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Después de Josué

Son los últimos compases de una entera etapa presidencial. Las elecciones legislativas del 9 de noviembre, en las que se renueva un tercio del Senado y la entera Cámara de Representantes, dejarán con gran probabilidad a Barack Obama sin mayorías para seguir gobernando con apoyo parlamentario, algo que las urnas suelen hurtar a los presidentes que lo tienen justo a los dos años de iniciar su presidencia. Los extensos poderes presidenciales permiten gobernar sin legislar con el Congreso, pero dentro de unos límites, especialmente acotados cuando se trata de aprobar los presupuestos. Así es como los republicanos intentarán ahogar al Gobierno de Obama, como hicieron en 1994 con Bill Clinton, al que obligaron a cerrar la Administración pública por falta de liquidez para pagar los gastos corrientes.

George W. Bush pudo contar con una mayoría republicana en las legislativas de 2002, tras los atentados del 11-S, gracias a que dirigió la campaña como presidente en guerra, lo contrario de un presidente en crisis económica, como es Obama, a la hora de mantener altos niveles de adhesión. Las segundas elecciones de mitad de mandato de Bush, en 2006, ya fueron el desastre que cabía prever sobre todo después del huracán Katrina. Empezó el pato cojo, una amenaza que pesará ahora sobre Obama si no sabe acomodarse a esta nueva etapa en la que se jugará la eventualidad de renovar su mandato presidencial en 2012. Obama ha empezado a prepararse para después de noviembre. También un buen puñado de colaboradores suyos, que han preferido buscarse la vida antes de que el previsto desastre electoral les obligue a hacerlo precipitadamente. Rahm Emmanuel, su jefe de Gabinete, ya se ha ido. También se ha dispersado parte de su equipo económico: Lawrence Summers, Catherine Rommer y Peter Orszag. Se da por segura la marcha de David Axelrod, el estratega en jefe. Y su secretario de Defensa, Robert Gates, heredado de Bush, insinúa su inminente partida. Hillary Clinton, la secretaria de Estado, que se ha impuesto como auténtico número dos del Gobierno, por encima del vicepresidente Biden, busca cada vez más los focos: podría tener un nuevo papel en la próxima etapa, pero hay pocas dudas de que quiere la vicepresidencia para 2012 y quizás la candidatura presidencial para 2016. Barack Obama pertenece a la generación de Josué, según expresión del director del semanario The New Yorker, David Remnick, en un artículo que luego convirtió en la primera y más brillante biografía del actual presidente de Estados Unidos, El puente, que llega ahora a las librerías españolas. La historia bíblica es bien conocida: Moisés no llegó a pisar la tierra prometida. Fue su hermano más joven Josué quien culminó la travesía del desierto hasta conducir al pueblo de Israel a su destino. Martin Luther King, el líder de los derechos civiles asesinado en 1968, fue también el Moisés que dirigió al pueblo extraviado, pero quien como Josué le hizo alcanzar la libertad han sido Barack Obama y su generación. El símbolo de donde arranca esta historia es el puente de Selma, donde King encabezó una manifestación pacífica en 1965 que terminó con una durísima represión y él mismo en la cárcel. Para entender quién es Obama y la dimensión de su victoria, Remnick ha tenido que desarrollar un variado friso de historias: la del movimiento de los derechos civiles, la descolonización en Kenia, la vida política de Chicago, los presidentes esclavistas, la religiosidad afroamericana, su currículo académico en Columbia, Chicago y Harvard, el desarrollo de un género literario típicamente afroamericano como son las memorias de emancipación, el caucus parlamentario afroamericano, Clinton y sus amigos, la Casa Blanca por dentro, y finalmente la candidatura demócrata, las primarias, la convención demócrata y la campaña. Pocas cosas han escapado a su ojo crítico, que ha fabricado esta narración con gran sentido del ritmo y de la tensión, magnetizado por la envergadura del acontecimiento histórico del que es testigo de primera mano. Obama no habría alcanzado la presidencia si EE UU no estuviera lleno de obamas, jóvenes afroamericanos orgullosos de sus orígenes, instalados en una mentalidad abierta y post-racial, sin la ira de los oprimidos y con responsabilidades en el timón de las colectividades, ciudades, empresas y el país mismo. Sus dos primeros años arrojan un balance sustancioso aunque polémico: reforma sanitaria, estímulos económicos contra la crisis, reforma de Wall Street, retirada de Irak y, sobre todo, cambio de la imagen de EE UU en el mundo; pero su éxito histórico es todavía la superación definitiva del puente que separaba a los americanos por el color de la piel. Es tal la envergadura de su hazaña que se hace difícil pensar que Josué se supere a sí mismo y sea capaz de imponer en el futuro un nuevo y más poderoso perfil presidencial. (Fe de errores: el hermano de Moisés era Aarón; Josué fue su sucesor en la conducción del pueblo de Israel, pero no tenían relación alguna de parentesco. La escritura periodística produce estas malas jugarretas que no tienen excusa. Lo lamento).

