Si en Google se teclea la palabra God (Dios) aparecen 385 millones de entradas pero con Sex se rebasan los cuatrocientos millones. Tanto uno como otro asunto han experimentado una colosal expansión en la última década. El primero en la obstinada busca de lo que no se ve y el segundo en persecución de lo más vistoso, lo más obsceno, siendo el porno su mayor representación.
En 1995 se realizaban en España tan solo 5 películas pornográficas pero en 2005 se acercaban tendencialmente a las 100. Entre tanto, las compañías distribuidoras sirvieron al mercado español más de 1.200 títulos de diferentes procedencias extranjeras. Más de 700 millones de vídeos o DVD's se alquilaron el año pasado en Estados Unidos y los ingresos de la industria norteamericana porno en su conjunto, desde revistas a sex shops, desde páginas web a circuitos privados para hoteles, supera no sólo a la industria cinematográfica convencional sino a los mayores negocios del deporte profesional unidos, béisbol, fútbol americano y baloncesto.
A lo largo de los últimos festivales eróticos en Barcelona se han acreditado más de 1.000 periodistas pero muchos festivales más de esa naturaleza han proliferado desde los años noventa, desde Cannes a Las Vegas.
En Oriente se sigue siendo más pudibundo pero ¿qué decir del turismo sexual masivo en Tailandia, Birmania, Indonesia, Filipinas? La censura china y la de sus entornos sigue controlando el espacio convencional pero el ciberespacio es más difícil de velar. De hecho, los niños, incluso antes de cumplir doce o trece años, se desvelan en todo el planeta para seguir las emisiones porno en red. Un ciberuniverso que ha democratizado el conocimiento general y la máxima visión del mundo. ¿El cuerpo desnudo? El mundo es un bulto abierto y explorado en todos sus intersticios y anfractuosidades, recorrido en sus valles y sus montes, fotografiado sin cesar, poro a poro, como lo hace la pornografía sobre la superficie de la piel y el sexo. Naked capitalism fue el título de un famoso artículo en The New York Times donde se mostraba el éxito general del texto en el último capitalismo. Consumo de placer en su significación originaria, siendo Freud el núcleo de la exégesis hedonista.
Sin reservas, el masivo consumo de lo sexual, en todas sus versiones, caracteriza la actualidad del mundo. Hasta los libros –en franco declive energético- de fuerte contendido sexual han aumentado en cerca del 400% entre 1990 y el siglo XXI. El último fragmento del pasado siglo no ha dejado de dar coletazos difundiendo la oferta sexual en su amplio catálogo. El sexo nunca ha poseído menos valor de cambio que actualmente pero su valor de uso se ha incrementado incalculablemente. Tener sexo con alguien ha perdido en efecto, de acuerdo a su menor dificultad, la carga significativa de hace veinte años pero, como ocurre con las obras liberadas de los derechos de autor, su publicación ha crecido en todas direcciones. El sexo es más público que nunca. Tanto que si la publicidad desea llamar la atención no puede esperar su impacto de los reclamos eróticos. Con el menor pretexto el público se desnuda. Y no en los escenarios como en los tiempos del destape y todo aquello. Ni siquiera en los estadios con la moda de los espontáneos en pelotas, sino en cualquier calle o plaza del vecindario. Los cuerpos desnudos atestan las avenidas para ser objeto de arte. O para ser objeto de protesta, de colecta humanitaria o de colecta sin más. Los calendarios de Playboy han sido doblados por los calendarios de bomberos, enfermeras o basureros desnudos y desnudas.
El desnudo femenino sigue siendo de mayor interés pese a todo y pese a todas las feministas aunque, de hecho, la liberación sexual de las mujeres haya sido capital en el fenómeno del sexo ubicuo. El culto al cuerpo, la cultura del cuerpo, significa una deriva del culto al cuerpo de la mujer. Por el hombre y por la mujer. La mujer como objeto para ser contemplado, admirado, deseado y la mujer como elemento que ha administrado su sexualidad, en la sociedad patriarcal, para extraerle rendimientos de condición social y estatus. (Continuará).