

Ya he citado aquí en varias ocasiones un bello texto, atribuido a Demócrito por Galeno, que dramatiza un diferendo entre el intelecto y los sentidos, cada uno de ellos reivindicando la primacía en el orden del mundo. El intelecto asegura que lo único real en la naturaleza son los átomos y el vacío, es decir, algo inasible para los sentidos, de ahí la debilidad de los mismos; pero los sentidos responden al intelecto, denunciando el círculo vicioso consistente en que son ellos la única fuente de la cual extrae el intelecto sus evidencias, por lo cual si el intelecto consigue derrotar a los sentidos no haría otra cosa que derrotarse a sí mismo:
"Por mera convención nos referimos al color, y también por convención hablamos de lo dulce, por convención asimismo nos referimos a lo amargo; en realidad sólo hay átomos y vacío" afirma el intelecto. Mas al escuchar tal cosa, los sentidos (aistheseis) responden al intelecto: "Pobre intelecto, pretendes vencernos a nosotros que somos las fuentes de tus evidencias. Tu victoria será tu derrota".
A fin de poner de relieve la actualidad del asunto, me permitía hace un tiempo un ejercicio de transposición en forma de diálogo entre los modernos instrumentos de laboratorio con los que enriquecemos nuestra percepción sensorial, por ejemplo ese especial tipo de microscopio que es un acelerador de partículas. Gracias al mismo podemos acceder a la contemplación de la estructura del núcleo de átomo, descubriendo que protones y neutrones no son elementos sino que están constituidos por esas partículas llamadas quarks que, junto a los electrones, serían lo verdaderamente elemental en la materia. ¿Es ello seguro? El intelecto (esta vez ayudándose de sofisticadas fórmulas matemáticas) afirma que quarks y electrones son falsos pretendientes, y que lo realmente elemental son cuerdas vibrando en un universo no reducido a la tetra-dimensión espacio-tiempo. Esos sentidos enriquecidos por microscopios, telescopios y aceleradores de partículas afirmarían entonces que tales instrumentos son la fuente de la mera especulación que es la teoría de cuerdas. A lo cual el intelecto podría responder que es sólo la incapacidad de los sentidos para magnificar un quark un billón de veces lo que les impide percibir esta verdad avanzada por el intelecto...y la discusión proseguiría.
Tanto en el ejemplo del texto de Galeno- Demócrito como en la transposición que acabo de hacer a la física contemporánea trasluce el problema filosófico de si cabe o no atribuir al ser de razón un estatus singular, incluso arquitectónico (en cuanto foco de significación del orden natural por entero), o si por el contrario ha de decirse que se trata de un animal entre otros animales y hasta simplemente un ente entre otros entes, reductible como todos a las leyes de la física y de las disciplinas (química, biología) que prolongan la exploración científica del universo.
Al respecto evocaba aquí en una columna reciente el teorema del libre albedrío debido a los matemáticos americanos Simon Kochen y John Conway, cuya tesis sintetizo de nuevo brevemente:
Un científico ha de realizar una medición (concretamente el cuadrado del spin de partículas entrelazadas), cuyo resultado está asociado a la dirección en la que dispone sus aparatos. Se acepta (condición tan problemática como clave) que el experimentador no está determinado a elegir una u otra dirección por razones derivadas de la información que posee, obviamente tampoco por una arbitraria orden. En suma: en el acto de disponer sus aparatos el experimentador obedece exclusivamente a su voluntad, y no a eventos o imperativos externos, de los cuales haya podido tener información. Complementando esta circunstancia con ciertos presupuestos (tres axiomas de hecho), el teorema del libre albedrío indica "grosso modo" que tampoco las partículas pueden hallarse determinadas por la información de la que en el pasado han sido receptoras. En otros términos: supuesta la libertad del observador, el teorema nos dice que la partícula carece de historia, o al menos, según la explicita declaración de los autores, no está determinada por historia alguna.
