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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Inédito de Kurt Vonnegut

manuscrito de Kurt Vonnegut Leo en la estupenda sección de Virginia Collera Letras en 360º del blog ?Papeles Perdidos? de El País la noticia de un libro inédito de Kurt Vonnegut, escrito con seudónimo cuando trabajaba en General Electric, y que será publicada por Rosetta Books en formato digital. Dice la nota:

A finales de los años cuarenta Kurt Vonnegut escribió una novela que tituló Basic Training y firmó con el pseudónimo Mark Harvey: por entonces trabajaba en el departamento de relaciones públicas de General Electric y temía que el pluriempleo le pasara factura. Aún faltaban muchos años para que publicase Matadero 5 y a nadie le impresionó la obra, que quedó guardada en un cajón hasta ahora, cuando la editorial Rosetta Books ha decidido recuperarla y editarla únicamente formato electrónico.

El enlace para leer la noticia completa está aquí.



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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Gobierno argentino bloquea el envío a domicilio de volúmenes de importación

Alerta! Metales Pesados Un personaje de Kafka vive en Argentina y se dedica a impedir que los libros enviados desde el exterior no lleguen a los domicilios. Se acabó Amazon. Se acabó el mandar libros a los amigos (que tendrían que pagar 50 euros e ir haste Ezeiza para reclamarlos). Y todo por culpa de los ?metales pesados? ¿Kafka dije? Se queda chico. Esta nota de El País de Francisco Perezgil es impresionante. ¿No será un hoax? Dice la nota:

Desde esta semana, cualquier argentino que desee recibir un libro desde el exterior del país tendrá que pensárselo dos veces. Varios empleados de las empresas de mensajería Fedex y DHL consultados por este periódico indicaron que ya no podrán entregar a domicilio libros y revistas procedentes del extranjero. Si el receptor vive en Buenos Aires deberá desplazarse 35 kilómetros hasta el aeropuerto de Ezeiza y pagar allí unos 50 euros al margen de lo que haya costado el envío. Y si reside en cualquier otro municipio alejado de aeropuertos internacionales, tendrá la alternativa de contratar los servicios de un ?despachante de aduanas?, es decir, un profesional autorizado a retirar en el aeropuerto productos procedentes del extranjero. El Gobierno trata así de garantizar ?la seguridad de la población? mediante una disposición emitida el pasado año por la que se establecen ?los mecanismos de control tendientes a eliminar el uso de tintas, lacas y barnices empleados en la industria gráfica con altos contenidos de plomo, y a permitir únicamente el uso de productos gráficos impresos cuyos parámetros no excedan los límites establecidos para la migración de los metales pesados?. Lo que subyace es el afán del Gobierno por controlar el déficit comercial. La medida es una más entre las muchas que ha tomado el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para regular las importaciones y evitar la fuga de dólares. Hasta ahora, habían afectado al consumo de objetos como la ropa de marcas extranjeras, ciertos componentes de coches cuyo retraso en el ingreso al país frenaron varios días la cadena de producción, o las planchas, muy difíciles de encontrar en las tiendas. Ahora, el foco se ha puesto en los libros y revistas. La historia de esta medida se remonta a mediados del año pasado, cuando varios impresores presentaron al Gobierno un informe en el que sostenían que solo el 20% de los libros se imprimían en el país y el 80% llegaba de fuera. Varias editoriales alegaron que en realidad el porcentaje de las importaciones era del 35% y el de los impresos en el país el 65%. El Gobierno, inmerso en una carrera sin desmayo en su lucha por evitar la depreciación del peso argentino y la compra de dólares, pergeñó esta ley que restringirá el ingreso de libros en el país a aquellos que presenten en sus tintas un contenido de plomo inferior al 0,06%. El resultado será que cada vez que llegue un envío de libros, deberán someterse a las pruebas de laboratorio. Así, todo el proceso de distribución se frena y encarece. Desde Buenos Aires al aeropuerto de Ezeiza no hay servicio de tren. El autobús puede tardar más de una hora y media. Y los taxis cobran unos 60 euros más peajes. ?¿Qué ocurrirá con las suscripciones a revistas internacionales de científicos, académicos o gente de a pie??, se pregunta una escritora. ?Lo que sucederá es que empezará a aparecer una figura muy rentable, algo así como El Tipo Que Te Hace el Trámite en Ezeiza Porque Tiene Un Amigo Que Conoce A Un Tipo Que Trabaja En La Oficina De Libros Y Revistas?, señala la autora.



