Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Galería de espectros: Hans Castorp

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, me he topado con el de Hans Castorop.

Delfín Agudelo: Te refieres al espectro del protagonista de La montaña mágica de Thomas Mann.

R.A.: La montaña mágica evidentemente ofrece muchas posibilidades de abordaje. Se puede abordar desde el punto de vista del dolor, de la enfermedad; desde el punto de vista incluso de un sentido romántico del amor muy peculiar; desde el punto de vista de una visión sobre lo que puede ser el porvenir en el siglo XX a través de las conversaciones que se dan en ese sanatorio tan especial situado en Suiza. Pero cuando evoco a Hans Castorp siempre me viene el experimento del tiempo, el de un hombre que se acerca unos días a un sanatorio para visitar a un pariente y acaba atrapado en el laberinto del tiempo, de modo que permanece en ese lugar a lo largo de siete años. Durante estos siete años queda como fascinado, excitado por el poder de la montaña, y sólo tras muchos trabajos y muchas contradicciones es capaz de volver al valle para reincorporarse a la vida cotidiana -aunque con la paradoja irónica y trágica de lo que le espera trágicamente es la primera guerra mundial. También me llama la atención la captación que hace Mann del experimento del tiempo. Si un lector atento hace el análisis de los ritmos de la novela, se da cuenta de que de la misma manera que para Castorp el tiempo queda distorsionado, el espacio narrativo también está expresamente distorsionado por Mann. De manera que los primeros días del espacio de Castorp en la montaña mágica duran prácticamente tres cuartos de la novela, y luego lo que son los siete años en que queda atrapado se van deslizando hacia una velocidad y ritmo narrativo cada vez mayor. Ahí nos encontramos algo que literariamente es muy interesante, que creo tiene que ver con el impacto de la novela en la literatura del siglo XX, y es la traducción del tiempo en espacio, incluso en espacio narrativo. Esto sería de algún modo llevar al terreno de la novela y de la narración las propias propuestas que contemporáneamente hacia Einstein sobre la necesidad de la física contemporánea de traducir el espacio en tiempo y viceversa.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Al final del verano

Regresar a la noria de la vida real es como estar de vuelta de unas vacaciones. Tiene uno varias cosas que contar y todo un equipaje por deshacer. Se diría que estamos mejor preparados para enfrentar a los demonios mustios de la rutina. Hace ya mes y medio que sin pensarlo mucho -en cuyo caso me habría arrepentido a tiempo- partí hacia una ficción que, como todas, se aparecía simple en un principio. Sería por ahí del capítulo sexto que lo que suponía una lagartija revelóse como un mañoso cocodrilo de cola tan extensa como esquiva. Y ni modo de dar marcha atrás, si ya estaba metido hasta el cuello en el pantano.

     Hace unos meses que Santiago Roncagliolo me sugirió -con la sonrisa socarrona que adiviné a través de la línea telefónica-, no bien le confesé que andaba por la página cuatrocientos de la novela y no veía el final ni con prismáticos, que simplemente los matara a todos y empezara con una nueva historia. Uno de esos anticonsejos que se agradecen por las risas que regalan. Lo cierto es que es difícil matar a uno solo de los personajes, ya no digamos a la totalidad. No se dejan, son harto resbalosos, apenas se descubren acorralados aducen que les falta mucho por hacer. Y uno, por más que quiera, está muy lejos de ejercer el despotismo que se antoja urgente. No se escribe ficción para contar un chisme, como para indagarlo; y eso toma su tiempo. Esto es, el tiempo de uno, incluyendo esas horas de sueño en las que se despierta intermitentemente sólo para enfrentar una desesperante sequía de respuestas. "¿Y ahora qué va a pasar?", sería la pregunta. No saberlo es dormir sin descansar, o en su caso descansar sin dormir. Peor todavía cuando en cuestión de horas hay que volver con una respuesta que al menos en principio parezca verosímil. Trabajo de malandro, a todas luces.