Al hablar del asunto recientemente, un colega físico y filósofo decapitaba, por así decirlo, el teorema haciendo objeción a la consistencia de la premisa de base. Su argumento era el siguiente: el experimentador está constituido por células en las que se imbrican moléculas y átomos, así que aludir a la libertad eventual del observador respecto a la información procedente de su pasado implica ya liberar a las partículas que lo constituyen (o al menos a una parte sustancial de ellas) del sometimiento a la información procedente de su pasado (del cono de luz incidente, en la jerga) que es precisamente la conclusión del teorema.
Obviamente mi interlocutor partía sin explicita reflexión de un posicionamiento reduccionista de nuestra condición: el comportamiento de esa "cosa que piensa" que es para Descartes el sujeto de la aventura descrita en el Discurso, se explicaría por la información en última instancia física que le llega del pasado; todo lo compleja que se quiera pero información.
Pues bien sólo me paso por la cabeza responder a mi colega con lo siguiente "la piedra es una espalada para llevar al tiempo...". Ante su sorpresa le pregunté (o más bien me pregunté a mí mismo) si eso (llame el lector como estime al fragmento del "Llanto" de Lorca) que emergió un día en el seno de la historia del hombre, podía ser considerado como algo determinado exhaustivamente por un cúmulo de informaciones procedentes del cono de luz. Obviamente el aspecto material de los signos lingüísticos utilizados se inserta en el marco físico de la información susceptible de ser emitida y recibida; no hay misterio alguno en lo referente a las imágenes acústicas y tampoco hay misterio en el contenido semántico si este es considerado como un mensaje críptico; podría incluso ser considerado como una información simplemente errónea. Pero es obvio que todo ello supondría un sacrificio de lo que realmente está en juego y que en los elementos de información incidente encuentra simplemente un material. Para decirlo sin ambages: el hecho mismo de vivir entre metáforas (esterilizadas desde el momento en el que se las considera desde el punto de vista de la aparente información -¿cómo la piedra habría de ser una espalda?) parece dar testimonio de nuestra irreductibilidad, ese "mayor testimonio que podamos dar de nuestra dignidad (le meilleur témoignage que nous puissions donner de notre dignité )" de los versos de Baudelaire, me atrevo casi a decir.
Y a modo de apéndice un recordatorio sobre el cono de luz:
Sean A, B dos acontecimientos puntuales, bien determinados en el espacio y en el tiempo. Si el intervalo temporal que separa la aparición de A y la aparición de B no es suficiente para que la luz cubra la distancia espacial entre ambos, diremos que estos acontecimientos se hallan espacialmente separados. Así, si A ocurre a la hora cero y B un segundo más tarde y a 600.000 kilómetros, un mensaje enviado por A, incluso a la velocidad de la luz, no llegaría a tiempo de tener influencia alguna en el acontecimiento B.
Si el intervalo temporal que separa la aparición de A de la aparición de B permite que una partícula que se mueve a velocidad inferior a la de la luz cubra la distancia espacial entre ellos, diremos que los acontecimientos A y B se hallan temporalmente separados. Así, si A acontece a la hora cero y B un segundo más tarde a 150.000 kilómetros, un electrón acelerado hasta el cincuenta por ciento de la velocidad de la luz llegaría justo a tiempo de hacerse presente en B, y eventualmente determinar de alguna manera los caracteres de tal acontecimiento.
En fin, si en el intervalo temporal que va del acontecimiento A al acontecimiento B, la luz, cubriría exactamente la distancia espacial entre ambos, diremos que A y B se hallan separados por la luz. Así, si A acontece a la hora cero y B un segundo más tarde a 300.000 kilómetros, un fotón enviado desde A hacia B llegaría justo a tiempo de determinar de tener alguna influencia en este.
Todo acontecimiento C separado temporalmente de A se halla dentro del cono de luz de A (mutatis mutandis dentro del cono de luz de B) y por el párrafo anterior se sigue que sólo los acontecimientos pertenecientes a sus respectivos conos de luz incidentes (incluido el límite dado por el trayecto de la luz) pueden influir en A o en B.
