Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Hospitales (5)

Tal vez nunca, ni cuando de pequeños nos disfrazábamos de médicos y enfermeras, se haya explotado tanto la estética hospitalaria. Radiografías colgadas de la pared, camillas, guantes a mansalva, gomas, goteros, mascarillas, batas blancas y verdes. /upload/fotos/blogs_entradas/desde_el_mirador_1_med.jpgA mí, personalmente, en los hospitales de verdad, todo eso hace que me tiemblen las piernas y, de tener que ingresar en alguna clínica, preferiría hacerlo en La montaña mágica (sí, me gusta mucho esta novela), de Thomas Mann. Yo misma escribí una en 1996, Desde el mirador, centrada en los tres meses que mi madre estuvo ingresada en un hospital y que también supuso para mí el ingreso en el otro lado de la vida que hasta ese momento me había sido indiferente. Aprendí mucho durante aquellos largos días sobre mi madre, la gente, el dolor y sobre mí misma.

Así que agradezco profundamente que haya gente (como el Dr. Montes del Hospital Severo Ochoa y su equipo) entregada a prepararse para atendernos cuando llegamos a ese mundo aparte, que es el más real que existe, puede que el único real.

Termino con unas palabras de La montaña mágica:

"Pero Joachim ya no podía contestar más que con dificultad y de una manera indistinta. Había sacado un pequeño termómetro de un estuche de cuero rojo, forrado de terciopelo, que se hallaba sobre su mesa y había introducido en la boca la extremidad inferior llena de mercurio. Lo mantenía a la izquierda, bajo la lengua, de tal manera que el instrumento le salía oblicuamente.

Luego se cambió de traje y zapatos, se puso una blusa parecida a una litevka de uniforme; cogió de la mesa una fórmula impresa y un lápiz, una gramática rusa -estudiaba el ruso porque, según decía, esperaba que en el servicio esto le proporcionaría algunas ventajas- y equipado de este modo salió al balcón, se tendió sobre la chaise longue y cubrió sus pies con una manta de pelo de camello".

Leer más
profile avatar
15 de febrero de 2008
Blogs de autor

Cambia, todo cambia

En teoría las obras artísticas son inmutables (salvo pinturas y esculturas, cuya preservación es una espada de Damocles sobre su existencia): siempre idénticas a sí mismas, las novelas no ganan ni pierden capítulos y las películas duran siempre lo mismo -o por lo menos duraban, hasta que la invención del DVD dio pie a innumerables versiones del director. Lo que cambia, ¡y cómo!, es un elemento fundamental de la ecuación que hace funcionar, o no, a la obra de arte: esto es, nosotros.

Días atrás pesqué una película menor por TV: Mary Reilly, de un cineasta inglés destacadísimo como Stephen Frears (My Beautiful Laundrette, The Grifters, High Fidelity). El film está basado en una novela de Valerie Martin, que vuelve a narrar la clásica historia de Jekyll y Hyde desde el punto de vista de una de las criadas de la casa, la Mary del título. Protagonizada por Julia Roberts como Mary Reilly y John Malkovich en el doble papel del doctor y su alter ego, la vi en su momento y no me movió un pelo. Me pareció una película correcta, perjudicada en su momento por el casting de Julia Roberts, que a pesar de su buen desempeño (siempre y cuando uno haga abstracción de su nulo acento británico) espantó al público, que no quería verla como una sirvienta ratonil; por aquel entonces -hablo de 1996-, se pretendía que reprisara infinitamente su rol de Pretty Woman.

No voy a decir que esta nueva visión alteró mi juicio crítico. Pero sí sentí que me involucraba con la historia de la pobre Mary -abusada por su propio padre, que además la encerró en una despensa en compañía de una rata famélica- con una emoción que antes no había estado allí. ¿Cambió la película? No. ¿Cambió mi vida, de tal modo de potenciar mi empatía con los marginados, los invisibles, los olvidados? Por supuesto.