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7 de octubre de 2010
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Gotas de ausencia

"La ausencia disminuye las pasiones pequeñas y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras", decía Rochefoucauld.

Una ausencia interminable es igual a la muerte pero una ausencia intermitente puede brindar mucha vida. Todos los amantes se abrillantan con la ansiedad de la distancia mientras se deterioran con la erosión de la cercanía. Cualquier pareja que se reúna sólo encuentre de vez en cuando convierte automáticamente esos días en días festivos. De modo que para amarse, aparte de otros ingredientes, una sensible dosis de ausencia es importante. Hay que saberla introducir con tino pero en esa proporción exacta crece la veta feliz.

Una buena cantidad de kilómetros separando los trabajos, una insoluble cantidad de inconvenientes impidiendo la vida en común, transforma lo más común en extraordinario. ¿Por qué ese empeño en cohabitar sin pausa?

Cruriosamente, la misma evolución de la economía en crisis y sus imposiciones de desplazamientos en busca de un trabajo son augurio de un archipiélago amoroso donde lucirá como nuevo el régimen del noviazgo o la púrpura deseante del cortejo. Y, en consecuencia, dejará arramblado, como un trasto el matrimonio permanente, el vínculo constante, la saturación derivada del otro en un recinto invariable, reiterado y tóxico.

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7 de octubre de 2010
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Filología cargada de futuro

 

En esta nación de filólogos armados destinada a maravillar al mundo, todavía no ha comparecido un alto mando que explique por qué habríamos de decir “Nafarroa” en lugar de Navarra, y por qué usar semejante término sería progresista, o incluso vasco. Aunque esté fuera de discusión que donde cocea la eficacia incontestable de la aleación de ignorancia y brutalidad sobran las explicaciones, podríamos, para variar, hacer como si fuéramos razonables.

La moda de decir “Nafarroa” no sólo es advenediza y carente de fundamento histórico y lingüístico, sino que también es contraria a la fonética histórica vasca, que no tiene /f/ en su alfabeto. El origen del término es francés y su primer empleo figura en las crónicas de Froissart, donde sale “navarrois” (o sea, nafarroá) que es el progenitor de todos los nafarroás que corretean por la actualidad. Su primer registro en vasco es de 1571, cuando aparece en la dedicatoria de una traducción calvinista del Nuevo Testamento que no fue conocida ni siquiera por los especialistas —aunque sí por Montaigne, que le veía “más peligro que utilidad” — hasta 1900, cuando se editó por Linschmann y Schuchardt en Estrasburgo. Hay otro antecedente de 1643, en un manual piadoso editado en Burdeos y que tampoco fue de público acceso hasta la edición franciscana de 1964. De modo que “Nafarroa” no ha sido conocido hasta anteayer por el politburó de clérigos lingüistas que lo ha designado para derrocar al término original, declarado antivasco y objeto de lapidación revolucionaria.

Mientras tanto, sin salir del archivo de Pamplona, en todos los documentos medievales y posteriores, de mil años a esta parte no se lee más que “Navarra”, “Nauarra” y “Nabarra”. El significado genérico es “abigarrado” y en toponimia debe entenderse como “dehesa” (cfr. Ariznabarreta: dehesa de robles; Zuaznavar: bosque adehesado). Era el nombre de una comarca en la cuenca del río Ega, aguas arriba de Estella, que se unió al reino de Pamplona.

