y desaparecen de la faz de la tierra para nuestro deleite. Pero hay algo que cuesta definir, llegaría un momento en que tendría que callarme porque el milagro se escapa entre los dedos. Así quien quiera saber de qué va esto, quien aún no le haya hincado el diente a la Ginzburg, que vaya a la fuente, que la lea y se quedará embobado.