     No era que me faltaran las ganas de matarlos, pero tenía que empezar por Fidel y para ello contaba con un solo atorrante, cuyas habilidades se limitaban a maltratar borrachos y transportar putitas. ¿Podía un hombre así cumplir con un trabajo ligeramente menos complicado que viajar hacia el norte de Pakistán y volver con el fiambre de Bin Laden? No había mucho tiempo para meditarlo. Cuando uno se somete a los rigores del folletín en diarios episodios y lo hace sin más plan que ir detrás de la historia a como dé lugar, difícilmente puede adelantarse. La ficción le acontece, como la vida diaria, y hora tras hora se confunde con ella. Terminar un capítulo es comprar un par de horas de respiro y sentenciarse a veintidós de respingo, durante cuyo transcurso se escapa de ese limbo sin destino al que toda ficción en proceso parece irremediablemente condenada.

     El gran problema de los personajes es su similitud con las personas. No puede uno confiarles una misión sin arriesgarse a que se le pongan al brinco y terminen haciendo lo que les venga en gana. Crecen los personajes y el narrador ha de calzarse zancos. Encima de eso uno cree conocerlos y cualquier día le vienen con facetas ocultas, de modo que no acaba de quererlos, ni de odiarlos. Así que al fin se lanza a devorar todos aquellos datos paralelos que juzga pertinentes para seguir con su averiguación. En mitad de la historia, tomé un avión de México a São Paulo llevando en la maleta dos novelas de Henning Mankell, que a la postre no hicieron sino confirmar mi papel de investigador transparente en una historia donde la policía tenía un papel tan fugaz como decorativo. Días después, la proyección de la espléndida Tropa de elite me recordó que las historias nunca transcurren por el camino deseable, sino por el posible. La ficción nada sabe de moral, menos aún de escenarios deseables. La creemos o no, tal es en cualquier caso su derecho a existir.

     Me habría gustado repasar Flor de Lottoir un tanto más lento, darle forma, afinarla, como se hace con una novela. También habría querido meterle un buen plomazo a Segismundo Andersón, y cuando menos rasurar las barbas de Fidel, pero esas cosas uno jamás las decide. Llegué a temer que la ficción de verano cruzaría impunemente la frontera del otoño -igual que la novela de las cuatrocientas páginas pasa ya de quinientas y va en camino hacia las setecientas- pero la matazón ocurrió con una razonable celeridad. No quisiera decir que es un experimento, si bien toda ficción lo es a su modo. Sucedió y ahí está, como la consecuencia de una fechoría secreta. Quiero pensar en ella como un bonsai -una rama deforme que no espera crecer, ni dar sombra, ni servir de columpio- y creer que algún día, tal vez otro verano, una de sus semillas se convertirá en árbol. Igual que un atorrante se transforma en matón, un dictador en mito, una puta en señora. Wishful thinking, diría el facilitador Mauricio Morazán.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

La hora de J. G. Ballard

Ha llegado, por fin, la hora de descubrir a J. G. Ballard en España y América Latina. Este escritor inglés fundamental para entender nuestro tiempo fue publicado antes, pero pasó desapercibido; con suerte, se lo conocía como el autor de una novela adaptada al cine por Spielberg (El imperio del sol), y de otra adaptada por Cronemberg (Crash). Este mes, Mondadori ha tomado la iniciativa de reeditar en España El imperio del sol al mismo tiempo que La bondad de las mujeres, la novela que continúa la historia, y Milagros de vida, su autobiografía recientemente publicada en Inglaterra. A eso se suma la publicación por la editorial Berenice de Fiebre de guerra (1990), un libro de cuentos indispensable, y Autopsia de un nuevo milenio, la exposición sobre su obra organizada por Jordi Costa en Barcelona.

Milagros de vida nos da algunas claves para entender las fuentes de la inquietante literatura de Ballard. Este hijo de ingleses expatriados nació en 1930 en Shanghai, un "lugar mágico, una fantasía autogenerada que dejaba atrás a mi propia imaginación". En esa ciudad "90% china y 100% norteamericanizada", en la que se podían ver cosas extravagantes como cincuenta jorobados como guardia de honor para la premiere de El jorobado de Notre Dame, Ballard tuvo una infancia feliz. Ni la invasión japonesa de 1937, ni la llegada de la segunda guerra mundial y su posterior confinamiento en el Campo Lunghua (1943-45), alteraron esa felicidad. El niño ve a soldados japoneses asesinar a chinos pobres a sangre fría, sufre hambre y enfermedades durante su confinamiento, pero Lunghua nunca deja de ser, sobre todo, "una prisión donde encontré la libertad".

