Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Nauru y Tuvalu

Con motivo de la visita sorpresiva del canciller Lavrov, un periodista me preguntó que pensaba yo de la instalación de una base militar rusa en territorio de Nicaragua; algunos opinaban, me dijo, que quienes se oponían era porque se trataba de una base rusa, pero no dirían nada si se tratara de una base de Estados Unidos. El argumento suena a falacia de la vieja guerra fría, porque no somos pocos los que en mi país estamos en contra de las bases militares extranjeras, sean de la potencia que sean.

En febrero, el ministro de Defensa, general Shoigú, anunció que se estaba  negociando la instalación de bases en Venezuela, Cuba y Nicaragua para el equipamiento, mantenimiento y abastecimiento de la flota área rusa en Latinoamérica. La declaración fue hecha en Moscú, y en Managua se guardó absoluto silencio.

Lavrov se fue tras reunirse con Ortega sin que aún se anunciara ningún compromiso referente a la base militar; simplemente dijo que en "situaciones bastante complicadas es importante sincronizar el reloj con nuestros aliados". Y Ortega aprovechó para revelar un misterioso acuerdo sobre "la exploración del espacio ultraterrestre para fines pacíficos". ¿Vamos a averiguar junto con los rusos si hay vida en Marte?

El visitante recibió el apoyo explícito de Ortega ante "la situación bastante complicada", que no es otra que la apropiación de la parte oriental de Ucrania, cuando dijo: "Nicaragua ha respaldado y continúa respaldando la decisión de la Federación Rusa para encontrar una salida a los focos que se han presentado en Siria y Ucrania".

Los vínculos de Ortega con Putin son más que estrechos. Cuando los territorios de Abjasia y Osetia del Sur fueron arrancados a Georgia, y Moscú los proclamó en 2008 países independientes después de intervenirlos militarmente, Nicaragua les otorgó reconocimiento diplomático, junto a las repúblicas de Nauru y Tuvalu. Y Venezuela. Cuatro países en total entre toda la comunidad mundial.

Nauru, un islote de Micronesia, tiene 21 kilómetros cuadrados y 13 mil habitantes. Tuvalu, en Polinesia, consta de 4 arrecifes de coral y 5 atolones,  con 25 kilómetros cuadrados y 11 mil habitantes; su altura sobre el nivel del mar es de 5 metros, de modo que se halla bajo la amenaza de dejar de existir ante un ascenso del nivel del mar.

En su designio de cercenar el territorio de Ucrania, Rusia ha abierto un nuevo capítulo de la guerra fría. Si un país como Nicaragua apoya esas políticas imperiales aplicadas antes a Abjasia y a Osetia del Sur y ahora a los territorios "rusos" de Ucrania, ¿no debería también apoyar a Inglaterra en su apropiación imperial de las islas Malvinas? El alegato es el mismo, allí viven ciudadanos británicos que se amparan bajo la bandera británica, y como son la mayoría, pueden decidir ser parte de Inglaterra por su libre voluntad votando en un plebiscito.

Es lo que Rusia dispuso para sellar la invasión silenciosa a Crimea, y es lo que se prepara a hacer ahora en los territorios orientales de Ucrania: que se convoque un plebiscito, mientras las milicias pro-rusas se hacen con el control militar. Y es lo mismo que hizo el tercer Reich para arrancar Bohemia, Moravia y Silesia a Checoeslovaquia. Para justificar la invasión, Hitler creó el Partido Alemán de los Sudetes. Y allí también se dio un plebiscito.

Rusia busca aliados complacientes en América Latina. Ya los tiene, Nicaragua uno de ellos. La pregunta es qué papel juega un país pobre y pequeño en este nuevo escenario de la guerra fría, tan lejano y ajeno, y qué papel nos ha asignado Rusia en su juego de pretensiones hegemónicas. Como si no tuviéramos ya suficiente con el que nos vimos obligados a representar en la década de los ochenta del siglo pasado, cuando terminamos desangrados por la guerra civil más larga y costosa de nuestra historia.

Leer más
profile avatar
7 de mayo de 2014
Blogs de autor

La pinchacondones

Hay un momento en que la adolescencia entra de nuevo por la puerta de casa, con sus mejillas encendidas, las cejas furiosas y un sudor feromonado. Algunos días llega con la sonrisa iluminada, el ensueño impresionando la mirada, y piensas: la habrá besado. O acaso le habrán dicho que es guapa. O puede que sólo imagine el día en que andará encima de los tacones que ha pedido para cuando cumpla los dieciséis. Pero otras tardes, los primeros pasos al cruzar el umbral truenan sordos, como aviso de que anda enrocada en un laberinto estéril de no-sé-qués capaces de hacer detestable la presencia materna. Los adolescentes a menudo emanan satisfacción, al igual que dudas, complejos, autorreproches, languideces y poca calma para mantener la alegría a pesar de los asaltos entregados, porque aún creen que el tiempo es una línea recta por la que se avanza y que invariablemente va mejor. Basta con dejarse ir suavemente. Negociar con ellos es un asunto fatigoso, pero también vitaminado: un acto de resistencia que te devuelve ese coraje juvenil que creímos invencible. Nunca convences a la primera, pero hay ideas que se posan en la mesilla de noche, junto al iPhone, y dos o tres días más tarde regresan amañadas con sus propias palabras. Aunque también hay noes, imprescindibles como el agua. El no a un adolescente es, para ellos, el dique que frena un poderoso deseo de elección, autoafirmación y libertad. Justo los valores que subliminalmente dice transmitir el comentado anuncio de Desigual con una chica que se prueba ropa delante del espejo y pincha condones. Un “grito a la liberación personal y al derecho a perseguir los sueños” según sus responsables, que se ponen la zancadilla al justificar que, sea como fuere, no pretenden “proponer patrones sociales de conducta”. Me parece muy bien que la chica que simula un bombo con un cojín reviente preservativos, como si quiere hacer globos con ellos. Pero ese anuncio de una marca que ha logrado un increíble éxito internacional, que visten muchos chavales en la edad del pavo, y que proclama con encantadora ingenuidad que “la vida es chula”, iba acompañado del rótulo: “Día de la madre”. Las cifras de embarazos infantiles no dejan de ser preocupantes: en el 2011 nacieron 3.289 niños de madres menores de 17 años en España, según datos del INE. Aunque no quiera ser ejemplar, ni proponer modelos de conducta, la publicidad no puede dimitir de sus responsabilidades. ¿Qué imagen de mujer se perpetúa con este spot? Como si hoy, para ser madre en solitario, se tuviera que recurrir a esos métodos tan rastreros que alientan al engaño y a la trampa, en lugar de recomendar una higiénica inseminación artificial. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
7 de mayo de 2014
Blogs de autor