Yo: Quieto hasta ver. Por ahora lo único irreparable ha sido acabar la 'Inacabada'
El Ceremonioso: ¡Nomdedeu, si no le aprobamos el presupuesto disuelve las Cortes y tras las elecciones sube un Gobierno que no nos indultará ni muertos! Pero ¿y si va de farol y aun sin presupuestos sigue mandando a su antojo y nos indulta a pesar de todo?
El Cruel: Por Baco que si convocamos elecciones justo cuando estemos juzgando a los heréticos van estos a armar un estropicio que puede extremar el ánimo de los votantes y darnos la victoria por ser los únicos que dialogamos, sea eso lo que sea.
Unos: Lo cierto es que el mancebo ha roto las negociaciones justo cuando se reunía la muchedumbre para de ese modo poner de los nervios a los felones catalanes. Lo cual quiere decir que en cuanto se les pase el susto volverá a negociar con ellos y les prometerá el indulto.
Otros: Puede estar esperando a que los del punyalet comprendan que sin él aún les iría peor, aunque también es posible que los ferósticos, que van conducidos por frenéticos, quieran excitar el caos para lanzar a sus mercenarios a la calle a dar golpes de hoz.
Los mismos: De momento ya han caído los menestrales de la sociedad civil que vuelven al abrevadero feudal en busca de abrazos del gremio comercial y financiero.
Ciertos: Es muy posible que la satánica Rusia y sus brujas estén llevando la incitación a los alborotos y las encuestas del CIS.
Inciertos: Almas torcidas. Nadie sabe nada. La gobernación se ha convertido en una partida de mus entre aldeanos fulleros. Acabarán a garrotazos.
Yo: Quieto hasta ver. Por ahora lo único irreparable ha sido acabar la Inacabada. Hay mucho pánico al vacío.
Un género literario sinóptico y de gran dramatismo; el de los textos denominados “Argumentos” que encabezan las fichas cinematográficas promocionales.
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Argumento 1
María Salchichón es una abogada matrimonialista que desde su divorcio vive sola y entregada a su trabajo. Un día su hermana Clara le comunica que va a casarse con un joven letrista de canciones, de origen tailandés. María intenta disuadir a su hermana, pero ella está muy enamorada de su prometido y acaba celebrando la boda en contra de los deseos de María.
Argumento 2
Un coleccionista de arte reclama un anillo de su tatarabuelo que ha visto en una exposición y que pertenece a la hija ilegítima de la princesa Sissi. El señor Singer se interesa por una restauradora llamada Madison que conoce allí, y la invita a ver la ópera de Prokofiev Der Spieler.
Argumento 3
Un atractivo joven que se dedica a domar caballos susurrándoles, llega a una inmensa finca donde deberá encargarse de Otelo. El fuerte olor del animal contrasta con los encantos de la dueña.
Argumento 4
El agente del FBI Jake Malloy pierde la cabeza cuando un asesino mata a varios de sus compañeros y también a su novia. Además, no puede vengarse del criminal porque este se suicida después de robar en un gimnasio. Totalmente desesperado intenta ahogar sus penas en alcohol de quemar.
Argumento 5
En el muelle de carga de un puerto, cae accidentalmente un contenedor dejando ver en su interior el cadáver de una empleada de hogar. El práctico y su esposa aseguran no tener nada que ver con el caso, pero ella empieza a sospechar del marido cuando desaparecen 215.500 euros y él no puede explicarlo.
Argumento 6
En Tejas un ser atemoriza a los habitantes. Le llaman El Cíclope, un monstruo de un solo ojo de cuya raza sobrevive un ejemplar. Para acabar con él, un magnate del ferrocarril contrata a Joey Garza, un joven asesino que mata a sus víctimas a gran distancia con un rifle de precisión.
