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Galería de espectros: Ofelia

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, me ha parecido ver el de Ofelia.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres al espectacular cuadro de Millais?

R.A.: Me refiero a este cuadro que parece hecho directamente como una escena de un sueño, pero de un sueño muy elaborado y refinado. Hubo un tiempo en que yo no admiraba demasiado a los prerrafaelitas, pues me parecían al margen de lo que era la genealogía de la corriente moderna en pintura. Pero debo reconocer que desde hace ya unos años he reconocido una importancia e interés en los prerrafaelitas, en su alegato a favor de volver a una pintura como la que se daba en la transición entre la edad media y el renacimiento. Esencialmente pienso que el ideal prerrafaelita en reconvertir al artista en un artesano, con una capacidad para el oficio, para el aprendizaje de ese oficio, una cierta modestia ontológica, etc., es importantísima en un momento, en una época como la nuestra, en que se ha llegado a una especie de hiper-artista, a una especie de metástasis de la propia denominación de artista. Recuperar la esencia original del artista como artesano es un reto de futuro y no es un ideal de pasado.

En ese sentido Millais logra captar muy bien en su cuadro sobre Ofelia el destino de ella misma, que siempre me ha llamado la atención. Como ya comenté al hablar del espectro de Hamlet, él no es uno de mis personajes favoritos. Lo encuentro un personaje caprichoso, una especie de deificación de la adolescencia perpetua, como un ser incapaz de tomar decisiones. En su indecisión y en su carácter dubitativo, su incapacidad para reafirmar una posición frente a la vida, crea todo un engranaje de desgracias a su alrededor que todo lo arrastra: amigos y parientes. Y en ese engranaje lo más injusto es el propio destino de la novia, el destino de Ofelia. En cierto modo es empujada de una manera completamente cruel por parte del personaje Hamlet hacia una locura y hacia una desesperación para la cual ella no está preparada; ni siquiera le encuentra sentido ni raíz a esa desesperación. Es un personaje muy entrañable porque es la desesperada que no sabe muy bien el por qué ha sido arrojada a ese territorio de desesperación, más allá de la caprichosa actitud de Hamlet. Entonces en el cuadro de Millais esa especie de muerte exquisita, elegante, de Ofelia que flota sobre el estanque, rodeada de un lecho casi diríamos paradisíaco, es una especie de justa compensación estética por esa desesperación sin sentido a la que ha sido arrojada, a partir de la propia extravagancia caprichosa de Hamlet. Ofelia no es tanto un personaje de gran entidad en vida sino que la adquiere en el momento inmediatamente anterior a su muerte. También tiene una gran entidad -aunque pueda parecer macabro- como cadáver. Una gran entidad como organismo que mantiene una extrema dignidad en el tránsito entre la vida y la muerte.

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15 de septiembre de 2008
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Flor de Lotto / XXIX

XXIX. A ella le encanta la gasolina. 

Enamorarse siempre de la persona errónea es también una forma de salvar al amor; conservarlo en su estado purísimo, evitarle la corrupción de la rutina, liberarlo del peso muerto del compromiso. Otorga uno todo de sí mismo a quien no ha prometido devolver ni el saludo, de manera que cuando al fin deja pasar el flujo de la decepción correspondiente, cada uno de los antes ardientes sentimientos se disuelve en el agua tibia del olvido, y el campo queda libre para que otra pasión venga a suplantarlo. Nada muy complicado, si tomamos en cuenta que el nuevo sentimiento intempestivo será también producto de una decisión unilateral, a la que la opinión genuina del prospecto le servirá de estorbo, en todo caso.

