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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Trilogía de la culpa

 

Trilogía de la culpa

 

Conocí a Mario Lacruz cuando ya hacía tiempo que era editor de Seix Barral y tenía a sus espaldas una bien ganada fama como escritor que se ha metido a editor y no escribe. Pero no era cierto porque, a su muerte, resulta que tenía en el cajón varias novelas totalmente acabadas, revisadas y listas para la imprenta. Pero inéditas. Cosa que me resulta totalmente enigmático. Es cierto que en las grandes fiestas de Carmen Balcells, al llegar el momento álgido de las mismas era casi ritual que Mario Lacruz remolonease e hiciese como que no quería mientras era empujado hacia el estradillo que ya le tenían preparado con micrófono y todo. Poseía una gran sensibilidad musical (ventajas de tener una madre violinista) y poseía también mucho arte para los boleros. Sin embargo, y aunque su resistencia a cantar era simple coquetería, ésta era de un orden mucho más superficial que su resistencia a permitir que se leyeran sus últimas novelas. Y quizás venga mañana el estudioso y me saque una vez más los colores por mi ignorancia, pero nunca he sabido de un caso igual.

                En su día, es decir, a principios de la década de 1960, de él solo había leído La tarde. Treinta y tantos años más tarde, cuando coincidí con él en algún festejo literario y quise hablarle de aquella novela, caí en la cuenta de que no recordaba absolutamente nada de su contenido, salvo la imagen de un tipo en una casa de San Gervasio que hablaba por señas con una mujer joven tomando el sol en la galería de una casa cercana. También recordaba dos cosas más: que no estaba contada a la manera usual de la época, y que me pareció excelente. Como es lógico, en aquél primer encuentro la conversación se apagó nada más empezar, entre otras cosas porque al querer mostrarle mi aprecio por lo único que conocía de él, hizo un gesto de fastidio y dijo algo así como: "No entiendo qué veis todos en ese relato intrascendente".

                Ahora, no sé cuantísimos años más tarde, y gracias a una operación de marketing editorial, la veo formar parte de una trilogía astutamente titulada "de la culpa". Como si toda escritura no fuese culpable por el mero hecho de serlo. Pero esta es otra cuestión.

                Las otras dos piezas del tríptico, El inocente y El ayudante del verdugo fueron escritas con casi veinte años de diferencia y por temática y estilo no se parecen nada entre sí, ni tampoco guardan apenas relación con La tarde.  Leída ahora, en la distancia, El inocente recuerda mucho al mejor Camus: desde las primeras frases el lector dispone de los datos suficientes para prefigurar  el destino y sabe por tanto que el supuesto asesino es un inocente (incluso lo dice el título) que carece de medios para evitar lo inevitable, como en el mejor Kafka.  Veo que se insiste en presentarla como una precursora del género  negro cuando (y soy consciente del equívoco que puedo crear) en mi opinión es un ejemplo muy convincente de novela existencial.

                Las otras dos, en cambio, son novelas río, no en el sentido de que haya un cauce central al que se van sumando personajes como si fueran arroyos que desaguan en la corriente principal. Más bien recuerdan a un río en su tramo medio: son pausadas, plenas y nos llegan enriquecidas por las aportaciones colaterales, pero se dirigen hacia la desembocadura (que es el morir) sin traumas ni sobresaltos. Por ejemplo en La tarde, allá por la página 200 sigues sin saber bien cuál es el trasunto que de consistencia a una narración fragmentada, sometida a bien medidos saltos en el tiempo y el espacio y con varios conflictos que podrían ser el desencadenante agonístico de los personajes. Sólo al final, cuando el astuto narrador se decide a contar la verdadera historia que condicionó su vida para siempre, el lector caen en la cuenta de que se le ha estado diciendo eso mismo desde el principio, y que de hecho le han estado contando un puzle que de repente, al aparecer la pieza central, cobra todo su sentido y significación. Y aquella lejana impresión primera - lo he dicho antes, me dejó la sensación de que se trataba de una novela excelente - se confirma ahora, tantos años después. Otra curiosidad que entonces se me escapó pero que puede contribuir a oscurecer aún más la personalidad de Mario Lacruz: el relato se acaba en 1935 y  tiene una coda fechada en 1940. De por medio, por lo tanto, hubo una guerra civil que cayó de lleno sobre los personajes y condicionó decisivamente sus vidas, suponiendo que no acabase con la de alguno de ellos. Pero no se dice una sola palabra al respecto. Como si fuese "un tema" menor, o un suceso irrelevante en comparación con aquello  que se acaba de contar.