Argumento 7
Peladilla y Señora Avellana quedan atrapadas en una isla tras sufrir un cruel naufragio; sólo ellas y un grupo de mujeres espectaculares han sobrevivido. Pasados los primeros momentos de alegría al sentirse vivas se dan cuenta de la gravedad de la situación: no saben si van a encontrar agua potable y alimentos que les permitan sobrevivir hasta recibir ayuda. Deciden internarse en la selva. Tres mujeres espectaculares, de avanzada edad, permanecerán en la playa protegidas del sol mediante plásticos amarillos que irán agitando sin tregua para ser detectadas con facilidad por aviones y buques. El resto irá a por víveres o a un eventual encuentro con seres humanos. Transcurren dos meses. El grupo expedicionario regresa a la playa notablemente mermado por las enfermedades y el esfuerzo, pero con cinco cestas de melocotones y albaricoques. Las tres mujeres espectaculares de avanzada edad están bien, eso sí con los brazos más musculados. Se organizan. Tras las bajas, la pandilla ha quedado reducida a las jefas Peladilla y Señora Avellana más noventa y ocho mujeres espectaculares. Ya que nadie acude a rescatarlas deciden construir un barco y llegar a la siguiente isla del archipiélago, la Isla de los Salvajes Humillados. Lo consiguen. Ahora, perfectamente integradas en la sociedad civil, se encargan de mitigar los estragos que causan dos pandemias entre la población masculina: la Fimosis Salvaje Incomunicada (F.S.I.) y el Chancro Blando Meditabundo (C.B.M.).
Argumento 8
En un pueblo de la costa gaditana varias personas desaparecen en el mar y vuelven a aparecer a los pocos días reducidas a simples esqueletos. El doctor Tambo, un científico especializado en biología marina, empieza a sospechar que el responsable de las muertes podría ser un pulpo gigante por lo que se pone en contacto con la especialista en cefalópodos Rita Percal, de la que se enamora sin saber que está afectada por una grave enfermedad y a punto de ser intervenida por un médico filipino. Tan grande es el amor de Tambo por Percal que se presta a que lo operen a él en vez de a ella.
Argumento 9
Juan, el arqueólogo, viaja a Logroño para buscar una antigua reliquia usando un sistema informático de fabricación casera. Rápidamente la localiza pero está bajo la taberna que regenta una mujer portuguesa de la que se enamora. Pedro, el vicioso de turno, accionista mayoritario de una empresa de alquiler de coches calientes, pretende adquirir la finca, en la que está la taberna, a unos héroes atípicos pero de sanos principios, los hermanos Moranis. Estos no venden, por no perjudicar a la tabernera, sin saber que esta, socia de Pedro en negocios inmobiliarios, ya conoce la existencia de la reliquia y espera conseguirla si se derriba el edificio. Al final, los Moranis ceden ante una suculenta oferta y la tabernera huye al Japón con la reliquia, dejando en la estacada a Juan y a Pedro.
Argumento 10
Yancey Cravet acaba de casarse con una mujer inmigrante, Sabra. Juntos, Yancey y Sabra compran unas tierras en Oklahoma, y Yancey decide fundar un periódico. El hermano de Yancey, Hope, es un universitario que viaja al salvaje Oeste para hacerse cargo de la herencia de su suegro, un célebre pistolero. En su camino se topará con extraños personajes como un agente federal discontinuo y una chica de salón que tiene una doble personalidad, como bandida y maestra.
Argumento 11
El rodaje de una película se convierte en una auténtica pesadilla debido al ataque de un peculiar engendro de la naturaleza que es mitad piraña, mitad anaconda. El equipo de filmación ha acampado a sus anchas cerca de donde la criatura ha depositado sus huevos y la única solución, según el experto Dr. Embudo, es unirse a un grupo de secuestradores para acabar con la pirañaconda y volver a respirar tranquilos.
Todo aquel que le niega al otro el derecho a tener cara está ejerciendo la más despiadada exclusión: la misma que ejercen los enemigos en el campo de batalla.