Puede que los forasteros caritativos, e incluso algunos paisanos benevolentes, se pregunten: estos vascos tan ofendidos porque le vayan a tocar el burka a su vasquidad, si ya tenían nombre, y encima era vasco, ¿a qué flagelan al personal vindicando uno francés que estaba mandado recoger? ¿Es ignorancia o hay alguna otra patología asociada? Ah la ingenuidad, avive el seso y medite: sin la preceptiva flagelación revolucionaria autodespreciativa, ¿donde actuaría la impactante ciencia de la filología armada? ¿Qué sería del terrorismo de lenguaje? ¿De dónde se obtendrían la ignorancia y borreguez imprescindibles para la construcción del artefacto?

No es una singularidad, porque en todas las lenguas hay palabras que han pasado al uso por ocurrente decreto de la superioridad, por miedo, por racismo, o por ignorancia consensuada. En ese sentido, tanto da que digan Nafarroa como Capadocia Citerior. A lo sumo, sería otro complejo para su admirable colección que ya tiene pasmada a la comunidad científica internacional. Ahora, lo particular del caso radica en que no es precisamente de libro, sino que se está usando ahora mismo para intimidar y acomplejar. De modo que permite un estudio en vivo sobre los mecanismos lingüísticos del miedo. Ahí están los pregoneros de la actualidad, periodistas, políticos, poetas, historiadores y derivados que corean “en Nafarroa”, “a nivel de Nafarroa” o flores parecidas para hacerse perdonar, y mostrarse cómplices y comprensivos con la tétrica cuadrilla. Forman la avanzadilla del miedo, son justo aquellos de quienes Chamfort aseguraba: “Las personas débiles son las tropas ligeras del ejército de los malvados. Causan más daño que el propio ejército, porque infectan y estragan.”

 


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7 de octubre de 2010
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Todos los humanos

Más arriba vinculaba una afirmación del físico Max Born a la afirmación aristotélica según la cual el deseo de saber, la exigencia de lucidez es inherente a nuestra condición. En esta reflexión que ahora inicio , en esta tentativa de establecer el estado de la cuestión sobre la evolución de nuestra imagen de la naturaleza (la physis de los griegos, ese poderoso concepto que desde el mineral a la palabra recubre todo aquello con lo que nos relacionamos los humanos) hago un paréntesis para glosar de nuevo el texto de Aristóteles, recordando así que enfrentarnos a ese problema es - o debería ser- algo más que una contingencia en nuestras vidas:

"TODOS los humanos, en razón de su propia naturaleza, desean el saber. Indicio de ello es el placer que los sentidos nos procuran; pues incluso cuando su ejercicio no es de utilidad alguna, nos complacemos en que estén operativos, y ello es particularmente cierto tratándose de la vista."

En efecto, no sólo en los casos en que la vista es útil para un objetivo, si no también cuando nada pretendemos hacer, preferimos ver a cualquier otra cosa; la razón estriba en que, de entre  todos los sentidos, es la vista la que nos proporciona mayor percepción de diferencias en las cosas que a nosotros se ofrecen.

En razón de la naturaleza de los animales, éstos nacen con capacidad de tener sensaciones;  en algunos de ellos la sensación llega a generar memoria, mientras que en otros  esto  no ocurre. Los dotados de memoria son más cautos y prudentes que los incapaces de recordar. Tal prudencia se da incluso entre animales desprovistos de capacidad auditiva, mas cuando esta última se añade, entonces el animal adquiere cierta capacidad de aprendizaje.

Así pues, los animales diferentes del hombre viven con imágenes y recuerdos y ello les proporciona ya, en pequeño grado,  la capacidad de tener experiencia. Pero en el vivir de los humanos cuentan además como ingredientes el conocimiento técnico y la capacidad de razonar.

