Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

LA TORTURA DE LA DESIGUALDAD

Lo que en España se llama los “mileuristas” ( jóvenes de los que se abusa laboralmente con salarios de 1.000 euros)  son en Rusia los “cieneuristas”. Con una cruel particularidad: los precios en la mayor parte de las grandes ciudades de Rusia no son extraordinariamente inferiores a la media española y, por si faltaba poco, Moscú es la segunda capital más cara del mundo. Y su nivel de precios no deja de crecer. ¿Que cómo se las arreglan los “cieneuristas” y los otros millones de rusos que ni siquiera llegan al  ciento? Simplemente, siendo pobres.

La pobreza masiva no constituye una novedad en Rusia, ni en la de los zares ni en la de los bolcheviques. La novedad reside ahora en lo que se conoce como los "nuevos rusos", grupos de multimillonarios inéditos que han conseguido su posición con robos a plena luz y en veloz complicidad con las antiguas estructuras del comunismo. ¿El comunismo? Lo mejor que tenía el comunismo real no era el disfrute real de las riquezas sino el goce fatal de la igualdad.

En todo momento, cuando se miden los niveles de felicidad en el mundo no es insólito que naciones tan misérrimas como Niger se encuentren ocupando los primeros puestos. La desdicha, el malestar, la depresión son más comunes en países capitalistas avanzados y neoliberales que en los que apenas viven con ocho o diez dólares diarios. El secreto reside en que echando la vista alrededor aquellos que tienen poco no advierten que otros se valen de ellos para tener mucho. La desigualdad es un pilar de la infelicidad. Y de la infelicidad a todos los niveles de estatus laboral y profesional.

En Estados Unidos, donde los habitantes  de las suburban city no tienen demasiada ocasión de contrastar sus grados de satisfacción doméstica y personal, unos a otros se miden por los bienes que poseen. La mayor frustración, en consecuencia, del ejecutivo que no cesa de conceder horas y más horas de trabajo a su empresa, y negarlas por tanto a tratar con su pareja y sus hijos, es comprobar que, pese a ello, el 4x4 del vecino es un X5 cuando sus ingresos no les han permitido pasar de un Chevrolet. Justamente esta frustración, repetida una y otra vez, está conduciendo a un creciente desapego productivo de los empleados  más valiosos. Es decir de aquellos más capaces de reflexionar de manera crítica y de imaginar otra clase de vida.

Llegar a la revelación de que la carrera por ganar más que el otro, sin importar cuánto se gane, aboca a perder la respiración y la ilusión. Por el contrario, la evidencia de que se posee lo suficiente o lo que socialmente se considera común, devuelve la salud o la calma. Tantos delitos en los países más adelantados económicamente se relaciona  con este factor de la desigualdad,  más todavía en las grandes ciudades, en escaparates tan fulgentes como ominosos al estilo del actual Moscú, donde mientras los "nuevos rusos" compran en las caras tiendas de Prada o se alojan en los mejores Kempisky del mundo, los antiguos rusos, herederos de los sujetos proletarios de la Revolución, necesitan abastecerse en los abigarrados mercadillos donde es incluso posible adquirir billetes del metro por la mitad de precio, gracias a las martingalas de los subfuncionarios.

¿Ser pobre? Nadie es más pobre, dicen los chinos, que quien no sigue el consejo de no aspirar a mucho. "En la vida -me decía un elegante acupuntor que ejerce en una esquina de Martínez Campos en Madrid- no hay que tener mucho ni poco, solo algo". Y ese "algo" efectivamente cura, apacigua y solaza si representa, respecto a su entorno, la dosis justa. La injusticia mata. La injusticia, la inequidad, la desigualdad son instrumentos de tortura.

Leer más
profile avatar
7 de junio de 2006
Blogs de autor

Nunca mueren

El viernes 2 de junio moría acompañada por los suyos la cantante Rocío Jurado. Ya lo sé. Ya lo sé.

Lo que no sé es si hay otros países en donde las Grandes Madres ocupen tanto espacio público y se hinquen tan fuertemente en el corazón de las poblaciones. Tiendo a creer que sólo en algunos países árabes se da esta idolatría hacia mujeres fuertes y de tremendo carácter. Mujeres que vencen en un universo, no ya de hombres, sino de machos violentos.

