Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

El milagro del taxi

“¿Usted desea que le distraiga con un relato?”. Así comienza mi trayecto en taxi, por la zona de Pedralbes. “De ese modo el viaje se le hará más corto”, añade el amable conductor. Tiene un leve acento, no muy pronunciado, que conozco perfectamente. Le pido que emprenda la narración. Cuenta entonces una historia que se inicia en la entrada del Hotel Princesa Sofía, cuando un caballero bien trajeado pide que le conduzca al aeropuerto lo más deprisa posible porque lleva retraso. Mientras avanza la historia yo me fijo en la exactitud y elegancia de su lenguaje. Utiliza frases king size como “localidad colindante con el municipio de Belvitge” que ya no saben pronunciar ni los universitarios. Y también algunos giros que se han perdido en España, como “no le negaré que también influyó lo bien parecido que era aquel individuo”. Mi conductor es un hombre de cincuenta años, de tez café con leche, gruesos labios, nariz aplastada, y gasta gorra de béisbol. Cerca de mi destino, la historia finaliza con una pistola apoyada en la nuca del narrador, doscientos euros y el móvil perdidos (“para demorar la llamada: vea, era un eficaz profesional”), y el hombre bien parecido huyendo hacia el barrio de San Blas, donde la policía catalana procura no poner los pies. Hemos llegado. “¿Es usted cubano?”, le pregunto. “Así es, en efecto, fino oído, ¿cómo lo adivinó?” “Mi abuela era cubana” “¡Ah, qué alegría acaba de darme! ¡Somos hermanos, de algún modo! Y perdone la indiscreción, ¿ha vuelto usted por allí?” “No. Nunca he pisado la isla” En ese momento se volteó, como dicen allí, y mirándome a los ojos añadió con esa convicción que sólo tienen ya los exiliados: “¡Mejor! Volveremos cuando se haya impuesto la democracia y entonces aquel será el país más bello del mundo” “No me cabe la menor duda” Por mucho que insistí, no quiso cobrarme y tuve que abandonar el taxi por los bocinazos de los impacientes. ¡Lástima que ya no usemos sombrero! ¡Era la ocasión perfecta! Muere Fidel. Se impone la democracia en Cuba. Viajo para visitar la tumba de mi bisabuelo. Me encuentro con el taxista por las calles de La Habana. Sombrerazo.

Leer más
profile avatar
12 de enero de 2006
Blogs de autor

Más de la misma historia

He seguido la discusión en este blog entre Fogel y Figueras sobre hasta qué punto el giro a la izquierda de América Latina es un cambio real o más de la misma historia. Y me ha recordado una anécdota: Hace un tiempo, como parte de una investigación periodística, hablé con un simpatizante de Sendero Luminoso. Después de un rato de entrevista informativa, apagué la grabadora y discutimos un poco más. Yo argumenté que las revoluciones comunistas habían fracasado en todos los sitios donde se habían intentado. Pero él respondió: “en este país, lo único que ha fracasado es lo que tú llamas democracia, porque en grandes zonas del campo no tenemos agua, ni luz, ni educación, ni salud. Porque la policía no inspira confianza sino miedo ¿Cómo vas a convencer a esa gente de que puede haber un sistema peor? ¿Qué quieres? ¿Qué voten a los conservadores? ¿Para conservar qué?” Ahora, en el Perú, crece la candidatura de Ollanta Humala. Significativamente, Humala duplicó sus votos a partir del día en que Fujimori cayó preso en Chile y su posible candidatura se extinguió. Porque muchos de sus votantes lo estaban esperando a él. Significativamente, su intención de voto más alta está en la Sierra Sur, la zona en que más creció Sendero Luminoso. Los simpatizantes de esas tres opciones son casi los mismos. No están pensando si eres de derecha o izquierda. Al contrario, quieren a alguien que no parezca un político. Creo que en la América Latina no hay más de lo mismo. Los gobernantes, incluso los autoritarios, han conseguido el poder en las urnas. Hace treinta años era otro el panorama. Pero al menos en los países andinos, los votantes no están satisfechos con lo que les ofrece la democracia tradicional. El propio caso de Toledo es sorprendente: en un país con una tasa de crecimiento sostenida y alta, mimado por el FMI, con estabilidad institucional, el gobierno tiene una desaprobación del 86%. Guste a quien le guste, hay un delicado equilibrio en juego. Los países andinos no quieren más de nada de lo mismo: ni revoluciones aventureras ni una democracia que profundiza los abismos sociales. Porque en el terreno –que no en nuestros deseos- quizá la alternativa real a Humala (o a Chávez, o a Fujimori) no sea Lula sino Sendero Luminoso.

