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Mano dura

Es previsible que los dilemas de la emigración se vayan enredando gracias a un exceso de fervor. Pero lo que en verdad está en juego no es la política impuesta por el poderoso flujo migratorio -la impetuosa oleada de necesitados tocando las puertas de Europa- sino el discurso elegido para entender un acontecimiento social.

La benevolente sonrisa de Caldera se sustituye por la fama de hombre duro que Corbacho aporta al gobierno de Zapatero. ¿Han cambiado los tiempos? Sabíamos que el Ministerio de Trabajo subvencionaba el retorno de los emigrantes fracasados sin hacer ostentación de una medida que podía parecer desconsiderada. ¿Con quién? Al fin y al cabo, ofrecer ayuda siempre es un gesto. Pero el riesgo de ser tomada como una expulsión encubierta contradecía demasiado el climax retórico dominante en la anterior legislatura.

Una legislación adecuada garantiza el control de fronteras, la contratación laboral, penaliza las irregularidades, persigue el tráfico de esclavos, detiene a los mafiosos... ¿Hace falta presumir de ello? ¿Hay que informar al ciudadano o hacerle además partícipe de un alarde bronco?

El problema reside en la responsabilidad que asume o rechaza el gobernante: o neutraliza con sus iniciativas y reflexivas consideraciones la inquietud de una sociedad preocupada o lidera con su puño las fobias de una multitud miedosa.

Este es el saldo de la reciente batalla electoral: cada uno identifica la mercancía que su adversario ha colocado en el mercado. Y se apropia de ella. Rajoy quiere tener talante. Y Zapatero, una enérgica respuesta a los problemas de nuestro tiempo.

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14 de abril de 2008
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Para una arquitectura del destino

"Estoy completamente a favor de mantener las armas peligrosas más allá del alcance de los idiotas", aseguraba Frank Lloyd Wright, y en seguida proponía: "Empecemos por las máquinas de escribir." Por su parte, mi padre opina que si los idiotas volaran no veríamos la luz del sol. ¿Cómo puede uno estar seguro, al momento de sentarse a escribir, de que no hará el papel de idiota? De ninguna manera; esa es precisamente la gracia de intentarlo. Jugarse la autoestima en cada frase, temer que a la primera línea irregular se vendrá abajo todo el edificio. Un pavor que es directamente proporcional al número de líneas involucrado, que en el caso de una novela de talla mediana sumarían algo menos de diez mil. Más que un asunto de mero lenguaje, un problemón en términos de arquitectura narrativa. Ahora, si como bien decía Lloyd Wright el doctor entierra sus errores y el arquitecto sólo puede recomendar a sus clientes plantar enredaderas, el narrador vive aterrado de morir con la fama de idiota. O sin fama ninguna, que es todavía peor.

     "Encárgate de los lujos, ya las necesidades se harán cargo de sí mismas", aconsejaba Le Corbusier. Y efectivamente, uno se lanza a poner los primeros ladrillos y ya está trabajando en los acabados, sin pensar demasiado en varillas, castillos, cimientos y planos. Es decir, sin pensar conscientemente, o también: pensando con la zona trasera del cerebro. Porque lo cierto es que esa angustia crece y estresa sin que uno se permita acreditarla, entre otras cosas porque no tiene tiempo ni paciencia para enfrentar las ñáñaras de temerse arquitecto fallido. Dedica uno tanto tiempo a los lujos que luego hasta dormido se preocupa por las necesidades. No pocas veces se despierta a media madrugada con alguna cuestión estructural resuelta, y ello es de gran consuelo para quien lleva meses construyendo un pent-house sin haber ni pensado en los cimientos.

     "Buscamos cualquier modo de armonía entre dos intangibles: una forma que aún no hemos diseñado y un contexto que propiamente no podemos describir", decía Christopher Alexander. Afortunadamente, la arquitectura narrativa permite asumir varios de los retos eclécticos que al constructor de un edificio lo enviarían a la ruina o a la cárcel. Puede uno comenzar en cualquier piso, eventualmente los cimientos van creciendo hacia abajo como raíces, mientras que las varillas suelen aparecer de semana en semana, por obra de esa angustia que jamás se da tregua, pues carece de todo plano arquitectónico y duda todo el tiempo si lo que quiere hacer tiene acaso algún nexo con lo que está haciendo. Nada del otro mundo, claro está. Quienes saben de amor ya conocen de sobra esos insomnios.