Por definición, todo enemigo es un ser sin rostro, pues si de verdad lo tuviera, ni sería enemigo, ni resultaría tan fácil combatir contra él.
Todo rostro es un ideograma viviente, un paisaje nunca antes visto, una unidad nunca antes configurada, un guarismo de la vida, único y distinto.
Todo rostro es un destino, un sentido y una llama que brilla y evoluciona en medio de la vasta oscuridad.
Sería pretencioso tratar de decir algo coherente, y no digamos original, acerca de la obra cumbre de Dante obviando el hecho de que casi con toda seguridad ya habrá sido dicho antes, y encima con mayor propiedad, por cualquiera de los infinitos estudios que le han sido dedicados a lo largo de los más de setecientos años transcurridos desde su publicación. Incluso un crítico tan prestigioso como Harold Bloom se limitó a decir muchas y muy elogiosas generalidades y sólo al final, amparándose en su inmensa autoridad se descolgó acusando a Beatriz de “ gruñona” y de haber provocado en Dante un amor definido por Borges como “desgraciado y supersticioso”. E insiste: “está claro que Dante se habría enamorado de Matilde [su guía durante la travesía del Purgatorio] si la transfigurada Beatriz, madre regañona e imagen del deseo, no lo estuviese esperando en el canto siguiente”. Matilde, por el contrario, “graciosa y bella”, era la “misteriosa epítome de una joven enamorada”.
En cambio sí es pertinente hablar de la excelente traducción de José María Micó y de la no menos excelente edición de Acantilado. Catedrático de Literatura en la Universidad Pompeu Fabra, poeta, filólogo, traductor y músico (quien sienta curiosidad puede verle en YouTube interpretando sus propias canciones en compañía de Marta, su mujer) a José María Micó le ha costado cuatro años terminar su versión de la Comedia. De entrada llama la atención la radical desaparición del apelativo a la divinidad de la obra, una ocurrencia de Boccaccio que luego fue universalmente adoptada por todos. Además de devolverle el título original, Micó respetó los tercetos de endecasílabos (la famosa terza rima inventada por Dante) pero en cambio renunció a la rima porque, como él mismo dice, “al verter el texto en verso rimado te obligas a un registro especial, a forzar el sentido y la sintaxis”. Ángel Crespo en 1975, y J.M. Sagarra en catalán (1953) recurrieron a la rima en sus respectivas traducciones y recibieron muchos elogios por ello, pero no es menos cierto que en ocasiones los textos de ambos resultan casi ininteligibles.
Hay que tener en cuenta, hablando de ininteligibilidad, que si bien Shakespeare se inventó o dio significación nueva a numerosas palabras, el idioma al que recurrió para escribir sus obras ya estaba hecho y disponía de ilustres antecesores que le servían de modelo, Dante por su parte tuvo que inventarse el italiano mientras escribía la Comedia, razón por la cual utilizó gran cantidad de neologismos, cultismos y unas palabras inventadas que tanto martirizan a sus traductores, ello por no hablar del frecuente recurso a la lengua llamada vulgar (en todos los sentidos) y ahí está el ejemplo del demonio que “hace de su culo una trompeta”, aludiendo a la ventosidad que se tira un maleducado súcubo.
Otro aspecto que contribuye a que la presente versión de la Comedia resulte tan agradable de leer es la sustitución de las siempre engorrosas notas a pie de página por unas breves pero muy precisas introducciones a cada canto en las que, adoptando el papel de la gruñona Beatriz o la encantadora Matilde, Micó guía al lector por los vericuetos del círculo correspondiente ofreciendo pequeños datos biográficos de los personajes que surjan al paso y, si se tercia, la razón de su presencia allí.
