Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

NAVEGANTE SOLITARIO

Navegante solitario, sí, pero buen navegante, argonauta que veloz puede emprender el camino en busca del vellocino de oro. Y también navegante que sabe llegar al primer puerto, encontrar la mejor cantina, detenerse en la mejor compañía y, sin permitirse caer en cursiladas sentimentales,  poder pasar el tiempo que nos queda en elegidas compañías. José Caballero Bonald, con pocos dioses, con unos cuántos amigos, en compañía de justos aunque sean muy pecadores, pasa éstos amables y fértiles años -aunque ya ha superado el rubicón de sus primeros 80- sin bajar ninguna guardia ética ni estética.

No hay muchos como él en nuestro idioma que no se hayan dejado seducir por alabanzas de corte, subvención institucional, tonterías de la edad, fascinaciones del dinero o premios de callarte la obra y la gracia. No hay quien pueda con Caballero. Ni siquiera fueron capaces de admitirle en su club los “académicos”, ¡pobres, todavía deben estar avergonzados!

Caballero, que tantas miserias morales ha visto y oído -como todos los que crecieron en este país donde tantos miserables duraron mucho y además se reprodujeron- es una persona, un autor, no contaminado. Sigue sabiendo, más que estar solo, estar en la compañía que elige entre su catálogo de infractores razonables. Si no le conocen, lean ese último y tan vivo libro, Manual de infractores, después deberán acudir a los demás, libros de poemas, novelas, sus imprescindibles memorias…Y si quieren hacer una cata general, un acercamiento certero, lúcido, plural y estéticamente muy gratificante que compren una de las más cuidadas y hermosas revistas de nuestro país, Litoral. Su último número está dedicado a Caballero Bonald y se llama, ya lo imaginan, “Navegante solitario”. Si no les gusta les devuelvo el dinero.

Leer más
profile avatar
14 de marzo de 2007
Blogs de autor

El templo de los monos

En Tailandia hay una ciudad en la que adoran a los monos. Se llama Lopburi, y cuenta con un santuario y un templo llamado Prang Sam Yot. Entre ambos edificios, separados por una avenida, viven unos quinientos macacos que chillan y bailan mientras la gente les lleva ofrendas y les pide milagros.

El origen de este culto es la epopeya tailandesa del Ramakien, una versión de Ramayana indio protagonizado por Vishnu. Según la historia, un demonio raptó a la hermana del rey Rama. Para recuperarla, Rama contó con la ayuda del rey de los monos blancos y otros dos simios importantes. El ejército homínido construyó una carretera de piedras a través del mar. Cuando había que cruzar un río, un mono gigante tendía su cola como un puente por encima. Al final, los monos vencieron a los demonios. Rama recuperó a su esposa y reinó feliz. Y continúa reinando. El actual rey es llamado Rama IX, y se le considera una reencarnación del original. El santuario de Lopburi recuerda ese episodio y está concebido como un homenaje al ejército de Rama.

Sin embargo, al ver a los homenajeados, resulta difícil imaginarlos luchando contra los demonios. Para empezar, roban. En la entrada del santuario hay un cartel que advierte a los turistas de que los macacos pueden arrebatarles el bolso. En efecto, mientras estoy ahí, un mono secuestra el biberón de un bebé y corre a treparse en un árbol, donde sus amigos lo reciben entre chillidos de excitación propios, supongo, de su condición divina.

Los monos han aprendido a cruzar la calle, del santuario al templo. Esperan a la luz roja y cruzan en grupos de diez o veinte, pero a veces, por entretenerse, saltan a los parabrisas de los coches y producen accidentes. Las compañías de seguros no saben qué hacer en esos casos.