 

Trilogía de la culpa

Mario Lacruz

Editorial Funambulista



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14 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Las palabras rechazan la Gran Coalición, pero no los gestos

No es fácil conseguir que un primer ministro y su número dos y ministro de Exteriores, personas que trabajan cada día codo a codo, hagan un paréntesis y se enzarcen de pronto en una pelea descomunal como les gusta a los votantes en todos los países. De ahí que el debate ayer entre la canciller Angela Merkel, candidata de la CDU-CSU, y el vicecanciller Franz-Walter Steinmeier, candidato del SPD, transcurriera por las mismas sendas de extremada cortesía, notables dosis de aburrimiento y escasa polarización con que está funcionando toda la campaña electoral. La fórmula elegida para celebrar el único debate de esta campaña se las trae; cuatro periodistas, uno por cada una de las cadenas que retransmitieron el debate en directo, interrogaron a los dos candidatos: las escasas asperezas del debate se produjeron entre los políticos y los periodistas, que interrumpían y repreguntaban no siempre a gusto del interrogado.

Contrasta el protagonismo periodístico alemán con su marginación en los debates españoles, donde el control de los temas y el tiempo de los candidatos, y a veces se diría que incluso las preguntas, corre a cargo de los equipos de campaña y es una única cadena la que lo transmite. Pero contrasta también con los abundantes debates norteamericanos, donde el enfrentamiento directo entre los candidatos es lo esencial a lo que se supedita todo el resto. Anoche parecía un debate de primarias pero al revés, en vez de un panel de candidatos interrogados por dos periodistas, un panel de periodistas charlatanes interrogando a dos educados políticos. El debate anima un poco la campaña, pero difícilmente la radicaliza alrededor de los dos grandes partidos representados por la canciller y el vicecanciller, algo que sólo se consigue cuando hay choque frontal de posiciones. Los beneficiarios de tal situación son los partidos que no salen en pantalla, los pequeños, que crecen a costa de la monotonía de posiciones políticas de los grandes. El resultado del debate fue así una confirmación de que la Gran Coalición puede seguir funcionando si la aritmética electoral la acompaña. Nada hay en lo que dijeron los dos candidatos que la desaconseje. Ambos coinciden en el balance positivo de los cuatro últimos años de gobierno juntos. El solapamiento de posiciones en numerosas cuestiones -en relación a la crisis económica o la presencia militar en Afganistán, por ejemplo- y su capacidad de graduar y ajustar las diferencias -sobre el sueldo mínimo y la energía nuclear- son evidentes. El único mensaje particular es que cada uno de ellos quisiera ser quien dirigiera la próxima etapa y tener las manos libres para realizar la política de alianzas más conveniente para sus intereses. Lo que dice Merkel es que prefiere a otro socio para salir más rápidamente de la crisis y volver a crear puestos de trabajo, a lo que Steinmeier responde que quienes mejor pueden realizar la tarea son los socialdemócratas, y en ningún caso los liberales partidarios de las viejas fórmulas que han conducido a la actual situación. Para Angela Merkel la opción preferida es obligadamente la coalición con los liberales, ante los que ella misma se presenta como garantía social y defensora del papel del Estado como guardián de los equilibrios sociales ante los desmanes de la globalización. Fue lo que defendió en la anterior campaña en 2005, aunque no pudo llevarlo a efecto ante unos resultados insuficientes. Y es la fórmula de coalición más característica en la historia de la Alemania federal, con la que se ha gobernado en distintas etapas durante 26 años. Nadie entendería, entre el electorado conservador sobre todo, una campaña dirigida de entrada a asociarse con sus rivales históricos para repetir la Gran Coalición. Tampoco puede defenderla Steinmeier, y asegura con todo el aplomo que es una fórmula provisional que no hay que repetir, a pesar de que es la única que por el momento parece a su alcance, después de once años de participación del SPD en el gobierno, durante siete años en coalición con los verdes y los últimos cuatro con los cristiano demócratas. Leo a través de twitter que una primera encuesta entre los televidentes da por vencedor al socialdemócrata, aunque por escaso margen 31 a 28 por ciento, mientras que un 40 por ciento no da vencedor a ninguno de los dos. Otra da la victoria a Merkel por 37 a 35. Si alguien podía sacar ventaja de un encuentro de tan limitado margen de enfrentamiento era Steinmeier, que aspiraba a crecer como aspirante a la cancillería, mientras que la señora Merkel, reconocida ya como líder de la coalición, difícilmente podía sostener su posición sin subrayar la contradicción entre su gobierno con unos y su propuesta electoral con otros. Aunque la misma contradicción afecta a Steinmeier, obligado a callar sobre la coalición futura y a fingir que espera una victoria sobre Merkel que ninguna encuesta le proporciona.