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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Moebius, el precursor

Hace muy poco leí por primera vez a Sherwood Anderson y descubrí que lo había estado leyendo hacía mucho. Anderson fue tan influyente en el desarrollo de la narrativa norteamericana del siglo XX que muchos de sus recursos fueron apropiados por escritores más conocidos como Hemingway, Fitzgerald o Faulkner. Se convirtió en una suerte de precursor invisible. Algo así me ha ocurrido con Moebius en el mundo de los comics. Durante mi niñez y adolescencia no leí nada del dibujante francés; mi formación en la historieta tenía mucho que ver con las revistas argentinas (Tony, Fantasía, D'Artagnan) y Asterix, y algo con las colecciones de superhéroes de Marvel. Una formación, digamos, precaria. En Estados Unidos descubrí la revista Heavy Metal (basada en la original francesa Métal Hurlant, una creación de Moebius), pero no era fácil conseguir la obra de Jean Giraud (el verdadero nombre de Moebius). Solo ahora que, aprendiz tardío, he entrado en contacto directo con su mundo -a través de El garaje hermético (1976) y Arzak, el vigilante (2010)--, descubro que en realidad hacía mucho que en cierta forma vivía ahí.

Las pistas me las dio Arzak. Los dibujos de los soldados de las naves espaciales se parecían mucho a los de una de mis películas favoritas de Miyazaki (El castillo en el cielo, 1986). Pensé que Moebius se había inspirado en el director japonés; en verdad, era al revés. Miyazaki no tenía reparos en reconocer que prácticamente todo el manga contemporáneo le debía algo a Moebius. ¿Y los piratas espaciales de Arzak, y los dibujos de ciertas ciudades en galaxias lejanas? Pues, se parecían mucho a los de algunos episodios de La guerra de las galaxias. Una vez más, era Lucas el aprendiz. Moebius había contribuido con el diseño de conceptos y algunos storyboards para La guerra de las galaxias V (1980). Había hecho lo mismo con una de mis películas favoritas (Alien, 1979), a la vez que Ridley Scott reconocía haberse inspirado en su obra para el diseño futurista de Blade Runner (1982). William Gibson también decía que el concepto visual de Neuromancer (1984) le debía mucho a Moebius. La mezcla de elementos futuristas con paisajes medievales de Arzak también encuentra resonancias en La torre oscura, la serie épica de Stephen King. Uno abre los ojos, y comienza a ver a Moebius por todas partes...

Quizás llame a la confusión que Arzak, uno de los últimos trabajos publicados por Moebius antes de su fallecimiento semanas atrás, sea posterior a todas las obras citadas de Miyazaki y compañía. Ocurre que Arzak es muy deudora de Arzach, la historieta con la que Moebius se hizo conocer a mediados de los setenta, en las páginas de Métal Hurlant, y ya en Arzach se encuentran las marcas de una forma de concebir la historieta que el francés desarrollará sin descanso en las décadas siguientes. Arzak puede leerse como la condensación del estilo de Moebius (que es, digamos, el estilo visual triunfante del cine de ciencia ficción de hoy). Así, uno encuentra en Arzak esos momentos intimistas tan propios de Moebius, junto a su deslumbrante sentido del espacio, capaz de evocar en un dibujo sin palabras toda la maravilla de un planeta desconocido. También está el humor algo absurdo (que desconcierta en esa improvisación incoherente llena de chispazos geniales que es El garaje hermético), el erotismo inesperado en una historieta aparentemente juvenil, y una paleta de colores vibrantes en la que, de acuerdo al tono del relato, predomina el rojo sangre, el azul marino o el café terrestre.

Moebius dibuja el futuro como un lugar híbrido en el que lo humano y lo animal conviven naturalmente con la máquina (el pterodáctilo de Arzak es un cyborg), y lo virtual es parte intrínseca de lo real. Puede que todo eso suene familiar hoy. Pero no está demás reconocer que Moebius fue uno de los primeros en habitar ese mundo.

