Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

A la suiza

Haber cumplido los 50, hace tan sólo dos décadas, marcaba a las mujeres a fuego; o mejor dicho, venía a ser algo así como el elixir de Lewis Caroll: las empequeñecía hasta hacerlas invisibles. Cualquier intento por validar su feminidad resultaba tan heroico como fuera de contexto, por lo que causaron sensación las pioneras que sortearon la edad sin perder cintura ni encanto, pero sobre todo habiendo alcanzado el poder. Hoy, cuando Hillary Clinton -que cumplirá 68- se presenta como candidata a la presidencia de EE.UU. o Aguirre y Carmena se disputan la alcaldía de Madrid sin ganas de jubilarse, las cincuentonas, hijas del baby boom se han plantado en la política con la misma naturalidad que sus colegas. Carina Mejías, que considera a Hillary uno de sus grandes referentes, sabe que la corrección es un grado, y que flaco favor le haría a su imagen si comportara alguna estridencia, porque ahí es donde suele hacer daño la tuitología. La imagen de las mujeres públicas continúa provocando comentarios de verdulería en los confidenciales, pero también en las tribunas. Trajes de corte ejecutivo al estilo Sheryl Sandberg -blazer y camiseta-, más pantalón que falda, apenas joyas, cara despejada, y los rictus precisos de la edad sin relinchos de botox. Una de las partes de su físico en la que más invierte es el cabello, con su melena mechada, de peluquería, que ha ido enrubieciendo,puede que para dulcificar el cartel o por cuestiones prácticas. Una mujer con aplomo, algo seca dicen algunos, estirada, que se muerde los labios, dicen otros. Ella encarna la moderación y la seguridad: “Arriesgar todo o nada no va conmigo”, ha dicho. Declara con orgullo que es hija de una familia tradicional -de padre militar y numerosa- y que ella misma ha constituido otra. Le pregunto qué entiende por ello, y sale por la tangente: “Una pareja con un proyecto de vida común”. Prefiere no autonombrarse feminista, “creo en la igualdad de oportunidades”. Su censura al burka fue una de sus grandes batallas. Su oferta política se basa en la prudencia, el legalismo -es abogada- y la experiencia -fue diputada en el Parlament por primera vez, por el PP, de la mano de Piqué-. Tranquilidad al frente de un buque que, ante todo, no quiere bandazos. Lo que me trae a la cabeza a Orson Welles, de quien se celebra el centenario estos días, que en El tercer hombre daba una taxonomía de la política: “Durante treinta años, bajo los Borgia, Italia sufrió guerras, terror, asesinatos… pero produjo a Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal: quinientos años de democracia y paz. ¿Y qué produjeron? ¡El reloj de cuco!”. Mejías podría ser una política suiza, cuya principal misión -dictada por su jefe, Albert Rivera- es la de aplicar detergente con lejía al cuco. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
20 de mayo de 2015
Blogs de autor

Asuntos Metafísicos 97: ¿Qué ocurrió para que la reflexión sobre la physis viniera a ser reflexión sobre el observador de la misma?

Jesús Molongwa Bayi Bayi, egiptólogo de formación, ha presentado en la Universitat Autònoma de Barcelona, un trabajo de fin  de Master en Filosofía  bajo el título "El paradigma egiptológico como nuevo lugar del filosofar en África", tema que se propone ampliar en una tesis doctoral. En realidad ese  lugar para la filosofía  sólo sería "nuevo" por el hecho de haber sido perdido...y encontrado: reencuentro con el verdadero origen, es decir,  restauración de la civilización del Bajo Nilo en un  trono que nuestra tradición historiográfica, al menos desde Gomperz,  otorga a la Anatolia jónica. De alguna manera cabría decir que los jónicos, Tales de Mileto en primer lugar, no sólo adquirirían en las fuente del Nilo su conocimiento, sino incluso la idea de necesidad natural que en estas columnas   he considerado como la que marca la frontera que conduce primero a la ciencia y después a la filosofía

Mientras escuchaba las reflexiones de Jesús Molongwa me venían a la mente las palabras que, a decir  de Platón, escucha Solón "el más sabio de entre los siete sabios" en  la ciudad egipcia de Sais de boca de un sacerdote egipcio: "Solón, Solón, eternos niños sois los griegos, no es viejo el griego... Ninguna arcaica tradición oral ha podido inculcar  en vuestras almas opinión fundada ni ciencia emblanquecida por el tiempo".

He tenido  ya ocasión de evocar aquí  las razones explicativas  de esta  supremacía   de Egipto sobre Grecia:

Ambos países estás amenazados  por inevitables catástrofes cíclicas que anulan la vida civilizada. La catástrofe no tiene el mismo peso cuando la provoca el fuego o cuando la provoca el agua, pues solo en el caso del fuego la destrucción es total. Pero aun tratándose  de la calamidad causada por las aguas,  hay una diferencia en la modalidad que adopta la catástrofe en uno y otro lugar, y esta diferencia  tiene enormes consecuencias: la gravedad depende de si las aguas  descienden torrencialmente o bien, como en Egipto,  se trata del desbordar de un gran río.  Pues en el segundo caso, en la llanura misma, aunque desaparecen las plantas, los animales y el hombre, se salvan los templos y las inscripciones que en ellos conservan la memoria colectiva. De ahí que, cuando  las aguas descienden y  los supervivientes en las cimas  montañosas bajan a la llanura, restauran con ayuda de esa memoria escrita los cimientos de su civilización, lo cual hubiera sido mucho más difícil en base al contingente recuerdo subjetivo.