La guerra en broma

La "drôle de guerre", la guerra en falso o de broma, fue la expresión acuñada por el periodista y novelista francés Roland Dorgelès   -hoy recordado tan sólo por esa frase y por ser el finalista del premio Goncourt que ganó Proust-  para referirse a las primeras escaramuzas de la segunda guerra mundial. Jean Echenoz hace en su última novela ‘1914' (Anagrama, traducción de Javier Albiñana) el libro menos grandilocuente y más elocuente sobre el anterior conflicto bélico a escala internacional del siglo XX, del que ahora se cumplen los cien años. Aquella primera guerra, que fue muy en serio desde su inicio, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, ha tenido una abundante literatura de ficción: novelas de inmensa popularidad como ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis' de Blasco Ibáñez. ‘Adiós a las armas' de Hemingway o ‘Sin novedad en el frente' de Erich Maria Remarque, y novelas de empeño y destacada calidad: ‘Tres soldados' de Dos Passos, ‘Tempestades de acero' de Jünger, ‘El diablo en el cuerpo' de Radiguet, y dos desbordantes tetralogías ‘La rueda roja' de Solzhenitsyn y ‘El final del desfile' de Ford Madox Ford, la segunda mucho más artística que la del premiado disidente ruso.

 

         Echenoz es un extraordinario escritor humorístico, y su método escueto, mordaz, elegante, aplicado en sus obras precedentes a las inventivas recreaciones biográficas del compositor Ravel, el corredor de fondo Zátopek y el científico de la electricidad Tesla, funciona con la misma gracia burlesca en ‘1914', una novela que refleja la carnicería humana de la Gran Guerra a la vez que cuenta con fulgurante sentido de la elipsis el "ménage-à trois" de dos hermanos convencionales y una mujer moderna. El libro tiene un arranque memorable, cuando el protagonista Anthime, al final de una apacible excursión campestre en su día libre del trabajo de contable en una fábrica de zapatos, queda sorprendido por la imagen de un raro parpadeo en los campanarios de toda la zona llana que divisa desde su bicicleta, y por el subsiguiente repique de las campanas que en su rebato anuncian la declaración de guerra. Lo que sigue, en sus menos de cien páginas, es el condensado de una original historia privada que se enmarca con destreza entre batallas y esperas: ciudadanos sin ninguna pericia militar que van a las trincheras, muchos a morir o ser mutilados, y una retaguardia de ancianos y mujeres sufriendo delegadamente la tragedia del frente. Con su habitual ironía, Echenoz afirma que comparar la guerra con la ópera es una impertinencia, en particular "cuando no se es muy aficionado a la ópera", aunque, insiste el narrador, "la guerra, como ella [la ópera], sea grandiosa, enfática, excesiva, llena de ingratas morosidades, como ella arme mucho ruido y con frecuencia, a la larga, resulte bastante fastidiosa".

      Hay pasajes que están entre lo mejor que ha escrito el autor francés: el casco de un proyectil rezagado que siega el brazo de Anthime, la descripción del combate aéreo que acaba con la vida de otro de los protagonistas. La voz narrativa es ahí seria, sin patetismo, como lo es el hermoso final de la continuidad amorosa en la paternidad. Pero el brillo principal lo da el humor: el recuento (entre las páginas 71 y 74) de los animales de todo tipo, incluyendo insectos parásitos, que acompañan el día a día de los soldados, ha de figurar como antológico en la obra de este incomparable novelista. 

Leer más
profile avatar
6 de mayo de 2014
Blogs de autor

Asuntos metafísicos 48: de nuevo el fantasma de la causa inversa

La conjetura del mensajero tachyon.

 La hipótesis de una partícula susceptible de trascender la velocidad de la luz[1]  ha sido avanzada desde hace casi cincuenta años, y en múltiples ocasiones precisamente para intentar dar respuesta al rompecabezas que para la visión clásica de la naturaleza supone el teorema de Bell. Si el acontecimiento  que constituye la percepción por el fotón F1  de la disposición del polarizador a  la izquierda es comunicado a velocidad supraliminar al fotón F2, espacialmente separado (en el sentido técnico arriba enunciado) del primero, cabe pensar que (con antelación al inmediato encuentro con su propio  polarizador) el segundo adapta su comportamiento a la información así recibida.