A su regreso a Inglaterra, Ballard se encontró en un país desmoralizado, que vivía como si hubiera perdido la guerra. Extrañaba Shanghai y vivía en Inglaterra como si fuera un extranjero. No entendía los códigos de clase, y Cambridge le parecía un lugar para gente pedante. Durante esos años, descubre las dos grandes fuentes que van a alimentar su imaginación distópica: Freud y el surrealismo. Su otra gran influencia son los dos años pasados en Cambridge (1949-51) estudiando anatomía. Diseccionar cadáveres se convertirá en una metáfora de su proyecto narrativo: "diseccionar la patología profunda de lo que había visto en Shanghai y después en la post-guerra, de la amenaza de la guerra nuclear al asesinato de Kennedy".

Pese a que Ballard admiraba a los modernistas (Joyce, Hemingway, Kafka), terminó aburrido por el tipo de literatura "seria" que se escribía en la Inglaterra de los años cincuenta. De manera accidental, descubre la ciencia ficción, y, fascinado por su "vitalidad y originalidad", se dedica a ella. Esos años, la ciencia ficción estaba sobre todo obsesionada por viajes interestelares y encuentros cercanos con seres de otros planetas, pero lo que Ballard quería era explorar el "espacio interior" del hombre enfrentado a "la sociedad de consumo, el paisaje de la televisión y la carrera armamentista". La ciencia ficción podía acercarse más a la realidad que "la convencional novela realista del período".

Buena parte del libro está dedicada a la vida doméstica de Ballard. Aprendemos de su casamiento con Mary Matthews, del nacimiento de sus tres hijos, de la sorpresiva muerte de Mary debido a una pulmonía, de cómo tuvo que criar a sus tres hijos solo, de su posterior relación con Claire Walsh. Para este enfant terrible, su vida familiar es lo más importante; todo lo demás, incluso la literatura, pasa a un segundo plano.

Milagros de vida gana en la revelación honesta de la intimidad del escritor, pero pierde fuerza como literatura. La última sección del libro se torna fragmentaria, como si Ballard admitiera que, para su imaginación, los años clave hubieran sido los de la infancia y la adolescencia en Shanghai. Al final, sin embargo, nos espera un mazazo emocional: Ballard ha escrito este libro, quizás el último, luego de ser diagnosticado con un cáncer terminal. Pasa la vida; para los lectores queda, por suerte, la obra.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Robert Harris, El poder en la sombra

   El lugar del escritor inglés Robert Harris como uno de los maestros contemporáneos del "thriller literario inteligente" (las palabras son del Times de Londres) está tan asegurado que una cita en una de las solapas interiores de su nueva novela, El poder en la sombra (Grijalbo), no pertenece a un crítico literario sino a una de las personalidades más importantes de nuestro tiempo: Nelson Mandela. "Un autor que maneja el suspense como un Alfred Hitchcock literario", escribe el premio Nobel sudafricano. Tal como están las cosas, no es difícil imaginar la próxima novela de Ruiz Zafón con una frase de Sarkozy en la cubierta. Los críticos literarios se han devaluado tanto que una muestra de la importancia de un autor parece ser hoy su capacidad de prescindir de ellos.
   
Lo cierto es que Harris ha escrito obras maestras del género. Enigma es una muy buena novela para el verano o un largo viaje en avión; Patria, sobre una posible victoria nazi en la segunda guerra mundial, es incluso algo más: una de las mejores obras que se han escrito sobre historia alternativa (Patria sobrevive a la comparación con Philip Dick y su El hombre en el castillo, y es superior a Philip Roth en La conjura contra América). ¿Dónde, entonces, situar El poder en la sombra? No entre las mejores novelas de Harris, pero tampoco en su lista de libros flojos (Imperium). Digamos: una entretenida medianía.
 