Tratándose de la vida práctica, la experiencia no tiene menor valor que el conocimiento técnico, y el hombre con experiencia tiene más éxito que el que domina la teoría pero no tiene experiencia. Y sin embargo todos pensamos que el conocimiento y la intelección son cosa más bien del técnico y que éste es más sabio que el mero hombre de experiencia, y ello en razón de que conoce la causa, la cuál el primero ignora.

...Y así, cuando las técnicas proliferaron, unas al servicio de las necesidades de la vida, otras con vistas al recreo y ornato de la misma,  los inventores de las últimas eran con toda justicia considerados más sabios, dado que su conocer no se subordinaba a la utilidad. Mas sólo cuando tanto las primeras técnicas como las segundas estaban ya dominadas, surgieron las disciplinas que no tenían como objetivo ni el ornamentar la vida ni el satisfacer sus necesidades, Y ello aconteció en los lugares dónde algunos hombres empezaron a gozar de libertad. Razón por la cual las matemáticas fructificaron en Egipto, pues la casta de los sacerdotes no era esclava del trabajo."

 

Tras el hecho, nunca suficientemente enfatizado, de que Aristóteles atribuye  la exigencia del pensar a la totalidad de los humanos, cabe enfatizar la afirmación de que disciplinas como la matemática, sólo son posibles cuando están solventadas, no ya las cuestiones relativas a la necesidad, sino también las relativas a la distracción, el ornato y hasta la belleza. Importantísima es asimismo la declaración de que sólo en condiciones de libertad pueden los humanos acceder a esta última etapa. En fin, es muy significativo el hecho mismo de  que el primer ejemplo de ciencia que responde a la exigencia de absoluto desinterés por aspectos ajenos a su propia práctica sea la matemática. De esta  independencia del pensamiento matemático, no ya  en relación a los intereses de la vida cotidiana, sino incluso a las exigencias de otras disciplinas, cabe dar un ejemplo indiscutible, a saber, la teoría de las secciones cónicas: los matemáticos griegos estudian la elipse, la parábola y la hipérbola, cuatrocientos años antes de Cristo, pero su primera aplicación no se encuentra hasta la cosmología de Kepler, con su conjetura de las órbitas elípticas que, en torno al sol, realizarían los planetas.

Hemos de relacionar estos rasgos, en los que se muestra un aspecto desprendido y liberador del hecho mismo de pensar, con lo que antes decía  sobre la mutilación que para los seres humanos supone vivir en una sociedad que da la espalda a la filosofía, o que incluso se sustenta en su repudio:

Para la inmensa mayoría de los humanos la lucha por la subsistencia ocupa la integridad de sus jornadas. Y aun ateniéndose a los privilegiados ámbitos en los que esta esclavitud inmediata queda atrás, perdura la imposibilidad de vivir en condiciones no ya de ornato y  confort, sino incluso de salubridad, es decir, imposibilidad  de vivir simplemente con decencia. En lo referente al ornato, la  preocupación por alcanzarlo llega a confundirse con la radical confrontación que supone la aspiración artística, de lo cual es indicio el uso que se hace en nuestra lengua del término diseño. En fin, somos tan poco fieles a la concepción aristotélica del saber como algo en lo que el hombre encuentra su realización  (y que en consecuencia ha de valer por si mismo), que la matemática es socialmente concebida  como mero instrumento para disciplinas con finalidades prácticas, e incluso instrumentalizada al servicio de la selección social.  

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6 de octubre de 2010
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Desgracias holandesas

Depender de la extrema derecha para gobernar y legislar o limitar la libertad de expresión, alegando el respeto a las creencias religiosas de una parte de los ciudadanos, son las dos desgracias que se ciernen sobre la sociedad holandesa de la mano de Geert Wilders y de su Partido de la Democracia. Entre ambas amenazas se tejen las contradicciones de una sociedad hasta hace pocos años estable y feliz y sus dificultades para adaptarse a la inmigración y en el fondo al futuro. Debemos prestarles atención porque la siempre liberal y tolerante Holanda actúa ahora como un laboratorio europeo y hay que reconocer que los experimentos hasta ahora realizados no son precisamente alentadores.