Leer más
profile avatar
12 de enero de 2006
Blogs de autor

Nunca más la misma historia

Con el debido respeto, disiento profundamente con el texto que el amigo Fogel difundió ayer, martes 10 de enero. En su argumentación, el amigo Fogel pretendió definir los procesos por los que atraviesa hoy Latinoamérica toda con una sigla robada de las iniciales del ex presidente mexicano Miguel de la Madrid Hurtado: MDLMH. Sólo que en este caso, MDLMH significa más de la misma historia. En primer lugar, desearía que se me permitiese dudar de cualquier diagnóstico sobre América Latina escrito desde París, y basado en datos que provienen de “los sitios de información de Internet”, Fogel dixit. Por más avanzados que estén los medios de comunicación en el presente, lo pensaría dos veces antes de emitir juicio respecto de la realidad asiática, o de cualquier otra, basándome tan sólo en los datos de la red. Sabrán disculparme, pero sigo pensando que nada reemplaza la experiencia de primera agua: los datos fríos pueden ser correctos, pero el contacto con la realidad suele brindar un prisma invalorable –y siempre imprescindible- para el análisis de los mismos. En segundo lugar, los ejemplos que Fogel elige para concluir que en Latinoamérica todo lo que ocurre es más de la misma historia son cuanto menos sesgados. Se me ocurren muchos argumentos para cuestionar al actual presidente de Venezuela, pero ninguno de ellos pasa por la escasez de frijoles. Para Fogel, el hecho de que falten café, azúcar y frijoles de las tiendas venezolanas (dicho sea de paso, ¿cuál es la fuente de semejante información?; imagino que no provendrá de un medio chavista, pero me pregunto si provendrá de un medio al que se pueda respaldar por su objetividad) es suficiente para equiparar a Venezuela con “la Cuba socialista”. Digamos tan sólo que Cuba aislada es una isla pobrísima, mientras que Venezuela es un país que duerme cada noche sobre millones y millones de dólares mensurables en petróleo crudo. La diferencia entre ambos países, objetivísima, no podría ser mayor. Si Venezuela carece de frijoles debe ser por razones completamente distintas a las de Cuba. ¿Supone Fogel que, en caso de resultar elegida este domingo como presidente de Chile, Michelle Bachelet pretenderá reeditar el gobierno de Salvador Allende: más de la misma historia? Estoy muy lejos de ser un experto en la realidad chilena, pero me atrevo a aventurar que la mayoría de mis amigos de allende los Andes se sentiría ofendida ante semejante simplificación. Lo cual me lleva al tercer punto. Creo que Fogel erra fiero en su análisis no sólo porque lo hace desde París y confiando en la información que circula en la red (que está muy lejos de ser verdad revelada), sino porque se limita a observar a los gobernantes de Latinoamérica. Cualquiera que pretenda arribar a un juicio certero a partir de Cháves, Kirchner & Co. terminará meando fuera del tiesto, porque para fortuna nuestra, hace ya algunos años (pocos, pero aún así algunos) que Latinoamérica es mucho más que sus gobernantes de turno. Pensar que todo pasa por Cháves, Kirchner & Co. es reduccionista, en tanto ignora las experiencias y el doloroso aprendizaje que millones de latinoamericanos hemos protagonizado en las últimas décadas. Un dato tan evidente como el del reclamo pacifista que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo vienen efectuando desde hace treinta años debería bastar para entender que en el terreno de los derechos humanos, la Argentina no depende tan sólo del humor de Kirchner. Es la gente, organizada de infinitas formas (casi siempre, vale aclararlo, en asociaciones no partidarias), la que ha tomado como responsabilidad propia la consecución de determinados objetivos. Sin la presión constante de los familiares y de las organizaciones piqueteras, jamás se habría condenado a prisión perpetua a un comisario de la otrora todopoderosa y por ende nefasta Policía bonaerense, tal como ocurrió este lunes 9 al culminar el juicio por los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Vale subrayarlo: aun satisfechos por el veredicto de la Justicia, los familiares de Kosteki y Santillán ya manifestaron que no regresarán a sus casas como si nada hubiese ocurrido, sino que seguirán presionando (¡pacíficamente!) para que ahora se investigue a los autores intelectuales del crimen. Si algo tiene en claro Kirchner (y pido perdón por la insistencia con Argentina, pero prefiero hablar de aquella realidad que conozco cara a cara), es que ningún gobernante de Latinoamérica puede hoy gobernar hoy de espaldas al reclamo popular. ¿Populismo? Llámenlo como quieran. Yo prefiero pensar que en naciones como las nuestras, con mayorías que padecen necesidades elementales a diario, atender a estos reclamos masivos no es demagogia, sino simple sentido común. No pretenderé que los actuales gobernantes simbolizan un proceso revolucionario de cambio. Pero eso no significa que deba aceptar juicios tan ligeros como el de Fogel. Kirchner no es el Che Guevara ni pretende serlo, y tampoco es Menem. Cualquiera que equipare a Kirchner con los años de la pizza con champagne está muy, pero muy mal informado. En primer lugar, porque la gente manifestó su repudio a esa concepción de la Argentina con millones de votos y hasta con su sangre, y no está dispuesta al regreso de nada parecido. (¿Recuerdan los muertos de diciembre de 2001?) En segundo lugar, porque Menem manipuló a una Corte Suprema que avaló el indulto a los genocidas de la dictadura y Kirchner hizo posible la formación de una Corte Suprema independiente que en pocas semanas más anulará ese indulto por anticonstitucional. Se me ocurren docenas de otras diferencias sustanciales, como lo que va del alfa a la omega, pero me abstendré de enumerarlas para no fatigarlos ya más con mi indignación. No pretendan que ignore las enseñanzas de nuestra historia reciente. Coincido en que tal vez estos líderes no sean todo lo que esperamos de ellos, pero eso me preocupa poco porque el cambio sustancial, el imprescindible, es el que se verifica en la gente. Al menos en la Argentina, la gente ha aprendido a manifestar sus deseos y a trazar límites de formas que van mucho más allá del voto cada cuatro años. Suponer que mi gente va a tolerar cualquier cosa de cualquier manera es ofensivo, aunque más no sea porque implica creer que tantas muertes, tanto dolor y tanta sangre han ocurrido en vano. Aquí ya nadie tolera más de la misma historia; mi país, en todo caso, es el país del nunca más. Si fuese a juzgar por lo que experimenté en mis viajes por Latinoamérica durante estos últimos años, juraría que la gente no sólo está dispuesta a buscar una historia distinta, sino que manifiesta día a día que la buscará dentro de la ley y repudiando todo tipo de violencia. Y esto, al menos en lo que a mí respecta, marca toda una diferencia. Otórguenos al menos el beneficio de la duda, monsieur Fogel. Somos humanos, lo cual implica que somos recalcitrantes, pero no necesariamente que somos idiotas.