     Segismundo no aspira a ser amado; le basta con amar, en lo posible a contracorriente del gusto y el deseo de la destinataria de todos sus cariños. Más todavía, elige nunca ser querido, apreciado o siquiera contemplado. Es su manera de saberse libre de dar y arrebatar el paquete candente de sus obsesiones. Carolina le miente y él lo sabe. Lo corroen los celos, además. ¿Qué asunto había entre ella y Camilo Peñuelas que ambos se repelían en privado, aun si se soportaban frente a él, hasta que aconteció lo inevitable? ¿No es cuando menos digno de sospecha que se atreva a tachar al muerto de pirómano, cuando han sido ellos dos, por sugerencia de ella, quienes prendieron juego a la casa de Fuente de Venus? ¿Había mejor salida, sin embargo, que incendiar el Peugeot y la casa al mismo tiempo, y con ello de paso las fotografías que hasta esa madrugada lo habían desvelado? ¿Debería temerle o vivirle por siempre agradecido? ¿Qué interés la sostiene a su lado, una vez que corrió el combustible mansión adentro, y detrás de él las llamas purificadoras? ¿Qué clase de mujer celebra con un beso apasionado los gritos destemplados de las víctimas y el salto de dos de ellas por las ventanas? ¿Por qué es siempre una hilera de preguntas sin respuesta lo que termina por rendirlo a los pies de una chica sin duda inconveniente que a todas luces nunca le corresponderá? Y si es así, ¿qué hacen ella y él solos en el motel Real Hacienda, desnudos y felices cual si en vez de haber masacrado a una familia celebrasen una luna de miel secreta?

     -No me hagas más preguntas, Corazón -ronronea bien quedo Carolina, mientras le besuquea el lóbulo derecho- y te prometo no contarte mentiras.

     -¿Crees que estarían todos en la casa? -se inquieta Segismundo, todavía rejego ante unas caricias que como es evidente no cree merecer- ¿Sabes lo que nos pasa si Don Alex o su hija sobreviven?

     -¿Ahí vamos otra vez con las preguntas? ¿Qué más da lo que crea, si para el caso sé lo mismo que tú?

     -¿Qué no daría yo por saber lo que sabes? -ahora al fin le responde con la boca, las manos y el ritmo palpitante de sus jadeos. Ya ni siquiera piensa en el coche robado que les espera afuera o el orgullo perdido de no ser asesino. Al contrario, se excita recordando aquellos alaridos de mujer en llamas que con lúbrico afán atribuyó a la Corleonetta. "Que en pus descanse", piensa y sin mayor tardanza experimenta una erección rampante, que Carolina aplaude con un terso mordisco en las proximidades de la vena carótida.

     Afuera -en los suburbios de Toluca, a medio centenar de kilómetros del último siniestro- son las diez de la mañana. En términos estrictamente humanos, ocho muertos después de la media noche.

Mañana en FLOR DE LOTTO: XXX. ¿Te importa si respiro?

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15 de septiembre de 2008
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IV. Los secuestros, industria del diablo

Candidatos al secuestro vienen a ser desde el dueño de una finca lechera o de una plantación de plátanos, al de un restaurante o una distribuidora de productos básicos, lo mismo que el de una planta industrial, todo el que pueda pagar. Aunque los de esta última categoría, los empresarios de gran poder económico, se hallan mejor protegidos, porque gastan fortunas en aparatos de seguridad.

La familia del ganadero Cenobio Argaiz Zurita vendió casas, fincas, autos, para poder pagar el rescate, pero de todos modos su cadáver fue hallado lejos de Tabasco, en un paraje desolado de Palenque, en el estado de Chiapas. En la ciudad de Oaxaca, los secuestros suman cerca de cincuenta, aunque hay muchos que los familiares no denuncian por miedo.

La gota que ha derramado el vaso, y que ha hecho a la gente salir a las calles por millares en decenas de ciudades, es el asesinato en la ciudad de México de Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, secuestrado y ejecutado por miembros de la propia Policía Judicial del Distrito Federal. El padre, que había pagado el rescate exigido, se decidió a señalar a los hechores, y el país se puso detrás de él, clamando en contra de la indefensión.

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15 de septiembre de 2008
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Bolivia: el fin de algo

Hablo con mi hermano Marcelo y lo encuentro compungido. Mi padre me cuenta que la gente está con los ánimos exaltados en Cochabamba; la crisis se ha metido en la cabeza de todos y aparece en los momentos menos pensados, en discusiones con amigos o con la pareja, en insultos al menor motivo. Mi madre me habla del desabastecimiento en los mercados, de que todo cuesta cuatro veces más que hace un par de semanas. A todos les duele el país, no hay palabras para expresar la amargura, la tristeza ante los más de diez muertos en Pando, la violencia desatada en Santa Cruz, en Tarija, en Beni. Son días de furia e intolerancia.

