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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nuestros Cervantes

La Atenas de Pericles. La Roma republicana. El Renacimiento italiano. El Siglo de Oro español. La Inglaterra isabelina. El Siglo de las Luces francés. El Romanticismo alemán. La Viena fin-de-siècle. Bloomsbury. La Generación del 27. ¿Cuál es la razón de que, en un tiempo y en un espacio bien definidos, haya una acumulación de talento que parecería rebasar cualquier distribución lógica? ¿Cómo es posible que, en una época y un lugar determinado, convivan tantos seres excepcionales al lado de unos cuantos genios?

            Sin abundar en los motivos de este fenómeno, sin duda ciertos lugares se han visto beneficiados, en momentos clave, por la actividad de individuos sorprendentes, capaces de descollar en algún área del conocimiento. De la literatura en el Siglo de Oro a la física en la Alemania de fines del xix y principios del xx, podría pensarse que la inteligencia llama a la inteligencia y que la simultaneidad de Lope, Calderón y Cervantes, o de Einstein, Heisenberg y Schrödinger, brota de una suerte de caldo de cultivo -un Zeitgeist o "espíritu de la época"- que, jalonado por unas cuantas mentes brillantes, se expande y contamina a muchas otras.

            La concesión del Premio Cervantes a Elena Poniatowska parecería confirmar que, por lo menos en términos literarios, México -en el ámbito conjunto de América Latina- ha vivido unas décadas extraordinarias desde fines de la segunda guerra mundial (o desde la emblemática publicación de Pedro Páramo en 1955). Su galardón se suma a los de José Emilio Pacheco (2009), Sergio Pitol (2005) y Carlos Fuentes (1987), todos ellos parte de la Generación de Medio Siglo que, bajo el impulso de otro de nuestros Cervantes, Octavio Paz (1981), transformaron radicalmente nuestro panorama intelectual. Si bien los premios pueden resultar engañosos, pues responden a consideraciones que van más allá de lo puramente literario, en el caso de nuestros Cervantes deberían servirnos como guías de un momento excepcional de nuestras letras, animado tanto por quienes lo han recibido como por quienes, por un motivo u otro, no se hallan en la lista.

Por la resonancia de su obra en todo el mundo, Fuentes ha sido visto como cabeza de su generación, al tiempo que Pacheco, Pitol y Poniatowska forman una especie de equipo juvenil dentro de ella -en la que se hecha en falta la ácida sensatez de Monsiváis-, pero entre unos y otros hay una buena cantidad de figuras que, con idéntica fuerza, despuntaron a partir de la publicación de la revista universitaria Medio Siglo (dirigida por el propio Fuentes), de la eclosión artística desarrollada en la Casa del Lago, la efervescencia de la revista de la Universidad de México, la Revista Mexicana de Literatura y el suplemento "La Cultura en México" de Siempre! y, poco después, a partir de su brutal confrontación con el poder priista durante el movimiento estudiantil.

De este modo, el Premio Cervantes a Elena Poniatowska -la voz que mejor catalizó las voces del 68-, debería impulsarnos a releerla a ella y a releer a sus compañeros de batallas: a Jorge Ibargüengoitia, que a últimas fechas ha gozado de un merecido revival en todo el ámbito hispánico por su mordaz descripción de la vida en México, a Salvador Elizondo y Juan García Ponce, autores de dos de las mejores novelas escritas en nuestro país, la concisa y perversa Farabeuf y la monumental e igualmente perversa Crónica de la intervención, a Inés Arredondo, creadora de algunos de los mejores cuentos mexicanos, a Juan Vicente Melo, cuya Obediencia nocturna le merecería ser rescatado de un injusto olvido, y, por supuesto, a Fernando del Paso, que con José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio creó el mayor fresco narrativo de nuestra época, paralelo a la "Edad del Tiempo" de Fuentes.

Educados bajo el autoritarismo postrevolucionario y miembros de la incipiente burguesía que se consolidaba entonces, todos ellos vivieron las contradicciones de un sistema que se presentaba como una democracia sin serlo, y se aprestaron a demolerlo intelectualmente -fuese con el ácido humor de Ibargüengoitia, los esperpentos de La región más transparente, la irreverencia erótica de García Ponce o la crítica social de Poniatowska y Monsiváis-, decididos a que el lenguaje literario fuese el arma natural para combatir los dobleces e hipocresías de la lengua oficial. Aprovechemos, pues, el inicio de la Feria del Libro de Guadalajara para reivindicar el espíritu crítico de todos ellos, nuestros Cervantes.