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13 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Una charla sobre el policial

Esta charla con Diego Salazar en un café madrileño salió en el blog de Letras Libres. Hablamos sobre todo de la novela nórdica (Stieg y Asa Larsson, Sjowall & Wahloo...):

¿Has sido siempre lector de novela policial?

Era un gran lector de novela negra durante mi adolescencia, luego empecé a leer lo que podríamos llamar "literatura seria" y dejé de lado los géneros populares, pero en estos últimos años he vuelto a la novela negra, aunque con otros ojos.

Lo curioso es que pareciera haber millones de lectores en todo el mundo que han vuelto la vista al género...

Es la estructura narrativa de nuestro tiempo. Bolaño decía, refiriéndose a Los detectives salvajes y a 2666, que a él le gustaba formular sus grandes novelas dentro de un esquema relativamente sencillo de policial, con un enigma recorriendo sus páginas para enganchar a los lectores. Por un lado está eso, esa necesidad casi infantil, y por otro, vivimos tiempos paranoicos y el policial es el género paranoico por excelencia, como recuerda Piglia.

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Refiriéndose al éxito de los autores suecos como Larsson o Mankell, o a otros como Donna Leon o Camillieri, hace no mucho en El País, Javier Valenzuela abundaba en este lugar común según el cual "no hay mejor herramienta para describir la realidad actual que la novela negra"...

Creo que se podría hacer la misma operación con la ciencia ficción o las novelas de templarios, si nos guiamos por la cantidad de gente que las lee como esperando ver desvelado un oscuro secreto que le de pistas sobre el mundo que nos rodea. A mí me parece que la novela realista tal cual es también una herramienta perfectamente válida. No sé, no creo mucho en estos juicios tajantes.

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¿Crees como Donna Leon que "Larsson es patológicamente malo"?

Yo leí 150 páginas y la novela no terminaba de arrancar, así que me aburrí. Pero sí me pareció que estaba prolijamente escrita.

¿Te alcanzó para apuntar pistas del monumental éxito que ha tenido?

Por un lado es literatura policial progre y parte de su éxito tiene que ver con un buen timing, con el momento actual de crisis y desconfianza hacia el capitalismo. El personaje principal es un periodista de izquierdas, azote del poder económico y político. También creo que funciona esta cosa macrodelincuencial, el malo es muy malo y condensa buena parte de los miedos de la gente: es nazi, pedófilo, maltratador, etc. Y hay que reconocer cierto talento, como ocurría también en El codigo Da Vinci, a la hora de combinar todas estas amenazas y ofrecerlas en un mismo pack.

¿Crees que hay también un componente de caída del mito del estado de bienestar sueco?

Sí, y ahí hay una tradición. Hay una pareja de suecos, Sjöwall y Wahlöö, que en los años sesenta escribieron una serie de diez novelas bajo el título de La historia del crimen (ahora las ha recuperado RBA en España), que ha sido muy influyente en el policial contemporáneo. Por un lado se recreaban en lo que podríamos llamar el "tedio de los procedimientos investigativos", hacían un esfuerzo de verosimilitud por contar la investigación policial como un proceso burocrático, remolón y no siempre excitante, nada que ver con la vertiente CSI. Y por otro lado, esta pareja tenía una agenda claramente de izquierda y sus novelas eran un j'accuse, algo estridente, incluso un tanto demagógico, que atacaba a la sociedad del bienestar con sesgo capitalista sueca. La influencia en Larsson y en tantos otros es evidente.