     Para Nietzsche, la arquitectura es "música congelada". Cuando uno se propone acometer sus primeros proyectos narrativos, cree ingenuamente que con mostrar un par de cuartillas a quien se deje conseguirá librarse del terror al derrumbe que suele acompañar durante todo el camino al sufrido y feliz constructor de ficciones. ¿Cómo explicar qué hacen exactamente todas esas cuartillas en una historia que no ha sido escrita, ni todavía lo bastante pensada para hacerse existir, y de la cual no existe representación gráfica alguna, como no sean los dibujos y mapas rudimentarios que uno se va inventando como puede, aunque sea para no terminar de perderse? El árbol genealógico que une a determinados personajes, el trazo de la distribución de cierta casa que hubo que inventar, y a partir de ahí un mapa de posibilidades. Para suerte de todos, la arquitectura narrativa no busca la comodidad de los residentes. Y es más, prefiere uno que estén incómodos. Esas cosas lubrican la rueda del destino.

     No se enseña la arquitectura narrativa. Parecería que es el sentido común quien nos da sus lecciones principales, pero antes interviene el instinto animal; si bien no deja uno de preguntarse si de acuerdo al común de los mortales su edificio podría tener sentido. Frank Lloyd Wright, que se veía a sí mismo como un honesto arrogante, no quiso dejar dudar a este respecto: Nada hay menos común que el sentido común.

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14 de abril de 2008
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La suma cero

Cuenta Susan Jacoby, la autora de La edad de la sinrazón americana, que ya tarde del 11 de septiembre de 2001 caminaba hacia su casa en el Upper East Side de Nueva York, y abatida y confusa por los terribles acontecimientos de ese día, se detuvo en un bar para tomar un trago. Mientras daba un sorbo a su bloody mary, se quedó escuchando la conversación de al lado entre dos hombres de negocios bien trajeados. Hablaban, por supuesto, del ataque a las torres gemelas, y uno de ellos lo comparó con Pearl Harbor.

-Es igual a Pearl Harbor -dijo.

-¿Qué es eso de Pearl Harbor? -preguntó el otro.

-Eso fue cuando los vietnamitas dejaron caer bombas en un puerto (harbor), y así empezó la guerra de Vietnam -respondió.

Fue esa conversación, dice ella, lo que la decidió a escribir su libro.

En la lectura callejera de la historia, cuando la transmisión oral de los acontecimientos es parte de la cultura banal, todo se acomoda en un mito de piezas intercambiables.

Entre los dos hombres de negocios de esta parábola de los tiempos, uno es el maestro ignorante, y el otro el alumno ignorante. La terrible, suma cero.

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14 de abril de 2008
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El anillo mágico (1)

Uno de los detalles de mi novela Presentimientos por el que más se me suele preguntar es ese anillo al que Julia (la protagonista) en su vida soñada le atribuye poderes y protección. El anillo es de su madre, y cuando su madre se lo coloca en el dedo recordando lo mucho que le gustaba de niña, Julia lo incorpora al sueño como un talismán sin el cual se encuentra perdida.

Mientras escribía sobre esta bella durmiente del siglo XXI, que lucha por encontrar su antigua vida, el anillo apareció de repente y se hizo sitio en la novela de forma bastante natural. Fue algo intuitivo, que seguramente tenía su secreta explicación, pero que como todo lo intuitivo es mejor atraparlo que pensarlo. Así que ahora que el anillo está encerrado en las páginas y en los sueños de Julia, puedo darle vueltas al asunto y darme cuenta de la fascinación que yo sentía de pequeña por un anillo que mi propia madre se ponía cada vez que salía de casa. Era de oro y tenía una amatista morada bastante grande, y no me parecía un adorno ni siquiera una joya, me parecía que era algo que tenían las madres por ser madres, como el Papa tenía también anillo por ser Papa. A esto se unía el hecho de que estaba convencida de que mi madre sabía todo lo que yo hacia, estuviera o no ella delante, estuviera yo en el colegio o en casa de una amiga. Mi madre lo sabía todo y tenía un anillo. 