           

Twitter: @jvolpi

 



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1 de diciembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ríos avergonzados

El río Mediavilla de Tudela, que no llegará a los cuatro kilómetros de largo desde su nacimiento en Canraso hasta el Ebro, es casi protagonista de un cuento de Iribarren que nos gustaba mucho, donde dos chavales lo exploran bajo las calles y edificios urbanos para no ir a la escuela. Durante años, vivimos en una casa desde donde veíamos su cauce mínimo y exangüe, todavía sin cubrir, antes de que fluyera por debajo de la iglesia de san Nicolás. Según los  historiadores, el río Mediavilla se llamó antes Merdancho que, por lo visto, no sonaba bien.
 
En Nájera también hubo un río Merdancho, igualmente llamado Merdánix, Merdaniel o Sórdido, en busca del eufemismo perdido. Pasaba por el centro de Nájera, se adentraba en la ciudad por el sur y corría entre las casas de la calle Santiago y las de la plaza del Mercado, hasta la iglesia de San Miguel y la calle las Parras, hasta desembocar en el Najerilla.
 
El río y la calle Merdacho en Sorzano mantuvieron el nombre hasta casi este siglo. También lo hizo el río Merdancho, que excavó con paciencia fluvial el  celebrado desfiladero de Pancorvo, y ahora lo llaman Oroncillo. 
 
Entre los Merdanchos que aún mantienen el nombre, está el que fluye al pie de  la famosa Numancia antes desembocar en el Duero, el arroyo Merdancho en Albacete, y el generoso Merancho que riega Murcia y Alicante.
 
Casi siempre se trata de arroyos y riachuelos. En la documentación de la abadía de Cluny se describe un lugar en ripa rivuli, qui Merdantius dicitur, y otro como rivum quæ appellatur Merdanzonum, que recuerda la antigua riera Merdança en Barcelona, que corría ante Santa María del Mar. A propósito del río Merder en Vic, en el pasmoso Orígenes históricos de Cataluña, se informa que “la pureza del agua se significó (en catalán) por medio de la palabra merder” y así explica riera Merdança, riuo Merdario, riuo Merdero, riunculo Merdanciano, torrente Merdancio, rinulum Merdançano y otros muchos.
 
También en Livorno disfrutan de un río Merdancio. Y, si nos asomamos al Hérault y la comarca de Montpellier, encontramos repetido el arroyo Merdanson, el Merdoux, el Merdeaux, el Merdols, el Merdantio, el Merdalon y otras variantes. Muchos arroyos y corrientes con nombre parecido han cambiado su denominación original por un eufemismo.
 
Lo cual hace pensar que se trató de un hidrónimo frecuentísimo. Las explicaciones, quitando la de la pureza catalana, suelen ser del estilo de “la calle Merdacho se llamaba sí de cuando no había desagües ni alcantarillas” o bien “c’étaient des ruisseaus collecteurs d’immondices”.
 
Pero ya toca saber que no fue así. El origen del Merdancho y sus incontables primos es la divinidad celta Smertatius, (cfr. smertatius > merdatius > merdancio > merdacio ) de cuyas funciones poco sabemos, pero  una vez establecido su empleo como hidrónimo, habrá que revisar las alegres conclusiones, como la del celtólogo Vendryes, que lo asimilan con el dios Marte.
 
La presencia de un derivado de Smertatius en la hidronomía es un marcador seguro de la  presencia de un asentamiento celta. En el caso de Tudela, el origen celta del nombre de la ciudad está reforzado por el testimonio de Marcial (IV, 55) que enumera Tutela entre los nombres más ásperos de nuestra tierra (nostrae nomina duriora terrae) que “nosotros, nacidos de celtas e íberos, no nos avergonzamos de introducir en nuestros versos”. De la serie de nombres celtas enumerada por Marcial, hay dos de identificación segura, Tutela (Tudela) y Turasia (Tarazona), y otros dos, Cardua y Rixama, que están acreditados en otras fuentes epigráficas. El caso de Tutela tiene de singular que es una palabra de apariencia latina, pero en realidad se trata de una divinidad celta que presidía los manantiales y cursos de agua. 