La hipótesis parece ciertamente fantasiosa:  ¿qué es esto de que  un fotón envía al tachyon como si fuera un espía? Y aun admitiéndolo, ¿de que forma esta información tiene peso para determinar el comportamiento del que la recibe? ¿Es acaso el fotón  un sujeto con una suerte de libre albedrío? Estas y otras  objeciones de sentido común no han impedido que la candidatura del tachyon haya sido promovida...en razón de considerar que no hay postulante mejor. Y sin embargo el tachyon presenta múltiples flancos débiles. Uno de ellos es el siguiente:

Se supone que el acontecimiento A que ejerce una influencia en el acontecimiento B es precedente en el orden temporal. Ahora bien la teoría de la relatividad restringida ha demostrado que para los acontecimientos espacialmente separados el orden temporal depende del referencial. [2] Si en nuestro sistema de coordinación, A precede en pocos segundos a B, en el sistema de coordinación de una entidad que se desplaza a una velocidad suficiente   (coordinación en el interior de un tren que circula realmente a alta velocidad) es B quien precede a A. Así pues, si para nosotros A tiene el lógico efecto sobre algo que viene después, para el observador instalado en el referencial que se desplaza  A tiene un efecto sobre algo, a saber B, que aconteció en el pasado.

De superar la separación espacial a actuar sobre el pasado. 

A estas alturas esto ya no debería siquiera resultar sorprendente. ¿No estamos hablando de superar distancias espaciales que, en un tiempo dado, parecían infranqueables para la propia luz? Un fotón no puede ni trascender la separación  espacial ni invertir el orden de precedencia temporal,   pero un tachyon, precisamente porque es capaz de  lo primero  lo es también  de lo segundo.   Sin embargo hay razones físicas para excluir la hipótesis, a saber que el tachyón que viajara en el pasado tendría entonces energía negativa, lo cual acarrearía  indeseables desequilibrios para el sistema en el que el tachyón opera.

Para evitar hablar de efecto sobre el pasado  existe un principio llamado de reinterpretación   que  invierte el sentido [3] de la partícula  "supraluminar", de tal modo que  B es entonces el emisor y A el receptor. No hay sin embargo mucha seguridad de que el expediente arregle las cosas y ello por esta simple razón: necesitábamos explicar una correlación consistente en que   dirigir el fotón   F1   hacia una u otra inclinación del polarizador   influencia el acontecimiento que constituye el encuentro de  F2, con su propio polarizador, no la inversa. Se han avanzado asimismo argumentos para superar esta objeción, los cuales a su vez han sido contestados. Pero no entraré, o al menos no por el momento, en esta casuística, no menos sutil que la -ya aquí considerada- surgida en  torno a la conjetura de Luis de Molina sobre la intervención en el pasado que supondría la incidencia de nuestra voluntad -de salvarnos o no-  en lo determinado de  una vez para siempre por el Señor.


[1]     El físico americano Gerald Feinberg fue pionero en introducir la hipótesis de los tachyones; "Possibility of Faster.-Than- Light Particles. Physical Review 159 1089-1105 (1967). 

[2]     Tal no es el caso de los acontecimientos que están temporalmente separados, pues la inclinación de los planos  de simultaneidad nunca alcanzan el cono de luz.

[3]     Con mayor precisión: reinterpreta el vector momento del tachyón en relación a las velocidades instantáneas  relativas a los tres componentes espaciales y al componente temporal, los diferenciales de todos ellos divididos por el diferencial del llamado tiempo propio

Leer más
profile avatar
6 de mayo de 2014
Blogs de autor

La ministra y la abaya

La ministra de Fomento, Ana Pastor, no le hace ascos a la abaya, esa túnica negra, el sobre todo que cubre la vestimenta de las mujeres del golfo Pérsico. Ya la utilizó en su viaje a Abu Dabi, sin tratarse de una exigencia para las extranjeras, cuyo único imperativo consiste en tener sentido común y no vestirse como para salir de noche. En la segunda gira en busca de dinero fresco por la meca del petróleo, Pastor escogió un nuevo modelo de abaya para el encuentro con el rey de Bahréin -el lupanar del Golfo, donde muchos saudíes escapan a fin de dar rienda suelta a sus deseos más lujuriosos, además de beber alcohol sin restricciones-. El gesto de la ministra, digamos de cortesía o propio de buena aduladora -radicalmente distinto al de su homónima, que entrevistando a Ahmadineyad dejó caer su velo-, mereció el inesperado piropo del monarca insular. Los países ricos de Oriente Próximo aún resultan incógnitas para el occidental. Es difícil no caer en el tópico de parques temáticos sin hechizo urbano donde sólo se puede pasear por los zocos o los centros comerciales refrigerados cuyos trampantojos imitan una ciudad veneciana, y sus bóvedas, un cielo cambiante. A media tarde, cuando el visitante ya se ha adaptado al artificio, la luminotecnia comandada desde pantallas de iPad oscurece las nubes de un azul violento, como si fueran verdaderas. Entonces, el ir y venir de oscuras abayas va dejando tras de sí un rastro de perfume penetrante, el bakhoor. Del primer impulso de rechazo al contemplar cómo avanza una multitud de mujeres con sotana y bolsos de lujo, hasta que se es capaz de descifrar la complejidad de los mensajes de su vestimenta, hay un mundo. En diferentes visitas a esta zona he advertido un fenómeno sutil pero categórico: la microrrevolución de la abaya. En un principio todas eran negras, lisas y a ras de suelo; y su principal función, aparentemente, consistía en invisibilizar. Hoy, cada vez se acortan más, mostrando tobillos -ese objeto fetichista desde que, en Europa, las mujeres de principios del XX empezaran a subir a los tranvías- y tacones de diez o quince centímetros. Existen las abayas de crepé o chiffon, con juegos de transparencias tras las que se adivinan unas piernas desnudas, incluso la forma del glúteo; con encajes en las mangas, geometrías azules y doradas, al estilo de las que se venden en la tienda del bellísimo Museo Islámico de Doha, obra de Ieoh Ming Pei. Los nuevos diseños pujan por elogiar la diferencia y multiplicar el efecto de “entrever, insinuar y provocar lentamente”. Así me lo han confesado sus portadoras, sin pudor. Y en verdad, la acomodación estética de la mirada masculina acaba por exaltar esta pieza que aúna modestia y misterio, tornándose más compleja de lo que percibe nuestra visión eurocéntrica. Veamos si no ¿qué otro líder mundial hubiera lanzado un piropo por su atuendo, sea el que fuese, a la ministra Pastor? (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
5 de mayo de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Con los ojos de Hilda Hilst