Y también es muy pertinente hablar de la edición en sí: tapa dura, papel de primera calidad y una encuadernación que permite que el libro se quede abierto en cualquier página sin necesidad de forzarlo. Y en lugar de las habituales notas a pie de página, más de dos tercios de la misma lo ocupa el texto castellano, mientras que la parte inferior se ha reservado al texto original. Inevitablemente, el cuerpo de letra en este caso es diminuto, pero en el peor de los casos en las tiendas venden ya unas lupas dotadas de luz que facilitan enormemente la lectura a quienes no tengan tanta agudeza visual como solían.
Decir finalmente que hacer una edición tan cuidada, y por ende costosa, de la Comedia no parece que vaya a ser un negocioso ruinoso porque tiene todo el aspecto de ser uno de esos libros de salida lenta pero de largo aliento. Y al mismo tiempo, en esta época de idiotismo generalizado en la que reina lo insustancial y lo frívolo, es un guiño a la reducida pero incombustible colonia de resistentes que, llámense pequeños editores, libreros de trinchera o lectores pese a todo, mantienen viva la apuesta por la calidad y su compromiso con el viejo y vapuleado “No pasarán”. Faltaría más.
Comedia
Dante Alighieri
Prólogo, comentarios y traducción de José Maria Micó.
Acantilado.
La religión, siendo Italia lo que es, ha dado a su cine una parte substancial de su mayor gloria, y no resulta menor la lograda por cineastas antirreligiosos: Bellocchio, Carmelo Bene, Moretti, Bertolucci. Hablamos, naturalmente, de la religión verdadera (como la llamaba el ateo Buñuel), la católica, siempre allí alimentada no sólo por la raigambre de la fe sino por el anatema vaticano. Rossellini, De Sica, Fellini, Ermanno Olmi, por citar los mejores. Pero el catolicismo fílmico italiano se renueva con talento, como el que brilla en la reciente parábola de Matteo Garrone ‘Dogman', historia de un santón laico con maneras franciscanas y devoción a la cruz que lleva a cuestas (alegóricamente) al final, después de haber sufrido escarnio y martirio.
Una de las características más elocuentes de ‘Dogman' es la fealdad del entorno donde se localiza su reducida acción, un barrio pobre de Castel Volturno, municipalidad con mucha inmigración a poco más de 30 kilómetros de Nápoles: la Italia sin glamour, sin monumentos, sin posibilidades de dolce vita. El país del proletariado en tiempos de crisis que también inspira a Alice Rohrwacher, para mí una de las grandes figuras del cine europeo reciente; debutó en la ya muy sugestiva ‘Corpo celeste' (2011), inédita en España, y pronto fue reconocida y premiada en Cannes con las dos siguientes. Nacida en la ciudad toscana de Fiesole de un padre alemán de formación musical dedicado a la apicultura, Alice, hermana de la magnífica actriz Alba Rohrwacher, que trabaja en todas sus películas, acaba de cumplir 36 años cuando se estrena aquí ‘Lazzaro Felice', el tercero de sus apólogos sobre la redención y el poder taumatúrgico de la palabra evangélica. Es también el que da un completo protagonismo a un personaje masculino, después de que en ‘Corpo celeste' la conductora de la historia contada fuese Marta, una chica de un pueblo de Reggio Calabria que empieza a hacerse mujer mientras a su lado los sacerdotes exacerban sus prédicas o dejan de creer, y en ‘El país de las maravillas' (‘Le Meraviglie', 2015) otra niña apenas púber descubre en un muchacho delincuente y extranjero al que protege la complicidad del silencio y la compañía que puede dar el cuerpo intocado.