Leo los periódicos bolivianos en internet y me impaciento cuando no los actualizan. Mis amigos y estudiantes me piden que les explique qué es lo que está ocurriendo, y yo los miro sin saber por dónde comenzar. Me siento impotente en la distancia, pero igual, estando allá, ¿qué se puede hacer? No encuentro, en los líderes de las dos Bolivias (porque de eso se trata, en este momento), voluntad para hacer concesiones y encontrar consensos. La terquedad de un lado ha sido respondida con la violencia del otro lado.

En lugar de seguir empeñados en un modelo de victorias y derrotas, quizás sea la hora de aceptar que en Bolivia prima el equilibrio de fuerzas. Quizás ese equilibrio no sea algo malo: el empate no tiene por qué ser catastrófico. El país debería ser más grande que todos nosotros.

¿Se podrá dar un paso atrás y recobrar la sensatez? Muy difícil: hace un buen tiempo que no parecemos estar a la altura de la situación.

Me gustaría ser más optimista, pero creo que hay daños irreversibles.

Sí, es el fin de algo. Bolivia podrá seguir existiendo, pero estas heridas quedarán.

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13 de septiembre de 2008
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Estilo español. Casi ná

La escena vista y oída es un exterior día, cerca del mediodía y en las escaleras del teatro Calderón. En ese lugar del centro madrileño estaba un borracho de diseño, de manual, aunque bastante limpio. Llevaba una gran borrachera de esas tranquilas, silenciosas, en susurros consigo mismo, medio adormilado y con la botella de vino, casi vacía,  bien agarrada a su mano.

Unos turistas con aspecto bastante relajado, de edad media y de aspecto nórdico miraban con curiosidad al borracho. Me pareció que era una mirada, como otras, como la mía, sin burla ni crítica a ese clochard madrileño.

Al ver su aspecto, su borrachera, pensé que nos faltan clochards de ese estilo. Tenemos borrachos, mendigos, pedigüeños, tramposos y pícaros de todas las especies, pero pocos del digno aspecto de los clochards parisinos.

Mientras esperábamos el semáforo en verde, mirábamos de reojo al borracho tranquilo. Uno tipo cuarentón que también miraba al borracho, con aspecto de oficinista de pocos vuelos, con una camisa un poco pasada de moda, pantalones planchados, zapatos limpios de baratillo y pelo abundante y engominado, bastante tópico y atildado, empezó a lamentarse en voz alta del estado del borracho, de "la vergüenza de ver gente así por las calles" y de que aquello era una rareza, una excepción entre los españoles, "perdonen el espectáculo" les decía a los turistas que, por otro lado no parecían dar mayor importancia a un borracho en los escalones de un edificio.

El español limpio y sobrio seguía pidiendo disculpas a los extranjeros por un mal ejemplo ciudadano con el borracho tranquilo. "Así no somos los españoles. Se lo digo yo, ustedes disculpen". Ellos sonreían, creo que no estaban entendiendo las lamentaciones del español de orden. Entonces les preguntó:

"¿Ustedes de dónde son?" Denmark, le contestaron. "Ah, son americanos. A que por allí no permiten borrachos en las calles".

Los daneses se rieron, no se molestaron en desmentir los conocimientos de un español modélico y sobrio, ni en geografía, ni en idioma. Cruzaron el semáforo entre sonrisas. Yo crucé con ellos. Y escuché con nitidez la voz del borracho, que medio somnoliento, le decía al limpio español: "Eran daneses, merluzo".

Aumentó mi simpatía por el clochard. El español se quedó sin saber de qué le hablaba aquél mal español y allí se quedó con su cara de moralista y patriota de pacotilla.

Después pensé que los dos podrían estar aliados para entretener la vigilancia de los extranjeros. Uno no se puede fiar ni de los clochards en estos tiempos de crisis. Del otro, del estilo limpio, español y metomentodo no me he fiado en la vida.