Una editora venezolana me recomendó con entusiasmo a la escritora brasileña Hilda Hilst (1930-2004). Me dijo que era mejor que Clarice Lispector y eso avivó mi curiosidad. Compré sus libros en una librería de Rio De Janeiro y me esforcé por leerlos, pero mi portugués no era suficiente para la complejidad de su prosa; como no tenía a mano las dos novelas de Hilst recientemente publicadas en español por Cuenco de Plata (La obscena señora D. y Diario de un seductor), acudieron a mi rescate las ediciones en inglés, sobre todo la traducción de Com os meus olhos de cão (Con mis ojos de perro), publicada la semana pasada por Melville House.

La obra de Hilst tiene parecidos con la de Clarice Lispector, sobre todo en ciertas cuestiones temáticas y en la libertad con la que trabaja las formas narrativas, pero su poética es muy diferente. Vamos a ponerlo así: Lispector describe sus crisis existenciales y epifanías místicas con elegancia (lo cual no significa que se la entienda siempre); Hilst, en cambio, es la rebelde que puede contar chistes vulgares e insultar a Dios. Si Lispector fue canonizada muy rápidamente, con Hilst la cosa se complica porque fue una excéntrica hija de millonarios locos del café (su padre era paranoide esquizofrénico, su madre fue diagnosticada con demencia) que rechazó al mundillo literario de San Pablo y se fue a vivir en las afueras de Campinas, en una casa por la que deambulaban sus cien perros y poetas jóvenes fascinados por ella.      

Con mis ojos de perro intenta, como en varios textos de Lispector (sobre todo La pasión según G. H.), narrar una experiencia mística y sus repercusiones en el sujeto. El matemático Amós Kerés ("doctor en números, hambriento de letras") ve un día, en una colina cerca de la universidad en la que trabaja, un "fulgor... hermoso, un sol-origen sin ser fuego"; una invasión de colores que no se resuelven "ni en formas ni líneas, contornos ni luces". Como dice el crítico Alcir Pecora, el encuentro con este Sol Original, anterior al de la naturaleza y de las formas, llevará a Kerés a abandonar su vida civilizada y racional en busca de un nuevo encuentro con lo divino.

Los narradores de las nouvelles de Hilst saltan sin transiciones de la prosa a la poesía y relatan su historia a partir de la asociación de ideas: "Me invade la compasión por Amanda. Ella tiene una mirada infantil y estúpida. Algunos seminaristas dirán que un niño no puede tener una mirada estúpida. Yo siempre he tenido miedo de los niños (mi padre también tenía ese miedo, en el fondo), temeroso de que me escupan en la cara los ojos el pecho". Kerés comienza hablando de su esposa y termina perdido en un recuerdo en el que un niño lo escupe. Esa escena condensa lo que ocurre en la novela: en la escena inicial, el decano de la facultad le dice a Kerés que se tome una licencia porque se ha enterado que en sus clases se toma pausas de quince minutos entre frase y frase; al final, estamos con un amigo que vive con un cerdo, con recuerdos de la infancia y en un burdel en el que las prostitutas cuentan historias de hombres que tienen erecciones antes de morir.

Uno de los epígrafes de Con mis ojos de perro es de Bataille: "la verdad del hombre es una súplica sin respuesta". No es casual la cita del pensador francés del encuentro de lo sagrado con lo obsceno: en la poética de Hilst, la búsqueda de lo divino lleva a sus personajes a un encuentro con lo sórdido, lo abyecto, lo animal (de ahí el título). En un poema final, Kerés se dirige a Dios:                          

 

Pensar en la gran incomodidad

De sentirte aquí, en la náusea, en el excremento [...]

Y descubrir que tus medios

Son iguales a los pasos de los borrachos.

 

Kerés es visto como un loco por los demás, al abandonar su familia y su trabajo, pero esa locura tiene sentido: es "la locura de la búsqueda, hecha de círculos concéntricos y que nunca llega al centro, la ilusión encarnada y oscura de descubrir y comprender". De eso va esta escritora radical: a través de su ojos, podemos sentir la desesperada búsqueda de un Dios que se afana en el silencio.

 

(La Tercera, 4 de abril 2014)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
4 de mayo de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Guerras en la Red

El 5 de junio de 2013, los periódicos The Guardian y The Wasnington Post comenzaron a publicar los documentos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) que les habían sido confiados por uno de sus antiguos empleados, el hoy célebre Edward Snowden. Unas semanas después, el incidente había provocado un avalancha diplomática al demostrarse que Estados Unidos había espiado a los dirigentes de sus principales aliados, como Francia, Gran Bretaña, España o México. Pero serían dos mujeres, la canciller alemana, Angela Merkel y la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quienes expresarían de manera más tajante su indignación.

            Durante su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre pasado, Rousseff declaró: "Entrometerse de esta manera en los asuntos internos de otros países constituye una violación del derecho internacional y una afrenta a las principios que deben guiar las relaciones entre ellos, en especial entre naciones amigas." Y añadió: "Como muchos latinoamericanos, yo he luchado contra el autoritarismo y la censura y no puedo sino defender [...] el derecho a la privacidad de los individuos y la soberanía de mi país."

            A partir de entonces, la presidenta brasileña ha querido convertirse en la voz más crítica no sólo del espionaje indiscriminado de la NSA, sino del control que Estados Unidos -y sus empresas tecnológicas- ejercen sobre la Red. Aunque después de ello la administración Obama ha intentado corregir los excesos y ha pedido disculpas por doquier, Rousseff no dudó en aprovechar la ocasión para convertir a su país en el líder de quienes se oponen a la hegemonía estadounidense en el mundo cibernético.