(La Tercera, 24 de marzo 2012)



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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Hasta aquí llegó el agua

No son las encuestas, siempre averiadas. Son las expectativas. La marea azul venía subiendo desde que empezó la crisis. Y hasta aquí ha llegado. Andalucía y Asturias marcan el nivel que alcanzó el agua. Rajoy tiene algo que agradecer a su amarga jornada electoral del domingo: justo a los cien días, conoce mucho mejor los límites de su poder. El mayor daño suelen producirlo las medicinas mal administradas. Rajoy quiso dosificar la purga europeísta y le ha salido mal el calendario. Si hubiera sacado menos pecho en Bruselas con el déficit y además hubiera elaborado los presupuestos a tiempo ahora podría atribuir entero el resultado electoral a la reticencia antieuropea de la izquierda española.

El ensueño de un cambio histórico en Andalucía, que le diera por primera vez a una fuerza conservadora la mayoría, se ha desvanecido. El socialismo no ha ganado, que quede claro. Su declive sigue. Quien se beneficia directamente es Izquierda Unida, que reclamará el premio y la prima por su victoria. Pero al cabo de la calle queda demostrado que la roja Andalucía es un dato fijo de la realidad española como lo son Euskadi y Cataluña dominados por los hechos diferenciales del nacionalismo. Recordemos que el único clientelismo que se denuncia es el de los otros, como sucede con la corrupción, y evitemos así la explicación fácil a las victorias ajenas. También se lee de otra forma este primer percance serio de su presidencia. Arenas mandaba demasiado. Este es otro dato de la realidad que se deduce de la campaña, no de los resultados directamente. También en el PP los barones territoriales merman poder y márgenes de maniobra al Gobierno. Y no lo hacen por altruista sentido de Estado, sino por rastreros cálculos electorales: como todos. El vencedor inconsolable, como le ha calificado Ignacio Camacho, condicionó cuanto pudo a Rajoy durante la campaña sin sacar luego fruto alguno del poder propio ni de la debilidad ajena. Alguien deberá sacar conclusiones. Estos son los bueyes con los que hay que arar. O Rajoy busca la base mínima de consenso para salir de la crisis todos juntos, cediendo por tanto cada uno en sus pretensiones, o en caso contrario el sino nefasto de Papandreu empezará a planear como un águila sobre su cabeza. No era Zapatero, era la crisis. No era la socialdemocracia, era la crisis. Las crisis son las que destruyen los gobiernos, con independencia del esfuerzo que con frecuencia hacen los gobernantes para destruirse ellos solos sin ayuda de nadie. Una vez el tsunami se llevó a la izquierda por delante, ahora le toca llevarse lo que queda, que es la derecha. Cabe que esta línea del agua marque el momento en que empezó la caída de la derecha. Pero que nadie eche las campanas al vuelo: así como la destrucción de la izquierda no significa automáticamente la construcción de la derecha, lo contrario tampoco es cierto. No olvidemos otras hipótesis menos convencionales que suelen acompañar a las crisis, capaces de rentabilizar con gran eficacia los escenarios de empeoramiento. Cuidado, pues, con las euforias futbolísticas que suelen acompañar a los resultados electorales. En circunstancias idénticas suelen subir los populismos extremistas de ambos signos.



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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Leopoldo Brizuela, Premio Alfaguara 2012

Leopoldo Brizuela En estos momentos, Rosa Montero (presidenta del jurado del premio Alfaguara 2012) acaba de anunciar el nombre del ganador del premio Alfaguara 2012: Leopoldo Brizuela. Una novela hipnotizante, sin grandilocuencia ni melodramatismo, que sucede en un periodo de violencia Argentina. Un Thriller existencial, lo calificó. Dijo: ?Leopoldo Brizuela  mundo es amenazador, pero esa amenaza está, mucha veces dentro de nosotros?. Así da la noticia El País. La novela se presentó con el título Una misma noche y su nombre real es La repetición. La agencia Schavelzon ha dejado enlazada el tema del libro:

Una madrugada del año 2010, un escritor presencia, por casualidad, el asalto de una casa vecina. No es un robo más: una banda organizada, con acceso a secretos bancarios, conocimiento de los más sofisticados sistemas de alarmas, varios coches que controlan la zona, camiones, y hasta un patrullero de la Policía Científica. Al día siguiente, hablando con vecinos, el escritor confirma que los asaltantes son policías, y se entera de que las víctimas, una familia de riquísimos empresarios, han decidido, por temor, no hablar. Pero la conmoción más profunda se produce porque ya en el pasado ha vivido una situación similar a la que acaba de presenciar: una situación de la que él es el último testigo que queda con vida. El escritor recuerda que en el año 1976, (el primero de dictadura militar en Argentina), esa misma casa fue asaltada por un grupo para policial que busca a Diana Kuperman, una abogada vinculada al grupo Graiver, una poderosa empresa bancaria e industrial, acusada de financiar a la guerrilla, con argumentos antisemitas apenas velados. El escritor entonces tenía apenas trece años; junto con sus padres fue obligado a participar del hecho. Entonces, también, el silencio buscó el olvido. Pero ahora, treinta y cuatro años después, el escritor decide escribir y publicar la historia de la que ni él ni sus padres hablaron jamás. ¿Cómo es posible que la estructura criminal montada por la dictadura hace décadas sobreviva hoy, intacta, en 2011? ¿Y que la gente común tenga la misma serie de actitudes, los mismos miedos? Solo descubrir el pasado le permitirá al escritor liberar el presente. La novela, que en principio tiene carácter íntimo, toma increíbles derivaciones cuando el gobierno actual decide reabrir la investigación sobre el grupo Graiver, y de cómo la dictadura militar, por medio de la difamación, la tortura y el asesinato, obligó a la familia a entregar su imperio económico, entre ellos la única fábrica de papel del país Papelprensa, de la cual todavía hoy depende toda la prensa impresa del país. Los secretos que el escritor desentierra de su propia memoria dejan al descubierto un intrincado laberinto de mafia y poder, en que el mismo escritor termina arriesgando su seguridad personal. Con una estructura de thriller -en que el narrador es a la vez la víctima y detective. La repetición reflexiona del papel del ciudadano en los tiempos del crimen organizado, sobre la memoria y nuestra capacidad de representar la experiencia del horror; sobre todo, el intolerable recuerdo de la propia cobardía.



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26 de marzo de 2012
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El problema no son las princesas

  Millones de niñas sueñan cada día con un hechizo, un vestido de color rosa y un caballo blanco. El príncipe, en realidad, es lo de menos; de hecho, apenas aparece en sus juegos aunque su presencia ?casi siempre al final del cuento? haya causado gran revuelo en el mundo de los adultos. Tanto desde lo políticamente correcto como desde una perspectiva crítica ?la que ha intentado darle la vuelta a los clásicos de los Grimm convirtiendo a Caperucita en una niña deslenguada o al lobo en un pobre bicho asustado?, se argumenta que lo más nocivo de los cuentos de hadas radica en el ideal de dependencia que proyectan. La incompletud de los personajes femeninos, que sólo puede remediarse con la intervención de un caballero salvador, amplificando la vulnerabilidad de las princesitas y glorificando un romanticismo tan venenoso como la manzana de la madrastra. Pero en los cuartos de juego, lo más significativo es la escenificación del cuento en sí mismo: el vestido como contraseña para acceder a un mundo mágico; el castillo que imprime una atmósfera misteriosa y, sobre todo, la pasión por el papel de princesa, una palabra polisémica en la más tierna infancia. Ni de lejos la idea fuerza la aportan los príncipes sino los personajes secundarios. Vean si no Blancanieves, uno de los clásicos eternos que ahora vuelve a la gran pantalla con Julia Roberts de madrastra y Lily Collins en el papel principal (y en junio, en una versión más punki, con Kristen Stewart y Charlize Theron). Hay imágenes en este cuento que producen mucho más sobresalto que el beso del príncipe: cuando la madrastra le habla al espejo, el heigh-ho de los siete enanitos (un modismo anglosajón que expresa cansancio y que en castellano perdió todo el sentido) y la manzana envenenada, que simbolizan, respectivamente, la envidia, la rutina y el engaño. Hoy la palabra princesa sigue vendiendo. Lo saben la monarquía británica y la factoría Disney, que se ha forrado con sus muñecas cursis, pero también con las más marginales como Mulán, Pocahontas o Tiana, que rompió con el llamado complejo de cenicienta buscándose la vida y abriendo un bar con su pareja. Pero ni las princesas tradicionales ni las más diseñadas son tan alarmantes como los mensajes que envía cada segundo nuestra sociedad hipersexualizada. La misma que se echa las manos en la cabeza ante la rosificación de los grandes almacenes mientras no deja de insinuarse en los platós acentuando la frontera entre lo naif y lo procaz. La inocencia es un valor a la baja, porque ¿quién la defiende y la alienta? No basta criticar con remilgos la tradición de los tóxicos cuentos de hadas sin advertir el efecto espejo que producimos entre los pequeños, como si en verdad quisiéramos que se parecieran a nosotros en lugar de parecernos un poco más a ellos.