Leer más
profile avatar
11 de enero de 2006
Blogs de autor

Cómo (no) vender a los clásicos

¿Por qué los editores de libros clásicos se esmeran en hacerlos ver más aburridos de lo que son? Acabo de leer El jugador de Dostoyevski. La contraportada de la edición lo presenta así: “En medio de una galería de personajes desarraigados y trashumantes, la patética figura de Aleksei Ivanovich personifica el goce y la angustia del tipo humano que canaliza toda su capacidad de protesta en la pasión por el juego, vía de acceso a una libertad vorazmente deseada”. OK, es verdad. Y suena bonito. Pero ¿Alguien se ha enterado de qué se trata esta historia? Ya, de un tipo que juega ¿No? Pues resulta que en esta novela hay toda una familia de burgueses arruinados que fingen estar boyantes para casarse con un par de franceses ridículos mientras esperan que se muera la abuela. No son desarraigados y trashumantes, son rusos y son graciosos. Y la abuela, por cierto, no sólo está viva, sino que está como un roble y les grita a todos que no les va a dar un centavo mientras tratan de alcanzarla en su silla de ruedas. Ah, y luego se vuelve adicta a la ruleta. El sentido del humor ácido y caricaturesco de Dostoyevski forma parte esencial de su retrato de la sociedad del siglo XIX. Pero eso no se pone en las contraportadas ni en los comentarios. Los clásicos no son divertidos, son profundos, o sea, que sólo se puede hablar de ellos con palabras esdrújulas. Mi hermana adora a Tolstoi y a Dostoyevski, porque, según dice, “son como telenovelas de época pero mejores, con personajes más interesantes”. Uno de mis primos, al escucharla hablar así, se interesa por el libro. Pero lo coge, lee la contraportada y me lo devuelve. “No lo voy a entender” dice encogiendo los hombros. He ahí uno más ahuyentado de los clásicos gracias a sus propios editores.