Su hermano Amador dijo que había muerto tranquila, “atendida por su médico personal, Alejandro Domingo”. Dar el nombre del “médico personal” en estas circunstancias, es mayestático. Sólo las más altas figuras del Estado suelen mencionar a su médico por el nombre. Así fue durante la agonía de Franco y sus atribulados matasanos. Quizás por esta razón el Rey de España llamó al viudo para expresar sus condolencias. Inter pares.

Las Grandes Madres ocupan un lugar paralelo al de los sátrapas, por compensación sentimental. Ellos son machos agresivos, ellas son las Grandes Madres que protegen a la débil, frágil, delicada progenie. Anna Magnani había construido maravillosamente el personaje en Mamma Roma. Era la Roma de los años cincuenta, la de la miseria sureña, la de la inmigración, la del fin del fascismo y el comienzo del desarrollo inmobiliario desaforado. La Mafia, machos violentos, se estaba adueñando del país con la colaboración del ejército americano y la Democracia Cristiana.

Las Grandes Madres, adoradas por sus hijos más frágiles y vulnerables, son un clásico de las sociedades patriarcales. Por eso Almodóvar ha dicho de Rocío Jurado: “Las mujeres como ella no se mueren”. Un enunciado perfectamente irracional en el mismo día de la muerte, pero comprensible como aullido de dolor que escapa del pecho de un hijo abandonado. Ya nunca más estará ella para interponerse entre el hijo y el puño del padre que llega a casa borracho y ciego de resentimiento.

En Francia sólo hay un precedente semejante de exequias de Estado, las de Edith Piaf. Pero es el modelo contrario. La pobre mujer explotada por sus chulos. El ídolo de los inmigrantes árabes era, en cambio, Dalida, un modelo de Gran Madre típico de nuestras tierras, pero sin la fuerza de la autenticidad.

En el entierro estaban las otras Madres que aún viven: Sara Montiel, Paquita Rico, Massiel, son Madres Menores que no alcanzaron la altura de Rocío Jurado por falta de energía, potencia, fuerza, audacia y desmesura. Han sido prudentes. No han disputado su autoridad al macho, se han hecho amigas suyas.

Van muriendo las verdaderas, Lola Flores, la primera. Con ellas se muere lo que aún queda en España de siglo XIX.

Leer más
profile avatar
7 de junio de 2006
Blogs de autor

El país de las cosas chiquitas

Uruguay es el país más civilizado de América Latina. Fue el primer estado laico, ha decidido por referéndum los temas álgidos como las privatizaciones o los juicios por abusos durante la dictadura, tiene el menor índice de delincuencia de la región. En fin, la gente se pone de acuerdo para hacer las cosas.

Basta salir a la calle para comprobar el proverbial temperamento apacible de los uruguayos. En Montevideo, aún circulan carros tirados por caballos. En Lima, el caballo no duraría ni veinte minutos sin ser robado. En México, ningún conductor se detendría ante un caballo: simplemente, decidiría que es un espejismo, que es imposible que eso esté ahí. En Madrid, le pondrían una multa al caballo.

Pero la mayor prueba de civilización es el volante que recibo en una esquina de la avenida 18 de julio. Es publicidad de un puticlub. Tiene dibujada una mujer desnuda con grandes pechos y la leyenda: “haremos realidad tus fantasías”. Pero debajo, en letra pequeña, dice: “prohibido arrojar este volante en la vía pública por disposición municipal 293084”. Como si dijera “entréguese a la pasión y a la promiscuidad, pero por favor no nos ensucie la calle”.

Por eso, creo que lo más representativo de Uruguay es la feria de Tristán Narvaja, un gran mercado de pulgas en el que uno puede encontrar, según una lista que encuentro en Internet, las siguientes cosas: “Libros viejos, juguetes de plástico, animales embalsamados, pelucas, armas, encajes, alimentos enlatados, fonógrafos, animales amaestrados, banderines, lechones, termos, sirenas, discos, revistas de cine, espejos, animales fabulosos, cuchillos y tenedores -algunas cucharas-, perros sueltos, pipas, billetes, postales, animales que se agitan como locos, pilas, madejas de lana, lentes, botellas, porcelanas, animales innumerables, bastones, platos, biblias, sombreros, animales dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, posters, rulemanes, diskettes, chorizos, regaderas, animales que acaban de romper un jarrón, carteras, sellos, botones, animales incluidos en esta clasificación, manteles de hule, fotografías fotocopiadas, flores, animales que de lejos parecen moscas. Y que de cerca, son moscas. Etcétera.”  La feria es como la misma Internet, pero material, de carne y hueso.