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13 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Alemania es una gran coalición

Los electores alemanes votan formalmente a candidatos por circunscripciones y a partidos a nivel nacional, según un doble sistema mayoritario el primero y proporcional el segundo, el 27 de septiembre. Pero a través de su doble voto, que permite por tanto una doble opción a favor del candidato de la propia circunscripción de un color y de la lista nacional de un partido distinto, el ciudadano puede apostar también indirectamente por alguna de las fórmulas de coalición posibles. En estas próximas elecciones son dos las opciones de coalición que cabe plantear en términos realistas a la vista del actual mapa electoral y de las expectativas levantadas por los sondeos. La primera, preferida por la canciller Angela Merkel, es la cristiano-liberal, formada por los demócrata-cristianos de la CDU-CSU y los liberales del FDP. La segunda, secretamente deseada por los socialdemócratas a falta de otra opción a la vista, es la continuación de la Gran Coalición actual entre CDU-CSU y SPD.

El significado de cada una de las dos fórmulas no ofrece duda alguna. La primera lleva a un giro liberal respecto al actual gobierno, mientras que la segunda ofrece estrictamente la continuidad. La Gran Coalición no tiene muy buena fama histórica. Pero los resultados de la actual son francamente aceptables, tendiendo a buenos. Tan buenos que cabe preguntarse por qué la señora Merkel debe andar buscando fórmulas nuevas si ésta le ha funcionado tan bien. La explicación es muy sencilla y es la clave de las próximas elecciones: no hay posibilidad alguna de realizar una campaña decente con la bandera del continuismo y sin que los socios de coalición que han gobernado satisfactoriamente tomen distancia uno del otro. La verdadera Merkel, que no conocen todavía los alemanes, es alguien que no debe verse obligada a gobernar con sus rivales políticos como le sucedió en 2005. En la primera ocasión en que los dos grandes partidos emprendieron el camino de una Gran Coalición fueron muchos los que se echaron las manos a la cabeza ante el desastre: Günter Grass aseguró que la fórmula radicalizaría a la juventud y la alejaría del Estado y de su Constitución. El filósofo Karl Jaspers la calificó de "ruina para la democracia" y el director y fundador del semanario Der Spiegel, Rudolf Augstein, adivinó en los coaligados la intención de reformar la ley electoral para liquidar a la oposición. La primera Gran Coalición de 1966 produjo alguno de esos desperfectos, pero fue la catapulta que permitió tres años después a los socialdemócratas llevar a Willy Brandt a la cancillería. La segunda, en 2005, iniciada por obligación a falta de mayorías aritméticas y continuada con devoción a partir de la crisis financiera y de la entrada en recesión, se ha revelado como uno de los períodos reformistas más fructíferos de la historia de Alemania, pero está impulsando a los pequeños, y sobre todo a La Izquierda (Die Linke), más allá de lo que muchos quisieran. Hay tres fórmulas más, dos teóricamente con posibilidades efectivas y una tercera inviable, aunque eficaz como espantajo para movilizar a la derecha. Las dos primeras son las que reciben los simpáticos nombres de Semáforo y Jamaica, inspirados ambos por los colores característicos de cada uno de los partidos que las componentes. El Semáforo contiene el rojo socialdemócrata, el amarillo liberal y el verde ecologista. La Jamaica, los que componen la bandera de esta isla caribeña: el negro de los cristianodemócratas junto al amarillo y al verde. Ambas se han producido en gobiernos municipales y sólo la primera se ha experimentado en los Länder o estados federados. La tercera coalición que ahora nadie se plantea, si no es como amenaza, es el frente izquierdista formado por el SPD, La Izquierda y los Verdes. Esta coalición sólo se ha producido excepcionalmente en Berlín y ha levantado ampollas cada vez que se ha intentado exportar a la antigua Alemania occidental. La presencia de Oskar Lafontaine, detestado en el SPD, y de los ex comunistas de la desaparecida República Democrática son obstáculos por el momento insuperables para ligar los cabos de tal alianza. La campaña de Angela Merkel, aburrida, de perfil muy bajo y sin ataques serios a sus rivales políticos, tiene toda su lógica. Su formación es la única fuerza capaz de aliarse a derecha e izquierda e incluso de buscar fórmulas originales como incorporar a los verdes. Ahora le saca más de diez puntos en las encuestas al SPD, un partido que se halla en constante retroceso desde hace diez años. Cuenta con una imagen internacional muy potente, en abierto contraste con un elenco de líderes débiles o escasamente presentables, incluso entre los socios de la Unión Europea, gracias además a su austero estilo político y a la naturalidad de su comportamiento como mujer y gobernante. Uno de sus mayores méritos es haber continuado, e incluso profundizado, las reformas del Estado de bienestar iniciadas por su antecesor Gerhard Schroeder al frente del gobierno rojo y verde a partir de 1998. Ayer mismo, cuando dos periodistas del Süddeutsche Zeitung la tildaban de ?heredera de Schroeder?, Merkel recordaba que sin los votos de los socialcristianos en el Senado federal las reformas de Schroeder no hubieran llegado a buen fin. Dicho en otras palabras: no hace falta un Gobierno de Gran Coalición en Berlín para que Alemania funcione como una gran coalición alrededor de los dos grandes partidos, que son los que vienen avalando las reformas desde que terminó la era Kohl en 1998 y los que deberán seguir en los próximos años acordando las políticas más sensibles (para la recuperación económica por ejemplo) sea cual sea la fórmula de gobierno que arrojen las urnas.