Es, en efecto, una desgracia que un Gobierno formado por partidos democráticos y civilizados tenga que mantenerse vivo gracias al apoyo de un partido que se define fundamentalmente en contra de la inmigración y en contra de una religión, el islam, a la que considera peligrosa y destructiva. Pero también es otra desgracia que pueda ser castigado como un delito expresar puntos de vista contra el islam o considerarlo una religión peligrosa y destructiva, como muchos otros piensan de otras religiones o incluso de cualquier religión. La suma de ambas desgracias es lo más alarmante y lo que constituye la fortaleza de Wilders. Una sociedad que no tiene rebozo en admitir como gobernante a un racista o un xenófobo y a la vez rechaza el derecho a la blasfemia se dirige directamente hacia un conflicto incontrolable que no se resuelve a favor de ninguno de los dos términos contradictorios, sino en contra de todos ellos. La lógica conduciría a deducir que quien está en el parlamento y en la mayoría de Gobierno por sus opiniones no debería ser imputado por sostenerlas. Y a la inversa, quien es procesado por las opiniones que le han llevado al parlamento no debiera ni siquiera contar entre quienes forman mayorías. Pero la lógica democrática debería excluir una cosa y la otra: que el gobierno tuviera apoyos indeseables y que los tribunales procedan contra quien se ha limitado a expresar libremente sus puntos de vista en una sociedad libre.

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6 de octubre de 2010
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III. El encuentro con lo fortuito

En la conversación del día siguiente a la ceremonia del premio entre maestros de la Fundación y los ganadores de este año, alguno le preguntó si él mismo había acomodado de esta manera tan artística la cadena junto al arma. Cossío sonríe. Jamás haría eso. Su sentido de la fotografía proviene del encuentro con lo fortuito, congelar el instante en que lo casual determina la existencia de la imagen, como si se tratara de una epifanía; se acercó un día a la mesa donde la policía había colocado diferentes objetos incautados a una banda de narcos, para que fueran fotografiados, y la santa muerte estaba ya allí esperándolo para que sólo él la viera.

            Y al organizar la serie, ha querido darle un sentido religioso, nos dice. Una especie de vida, pasión y muerte que resalta en las imágenes, en sus temas y en sus contrastes. El cadáver colgado del puente urbano, a punto de ser descolgado por los bomberos, no deja de ser un descendimiento de la cruz. Hay otro cubierto de pies a cabezas por una sábana blanca, como un sudario; la multitud de cuerpos desparramados, con las manos atadas hacia atrás, han sido abandonados en un botadero, como en el monte de las calaveras los crucificados. Pero hay más. En la culata de una pistola de plata, también confiscada a un narco, dos escorpiones esculpidos se enfrentan a muerte. Un símbolo de los tiempos.

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6 de octubre de 2010
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Literatura, izquierda y cafe

 

 

Siempre me ha gustado leer, discutir, hablar, especular y perderme sobre que es literatura y quiénes son los que mantienen vivo ese enfermo tan indomesticable. También me gusta pensar, debatir y derrotarme sobre qué, cómo, dónde y qué es la izquierda. Y no puedo empezar el día sin tomar un café con leche.

De esos tres asuntos tan míos, tan de otros, tan de muchos que me gustan y de algunos que me disgustan, trata un inteligente, atrevido y lúcido ensayo del argentino Damián Tabarovsky, novelista argentino apenas descubierto entre nosotros, aunque esté publicado por el muy atento sello editorial "Caballo de Troya", cabalgado y dirigido por Constantino Bértolo.

Ahora nos llega por otro lado, por esa esquina central  que hace tiempo ocupa la editorial "Periférica", de reconocido olfato para éstos y aquellos  mundos literarios, este ensayo de reflexión sobre la literatura, la izquierda, lo mediático, lo integrista y la rebeldía fashion. También se recuerda aquello de Alejandra Pizarnik y no quererse meter en narrativas, no querer ser novelista porque en una novela siempre hay un diálogo como este: "Hola, cómo estás. Quieres un café con leche".