El domingo que el escritor Ale Ferreiro me lleva a la feria encuentro un enorme mueble-radio antiguo en que aún suenan discos de vinilo con boleros y mambos. Sobre un mantel de flores, el mismo vendedor ofrece un antiguo álbum de fotos familiar. El álbum perteneció a alguien que creció durante la primera mitad del siglo XX. Un hombre. Las fotos muestran su infancia y sus primeros amigos, pero luego lo vemos el día de su graduación. Más adelante, está su matrimonio. No se casa con su primera novia, al menos, no con la chica que llevó al baile de graduación. De todos modos, su esposa es linda, y sus pequeños, que llegan al álbum cuatro páginas después, son un par de robustos gemelos. Con el tiempo, el dueño del álbum pierde pelo pero prospera económicamente, y se compra un coche negro. También va con frecuencia al campo, aunque las imágenes urbanas aclaran que vive en Montevideo. En las últimas fotos parece a punto de ser abuelo. Los chicos ya no son tan chicos y se ve que quiere nietos. Pero su vida se interrumpe entonces, como empezó, sin sobresaltos, acompañada por los discos de viejos boleros.

La vida de este hombre, perdida entre cachivaches de toda índole, es como su país, el país de los cuentos de Benedetti y de una película como Whisky: un lugar sin las grandes tragedias ni dramas colectivos de sus vecinos, un rincón de pequeñas historias personales que se difuminan en el húmedo gris del cielo. Un país discreto con vista al río. Muchos uruguayos protestan por esta condición. Les parece que están condenados al aburrimiento. Recuerdan la definición de Fito Páez: “Montevideo es como Buenos Aires pero unplugged”. Quizá tengan razón, pero a mí no deja de parecerme que Montevideo es la única capital habitable de mi vasto continente.

Leer más
profile avatar
7 de junio de 2006
Blogs de autor

Pobre diablo

Al fin (aunque, ¡ay!, con ligereza y demasiado brevemente) se le dedicó al Diablo algo de atención. El pobre anda de capa (¿de cola?) caída en estos tiempos. Llegada la fecha tan temida –escribo esto en el sexto día del sexto mes del sexto año de este nuevo siglo- todo con lo que contamos para recordarlo fue una película de Hollywood –y una remake, para peor: ¡ni siquiera le otorgaron la gracia de una idea original!

  Satán supo ser mucho más de lo que es hoy. En el Antiguo Testamento fue el Angel Caído, lo que es igual a decir el Angel del Disenso: tan sagaz y tan artero (un antecesor del Ulises que el resentido Dante condenaría a los Círculos del Infierno), que podía embarcar a Dios en una apuesta por el alma de Job y aun cuando pareciese que había perdido, ganar; puesto que para ganar Dios se mostraba cruel, injusto y a fin de cuentas indigno de su eminencia. En el Nuevo Testamento fue una piara de cerdos, pero también el Tentador. En Paradise Lost fue uno de los más grandes personajes de la literatura universal: darkness visible, la oscuridad visible a la que Milton dotó de la elocuencia de un Yago, o de un Macbeth. (El diablo se lo debe todo a Milton, dijo Shelley con perspicacia.) Y que en su esplendor, contrasta con la opaca figura del Cristo del mismo poema; Paradise Lost es el poema que Satán se merecía.

Con el tiempo llegó la banalización. Víctima de la cultura pop, que pretende representarlo todo y así convertirlo en un elemento más de su colección de figuritas, Satán se convirtió en una parodia de sí mismo. En la era de la triunfante tecnología del CD, ni siquiera nos queda el consuelo de escuchar sus mensajes en los discos de vinilo pasados en reversa. Sólo rescato al señor oscuro de Legend, la película de Ridley Scott, por su poderío físico y sexual; a la criatura de El bebé de Rosemary, que inquietaba precisamente por su desvalidez; y al demonio de El exorcista, por su gratuidad: Pazuzu no buscaba el mismo poder que buscan los ambiciosos de este mundo, sino aquel que se desprende de la corrupción de la inocencia. En este sentido, la tesis de El abogado del diablo –que Satán no puede hoy ser otra cosa que el líder de una empresa multinacional, capaz de avasallarlo todo porque tiene la capacidad de corromper a todos- tenía su gracia, pero la idea suena mejor que su concreción.