No es ni la primera ni será la última vez que una nueva visión altere mi percepción de una obra. A veces mi ansiedad es tan grande (ocurre en casos que involucran historias que conozco bien, como la original de Stevenson o el Drácula de Bram Stoker) que la película me decepciona a primera vista simplemente porque no es lo que yo esperaba que fuese; tuve que ver el Drácula de Coppola por segunda vez -después vendrían otras muchas- para abandonar la pretensión de encajarla en el molde de mi preconcepto y dejarme llevar por lo que la narración me proponía./upload/fotos/blogs_entradas/ultimo_tango_en_pars_med.jpg

Pero otras veces lo que ocurrió fue más simple, y más conmovedor. Entre mi primera visión de Último tango en París, que entonces me impactó intelectualmente, y la segunda -cuando yo ya tenía la edad del Paul de Marlon Brando, cuando yo ya era el Paul de Brando- lo que ocurrió fue nada más y nada menos que la vida. Yo había crecido. Era una versión de mí mismo más desgarrada y terminal, que encajaba a las mil maravillas en el viaje propuesto por Bertolucci -y también un tanto más sabia, en la medida en que podía percibir la diferencia.

Cambiar -convertirse en otro lector, en otro espectador- tiene una última ventaja adicional: nos permite seguir involucrándonos con las grandes obras una y otra vez, encontrándoles resonancias siempre nuevas.  

Leer más
profile avatar
15 de febrero de 2008
Blogs de autor

Las tres sorpresas de Putin

Previsiblemente, Vladimir Putin se va a retirar a primer ministro en mayo. Ayer celebró su última conferencia como presidente de la Federación de Rusia, cargo que ocupa desde 2000 y que dejará tras las elecciones del próximo 2 de marzo. Para no perder el poder, ha preferido dar este paso, que tiene mucho de pantomima política, a cambiar la Constitución. Pero lo hace con un país mucho más en orden y mucho más poderoso que cuando llegó al cargo de primer ministro en agosto de 1999, antes de saltar a presidente en las elecciones.

Putin ha provocado tres grandes sorpresas al resto del mundo, y especialmente a los occidentales.

En primer lugar, Rusia se ha recuperado mucho más deprisa de lo que esperaban EE UU y los europeos. Sin duda ha ayudado en los últimos tiempos el alza del precio del petróleo y del gas que ha llenado las arcas rusas y aupado un crecimiento del PIB en los últimos 9 años del 80%. EE UU y otros países creían que tardaría quizás una década más. Putin tomó el control del gas y del petróleo e impuso orden en el país, frente al caos de la era Yeltsin. Esta recuperación también ha jugado a favor de la popularidad del presidente saliente que ya el año pasado en la Conferencia de Seguridad de Munich se plantó en términos de intereses internacionales. Pues lo que ha hecho Putin en política internacional es poner por delante los intereses rusos más crudos en un mundo que ve como multipolar. "La prioridad de Putin ha sido recuperar para Rusia el status de gran potencia", dijo Solana en Munich. Y en buena parte, lo ha conseguido. "Nos estamos convirtiendo de forma confiada en uno de los líderes económicos del mundo", afirmó ayer Putin.

En segundo lugar, Putin es popular; muy popular. La pureza democrática no es una prioridad para los rusos, especialmente la gran masa que lo que busca a es cobrar a fin de año, sobrevivir, y seguridad. Putin se la ha dado. "Ya me gustaría a mí que hubiera un partido conservador y otros socialista en Rusia", declaraba el fiel viceprimer ministro y ex titular de Defensa, Serguei Ivanov en Munich la semana pasada tras mencionar el "Russia's revival". Ivanov explicó que esta vez, Rusia regresaba para contar pero "no exportamos ya ideología" ni Rusia está en competencia con nadie en terceros países como durante la guerra fría. Hay que añadir que los propios rusos consideran difícil alcanzar una situación democrática sin una clase media significativa. Esta, en el mejor de los casos (Moscú o Leningrado) llega al 10% de la población, lo que resulta a todas luces insuficiente. Una prioridad es la política familiar. El descenso demográfico se puede estar finalmente frenando.

La tercera sorpresa ha sido que Rusia quiera no sólo controlar los sectores estratégicos de su país, sino también invertir fuera. Y esto ha provocado un gran recelo por parte, en primer lugar de Europa, pese a que, según los rusos, las inversiones recíprocas van 10 a 2 en favor de la UE en Rusia.

Pero ninguna de estas sorpresas augura un regreso a una guerra fría ni a bloques militares. Es más bien la vuelta a la Realpolitik con una Rusia que intenta imponer sus puntos de vista, no su ideología, que no la tiene. Los nuevos oleo- y gaseoductos son el mejor indicador de por donde pretende ir Rusia en el mundo, o al menos en su vecindad.

