Víctor Gómez Pin
Los muertos
"Y me unía a los amigos que me esperaban en la esquina del camino, con la angustia de estar dando la espalda para siempre a un pasado que no volvería a ver, de estar repudiando a muertos que, tendiéndome unos brazos tiernos e impotentes, parecían decir: Resucítanos (…) y me volvía un momento para lanzar una mirada cada vez menos perspicaz hacia la línea curva y fugitiva de los árboles expresivos y mudos."
La mañana
"Llega tan rápido, ese momento en el que nada ya cabe esperar, en el que el cuerpo se fija en una inmovilidad que no promete ya sorpresa alguna, en el que se pierde toda esperanza al ver, como hojas muertas en los árboles todavía en pleno estío, en torno a rostros aun jóvenes cabellos que caen o se vuelven blanquecinos, ¡es tan corta esta mañana radiosa¡…"
Las almas
"Tras la muerte de los seres, tras la destrucción de las cosas, tan sólo, más frágiles, pero también más vivaces, más inmateriales, más persistentes, más fieles, el olor y el sabor permanecen aun largo tiempo, al igual que las almas, haciéndose presentes, expectantes, prometedores, cuando todo el resto es ya ruina, soportando sin desmayo, en su gotear casi imperceptible, el inmenso edificio del recuerdo."
La lengua de los vencidos
"Me imponía el pronunciar una y otra vez el nombre de Gilberte, como esa lengua natal que los vencidos se esfuerzan en conservar a fin de no olvidar la patria que no volverán a ver"