Así pues, mientras  la catástrofe relativamente menor que supone el desbordar  del  Nilo  preserva en Egipto lo esencial, en Grecia  la  torrencial destrucción cíclica  hace que sus habitantes estén a intervalos condenados a empezar a cero.

 Así pues la sabiduría de Solón tendría en Egipto algo más que matriz. ¿Sería también el caso de la  ciencia y la filosofía de Tales? Simplemente carezco de competencia  filológica o historiográfica para discernir con claridad en este fascinante asunto, y por ello mismo acompañaré con gran ínterés a Jesús Molongwa en sus investigaciones. En el interín me atengo a los pensadores griegos  y retomo  una  pregunta de alguna manera elemental:  ¿qué pasó para que la interrogación de  Tales de Mileto o de Anaximandro relativa a cual es el elemento primordial del orden natural haya dado paso a una interrogación sobre el peso relativo de las facultades del sujeto humano en la configuración del orden físico?   Traigo una vez más a colación la controversia entre el intelecto  y los sentidos del texto que Galeno atribuye a Demócrito: 

"Por mera convención nos referimos al color, y también por convención hablamos de  lo dulce, por convención asimismo nos referimos a  lo amargo; en realidad sólo hay átomos y vacío" aserta el intelecto. Mas al escuchar  tal cosa los sentidos (aistheseis) responden al intelecto: "Pobre intelecto, pretendes vencernos a nosotros que somos las fuentes de tus evidencias. Tu victoria será tu derrota"

Los sentidos vienen a decir que al rebajar  el peso de los mismos, al  afirmar que lo único real en la naturaleza son los inasibles  átomos y vacío, el intelecto sólo consigue vencer a su matriz, es decir  la única fuente a partir de la cual cabe llegar a sus  pretendidas evidencias. Sin duda el intelecto tendrá alguna  respuesta, que a su vez levantará objeciones.  Pero lo  esencial es que la diatriba ha emergido, emergencia que es una de los rasgos definitorios de la filosofía.

¿Qué pasó, repito, en el seno de la física nacida en Jonia para que la cuestión del sujeto aparezca con una radicalidad que ya nunca será abandonada, y cuyos avatares se confunden con la historia misma de la filosofía? Pregunta  tanto más relevante cuanto que la historia parece haberse repetido y desde hace ya  más de  un siglo la física misma se ha visto, casi por escrúpulo intelectual, forzada a abrirse a la interrogación metafísica, a retomar la polémica el texto de Galeno y de alguna manera también la cuestión trascendental de la Crítica de la Razón Pura, se decir: se ha visto obligada   a pasar de la reflexión inmediata sobre la naturaleza a una reflexión sobre el ser que reflexiona.

Leer más
profile avatar
20 de mayo de 2015
Blogs de autor

23. Encarar a los tuyos

De la misma forma que el espejo, como recordaba el neurocientífico Francisco Mora y citábamos en La literatura egódica, nos acostumbra varias veces al día a nuestro aspecto, evitándonos la áspera sensación de vernos envejecer de golpe, las redes sociales están permitiendo que nos acostumbremos de forma gradual e imperceptible al crecimiento o envejecimiento de las personas de nuestro entorno próximo. Las continuas fotos -propias o ajenas- que comparten nuestros amigos y contactos testimonian sus minúsculos cambios faciales, sus pérdidas o ganancias de peso, sus cambios de peinado, sus decoloraciones o alopecias, sus diminutas variaciones expresivas. Cuando me fui a vivir al extranjero y transcurrían los meses sin ver a mis amigos, al regresar les notaba muy distintos: multitud de pequeñas diferencias, casi inapreciables, creaban la impresión de una mutación en ellos, como si un primo o un mellizo hubieran usurpado su personalidad. Poco a poco esos amigos fueron abriéndose perfiles en la red, y subieron fotos de sí mismos y de otros amigos comunes; ver esas imágenes de pronto era como estar (visualmente al menos) allí con ellos, compartiendo sus microevoluciones faciales, las leves alteraciones de su rostro, su modo de encarar o arrostrar el tiempo.

 

            Por ese motivo, cuando me reencontraba con ellos algo sucedía que era nuevo por completo, y es que una frase típica de los anteriores reencuentros había desaparecido, había dejado de pronunciarse: esa de cómo has cambiado.

 

            Observar vuestra imagen, casi igual pero algo distinta cada vez, va actualizando vuestro perfil en mi memoria, haciendo vuestro yo de hoy indistinguible de los pasados, porque no hay transición ni cambio, sino deslizamiento paulatino entre etapas.

 

            Acostumbrados a la percepción constante de las variaciones minúsculas, inmersos en este presente continuo en el que nada cambia, crecemos y envejecemos pensando que somos siempre los mismos.