"Lázaro, siempre mirando al infinito", dicen del protagonista en la primera escena del nuevo film, que es de los tres de Rohrwacher el más fabuloso. El joven tiene una "santidad menor", como lo definió la propia directora: no hace milagros ni dispone de poderes sobrenaturales. Su mirada limpia, a veces tontorrona, es la de quien no ve el mal en los otros y por ello es incapaz de hacerlo. Su mundo es el más allá, pero no porque sueñe con el paraíso de los creyentes; su religión es de alcance terreno, asistencial, y el caudal de sus sueños, como el de tantos cristos, budas, mahomas y demás profetas, lo forman los relatos. La condición milagrosa de este ‘Lázaro feliz' le llega por la palabra, cuando el Lobo, motivo franciscano, irrumpe en medio del largometraje en una fábula moderna que empieza sin explicaciones y salta en el tiempo con la inconsecuencia pueril de los cuentos de hadas. Ese relato da la impronta de la segunda mitad de la película, en que, en escenas cómicas donde brilla Sergi López con su italiano macarrónico, se refleja el paso del tiempo en décadas (o quizá siglos) que envejecen a los habitantes de la aldea, mientras que Lázaro, puro por su creencia en la fantasía, sigue aniñado y barbilampiño.
La libertad en el uso de la palabra relatada tiene su equivalente fílmico. A la directora no le atraen la lógica ni los continuos narrativos, porque su idioma es el verso libre, lo que da pie, en cada una de las tres películas, a secuencias memorables por su invención y su sorpresa. En la opera prima, la variada curia romana, del párroco exaltado al obispo mudo, la peripecia de unos gatitos que hay que ahogar y resulta difícil, o un largo episodio de viaje a un pueblo abandonado donde solo quedan un cura y un gran crucifijo que conviene salvar del abandono pero no llegará a su destino salvador. En ‘El país de las maravillas', probablemente llena de alusiones autobiográficas, una Gelsomina menos crédula que la de ‘La Strada' de Fellini es la mayor de tres hermanas en un pueblo de la Umbria donde su autoritario padre alemán tiene un pasado político anti-sistema pero cultiva y vive de la dulzura de los panales en los que trabajan todas las mujeres de la familia. La historia se interrumpe, como le gusta hacer a Rohrwacher, con apuntes maravillosos; la irrupción de un concurso televisivo muy sensacionalista (amadrinado por Monica Bellucci, estupenda de atuendo y de registros) en la humildad no exenta de codicia de los campesinos, la compra de un camello como mascota, la miel que se derrama en un diluvio bíblico recogido con escobillas, la sombra de los antepasados etruscos, y la llegada, en tanto que mensajero de un tiempo nuevo transfronterizo y líquido, de Martín, un niño delincuente al que dan en reinserción las autoridades y nunca habla, pero sabe silbar como los pájaros. La familia apicultora acoge y alimenta a la rara ave que es Martín, pero solo Gelsomina le entiende, le busca cuando se pierde, le toca el cuerpo con la castidad de las vírgenes que todavía conservan la necedad de la infancia.
Los pobres de Rohrwacher están en la antípoda de los de Ken Loach. Sufren la explotación como estos pero son menos rígidos y están estilizados por las ganancias simples de la naturaleza en la que viven: los animales domésticos, tan importantes en el cine de esta autora, la comida modesta, la convivencia con los insectos y el clima adverso. Son campesinos, y sufren, según palabras de la directora y guionista, "la tragedia que ha devastado a mi país, a saber, el paso de una Edad Media histórica a una edad media humana: el final de la civilización rural, la migración a los límites de la ciudad de miles de personas que no conocían nada de la modernidad". Ese mundo nuevo, cambiante, al que llegan sus personajes, de manera forzosa en ‘Lazzaro Felice', también explota a los menos favorecidos, pero lo hace de un modo más rutilante y seductor. Las superficies de la nueva civilización, abrillantadas por los reclamos del ocio, las campañas de promoción política y la pompa eclesiástica, siempre presentes en las tres películas. Bajo ellas, si se busca bien con la imaginación, ha de encontrarse, quiere decirnos Alice Rohrwacher, el alma de una religión humana, hecha de apego más que de caridad.
Y en sus declaraciones Jáuregui dijo algo que parecería obvio pero en Nicaragua resulta esencial: "la democracia tiene una regla que es aceptar la posibilidad de la derrota".