Un libro sobre la frivolidad, la ligereza, lo serio, aburrido, previsible falso y verdadero de la literatura. Y todo ello visto desde ese lado tan móvil, inmóvil e ilusorio como es el pensamiento de la izquierda. Un apellido que termina en "ovsky" ya nos indica que tienen mucho ganado en su afán agitador, en su capacidad para ser provocadores de ideas, discusiones y rebeliones. Gente que sabe que la literatura no ese encuentra cómoda entre el canon y el paradigma.

Nos pasamos la vida discutiendo sobre literatura, por más que sea asunto de difícil discusión. Dice Tabarovsky  que "la literatura se opone al consenso, al diálogo, a la argumentación". Que la literatura tiene que conseguir "transformar lo contingente en necesario"

Leeremos muchas cosas innecesarias, perderemos el tiempo con escrituras no literarias, estaremos demasiado ocupados por la presión del mercado, perderemos el tiempo con literatura de "izquierda" que marcha por el camino de lo conservador, reductor y simplista. Veremos como conservadores e izquierdistas se morrean con placer ante el celestinaje del mercado. Veremos, leeremos y escribiremos muchas páginas inútiles. Y sin embargo siempre nos quedarán los que se libraron de lo inútil de muchas escrituras.

"En secreto ocurre algo insólito: la literatura continúa. Es una tumba sin sosiego"

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5 de octubre de 2010
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Con un par… de zapatos

Hace poco terminó la feria de Modacalzado en Madrid, que anticipa las colecciones de primavera y verano. Agradezco profundamente esta avalancha de zapatos para calmar la angustia que me produce tanta crisis, tantas desgracias, tanta inseguridad sobre nuestros hijos, esos que ya llaman “la generación perdida” para acabar de pisotear cualquier posible esperanza de avance.

            Me gustaría, aunque fuese por cinco minutos, volver a sentirme como un niño con zapatos nuevos, volver a la ilusión de aquellos zapatos azul claro que estrené a los trece años, el día que me enamoré por primera vez, recuperar un poco de inocencia y confianza en el ser humano. Y es verdad que estrenar zapatos debe de tocar algún resorte escondido en nuestro bosque de neuronas porque produce una alegría infantil, un placer simple y extraño como si hubiésemos estado andando descalzos toda la vida y de pronto metiésemos los pies en unos armazones que nos hacen más altos, más esbeltos, más ricos, más importantes, más molones. Para algunos, entre quienes me incluyo, el calzado es lo más importante de todo el equipo, es como si desprendiese un resplandor que ilumina la falda, los pantalones, la chaqueta, la cara. Los zapatos son los que te convierten en clásico, moderno, ultramoderno, vanguardista. Por eso llevar los zapatos limpios y relucientes ha sido una exigencia de nuestra sociedad, la mejor carta de presentación para cualquiera, y el cánfor en las casas y los limpiabotas en las calles, piezas imprescindibles hasta que se empezó a jugar con lo medio desarreglado y lo medio viejo. Pero no por eso ha decaído el fetichismo zapateril. ¿Por qué para muchos el sexo empieza por los pies? Unas botas por encima de los pantalones pueden resultar más eróticas que enseñar el ombligo, por no hablar de esos fetichistas que sueñan con un tacón de aguja clavándoseles en el pezón.

 Y es curioso, hay un tipo de calzado para cada personalidad, la del taconeo con ruido y la de pisada silenciosa, la deportiva y la sofisticada. Dime qué zapatos llevas y te diré quién eres, dime cómo pisas y te diré cómo eres, aunque para los especialistas la mejor forma de andar y correr sea descalzos y con la planta encallecida, lo que supondría el desastre de la industria del calzado. Pero no hay que preocuparse porque como se demuestra en la exposición “El mundo a tus pies”, organizado por el Museo del Calzado de Elda en Ifema, el calzado ha marcado el estilo de todas las civilizaciones, desde los mocasines y las babuchas a las actuales y enormes plataformas, ese mundo imposible en que a veces tenemos que encaramarnos las mujeres para volvernos un poco irreales y deseables.