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12 de septiembre de 2008
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Epígonos cansinos de la Inquisición

 

Al lector avispado no le habrá pasado por alto el artículo que ayer firmaban en El País un teólogo y un filósofo. La reflexión, que lleva por título ¿Dios en Barajas?, enumera algunos interrogantes sobre los beneficios o maleficios del progreso técnico y se pregunta si la confianza en la tecnología podrá resolver el riesgo de vivir junto al insondable abismo de la nada. Los dos autores evocan la consternación padecida cuando la muerte súbita y brutal nos recuerda la ausencia de una respuesta convincente al enigma de la vida. Y a cuento de los dolores televisados después del accidente aéreo, los autores subrayan la perplejidad que imponen las grandes catástrofes y cuánto nos consolaba, en otro tiempo, la creencia en la vida eterna.

En realidad, las obviedades elaboradas en el artículo no excitarían ninguna polémica en este incipiente otoño si no fuera por la extraña tentación en la que ambos autores -el teólogo y el filósofo- han decidido caer. Su paseo matutino por las fronteras de la metafísica nos les impide formular un voraz diagnóstico de los males de nuestro tiempo:

"(Tanto) el creyente como el increyente (sic) debemos recordar que todas las promesas espléndidas que los ilustrados del siglo XVIII vincularon al progreso, han generado hoy el fatalismo pasota de nuestra posmodernidad, al no haberse cumplido".

Como si no tuviéramos bastante con los sustos que nos da la vida. Que la teología autorice semejante ejercicio de sociología urgente ya es motivo de espanto pero que para los autores del artículo los culpables de nuestra desdicha contemporánea vuelvan a ser Diderot, D'Alembert y Voltaire nos da una idea del acecho al que seguimos sometidos.

En realidad, son preferibles las acusaciones que los militantes católicos ultramontanos lanzaban contra los ilustrados. Al menos, el tacharlos de emanaciones del diablo nos eximía de entrar al trapo de una discusión estúpida. Los herederos de aquél fervor apostólico y romano, sin embargo, modernizando la apariencia de su discurso y apropiándose de algunos superficiales fragmentos de la crítica a la Razón Ilustrada, mantienen vigente el empeño de su vieja obsesión: cargar de nuevo las tintas -¡y menos mal que sólo son las tintas!- contra los ilustrados que fracturaron siglos de dominio eclesiástico en Europa.

¿Puede mantenerse tan vigoroso un juramento vengativo? ¿Puede la jerarquía teológica sostener su vieja inquina? ¿Estamos envueltos todavía en aquél combate? Esto es lo que nos parece cuando leemos un artículo que después de denostar a los ilustrados como origen de nuestra decadente tristeza se dedica, sin empacho, a reclamar "el progreso humano y la educación total".

No nos cuesta ningún esfuerzo identificar los gestos propagandísticos a los que nos acostumbraron los discípulos de Menéndez Pelayo pero ¡cuánto cansa comprobar el denuedo de su empeño!

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12 de septiembre de 2008
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Editor público

/upload/fotos/blogs_entradas/autho_med.jpgSe habla poco del intento del editor de Harpers Collins en el Reino Unido de utilizar al público para buscar nuevos talentos literarios dentro del caudal de manuscritos que llegan a sus oficinas. El método es muy sencillo: tal como la multitud puede escribir una enciclopedia en el sitio Wikipedia, se busca usar a esa misma multitud para leer los manuscritos de autores que buscan un editor. El experimento tiene un nombre, Authonomy, y funciona, claro, a través de un sitio en la red.

¿Qué se hace en el sitio Authonomy (neologismo que combina las palabras inglesas autor y autonomía)? Básicamente dos cosas: por una parte subir o descargar textos, y por otra parte valorar la calidad de los textos. Pero como se trata de un sitio, se utiliza el formato más popular en línea: la clasificación. Hay listas de las obras más valoradas y listas de personas. Se trata de elegir a las obras más populares y a los escritores aficionados que más talento tienen. ¿Qué ganan los ganadores? Por el momento nada más que la posibilidad de ganar algo. Me explico: Harpers Collins, cuyos editores no pueden leer los 2.500 manuscritos de autores neófitos recibidos cada año, se compromete a asegurar la lectura de los diez manuscritos elegidos por audiencia cada mes. Si tienen algo, según los lectores "profesionales", serán publicados. La presencia de un reloj en varias páginas del sitio añade la sensación de una especie de oferta limitada en el tiempo. La multitud lucha contra reloj para sacar a alguien del anónimo.