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1 de diciembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La vida nueva de Silvio Berlusconi

El jueves fue el primer día del resto de su vida. Una vida más frágil y desprotegida de lo que haya conocido en los últimos 20 años. Ya no tiene inmunidad parlamentaria. El hombre más rico de Italia regresa a la nuda condición civil, como un italiano cualquiera. Llegó a la política para evitar la justicia y se va de la política cuando ya no hay obstáculo alguno que consiga frenar la apisonadora que es la justicia en un Estado de derecho. Sabe que le espera el cumplimiento de una condena de cuatro años de cárcel por fraude fiscal, que se convertirán en un año de trabajos sociales sustitutorios concedidos en atención a su edad y a su condición. Y que ha perdido el derecho pasivo de voto, es decir, la capacidad para presentarse a unas elecciones en los próximos seis años, hasta que tenga 83. Sabe también, ya sin escudo que le proteja, que será pasto de los fiscales y jueces que ha conseguido eludir hasta ahora en sus dos décadas de gloria. Il Giornale, su periódico, abría sus páginas el viernes con una crónica sorprendida por su primer día sin inmunidad: ?No hubo orden de detención. Tampoco citación ante la fiscalía. Nada de registro domiciliario ni policía golpeando de madrugada a las puertas de Arcore [su residencia a 25 kilómetros de Milán]. En su primer día como simple ciudadano no se han materializado las pesadillas que atormentaban el sueño de Silvio Berlusconi. Lo que, por supuesto, no significa que el peligro se haya disipado, porque Il Cavaliere sigue pensando que entre hoy y el próximo mes se enfrentará a sorpresas desagradables?. El hombre que ha dominado la vida política italiana durante los últimos 20 años tiene ahora el miedo en el cuerpo. Todavía tuvo arrestos para gallear ante una asamblea de sus partidarios, con patéticas denuncias de atentado a la democracia e incluso de golpe de Estado. En su primer día como simple civil quiso mantener la apariencia del líder de una fuerza política que piensa en las siguientes contiendas electorales y cuenta con programas de reformas políticas. Aunque en su boca suenan a hueco o incluso a burla cruel que se inflige a sí mismo. Después de que todos le hayan ido abandonando ?el último, su delfín Alfano; los penúltimos, la Iglesia y los empresarios; antes, la derecha europea con Merkel en cabeza?? serán ahora sus más íntimos allegados los que intentarán proteger sus intereses y protegerse a sí mismos de los últimos y agónicos coletazos del caimán. Los dirigentes de sus numerosas empresas e incluso sus hijos, a los que protegió desde el poder, ya no calculan a estas horas cómo salvar a quien no tiene salvación alguna, sino cómo proteger sus propios intereses para que no se los lleve el viejo saurio en su larguísima agonía. 



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30 de noviembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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68. Algunas ideas interesantes (porque son de otros)