            La celebración de NETmundial, el principal foro para la gobernanza planetaria de la Red, en São Paulo, los pasados 23 y 24 de abril, ofrecía la mejor oportunidad para que Rousseff y sus aliados pudiesen no sólo defender sus posiciones, sino contribuir a que Estados Unidos y sus corporaciones dejasen de ser los únicos actores relevantes en el manejo de la Red. Centrada en una doble estrategia de política interna y exterior, justo en una época en que su popularidad ha descendido de manera considerable, Rousseff aprovechó la ocasión para promulgar la Ley de Marco Civil, pomposamente anunciada como la "primera constitución de internet", que incorpora un buen inventario de derechos de los usuarios y defiende una de las principales demandas de los activistas, la "neutralidad de la Red" que impide la discriminación geográfica o los accesos privilegiados por parte de las operadoras.

            El desafío de Rousseff tuvo, desde el inicio, un revés: la imposibilidad de obligar a las grandes empresas de Internet a tener servidores en Brasil, la única manera auténtica de blindar los datos de sus ciudadanos. (Una propuesta en todo muy caso cuestionada por numerosos sectores de la sociedad civil.) No obstante, las esperanzas desatadas por la nueva ley brasileña no lograron trasladarse a NETmundial, donde al final las grandes corporaciones mantuvieron el statu quo, en buena medida porque la propia Rousseff, una vez satisfecha su agenda interna, pareció inclinarse a las presiones de Washington.

            En São Paulo, la estrategia estadounidense de "multiactores" -una idea aparentemente democrática que incorpora numerosas voces al debate, pero que coloca en el mismo nivel a las grandes corporaciones y a los estados- consiguió imponerse, dando lugar a un documento que, como tantas declaraciones internacionales, es más un catálogo de buenas intenciones que producto de una auténtica gobernanza internacional de internet a no tener un carácter vinculante. En ella no aparece más que una manida condena del espionaje y se pospone el debate en torno a la neutralidad de la Red. Por otro lado, tampoco se logró que ICANN, la agencia que concede los dominios de Internet siempre conforme a los intereses de Estados Unidos, vaya a convertirse en un organismo planetario más transparente y abierto en su nueva encarnación como IANA.

            Más allá de aspectos positivos, como la interacción de cientos de voces disidentes, en esta batalla os triunfadores volvieron a ser los mismos: Estados Unidos y los grandes proveedores de servicios, los cuales consiguieron mantener un Internet unificado y "multiactoral" pero, como denuncia Jean-Christophe Notias de The Global Journal, profundamente asimétrico, dominado por quienes siguen considerando que el control estadounidense de la Red es el menor de los males.

           

Twitter: @jvolpi

 

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
4 de mayo de 2014
Blogs de autor

Ópera en Madrid y Barcelona: exquisitos regalos de despedida de Mortier y Matabosch

Gerard Mortier cayó derrotado por el cáncer en marzo, pero dejó al Teatro Real de Madrid una exquisita temporada. Un ejemplo, este abril, fue un Lohengrin esencial hasta los huesos, presentado como una aguerrida fábula política. El lugar de Mortier en Madrid lo ocupa ya el talentoso director artístico del Liceu, Joan Matabosch. Como regaldo de despedida, Matabosch dejó a su teatro barcelonés de siempre una hermosa leyenda rusa, La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh. Gran música, servida con pasión y delicadeza; gran cultura en tiempos de miseria cultural y material.  

*          *          *

El Teatro Real dedicó las funciones de la arrebatadora opera romántica Lohengrin, de Richard Wagner, a su director artístico recientemente fallecido, y el espíritu de Gerard Mortier se corporizó apenas se alzó el telón. Fue el soñador belga el que pensó en juntar la poderosa visión teatral del director alemán Lukas Hemleb con la mirada inquietante del artista plástico Alexander Polzin: juntos crearon un espacio cerrado, mezcla de cueva sagrada prehistórica y escondite subterráneo apto para las confabulaciones de una sociedad secreta y perseguida de hoy. En ese espacio, como esculpido a mano en arcilla y con aperturas violentas donde en momentos clave entra la luz, se desarrolla toda la acción.

El aspecto de leyenda mítica se enfatizó con la entrada y salida del caballero de la reluciente armadura en su cisne metafórico: todo se resolvió con impactantes efectos de luz. En este ambiente inquietante, los movimientos de los cantantes, precisamente coreografiados por Hemleb, mostraban una masa peligrosa y voluble, sometida a la capacidad de la música para mover a la acción. (Aunque algunos disfrutemos sin medida de las óperas de Wagner, no debemos olvidar su uso por los nazis. Hay un famoso cuadro que eterniza a Hitler disfrazado de Lohengrin.)

*          *          *

En el momento del anuncio de la entrada del caballero, Hemleb hace surgir un rectángulo de luz de entre las piedras, y la horda lo adora como hacían los monos con el monolito al comienzo de la genial película de Stanley Kubrick 2001: Una odisea del espacio.

La precisión y vigor de la orquesta del Real es otro legado de Mortier. Durante sus cuatro años, no nombró director titular, sino que hizo rotar a sus favoritos, y entre ellos destaca la batuta de este complejo mosaico orquestal y vocal, Hartmut Haenchen. La orquesta se disolvía en los pianissimos, refulgía y machacaba en los fortes, bailaba con las intoxicantes melodías de esta gran ópera.

Entre los cantantes, me maravilló la Elsa de Catherine Naglestad. Sonaba, con voz firme y brillante, como una fanática demente, enamorada de su propio sueño. Cuando llegó Lohengrin a salvarla de la falsa acusación del malvado Telramund y su esposa la bruja Ortrud, se lanzó a sus pies en éxtasis. Así, al ser abandonada por el héroe por no poder reprimirse de hacer las preguntas que él le había prohibido (quién eres, cuál es tu linaje, de dónde vienes), su angustia es devastadora.