   Los últimos diez años ha surgido un subgénero en la ficción anglosajona: la narrativa del once de septiembre. Este tipo de novelas pertenece a una categoría más amplia que podría llamarse "ficción sobre la guerra contra el terror". Aquí se encuentran novelas como las de Ian McEwan (Sábado) y Harris. El poder en la sombra trata de las peripecias de Adam Lang, un ex primer ministro inglés muy parecido a Tony Blair, en su lucha por librarse de la justicia internacional, y de los intentos del narrador por escribir las memorias del ex primer ministro. El narrador es un "negro", alguien que escribe libros por encargo; ghostwriter, la palabra en inglés para "negro", es mucho más precisa para sugerir la invisibilidad del oficio. The Ghost, el título en inglés de la novela de Harris, recoge esa invisibilidad del narrador. Quizás se debió haber pensado en una traducción al español más creativa del título; El poder en la sombra es el típico título de un thriller clase B de Hollywood. De paso, cada capítulo se inicia con una cita tomada de un manual de escritura para "negros", con lo que la novela reflexiona de manera inteligente sobre el mismo proceso de su construcción ("Un ‘negro' que solo tenga un conocimiento somero del personaje estará en situación de plantear las mismas preguntas que un lector no versado y en consecuencia hará el libro más interesante para un número mayor de lectores").

    Lo mejor de Harris es su capacidad para minar los titulares políticos de los periódicos de los últimos años para inventarse una ficción verosímil en buena parte de sus páginas, acerca de la posibilidad de que debido a las ilegalidades cometidas para justificar la guerra en Irak, el ex primer ministro inglés termine siendo acusado como un criminal de guerra. Lang aparece retratado como un actor de primera -el tono anaranjado de su piel se debe al maquillaje--, a quien le interesa más el éxito de su papel que el bien común de Inglaterra; para describirlos a él y su esposa, hay que pensar en el título de una novela de Graham Greene, El poder y la gloria. El trabajo del narrador como "negro", entonces, es humanizar a Lang, hacer que los lectores se conmuevan con su historia de sacrificios, la forma en que su impuso a la adversidad para llegar a ser lo que es; el narrador fracasa, porque lo que queda del libro es una crítica despiadada a la alianza de Inglaterra con los Estados Unidos en la guerra en Irak, y una mirada sarcástica a la integridad moral del ex primer ministro inglés.
 
   El poder en la sombra se inicia con la muerte en circunstancias sospechosas de McAra, el "negro" original de Lang. Esa muerte permitirá que el narrador se convierta en el nuevo "negro" de Lang. El narrador tratará de descubrir el lado oscuro del pasado de Lang, aquello que descubrió McAra al escribir su manuscrito y que lo llevó a la muerte. Hay una intriga internacional, una conspiración de alto vuelo en la que se halla involucrada la CIA. El final se deja llevar por la paranoia y no es del todo plausible; sin revelar mucho, baste sugerir que el título de la novela en inglés se presta a una sugerente ambigüedad: ¿quién es ese "fantasma" del entorno de Lang, todo un espía de la CIA enclavado en el corazón del poder inglés?

   Lo saludable de este escritor es que no alberga grandes pretensiones en torno a lo que hace; con un guiño al lector, Robert Harris pone en boca del narrador estas palabras en torno a su trabajo de "negro" que bien pueden aplicarse al propio Harris: "Me veo como el equivalente literario de un experto tornero o de un fino alfarero: hago objetos medianamente interesantes que a la gente le gusta comprar". Pues sí: en materia de muy buena ficción comercial, nada como la verdad.

(Babelia, El País, 20 de septiembre 2008)

 

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Sesión XX. Cuentos Comentados

Como se podrán imaginar, hemos recibido un formidable aluvión de cuentos de toda índole: realistas, mágicos, experimentales, en primera persona, en tercera, líricos y de prosa austera... en fin, un gran catálogo de las muchas tendencias y preferencias a las que se inclinan los participantes de este curso. Este tema libre nos ha servido también para observar el manejo y el oficio (o la ausencia del mismo) de los escritores, así como para recibir a nuevos amigos que se unen a nuestro blog y de los que esperamos continúen participando como nuestros entusiastas y ya veteranos de taller que también nos han enviado su cuentos. En vista pues de que son muchos los nuevos integrantes, deberemos insistir -en esta nueva etapa- en que la selección de los trabajos no tiene que ver exclusivamente con la calidad de los textos (que también) sino con el hecho de que  representan algo así como un muestrario de lo enviado, de las temáticas diversas abordadas y de los registros empleados. En este muestreo resaltamos lo que está bien y también lo que está mal,  de manera que todos los que durante esta semana participemos con comentarios y reflexiones sobre los cuentos colgados, podamos observar fallos comunes, cuestiones de orden práctica que puede que nos sirvan para resolver aspectos técnicos de nuestros cuentos. A todos los demás les pedimos paciencia para recibir sus textos con un breve comentario en sus correos electrónicos e instamos a los nuevos a que escriban unas breves líneas en los comentarios del blog, a manera de presentación para los demás compañeros. También les pedimos, por favor, que se ciñan a los dos folios que hemos pedido...