Algunas ideas oídas en diferentes foros durante las últimas semanas, que me parecen interesantes, aunque no esté de acuerdo con todas, y que he ido apuntando. / Antonio Orejudo: "Internet está sobrevalorado". / Arcadi Espada: "el columnista es la muestra de la decadencia del oficio". / Daniel Innerarity: "En una sociedad compleja aumentan las cosas (...) cuya racionalidad debemos dar por supuesta". / Alejandro Fernández Aldasoro: "Estos chicos leerán los 5.000 libros que tienen en su ebook después de escuchar las 30.000 canciones que tienen también guardadas en él". / Innerarity: "La nuestra es la sociedad de la desinformación y del desconocimiento". / Pere Gimferrer: "João Cabral de Melo decía que no es posible ver una angustia amarilla, pero sí una virgen en un prado, y que la poesía debe plantearse cosas visualizables". / Orejudo: "la gente no entra en Internet para formarse una opinión, sino para ver reflejada la suya. El lector virgen no existe". / José Luis Moure: "El pueblo fija la lengua, como fija la ley". /   Espada: "Tan baratas son las opiniones que la gente las da gratis. Los hechos son caros, su naturaleza varia, multiforme (...) obliga a ejercicios estilísticos concretos y precisos". / Hernán Casciari: "Nos resultaría vergonzoso que se hiciera público nuestro historial de navegación de anoche". / Manuel Dávila: "es fácil encontrar a Bolaño en ediciones piratas, pero es imposible encontrarlo en una versión digital legal". / Tomás Granados: "los editores van a tener que pasar a ser productores como los productores de cine, además de creadores de los nuevos productos editoriales". / Espada: "Hay que tomarse en serio la repetición, esa música-máquina en que se ha convertido la difusión de argumentos en nuestro mundo". / Javier Celaya: "los editores locales deben traducir a otros idiomas a los autores locales, y no esperar a que los extranjeros los traduzcan". / Orejudo: "el hipertexto, a día de hoy, sigue sin parecerme un avance definitivo". / Roger Bartra: "Jacobi, en The Latest Intellectuals, explicó que las universidades estadounidenses habían aniquilado la bohemia intelectual, sacándola de la ciudad y llevándola a campus suburbiales, donde dejaba de ser visible políticamente". / José María Pozuelo Yvancos: "a día de hoy Internet no ha hecho sino aumentar la necesidad de una crítica hecha con conocimientos. Cuanto más gente hable y hable o escriba y escriba, y eso ocurre a diario en cientos de blogs, Facebook, Twitter, etcétera, más necesario será que haya especialistas capaces de que su voz sea distinta e informada". / Hernán Casciari: "ya no puedo escribir sin checar cada media hora el móvil". / Celaya: "los libros digitales deben ser pensados por sí mismos, atendiendo a las necesidades específicas de sus lectores". / Txetxu Barandiarán: "Por qué hablar de algo que no existe. Si no se crea en digital lo que se comercializa en digital es una mala copia y, además, casi siempre, con preservativo". / Alejandro Fernández Aldasoro: "Soy pesimista, pero no espero convencer a nadie de ello porque hasta en eso soy pesimista".



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29 de noviembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La ilusión del caballo

¿Puede ser que una sola carrera de caballos paralice a todo un país? Puede ser, aunque pueda no entenderse a la primera. Ni acaso tras varios intentos. Pero esto es lo que sucede en Australia con el Melbourne Cup Day (primer martes de noviembre) que absorbe la atención de todo el país desde las 3 de la tarde a unos tres minutos después cuando culmina la liza ecuestre más importante del año y en la que los australianos (y no australianos) cruzan apuestas por valor de cientos de millones de dólares.

Se trata pues no solo de una fiesta deportiva sino de una comunión lúdica, viciosa y entusiasta que mantiene en vilo al espectador durante un recorrido de 3.200 metros. El ganador de esa carrera internacional en la que participan los mejores 24 caballos con un peso mínimo de 49 kilos y una edad mínima de tres anos recibe más de tres millones de dólares: un 85 el propietario, un 10% el entrenador y un 5% el jockey. No hay nada , sin embargo, para el caballo pero su precio se multiplicará por cuatro.

Pero ¿cómo alcanza a ser tan importante en la cultura australiana una carrera de caballos? Fernando Savater contestaría que no se trata de algo australiano sino planetario y de esa forma trascendente se vive aquí por el pueblo llano y elevado ¿No hay una fiesta igual en su país?, me preguntan. Y a estas alturas ya no se sabe qué decir porque no hay razón para referirse a un Corpus Christi, a la fecha de la Constitución o al Día de la Raza. Nada es lo que era. Hasta los "clásicos" en el fútbol se han devaluado mucho mientras los clásicos en la Commonwealth se han hecho cada vez más más ricos.

El primer ganador de la Melbourne Cup tuvo por recompensa un reloj de oro, mientras el 'ultimo abarca millones de dólares. Lo hermoso es, con todo, la brevedad del acontecimiento (3 minutos y 20 segundos, este ano) y la intensidad que su celeridad suscita junto a la histeria que se vive en cada pub donde gritan entre montones de cervezas montanas de apostantes. Fiorente fue la yegua ganadora de este 2013, entrenada, por primera vez, desde el actual formato de 1875, por una mujer australiana, Gai Waterhouse, superestrella del mes.