Quizás habría que decir, tratando de adivinar las condiciones del equilibrio ultraterreno, que Satán menguó porque menguó Dios. Pero la experiencia aquí en la Tierra nos enseña que cuando un poder colapsa, su rival crece: véase la preeminencia actual de los Estados Unidos, ocupando los espacios cedidos por la caída de la Unión Soviética. ¿No debería reinar Satán sin contrapeso, ahora que Dios parece haber capitulado, ahora que hasta Ratzinger se pregunta dónde estaba Dios durante Auschwitz? (Debería responderse: Dios estaba en el mismo lugar donde estaba la Iglesia jerárquica, esto es: mirando hacia otro lado, y en consecuencia desempeñando el papel de cómplice). Las promociones de la nueva versión de La profecía parecen subrayar esta victoria, al mostrar imágenes de nuestro mundo arrasado a diario por guerras mezquinas y catástrofes presuntamente naturales.

Pero son esas imágenes, a fin de cuenta, las que nos revelan el verdadero estado de las cosas: las escenas cotidianas de atentados, de soldados, de hambre, de pestes, de tsunamis, de la opulencia de algunos contrastada con la pobreza extrema de las mayorías. En este mundo nuestro, Satán ha menguado víctima de la excesiva competencia. Ya no brilla como antes porque hay demasiados hombres haciendo su trabajo; sin su elocuencia, sin su inspiración, pero con la ciega obstinación del oficial que tortura cumpliendo órdenes, del político que se cree inspirado por Dios, del empleado que evita preguntarse cómo se utilizará el detonador que ayuda a fabricar.

Leer más
profile avatar
7 de junio de 2006
Blogs de autor

LA DERROTA DE CHÁVEZ

De la victoria de Alan García en la elección presidencial de Perú, lo más significativo es la derrota de Hugo Chávez. Fue derrotado a pesar de lo que dijo Pavel Rondón, el vicecanciller de Venezuela en declaraciones a la Radio Uno: “Chávez no fue derrotado, nosotros no participamos en la campaña". La verdad es que hasta ayer no sabía de la existencia del Señor Rondón. Pero, al contrario, sí sabía que el presidente venezolano había llamado al entonces candidato García “sinvergüenza”, “ladrón corrupto” y “bandido” para citar algunas de las palabras que utilizó en su no-participación en la campaña electoral de Perú.

En la noche de la victoria de Alan García, a pesar de los esfuerzos de Hugo Chávez, no fue éste sino el señor Rondón quien intentó dar la cara con una mentira mediocre. Es un episodio significativo. Confirma la naturaleza de Chávez. Pertenece a la clase de figuras políticas que no saben cómo tragar una derrota electoral. Prefieren ignorarla. Su perfil psico-político le emparenta con los caciques inalcanzables que encontramos en El otoño del patriarca, Yo el Supremo, Facundo, El señor Presidente, El recurso del método, La fiesta del Chivo, etc. Son hombres cuyo poder no es sometido al mero voto de la población de un país. En la derrota, Chávez, que tanto habla, se quedó silencioso, pues no tiene nada que decir cuando un hecho pone de manifiesto los límites de su poder.

Lo que ocurrió es grave para el chavismo, pues es un tropiezo en el cumplimento de la visión histórica de su líder: la recuperación de un sueño bolivariano de unidad transandina. Hay que entender esto: no importan los fallos de la revolución en Venezuela. El lunes 5 de junio, en la edición de suscripción por Internet de El Nacional de Caracas, leí una declaración de  Eustoquio Contreras, vicepresidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional: “el techo de esta revolución, decía, está roto debido a muchas cosas, entre ellas la corrupción y la inseguridad”. La verdad es que se pueden romper todas las goteras de la casa chavista y también el techo sin ningún problema. Pero un desmentido al presidente como soñador de la historia, esto sí es insoportable, y lo podemos comprobar en todas las novelas de dictador. El pueblo puede pasarlo mal, pero los sueños del caudillo son intocables.

Lo siento por Alan García, pero creo que en este momento clave para el continente no ganó la elección, fue Chávez quien la perdió. Hay algo milagroso en el retorno al poder del ex presidente peruano, un día antes de la condena por un tribunal de Asunción de otro ex presidente, paraguayo este, Luis González Macchi, a seis años de prisión por el desvío fraudulento a Estados Unidos de 16 millones de dólares de dos bancos quebrados durante su gestión. Así que todos los presidentes que salen del poder de manera vergonzosa no conocen el mismo destino.