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14 de abril de 2008
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REM acelera

Me complace anunciar que la banda REM no sólo está viva, sino que además goza de buena salud. Su último trabajo, Around the Sun, había presagiado lo peor. Me recuerdo escuchando el CD una y otra vez, tratando de hacer pie en alguna canción... y fracasando estrepitosamente. Around the Sun era la intrascendencia hecha disco. Tratándose de una banda que yo había llegado a considerar una de mis favoritas de los últimos veinte años (aliviando, junto con U2, el inmenso vacío dejado por Los Beatles tras su disolución), la suya era una catástrofe de dimensiones homéricas. Por suerte los miembros de REM comprendieron también que habían tocado fondo y decidieron hacer algo al respecto... o morir en el intento. Su nueva obra, Accelerate, es su disco más fresco y vital en mucho tiempo.

Me hice fan de REM desde los comienzos, cuando el single Radio Free Europe se me pegó con la persistencia de una infección. Recuerdo haber comprado sus primeras obras -hablo de los años 80, la última época del vinilo- en la disquería que el periodista Alfredo Rosso tenía en la galería Bond Street. Me encantaba la guitarra a lo Byrds de Peter Buck, la voz dulce y a la vez poderosa de Michael Stipe, las imágenes oscuras de las letras y el gótico sureño que se desprendía de todas las canciones. Con el tiempo adquirieron la variedad y la perfección de una banda clásica; sigo creyendo que Automatic for the People es uno de los mejores discos de la historia del rock, en la misma liga -por ejemplo- de Sgt. Pepper. (Nightswimming, que allí figura, es además una de las canciones más bellas que conozco.)

Accelerate huele a refundación. Ya desde la tapa, cuyo arte en blanco y negro parece más propia de una banda que comienza -y se autogestiona- que de un supergrupo. Es otra vez un disco de rock clásico, que regresa a la guitarra de Buck y sus inagotables arpegios. Más energético -la propulsión de Living Well is the Best Revenge, que abre el disco, establece el tono- que contemplativo, se las arregla de todas maneras para incluir una de esas baladas que REM hace tan bien: Until the Day is Done no desentona en compañía de clásicos como Everybody Hurts.

Stipe también volvió a su mejor forma, con letras que van de lo lírico a lo vitriólico (Accelerate puede ser leido como un disco sobre el estado de las cosas en USA), lleno de alusiones al apocalipsis y la cultura pop -desde Harry Houdini, un favorito de este servidor, a otro favorito: Blade Runner, en el verso "Tyrrell y su búho mecánico" de Sing for the Submarine- y un fraseo algo dylaniano que le percibo por primera vez. La música proveerá la luz, no puedes resistirte, canta en I'm Gonna DJ, que cierra el disco con ese pop viral que es una de sus marcas de fábrica -desde Radio Free Europe.

REM se las ingenió siempre para funcionar como banda sonora de mi vida, regalándome siempre la canción justa -la letra justa- en el momento indicado. Accelerate no es la excepción. Sólo eres tan grande como tus batallas, dice Stipe en Horse to Water, la canción de alguien que se niega a ser vencido.

Tomo debida nota. 

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14 de abril de 2008
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De las casas de placer a las cosas del placer

En Málaga hay una alfombra roja -un rojo de burdel de lujo- que recorre la ciudad. Da vueltas por plazas, iglesias, tabernas, antiguas mancebías y termina, hecha unos zorros, en el teatro Cervantes. Como una vieja puta demasiado pintada después de una tormenta. Días de lluvia sobre la alfombra, empapado glamour de las nuevas estrellas del cine que lo son de la televisión. Nuestro cine cada vez se parece más a una serie de televisión. Hoy sería imposible rodar una película como Arrebato. Iván Zulueta, paseando por la alfombra con sus trajes de pijama. Como una exótica estrella, restos de una cinefilia en la prehistoria de la modernidad.

El glamour cambia, el star system a la española ahora va con zapatillas deportivas y sudadera con capucha. Nada que ver con esas fotos en blanco y negro de la agencia Efe que recorren las calles de la ciudad. Unos tiempos en que el glamour patrio era Pepe Isbert bailando con Carmen Sevilla, o Concha Velasco en moto. También están en blanco y negro Ava Gardner, Frank Sinatra, Charlton Heston armado o John Wayne en el Circo Price, pero ésos jugaban en otra liga. Lo nuestro era un Seat 600 para llegar a ver el lujo en un escenario de Samuel Bronston. El de placer mirar viejas fotos. Mirar, por ejemplo, el casi desnudo de la tonadillera Concha Piquer.