Cada cultura, en cada tribu, tuvo en la prehistoria a un animal como tótem. De ahí debe de proceder el culto al dragón en China, a la vaca en la India o al toro en parte del Mediterráneo. En Australia, obviamente, debería ser obviamente el canguro y, sin embargo, el amor batiente está puesto en los galgos o en los caballos veloces. Ni la oveja, los marsupiales o los cocodrilos son sagrados. Más aún: en los ;últimos anos han entrado modestamente en el menú casero de modo que si en España se aprecia el rabo de toro aquí lo que cuenta, aun con bajo precio, es la cola de canguro. El guiso está bien si al comerlo se olvida la estampa del animal sacrificado pero no es tan suculento cuando el color ratonero del animal se suma al sabor del bocado.

Un estudio entre zoológico y antropológico daría la clave de esta relación cultural ambigua entre el animal omnipresente en el souvenir y el habitante australiano. De un lado el canguro procura una inequívoca identidad australiana, de otro lado es una identidad demasiado unívoca. Canguro por millones y por todas partes. Extrema reducción de la imagen australiana al cangurismo.

¿Nos quejamos en España de la simplificación flamenca y taurina? Pues he aquí la supersimplificación. Frente a la elegancia equina de la excitante y fashion Melbourne Cup, tan elegante y británica, la desastrosa figura de un pobre animal que se ha quedado, evolutivamente, sin poder ir hacia atrás y sin dos patas para correr más hacia adelante.

 



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29 de noviembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Desafío a la identidad

Esta recopilación de escritos de viajes (1950─1993) arranca con un texto de 1958 que no sólo da título al volumen sino que refleja lo que Bowles entendía por literatura de viajes, casi como si fuera un manifiesto. Y curiosamente recuerda en efecto a los manifiestos que tanto gustaban de lanzar los vanguardistas y que por lo general lo que de verdad ponían de manifiesto era la diferencia entre lo que decían y lo que hacían, o si se prefiere, la distancia entre teoría y práctica.
Desde finales de los años 50 a hoy han ocurrido muchos fenómenos fundamentales para entender la transformación sufrida en el concepto de viaje, y ahí están para probarlo la masificación del turismo, el uso universal del avión o la aldea global de Internet; las propias guías y las oficinas de turismo que ya proliferan incluso en los más remotos países bastarían para cambiar la costumbre social del viajar. Quiero decir que "Desafío a la identidad" ofrece ideas interesantes, pero también refleja el mucho tiempo pasado desde que fue escrito.
Pero es el propio Bowles quien pone de manifiesto el cambio experimentado por él mismo. Desde los 19 años en que se fue de casa y hasta bien cumplidos los 30, Bowles se sumergió en la cultura "con la voracidad omnívora del norteamericano libre". Anduvo de aquí para allá (por ejemplo en España) pero su aprendizaje fundamental lo llevó a cabo en París, donde además de visitar reiteradamente los templos culturales obligados frecuentó a artistas, intelectuales y gurús como Gertrude Stein, quien le ofreció dos consejos que se demostrarían decisivos: uno, que dejase de escribir poesía porque no era lo suyo, y dos, que se fuese a vivir a Tánger porque le resultaría mucho más provechoso que la Costa Azul. Y vaya si acertó.
Años más tarde, sin embargo, un Bowles más atemperado y bregado en el oficio de viajar escribía: "Si se me presenta la opción entre visitar un circo y una catedral, un café y un monumento público o una fiesta y un museo, me temo que por lo general me decantaré por el circo, el café y la fiesta". Sin ir más lejos, gracias a ese cambio de actitud disponemos hoy de un texto tan magnífico como "Café marroquí", capaz de suscitar en el lector un intenso anhelo que no puede ser nostalgia, puesto que no habrá conocido establecimientos como los que ahí se describen, pero sí un irremediable sentimiento de pérdida porque ya entonces Bowles los daba por perdidos.
Paul Bowles está tan indisolublemente ligado a Marruecos que todos los textos que abren esta recopilación (hablan de París, Turquía y España) no dejan de ser una introducción a veces curiosa, como la visión de esa Costa del Sol que para su desgracia acabaría conociendo muy bien debido a que su esposa Jane pasó allí los quince últimos años de su vida recluida en un manicomio.
La temperatura sube inmediatamente cuando se llega al kif, un amado compañero de viaje que le iba a acompañar toda la vida y acerca del cual ofrece toda su experiencia y conocimiento en forma de glosario. Y a partir de ahí empiezan las andanzas por Marruecos, primero un año entero grabando música tradicional por las montañas del Rif gracias a una beca de la Fundación Rockefeller [No resisto la tentación de plantear la pregunta de qué pasaría si nuestros grandes hombres de empresa (me refiero a los que no están en la cárcel) en lugar de comprarse aviones privados y yates gigantescos dedicasen una parte de sus pútridas ganancias a financiar iniciativas culturales como ésta] y luego viajes diversos motivados por la única razón válida para viajar, es decir, el mero gusto de hacerlo y conocer gentes, lugares y espacios como el Sáhara, del cual ofrece una de esas descripciones que provocan de nuevo en el lector la ineludible necesidad de pillar un avión para ver con sus propios ojos tantas maravillas como ahí se describen. Y lo mismo pasa cuando habla de de Tánger, Fez o Casablanca, esa ciudad que por culpa de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart sólo existe en la mentes de los cinéfilos fetichistas, quienes por consejo de Bowles deberían ir a buscarla en apartados callejones de Damasco o El Cairo porque la de verdad ni por asomo se parece a la de la película.
Lo que en definitiva transmiten los escritos de Paul Bowles es un rasgo personal muy característico y acertadamente resaltado por Paul Theroux en el prólogo: "Estos textos no sólo reflejan la larga y plena vida de Bowles sino que también iluminan sus brillantes ficciones. Ésa fue la vida que él eligió. Nunca transigió y siguió su camino de forma admirable, escribiendo lo que quería, sin hacer nunca nada que no quisiese hacer; y así hasta su muerte".