Al entrar en el templo, descubro que los cuidadores lo han enrejado para que los dioses monos no llenen de caquita las imágenes de Buda. De hecho, todas las casas de los alrededores están enrejadas. Los macacos suelen treparse por los postes de luz, circular por los cables y meterse a las cocinas de la gente para llevarse comida. Muchos vecinos se han encontrado por las mañanas a algún simio rompiendo la vajilla, pero no han podido hacer más que reverenciarlos y tratar de que abandonen sus casas sin violencia, que no es cuestión de enojar a Rama maltratando a sus engreídos.

Compro unos cacahuates para repartir a los dioses, y el ejército de Rama se aglomera ante mí. Se arrojan sobre los cacahuates, se pelean por ellos, y cuando se terminan, me reclaman más chillando.

Lop Buri es un ejemplo de la arbitrariedad de las religiones. En virtud de algún mito fundacional, los humanos de una u otra cultura adoramos las cosas más extrañas. En Tailandia hay templos dedicados al falo de Shiva. Todas esas mujeres arrodilladas frente a un pene le producirían un infarto a una feminista. La tradición cristiana adora a una figura escuálida, ensangrentada y medio desnuda colgada de un instrumento de tortura. En zonas paupérrimas de La India, las vacas sagradas circulan sin que nadie se atreva a comérselas. Y así, durante milenios, las cosas más extrañas han dado sentido a la vida de las personas, cosas tan absurdas como los monos de Lopburi, esos dioses que hacen caca por todas partes y roban biberones.

Leer más
profile avatar
14 de marzo de 2007
Blogs de autor

LA MALDITA DGT

En su presunto celo por reducir los accidentes, la Dirección General de Tráfico ha pasado de ser un organismo benefactor a una suerte de temible comisaría donde las graves conminaciones y avisos de crueles torturas se han convertido en el principal contenido de su lenguaje.

La publicidad de esta Dirección General hace entender que la máxima preocupación del gobierno no consiste tanto en reducir las víctimas de la carretera como mejorar las estadísticas oficiales puesto que en el aparatoso paroxismo de sus advertencias se trasluce menos el interés humano que la eficiencia policial y electorera.

Pero, por si faltaba poco, ahora sale en la televisión un par de individuos de incalificable catadura, que abroncan al espectador desde el fondo de una profunda mazmorra y en presumible actitud de capitanear una banda de forajidos que terminarán con nosotros de no atarnos enseguida el cinturón o rebajar de inmediato la velocidad del coche.

Nunca una idea con propósitos humanitarios presentó una imagen tan adversa. El mal humor, el agrio carácter, la angustiosa presencia de la DGT en textos e imágenes ha creado una directa asociación entre muerte y viaje, entre el automóvil y el horror. ¿Es esto lo que se pretendía? ¿Propagar sensaciones tenebrosas, sentimientos de culpabilidad, miedo al volante y al viaje? Probablemente no. Pero cuando falta imaginación e inteligencia triunfa la rudeza, el griterío y el garrotazo.

Leer más
profile avatar
14 de marzo de 2007
Blogs de autor

Aguantar, resistir

La autobiografía puede ser una celebración del sí mismo o un repaso de las cuentas pendientes que tenemos con el mundo. Pero la memoria exige algo de ternura con el niño en cuyo lugar empezamos a ser. Mejor entonces hablar de “él”, esa figura cuyo “yo” no podemos pronunciar sin la duda de estarnos apropiando de lo que no nos pertenece.

La biografía intelectual de André Glucksmann (Una rabieta infantil, Taurus, 2007) coincide con la historia de las iracundas epifanías del Mal. La matanza de la primera guerra, la devastación de la segunda, los campos nazis de exterminio, la ciencia soviética de la aniquilación, la Bomba en Hiroshima, sus aprendices regionales con machetes, fusiles y dinamita en Bosnia, Ruanda, Chechenia…

Estos capítulos que no agotan el horror del siglo XX, lo elevan a la categoría de espanto todos aquellos adocenados y cómplices entusiastas que participan en la orgía de la destrucción… negando su existencia.