Málaga españoleando de cine. Ciudad de placer donde viven y mueren los poetas. Cuando murió el poeta Jorge Guillén lo enterraron en el recoleto cementerio de los Ingleses. Unas malagueñas miraban salir la comitiva. Sabían que era de un poeta muy importante. Tanto, que le dijo una a la otra: "Que me han dicho que lo van a enterrar en El Corte Inglés".

Málaga, tierra de poetas, de impresores y de famosos prostíbulos. Por Málaga me encuentro al gaditano afrancesado de Carlos Edmundo de Ory. Sigue jugando con las palabras, algunas tardes cree que "el mundo es un misterio demasiado bien hecho". El mundo es un juego. Jugamos a adivinar ciudades españolas. "¿Qué ciudad es una judía en pleno orgasmo?: Zaragoza". Y así me hace un recorrido por la geografía española. Los poetas son un misterio.

Encuentro publicaciones del impresor Ángel Caffarena. Un pequeño libro sobre las famosas mancebías de Málaga. Premio de los católicos reyes, negocio próspero y legal para los mejores servidores de la monarquía. Tolerancia de la Iglesia que posibilitaba su arrepentimiento y las recogía, eso sí, a cambio de su trabajo. Esta vez sin placer. No cambiamos tanto. El hombre sigue buscando el placer, aunque sea una mentira de pago. Inocentes como ángeles. Como decía otro poeta, Pérez Estrada: "Cree el ángel, en su inocencia, que hay hombres de la guarda". Dulces compañías.

Artículo publicado en: El País, 13 de abril de 2008.

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14 de abril de 2008
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1968

/upload/fotos/blogs_entradas/crs_med.gifA mediados de abril, Francia ya está en mayo. Me explico: mayo de 1968. El aniversario cuarenta de lo que se llama en Francia Les évènements (los acontecimientos), una mezcla de huelgas, motines estudiantiles y debates a lo largo de ocupaciones de fábricas y universidades, alimenta como nunca las mesas de las librerías. Memorias de los protagonistas, compilaciones de carteles o de fotografías, ensayos políticos, etc.: es un caudal de libros. La revista Le Nouvel Observateur ofrece un sitio en internet de noticias, tal como habría sido de existir la red hace cuarenta años. Le Figaro analiza a fondo varias novelas dedicadas al tema. Hasta el Institut National de l'Audiovisuel (INA) propone una serie de vídeos para seguir día a día lo que fue un momento todavía indefinido.

¿Qué pasó? es la pregunta obvia, pues nadie se pone de acuerdo sobre la naturaleza de estos acontecimientos que terminaron con una tremenda mayoría de diputados de derecha en la Asamblea Nacional. Basta leer los títulos de los ensayos para entender el abanico del desconcierto. Mai 68 a-t-il eu lieu? (¿Tuvo lugar mayo 68?), pregunta Christine Faure en un ensayo sobre la "rebelión del ciudadano desaparecido". En MAI 68, Michel Cespèdes afirma que "la filosofía está en la calle". Faut-il liquider Mai 68? (¿habrá que suprimir a mayo 68?), es el tema de la reflexión de Henry Weber, izquierdista que pasó al partido socialista. Daniel Cohn Bendit, diputado europeo y protagonista mayor de estos acontecimientos intenta decir que sí en Forget 68 utilizando el inglés para adelantar el olvido.

Pero no hay olvido, al contrario, y esta abundancia, este entusiasmo por mirar hacia atrás es un tema que merece un análisis. Tengo cuatro explicaciones:

1. Los protagonistas del 68 tienen todavía el poder mediático y creen que su juventud debe interesar a todos.

2. La hostilidad continua de muchos medios al presidente Sarkozy se detiene en un episodio presentado de manera negativa por él durante su campaña electoral. (El filosofo André Gluksmann publica con su hijo Raphael un libro titulado Mai 68 expliqué à Nicolas Sarkozy/Mayo 68 -explicado a Nicolas Sarkozy).