Desafío a la identidad (Viajes 1950─1993)
Paul Bowles
Traducción de Nicole d´Amonville Alegría y
Rodrigo Rey Rosa
Galaxia Gutenberg

 

 

 



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28 de noviembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Termodinámica

Sería una muy mala noticia que la tensión geopolítica siguiera la primera ley de la termodinámica o principio de la conservación (la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma). Así podría sugerirlo la escalada protagonizada por Pequín en el mar de China Oriental, que se produce con exacta simultaneidad al acuerdo nuclear de las seis grandes potencias con Irán, como si al alivio obtenido en Oriente Próximo correspondiera, como respuesta de la naturaleza, un incremento del riesgo en los confines marítimos disputados entre la segunda y la tercera economías mundiales que son China y Japón. No hay equivalencia entre ambos puntos de tensión, pero ambos son estratégicos. Uno en abierto declive, a pesar de Siria; el otro en abierta progresión, con momentos de intensidad creciente como los que se han registrado estos días: el sábado, cuando el acuerdo con Irán estaba ya saliendo del horno, China publicó el mapa de una nueva zona de control aéreo, ADIZ en la jerga aeronáutica (Air Defense Identification Zone), en la que se incluye el espacio aéreo de unos islotes y peñascos deshabitados disputados con Japón, Senkaku en japonés, Diaoyu en chino; el lunes Estados Unidos desenfundó sus dos B-52, los enormes bombarderos de la guerra fría, de la misma familia que los que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, con la misión de sobrevolar la nueva ADIZ china para desafiar la amenaza implícita de Pekín y demostrar su compromiso con la seguridad y el estatus quo de la región. Todo responde, como es habitual, a una jugada sutil de la cúpula china. El nuevo líder Xi Jinping, al que se le supone más duro y afirmativo en su política exterior que su antecesor, Hu Jintao, enseña las uñas por primera vez. Lo hace con un movimiento del juego del Go, una jugada de intimidación gradualista que solo en apariencia es insignificante: los vuelos en dirección a China que entren en esta área deben avisar, como ciertamente exigen todos los países en sus ADIZ, aunque en este caso se desliza la advertencia de que así deberá actuar cualquier avión, incluso si no se dirige a China. Es una forma de marcar el territorio y transmitir un mensaje inequívoco: soy una superpotencia con derecho unilateral a seguir arrellanándome en mis inmediaciones terrestres y marítimas. Oriente Próximo y el Mar de la China, como zonas de crisis e incluso de amenaza bélica, corresponden a dos épocas, pasado y futuro. Estamos tan acostumbrados a un Oriente Próximo permanentemente inflamado que se nos hace difícil imaginar un mapa del mundo en el que el principal foco de tensión e incluso de guerra abierta se haya movido hacia el Pacífico. Así será en las próximas décadas, según nos augura la cadencia de acontecimientos cruzados de este pasado fin de semana. El desplazamiento del eje geopolítico hacia Asia arrastra consigo la tensión militar. La afirmación de los países emergentes, como sucede con la globalización, no es pacífica por definición. Más que a la inexistente ley de la termodinámica geopolítica el sarpullido del mar de la China tiene toda la pinta de responder a un designio del nuevo liderazgo chino, que quiere someter a prueba a su socio, deudor y sin embargo adversario de Washington con una salva de aviso, simplemente para verificar su compromiso en Asia.



