Sergio Ramírez
Debo otra vez decir que disfruto entrar a leer los comentarios de mis lectores. Desde hace tiempos dejé de creer en el pensamiento homogéneo, y por eso me halaga que algunos de esos lectores me digan sobre qué debería escribir, y sobre qué no. Los criterios, son necesariamente contradictorios. Al principio, recibí un mensaje de un lector que me reprochaba hablar de Chávez, y me aconsejaba que en lugar de meterme en política, me metiera en literatura.
Ahora, otro lector me aconseja lo contrario, que en lugar de Santiago Apóstol, santo militar de la conquista contra los moros y contra los aborígenes americanos -tema para mí literario-, hable, según creo entender de sus palabras, sobre Daniel Ortega. Es un tema, este último, al que no he renunciado. Tengan en cuenta que se trata de escribir unos 250 blogs al año, y que todavía hay mucha tela que cortar.
No sé si es que algunas veces me paso de light, y hablar de los santos puede parecerlo. Pero no he tenido hasta ahora la tentación de entrar en temas de vasta y cerrada erudición académica, que más bien acaban aburriendo al más fiel y porfiado de los lectores. De todos modos ustedes aconséjenme, que el camino es largo y tendido.
Otra lectora no terminó de leerme, seguramente, pues se atiende a las primeras líneas del escrito donde menciono a Nicole Kidman, algo que puede parecer banal si no se sigue hasta el final, ya que trato de unos niños condenados a la oscuridad por daño de la luz, encima de la otra oscuridad que ya padecían desde antes, la miseria. Y he sentido mucho, claro, la muerte del escritor Frank Galich, cuya novela Devórame otra vez, prologué con gusto cuando apareció hace algunos años.
En, fin amigos, lo único que me inquieta es cuando al pie de mis escritos me encuentro con el número 0.