El tenor Christopher Ventris (Lohengrin), el barítono Tomas Johannes Mayer y el bajo Franz Hawlata (el rey Heinrich) la acompañaron con excelentes dotes actorales y voces de entre lo mejor del canto actual. Pero la rival de Elsa, la que le introduce la duda terrible que termina derrotando a Lohengrin, es Otrud. Y esta era la gran cantante  wagneriana de su generación, la norteamericana Deborah Polaski.

A una edad avanzada para estos trotes, Polaski ya no puede llenar el teatro con el vozarrón de antes, gritándole a Lohengrin que es un farsante y exigiendo al rey que lo desenmascare. Pero en la escena en que le susurra a Elsa que su amor debe tener un secreto terrible que esconder para prohibirle hacerle preguntas… es escalofriante. El juego de la falsa amiga, el comienzo de la tragedia, pone los pelos de punta, y me hizo pensar en lo que sentiría Mortier (que se solía sentar uno o dos asientos delante del mío, en la platea) al ver a sus talentosas marionetas cobrar vida y emocionarnos una vez más.

*          *          *

Por los mismos días, Barcelona se aprestaba a ver una ópera muy pocas veces representada fuera de su país: La leyenda de la invisible ciudad de Kitezh, del maestro nacionalista ruso de principios del siglo XX Nikolai Rimsky-Korsakov.

Entre los operómanos, Rimsky-Korsakov tiene mala prensa. Durante casi todo el siglo XX, lo más escuchado de su producción musical en teatros de ópera alrededor del mundo fue la versión que hizo de la magistral Boris Godunov, de su amigo, el genio áspero Modesto Mussorgsky. Con la buena intención de que Rusia y Occidente escucharan la gran alegoría del poder absoluto, que en la versión dejada por Mussorgsky tenía disonancias extrañas, armonías poco ortodoxos y ritmos salvajes, la limpió y le limó las asperezas. Ahora esta versión suavizada casi no se escucha. Los músicos y los públicos prefieren el Mussorgsky original, imperfecto y genial.

Pero La leyenda de la invisible ciudad de Kitezh muestra otra cara del gran Rimsky-Korsakov: la del maestro de la melodía inspirada, espiritual, que va al corazón de la Rusia eterna. Un gran contador de historias, un excelente creador de personajes complejos. Su música es excesiva, grandiosa. En su época los rusos llegaron a llamar a esta ópera “la Parsifal rusa”. Y al verla a los pocos días de Lohengrin, pude ver los paralelismos: es rusa hasta la médula así como la música de Wagner es espeluznantemente alemana. Y también es universal.

Pero desde su estreno en 1907, casi nadie fuera de Rusia vio su grandeza. Casi nadie: solo en un teatro lejano La leyenda de la invisible ciudad de Kitezh causó furor: fue aquí, en el Liceu de Barcelona, donde los Ballets Russes del mítico Sergi Diaghilev trajeron esta monumental obra en 1926.

¿Qué despertó la imaginación de la burguesía catalana en plena República? ¿Tendría que ver con la locura wagneriana que para la misma época arrebataba a los ilustrados de Barcelona? ¿Se verían aquí también reflejados en la gran saga de un pueblo en busca de su identidad, luchando contra fuerzas superiores y enlazando su alma a una música envolvente? El hecho es que casi todos los años de la década siguiente, La leyenda de la invisible ciudad de Kitezh tomó por asalto Barcelona, hasta el comienzo de la Guerra Civil.

*          *          *

La música impresiona por su inspiración constante, y siempre está al servicio de una trama angustiosa: Fevronaia, una joven campesina, cura al príncipe de Kitezh de una herida de caza sin saber quién es, se enamoran y el príncipe le envía mensajeros ofreciéndole casamiento y hacíendola traer a la ciudad. Pero en un pueblo a medio camino, atacan los tártaros, matan a todos menos a Fevronia y a un patético borracho, Grishka, de esos borrachos lúcidos, débiles y pesimistas tan propios de la literatura rusa.  

En Kitezh el príncipe junta a los hombres para enfrentar a los invasores, pero mueren todos en combate. Fevronia y Grishka huyen de los malvados, y la princesa mística ora para que la ciudad desaparezca en la bruma. Los tártaros no la ven, pero su reflejo en el lago los aterra y huyen. En la muerte, Fevronia se reúne con su príncipe y cantan a la gloria de la ciudad eterna salvada por la fe.

Como un último gran regalo al teatro al que dedicó sus mejores años de director artístico, Joan Matabosch programó una hermosa versión de esta ópera rara, con grandes voces, casi todas rusas, especialistas en este repertorio. El controvertido y muy creativo hombre de teatro Dmitri Tcherniakov, aquí en su doble faceta de director y escenógrafo, creó para cada uno de sus cuatro actos un especio cerrado, donde se mezclaban lo ancestral y mítico con lo actual y realista. Un poético campo de trigo, un bar de carretera, un colegio transformado en hospital y el mismo campo del principio, esta vez arrasado por el fuego, se transformaron en espacios simbólicos para un elenco en estado de gracia.

Svetlana Ignatovich recorrió con una voz poderosa y vibrante el paso de campesina a heroína de guerra y finalmente, santa en éxtasis. A su lado, defendieron con precisión y voces bruñidas sus papeles los tenores Maxim Aksenov (el príncipe) y Dmitry Golovnin (gran composición del ambiguo Grishka) y el gran bajo norteamericano Eric Halfvarson como el trágico rey de Kitezh. Y dirigiéndolo todo con pasión y mano segura, el nuevo director musical del Liceu, Josep Pons.