(La Vanguardia)

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26 de marzo de 2012
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Sol en invierno

Como los británicos que llegan a Alicante en avión y no salen, hasta su regreso, del coto cerrado de Benidorm, muchos españoles viajan al Caribe sin pisar las ciudades que no ofrezcan primera línea de playa, hoteles "all inclusive" y el azar del casino o el ligue. La República Dominicana, destino cada vez más propuesto por las agencias, tiene, como Jamaica, Cuba o Cancún, sus grandes centros de atracción, siendo los más conocidos los situados al este de la isla, Punta Cana y Playa Bávaro, sin olvidar los también hermosos arenales del norte, Puerto Plata y otros puntos de la llamada Costa del Ámbar, bañada por el Atlántico. Mi viaje, que también tuvo playa y una hermosa naturaleza interior, se concentró en tres provincias del centro meridional, Santo Domingo, San Cristóbal y Azúa, exactamente llamada Azúa de Compostela, pese a lo cual sus bellezas no son arquitectónicas sino las de un frondoso paisaje de palmeras cocoteras, ‘mings' y flamboyanes, que amenizan con el rojo anaranjado de sus vistosas flores los caminos rurales y ríos practicables que rodean la grata ciudad de San Juan de la Maguana.

   Santo Domingo es una urbe grande y extensa, con una población de más de dos millones y medio de habitantes, lo que significa que en ella vive casi un tercio de todos los del país. Muy volcada hacia el mar, gracias a su Malecón de más de siete kilómetros de longitud, también tiene sus zonas altas humildes y sus barrios residenciales, todos con la abundancia de parques que el clima húmedo y estacionalmente lluvioso favorece. Merece una visita la céntrica Plaza de la Cultura, un amplio espacio abierto y arbolado donde se hallan los edificios de la Biblioteca Nacional, el Teatro Nacional y una variedad de museos, siendo el de mayor interés la llamada Galería de Arte Moderno, interesante por su edificio y por su colección, en la que pueden verse buenos cuadros del pintor español Vela Zanetti, de quien volveremos a hablar.

      Lo más destacado de la capital es, por supuesto, su Zona Colonial, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990. Bordeada al sur por el puerto y el fin del Malecón y al este por el río Ozama, que parte la ciudad en dos, la Zona Colonial tiene un airoso reducto militar del siglo XVI, la Fortaleza Ozama, aunque lo que da carácter y encanto a la zona es el trazado de sus calles nobles, y en especial la de Las Damas, con una serie casi ininterrumpida de palacetes y casones renacentistas a ambos lados de la calle. La calle de las Damas desemboca al norte en la monumental Plaza de España, donde conviven con las históricas Casa de Colón y Real Audiencia (sede del interesante museo de las Casas Reales) algunas moles trujillistas, nada feas, de inspiración tardo-fascista, así como los restaurantes más prototípicos de la ciudad. Del Santo Domingo colonial vale la pena su catedral, más hermosa por fuera que por dentro, aunque su interior ofrezca, al lado de algún bello sepulcro esculpido, una peculiaridad para mí enteramente nueva: está refrigerada, y a una temperatura que puede hacer, si uno no posee el calor interno de la fe, tiritar de frío. La catedral ostenta con orgullo el rango de Primada del Nuevo Mundo, y esa primacía se repite en otras instituciones del país, primero al que llegó en su viaje descubridor Cristóbal Colón, bautizando la isla (hoy repartida entre Haití y la República Dominicana) como La Hispaniola. Para honrar a Colón, la capital levantó un Faro gigantesco con dependencias diversas y una potente luz nocturna que no pocas veces, me cuentan, produce apagones en la ciudad. Carece de interés, salvo para colombinos acérrimos, y puestos a buscar un hito simbólico me quedo con la también grandiosa estatua a Fray Antón de Montesinos, un dominico español representado, de modo extraordinariamente elocuente (sobre todo si se ve a una cierta distancia desde el Malecón), en el momento de pronunciar el sermón del cuarto domingo de Adviento del año 1511, defendiendo a los nativos indios taínos frente al atropello de los conquistadores.