Ya la próxima semana sí, un tema y una propuesta concreta. Preparados. Y bienvenidos nuevamente.

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Metamorfosis (2)

Que cada uno haga lo que le dé la gana con su cuerpo, estaría bueno. Simplemente expreso mi perplejidad ante un fenómeno tan generalizado, ante la moda del quirófano, ante un negocio que puede ser abusivo y que no es tan reversible como ponerse y quitarse un vestido. Y si nos fijamos en los resultados nos damos cuenta de que la gente se opera para ser más parecida a los otros, para que no haya nada en su persona que se salga de la norma. Por lo que más que un acto de rebeldía, de querer rebelarse contra lo que la naturaleza le ha dado, más que el tratar de imponer su voluntad sobre sí mismo, el hacerse, el transformarse mediante la propia inteligencia, parece un modo de encerrarse en lo normal, en la uniformidad.

Da la sensación de que tenemos tanto miedo a ser diferentes que buscamos un patrón, un modelo al que adaptarnos, salvo algún caso de extravagancia quirúrgica. Lo que sí podemos decir es que estamos rompiendo la barrera que impedía manipularnos a nosotros mismos, y de igual forma que se ha ensalzado toda la vida al hombre o mujer "hechos a sí mismos" en lo interno, en lo moral, también podemos aplicar lo mismo a lo externo. Como siempre estamos cambiando sin remedio, hemos resuelto meter mano en este camino sin retorno. La gente ha decidido no conformarse con la apariencia que le ha tocado por azar y ha resuelto acomodarla a sus gustos. Y de hecho siempre se ha hecho mediante el maquillaje, las pelucas y mil trucos que alteraban nuestra materia prima, sólo que ahora hemos decidido ir un poco (bastante) más allá.

/upload/fotos/blogs_entradas/la_metamorfosis_med.jpgInsisto en que no es una crítica, sino la evidencia de que nuestra civilización, globalmente, ha cruzado una frontera que antes estaba reservada a la literatura. Que somos conscientes de que nuestro cuerpo (el alma es menos retocable) pasa por una constante transformación lo demuestran los mitos recogidos en las Metamorfosis de Ovidio, lo corrobora La Metamorfosis, de Kafka, y que nos estábamos quedando con las ganas de intervenir en ese proceso, quizá para dominar el miedo al cambio, lo atestiguan otras dos obras maestras: Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, y Frankenstein, de Mary Shelley, de las que ya he hablado en otros textos de este blog.

Hasta el lunes.

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Qué conmueve al pequeño burgués

Evocaba ayer la confianza de André Malraux en la potencialidad redentora de la obra de arte. Tal confianza es en realidad lo más natural, si a la naturaleza humana nos estamos refiriendo, y lo sorprendente es que pueda llegar a perderse. La cosa es muy sencilla. El propietario de sólido establecimiento comercial, su contable que alcanza a vivir sin estrecheces, el laborioso pequeño industrial, el profesional de la medicina o la notaría... todos esos honorables miembros de una sociedad fabril, o ya post-fabril, encuentran coartada espiritual para sus vidas, acudiendo el domingo por la tarde al teatro de Hannover, Barcelona o Rouen, a una representación de Tristán e Isolda, y sienten elevarse la autoestima cuando su delicada hija, recogiéndose con un poemario de Gerard de Nerval o de Josep Carné, baña en tal atmósfera espiritual el propio hogar. Pues bien:

La figura del ser humano que ellos representan, no podría doblar así su universo de referencias, no podría jugar de esta manera a redimirse de un destino que en algún registro considera poco exaltante, si en Wagner y Gerard de Nerval no hubiera realmente algo terrible y profundo, algo que da la posibilidad de escucha y de emoción. Emoción no exactamente para el yo resultado de una educación que hace encontrar honorables, y hasta virtuosas, actividades sociales que a menudo encubren la mera rapiña (y que, entre otras cosas, reducen el arte a mero valor) sino para ese aspecto de uno mismo que, en las circunstancias moral y espiritualmente más penosas, es muestra de la presencia en cada uno de la exigencia de humanidad. Y precisamente porque esta exigencia de reencontrar nuestra humanidad no ha llegado a ser erradicada, la obra de arte puede llegar a ser un sorprendente espejo, revelador de una realidad tan propia y profunda como desconocida.

