Vicente Verdú
El inconveniente de la soledad en relación al carácter de las ideas reside en que cualquiera de ellas se ve obligada a adquirir una consistencia demasiado terca. No firme, puesto que no se establece mediante una elaboración y colaboración constructiva, sino a la fuerza, por presión.
La idea que se dirime en concurso crítico junto a los demás posee una particular resistencia polifacética pero la otra aguanta sólo unívocamente porque cualquier pequeña concesión la acercaría a la claudicación.
Una idea mantenida en solitario es prácticamente igual a una creencia, acechada por el pecado, el enemigo o la imprevista tentación.
Por contraste, la idea compartida con otros se yergue en convicción y ayuda a viviseccionar, a trazar itinerarios conjuntos y, al cabo, a formar un mapa iniciático del que irá hilvanándose una concepción del mundo y de uno mismo. Y de los ismos de los demás.