Hoy recomiendo una visita a Machupicchu, una visita virtual, claro, a la capital del implacable poder de los incas, para pensar el tema a fondo: Alan García ha ganado en los sectores más urbanizados del país, donde la sombra de una alianza con La Paz, La Habana y Caracas ha dado mucho miedo; pero en el resto del país, en el Perú indígena y trágico de los Andes, salió segundo, detrás de su adversario que pintaba la imagen del nacionalista de mano dura. Hay que creer en las novelas: por el momento, la idiosincrasia del continente hace tanto caso al dictador como a la figura, moderna y todavía ajena, del líder demócrata.

Leer más
profile avatar
7 de junio de 2006
Blogs de autor

Héroes anónimos

Me conmovió un artículo del dominical de Clarín, en que Graciela Mochkofsky recuerda a los argentinos que formaron parte de las Brigadas Internacionales que se enfrentaron al ejército franquista durante la Guerra Civil Española. Paradójicamente, Mochkofsky encontró el rastro de estos héroes anónimos en Rusia. Mientras esperaban salir de España, expulsados por un gobierno republicano que los sacrificó para congraciarse con un Franco en plena racha de victorias, los brigadistas llenaron unos formularios que les hicieron llegar las burocracias partidarias. Tras la caída de la República, esos papeles marcharon rumbo a Moscú, transportados por los combatientes soviéticos que había sobrevivido al desastre. Y así los documentos que registraban la existencia del grupo más numeroso de brigadistas latinoamericanos quedaron arrumbados en los depósitos del Instituto de Marxismo-Leninismo. Allí permanecieron hasta que la caída de la Unión Soviética transformó al Instituto en el Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica. Fue la presidenta de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, Ana Pérez, la que informó a Mochkofsky de la existencia de aquellos documentos. Y después de una larga negociación, de la intermediación del embajador español en Buenos Aires y de lo que Mochkofsky denomina “un difícil acuerdo monetario con la guardiana del archivo moscovita”, una copia de los viejos formularios llegó al fin a sus manos.

Dice Mochkofsky que los había comunistas, socialistas, anarquistas y simples simpatizantes de la República. Dice que el menor tenía 17 y el mayor 55; la mayoría rondaba los veinte años. Dice que había mecánicos electricistas como Francisco Comendador López, gente de clase media como el estudiante de abogacía Juan Gastón Gilly y hasta aristócratas como Carlos Kern Alemán, primo hermano de los economistas Juan y Roberto Alemann. Kern Alemán (que firmó así su ficha) era la oveja negra de la familia desde que, como estudiante de arquitectura en Berlín, se convirtió en líder de los estudiantes rojos que enfrentaron a Hitler. Para la mayor parte de los argentinos de hoy, las ovejas negras de la familia deberían ser los Alemann, que supieron colaborar de buen grado con la dictadura y con cuanto gobierno de origen democrático que profundizase las recetas económicas que sumieron a este país en la miseria.

Pelearon en Brunete, Belchite, Aragón, Mallorca, Madrid. Padecieron veinte grados bajo cero en Teruel, sufriendo una derrota agravada además por las ejecuciones disciplinarias ordenadas por jefes militares comunistas. Y el 21 de septiembre, en plena batalla del Ebro, recibieron la noticia de que el presidente republicano Juan Negrín había pactado su retirada con la Sociedad de las Naciones. El ánimo con que esperaban su exilio en Cataluña era unánime. Cuando los formularios les preguntaban cuál había sido la intención que los animó a unirse a la guerra, la mayoría decía: “Luchar contra el fascismo”. El pronto inicio de la Segunda Guerra Mundial demostró hasta qué punto habían hecho lo correcto, sin recibir el apoyo formal de las naciones que más temprano que tarde (aunque demasiado tarde para las víctimas del genocidio nazi) terminaron enfrentándose al fascismo. Jesús Castilla llegó a protestar por escrito en el viejo formulario, quejándose porque estaban “abandonando la lucha antes de tiempo”.