Entonces el niño judío Glucksmann en la Francia ocupada atisba por la rendija de su escondite y contempla la valentía de los escasos pero conmovedores héroes de la Resistencia. No son figuras de la épica nacionalista lo que recuerda haber admirado sino a hombres y mujeres de carne y hueso enfrentándose al bestial infortunio que los verdugos y ciudadanos "inocentes" hicieron posible.

Resistir el poderío de las doctrinas elaboradas para camuflar el significado de la barbarie se convierte desde entonces en un hábito. El filósofo, como miembro de la Resistencia, en el reducto que lo humano espantado de sí mismo ha sabido rescatar, lo comprende: cuanto más poderosa es la seducción que ejercen las ideologías del brutal y criminal dominio, más terrible será la decepcionada fatiga del disidente solitario. Más no importa. Para no capitular será necesario que el descalabro sea bien comprendido y asumido.

“Una dictadura demoníaca administra implacablemente la totalidad de la desgracia”. A eso es a lo que todavía nos enfrentamos.

Leer más
profile avatar
13 de marzo de 2007
Blogs de autor

II. FANTASÍA PLANA

            Elefantes voladores, venaditos huérfanos, princesas postergadas. Disney despojó de sus atributos humanos a todas las criaturas que poblaban los bosques y los mundos oscuros de los grandes fabulistas, como los hermanos Grimm y Perrault, para dejarlas literalmente en una sola dimensión plana, la de las historietas y los dibujos animados, cambiando así imaginación por fantasía al adoptarlos, y adaptarlos. Las brujas de las sagas eran verdaderas, no sólo por la nariz ganchuda y por la escoba, sino porque encerraban en calabozos a sus víctimas para engordarlas, y luego devorarlas. Y antes de que pudiera cerrarse una historia afirmando que la princesa había vivido feliz por el resto de sus días en brazos del príncipe de lejanas tierras, había pasado antes por todas las pruebas de la maldad sin afeites ni disfraces. El espejo donde se miraba cada día la madrastra de Blancanieves para preguntar quién era la más bella, era un espejo infernal. Bambi es huérfano porque su madre ha sido asesinada.

            Pero ya les diré porque hablo de Walt Disney, uno de los íconos de la cultura moderna de los Estados Unidos, y como consecuencia, uno de los íconos de la cultura global contemporánea.

Leer más
profile avatar
13 de marzo de 2007
Blogs de autor

CANSANCIO

Un estado demasiado actual y común de lo social es el cansancio. Prácticamente todo el mundo se encuentra cansado o se declara exhausto. Sin importar la edad e incluso la clase social los trabajos distintos y las obligaciones incomparables, el cansancio impregna a la masa social como un pesado carácter del tiempo y sin que, además, la causa pueda atribuirse a una faena desaforada o a un exceso de autoauscultación. Bajo una u otra explicación, la fatiga se alza como la estampa general y como la forma universal de la queja.

Ni una bandera, ni una utopía. El ideal contemporáneo se concreta en descansar y la constelación de sus modelos adyacentes, desde el no hacer nada al yoga, desde la calma absoluta a la dejación, el relax o la indolencia. Marcharse lejos a descansar se ha hecho sinónimo del adiós a todo esto porque “esto” se ha vuelto sinónimo de la condena al agotamiento.

¿Nos agota el trabajo, la familia, el transporte y sólo hallamos reposo tras la fuga? Más o menos se vive tácitamente en esta fe. El sistema nos quita vida mediante la succión de fuerzas y sólo el no hacer, no estar aquí, no vivir en la implicación común, consigue devolvernos fuerzas.