Leer más
profile avatar
15 de febrero de 2008
Blogs de autor

Pagar por mirar

Se quejan los de Izquierda Unida, y otros sean de izquierdas, derechas, unidos o desunidos, del precio que tiene la Feria de arte más importante de las nuestras. Una visita a ARCO vale 32 euros. No sé si es mucho, demasiado o un robo, se que no es poco tal como está el patio del mileurismo. Siempre fue cara la visita a ARCO. Como caras me parecen las entradas de los toros, las del fútbol o las de la ópera. ¿Por qué no se quejan los partidos de esas entradas? Hace tiempo que no pago por visitar éstos sitios pero si tengo en mi entorno jóvenes que sufren por el precio de esos encuentros. Sin embargo no tengo claro que la solución fuera una oferta a la baja, a precios muy populares o gratis para jóvenes, parados y la tercera edad. El arte- aunque masificado, popular, global- sigue siendo una cosa de las élites. Desde luego los compradores solo pueden ser ricos, instituciones, blanqueadores de pasta o muy sacrificados de por vida. El arte, su posesión, es cosa de pocos. Lo que molesta es pagar por mirar. Y lo que molesta a los ricos, los que compran para las instituciones u otros que no pagan la entrada, es que vayan muchos mirones. Como si con tanta mirada "barata", gratis, fuesen a robar  el alma de la obra que piensan comprar. En fin, como es habitual, no tengo solución. Solo se que se sigue llenando, que no hay quién derrote al público y que seremos pobres pero tenemos la voluntad de ser modernos y llevarnos un caos del arte contemporáneo visto en unas horas.

También pienso que nos gusta pagar. Que valoramos más cuando pagamos algo que tenga que ver con la expresión artística. Muchos días hay conferencias, charlas, presentaciones de libros que están casi en familia. El autor, los charlantes y pocos más, depende de los canapés que regalen. Bien, esa misma charla en un entorno bien vendido, ofreciendo lo de siempre pero con otro envase, llámese por ejemplo Festival Literario Hay en Segovia. Se cobrará la entrada por lo que siempre es gratis. Un éxito. Llenazos. Lo he visto con mis propios y sorprendidos ojos.

ARCO sube los precios. Seguramente batirá su record de asistencia. El martes próximo hablamos.

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Blogs de autor

La economía

Los comerciantes, los directores de banco, los asesores fiscales van contando sigilosamente, día tras día, que la crisis económica reviste una extraordinaria gravedad. Las autoridades lo niegan o lo enmascaran pero aquellos que se encuentran en la brega, aparte de los asalariados y los parados crecientes, aseguran que apenas se ha mostrado una pequeña parte del iceberg. Casi todos se refieren a la temible metáfora del iceberg ante el Titanic imaginario.

Abajo, en el fondo que todavía no se ve, se habrían acumulado una bolsa explosiva o unos pesados materiales de podredumbre capaces de deteriorar al sistema por un tiempo que calculan en dos o acaso más años. Las estimaciones no se arriesgan a concretar demasiado. Ni hablan con claridad de las causas, ni aciertan a valorar su actualización, ni calibran con precisión las consecuencias. Un ancho enigma planea sobre la superficie de la economía mientras algunos periódicos desgranan, casi sin cesar, noticias aciagas. Unas veces se trata del número de parados, otras del descenso en las ventas y la inversión, a menudo aluden al descenso en los índices de confianza y, últimamente, resaltan los impagados, el incremento de morosos en particulares o empresas, y el regreso por todas partes de "el hombre del frac". Las deudas sustituyen a las revalorizaciones de hace unos meses y del pánico a la orgía.

La economía siempre se comporta como un ser animado que siente con extrema sensibilidad y enferma o sana siguiendo pautas que recuerdan a los seres vivos. Ahora se muestra como una alimaña herida que va ocultándose entre la maleza y apenas deja comprobar un creciente goteo de sangre, una huella de un cuerpo que lastimosamente se arrastra. Tras esa visión fragmentaria se hallaría el dibujo completo de la fiera, sólo entrevisto entre la emoción espantada. Los expertos aseguran que para la primavera sea ya imposible maquillar la fuerte hemorragia del animal. El animal que inexorablemente nos alimenta, nos envuelve, nos acecha. ¿Nos devorará, además?