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13 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Labios pintados

La crisis económica en Cuba nos obligó a encontrarle sustituto a casi todo, incluso a los cosméticos. En los años noventa, el betún de lustrar los zapatos se usó para resaltar las pestañas, el detergente de fregar se convirtió en champú y el vinagre en suavizador. Una amiga muy humilde se sintió aliviada cuando descubrió que podía pasar un pañuelo por las paredes ?pintadas con cal- y con él empolvarse la cara. El laxante se dejaba reposar para que flotara el aceite mineral que contenía y que se usaba como dorador de piel. En una muda complicidad hombres y mujeres concertaron desvestirse con la luz apagada y así no revelar los huecos y los zurcidos de su ropa interior, que se lavaba en la noche y se secaba detrás del refrigerador para usarla al otro día. Lo más humillante fue retornar a la costumbre de nuestras abuelas de lavar las compresas en los días de la menstruación o quedarnos en casa ?sentadas en el servicio- cuando llegaba el ciclo de la luna. A partir del otoño de 1993 los que querían lucir bien tuvieron la oportunidad de adquirir novedosos productos y hasta de elegir entre varias marcas, pero tenían que llevar en su cartera la moneda del ?enemigo?. Así que al precio de muchos sacrificios, las féminas de esta Isla no se dejaron derrotar en su deseo de verse más bonitas. Con sus labios pintados y la ropa ceñida, se ríen de aquellos que ?en los momentos de mayor extremismo- definían como ?frivolidad capitalista? a la humana intención de acicalarse. Pintarse el pelo de azul, hacerse un tatuaje o enganchase un argolla en el ombligo ya no es visto como una debilidad ideológica. Sobre los cuerpos han comenzado a brotar las señales de la seducción y del cambio.



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13 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nick Cave lee

Nick Cave lee un capítulo de su nueva novela multimedia. Fuente: nickcavefans A manera de anticipo de lo que sucederá mañana en "Babelia", la publicación de un capítulo traducido de la nueva novela multimedia de Nick Cave 'The Death of Bunny Munro', en la página Cultural de El País publican un video -con subtítulos- donde Cave lee un capítulo de la novela. Buen provecho.



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11 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El escritor y su comunidad (3)

Los narradores que escriben en inglés suelen tener un oficio y un dominio de los géneros que les ayuda a disimular su (posible) desconexión con el mundo real: aun cuando vivan también en torres de cristal, saben fingir muy bien su empatía con el género humano. Quiero decir: puede que nunca hayan salido de Chicago ni hayan vivido experiencia más intensa que la de caerse de sus bicicletas, pero aun así, al leerlos, se tiene la sensación de que esta gente siente: amor, desamor, ira, confusión, culpa –la clase de emociones que el común de los humanos visitamos día tras día.