Leer más
profile avatar
11 de enero de 2006
Blogs de autor

Patrañas

¿Será cierto que vuelve a ser necesaria la “lucha contra el infame” que popularizó Voltaire? Durante el último medio siglo, el regreso de las fábulas religiosas y políticas (placebos para mitigar el miedo y la desesperación) parece imposible de detener y se multiplica a velocidad de rata. En su Tratado de ateología (Anagrama), Michel Onfray propone la relectura de Kant y en especial de su célebre opúsculo ¿Qué es la Ilustración? para percatarse de que el proyecto kantiano de salvar a los humanos de la minoría de edad es más urgente que nunca. Ni una sola de las metas propuestas en este escrito de 1784 se ha alcanzado. Y a veces olvidamos que sin los valores de la razón ilustrada la democracia es un fraude. No son únicamente los movimientos fundamentalistas de los EEUU o del Islam, los que dominan o agreden a la mayoría de la población mundial, son también las doctrinas totalitarias emergentes, los etnicismos, los mitos de la tierra, de la sangre, de la lengua, los nacionalismos, los que están arrasando la razón común con la colaboración de unos medios de masas que han encontrado en ellos el filón para llenar millones de horas de programación que ya no admitían más deportes o marranadas sentimentales. El sentido común, la razón, la ilustración, vuelven a ser bienes escasos y de combate contra el oscurantismo y la superstición, como antes de la Revolución Francesa. En esta nueva batalla del entendimiento contra los delirios de la fantasía, no hay izquierdas ni derechas. A un lado están los soldados de Dios, de la Patria, del Amo, muchas veces con la pretensión de ser “de izquierdas”. Al otro quienes combaten las mentiras envueltas en banderas y perfumadas con incienso. Que las últimas superventas de librería sean narraciones místico-históricas como el Código Da Vinci nos hace añorar aquellas novelas comerciales pero descreídas, escépticas, implacables e irónicas que se llamaban “novela negra”. ¡Quién pillara un Chandler o un Hammett de nuestros días!

Leer más
profile avatar
11 de enero de 2006
Blogs de autor

Gripe y fe

Con catorce casos humanos en Turquía, la gripe aviar está “en la puerta de Europa”, como dice la prensa al utilizar un “cliché” que recuerda la frase tan usada al final del siglo XIX. En esta época, Constantinopla era la “sublime puerta”, nombre dado al palacio de Topkapi y por extensión al despacho del Vizir que regentaba el imperio Otomán. Hoy, todo cambia: en la puerta de Europa vemos pollos que intentan escapar de la furia de unos militares y veterinarios filmados por la prensa internacional en la cobertura de lo que puede ser el brote inicial de una pandemia.

Ya salieron en los periódicos europeos los planes de varias empresas para seguir funcionando con la mitad de su plantilla en casa o, peor, en el hospital. El Banco HSBC tiene planes para aguantar así hasta tres meses y los bancos de negocios estudian la manera de mantener a todos sus ejecutivos en casa pero trabajando a través de una conexión a Internet para impedir cualquier contaminación.

Hacía días que leía informaciones como esta y miraba matanzas de pollos y patos por televisión (inhumados vivos) cuando me llegó la “letra del año para 2006”. Claro que la letra, que recopila las predicciones de los babalaos de la santería cubana, llega por Internet, tal como las informaciones sobre las empresas frente al riesgo de pandemia. Pero qué cambio más fuerte: se me informa de que el signo regente es “Ogunda Irete” y que los orishas, es decir los santos, que van a tener el papel fundamental son “Obatalá” (la Virgen de las Mercedes para los católicos) y “Oshun” (la Virgen de la Caridad del Cobre, que recibió en ofrenda de Hemingway su medalla del Premio Nobel de Literatura).