Es lo que hizo el Frente Sandinista tras las elecciones de 1990, cuando triunfó Violeta de Chamorro: aceptó la derrota, y eso le dio entonces el prestigio de haber entregado por los votos el poder ganado por las armas.
Hasta entonces había dominado la filosofía del poder popular confiado a la vanguardia por una especie de voluntad divina. Las revoluciones eran, además, invencibles. ¿Dónde se había visto que el pueblo mismo fuera a derrotar a una revolución popular forjada con sangre? Pero ocurrió.
En enero de 1988, Carlos Fuentes hizo una visita a Nicaragua. Lo acompañaba el periodista Stephen Talbot, que escribía un reportaje sobre el escritor mexicano para la revista Mother Jones.
En una de las conversaciones con los dirigentes sandinistas se habló de las posibilidades que tenía la contra de ganar la guerra, recuerda Talbot, y el comandante Tomás Borge "dijo decididamente que algo así era imposible porque los contras van a contrapelo de la historia".
Fuentes interrumpió para preguntar: "¿Y cuál fue la experiencia de Guatemala en 1954 y de Chile en 1973? ¿No se demostró que la izquierda puede ser derrotada?". "No", respondió Borge, cortante. "Ellos no armaron al pueblo, por eso perdieron".
Después se discutió sobre las elecciones. "Borge dijo que su opinión personal era que ningún partido de oposición podía llegar a ganar a los sandinistas en las urnas. "Ahora no", asintió Fuentes, "pero en el futuro, ¿por qué no?". "Sólo si son antiimperialistas y revolucionarios", proclamó Borge, "si un partido reaccionario ganara, yo dejaría de creer en las leyes del desarrollo político". "Yo no estaría tan seguro de esas leyes", advirtió Fuentes".
Tras aceptar la derrota de 1990, el Frente Sandinista perdió la oportunidad de recuperar los espacios electorales, luchando bajo las reglas democráticas por conquistar de nuevo la mayoría de los votantes. El criterio obsoleto de la vanguardia dueña de la verdad, que representa al pueblo aunque tenga en contra la mayoría, volvió a imponerse.
Y cuando Daniel Ortega, tras tres derrotas logró por fin ganar en 2006, no lo hizo porque tuviera de nuevo esa mayoría, sino porque selló un pacto con Arnoldo Alemán, entonces caudillo del partido liberal, por medio del cual se reformó la Constitución para que pudiera ganar en primera vuelta con el 35% de los votos, la cifra máxima que el eterno e insustituible candidato había logrado sacar.
Ortega se hizo entonces la promesa de no volver a perder nunca, con lo que, a lo largo de estos años, ha estado ausente en él la voluntad de aceptar que la derrota es una regla esencial de la democracia.
Y hay otra cosa que en su comparecencia Jáuregui agregó: el poder no es un fin en sí mismo, sino un medio. Quedarse a cualquier precio sólo puede acarrear crisis tan profundas como las que hoy vive Nicaragua.
El poder no puede ponerse en juego, la derrota no es una opción. Por eso es que los reclamos por un diálogo nacional no son escuchados; porque un diálogo lleva necesariamente a hablar de elecciones limpias, justas, con jueces imparciales y honestos, vigiladas internacionalmente. Ese es el atolladero del que hay que salir.
Hay que buscar como Ortega escuche a todos quienes le dicen, igual que el eurodiputado Jáuregui, que la democracia tiene una primera regla, que es aceptar la posibilidad de la derrota. Porque unas elecciones con el mismo ganador, ya no son posibles en la nueva realidad que vive Nicaragua. Sólo harán más profundo el abismo.
La creencia de que el poder es un fin, y no un medio, es a estas alturas catastrófica. Y el reclamo para que el país empiece lo más pronto posible a vivir bajo un régimen de democracia abierta es lo que la inmensa mayoría de los ciudadanos quiere.
No hay que desmayar en esa insistencia, porque el diálogo, y las elecciones justas, son la única salida posible.