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Blogs de autor

El dinero de los partidos

Prefiero no escribir sobre lo más obvio, la nueva encuesta realizada por el New York Times que indica que Obama se le vuelve a adelantar a McCain, 48% a 43%. La misma tranquiliza a muchos demócratas pues regresa a las mismas cifras de mediados de agosto, previas a los congresos de los dos partidos. No quiere decir que Obama no encontrará dificultades para ganar, sólo que puede ser que gane.

Para escribir de otra cosa, sería interesante mencionar el dinero en la campaña. Hoy conversé con Gabriel Guerra Mondragón, nombrado embajador en Chile por Bill Clinton de 1994 a 1998 y uno de los grandes recaudadores de fondos, primero, para la campaña de Hillary Clinton y, hoy, para la de Obama.

La política en los Estados Unidos cuesta dinero. Si tomamos en consideración los fondos invertidos en las primarias de ambos partidos y le agregamos los de las elecciones generales hasta noviembre se calcula llegar, por primera vez, a los $1.000 millones.

Estas sumas se gastarán, sobre todo, en la publicidad -en TV y radio-, en las campañas de inscripción de votantes, en la movilización del día de las elecciones, en viajes, en llamadas telefónicas, en mantener personal y oficinas permanentes en los 50 estados y etcétera.

La recaudación de fondos la rige hoy la ley McCain-Feingold, impulsada por el senador McCain hace unos años. En ella, el candidato puede acogerse al financiamiento público -$85 millones a la campaña- o renunciar y recaudar, por su cuenta, el dinero que quiera y pueda.

McCain se acogió a las bondades de su propia ley y ya recibió el dinero. Y, ahora, no tendrá que preocuparse demasiado en perder tiempo de campaña en buscar dinero.

Obama, a pesar de haber prometido anteriormente acogerse a los fondos públicos, se desdijo y optó por arriesgarse a conseguir mayor cantidad de dinero por su cuenta. Es cierto que, a juzgar por el mes de agosto, un mes lento para recaudar dinero, Obama no deberá encontrar dificultades, pues consiguió reunir $66 millones, entre donaciones por internet y otras cosas, lo que es un récord mensual absoluto para una campaña. Pero, esa tarea permanente de cenas y desayunos y almuerzos recaudando fondos le quitará tiempo de sus preciadas horas de campaña.

La nueva ley ha creado dos formas de financiamiento -al candidato y al partido- en principio estancos separados uno de otro. La primera forma impone límites a la cantidad que un particular puede donar a un candidato -$2.300 en las primarias más $2.300 en la elección nacional. Es decir, $4.600 en total por persona. Y, no más.

La otra forma de financiamiento se realiza con las donaciones hechas a cada partido. Pero, este dinero sólo puede ser administrado y dirigido a la campaña nacional del partido y no a la del candidato presidencial. Su máximo es de $28.500 por persona. Por si no lo sabíamos, la ley prohíbe, además, los donativos empresariales.

La campaña de Obama reúne a sus grandes recaudadores en un Comité Nacional de Finanzas, cuyos miembros invitados se comprometen a recaudar $250.000 o más y al cual pertenece Gabriel Guerra Mondragón. Para recaudar su cuota, Guerra Mondragón busca gente, llama por teléfono, tira una red amplia y encuentra particulares que donen desde $5 hasta $2.300. Y, además, puede, siempre por separado, recaudar dinero para el Partido Demócrata. Como miembro del comité, Guerra se reúne semanalmente o recibe llamadas de  puesta al día de la sección nacional, la regional y la hispana.

La campaña de Obama le ha otorgado importancia a los hispanos en estas elecciones, pues, por primera vez, se ha reunido a todos los grandes recaudadores hispanos en un Consejo Nacional de Finanzas Latino. Sus miembros se comprometen a recaudar $100.000 que se emplearán, sobre todo, en los campos de batalla de Colorado, Nevada, Nuevo México y Florida. A ver qué resulta.