Para cualquier persona que conoce a Cuba y a los cubanos, no es poca cosa descubrir que las previsiones de la letra son de las más oscuras. Hablo en serio: el excelente sitio Cubanet tiene el cable de la agencia Efe que cuenta el contenido de aquella carta preparada por los babalaos. Nos espera un momento difícil. Pero además del espanto prometido, si se lee con cuidado el cable se ve la distancia fenomenal entre dos culturas. Pues el 12 de febrero dice el texto, y creo que no se va a esperar tanto, habrá sacrificios de animales en Cuba. Van a morir gallinas blancas, no por detener a la gripe aviar sino por hacer lo que corresponde cuando se busca el apoyo de Obatalá y Oshun. De la puerta de Europa al gran caimán del Caribe, el mundo es ancho y a los pollos todos le pegan fuerte.

Leer más
profile avatar
11 de enero de 2006
Blogs de autor

Un oscuro día de justicia

La broma sostiene que en las novelas policiales al estilo inglés el asesino es siempre o casi siempre el mayordomo. En la novela negra de la realidad argentina, el asesino es siempre o casi siempre el policía. Ayer lunes 9, al cabo de ocho extenuantes meses de juicio, se condenó a los autores materiales de dos crímenes a sangre fría perpetrados el 26 de junio de 2002. Los asesinados fueron los dirigentes piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, de 21 y 22 años. Por su responsabilidad, el ex comisario Alfredo Franchiotti y el ex cabo Alejandro Acosta recibieron pena de prisión perpetua. Otros ex policías fueron sancionados con penas menores, encontrados culpables de encubrimiento. Lo repito, por si no se comprendió bien: policías homicidas. Y policías cómplices, que destruían evidencias del crimen y presentaban falso testimonio. Kosteki y Santillán formaron parte de una protesta que pretendía cortar el puente Pueyrredón, uno de los tradicionales accesos a la Capital desde los suburbios del Gran Buenos Aires. Por vía de distintos voceros, el gobierno del entonces presidente Eduardo Duhalde había hecho saber que pensaba reprimir con la dureza que fuese necesaria para impedir la toma del puente. Los dos jóvenes fueron baleados a quemarropa en el interior de la estación Avellaneda. Aunque no se conocían, Santillán acudió en ayuda del herido Koskeki y resultó fusilado por la espalda, a un metro de distancia. Miles de argentinos recordamos todavía la imagen de Franchiotti en sus apariciones televisivas de aquel día: con el rostro ensangrentado, culpaba a los piqueteros de la violencia y trataba de despertar compasión por su abnegación en el cumplimiento del deber. Un rato antes había fusilado a un hombre. Ahora actuaba ante las cámaras en pleno dominio de su histrionismo; un psicópata de manual. La así llamada Masacre de Avellaneda precipitó la salida de Duhalde del gobierno: no le quedó más remedio que anticipar el llamado a elecciones, que culminarían con el triunfo de Néstor Kirchner. El nuevo presidente ha hecho algunas cosas loables en el terreno de la Justicia, como renovar la Corte Suprema, y otras aun teñidas de gris, como la reforma del Consejo de la Magistratura, pero no estaba en sus manos evitar que el crimen fuese juzgado en Lomas de Zamora, la patria chica de Duhalde sobre la que todavía hoy, aunque desplazado de los sitios formales de poder, el ex gobernador y ex presidente sigue proyectando sombras. La historia nos enseñó que allí donde hay un uniformado que tortura o dispara a quemarropa, casi siempre existe una mano oscura que sugiere, habilita y palmea sus espaldas. Algo similar ocurrió en diciembre de 2001, cuando las protestas por la instauración del llamado “corralito” que arrebató a la gente sus depósitos bancarios; allí también hubo muertos a manos de la policía, que se enfrentó a la muchedumbre siguiendo órdenes del gobierno de Fernando de la Rúa. No nos engañamos, sabemos que los verdugos son siempre empleados, no hacen nada sin que sus superiores se lo indiquen. Lo difícil es condenar a los autores intelectuales de crímenes como los de Kosteki y Santillán, tanto como lo es condenar a los autores intelectuales del genocidio de la dictadura de los años 70. Franchiotti y Acosta quedarán presos, pero aquellos que de modo directo o indirecto les comunicaron que tenían licencia para matar no han sido identificados y probablemente no lo sean nunca, al menos mientras Franchiotti y Acosta prefieran seguir presos a terminar muertos en sus celdas. Por eso la historia argentina es novela negra y no enigma inglés: porque aquí el crimen paga y muchas veces se sale con la suya. Y porque los enigmas a lo Agatha Christie siempre se resuelven, y los crímenes perpetrados en países oscuros sólo en rara ocasión.