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12 de septiembre de 2008
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El vergel

Uno de los momentos más placenteros de mi austera vida es cuando voy una vez al mes al salón de belleza. Lo llamo así un poco rimbombantemente porque se trata de un pequeño cuarto al fondo de la peluquería. Aunque quizá me quede corta porque ese pequeño cuarto se convierte en un santuario cuando Susana, la esteticién, baja la luz, pone música de pájaros y agua corriendo y comienza a hacerme el masaje facial tras haberme limpiado los poros. El mundo de allá fuera deja de existir. Me imagino riachuelos corriendo y aves entre los árboles que bajan a beber. Me imagino en un vergel, en el jardín de un palacio árabe. Me imagino como una princesa debidamente atendida y cuidada.

A veces Susana, mientras sus dedos recorren frente y nariz, me cuenta cosas increíbles de la vida, que a mí como princesa me asombran. Me dice que vive en el quinto pino y que se pasa aquí el día entero de pie derecho abriendo poros, pero que le gusta porque sabe que cuando salimos de su vergel nos encontramos más relajadas y contentas y que si la gente está contenta el mundo va mejor. Entonces pienso que yo a Susana le daría el premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Pero llega un momento en que los pájaros se callan, el agua deja de correr, se enciende la luz y tengo que abrir la puerta del pequeño cuarto y salir al mundo implacable, a la espera de que el Acelerador de Partículas encuentre el bosón de Higgs.

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12 de septiembre de 2008
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Una bienvenida para Bruno (4)

Pero entre todas las cosas tan valiosas como gratuitas que hemos hecho y hacemos, nos gustaría dirigir tu atención a una muy especial: la posibilidad que nos asiste -libre, ¡libérrima!- de amar al Otro.

A diferencia de las demás especies animales, los humanos no estamos obligados por el instinto a cuidar de alguien más allá de nosotros mismos. Los demás animales tienen instintos parentales, de manera inexorable. Suele decirse que los humanos los tenemos también, pero esto no es del todo cierto: a lo largo de tu vida conocerás seguramente muchos padres y madres desatentos, fríos, negligentes; la sociedad en que vivimos, que alienta el individualismo hasta niveles criminales, propicia cada vez más estas tristes experiencias. Existen asimismo especies animales que exhiben instintos comunitarios, y que por ende se conectan, protegen y son protegidos por animales que no son ni su pareja ni sus padres. Los humanos tampoco gozamos de este privilegio. Es verdad que tendemos a agruparnos en tribus, poblaciones, ciudades, pero lo hacemos más por comodidad que por empatía con nuestros vecinos: es más práctico instalarse en un lugar con agua corriente que vivir en soledad y cargar agua desde el río.

Y sin embargo -ah, he aquí el más glorioso de los sin embargos-, existe gente que elige vivir y sentir de otra manera. Personas que no consideran al Otro como un peligro potencial, sino como un igual. Personas que no temen que el Otro las niegue -no son tan inseguras-, y en consecuencia no intentan negarlo también para autoafirmarse. Muy por el contrario, lo consideran una posibilidad: de abrirse a una experiencia nueva, de aproximarse a la mejor versión de uno mismo. Nadie debería decir ‘es mi naturaleza' cuando obedece a la peor parte de sí, como hace el escorpión de la fábula. Por el contrario, debería decirlo tan sólo cuando reconoce un error propio y cambia de actitud, o cuando tiene un gesto generoso, o cuando ama sin esperar nada a cambio. Esa es nuestra naturaleza -o no lo será ninguna otra.

Hace mucho, pero mucho tiempo que gente más lúcida que tus padres entendió cuál es el verdadero diferencial humano, aquello que nos distingue de otras sucursales del fenómeno vital. No nos referimos a los pulgares oponibles, ni al tan discutible raciocinio. Si algo expresa la singularidad de nuestra especie es su capacidad de amar al Otro, de respetarlo, de atender a sus necesidades, aun cuando nada en el mundo parezca recomendar la conveniencia de semejante acto. Ningún otro animal puede hacer algo parecido. En este universo deslumbrante, no existe nada más parecido al infinito que la capacidad del corazón humano para sentir y expresar afecto.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo, dicen que dijo alguien alguna vez. O para ponerlo de un modo más práctico y menos pasible de ser acusado de lirismo: no hagas a otro lo que no te gustarían que te hicieran. O si preferís, por la positiva: tratá de hacer a los demás lo que te gustaría que te hicieran. Más claro, imposible.