Cada una de estas óperas duró más de cuatro horas. Para muchos, una invitación a estos mamotretos de hace más de 100 años sería un castigo. Para mí fueron dos delicias, dos regalos de programadores musicales que no se resignan a la mediocridad. Uno se fue de casa; el otro nos dejó para siempre. Nos dejaron una visión nueva y original de un clásico de siempre y la recuperación de un título olvidado. Nos dejaron emociones e ideas. Para eso sigue sirviendo, a veces, el gran arte en la vieja Europa. 

Leer más
profile avatar
3 de mayo de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

52. Donosos escrutinios

[En dos novelas recientes podemos encontrar sendos remedos, que supongo deliberados, del donoso escrutinio que Cervantes incluye en el Quijote. Como ustedes recuerdan, el barbero y el cura acuden a casa del amigo enajenado por la lectura, y descartan de sus anaqueles aquellos libros que le han comido el seso y le han privado de cordura. El episodio ha tenido numerosas continuaciones, ecos y revivals, como casi todo lo quijotesco, y me parece curioso y sintomático que reverdezca de nuevo en dos novelas tan próximas en el tiempo, si bien el tratamiento en ambas es diverso.] [La primera novela es Tiempo de encierro (Lengua de Trapo, 2013), del peruano residente en Barcelona Doménico Chiappe. Su personaje principal es una editora independiente que descubre, poco después de quedarse embarazada, que su marido y ella van a ser desahuciados por no estar al corriente de las deudas. Una de las primeras cosas que hace es segregar de su biblioteca los libros que estima indispensables, con el propósito inicial de vender o saldar los títulos restantes. Mientras que en las estanterías permanecen los libros canónicos (aunque no se dicen los títulos, se deducen por las descripciones del contenido: Borges, Conrad, Calvino, etc.), van cayendo al suelo volúmenes secundarios y fungibles.] [El segundo ejemplo se encuentra en la novela del joven Carlos González Fuertes Un viaje de estudios (autoedición, 2013), al describir la habitación de un estudiante de Psicología de alrededor de dieciocho años: "En la pared contigua se hallaban un cuadro con una foto de Nueva York y, al lado, una estantería con algunas películas en DVD, en vídeo VHS, videojuegos de PlayStation 2 y PlayStation 3, algunos libros entre los que se encontraban los tres primeros volúmenes de las aventuras de Harry Potter junto a textos de Terry Pratchett, Stieg Larsson, Ken Follet, Dan Brown, R.R. Martin, Chuck Palahniuk, Bret Easton Ellis y Arturo Pérez Reverte" (p. 57). No es en rigor un escrutinio, porque no se ejerce esa forma física de crítica literaria que es desechar lo residual y espigar lo valioso, pero el motivo profundo de no discriminar es que no hay casi nada salvable en esa biblioteca. Si a usted le gusta alguno de los autores citados, le recuerdo que he escrito casi, piense que el casi alude a él.] [Más allá del innegable hecho de que una editora y un chico no pueden tener, no deberían tener jamás, la misma biblioteca, creo que hay varios elementos que pueden deducirse de la lectura conjunta de estas páginas. En primer lugar, un cambio sociológico de empleo del tiempo libre, porque está claro que la editora de Chiappe no leería a los dieciocho años esos libros, ni seguramente su ocio estaba tan contaminado por los videojuegos y las series de televisión como el del chico retratado por González Fuertes. En segundo lugar, se aprecia la sustitución del gusto del canon por el del mercado; la editora lee con un sentido de construcción cultural de lecturas; incluso aunque se guiase de joven por esa forma de imposición ajena en que el canon consiste, ella ha ido adaptando y de/formando esa lista de lecturas y títulos, a los que ha agregado, ya como editora, sus propias apuestas de referencia. En cambio, el joven lee sin criterio la tendencia, lo que mola, lo publicitado, lo marcado por los medios. La editora lee para sí; el chico lee para otros, para poder hablar con otros, para comentar lo mismo que los otros comentan -y ve las mismas series y juega a los mismos videojuegos por la misma razón-. El retrato del espacio íntimo de la editora invita a su consideración como lugar de construcción de la persona y de su identidad; el espacio del chico revela justo lo contrario, la disolución sociológica de la suya, su despersonalización en el vientre del espectáculo y el entretenimiento.] [A lo largo de Un viaje de estudios se describen cientos de horas de ocio de personas de todas las edades. Nadie lee. Sólo hay una mujer que cita un libro que está leyendo en la página 115: se trata de un manual que aborda las ventajas de que los padres jueguen con sus hijos.] [Dice la editora de Chiappe: "Es Rita, trabajó conmigo en la editorial. Ella siguió ahí, hasta ahora. Dice que hace cuatro meses que le pagan con retraso, que la semana pasada le dijeron que ganaría quince por ciento menos. La empresa no tiene pérdidas, pero prevén que caigan las ventas. Les han pedido comprensión, que trabajen el doble" (Tiempo de encierro, pp. 217-18)] [Dos retratos implacables de la sociedad, con moralina el de Chiappe y mediante un gélido retrato conductista, sin valoraciones, el de González Fuertes. Y una conclusión terrible, establecida por oposición de modelos: A) Una editora independiente embargada. B) Un chico pijo que acude a la facultad en su todoterreno y que nunca leerá literatura.] ["‘¿Alguno de vosotros ha leído La metamorfosis, de Kafka?' Se oyen algunas risas en la clase de segundo de Bachillerato, pero nadie levanta la mano. ‘¿Habéis, aunque sea, oído hablar de Kafka?'. Pero nadie levanta la mano y el profesor vuelve a mirar el libro para seguir con su lección de literatura del siglo XX."; Un viaje de estudios, p. 64]

 

[La posible conclusión se ve con tanta claridad que da miedo.]