Leer más
profile avatar
20 de mayo de 2015
Blogs de autor

Utilidades de la imaginación

La escritura de imaginación, lejos de ser una banalidad, abre perspectivas infinitas en la conciencia de los seres humanos.

Al imaginar personajes diversos, el escritor explora mentes diversas, y por tanto mundos diversos, necesariamente contradictorios, y a partir de allí pone ante los ojos del lector a una diversidad de opciones críticas. Y esa es la esencia de la escritura de invención, abrir espacios de cuestionamiento, provocar preguntas en lugar de dar respuestas,  sin lo cual la libertad de pensamiento no es posible.

Leyendo novelas y relatos se pueden multiplicar las posibilidades del mundo real y alterarlas. Imaginar ese mundo de manera diferente, y de allí partir hacia una visión nueva pero siempre insatisfecha. Si algo enseña la imaginación es a sobrevolar fronteras, o a dinamitarlas. Abolir los empecinamientos ideológicos, renegar de los fanatismos políticos o religiosos, rechazar los nacionalismos exacerbados, todos los cuales tienen una naturaleza odiosa y destructiva, porque parten de la intolerancia.

La literatura, igual que el arte, es una escuela de libertad, y conviene sentarnos en sus aulas. Y también es una escuela de pluralidad, de respeto por las diferencias y por la heterogeneidad del mundo, que nos resulta más rico y atractivo cuanto más diverso. Pluralidad de pensamiento, pluralidad de credos, diversidad étnica, diversidad sexual. Diversidad de la palabra creadora.

Más allá de la tolerancia, las palabras deben ayudar a situarnos dentro del otro, a trasladarnos al espacio en que viven aquellos a quienes debemos aprender a conocernos mejor, y desde allí, desde su propia posición, buscar cómo entender el mundo. Es la manera de ganar la convivencia, y que sean las ideas, más que el odio y la discriminación, las que nos muevan hacia adelante. Esa es nuestra ética del siglo veintiuno.

Las palabras son nuestra herramienta y no debe haber límites para usarlas. Los periodistas y dibujantes de Charlie Hebdo pagaron el más alto precio, que es el de la vida, por la libertad de palabra, que incluye la irreverencia, la risa y el humor y el sarcasmo, por hirientes que puedan parecer. Pagaron el precio de no imponerse a sí mismo la censura ante la amenaza del terror fanático que parece regresar hoy desde las cavernas de la historia.

Hay quienes aún reprochan a los irreverentes de Charlie Hebdo sus excesos, su insolencia, su burla de los prejuicios religiosos, sus blasfemias, y aún su grosería y vulgaridad. Si se hubieran moderado, si hubieran sido más cautos, sino hubieran causado ofensa a sus asesinos, estarían con vida. O se les acusa de ser unos provocadores. Y algunos van todavía más allá al decir que no pueden rendirles homenaje, aún muertos, porque no se identifican con su anarquismo destructivo.

Todo esto acaba de debatirse en el Festival Voces del Pen Club de Nueva York, cuando Charlie Hebdo recibió el Premio al Coraje en la libertad de expresión, y quienes se opusieron al homenaje y se negaron asistir a la ceremonia, muchos de ellos escritores renombrados, acusaron al semanario de intolerancia cultural e islamofobia.

Pero un estudio publicado por Le Monde en febrero, demuestra que solamente un 2% de las portadas de la revista, examinadas a lo largo de diez años, se burlaban del Islam o de Mahoma, de una manera que un creyente  de esa religión puede  tomar por blasfemia. "Hay una distinción crucial entre la blasfemia, que ataca un sistema de creencias, y el racismo que ataca a la gente de esas creencias", escribió en el New York Times el crítico literario Adam Gopnik.

No hay que dejar de tomar en cuenta, tampoco, que hay diversas clases de blasfemia, que el poder considera trasgresoras y merecedoras de castigo: blasfemias políticas, blasfemias ideológicas, además de las religiosas.

Decenas de periodistas pagan con la vida en América Latina el precio de no callarse frente a los carteles que trafican con drogas y personas, ni tampoco frente al poder gubernamental corrompido por el crimen organizado; y no callarse es una manera de blasfemar. Los medios de comunicación siguen siendo reprimidos, y se inventan leyes para intervenirlos, o para acaparar el espacio cibernético, y someter a censura las redes sociales. También son maneras de castigar la blasfemia.

El poder, cuando no es democrático, quiere siempre el silencio. Y no acatar el silencio que se impone desde arriba siempre trae riesgos. Pero bajo el silencio la escritura no existiría como instrumento privilegiado de la libertad, ni existiría la invención, que nos hace aún más libres. Es lo que Erasmo enseñó a Cervantes, y Cervantes no enseñó a todos nosotros.

Leer más
profile avatar
20 de mayo de 2015
Blogs de autor

Un modelo

Las sociedades de transición son instructivas. Domina en ellas con fuerza todo lo que las ha conducido a la ruina, pero todavía no se divisa lo que va a sustituirlo. Ejemplo clásico fue la República de Weimar, periodo de entreguerras en el que Alemania se hundió en el caos y del que emergió disparada por la tiranía nacional socialista.

