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RELOJ III

Por 20 de marzo de 2007 Sin comentarios

Vicente Verdú

Hay personas que de  los coches sólo les interesa que les puedan llevar de un sitio a otro. A unos  zapatos los eligen sólo porque son más cómodos y, en cuanto a los relojes lo único importante que les exigen consiste en que  señalen bien la hora.

Estos seres de carácter instrumentalista y PRÁCTICO  son lo opuesto al ciudadano evolucionado en cuya condición la estética forma parte de su composición sustantiva. Los “prácticos” son simples, mezquinos o vetustos.

Los que hacen predominar el absoluto de la función sobre el papel del significante no pertenecen todavía a la cultura general del consumo y, en consecuencia, se han quedado desfasados cuando no perdidos. El tiempo les ha pasado por encima sin impregnarlos de actualidad y vitalidad.

Se trata de gente que, en general, observa la contemporaneidad con enorme desdén y presume de no entender lo que ocurre, puesto que en este caso creen que la ignorancia los prestigia y les muestra con criterios tan independientes. Y firmes.

Pero toda firmeza resulta hoy demasiado indigestible. El rigor aboca enseguida a lo más grotesco y la seriedad –contra la superficialidad o el juego- empuja hacia el borde del peor anacronismo.

El ejercicio de lo que este grupo mental llamaría “frivolidad” hilvana el patrón de nuestro tiempo. No ser superficial, trivial o frívolo hoy es igual a  haber perdido el tren de la historia. Nuestro tiempo tiende a ser tan fugaz como liviano, tan significante como insignificante. La búsqueda de la utilidad del objeto –y su persistencia y su trascendencia y su herencia- fue una característica del universo burgués del siglo XIX pero hoy su figura espanta. Espanta tanto como las ideas que perviven en brazos de sus descendientes instrumentalistas, ideas que se mecen como cadáveres, aparecen como adefesios y se prolongan como zombies.

El reloj personal no sirve hoy para saber la hora. Su función es lo de menos o es próxima a cero. Hay tantos relojes por todas partes y a cualquier hora que su servicio es superfluo. El reloj marca pero no ya la hora sino la honra: estética, caracterológica, comunicacional, sexual, lúdica o irónica. Quien tenga reloj que entienda o que se amortaje para siempre.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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