Muy lejos de que el trabajo contribuya poderosamente a constituirnos la identidad, como antes se creía, el trabajo funciona hoy con un efecto de demolición. Nos muelen en el empleo, nos sacan el jugo, nos agotan. El ego huye para identificarse hacia un espacio ajeno al presente mundo laboral, hacia otros mundos exóticos accesibles mediante el low cost, la segunda residencia en Torrevieja o los sueños del bricolaje. Irse de aquí, de esta factoría de estrés, se ha convertido en el deseo de millones. Representa el gran deseo de la sociedad sobre ella misma: deshacerse de su contenido como forma de acabar con su fastidio.

Leer más
profile avatar
13 de marzo de 2007
Blogs de autor

¿La Generación Perdida?

Ah, nada me gustaría más que hablar de Héroes. Pero la vida sigue saliendo al paso, haciéndome danzar la mazurca de su predilección.

En el año 2000, cuando fui a Israel y a Palestina para escribir un artículo sobre la segunda Intifada (que de seguir así, se convertirá en la Intifada-de-Nunca-Acabar), tuve la sensación de que el asunto se iba a poner negro para las nuevas generaciones de palestinos. Todos los niños que conocí tenían al menos un compañero de escuela muerto a causa de la violencia. Todos los maestros con los que hablé me mostraban dibujos infantiles en los que las casas eran bombardeadas, los soldados israelíes enormes y los padres pequeñitos. (¿Qué secreta conmoción ocurre en el alma de una criatura cuando comprende que su padre, por mucho que lo ame, no puede protegerlo?) No hacía falta ser muy sagaz para comprender que de seguir así, esto es hacinados dentro de fronteras infranqueables, sin trabajo y sin perspectivas de futuro, los niños y jóvenes palestinos no iban a tener más opción que la violencia. Hasta fines del siglo pasado, con sus más y sus menos, era habitual que los palestinos tuviesen relación o cuanto menos contacto con algún israelí, por más fugaz o episódico que fuese; hoy en día, en cambio, los únicos israelíes que los chicos conocen son los soldados o los habitantes de los asentamientos, que también están armados. Estos jovencitos viven en una suerte de campo de concentración que coincide con las fronteras transitorias de su país, sin posibilidades de desarrollarse, fundar una familia en paz y ser felices, ¿cómo pretender que no vean a esos soldados como enemigos, cómo no entender que abracen la agresión como única catarsis a mano, cómo evitar que entiendan la violencia como el último recurso de su dignidad?

Ayer por la mañana me encontré con un artículo en el New York Times, titulado: “Años de lucha y esperanza perdida hieren a los jóvenes palestinos”. La foto que abre el reportaje es estremecedora aunque ya parezca familiar: en primer plano un adolescente, haciendo girar la clásica honda que David empleó para derribar al gigante, y detrás suyo las llamas de los neumáticos incendiados y una densa humareda negra que oculta lo que debería ser el horizonte. Según el artículo de Steven Erlanger, son los propios padres los que han comenzado a llamar a sus hijos La Generación Perdida. Espero que sea un error sincero del cronista, porque no creo que darlos por perdidos ayude mucho a que estos jóvenes y niños recuperen la autoestima. Pero de todas formas es fácil comprender la angustia de los mayores. A nadie le gustaría vivir a diario entre el miedo a que sus hijos sean blanco de un misil y el miedo a que decidan inmolarse como bombas humanas.