En esos periodos de naufragio y corrupción suelen darse escritores de gran interés: han de ser testigos del horror y mantener, sin embargo, la dignidad de la escritura. No hay caso mayor de lucidez en medio del caos que el atormentado Joseph Roth, el más radical de aquella pléyade de artistas centroeuropeos, muchos de ellos judíos, hoy casi olvidados. Murió en 1939, en su exilio parisino, a los cuarenta y cinco años de edad, destruido por la desesperación, el agotamiento y el alcohol.

A pesar de que la sociedad germana estaba pidiendo a gritos el panfleto, el libelo, una escritura al servicio de la política inmediata, nunca abdicó. Sabía que la literatura política carece de raíces y no tiene recorrido. Sólo la leen los fanáticos y los ignorantes. Sus novelas son un prodigio de exactitud moral sin renunciar un ápice al gran estilo. Por eso hoy las leemos como si fueran actuales. De hecho, son actuales.

Su traductor habitual, el excelente escritor Eduardo Gil Bera, ha editado una biografía de Roth, "Esta canalla de literatura", que es también una antología de su mejor prosa en aquellos años durante los cuales trató de respirar y se ahogó en alcohol. Años en los que ni siquiera se engañaba sobre sus hermanos: "Los judíos ricos alemanes pensaron, al principio, que Hitler sólo se refería a nosotros, los judíos orientales". Es decir, a los pobres. Los nazis no matizaron: Roth tenía parientes ricos. Todos fueron asesinados. Conviene leer a Roth ahora que algunos exigen una nueva transición.

Artículo publicado en El País. 

Leer más
profile avatar
19 de mayo de 2015
Blogs de autor

La fuerza del pensamiento

Lo más sobresaliente del pensamiento es el extraordinario ejercicio de su poder creador. El pensamiento asume o corrige la realidad si posee una calidad superior y entera. El pensamiento puede hacer, en efecto, más  oscuro un porvenir indeterminado, pero también dotarlo de una esperanza que construye con su luz o su energía. Ciertamente no logrará reformas materiales instantáneas pero, al cabo, lo que importan no son los milagros inmediatos sino la tendencia que el pensamiento instala hacia el futuro.

En tiempos felices el pensamiento se deja mecer, pero en los adversos debe ponerse en pie y trabajar con ahínco. Sin pensamiento no hay voluntad de pensamiento. Y viceversa, no hay voluntad sin un pensamiento voluntarioso. La voluntad de cambiar las cosas indeseables empieza por cambiar la pena del diagnóstico que el pensamiento ha dejado cundir sobre ellas. Por esto, cambiando su actitud, se constituye en  el capitán de la siguiente acción constructora. 

Sin duda, no es de ninguna manera fácil proceder así porque, en general, hallándose las circunstancias torcidas el pensamiento deberá empeñarse en la dura voluntad de invertir  o retorcer la malaventura para repensar positivamente. Parece un imposible  este bucle de querer queriendo o pensar el bien repensando desde el mal pero es así como se alcanza la salvación, el alivio o la asunción serena.

 Un pensamiento endeble dejará el ser  a la deriva. Pero un pensamiento con firme voluntad de vencer dirige el rumbo hacia lo mejor, sea la paz del mal, la pasión del bien o la fe en forjar el destino propio, aun dolorido.

Leer más
profile avatar
19 de mayo de 2015
Blogs de autor

Tanta Teresa

Hay tantas Teresas en la santa de Ávila que resulta difícil elegir una u otra, ahora que se presentan ante nosotros con motivo del quinto centenario de su muerte. Por todas siento fascinación y todas me acompañan, excepto la que se castiga el cuerpo y el alma por amor a un dios que en mí no manda. Santa Teresa es una alta montaña de la literatura y, haciendo un fácil juego lingüístico, es nuestro Montaigne, por la riqueza deslumbrante de su prosa, por la lucidez penetrante de su mirada, y por su manera franca de contarse a sí misma, aunque naturalmente, el escritor francés tenía un espíritu más jovial y mundano, y, aun siendo un piadoso hombre del ‘establishment', no se sometió, como sí lo hizo Teresa, a la servidumbre voluntaria de Jesucristo.

       Se la reedita y se escribe sobre ella; del montón de libros que veo en las tiendas me llaman la atención los dos que ha publicado Lumen, una edición muy pulcra del ‘Libro de la vida', con prólogo de Lolita Bosch, y en especial ‘Malas palabras', que es una novela a dos voces, una tomada de la propia monja carmelita, y la otra superpuesta y entreverada de manera brillante por la joven novelista Cristina Morales. Morales recrea, expande y comenta narrativamente un episodio central de la vida de Teresa de Cepeda, con una rica escritura que hace justicia (y nunca sombra) a la de la santa, tomándose  libertades imaginarias muy sugestivas, como en el episodio de los juegos infantiles (páginas 70-72) y en el delicioso trazo de un espíritu de la coquetería (páginas 153-156). Y es muy ocurrente hablar de la "teología de la experiencia".

     También es de recomendar la edición de la obra poética teresiana que acaba de sacar la editorial Vitrubio bajo el título ‘El ser que no se acaba'. Muchos españoles, incluso aquellos que ignoran de quién son, pueden citar de memoria los versos "Vivo sin vivir en mí, / y tan alta vida espero, / que muero porque no muero". Pertenecen a uno de sus celebrados poemas místicos, pero hay otras composiciones en su obra, que comprende asimismo la poesía festiva y didáctica, igual de buenas. Por ejemplo el bellísimo ‘Coloquio de amor', un diálogo entre Dios y el Alma inquieta: "Lo que más temo es perderte".