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Blogs de autor

La mentira

He enfatizado a lo largo de estos textos el peso de la tesis según la cual el molde en el que el ser humano se forja no es otro que el lenguaje. Cabe decir que en todos y cada uno de los comportamientos que tienden a realizar plenamente sus potencialidades está presente el respeto al lenguaje, el respeto a la palabra dada o el respeto a la máxima de acción (la que da respuesta a la pregunta ¿qué hacer?) que nos configura como seres morales. Formulada o no en términos explícitos, tal convicción es seguramente antiquísima, tanto como lo es la reflexión del hombre sobre el hombre, lo que equivale a decir que se remonta al origen de los tiempos.

Y sin embargo en una de estas entregas me hacía eco de la tesis del investigador del M. I. T. Donald Brown, según la cual la instrumentalización de la palabra, el desprecio a la misma cuando se revela inoperante (con desvinculación de todo compromiso cuando sólo ella está en juego) y en general los usos falaces del lenguaje, constituirían una suerte de universal antropológico.

La historia de la reflexión filosófica está repleta de textos relativos a la verdad. A la verdad en el sentido epistemológico, por oposición a la falsedad, pero asimismo a la verdad en la acepción moral del término, esa verdad vinculada precisamente al hecho de no poner la palabra al servicio del encubrimiento y el simulacro. Sin embargo son mucho menos los textos consagrados a su polo dialéctico tò pseudós, en sus múltiples acepciones: inconsistencia, ocultación, impostura, usurpación, falsificación, fraude... que recubrimos con los términos falsedad y mentira.

Mi amigo, el filósofo y matemático Javier Echeverría se propuso, hace casi tres lustros escribir un ensayo sobre el tema, pero otros quehaceres le han distraído del mismo. Es una lástima porque se trata de una de las personas que conozco más lucidamente receptivas a tesis como las de Donald Brown, y hubiera podido aportar a las mismas un soporte conceptual, que fuera más allá de la constatación antropológica. Hay en efecto más de una razón para estimar no ya que ciertas sociedades tienen soporte en valores falaces, sino que la falacia es un ingrediente esencial de toda organización humana, de tal manera que las modalidades no verídicas del lenguaje, constituirían algo más que un accidente. Glosando las hipótesis de Donald Brown decía que difícilmente cabe un sujeto humano que simplemente no engañe de vez en cuando al hablar, mientras que eventualmente podría pasar su entera vida sin haber jamás proferido una locución que apuntara a lo real, apartando los velos que lo ocultan.

Hipótesis dura para los que, sosteniendo la inevitabilidad de la verdad (y concretamente de una verdad para la que el lenguaje sería instrumento), quisieran erigirse no sólo en héroes y modelos, sino también de alguna manera en profetas: al afirmar la veracidad de la existencia humana estarían literalmente clamando en el desierto.

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Blogs de autor

Hospitales (4)

El hospital es un mundo cerrado como un barco, sirve en bandeja un espacio bien delimitado y lleno de detalles, con vestuario especial, una decoración a la que no hay que darle muchas vueltas, instrumental que sólo existe allí, aparatos y mucho movimiento. Nada más había que cargar un poco las tintas y la intensidad de las situaciones y tendríamos la serie de televisión Urgencias, que llenó de significado estético esas gafas, como de bucear, que los doctores se ponían en el quirófano y los gorros de retales de flores, que desentonaban completamente con la gravedad del entorno. /upload/fotos/blogs_entradas/mash_med.jpgA partir de aquí la tele se llenó de hospitales: Hospital Central, Doctor House, Anatomía de Grey, Doctoras de Filadelfia, Doctor en Alaska, otras series que no llegaron a cuajar, aparte de las más antiguas como la excelente MASH (sobre la vida de un equipo médico en la guerra de Corea), que se remonta a 1972 y que arranca de la película de R. Altman del mismo nombre, un inesperado exitazo de taquilla para los estudios. Si hay por ahí alguien leyendo estas líneas que recuerde más series y películas le animo a que completemos una lista relativamente aceptable. De todos modos, el cine ya había explotado esta veta en unos tiempos en que los médicos auscultaban al paciente mientras se fumaban un cigarrillo. Puede que exagere, pero desde luego en las habitaciones de los hospitales se fumaba con toda naturalidad, si no echemos un vistazo a La melodía de la vida, de Gregory LaCava, de 1932 para tranquilidad de todos. 