     Las mejores y menos desnaturalizadas playas para una excursión corta desde Santo Domingo están al oeste de la capital, en la provincia limítrofe de San Cristóbal, que fue el predio del general Rafael Leónidas Trujillo, nacido en la homónima capital. Trujillo, inmortalizado tenebrosamente en la magnífica novela de Vargas Llosa ‘La fiesta del chivo', sigue aún latente en el país cincuenta años después de su asesinato, ejecutado, por cierto, en el Malecón de Santo Domingo, en un punto que está hoy señalado. Y en su ciudad natal de San Cristóbal, mimada durante los treinta años de su tiránico gobierno (1930-1961), erigió numerosos edificios civiles y religiosos, encomendando grandes conjuntos murales al citado Vela Zanetti, un republicano de tendencia anarquista que, entre otros españoles huidos de la España franquista, halló paradójico refugio en este país caribeño dominado por quien tan próximo estuvo a Franco. En Santo Domingo (llamada en la dictadura Ciudad Trujillo) sigue abierto y haciendo buen café, en la céntrica calle peatonal de El Conde, La Cafetera, local un tanto triste pero con atmósfera, que fue el refugio preferido de nuestros exiliados. Fuera de San Cristóbal, y entre las playas de Najayo y Palenque (mi preferida), quedan en estado semi-ruinoso la Casa de Caoba y algún otro de los ‘picaderos' lujosos adonde Trujillo llevaba, seducidas o forzadas, a sus conquistas femeninas.

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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Maniobras geopolíticas de la mente

La crisis abre horizontes. Y también cerebros. Despierta la creatividad. Acerca a la realidad posibilidades apenas soñadas. No todo va a ser recorte y sufrimiento. Los proyectos y empresas con profundidad estratégica cuajan durante las crisis y arrancan cuando se avizora la salida del túnel. Hay numerosos proverbios acerca del asunto. Fukushima nos ha dado la imagen plástica de los paisajes después de la crisis y su primer aniversario nos ilustra sobre la dificultad para empezar de nuevo. Seguirá adelante quien se mantenga en pie y tenga una idea, un proyecto, como el pino solitario de Rikuzentakata, convertido en símbolo de la supervivencia.

El presidente de la consultoría política Eurasia Group, Ian Bremmer, ha realizado unas observaciones sobre Grecia en esta dirección, que nos aleccionan sobre los cambios que vamos a ver en cuanto la polvareda se deposite sobre el suelo. Sus ideas, expuestas en un artículo en el Financial Times, son auténticas maniobras mentales geopolíticas, ejercicios probabilísticos para anticipar el futuro que nos pueden servir para orientarnos en el presente. La cuestión va de Grecia, país que tiene todos los motivos para seguir en la Unión Europea, según nos explica Bremmer, después de recibir el paquete de 170.000 millones de euros, de los que 130.000 salen directamente de los bolsillos de los otros países socios. Los griegos, sin embargo, se hallan en una trayectoria de alejamiento respecto a la UE, que probablemente se agravará en las próximas elecciones. No se trata únicamente de la hipotética salida del euro, evocada primero y temida después desde la propia Alemania. Los europeos tendemos a pensar nuestra realidad en términos monetarios y económicos, en consonancia con la geoeconomía en boga, pero solemos olvidamos las consecuencias de este tipo de decisiones en la política, la defensa o las relaciones exteriores. Bremmer hace notar que el resentimiento contra los alemanes y la ausencia de modelo de crecimiento puede conducir a los griegos a optar por un camino alejado de los otros europeos. Y lo señala: el que conviene a las potencias emergentes. Una compañía china ya opera el puerto del Pireo. La rusa Gazprom está atenta a la privatización de las operadoras griegas del gas. Si Atenas alquilara el uso de su puerto a la flota rusa podría sacar hasta unos 200.000 millones, más que el paquete de ayudas de la UE y del FMI, en un contrato de entre 30 y 50 años. Por cierto, en la mesa del Kremlin donde se toman las decisiones más graves está cuestión ya tiene carpeta: si la flota rusa tiene recambio para los puertos sirios de Latakia y Tartus, Moscú podrá prescindir más fácilmente de su amistad con su sanguinario socio Bachar el Asad. Es urgente que en Bruselas (UE y OTAN) se pongan en marcha maniobras mentales como estas.