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Blogs de autor

La razón de la sinrazón (2)

En los últimos tiempos, cada vez que me embarco en un debate me asalta la sensación de que la conversación nunca va más allá de la racionalización de una serie interminable de prejuicios, sensaciones viscerales y cuestiones de piel. Como si alguna(s) de la(s) persona(s) con la(s) que converso ya hubiese(n) hecho su elección -antiperonista, racista, pro Estado vigilante, pro liberalismo económico- mucho antes de estar en condiciones de justificar verbalmente esas adhesiones. Es decir: sucumbiendo primero a lo estomacal -o sea lo pre-racional, la sinrazón más literal-, para después, mucho después, argumentar a favor de esa elección ya tomada.

Si no asumimos que la sinrazón es la verdadera explicación de tantas decisiones (aparentemente) racionales, nunca podremos aproximarnos siquiera a la comprensión de los mecanismos que operan en este mundo. /upload/fotos/blogs_entradas/sarah_palin_y_john_mccain_med.jpg¿Cómo entender, si no, que millones de ciudadanos de los Estados Unidos se tapen los ojos ante la magnitud de su crisis actual y consideren seriamente la posibilidad de votar a una candidata a la vicepresidencia (y eventual presidenta, dada la edad provecta y la endeble salud de John McCain) todavía más impresentable, más irresponsable, más peligrosa que George W. Bush? Esta realidad es tan racional como la actitud de aquel peatón que, después de haber sido atropellado por un auto en la calle, decide atravesar a pie una autopista.

A veces pienso que aquel que nos definió como esencialmente racionales nos hizo un flaco favor. Desde que el mote caló, vivimos haciendo de cuenta que la racionalidad rige nuestras vidas cuando a lo sumo, con mucha suerte, nuestros actos racionales son tan sólo la punta visible del iceberg de nuestras conductas.

Si dejásemos de pretender que discutimos argumentos racionales y cuestionásemos nuestros prejuicios e impulsos, seguramente superaríamos el estancamiento producido por tanto diálogo de sordos. ¿De dónde sale el rechazo visceral a las masas populares, a las clases menos privilegiadas? ¿Por qué tanta gente siente una inseguridad atroz, que deriva en recelo, en agresividad, en conductas y decisiones mezquinas? ¿A qué se le teme demasiado (¡irracionalmente!), y a qué se le teme demasiado poco? ¿Cuál es la fuente de los prejuicios raciales que (casi) todos tenemos? ¿A qué se debe esa tendencia a apoyar y seguir líderes de pies de barro, que traicionan hasta a sus seguidores a la primera de cambio? ¿Por qué existe tanta gente educada y de buen pasar que es tan lábil, tan superficial, tan poco pensante? ¿Qué clase de angustia puede ser tan atroz como para pretender diluirla entregándose al entretenimiento más banal?

Más que una razón, los poderosos y violentos de la Historia (los militares de la dictadura argentina, los nazis, los ricachones de los Estados Unidos y sus políticos falderos) tenían un interés. Las consecuencias de sus actos demuestran que la forma en que persiguieron esos intereses fue quizás racional en sus métodos, pero irracional en su inspiración.

Por el bien de la humanidad toda, deberíamos ser menos proclives a bailar la música de estos flautistas de Hamelin.

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Blogs de autor

La carencia

La creación nace de la carencia. La sentencia es y no es una mera obviedad. Lo es en cuanto, acaso, prácticamente toda invención y producción, responde a una demanda pujante. Pero no lo es en la medida en que más complejamente la tensión del desear algo sin la respuesta precisa conduce, más tarde o más temprano, a fabricar cualquier suerte de sucedáneo que aplaque la ansiedad de la insatisfacción. La creación no sería así otra cosa que este sucedáneo producido. El objeto deseado no se obtiene y en su lugar la creación ofrece un elemento de distracción.

Los seres humanos no son esos dioses que pueden tenerlo todo y en su lugar construyen remedos de poder. Remedos nacidos de su déficit de poder. Es así como la creación nace expresamente de la carencia. Y se abastece, además, golosamente de ella. Los pintores, los escritores, los arquitectos realizan sus obras mejores entre marcados límites, en las fisuras, en las coerciones que les fija el tiempo, la vista, la necesidad o la salud. De la carencia emerge la obra, de la ausencia intangible se alza el imago de la presencia, del vacío se obtienen los volúmenes de la escultura, de la memoria insuficiente se hila la narración.

Leer más
profile avatar
19 de septiembre de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.