Leer más
profile avatar
10 de enero de 2006
Blogs de autor

M.D.L.M.H.

Hoy me acuerdo del placer de los mexicanos cuando, en su época, se les preguntaba lo que pensaban de su Presidente, Miguel de la Madrid Hurtado. Utilizando las iniciales de su nombre y de sus apellidos formaban la sentencia definitiva: más de la misma historia.

MDLMH fue presidente desde 1982 hasta 1988, pero el concepto de una historia inmóvil sigue viva tanto en México como en otros países de América Latina. Basta hoy despertarse y repasar los sitios de información en Internet para sentir que se detiene el tiempo.

La Republica Bolivariana de Venezuela intenta “construir el socialismo del siglo XX” se traduce en el “Financial Times” de Londres por el título: “El control de precios en Venezuela provoca la escasez de comida”. El artículo dice que “el café, el azúcar y los fríjoles son difíciles de encontrar o faltan en las tiendas esta semana mientras los suministradores esperan conocer el precio oficial”. Cualquier persona que conoce la historia de los “mercados campesinos” y “agromercados” en la Cuba socialista sabe de qué se trata: MDLMH.

Argentina pagó por anticipado su deuda al Fondo Monetario Internacional. Esto se traduce en “Clarín” de Buenos-Aires por el título “Costo de vida: ahora la estrategia del gobierno es pasar el verano”. El artículo dice que “el gobierno ya definió que quiere un dólar de precio alto” (Argentina ya tiene la mayor inflación del continente, detrás de Venezuela). Cualquier persona que conoce la historia psicoanalítica y económica de lo que se llama “pizza con champaña”, es decir la ilusión compartida en la época del presidente Menem de que se puede manipular las tasas de cambio, sabe de qué se trata: MDLMH.

Perú se prepara para la próxima elección presidencial se traduce en “La tercera” de Santiago de Chile por el título “Hoy se inscribe candidatura de Fujimori ante el jurado nacional de elecciones de Perú”. El artículo dice: el mismo jurado ratificó en diciembre la inhabilidad que pende sobre Fujimori de presentarse a cargos públicos”. Cualquier persona que conoce la historia penal y política de los presidentes peruanos, es decir de la mezcla de demandas judiciales y sinvergüenzas activos que conforman el pasado reciente de la nación andina, sabe de qué se trata: MDLMH.

Para dar un poco de altura al día, mejor reabrir un clásico como “El Gatopardo” y comprobar la inagotable continuidad de los poderes más allá de los hombres y de las generaciones en la fórmula definitiva del maestro Lampedusa: “las cosas tienen que cambiar un poco, para que nada cambie”.

Leer más
profile avatar
10 de enero de 2006
Blogs de autor

Más analogías

Desde que supe que en Francia se había desatado una persecución contra Alain Finkielkraut, devoro todo lo que encuentro de este caballero. En un escrito autobiográfico afirmaba “querer hacerse viejo lo antes posible”. Seguramente lo decía pensando en la clásica estampa del anciano sabio, (le sage, no le savant), tan ausente de nuestra sociedad. Y añadía:

C’est la lecture qui m’a fait vieillir et l’apprenti philosophe que je suis resté doit aux grands romanciers de concevoir le phénomène humain non tant comme un problème a résoudre que comme une énigme à ne jamais cesser d’interroger” (“He envejecido gracias a la lectura y el aprendiz de filósofo que todavía soy le debe a los grandes novelistas una concepción del fenómeno humano, no tanto como un problema a resolver, cuanto como un enigma al que inquirir sin descanso”)