Según Erlanger, casi el 60 por ciento de los palestinos tienen menos de 30 años. En Gaza el porcentaje crece aún más, en este caso se trata del 76 por ciento. Y entre ellos, la inmensa mayoría cree que durante los próximos cinco a diez años la situación con Israel empeorará. Y eso que la encuesta todavía no incluye a los más pequeños. En el campo de refugiados de Nuseirat, en Gaza, el matrimonio de Najwa y Taher-el-Assar no sienten otra cosa que pánico ante las perspectivas de sus hijos Mustafa, de seis, y Ahmed, de cinco. Según cuenta Najwa al cronista, sus hijos “ya no son más niños”. Después de ver las noticias del bombardeo de una playa que acabó con la vida de una familia, Mustafá le dijo a su madre que quería ser gordo, “así me puedo poner un cinturón suicida y los israelíes no se dan cuenta”. Para unas festividades recientes, ambos niños pidieron de regalo versiones de juguete de Kalashnikovs y Uzis. “Normalmente la gente está feliz cuando llega un bebé, pero cuando parí a mi bebita Salma pensé: ‘Oh, Dios, un tercer niño en esta vida…,’” dijo Najwa al New York Times. “Todo el tiempo me pregunto, ‘¿qué pasaría si…?’ ¿Que pasaría si un misil cayese sobre mi casa? ¿Qué pasaría si los israelíes tienen otro ‘accidente’, como el de la playa de Gaza? ¿Qué pasaría si al llegar Mustafa a los 19 se ve atraido por un grupo de militantes y me entero por TV de que se voló a sí mismo en Israel? ¡…Uno se pone tan nervioso que quiere gritar!”

Khader Fayyad, 46, conductor de una de las ambulancias de la Cruz Roja Palestina (Red Crescent), dice que la de estos jóvenes es “la generación destruida”. “Nadie se interesa por ellos salvo para reclutarlos,” sostiene. Y aunque tiene un hijo de 16, Ayman, que insiste en que los judíos deben “volver a los sitios de los que vinieron, Europa, Rusia, América”, Fayyad no pierde del todo las esperanzas: cree que se trata de una generación todavía inmadura. “Uno puede influenciarlos mediante soluciones realistas”, dice. “Si produjésemos un acuerdo entre los dos estados, créanme, saldrían a bailar en las calles. Pero si nada cambia, estarán perdidos –para todos nosotros”.

Para salvarlos, hay que dejar de agredirlos. Para evitar que se radicalicen, hay que abrirles caminos de realización. Nada bueno puede salir de una vida hundida en la humillación. Y como suele ocurrir en las disputas que se presentan como insolubles, el único que está en condiciones de resolver el mal de fondo es el más fuerte; aquel que pudiendo aniquilar físicamente al adversario, decide por gracia propia dejar que se ponga de pie y recupere su dignidad.

Necesitamos héroes. De verdad. Con urgencia.

Leer más
profile avatar
13 de marzo de 2007
Blogs de autor

PLAZA DE COLÓN

Nunca fue una plaza simpática para mí. No acertaron con esas piedras, creo que eran de Guayasamín porque no aceptaron la propuesta de Oteiza, con las fuentes del sótano, ni con el teatro estilo mal gusto burgués. Los pasos subterráneos son impracticables y sucios, el Botero para quién lo quiera. En fin una plaza para pasar deprisa. Para ir a la Biblioteca Nacional o para recordar a los Beatles que se alojaron en esa plaza cuando no era plaza, cuando allí estaba la Casa de la Moneda. Cuando en una calle hoy demediada ya estaba el mejor sitio de jazz que conoció la ciudad, el “Whiskie Jazz”, el feudo madrileño de Tete Montoliú o de Lou Bennet, el bar donde nos empezó a acompañar esa música tan libre, tan sin ira…aunque algunas veces se toque con furia interior.

Unas músicas, el pop o el jazz, que nada tenían que ver con las que sufrimos -en televisión, por supuesto- al ver ese desfile de despropósitos españolistas, de ficciones nacionalistas de una nación que parecía rescatada de los restos del franquismo. ¡Qué horror estético! Y qué desprecio ético por los manipuladores y por los manipulados, que ya son  mayorcitos. Ya reflexioné hace semanas sobre la apropiación de la bandera y del himno que viene esa derecha, esa España que parece sacada de un baúl de malos recuerdos. No quiero repetirme. Pero esa mezcla de la plaza de Colón, de la multitudinaria marcha de las mentiras, de músicas “progre cursis” -“Libertad sin ira”-, de músicas cañís- “Y viva España”- o de músicas que usan como amenazas, el llamado himno español. Les faltó el “Cara el sol”, pero muchos lo cantan en la intimidad. Y algunos en las traseras de la manifestación. Me lo contaron quienes lo escucharon.