Lo que más me conmovió fue la razón íntima por la que Mochkofsky se embarcó en esa investigación. Quería saber más sobre su tío abuelo Benigno Mochkowsky, a quien su padre echó de casa a los quince por comunista. Benigno era el secreto de la familia Mochkofsky, que había decidido negarlo y que sólo lo mencionaba en voz baja con el seudónimo de Boris. El resultado de la investigación se convirtió en un libro: Tío Boris, un héroe olvidado de la Guerra Civil Española, que me prometí comprarme. Porque me gustan las historias de familia, porque los actos de entrega generosa escasean y porque creo, como Graciela Mochkofsky, que necesitamos rescatar a nuestros héroes. Aun cuando esto suponga negociar arduamente con una oscura empleada de Moscú.

Leer más
profile avatar
6 de junio de 2006
Blogs de autor

Proverbios de un mundo en extinción

Hoy no voy a contarles nada. He estado leyendo La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq, y me he empezado a preguntar si tiene algún sentido, si algo lo tiene. Houellebecq es una patada al cerebro. A continuación, algunos ejemplos para alegrarles el día.

Sobre las mujeres: “”Puede que en una época anterior las mujeres se encontrasen en una situación semejante a la de un animal doméstico. Sin duda existía el placer de constituir un organismo funcional, adecuado, concebido para llevar a cabo una serie discreta de tareas. Todo esto ha desaparecido. Ya no podemos atribuirnos un objetivo. Pasamos por la vida sin alegría y sin misterio, el tiempo nos parece breve”.

Sobre la vida en pareja: “La soledad en pareja es un infierno consentido”.

Sobre el amor después del sexo: “cuando desaparece la sexualidad, lo que aparece es el cuerpo del otro, con su presencia vagamente hostil; los ruidos, los movimientos, los olores; y la presencia misma de ese cuerpo que ya no podemos tocar, ni santificar mediante el contacto, se convierte poco a poco en algo incómodo”.

Sobre la familia y los hijos: “Desde hacía varias décadas, el despoblamiento occidental era objeto de lamentaciones hipócritas. Por primera vez, había jóvenes educados y con buen nivel socioeconómico que declaraban públicamente no querer hijos, no sentir el deseo de soportar las preocupaciones y cargas asociadas a la primogenitura. Por supuesto, una relajación semejante tenía que ser emulada”.

Sobre la amistad: “Lo único que consigue dar al traste con tus últimas ilusiones sobre la humanidad es ganar rápidamente una importante cantidad de dinero; entonces ves llegar a los buitres hipócritas. Yo era lo bastante cabrón y cínico como para darme cuenta, pero amigos, ya no tenía”.

Sobre la sensibilidad: “Es obvio que la crueldad y la compasión ya no tienen mucho sentido en las condiciones de soledad absoluta en que se desarrollan nuestras vidas. Algunos de mis predecesores manifiestan una extraña nostalgia de esta doble pérdida; luego esa nostalgia desaparece para dejar paso a una curiosidad cada vez más ocasional”.

Sobre el sexo: “Llegaron al mercado robots humanoides provistos de una vagina artificial activa. Tuvieron el éxito de la curiosidad durante unas cuantas semanas; luego, de golpe, las ventas cayeron en picado. Algunos pensaron que se trataba de una voluntad de retorno a lo natural, a la verdad de las relaciones humanas: lo cierto es que, sencillamente, los hombres se estaban dando por vencidos”.

Demoledor ¿verdad? Pues eso. Sólo quería compartir con ustedes esas ganas de vivir. Espero que mañana sea un día mejor. Pero no creo que lo consiga.

Leer más
profile avatar
6 de junio de 2006
Blogs de autor

Una ilusión fugaz

Navego en un crucero por el Báltico y transmito desde un Internet infame. En uno de los puentes,  de espaldas a una escalera imperial de barandas doradas, se encuentra un cartel apoyado sobre un trípode, con estas célebres palabras de Oscar Wilde: "Lo superfluo es imprescindible; el lujo es la nutrición del espíritu".

Los más de mil quinientos pasajeros, jóvenes empleados, que circulan sin tregua por las muy doradas instalaciones del barco se reflejan en sus espejos, se recuestan en los divanes corridos, entran al lugar de las apuestas, saturan los diversos comedores, bistrots y café bar, y donde se sirven comidas y cócteles como en una factoría  destinada a satisfacer los deseos inmediatos del cuerpo y la selección de gratificaciones que nacen de los ambientes de la vacación.