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Blogs de autor

El grito

Hace poco estuve de nuevo en Lisboa, una ciudad que siempre apacigua. Fue una estancia breve de apenas dos días, con escaso tiempo por tanto para dedicarme a la mejor actividad que ofrece la ciudad, el paseo. Sin embargo, pese a esta brevedad, experimenté otra vez la misma sensación que ya había tenido en estancias anteriores. A las pocas horas de estar en Lisboa sentí, sin que sucediera nada especial, un bienestar singular, lo que me empujó a pensar en el contraste entre aquellas percepciones y las que había dejado en Barcelona por la mañana, antes de coger el avión.

De pronto se me ocurrió que allí en Lisboa la gente no gritaba al hablar, o gritaba mucho menos que aquí, y que esta podía ser una razón que explicara el cambio que percibía. Como no tenía nada que hacer hasta la noche me puse a observar la forma de comunicarse de los lisboetas: hablaban, en efecto, en voz baja e incluso los turistas e inmigrantes compartían este tono como si fuera una exigencia del espíritu de la ciudad.

En cambio, pensé, en Barcelona -en Catalunya, en España- el grito parece consubstancial al habla. Con todo lo significativo es que la necesidad de gritar no es únicamente un fenómeno fonético sino también un hecho ontológico: aquí la gente grita para desprenderse de la intimidad de las palabras. Fíjense, si no, en tantos hombres y mujeres que se dirigen a interlocutores cercanísimos y sin embargo se sienten en la necesidad de gritar. Lo comprobamos continuamente en la calle, en los restaurantes, en la playa. Quien habla gritando, lo hace a un metro, a un palmo de quien recibe el grito. Fisiológicamente no haría falta para nada elevar la voz. Sospecho que aun inconscientemente nuestros gritones gritan para evitar la soledad, que les parece abrumadora, del cara a cara y para buscar la genérica aprobación del involuntario espectador. Un país de gritones se convierte automáticamente en un país de fisgones. El gritón, que quiere llamar la atención, está encantado de estar rodeado por otros gritones que, a su vez, llamen su atención. Todo con tal de no tener que responsabilizarse de la autenticidad de sus propias palabras. Aquí para convencer el grito se hace imprescindible como nos demuestran permanentemente parlamentarios, alcaldes, tertulianos, cómicos o padres de familias; y quien no grita para persuadir queda relegado a una indeseable marginalidad.

Volviendo a esa tarde en Lisboa me pareció averiguar otros factores, estrechamente vinculados al antigrito, que contribuían a la serenidad del visitante. Puesto que la gente por lo general no berreaba tenía su lógica que los distintos individuos con que uno se topaba hicieran gala de una cierta discreción o de lo que en otros tiempos se llamaba educación. El recepcionista del hotel te trataba con amabilidad, al igual que el empleado del parking e, increíblemente, también el taxista y hasta el camarero. Además en toda una tarde por Lisboa nadie me apabulló con nuestro brutal tuteo, perfecto para el gritón pero desconcertante para la mayoría de los habitantes del planeta, incluidos los italianos afines en el cultivo del grito aunque con ritos lingüísticos bastantes más esmerados.

Por la noche al ir al Bairro Alto para cenar con unos amigos me alegró ver una pintada en una pared que confirmaba mis pensamientos: Tourist: respect the portuguese silence or go to Spain! (guardo la foto de esta magnífica proclama que quizá algunos españoles encuentren revanchista). Imaginé lo que hubiera pensado el autor de la pintada al ver el comportamiento de los turistas en nuestras ciudades. En la patria del grito todos se sienten libres para aullar.

Junto con los amigos portugueses participaba en la cena una señora originaria de Madrid que trabajaba en el Instituto Cervantes y residía desde hacía más de veinte años en Lisboa. Al transmitirle mis impresiones acerca del silencio lisboeta y el bienestar que este procuraba cuando se procedía de una tierra de gritones, ella me comunicó tajantemente que iba lo menos posible a España porque se le hacía insoportable el trato que recibía. En su opinión el deterioro se había acentuado mucho en esas dos décadas en que había estado ausente.

