
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Hay quien llega a tratar a los poderosos de tú a tú, hasta convertirse él mismo en uno de ellos. Deja de huronear, de acarrear, de mendigar ?otros lo hacen por él- y sólo zanja, a veces en secreto, a veces en una exhibición pública e impudorosa de poder omnímodo. El periodista que llega a tener todo el poder es un peligro público.
Todo poder exige sumisión. Para someter a los periodistas hay que expropiarles el derecho a preguntar, el único realmente democrático que queda frente a quien tiene todo el poder. El espectáculo de un presidente del Gobierno que insulta a la humilde entrevistadora ante sus preguntas insistentes sintetiza cómo son las cosas, dónde está cada uno. Pero este presidente del Gobierno, que antes ha sido cantante en los cruceros turísticos, hubiera podido empezar también como periodista.