Ser mala gente no cuesta nada, sólo hace falta imitar al resto. La imitación repetida ad infinitum no inspira a nadie. Pero ser buena gente inspira, como sólo lo hacen las decisiones tomadas con absoluta libertad.

Ojalá decidas pasar por esta vida creando belleza./upload/fotos/blogs_entradas/bruno_figueras_4_med.jpg

Creo que ya te dijimos todo lo que consideramos importante. Eso sí, a tu padre le gustaría agregar algo más a riesgo de incurrir en autoplagio. Son unas palabras que escribió para una película que espera haber dirigido ya, cuando estés en condiciones de leer estas líneas. En su momento las concibió pensando en tus hermanas, pero también se te aplican. Se trata de cosas que no nos gustaría que te perdieras:

‘Tené más amigos que ropa. Descubrí a Los Beatles. Leé libros de Dickens, que escribe sobre chicos que la pasan mal y a pesar de todo no dejan de ser buena gente. Cantá todos los días. Probá el dulce de leche y el buen vino. Si alguien te insiste para que le tengas bronca a otra persona, o que la desprecies, desconfiá. Aprendé a andar a caballo. Cuando te pidan algo, nunca cierres la mano. Cuando hables, mirá siempre a los ojos; la verdad sale sola. Nadá todos los días. Por la plata no te preocupes, es papel y los papeles no valen gran cosa. Conocer gente, en cambio, vale mucho y nunca se devalúa. Viajá todo lo que puedas. Buscá a alguien que te quiera tanto como vos lo querés, y no aceptes nada por debajo de eso. Y nunca seas cruel, porque todos nos equivocamos alguna vez'.

Eso. Más o menos así.

Bienvenido a esta vida, Bruno.

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12 de septiembre de 2008
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Bienvenidos a las elecciones

Saludos. Algunos, espero, me recordarán. Escribía el blog desde Nueva York en la época inicial de El Boomeran(g). Lo conservé seis meses y, luego, por razones de tiempo, tuve que ausentarme. Hasta el día de hoy.

En esta nueva versión, a petición de Basilio Baltasar, me encontraré, con los que quieran leerme, comentándoles, tres veces por semana, las elecciones presidenciales estadounidenses, hasta los alrededores del cuatro de noviembre, fecha en que se vota, aquí, en los Estados Unidos. Hoy, me extenderé un poco más de lo que acostumbraré, pues es mi día de bienvenida y de explicaciones.

Contrariamente a las elecciones en muchos de nuestros países en los que una buena mayoría de los votantes vota, en los Estados Unidos, solamente participa cerca del 50% de los que tienen edad de votar. Lo que significa, que, en elecciones tan competidas como las de los años 2000 y 2004, el presidente es electo solamente por alrededor del 26% de los electores habilitados. Esto, en el país que se autodenomina la más eficaz y entusiasta democracia del mundo.

Para las fechas en que escribo, tanto Obama como McCain ya seleccionaron a su compañero para la vicepresidencia y ya, concluyeron los circos televisados e hipercomentados de los congresos de los dos partidos. Ahora, sólo falta la recta final de dos meses hasta llegar a las elecciones.

Los hispanos o los latinos, como quiera llamársele, jugarán un papel importante en éstas. Se les considera la primera de las minorías, unos 37 millones, mayor que los 36 millones de negros o los 14 millones de asiáticos, aunque no todos los latinos votarán, pues solamente una parte posee oficialmente la nacionalidad estadounidense. El resto, los llamados inmigrantes ilegales, no contarán en estas elecciones. De hecho, si cuentan será solamente para atemorizar a otros electores no hispanos, con temibles historias de robo, de terrorismo, de asesinatos.

Encuentro que, en el extranjero, se habla poco de la diversidad cultural, política y geográfica, que existe dentro del electorado hispano. Y es enorme.

En cuanto a su origen, más de la mitad de los latinos son de origen mexicano. Masivamente, pues se trata de unos 20 millones. Pueblan, sobre todo, los estados del oeste y del suroeste, más que nada Tejas y California, regiones de gran capacidad industrial y agrícola, colindantes con la frontera con México. Luego, en el noreste, en los estados de Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut y Massachussets, viven unos tres millones de origen puertorriqueño y casi un millón de origen dominicano.