      En algunos pasajes del ‘Libro de la vida', y también en su otro gran texto de carácter doctrinal, el ‘Libro de las Fundaciones', el lector no abocado a la religión puede sentir cierto agobio laico. Para ese lector, y yo soy uno de ellos, el libro por el que comenzar la subida a la cumbre de la literatura de Teresa de Jesús es sin duda ‘Las Moradas', también llamado ‘Castillo interior' Se trata de una alegoría espiritual contada como un relato de aventuras en el que la narradora busca las puertas de la fortaleza divina donde le espera su salvación. Hasta llegar a ella y ver la luz, hay lóbregas estancias que atravesar, y en el tránsito por los misteriosos paisajes del alma el viajero puede llegar a ser un personaje de Kafka, ansioso pero esperanzado.

Leer más
profile avatar
19 de mayo de 2015
Blogs de autor

¿Nos hallamos en una decadencia abismal o se trata de mirar el problema desde otro ángulo?

Lo dije en un texto del mes pasado: en el año 2009 Elena Tchoudinova publicó en Rusia la novela La mezquita de Notre-Dame, 2048, que fue editada en Francia en el 2009, y donde vemos una Europa abducida por el Islam, con Notre-Dame convertida en gran mezquita y toda Francia islamizada.

Cinco años después, en el 2014, aparece la novela de Jean Rolin Les événements (Los acontecimientos), donde viajamos a una Francia escindida que se halla en plena guerra civil, en la que intervienen por supuesto los musulmanes.

En enero del 2015 aparece finalmente Sumisión de Houellebecq. Se trata pues de la tercera entrega de la gran epopeya Europa bajo el Islam.

En la novela de Tchoudinova la islamización se produce por emigración, en la de Houellebecq por conversión y prestidigitación política, y en la de Rolin por algo parecido a una rebelión, si bien Rolin se dedica sobre todo a describir la guerra con precisión hiperrealista, como acostumbra a hacer, más que a explicar las causas del conflicto.

En dos de los tres casos se trata de argumentos muy forzados. Se ve demasiada voluntad narrativa para hacer de algún modo creíble el asunto. Hasta ahí todo normal, lo que me inquieta es la dimensión que está tomando esta paranoia tóxica.

Si uno hiciera caso a los proclamadores del declive francés y del declive de toda la cultura occidental, estaríamos en la última fase de la decadencia y a punto de abrir las puertas a la barbarie total.

Pero hay otras formas de verlo. ¿Y si en lugar de estar en la última fase de la decadencia estuviésemos en un período parecido al del emperador Adriano, cuando la civilización se convierte en civilización sin Dios? China ha sido siempre una civilización sin Dios, y ahí está una vez más, con todo su poderío, como si fuese un imperio recién nacido. Se trata del único imperio milenario que todavía persiste, y ahora mismo parece más joven que el imperio americano. ¿Cómo explicar esa paradoja?

La persistencia del imperio chino es esperanzadora, y te ayuda a relativizar mucho los vaivenes de la historia, también los de la historia de tu propia cultura. Dicho de otra manera: quizás estamos viviendo un período muy interesante, de exploración del abismo humano en todo su gloria y en toda su atrocidad, sin que los imperativos religiosos coarten nuestra visión del mundo. Más que una decadencia sería el despliegue cada vez más amplio de la razón laica, por más que los políticos y los economistas se empeñen en conducirnos al grado cero del pensamiento y de la conciencia social. Obran así porque, creyéndose los reyes del presente, son espectros del pasado.

Puede que en el futuro cambiemos de dioses, como hicieron los romanos, pero algunos signos indican que van a ser dioses muy diferentes a las divinidades patriarcales que hemos conocido, quizá porque la figura del patriarca y su divinización resultan cada vez más difíciles de sostener en todas las culturas de la tierra, en parte por influencia occidental.

Con el correr de los tiempos, cabe pensar que se irá produciendo una feminización cada vez más acusada de la divinidad, ya que se detectan bastantes flechas que apuntan en esa dirección. Todo lo contrario de lo que anhela el fundamentalismo, tanto el religioso como el desplegado por las plañideras del declinismo francés.