En este recinto flotante, especie de organismo recargado y obsceno, nos comportamos como dentro mismo de un estómago de placer, preconcebido, decorado y ambientado para que junto a la inmensidad del mar se comporte como un mundo sin ubicación, extraído de la textura laboral y familiar, desposeído de sacrificio, dispuesto para hacer creer que basta el impulso del placer para darle consistencia y vida. Y también propulsión mecánica, puesto que si nos desplazamos sobre las olas y entre ventoleras heladas es por efecto de la acumulación de seres comunes que se han otorgado el derecho a cambiar la abnegación laboral por la voluptuosidad del ocio y la hora de fichar por este horario laxo y extendido sobre un surtido de ofertas para crear o fingir complacencias sin aparente limitación.

En definitiva, este buque factoría de lujo popular se comporta como los demás barcos manufactureros que se cruzan por estas aguas y las de mayor altura. El buque toma la materia prima desorganizada para tratarla como una futura pasta que deberá segregar deleite y, al cabo, forzados deseos de existir. Existir en una existencia privada de espinas como hacen los barcos que pescan y enlatan la carne del atún, ya limpia y exenta de todo lo que evoca la muerte o el caos.

En este barco enorme se reorganiza modestamente el mundo o se recompone en un orden que, desde luego, no podría sostenerse demasiado tiempo en atención a los horribles vestidos de cóctel que desfilan casi de continuo, y debido al alto volumen de las conversaciones en grupo, se trate de una aglomeración en el ascensor o en los mismos pasillos de los camarotes. Sin embargo, ¿cómo podría esperarse un orden más estable en un proyecto que va destinado a la explosión? Todos cuantos habitamos esta nave rolliza, demasiado oronda para ser respetada o funcional, conocemos que esta aventura es, sobre todo, interior y huera. Preparada detenidamente para extinguirse en una cercana explosión final, nacida de un mundo de ilusión precocinada y dirigida internamente a  quemarse en su misma fugacidad, en esta bufonería que remeda a Oscar Wilde, no ya como provocación sino como merecida autocompasión del empleado común. El lujo de darse lujo sin pagar demasiado caro y de entregarse conscientemente, como materia prima de placer, al sistema productor de la sociedad multinacional, que gobierna la muy humana y fútil peripecia de este crucero por el Báltico.    

Leer más
profile avatar
6 de junio de 2006
Blogs de autor

Un gran tipo

El jueves primero de junio, el diario Libération dedicaba sus páginas principales del suplemento de libros a Juan Marsé. Bajo el incomprensible título de La Planete Marsé, un largo artículo de Philippe Lançon contaba al público francés, con mucho respeto y simpatía hacia el protagonista, la increíble historia de cómo fue adoptado en un trayecto de taxi. Es su mejor novela.

La primera vez que oí esa historia, la contaba el propio Marsé con el inevitable whisky haciendo clinc clinc en su mano y ese estilo despacioso, tranquilo, sosegado, más americano que europeo, con el que suele contar sus historias.

Su padre biológico, un taxista, había comentado con la pareja que viajaba en su coche las dificultades que tenía para criar al recién nacido, toda vez que la madre había muerto de posparto. La pareja, que no podía tener descendencia, acordó de inmediato la adopción. Así de rápido, así de simple, carambola, una belleza.

Marsé volvió a ver a su padre biológico en varias ocasiones. Siempre habla de él con cariño. La última escena, con el viejo taxista mostrando recortes de prensa a la gente del pueblo y exclamando con patético orgullo: “¡Es mi hijo!”, resulta tan melodramática que necesariamente ha de ser cierta.

Explicar Marsé a los franceses no es fácil. El autor del artículo, por ejemplo, tiene una visión surrealista del escritor. Dice: Marsé a l’air d’un vieux paysan pauvre dont les rêves demeurent violents et rafinés. ¿Marsé un labriego pobre? ¡Cielo santo! ¡Pero si Marsé es el doble casi exacto de Derrida! ¡Si tiene aspecto de profesor de filosofía de la Sorbona! Este hombre no ha visto en su vida “un paysan pauvre”. No los hay por París.

Y luego insiste mucho en que si las putas de Barcelona, que si el Barrio Chino, que si el antifranquismo, y otros tópicos del siglo pasado, como si Marsé fuera Claude Simon, errando absolutamente la diana. Marsé es un escritor delicado, lírico, en absoluto realista, en todo caso impresionista. Sus personajes nunca están vistos desde el exterior mecánico, social y naturalista del realismo, sino desde la intimidad poética.