Estuvo de acuerdo con respecto a la función siniestra que juega el griterío en nuestra vida colectiva. En cuanto el uso soez y despiadado del tuteo, piedra angular de nuestra pésima educación similar a la de muchos latinoamericanos que visitan por primera vez la Madre Patria y quedan horrorizados por los abruptos ritos maternos.

La lisboeta de adopción me dio más pistas con respecto a nuestro malestar y todas me parecieron razonables. Por ejemplo, según ella, los horarios laborables españoles, tan dilatados como ineficaces acentuaban la ansiedad general. Los españoles dormían poco pues no podían prescindir de una amplia dosis de televisión y de una concepción neurótica del ocio. Con respecto a esto último mi interlocutora insistía mucho en la calidad de que todavía gozaba el noctámbulo portugués frente al pillaje absurdo y puramente cuantitativo de la noche que representaba nuestra universalmente famosa marcha que, como se sabe, no es nada si no se grita mucho.

Al volver al hotel pasé por delante de la estatua de bronce de Pessoa, sentado silenciosamente en el café A Brasileira. Su silencio le hacía compañía a la hermosa noche lisboeta. Nosotros, más bien, deberíamos colgar reproducciones de El grito de Munch por todas partes. Igual así aprendemos algo.

                                                                                          El País, 09/02/2008

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Blogs de autor

IV. Castigo por desobediencia

Para empeorar las cosas, del Libro Mormón no quedaron rastros, pues el profeta Smith tuvo que devolverlo al ángel Moroni una vez leído, el que volando se lo llevó de vuelta al cielo. En sus láminas de oro constaba también que los negros no podían llegar a ser sacerdotes mormones, porque su piel se oscureció para siempre por causa de su desobediencia a Dios.

Parte de su credo ha sido también la poligamia, y el bautismo de los muertos, razón esta última por la que exploran por todo el mundo los registros civiles y parroquiales, para inscribir a todo los difuntos en frondosos árboles genealógicos que pretenden ser totales. Todos esos registros son guardados en enormes cajas de seguridad dentro de una cueva en Salk Lake City, la capital pontificia del mormonismo.

La condición de profeta fue heredada por John Smith a todos sus sucesores, que reciben revelaciones divinas, y gobiernan de por vida su iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días asistidos por un consejo de doce apóstoles; y aunque reducidos en número en cuanto a fieles, su influencia política ha sido importante en las administraciones republicanas, y tienen, además, poderío económico y presencia en las grandes corporaciones. Romney, millonario él mismo, abrió su frustrada campaña con un aporte personal de 17 millones de dólares. 

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Blogs de autor

El más insólito de los galanes

La historia es real, lo cual sólo la torna más bella.

Ocurrió hace algunos meses. El muchacho -entre 18 y 21, en esa zona límbica en la cual no se es ni un niño ni un adulto responsable- entró a la heladería con la intención de atracarla. Pero la muchacha que estaba a cargo del negocio le pareció tan bella que cambió de idea a mitad de camino, guardando el arma que había esgrimido como argumento disuasor.

Quiso el infortunio que al huir del lugar se topase con dos policías. Que a pesar del testimonio de la chica, que juraba que nada había sido robado, se lo llevaron detenido.

Mientras estuvo confinado en un instituto, los policías trataron de hacer lo que aquí se llama ‘armar una causa': esto es, presentar como caso sólido aquello que no lo es, en esta oportunidad basándose en el dinero que el chico llevaba en el bolsillo -que pretendían robado, aunque la chica manifestase lo contrario- y en la realidad inexcusable del prontuario, que el chico ya había manchado con infracciones menores antes de esa hora.

Me bastaría con el hecho del delito abortado a causa de la belleza para insistir con que esta historia es conmovedora. Pero también ocurrió algo más, que transforma mi pretensión en algo indiscutible. Informada de lo que ocurría, la chica en cuestión acudió al juzgado para hacer valer su testimonio: es verdad que el chico había pretendido robarla, sin embargo había desistido de hacerlo por propia iniciativa. El robo no se concretó, por lo cual el delito no existió nunca; lo que en todo caso existió, y por partida doble, fue el mérito. El del chico que sucumbió a la belleza. El de la chica que, pudiendo haberse lavado las manos, se atrevió a contradecir el testimonio de la policía para hacer honor a la justicia -y a su insólito galán.

El chico salió libre. Y después dicen que no ocurren cosas bonitas.  

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.