Leer más
profile avatar
19 de mayo de 2015
Blogs de autor

En palabras del poeta

No existen dos disciplinas más antagónicas en cuanto a la naturaleza del oficio: la política y la poesía. Sentirse llamado a hacer grandes cosas para mejorar el mundo, frente a la soledad desmañada de quien arranca pequeños sorbos de palabras con la voluntad de mejorar la cuartilla. Pero, a la vez, la larga tradición que las une demuestra que al político le empuja una impe­riosa necesidad, una fijación, de arañar algún verso para ennoblecer su discurso. Bien lo saben quienes los escriben: deben de ser certeros en su elección, en la procedencia del autor y su idoneidad. ¡Qué fatigados deben estar los espíritus de Cervantes, Machado, Espriu, Pla, Borges o Neruda, por citar algunos de los que no suelen fallar en las alocuciones de los cabezas de cartel! Con demasiada frecuencia los versos son pronunciados frente al atril, sea mitin o discurso solemne, como un pegote de silicona, un embe­llecimiento fútil que, lejos de provocar una corriente de electricidad entre la audiencia, de sentir el cosquilleo de las imágenes que el poeta sacó de su prodigiosa chistera, produce una sensación pretenciosa e incluso amarga. Aún recuerdo aquellos días azules que un bucólico Mariano Rajoy deseaba a todos los españoles: “Tendremos un mañana colmado de días azules y soleados”, voceó en un pueblo de Cá­ceres. Posteriormente, en una entrevista, Gloria Lomana le preguntó por su inusitada poética, y el presidente le explicó que había fusilado a Machado y Pessoa. Un retruécano imposible propio de un estudiante de secundaria: los últimos versos escritos por el poeta andaluz: “Esos días azules y ese sol de mi infancia”, fusionados con la saudade del portugués: “No sé lo que traerá el mañana”. En su último acto como alcaldesa, Ana Botella quiso también embellecer su verbo, y según las crónicas “tomó prestadas las palabras del poeta Joan Margarit para decir que ‘pese a todo y siempre, en los peores momentos, mi familia ha sabido hacerme misteriosamente feliz’”. ¡Qué extraña pareja: Botella y Margarit! Cuando los nuestros viajan fuera, salen preparados, a la manera de Artur Mas en una reciente conferencia en la Universidad de Columbia de Nueva York. Por un lado, tuvo buen gusto al elegir a un exquisito de la poesía norteamericana, Robert Frost, y su El camino no elegido, pero hizo de él una interpretación errónea. Se trata de unos versos populares, que conocen bien los universitarios, y que derraman un lúcido estoicismo: “Dos caminos se separaban en un bosque, y yo¿ yo tomé el menos transitado. Y eso lo ha cambiado todo”. El propio Frost advirtió de su trampa: no hay un camino más difícil que otro, son casi iguales, pero lo que hace la diferencia es la decisión que uno toma. Bien lo sabe Susana Díaz, que estos días no precisa sonetos, acaso de haikus, y que en su soledad errante habrá recordado aquel consejo que un día le diera su padre: “Niña, no te metas en política”. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
18 de mayo de 2015
Blogs de autor

Oscar Wilde y la amistad como final

Oscar Wilde ilumina, como  ningún otro autor que yo haya leído, el espesor, el valor y el drama de la amistad. En sus manos, el verdadero y el falso amigo son personajes literarios de la misma profundidad y complejidad que tienen el guerrero sin miedo en Homero o el enamorado hasta más allá de la muerte en el Dante. 

*             *             *

En su colección de aforismos Unas cuantas máximas para la instrucción de los sobre-educados, Wilde escribió: “La amistad  es mucho más trágica que el amor. Dura más.

Uno de los cuentos más tristes de su colección El príncipe feliz, su primer éxito editorial, desarrolla este tema hasta las últimas consecuencias. Es El amigo fiel, la historia del pequeño Hans, un joven campesino que, en su ingenuidad, cree que el gran Hugo el Molinero es su amigo.

Hugo lo usa, lo explota y le exige agradecimiento por favores que nunca le hace. Cuando Hans tiene hambre, Hugo no lo ayuda ni lo visita “para no avergonzar a su amigo”. Cuando su situación mejora, Hugo le da a su amigo la posibilidad de trabajar para él y hacerle regalos nunca retribuidos, y lo deja gozar de sus edificantes discursos sobre la amistad.

Finalmente, el hijo de Hugo enferma y Hans, quién si no, debe ir en medio de una noche tormentosa en busca del médico. Hugo no le presta su linterna “porque es nueva y sería una gran pérdida si algo le pasara.” El pequeño Hans muere, y el gran Hugo reclama el lugar de preferencia en el funeral. Allí el amigo fiel se lamenta: “Fue una gran pérdida. Uno sufre por ser tan generoso.”

No hay tanta amargura ni tanto desprecio por la hipocresía en ninguna obra posterior de Wilde. No se puede concebir mayor ruindad que la de Hugo por Hans, que se cree afortunado por tener un amigo.

La última obra en prosa de Wilde, una larguísima carta que lleva el sombrío título de De profundis, cuenta la misma historia, pero esta vez es verdad. Hugo es el bello, joven y vanidoso lord Alfred Douglas. Oscar Wilde se atribuye el papel del pequeño Hans.

*             *             *

Los que han leído sus obras de teatro más mundanas y populares (La importancia de llamarse Ernesto, El abanico de Lady Windermere, Una mujer sin importancia), los que vieron alguna de las películas que se hicieron sobre su vida o escucharon alguno de sus punzantes juegos de palabras, suelen construir un Oscar Wilde enamorado de sí mismo: eternamente disfrazado de dandi, con trajes impecables de colores imposibles, desgranando brillanteces para una corte de jóvenes seguidores. Creador más que seguidor de la última moda, dictador de gustos literarios, personificación para su época de lo culto y lo moderno.

“Ser dandi es la afirmación de absoluta modernidad de la Belleza”, reza uno de sus aforismos.