El tiernísimo inmigrante de Últimas tardes con Teresa, el Pijoaparte, es mucho más espiritual que los chicos de clase alta a los que quiere parecerse. Y Marsé lo sabe. En su mundo siempre hay madres acogedoras, y si son putas son igualmente maternales y acogedoras. Y si son criadas o sirvientas, son aún más maternales y acogedoras. Las mujeres acogen y consuelan a unos pobres tipos incapaces de matar a una mosca e inútiles para alcanzar las metas que se han propuesto.

Aparte de que hay matices imposibles de transmitir a los franceses. Marsé es el único escritor catalán que ha dicho lo que había que decir sobre las novelas de Mari Pau Janer y sobre los premios Planeta y sobre un intocable del régimen como Baltasar Porcel.

Juan Marsé no es un campesino pobre, sino un caballero, y un caballero absoluta y radicalmente libre.

Leer más
profile avatar
6 de junio de 2006
Blogs de autor

LA DENUNCIA

Los informantes, de Juan Gabriel Vásquez, es una novela que debería ser francesa. No ha sido traducida al francés, cuenta una historia ubicada en Colombia, pero se dedica a un rasgo fundamental del comportamiento público en Francia: la denuncia de un vecino, un amigo o un pariente a las autoridades. Sin buscar más lejos, el caso «Clearstream» que puso hace poco en el suelo la popularidad del primer ministro Dominique de Villepin, es un caso de denuncia falsa, hecha por un amigo de Villepin y con la ayuda de este, sobre el actual ministro de interior, Nicolas Sarkozy, quien supuestamente tenía cuentas bancarias en el extranjero. De diez investigaciones por fraude tributario que hace hoy en día la administración francesa de Hacienda, nueve tienen como origen una carta de denuncia anónima. ¡Vaya Francia, el país que inventó los derechos humanos y se dedica todavía a golpes sucios y anónimos!

Este comportamiento repugnante culminó en la Segunda Guerra Mundial durante la ocupación de Francia por las tropas nazis. Los alemanes no tenían mucho tiempo para investigar y cualquier denuncia por parte de lo que se llama “trumpeta” o “sapo” según el país de América Latina, tenía efectos imposibles de revertir. Es una actividad frenética en Francia, que se toca poco y muy mal en los libros de Historia. Si se busca una síntesis completa de lo que pasó en Francia en aquella época, lo mejor es leerlo en inglés. France: the dark years (Oxford University Press) de Julian Jackson, un profesor de la Universidad del País de Gales. Su libro no tiene algo parecido en francés. Y para entender lo que pasó entonces por la cabeza de los franceses, se puede leer Los informantes, pues tampoco existe en francés algo semejante a esta novela.

El libro se publicó en 2004 pero los amigos que me lo recomendaron en Madrid no se equivocaron al hablarme maravillas de este relato que tanta resonancia tiene con lo que ocurrió en Francia. Su tema, las Listas de Nacionales Bloqueados, es decir la lista de las personas que vivían en Colombia y, durante la Segunda Guerra Mundial, a instancias de EE. UU. tuvieron que dejar su casa, abandonar su negocio y vivir en centros donde se les vigilaba como  supuestos peligros que representaban para los países aliados en contra del Eje. El sistema se prestó para abusos de todo tipo, cuyas víctimas fueron comunidades de extranjeros así como colombianos con nombres alemanes. Tal como en Francia, se hacía un fideicomiso de los bienes, lo que permitía satisfacer los celos o la voluntad de eliminar su competencia por parte de los informantes. Y claro, tal como en Francia, hubo una furia de denuncia. Una de ellas es la columna vertebral de la novela.

No voy a contar nada, pero nada de nada de la historia, pues se trata de un puro ejemplo de lo que se llama en las universidades una metaficción. Un relato con otro relato por dentro construido con tanta habilidad que da la sensación, al profundizar la lectura, de que la novela cobra fuerza, velocidad y profundidad de manera continua. No dudo de las emociones de los protagonistas en esta aceleración permanente. En Francia, donde la historia de actos similares sigue siendo un explosivo silencio, lo poco que salió mostraba informantes, tal como lo escribe Juan Gabriel Vásquez, que no saben «lidiar con los hechos de su propia vida». La gran literatura es universal; Los informantes abarca por lo menos desde Colombia hasta Francia.

Leer más
profile avatar
6 de junio de 2006
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.