Está bien. El punto de mira del fusil telescópico del filósofo es exacto, certero, busca abatir al animal con eficacia, sin hacerle sufrir inútilmente. Por el contrario, la vieja escopeta literaria lleva un punto de mira ruinoso. A veces apunta demasiado alto y el tiro se pierde entre las nubes. A veces tan bajo que levanta una nube de polvo y hormigas. En ambos casos, el animal sufre un susto espantoso y escapa a toda velocidad, a veces incluso herido. El filósofo contempla la pieza cobrada. La ve tendida en tierra y sabe que esa es la verdad del animal, su destino irremediable. Pone entonces un pie sobre la testuz del cadáver, suspira profundamente y mira desafiante a su alrededor. El literato se queda allí, parado, con cara de bobo, viendo cómo se le escapa (¡otra vez!) la presa. Maldice su suerte y arroja la escopeta con rabia. Pero lo cierto es que ha visto algo indescriptible: el salto prodigioso, elástico, aéreo, de un animal en el límite de su potencia. Quizás ha sido un instante, quizás sólo un par de segundos, pero ha sido testigo de la vida viviente en todo su esplendor. Lo suficiente como para que recoja su escopeta, apure lo que queda en la cantimplora y vuelva a cargar un cartucho mientras musita: “No me fastidies, Tizona, esta vez va en serio”.

Leer más
profile avatar
10 de enero de 2006
Blogs de autor

Las guerras ya no son lo que eran

Se estrena en España Jarhead, la película del director de American Beauty sobre la Guera del Golfo (no ésta guerra sino la otra, la de los noventa, la que duró un par de semanas). Recuerdo que, desde la televisión, esa guerra parecía un juego de Playstation. Uno veía pantallas de aviones apuntando a objetivos terrestres, luego una lucecita y un cartelito que decía algo así como “Target destroyed: game over”. Era una guerra aséptica, donde tenías que tener muy mala suerte para morirte y los aviones sobrevolaban desiertos resolviendo las operaciones con fría y distante eficiencia. Nada de guerrillas urbanas ni secuestros. Nada de posguerras más largas que la guerra. Ni siquiera una dosis de ambigüedad: los buenos eran buenos y los malos, horribles. Jarhead, basada en las memorias de un verdadero marine, narra la parte que no veíamos mientras presenciábamos las lucecitas de la operación Tormenta en el desierto (por Dios, si hasta tenía nombre de Playstation). Básicamente, la película describe a un grupo de soldados hinchados de testosterona y convertidos en máquinas de matar que no tienen con quién practicar sus habilidades. Y mira que lo buscan. La crítica norteamericana acusó a Jarhead de dos cosas. 1) Ser moralmente ambigua, o sea, no definirse como Rambo ni como Nacido el 4 de julio, como si Sam Mendes no quisiera tomar partido para no enojar a nadie. Y 2) carecer del sentido del humor que el libro sí tiene. Quizá su ambigüedad política se deba más a la guerra que a la película en sí. La guerra del Golfo fue aprobada por todo el mundo y ganada con limpieza. No está cargada con el trauma de Vietnam ni con el heroísmo de la Segunda Guerra. Es una guerra que hubo, perfectamente olvidable, como la incursión rutinaria de la policía para salvar a un gato que se ha subido a un árbol. Era una guerra –lo cual es malo- pero era necesaria, lo suficientemente para no envilecerla, pero no para ennoblecerla. La falta de sentido del humor, en cambio, tiene que ver con la guerra, pero no con ésa sino con ésta, la que se libra ahora en Bagdad. Una guerra que, por primera vez, ha dividido a los americanos seriamente desde antes de su inicio, en la que los soldados torturan a los prisioneros y se toman fotos para los amigos, una guerra en la que todo sale mal y que sólo produce bochornos. Básicamente, una guerra que da de todo menos risa. No es momento para tomarse a los soldados y al medio Oriente con sentido del humor. Como toda película sobre la realidad, y sobre esa realidad política que es la guerra, Jarhead no se ve ni se produce independientemente de lo que ocurre en el mundo, y de nuestras opiniones al respecto. Pero antes era más fácil asumir nuestras opciones morales y opinar sobre esas películas incluso antes de verlas. No por casualidad, este filme habla sobre la guerra que inauguró el nuevo orden mundial tras la caída del muro de Berlín, y anunció el nacimiento de un mundo que parecía muy sencillo y ha terminado por ser mucho más complejo de lo esperado.

Leer más
profile avatar
10 de enero de 2006
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.