Cuando los industriales alemanes han visto peligrar sus negocios en China, les ha parecido urgente buscar el amparo del socialista Gerhard Schröder, antiguo canciller y en la actualidad alto directivo de la empresa ruso alemana NEGP.
El gestor Schröder, que saltó sin rubor desde su despacho gubernamental a los órganos de dirección de una singular empresa privada, comprendió inmediatamente la naturaleza del encargo y procedió a lanzar una impertinente sarta de improperios contra Angela Merkel.
La supuesta falta cometida por la jefa de gobierno alemán, la que ha merecido el sarcástico reproche de su antecesor en el cargo y el enfado del opulento clan de dirigentes empresariales, tiene un aspecto anodino. Ha recibido con todos los honores al Dalai Lama, premio Nobel de la Paz en 1989.
Evidentemente, las connotaciones de este gesto diplomático son más severas de lo que en principio parece.
Ofreciéndole el trato que corresponde a su dignidad política y religiosa y atendiéndole como al representante de un país ocupado militarmente por China, Angela Merkel deja constancia del repudio de su gobierno a las violaciones de los derechos humanos que China comete a diario en el Tíbet.
Pero en las vísperas de los celebrados Juegos Olímpicos, el gesto de Angela Merkel es algo más que una cortesía solidaria y se convierte en una invitación a la sociedad de naciones a considerar el alcance de su participación en los grandes fastos de Pekín.
Se supone que esto es justamente lo que se espera de un líder europeo ¿no es cierto? Que constate la convicción que implican nuestras declaraciones a favor de los derechos humanos en el mundo.
Que sea una líder conservadora la que respete este protocolo y un socialista el que suba a la palestra para denunciarlo debe hacernos reflexionar sobre el confuso intercambio de papeles de la clase política europea y de la irreflexiva genealogía moral que a veces les asignamos.
Debemos recordar sin embargo que Gerhard Schröder no es el modélico ejemplo que uno espera encontrar en la izquierda que presume de construir Europa y exportar su modelo de estado de derecho. Como colofón a su confusa carrera política, el ex mandatario se prestó a ser fichado por uno de los personajes más inquietantes de nuestro tiempo y se puso a las órdenes de Vladimir Putin. Para ello, para hacer posible la fundación del Consorcio del Gaseoducto del Norte de Europa (NEGP), dominado por la empresa estatal rusa Grazprom, propició la fusión de las empresas alemanas E.on y Ruhrgas, copropietarias minoritarias del conglomerado energético ruso alemán.
Si alguien quiere conocer el derrotero seguido por Putin desde la KGB hasta la cúspide del Estado post soviético, debe leer el libro escrito por Alexander Litvinenko antes de ser impunemente asesinado en Londres con talio radioactivo. Una espeluznante crónica sobre cómo los servicios secretos rusos ajustician a los disidentes, se apoderan de empresas estatales y se disfrazan de terroristas para crear confusión, hacer estallar la guerra de Chechenia y consolidar monstruosos dominios económicos.
Es imprescindible leer este libro (Rusia dinamitada. Tramas secretas y terrorismo de Estado. Editorial Alba) si uno quiere comprender qué significa "ser contratado por Putin" y los motivos por los que un ex dirigente socialdemócrata acudiría a defender al gobierno chino, perpetuamente ofendido por un monje budista que saluda inclinando la cabeza.


No quería arriesgarme a pensarlo demasiado, prefería llegar al evento aún bajo el efecto de sus últimas líneas. No sin antes salir de la tina, secarme brazos, piernas, ojos sobre todo, y volar hacia el salón de la Feria donde estaría con Juan Cruz Ruiz para hablar de Ojalá octubre. Cuando llegó la hora, crucé la calle con una línea de la madre de Juan dándome vueltas en la cabeza: "La risa es el llanto bien llevado".

Tengo una historia más que agregar a mi libro El reino animal, que puede llegar a ser infinito. De acuerdo a un estudio de la Universidad Queen´s de Belfast, en Irlanda, publicado por la revista New Scientist, las langostas, langostinos, cangrejos y otros crustáceos suculentos, sienten dolor cuando son cocidos vivos en la cacerola, o caen en el aceite hirviente de la sartén, debido al complejo sistema de sus terminales nerviosas, que se asemeja al de los seres humanos. Los ácidos y otras sustancias irritantes, les causan también sensaciones dolorosas.
De este modo van sonando las invisibles trompetas mientras, uno tras otro, se rasgan los sellos. Pero Alan Weisman y los especialistas por él consultados no se conforman con las provisiones a corto plazo. En El mundo sin nosotros se nos cuenta qué pasaría a los 100.000 años, al billón de años, a los cinco billones de años de nuestra extinción. Y nada de lo que pasa es particularmente alegre pero sí significativo de lo que nos rodea ya hoy, cuando todavía no nos hemos esfumado. 
que francamente no es la que más me interesa, o puede que me interese, me interesa mucho su compromiso con la cultura de su tiempo, su labor editorial, su visión rompedora de la literatura, me interesa como mujer que les dijo a las demás lo necesario que era tener "una habitación propia", me interesan sus problemas psíquicos, me interesa su biografía en general, pero no es la que más me gusta. No es la que, por mucho que lo intentase, llega al meollo de la vida por mucha vida que pusiera en lo que escribía. Siempre que pienso en Virginia Woolf me digo que seguro que en otro intento ya estaré preparada para arrancar la esencia que seguro hay en sus páginas. Por supuesto la culpa es mía, así que en cuanto termine estas líneas volveré a la carga para no marginarme yo sola de su inextinguible influencia.

Me parece bien además que lo hayan encerrado en una cárcel común, en este caso el penal de Marcos Paz. Pero no puedo evitar sentir inquietud ante la tenebrosa compañía que allí le espera. En Marcos Paz están detenidos otros condenados por crímenes durante la dictadura, entre ellos el ex comisario Etchecolatz. En otro contexto hasta me causaría gracia que estos jerarcas de probada vocación nazi se viesen condenados a rememorar viejas glorias en una cárcel para delincuentes comunes. Pero hechos como la desaparición de Jorge Julio López en plena democracia me llevan a desconfiar de la sabiduría de reunir conspiradores bajo un mismo techo. Podrán parecer gente acabada, pero el hecho de que López siga desaparecido prueba que todavía están en condiciones de infligir daño.