Skip to main content
Blogs de autor

La finta del siglo XXI

Por 12 de junio de 2014 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

El siglo XXI nos ha hecho una finta que solo ahora empezamos a percibir. Empezó con la amenaza de un terrorismo que atacaría las grandes metrópolis y convertiría el tráfico de aviones, trenes y autobuses en objetivos bélicos. Acreditada la amenaza por los atentados de Nueva York del 11-S (2001), Occidente cambió sus sistemas de prevención y seguridad e incluso se propuso modificar sus criterios en cuestión de libertades y derechos individuales.
De cara adentro, el limbo legal de Guantánamo abrió sus puertas, los servicios secretos secuestraron y torturaron, se pretendió dar carta legal al asesinato extrajudicial y a la confesión bajo coerción. De cara afuera, EE UU se implicó en dos guerras, una con cobertura de Naciones Unidas y otra sin ella, para cambiar los regímenes de Afganistán e Irak y construir allí una democracia de costes colosales: los económicos, seis billones de dólares entre ambas, según algunas evaluaciones, contribuyeron dramáticamente a un endeudamiento insoportable; las pérdidas militares, 7.500 muertos, centenares de miles de heridos, dejaron al país exhausto y sin ganas de guerrear para muchos años; para no entrar en la difícil evaluación de los costes pagados por iraquíes y afganos: más de 130.000 víctimas civiles y la destrucción de ciudades, infraestructuras o de los equilibrios étnicos, religiosos y tribales que habían garantizado una cierta estabilidad. Luego llegó la rectificación, total con la retirada de Irak ya completada y la muy próxima en Afganistán, y parcial en libertades y derechos: Guantánamo sigue abierto, los drones hacen ahora a distancia lo que antes se hacía con riesgos y costes políticos y los derechos individuales siguen sacrificándose, ahora al espionaje digital. Con un resultado que es bueno de cara adentro: apenas hay terrorismo en territorio occidental; pero malo de cara afuera, como demuestra la escalada yihadista estos días en tres puntos de la geografía tan alejados como Borno en Nigeria, Mosul en Irak o Karachi en Pakistán.
No hay coordinación ni conexión entre Boko Haram, el Estado Islámico de Irak y el Levante y los talibanes de Pakistán, los grupos responsables. Y poco tienen que ver el secuestro de 200 niñas, la ocupación de la segunda ciudad iraquí que es Mosul o el ataque al aeropuerto internacional de la capital financiera y comercial paquistaní que es Karachi. Pero todos tienen en su ADN el yihadismo de Al Qaeda y el objetivo de un califato donde se aplica la ley islámica o sharía a rajatabla y en su más primitiva y salvaje interpretación.
También todos recogen la cosecha de sucesivos errores: primero la guerra global contra el terror y la democratización a cañonazos; y luego el desistimiento y la retirada precipitada. Y los frutos amargos de la primavera árabe: la guerra civil libia explica la fuerza de Boko Haram como la siria explica la de los yihadistas de Irak y el Levante. No llegan terroristas, llegan refugiados aterrorizados. Es el final de la finta del siglo XXI que Occidente paga a disgusto y sin comprender nada.

[ADELANTO EN PDF]

profile avatar

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Obras asociadas
Close Menu