Y la verdad es que en la mayoría de los casos en lugar de proteger los pies los torturamos, hasta el extremo de haberlos reducido a muñones en la China imperial y ahora deformarlos con taconazos de vértigo, en ambos casos para delicia de algunos, que en tiempos se ponían locos si le veían el botín a una señora debajo de las enaguas. Pobres pies, sufridores pies, que tienen que sostener todo el cuerpo, llenos de terminaciones nerviosas, con cosquillas, multitud de huesecillos y que encima han de lucir sin una dureza, sin un callo y con uñas de porcelana, lo que ha impulsado el negocio de la pedicura, locales dedicados a pies y manos exclusivamente, que va del limado de talones al tallado de uñas.

            Pero también en esta feria del calzado se exponen las zapatillas deportivas que han marcado a nuestra  “generación perdida”. La generación de niños Nike con cámara de aire en la suela, que les ayudaba a saltar de una a otra actividad extraescolar para dar lo mejor de sí en un futuro que ahora les vuelve la espalda. Pero como una imagen vale más que mil palabras, ahí tenemos a las chinches que recorren Manhattan, como si el corazón del capitalismo, del dinero, de la modernidad, de la cultura, como si el corazón del no va más, fuera un gran colchón de posguerra. Hasta ahora las chinches, las pulgas y garrapatas habían quedado aisladas en la España pobre y atrasada, en las penurias de la guerra, en las ropas del hambre. Y mientras nosotros teníamos chinches y piojos, en el paraíso americano usaban pañales desechables, tampax, vasos de papel y sales de baño. Ahora una plaga de chinches se extiende a todo Estados Unidos desde la mejor tienda de Nike en Manhattan, entre la Quinta Avenida y Madison Avenue, como señal de que algo no va bien.

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5 de octubre de 2010
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Arte flotante

En el orden general del nuevo mundo la carencia de líderes fuertes es paralela a la carencia de ideas fuertes, valores fuertes o y de criterios firmes. En el conjunto de esta debilidad que es propicia a ondulaciones, flexiones y confusiones, el territorio del arte se presenta especialmente incierto puesto que ha alcanzado el grado de inestabilidad propio de las formaciones que anuncian su desmoronamiento. Toda idea, en efecto, que actualmente se relacione con el valor del arte actual se halla tan contaminada de elementos espurios, no artísticos que, de paso, invalidan cualquiera de sus valoraciones. Pero incluso la idea de lo artístico ha sido tan carcomida por el mercado que no luce como tal sino lo que el mercado ilumina con su precio mientras es descartado de consideración aquello que no recibe esta lumbre ni, en consecuencia, se nota. "Si firmara una cagada de perro sería arte" declaraba Damien Hirst, uno de los artistas más altamente cotizados en el mundo, con motivo de su exposición de pintura en la Wallace Collectio en noviembre de 2009. Hirst, que forma parte del grupo promovido por los publicitarios Saatchy&Saatchi dentro del grupo de los Jóvenes Pintores Británicos tras la famosa exposición Sensation de 1997 (otros pintores expuestos fueron Chris Ofili o Tracey Emin, que todavía escandalizan  escatológicamente) ve en el arte de hoy un asunto de mercantil. Sus pinturas en serio han recibido las peores críticas y sus pinturas de broma (tiburón en formol, calavera con brillantes, escultura de sí rostro sobre su sangre congelada) las mayor publicidad internacional. Tantpo unas produccipones como otras se venden ya caras puesto que lo comñun de ellas es la marca Hirst. Tras eso, tras el logro de la marca, el arte ha dejado de pertenecer a una esfera distinta al marketing y, en consecuencia, su ponderación carece de sentido en las ponderaciones artísticas. Pero ¿cuáles son las ponderaciones artísticas? Ya es prácticamente imposible saberlo o, en cualquier caso, sería irrelevante el llamado conocimiento de otro tiempo. Un artista se cotiza, reluce, tiene presencia por una compleja maniobra de marketing  y, en consecuencia por una cristalización del azar en términos mercantiles. Fuera de esa cristalización es inexistente, no tiene presencia sino ausencia eterna, inexistencia absoluta fuera del círculo del marketing. Se trata en fin de una actividad, la artística, que vive paradójicamente sin relación con el valor artístico. Pervive en la ausencia de ese valor desvanecido y se prolonga en una clase de vivencia que ni siquiera puede considerarse supervivencia, ismo, sino hipervivencia o paroxismo propio del sistema de la hiperrealidad donde la fijación es inconcebible y la inestabilidad impide referirse a parámetro alguno. La hiperrealidad es el reino de la ausencia de lo real  y el lugar idóneo de lo virtual. No es en suma,  ni real ni tampoco irreal, simplemente se trata de otro universo a  cuyo sinsentido presente , todavía inaugurar, corresponde la disipadora nube del sinsentido.