Hablo de orígenes nacionales pues, contrariamente al mito propagado tanto en España como en América Latina, sólo un pequeño porcentaje habla el castellano diariamente. Y, mientras más tiempo permanezcan en este país, lógicamente, menos lo hablarán.

En el sureste, concentrados en el estado de Florida, se encuentran poco más de un millón de personas de origen cubano. Los hispanos se identifican mayoritariamente con el Partido Demócrata, el partido que, desde el siglo XIX, se ha ocupado de los inmigrantes tan pronto como pisan suelo estadounidense.

La excepción a esta regla son los cubanos que votan, en su inmensa mayoría, por candidatos republicanos y aunque no pasan del millón de electores, poseen, a veces, la clave electoral del estado de Florida, lo que les permite dictar, casi por sí solos, la política estadounidense hacia Cuba. Los cubanos son refugiados políticos y no inmigrantes por razones económicas. Su voto republicano es producto directo de la Guerra Fría y, sobre todo, de lo que muchos de ellos consideran la traición del presidente Kennedy, un presidente demócrata, durante la invasión de Bahía de Cochinos.

Del resto, los colombianos, los salvadoreños, los nicaragüenses, los argentinos o los venezolanos, se cuentan solamente decenas o centenares de miles y muchos no poseen aún la nacionalidad. No olvido a los españoles, pero éstos son demasiados pocos como para contar como grupo asentado en alguna región con sus tendencias políticas.

Por primera vez, McCain ha despuntado en las encuestas por unos cuatro puntos. Tanto el campo de Obama como el de McCain sabe que el voto latino podrá determinar el resultado de las elecciones en algunos de los estados y, por lo tanto, determinar las elecciones presidenciales. Hasta ahora, según las encuestas, dos terceras partes o más de los hispanos votarán por Obama y los candidatos demócratas, pero dos elementos nuevos en estas elecciones podrían venir a trastocar ese tradicional apoyo. Primeramente, la raza de Obama ha ido jugando un papel de importancia entre los electores hispanos. Las dos minorías, la hispana y la negra, nunca se han llevado completamente bien. Y, casi sin falta, en las primarias demócratas los hispanos votaron masivamente por Hillary Clinton. Está por verse si esos mismos electores, por motivos de raza, se trasferirán directamente a Obama o no, pues, pocos lo admitirán, pero el racismo es un subtexto en estas elecciones. El segundo factor es la irrupción de la candidata a vicepresidenta Palin.

¿Por qué tiene importancia?, porque la sorpresa de la campaña nacional, que ha tomado a republicanos y demócratas por igual, fue la presentación de Palin. A dos semanas de realizado, se sigue hablando mucho de ella. Ha logrado electrificar a la base conservadora y ultraconservadora republicana, que hasta ahora no simpatizaba enormemente con McCain, y con su aire de mamá activa, de cazadora individualista, de antiabortista practicante como madre de un bebé con el sindrome de Down, de gobernadora reformista, estrictísimamente religiosa y de convencida de que la guía Dios por su vida, ha causado sensación trayendo la llamada guerra cultural de vuelta a las elecciones. McCain y Palin intentan ganarse a los electores de Hillary, sobre todo a los obreros y a las mujeres. No se debe olvidar que muchos latinos son, además de obreros o de clase media tenue, católicos practicantes y, por lo tanto, el tema del aborto los toca de cerca. Y, si la exacerbación llegase hasta cierto punto, el tema los puede hacer cambiar de parecer político. Además, la idea del individualismo contra el Estado está muy arraigada en los Estados Unidos y la de la religión como salvaguarda contra una sociedad supuestamente desalmada, también.

En los próximos días veremos lo que nos dicen las encuestas sobre la permanencia del rebote de los congresos y de la candidatura de Palin. Podremos observar qué es duradero y qué es temporal. En las semanas siguientes, intentaremos observar muchas otras cosas; entre ellas, explicar por qué cuenta tanto aquí no el voto nacional acumulado sino el voto estado por estado. Continuaremos. 

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12 de septiembre de 2008
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El Boomeran(g)
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