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28 de noviembre de 2013
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Asuntos metafísicos 25: singular pulsión en Leibniz…tarea inevitable en el pensamiento contemporáneo

Decía hace unas semanas  que Ortega ve en Leibniz  el paradigma de una especie de pulsión del pensamiento a explicitar principios y que se distancia de tal pulsión por el hecho mismo de intentar decir algo sobre la misma, es decir de intentar reflexionar el caso de Leibniz. Ya he indicado que, pese al título,  el libro de Ortega sobre la idea de principio en Leibniz habla más de Aristóteles que del propio Leibniz,.  Incluso en las  notas al pie de página se nota una especie de tensión, como una angustia de no llegar a superar los preliminares ("cuando lleguemos a Leibniz..." viene a decir). Y efectivamente el proyecto no es que quede eternamente diferido sino que de alguna manera es abandonado. Mas pese a ello  siempre he pensado que en el tiempo en que se halla embarcado en el asunto Ortega es uno de los  metafísicos de raza del siglo XX. Quiero con ello decir que la preocupación de  Ortega es un eco del problema al que inevitablemente se halla abocado el pensamiento filosófico por el simple hecho de prestar la debida atención a lo que dice la física.

La obsesión  leibniziana por  hacer explícitos principios a los que se responde sin conciencia de ello (como ya he dicho, principios que juegan un papel análogo a las orteguianas ideas que somos) vuelve a estar vigente precisamente porque se ha establecido en general la duda sobre los principios. La metafísica surge entonces como una necesidad de aclararse, aclararse en primer lugar sobre esa naturaleza por la que se  interrogan  desde  Erwin Schrödinger (dando un curso  sobre "la naturaleza y los griegos" hasta   Heidegger   (en su pregunta sobre qué es y como se determina la Physis) pasando por el propio Einstein o...  Zubiri,  pensador este último perjudicado simplemente por el hecho de vivir  no sólo en el contexto sofocante de una dictadura, (bajo la sombra nazi se expandía el pensamiento de Heiddeger), sino de una dictadura marginada culturamente en la Europa de la época. Mi hipótesis es que lo que está ocurriendo en el seno de la física marca tanto a los que no se refieren explicitamente a ella como a  los que no lo hacen. Y desde luego tras el cambio de siglo no ha cambiado la cosa sino quizás por el hecho de que ahora hay menos prejuicios para utilizar la palabra metafísica como hay menos prejuicios para utilizar la palabra ontología.

Sintetizo el punto central de las últimas reflexiones

Las ideas que somos, las ideas que dan soporte al pensamiento,  no son en general  pensadas ellas mismas o sometidas a juicio... de ahí lo original de la pulsión de Leibniz a explicitar principios generales. Pero estas ideas que somos, sí vienen inevitablemente a ser inevitablemente a ser objeto de reflexión si se da algún tipo de conmoción  en el conjunto de lo sustentado en tales ideas, algún tipo de  fallo en la previsible sucesión de los fenómenos o de contradicción en la descripción de los mismos, sea  esta  descripción ingenua o científica. Sentimos entonces  la imperativa  necesidad de volcarnos sobre tales ideas, de convertirlas en objeto de reflexión y  juicio. El ejemplo standard es el cúmulo de aspectos conflictivos en el seno de la Física que condujeron a Einstein a forjar una teoría que hacía recuperar la consistencia de la disciplina... al precio de repudiar como si se tratase de meros prejuicios las ideas preestablecidas de Tiempo y Espacio. Pero de alguna manera con la mecánica cuántica Einstein se ve confrontado a un reto más profundo y lo que eventualmente hay que sacrificar, es mucho más radical que el tiempo y el espacio.

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28 de noviembre de 2013
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