Es difícil encajar un sentimiento como la amistad en este personaje excéntrico, amante del estilo, la belleza del artificio y el oropel. Un propagandista siempre abierto al monólogo, que parecía buscar más discípulos que iguales. “Hasta el discípulo tienen sus usos,” escribe en una más de sus Máximas…: “Se para detrás de nuestro trono, y en el momento de nuestro triunfo, nos susurra en el oído que, después de todo, sí que somos inmortales.”

En su momento de gloria, Oscar bien pudo sentirse inmortal. Los mayores genios de su época se agolpaban en las tabernas londinenses donde Wilde impartía cátedra, y muchos años después, sorber su genial ingenio es aún el sueño de los que no llegaron a conocerlo. Cierta vez preguntaron a Winston Churchill con quién le hubiera gustado sentarse a conversar. No lo dudó ni un instante: “Con Oscar Wilde.” Aún hoy, un famoso ‘mentalista’ británico asegura desde su página web que cumplió el deseo y habló con Oscar en la ultratumba.

¿En qué creía Wilde? En el arte más que en la realidad. En la belleza como valor ético. En el genio artístico como posesión suprema.“El esteticismo era el punto central de su credo y declaró que la belleza era el ideal al que todos debían acercarse,” recuerda su hijo Vyvyan Holland.

En la introducción a las Obras Completas de Wilde, Holland declara que, en su opinión, el ensayo más interesante de su padre es La decadencia de la mentira. “Tiene la forma de un diálogo, en el que el tema dominante es la gran superioridad del Arte sobre la Naturaleza, y llega a la conclusión de que la Naturaleza sigue al Arte.”

Pero esta imagen frívola y sólo interesada por lo estético es percibida cada vez más por los críticos como un hábil disfraz que oculta y ayuda a ‘vender’ en la época victoriana unas ideas sociales y políticas de avanzada, y que además le permite a Wilde mantener en la sombra una sensibilidad extrema.

Oscar Wilde era socialista en una época conservadora, un patriota irlandés en medio de un Londres eufórico de imperialismo inglés, y un creyente total en la libertad individual sobre el cuerpo y la mente de cada cual en una sociedad pacata y puritana. Sus trajes extravagantes, sus modales excesivos, sus retruécanos vacíos le permitieron construirse el personaje de brillante bufón inofensivo, cuando en realidad su discurso era revolucionario. 

Cuando Wilde cayó – y ningún pensador desde Sócrates cayó tanto desde tan alto en tan poco tiempo – su condena a prisión fue la condena de las “fuerzas morales” de la sociedad victoriana a todos los valores e ideales que por mucho tiempo se le perdonaron, pero no se le olvidaron.

En la cárcel, Oscar Wilde descubre la situación tremenda en que sufren y vegetan los presos. Sus dos cartas a la prensa denunciando esta situación y proponiendo reformas penitenciarias son la mejor demostración de su humanismo y su preocupación por los más débiles. Arrancada a la fuerza su careta de dandi, Wilde ya no puede ni quiere esconder la indignación que late en todo su obra detrás de la sonrisa del cínico disfrutador de la vida.

*             *             *

Muchos han interpretado la obra del genio irlandés como un reflejo de su vida breve, azarosa y demasiado pública. Wilde es sobre todo conocido por su famoso juicio, donde se desplegó ante una sociedad victoriana hipócritamente horrorizada los detalles de su debilidad por los muchachos.

Wilde, que provenía de una familia de nobles irlandeses empobrecidos, se estableció muy jóven en Inglaterra, donde su genio literario y su conversación profunda y chispeante brillaron de inmediato, primero en Oxford, donde estudió, y luego en los círculos de artistas de Londres.

Cuentan sus biógrafos que desde sus años de universidad buscó la compañía de bellos jóvenes. Creyó encontrar sosiego en un matrimonio del que nacieron dos niños. Pero pronto comenzó a frecuentar los dormitorios de sus acólitos y los salones de madamas que facilitaban compañía masculina. En estos ambientes trabó amistad con Lord Alfred Douglas, hijo del colérico y conservador Lord Queensberry.

Wilde se enamoró locamente de Alfred, y Lord Queensberry lo persiguió y fustigó por todos los medios a su alcance. “Lo que ocurrió después se ha contado muchas veces,” dice Vyvyan Holland. “Alfred Douglas, cuyo solo objetivo era llevar a los tribunales a su padre, convenció a Oscar Wilde de que iniciara una querella contra él por difamación. Lord Queensberry fue absuelto gloriosamente y su lugar en el banquillo de los acusados fue ocupado por Oscar Wilde, que resultó sentenciado a dos años de prisión” por escándalo y prácticas reñidas con la moral.

Fue la ruina. Tuvo que venderlo todo, incluida su preciada biblioteca. Todos los amigos y admiradores de antaño salvo un puñado de compañeros fieles y valientes, como Robert Ross, lo abandonaron. Le fue prohibido ver a sus hijos, y éstos tuvieron que cambiar de apellido (de ahí que Vyvyan se llame Holland).