         Pero nuestros literatos (los de hoy, pero también los de siempre) no cuentan con una tradición sensible al estilo anglosajón; muy por el contrario, parecen responder a una noción de la literatura –y de su propia importancia, en consecuencia- muy francesa en el más equívoco de los sentidos.

         Quiero decir: un escritor que narra en inglés puede hablar sobre dos autores de historietas imaginarios y ganarse el Pulitzer. (Ver: The Amazing Adventures of Kavalier & Clay, Michael Chabon, 2000.) En Hispanoamérica, cualquier escritor que le otorgue importancia a géneros considerados menores (o por extensión, a cuestiones sensibles que no entren dentro del limitado repertorio de lo que aquí se considera Importante con mayúsculas) no puede aspirar a otro premio más allá de la lotería.

         Lo que a mí me ocurre como lector es que, al leer o sobrevolar muchos textos escritos en español, me pregunto si esos autores pertenecen o no a la misma especie que el resto de nosotros, puesto que no parecen compartir ninguna de nuestras preocupaciones, formularse ninguna de las preguntas que nos desvelan ni experimentar ninguna de nuestras emociones.

         Siempre me cuestiono si será que esta gente no tiene hijos, no se plantea la posibilidad de engendrarlos, no experimenta contradicciones a la hora de educar o no se angustia ante la idea de perderlos. Siempre me cuestiono si no se habrán enamorado nunca, o si en todo caso no alentarán la esperanza de que les ocurra de verdad aunque el mundo entero juegue para el bando enemigo. Siempre me cuestiono si será que esta gente no se cruza nunca con un pobre (dado que es obvio que no se considera pobre ella misma) y por ende no sabe lo que es la indignación, la necesidad de rebelarse contra al menos algún rasgo del orden establecido. Siempre me cuestiono si esta gente no reirá nunca (quiero decir: una risa positiva, que excluya la que usan cuando se mofan de aquellos a los que considera sus inferiores), si nunca se perderá en la ciudad por pura ansia de juego, si nunca disfrutará de un sexo que no sea obsesivo y sórdido –como el que habitualmente figura en sus novelas.

         Yo, al menos, estoy harto de leer novelas que se limitan a decirme qué terrible es el mundo y cuán nauseabunda es la vida.

 

(Continuará.)



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11 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Google promete abrir fondos

Fuente: New Yorker/ maximunpcY ahora Google decide escapar de las acusaciones de monopolio con la "generosidad". Y los derechos de autor, bie gracias. Un capítulo más de su telenovela dramática "Google Books o Los ricos también lloran". Dice la nota:Google anunció ayer ante la sesión del Comité de Justicia de Estados Unidos que investiga el acuerdo del portal con el gremio de escritores que abrirá sus fondos a la competencia. "Google pondrá a disposición de otros proveedores como Amazon, Barnes & Noble e incluso librerías locales los fondos digitales de libros descatalogados. Ellos podrán venderlos para que puedan ser leídos en cualquier dispositivo que tenga Internet", afirmó la empresa en un comunicado público difundido ayer. David Drummond, encargado de todos los asuntos legales de la compañía, negó que esto supusiera un gran cambio respecto de los planes originales. La comisión emitirá su veredicto antes del 18 de septiembre. El acuerdo también está siendo revisado por la Corte Federal, cuyo fallo se hará público a mediados de octubre.