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5 de octubre de 2010
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La división de Europa

Los alemanes han celebrado este fin de semana el 20 aniversario la unidad alemana. Ha sido una celebración solemne pero contenida. Las susceptibilidades entre europeos están a flor de piel, no tan sólo por las reacciones de mutua culpabilización suscitadas por la crisis. Basta con recordar el último Consejo Europeo en que Sarkozy y Barroso se tiraron los trastos a la cabeza a propósito de los gitanos rumanos en una sala donde se podía cortar el aire por la tensión entre los mandatarios europeos. La economía alemana ha resurgido con fuerza, pero el nuevo Gobierno de centro derecha de la señora Merkel también ha dado muestras de un cierto desencanto europeo. Alemania, a los 20 años de la unificación, se ha despegado totalmente de la paridad con Francia y ahora mira por encima del hombro a los países grandes que pretendían igualarse a su potencial demográfico, económico y sobre todo político. Con la consecuencia de que el europeísmo, antaño perfectamente enraizado entre los alemanes, no pasa ahora sus mejores momentos.

Estas son las razones para una celebración de bajo perfil, pero también las explicaciones para el discurso del principal protagonista político de la unificación, el hombre que echó el resto cuando se le presentó la oportunidad de convertir las dos alemanias en una sola. El canciller de la unificación Helmut Kohl hizo el sábado un reproche sutil a sus conciudadanos a propósito del rescate de la deuda pública griega: ?Tengo la impresión de que algunos han perdido el sentido de lo que significa una Europa unida para todos nosotros?. Kohl no ha sido tan sólo el canciller de Alemania. Ha sido el canciller de Europa: sin su estatura política no tendríamos euro, no habrían existido las políticas de cohesión que tanto han contribuido al crecimiento español y no se habría producido la ampliación. Por eso también apeló a no poner en duda la integración europea desde Alemania. Nos quejamos de que tenemos poca Europa, pero la poca que tenemos la tenemos gracias a personajes como Kohl. También fue interesante el estreno del presidente federal, Christian Wulff, elegido a principios del verano, que pronunció su primer discurso en sus solemnes funciones de personaje moral, por encima de la politiquería. Wulff llegó al palacio presidencial de Bellevue en Berlín sin carisma, en contraste con el candidato de la izquierda Joachim Gauck, y como resultado de una jugada maquiavélica de Angela Merkel, la sosegada canciller que ha ido imponiéndose frente a los barones regionales democristianos con un juego de codos tan paulatino como eficaz. Wulff, este domingo del 20 aniversario de la unidad alemana, ha sabido cazar la oportunidad para prestigiar su figura con un discurso sobre la inmigración que ha merecido aplausos a derecha e izquierda, y que marca distancias con la oleada populista que sube en el conjunto de Europa. El presidente federal ha dicho dos cosas, la primera que los inmigrantes deben integrarse y respetar su Constitución, y la segunda que sus creencias y su identidad religiosa merecen también el máximo respeto. Lo ha dicho con dos frases destinadas a perdurar: se ha declarado presidente de todos, también de los musulmanes; y ha señalado que el Islam, como el cristianismo y el judaísmo, forma parte también de Alemania. Esto es importante en este aniversario porque Europa está dividiéndose de nuevo. Pero esta vez no es un nuevo telón de acero ni un muro el que divide el continente en dos, sino una barrera que está separando a sus sociedades en razón de su identidad cultural, su origen y su religión. Que en mitad de la efervescencia populista y del oportunismo electoral, una vez conservadora se levante contra esta nueva división es una de las mejores noticias que podía deparar el aniversario de la unidad alemana.

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5 de octubre de 2010
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