¿Dan miedo? No, pero preocupan. Esas formas, esos gestos, esas poses unidas a sus manipulaciones, a sus deseos de poder y a sus olvidos voluntarios de las víctimas, lo que provocan no es miedo, es rechazo desde la razón. Hay otro país. Hay otra España que no es así. Que así no canta, que ni así manipula ni así se deja manipular.

La plaza de Colón, ¡ay!, con esa bandera que parece exportada de la plaza de Armas de México, con un tamaño que tiene forma de agresión, de imposición. Ni esa enorme bandera, ni las banderas ondeadas en algunas manos, son las banderas de la mayoría de los que todavía nos sentimos españoles. No tenemos que sacar España, que es un lío pero es nuestro lío, en procesión. Ni con esos símbolos, ni con esos cantos.

Hace años se reunían en la plaza de Oriente. Pasó el tiempo y esa plaza, monárquica y liberal -se la inventó José Bonaparte- es de todos los ciudadanos. Lo mismo le deseo a esa otra plaza, que pase el tiempo, que se libre de sus secuestradores y que se ponga más libre, más guapa. Más jazz, menos himnos.

Leer más
profile avatar
12 de marzo de 2007
Blogs de autor

I. IMAGINACIÓN Y FANTASÍA

Siempre me ha interesado establecer esa diferencia fundamental que hay entre imaginación y fantasía. La imaginación es el aura que emana de la realidad, o la realidad sólida transformada en estado gaseoso, vista como una consecuencia de lo singular, que es muchas veces terrible. Los monstruos mitológicos son hijos de la imaginación, pero no de la imaginación inocente, sino de la engendrada en la culpa y del pecado. Deben cargar con sus deformidades como un castigo divino, y ser ocultados de los ojos inoportunos de los curiosos que se regodean con el mal ajeno. Por eso fue escondido en las profundidades de un laberinto subterráneo el minotauro, porque era hijo del adulterio, y no un adulterio cualquiera. Recuerden que su nacimiento fue la consecuencia de los rijos de un toro celestial, incitado por los dioses para que se ayuntara con la reina Pasifae, esposa del rey Minos de Creta. Lo que se dice unos cuernos de verdad.

Por el contrario, la fantasía es hija de la inocencia simplona, neutra y color de rosa, sin orígenes terribles ni consecuencias capaces de crear el dolor como estigma, y sus criaturas no amenazan ni avergüenzan a nadie, digamos los elefantes voladores de Walt Disney. Lo dejo para mañana.

Leer más
profile avatar
12 de marzo de 2007
Blogs de autor

EL FONDO

Así como no hay cuadro importante sin buen fondo, no hay experiencia feliz sin horizonte benéfico.

La creciente pretensión de nuestro tiempo, supuestamente supervitalista, de succionar el instante sin cuidado del porvenir, de exprimir el presente hasta las heces sin atenerse a su subsiguiente olor, no es más que un idealismo sobre la existencia animal que respira sin proyecto.

Todos los seres humanos son, sin embargo, proyectivos por naturaleza y todo momento de dicha humana se relaciona con un presagio para después, por leve o tácito que sea.

No importa si el más allá metafísico ha desaparecido, el metainstante se necesita para dar valor al instante. El gozo del ahora se infla con el aura de su futuro y no hay experiencia que se extinga en su cerco porque de ningún modo somos capaces, en cuanto seres con muerte conciente, de imaginarnos –reactivamente- sin término.

La profundidad temporal que conlleva cualquier vida humana es igual a la profundidad que requiere el cuadro. Sin fondo no se anima el interés de la superficie y la superficie sólo reluce en cuanto trascendencia del recinto o la clausura.

Leer más
profile avatar
12 de marzo de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.