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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Vila Matas y Herralde sobre Tabucchi

Antonio Tabucchi. Foto: Daniel Mordzinski Jorge Herralde, el principal editor de Antonio Tabucchi, recuerda en una crónica en El País cómo conoció al autor italiano. Dice:

Me enteré de la existencia de un escritor llamado Antonio Tabucchi en la Feria de Fráncfort de 1983. En el diminuto stand de la muy exquisita editorial Sellerio había un ejemplar de un libro también diminuto, Donna di Porto Pin, sin ninguna indicación ni en la contraportada ni en la solapa acerca del autor. Le pregunté al joven y amable muchaho que atendía el stand y no tenía idea del tal Tabucchi pero me invitó a llevarme el ejemplar. Lo leí la misma noche, me dejó absolutamente seducido, me pareció una joya, y lo recomendé con fervor a dos colegas amigos, el francés Christian Bourgois y el alemán Klaus Wagenbach, que también lo publicaron. Recuerdo tantos gratísimos encuentros con Antonio (muy a menudo con Maria José), su sentido del humor, entre espontáneo, surrealista y a veces algo cattivo, algo malévolo, su gran curiosidad, su carácter mercurial entre la euforia y la depresión, y también su aguda conciencia ciudadana, su reiterado malestar con la política italiana.

Por otra parte,Enrique Vila Matas ha publicado también en El País un artículo recordando al amigo de infancia. ¿De infancia? Sí, porque como comenta en un texto publicado hace varios años, por coincidencia ambos veranearon en el mismo balneario cuando Tabucchi tenía 10 años y Vila Matas 5.El texto se llama ?Me llamo Tabucchi, como todo el mundo? y se publicó en el libro de ensayos de Vila Matas Una vida absolutamente maravillosa El texto que publica en El País hoy dice:

Junto al inventor de recuerdos y el hacedor de ficciones había un Tabucchi comprometido con la realidad, un escritor que entendía que Berlusconi había creado un mundo ficticio gracias a su imperio televisivo y mediático y que los italianos habían terminado por caer en una especie de Show de Truman del que no saldrían en años, por mucho que Berlusconi se hubiera ya largado. No había que olvidar, decía, que el show había producido leyes muy concretas y un pavoroso régimen. Y menos aún olvidar las responsabilidades de quienes habían sido condescendientes con tan grotesco espectáculo. Tabucchi tuvo que huir cuando aquel espectáculo italiano infame afectó ya seriamente a su vida. Se marchó a Lisboa, y allí a veces escribía sobre la isla de Corvo y sobre la lejanía. Yo he escrito toda la vida sobre Dama de Porto Pim, libro de cabecera y artefacto literario que en ocasiones contemplo como si fuera un Moby Dick en miniatura. Sus menos de cien páginas componen un buen ejemplo de libro de frontera, de artilugio compuesto de cuentos breves, fragmentos de memorias, diarios de traslados metafísicos, notas personales, biografía y suicidio de Antero de Quental, astillas de una historia cazada en la cubierta de un barco, mapas, bibliografía, abstrusos textos legales, canciones de amor: elementos a primera vista enemistados entre sí y, sobre todo, con la literatura, transformados por una firme voluntad literaria en ficción pura. Un libro memorable, como tantos otros suyos: Réquiem, Nocturno hindú, Pequeños equívocos sin importancia, Sostiene Pereira, Se está haciendo cada vez más tarde. En cuanto a Corvo, se trata de la isla más remota de las Azores. Solo se puede llegar a ella en barco. Nunca olvidaré el día en que desembarcó allí Tabucchi y vio a un hombre que tenía un molino de viento para triturar el grano y que le preguntó estupefacto: ?Señor, ¿qué es lo que ha venido a hacer a esta isla??. A Corvo se va por ir, supe luego que pensó Tabucchi, a quien le habría gustado ser uno de los portugueses que llegaron en el siglo XV por primera vez a las Azores y encontraron un paraíso. Era aquella una época sin duda remota y en la que aún existían los cachalotes. Época que se ve hoy, con profundo dolor, ya tan lejana, y sin embargo, por raro que parezca, verdaderamente vivida.



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26 de marzo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La estrategia de Leviatán

Al dibujar al Estado como una perversa bestia de los mares, feroz e implacable, Hobbes no exageraba. Si nuestra especie ha debido valerse de su cruento poder, ha sido por una necesidad extrema: limitar los excesos que nosotros mismos, lobos humanos, cometemos unos contra otros. Pero ese monstruo necesita, a su vez, de ataduras que moderen sus tentaciones asesinas y lo tornen predecible: las leyes. Al Estado tendríamos que verlo, pues, como a una ballena hambrienta y sanguinaria que, bien encausada por medio de estas redes y arpones, nos protege de nuestros lados más oscuros.