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11 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Hugo Chávez, comprador compulsivo

Hugo Chávez saliendo de la librería. Fuente: elmundo Y mientras el Primer Ministro de Canadá Stephen Harper espera puntualmente que cada 15 días le envíen un nuevo libro, el presidente venezolano Hugo Chávez se muestra como un comprador compulsivo. De paso por España (luego de asistir a la presentación del lamentable publicherry de Oliver Stone en la Mostra de Venecia) arrasó con La Casa del Libro en la Gran Vía. 60 u 80 libros son su cargamento (¿los llevará todos en la maleta de mano, como yo lo hacía cuando iba a España a comprar libros, es decir, antes de que decida cortar todas mis tarjetas de crédito?). En fin, el que puede puede. Y eso que el precio internacional del petróleo está bajo. Eso sí, se llevó varios insultos por ahí, además de un libro de Verdú , El capitalismo funeral, editado por Anagrama. Dice la nota (vía un tweet de Libreros)Hugo Chávez la 'armó' en sus últimas horas de su viaje relámpago a España con una visita sorpresa a una librería de la Gran Vía, en pleno corazón de Madrid. Un importantísimo despliegue de seguridad blindó los alrededores, donde se amontonaban unas 200 personas, entre curiosos y detractores. Estos últimos, aprovecharon la cercanía para increpar al presidente venezolano al grito de "dictador". Chávez, saludando y exhibiendo el libro 'El capitalismo funeral', se subió a su vehículo oficial y se marchó conduciendo. (...) Chávez llegó alrededor de las 14.00 horas a la Casa del Libro y se marchó sobre las 15.40. Más de una hora y media ojeando títulos y recorriendo estanterías, mientras en la calle se acumulaban muchísimos curiosos y decenas de detractores. En cuanto puso el pie en la Gran Vía, numerosas personas le increparon y le insultaron al grito de "rata", "dictador" y "asesino", coreaban "dictadura, dictadura" o le criticaban el cierre de emisoras de radio o que fuera "amigo de Ahmadineyad". Los policías tuvieron que contener a los detractores de Chávez, que intentaban abrirse paso a través del cordón de seguridad. El presidente venezolano, rodeado de escoltas, había salido sonriente y saludando. En su mano izquierda, agarraba un libro que poco antes de subirse al coche exhibió como un trofeo: 'El capitalismo funeral', de Vicente Verdú. Después, se puso al volante de uno de los coches de su comitiva que permanecían aparcados en el carril bus y se fue con Brufau de copiloto. Nueve escoltas corrían rodeando el vehículo. El 'lío' que se organizó en la calle con la presencia de Chávez obligó a la Policía a cortar la acera a los peatones que, o bien daban la vuelta para cruzar al otro lado, o tenían que esquiar a los agentes para continuar su marcha por uno de los carriles de la calle. "¿Quién está ahí?", preguntaba una señora mayor. "El presidente de Venezuela". "Ah, Hugo Cáchez..." (...) El presidente venezolano pasó casi todo el tiempo en la sección de libros de historia "mirando cosas" y expresó su interés, entre otros libros, por 'Las venas abiertas de América Latina', de Eduardo Galeano. "Directamente él no compró nada", dijo el director del centro, pero su comitiva sacó en bolsas entre 60 y 80 libros. Probablemente algunos los haya seleccionado el propio Chávez.



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11 de septiembre de 2009
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Diario de rodaje de “El dios de madera”

A modo de progenérico, dos imágenes robadas por el director a sus actores protagonistas, en los dos primeros días del rodaje, y con la (mala) calidad esperable de quien mantiene una relación de esclavo/señor con la técnica.

En un decorado industrial de Sollana, pueblo cercano a Valencia, El senegalés Madi Diocou (Yao en el filme) reposa en un sofá después de comer y después de haber pasado casi dos horas empotrado en los bajos de un camión, en compañía de otro de los protagonistas, el actor marroquí Soufiane Ouarab. Y en  la calle Tapinería del barrio del Carmen de Valencia, Marisa Paredes posa de noche ante  la boutique Mavi, su espacio de ficción en la película. Ambos fuera de foco, error que nunca comete en su trabajo el director de fotografía de la película, Andreu Rebés.

En las excelentes fotos de estudio hechas por Daniel Caparrós, el director posa en una con su actriz principal, y en la otra con ella, con Madi, con Soufiane y con Nao Albet, joven actor catalán, el otro protagonista de "El dios de madera". Marisa lleva un vestido que juega un papel en la historia.

La foto tipo pasaporte del personaje de Yao y la de la muchacha rapada, Adama, también tienen su peso dramático en la trama, pero eso de momento no lo desvelamos.

 

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11 de septiembre de 2009
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El Boomeran(g)
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