 

[P.S. Una nota de esperanza. Comparto el blog de Lucía. Una niña de 6 años -han leído bien, 6 años-, que tiene un blog de lecturas. Ella escribe el texto a mano y su madre lo pasa a ordenador y lo sube a la red. Quizá, quién sabe, no todo esté perdido. Echen un vistazo: http://juntandomaslibros.blogspot.com.es/]



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
3 de mayo de 2014
Blogs de autor

Luchar contra gigantes

Madrid en efervescencia. La primavera dulcifica su deriva decadente, y aunque la zafiedad low cost intoxique las calles y el nuevo Zara de Serrano se convierta en atracción turística, el Jardín Botánico empieza a oler a rosas Adelaide d’Orléans recalentadas y lascivas. Bajarán los impuestos anuncia el PP, al tiempo que proclama que “la vida es chula”. El hashtag #EstoyMuyContento de Rajoy dobla el espinazo de la oposición, aturullada. La banca va bien, gracias; y los magnolios del jardín de Ana Patricia Botín se preparan para estallar de belleza recreando la vista de sus vecinos, que tienen que soportar sus máquinas cortacésped y aspirahojas cada día, invariablemente, a la hora de la siesta. Así son los ricos, viajando siempre y dejando sus propiedades al cuidado de una ruidosa brigada de mantenimiento. Madrid por fin ganará la Champions. Mou y Guardiola se quedan en interruptus. Para triunfar hay que creérselo, y el Atleti de Simeone representa la fuerza ascendente de los David del mundo, de los que trata Malcolm Gladwell en un ensayo subtitulado “el arte de luchar contra gigantes”. Su teoría: Mientras poder y prestigio pueden ser paralizantes, los débiles vencen, con más frecuencia de lo que pensamos, porque compensan fuerza con esfuerzo, e ingenio. Hace un par de meses me encontré en el puente aéreo con la novia de Carlo Ancelotti. Habíamos coincidido, sin conocernos, en el vuelo de ida, y en el de vuelta empezamos a hablar cuando un grosero pisoteó nuestro equipaje. Le pregunté a qué se dedicaba: “Soy la mujer de Ancelotti”, respondió en un perfecto castellano. Cuando era más joven, no entendía cómo una mujer preparada, atractiva, ingeniosa y con sentido del humor podía elegir la “profesión” de esposa o pareja de un hombre poderoso. En el caso de los Ancelotti, los paseos por el Retiro, la sensatez del técnico italiano y un inmaculado perfil en LinkedIn suavizan el asunto. Mucho más arriesgado es asumir ser la novia de Donald Sterling, hasta ahora dueño de Los Angeles Clippers, siendo, además, mexicana y llevando sangre afroamericana, y llamándote Maria Vanessa Pérez (dice que se puso V Stiviano para caer mejor). ¿Se imaginan que un señor, con el que presumiblemente te acuestas aunque te separe de él algo más de medio siglo, cuestione por qué te haces fotos con minorías? Minoría es una palabra bella, sonora, pequeña a pesar de sus cuatro sílabas. Las exquisitas minorías han levantado los cimientos del mundo. Incluso presiden los EE.UU.. Pero los planes de salud pública mental aún no han beneficiado a algunos ciudadanos con serios problemas de tolerancia. Los Sterlings del mundo permanecen en los brazos de geishas latinas que, tras insultarlas, les dicen suavemente: “¿Qué puedo hacer por ti, cariño?” . Ya va siendo hora de que midamos las responsabilidades femeninas acerca de la tan victimizada posición de la mujer en el mundo. Misterio popular Guarda mucho más misterio del que aparenta su vis cómica, su no-sé-qué capaz de empastarse de ingenio y entusiasmo popular. Paco León ha roto con lucidez la baraja de las distribuidoras, hasta el extremo de regalar las entradas a la première de su Carmina y amén. Más de 50.000 personas la vieron gratis en una campaña viral como pocas. Dirigir (a tu madre), a una matrona que derrama verdad y disparate; aguantar diez años en el personaje más popular de la serie que revela el surrealismo de calcetín de España; demostrar altura en el teatro y querer ser de mayor Concha Velasco, como declara en la revista ICON… sólo se puede sostener desde la inteligencia. Y desde el legítimo deseo de querer ser guapo. Nadie es perfecto “La coca es la droga performativa. Con la coca puedes hacer cualquier cosa. Antes de que te haga estallar el corazón, antes de que el cerebro se te haga papilla, antes de que el pene se te quede fláccido para siempre…” escribe Saviano en su Cero, cero, cero. Seguro que el alcalde de Toronto, Robert Ford, que ha abandonado su cargo temporalmente para rehabilitarse, lo suscribiría. Ford, de quien su sobrepeso sea probablemente tan preocupante como su adicción a las drogas y el alcohol, ha declarado con autoindulgencia que “nadie es perfecto”. Una pipa de crack en los altos mandos. No será la primera ni la última. ¿La lucha? Coincide con la autopsia de Peaches Geldof: sobredosis de heroína. No hay otra: educación, prevención y legalización. Pierde la apuesta Hay algo perversamente encantador en los comunicados de renuncia: “Tras seis años, el señor Clooney siente que es hora de retirarse como mensajero de la paz de la ONU”, anunció el portavoz de la ONU. Pero aún más compuestos son los de los abogados humanitarios: “Doughty Street Chambers desean lo mejor y felicitan a la Srta. Alamuddin y al Sr. George Clooney por su compromiso matrimonial”, difundió el bufete de la brillante letrada. El soltero de oro, que pulió su atractivo hasta encarnar el paradigma de guapo del siglo XX, anuncia que está dispuesto a perder la apuesta y se casa. Extenuados con su colección de novias, esperaremos pacientes -George es George- otro hallazgo como el que consiguió con Los idus de marzo.

Leer más
profile avatar
3 de mayo de 2014
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.