 

            Los gobernantes democráticos, por ello, han de ser particularmente cuidadosos a la hora de montar al monstruo y conducir su andadura: si, en vez de domarlo, el jinete libera sus instintos, éste puede regresar a su estado salvaje y destruir todo lo que halla a su paso. No se equivoca Giorgio Agamben al señalar que el "estado de excepción" es el mayor atentando a la legalidad que puede concebirse en nuestro tiempo. Al suspender o reducir los derechos individuales -al consentir que el Leviatán se desboque-, aduciendo excusas siempre a la mano, los ciudadanos quedan desprotegidos o, peor aún, amenazados por ese terrible guardián que en teoría debía cuidar de ellos. 

            Lo peor es que este "estado de excepción" no necesita ser declarado públicamente: basta con que el gobernante aduzca una condición de emergencia -una amenaza inminente por parte de terroristas o narcotraficantes, por ejemplo-, para que los distintos órganos del Estado, y en especial sus fuerzas de seguridad, encuentren una justificación ideal a sus abusos. Así ha ocurrido en los Estados Unidos de Bush y, tristemente, también en los de Obama: para el primero, la amenaza islamista hizo válida la guerra preventiva y, para el segundo, los asesinatos extrajudiciales de supuestos terroristas, incluidos los ciudadanos de aquel país.

            Una de las consecuencias más perversas de la "guerra contra el narco" (aunque ahora el gobierno procure ya no emplear este nombre) es que de manera subterránea, nunca explícita, ha terminado por alentar la violación de la ley por parte de los cuerpos de seguridad en aras de proteger un engañoso bien superior: la integridad de la República, la seguridad de los ciudadanos, los derechos de las víctimas. Al convertir al país en campo de batalla y al dividir a los ciudadanos en buenos y malos -el ejército y la policía, de un lado; los narcos, del otro-, se generó un escenario propicio para la violación sistemática de derechos humanos, incubada de por sí desde hace años en nuestro imperfecto estado de Derecho.

            El caso de Florence Cassez aparece, en este escenario, no como una excepción sino como un síntoma. La creación de un ambiente de zozobra y miedo, sumado a unas fuerzas de seguridad que buscan a toda costa demostrar su aciertos, fue el caldo de cultivo que impulsó a las autoridades -repito: a las autoridades- a violar las más elementales garantías de defensa con el objetivo de mostrarse como eficaces instrumentos de esa ley que en el fondo tanto desprecian.

Lo peor es que no parece tratarse de un hecho aislado, sino de un ejercicio sistemático por parte de los encargados de la administración de justicia en nuestro país. Más allá de la culpabilidad o inocencia de los detenidos, lo intolerble aquí es el arrogante ejercicio del poder que permite suplantar la realidad de un arresto con un simulacro para el consumo exclusivo de los medios. Esta estrategia -la estrategia de Leviatán- resulta tan monstruosa que llama la atención la desfachatez con que el gobierno ha querido minimizarla.

Aun si Florence Cassez fuese culpable -aunque, como señaló Héctor de Mauleón tras revisar el expediente, el propio montaje impide discernirlo con certeza-, no sólo resulta engañoso, sino vil, apelar a los derechos de las víctimas para justificar esta brutal operación del Estado. Una operación que, insisto, parece formar parte de una estrategia general de combate a la delincuencia organizada. Por eso irrita tanto que inflamados voceros de las víctimas aplaudan la condena a la francesa: no se dan cuenta de que, al hacerlo, en realidad celebran el virtual estado de excepción que prevalece por culpa de la "guerra".

Lo mismo puede decirse a partir del informe presentado por el capítulo mexicano de Article 19 hace unos días: el que la mayor parte de los ataques sufridos por los periodistas en nuestro país sean cometidos por distintas autoridades es una prueba más de que las fauces del Monstruo permanecen abiertas. Bastante malo es que haya corrupción, tortura y malas prácticas en nuestro sistema de justicia, pero que éstas se justifiquen a media voz, como males necesarios en la lucha contra el crimen, supone uno de los mayores actos de degradación moral que una sociedad puede permitirse. 



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25 de marzo de 2012
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El Boomeran(g)
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