Este episodio no sólo quebró emocional y espiritualmente a Wilde, quien murió en Francia, pobre y abandonado, poco tiempo después. También sirvió para teñir toda su obra con el mote de “homosexual.” Así, se notó que en sus obras de teatro, los noviazgos y matrimonios son meras imposiciones sociales. Ninguno de sus personajes se hunde por una relación amorosa que fracasa. De lo que sí se muere en sus obras es de las amistades traicioneras, o en el supremo sacrificio, por salvar a un amigo.

Por amistad muere el ruiseñor en el cuento El ruiseñor y la rosa: Un poeta pobre quiere llevar a la joven de la que está enamorado al baile. Esta le pide un rosa roja, pero es invierno. El ruiseñor escucha la plegaria de su amigo y se desangra sobre una flor blanca. Con el preciado regalo, el poeta va donde su amada, pero ella ya aceptó ir al baile con el sobrino del burgomaestre, un patán rico que le ofrece presentes más valiosos.

En De profundis Wilde disecciona una relación apasionada y compleja con el dolor de un alma traicionada y la maestría de un artista. Está hace meses en la cárcel, y recibe su primera noticia de su antiguo amigo. Lord Alfred Douglas le escribe al director de la prisión pidiéndole que interceda para que Oscar Wilde de su aprobación para un artículo en una revista francesa en el que Douglas pretende incluir fragmentos de cartas que el escritor le envió desde la celda. “¡Las cartas que debían ser para ti cosas sagradas y secretas por sobre cualquier otra en el mundo!”, aúlla de dolor el prisionero.

Pero aún en el más terrible desgarro, el sentimiento hacia su joven amigo es mucho más y muy distinto que una relación amorosa que tiene que disfrazarse de amistad por las convenciones victorianas. Las raíces de esas amistades amorosas entre hombres que tanto florecieron entre los artistas de la reprimida Inglaterra del siglo XIX están en el modelo griego. El amor es amistad y la amistad es amor, y cuando se traiciona, la traición es doble.

Así también, es doble el lazo que une a compañeros que comparten el lecho y la pasión por el arte y las aficiones de los mejores amigos. Douglas fue un convertido al credo artístico de Wilde. De esta amistad artística nos queda un trabajo conjunto: Salomé, el drama bíblico que Wilde escribió directamente en francés, fue traducido al inglés, en la versión que aún hoy se representa, por Alfred Douglas.

*             *             *

En su resumen biográfico, Vyvyan Holland destaca que su padre trabajó con ahínco y sin pausa en un ensayo en particular, al que volvió una y otra vez. Era su obsesión. Se llama El retrato del señor W.H., y es una más de las conjeturas sobre quién podría ser el destinatario de los sonetos de amor de William Shakespeare.            

Pasada la época victoriana, casi ningún entendido se atreve a argumentar que los sonetos fueron escritos para una dama. Fueron con casi total certeza para un caballero, pero ¿cuál? Una opinión muy difundida entre los críticos literarios es que se trata de un noble, tal vez Lord Pembroke o quizás Lord Southampton.

El ensayo de Wilde, de más de 50 páginas, intenta demostrar que los sonetos fueron compuestos para un joven actor de la compañía del bardo, llamado Willie Hughes. Se trata de un sentimiento amoroso por un artista, una sensibilidad afín, una inteligencia alerta. Es, en la versión de Oscar Wilde, un igual que despierta ternura, admiración, el ímpetu de crear y la pasión amorosa. Y la búsqueda que hace Wilde de datos sobre este Willie Hughes, su análisis de los sonetos para que encajen en su versión y el recuerdo de sus propias discusiones con otros “shakesperianos” conforman una novela de misterio, la afanosa construcción de una historia que, para Wilde, demostraría que su modelo de amistad existe y fue posible.

No es extraño que se dedicara tanto y le diera tanta importancia a este ensayo. La relación que quiso ver entre el autor teatral y su actor es la que Oscar anhelaba para sí, la que buscó infructuosamente en Lord Douglas.

*             *             *

La amistad para Wilde no es un escudo para ocultar una relación amorosa que la sociedad de su época no le permite confesar. Es una relación plena y polifacética, la relación enriquecedora entre iguales que para él es la base de la sociedad socialista que sueña en su largo ensayo, demasiado moderno para su tiempo, El corazón del hombre bajo el socialismo.

Mientras los marxistas de su tiempo planeaban una sociedad que liberara al hombre de sus cadenas económicas, colocándolo en un sistema que a la larga significó la imposición de nuevas cadenas, Wilde, iluso y lúcido al mismo tiempo, soñaba con un mundo de hombres libres donde cada uno se libere a sí mismo desde adentro, donde nadie sea perseguido por sus ideas o sus costumbres.

Wilde se construyó una Grecia antigua a la medida de su sueño, donde la relación ideal era el amor platónico, una abierta y tolerante sociedad de amigos. Se discute hoy con ardor si Platón y sus discípulos y pares eran realmente “platónicos” o si en sus relaciones había “algo más”. Lo que la obra de Oscar Wilde nos viene a decir es que, sin necesidad de entrar en el “algo más”, la amistad verdadera ya es mucho, muchísimo.

 

Ojalá muchos nuevos lectores encuentren en los libros de Oscar Wilde al amigo que su autor nunca encontró. 

Leer más
profile avatar
18 de mayo de 2015
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.