Viene a ser un gozo. No sólo encuentro asombrosamente lozana a Ana Rosa Quintana y a Victoria Abril, entre mis amigas se está registrando una transformación que las hace regresar a los tiempos en que nos enamoramos o nos hicimos con facilidad amantes locos.
Mujeres que ya habían ingresado con dignidad en la interioridad de la cuarentena o en la misma cincuentena, salen de esas regiones vacilantes -vacilante la papada y la piel del brazo, descolgada la máscara facial- para reencarnarse en flamantes rostros de niñas recias y crecidas.
No son, ni se desea que fueran, aquellas inmaduras chicas de sus veinte años sino exactamente este personaje que luce en el cenit de su edad, porque lo que logra la atinada combinación de factores bioquímicos inspirados en el doctor Chang y extendidos ya ampliamente en la gran ciudad, permiten ganar la apariencia de muchachas en la segunda mitad de los treinta, cuando la capacidad de discernir al hombre importante y la habilidad para introducirse en la sexualidad sin ponerse torpe o nerviosa está desapareciendo.
Este tipo de mujer, aún sin censar en los cuadros demográficos, ha generado una nueva subespecie en la feminidad y pronto hallará su contrapartida en la veloz incorporación del hombre.
No se necesita, además, demasiado tiempo para gozar de la transformación. Las sesiones de vitaminas inyectadas junto a oligoelementos, antioxidantes y pegamentos internos, devuelven al cutis una luz y tersura que precisamente por ser rescatada tan nítidamente adquiere el valor de los mejores tesoros; y, justamente, por haberla evocado con tanto deseo y melancolía sobreviene como el mágico éxito de un milagro. Amar estéticamente a un ser rellenado, recosido y con postizos se hace difícil pero a lo que me refiero no tiene nada que ver con esto. Se trata sencillamente de rostros que regresan puros desde los espejos del pasado, intactos, espléndido. Trasladados hasta la actualidad como una demostración incuestionable de que la actualidad es lo mejor y lo es todo. Todo es su mejor actualidad y en el punto exacto en que no desearíamos que hubiera concluido. El pretérito dio siempre algo de miedo, ahora da unos alegres frutos de temporada, olorosos, recios, aromáticos, venteando la belleza de una fórmula que viene a abolir la edad.




Para los intelectuales españoles de finales del siglo diecinueve, que veían deshacerse para siempre al viejo imperio tras la pérdida de sus últimas posesiones en América a raíz de la guerra de 1898 contra Estados Unidos, negro, mulato e indio viene a ser la misma cosa exótica, la cosa americana lejana.





En otros animales, la laringe juega un papel esencial a la hora de proteger la tráquea y los pulmones de los trozos de alimento que caen a lo largo del tubo faríngeo. Las cuerdas vocales de la laringe hacen de trampilla, y si ocurriese un accidente, éstas controlarían el aire en la explosión de los pulmones al toser y expulsar los pedazos de alimento potencialmente peligrosos. Esta función tan esencial quedó relegada (en el caso humano) a un segundo término, y el órgano evolucionó en su localización y estructura de tal modo que ya no es eficaz ante una eventualidad como la señalada. De hecho, la laringe humana parece formada y localizada para el discurso, y su objetivo original jugaría hoy tan sólo un papel secundario.