3. No pasó nada en mayo de 1968, al final, más allá de la elección de una cámara de diputados de derecha, hubo una mera aceleración de lo ineludible: preocupación por la igualdad entre los sexos, medidas a favor del medio ambiente, actitud mala, liberal en el manejo de los medios de comunicación del estado. La ausencia de un resultado impide cerrar el caso. Clásico caso de mucho ruido y pocas nueces.

4. Francia no es lo que parece. En este país, al que le gusta tanto hablar de reformas y del futuro, se invierte la energía en entender el pasado.

PS: en lugar de mirar hacia atrás invito a todos a mirar hacia el futuro. Saldrá en unos meses un libro de tipografía que me encanta. Autora: la grafista Marion Bataille. El libro, dedicado al alfabeto, tiene tan pocas páginas que podemos ver a todas en la cinta de promoción.

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14 de abril de 2008
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…Y llega Kant al socorro

Sugería en el texto que precede que sería contrario a la dignidad de la razón (tal como Kant la concibe) el que ese testigo del persistir de lo humano que constituye mi propia conciencia individual se imponga como máxima de su acción el dejar de persistir. Lo racional, se diría, es que mientras quede un átomo de espíritu, la vida humana sea mantenida.

De tal forma, el rigorismo kantiano viene a dar algún tipo de fundamentación racional a los indigentes discursos sobre el carácter sagrado de la vida con los que reaccionarios de todo cuño cierran el paso a la menor veleidad de dar cobertura legal al recurso de la eutanasia. Y ello aun en los casos punzantes en los que la prolongación de la agonía ajena se acerca peligrosamente a la actitud consistente en apurar una inconfesada satisfacción en la tortura. Pues no olvidemos que el torturador, o el que tolera la tortura, también tiene su corazoncito, y que seguramente se dice a sí mismo que el sufrimiento del otro no es un fin en sí, sino un inevitable trance en pos de un bien.

Pero, como en un texto anterior decía, el anatema contra el que erige en fin su propia muerte no es monopolio de la reacción, sino también de los progresistas, siempre moderados, siempre sensatos, que otorgan generosamente el derecho a morir en situación ya agónica (física o mentalmente). Para la pusilánime racionalidad de estos últimos la tremenda (y por tantos extremos conmovedora) racionalidad de Kant sirve también, y quizás en mayor grado de coartada. Por consiguiente, será en torno al "zorro que volvió a la jaula tras haber quebrado los barrotes" que proseguiré con estas reflexiones sobre el derecho a morir.

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14 de abril de 2008
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Las bellas naciones confederadas

Dentro de unos días los suizos eligen a su Procureur General, algo así como el jefe del Poder Judicial. La formula electiva pone a los partidos por encima del cuerpo judicial. Para que nos quejemos de lo nuestro. Naturalmente, se presentan dos candidaturas, la de los poderosos (los Radicales) y la de los que simulan no ser poderosos (los Socialistas), como siempre. La elección de este cargo básico para la democracia suiza levanta poco entusiasmo popular.

Por mucho que leo, por mucho que pregunto, no logro averiguar en qué consiste este ornitorrinco llamado Confederación Helvética. Los indígenas suelen ser irónicos. Los de la parte italiana tienen sus relaciones en Milán y Roma, los de la alemana no se mezclan (allí nada de trilingüismo, todo en alemán), los de la francesa siguen la liga gala. Sin embargo, ni un solo suizo italiano, alemán o francés aceptaría ser francés, italiano o alemán. En filosofía esa es una figura imposible, unos "accidentes que carecen de sustancia". Hay suizos diversos, pero no hay Suiza.

/upload/fotos/blogs_entradas/politicasuiza1_med.jpgCuando oigo a los separatistas españoles poner como ejemplo la Confederación Helvética me echo a temblar. Es como cuando aspiran a ser Kosovo. ¡Dios nos libre de parecernos a esos países hijos del secreto bancario o del genocidio! Porque lo que mantiene la unidad suiza no es otra cosa que la "neutralidad", o sea, la colaboración con Hitler durante la segunda guerra o con la Sudáfrica del apartheid, la venta de armas a las guerras étnicas africanas, el refugio de las fortunas de todas las mafias mundiales, el protectorado económico de la criminalidad.

Lo que une a la Confederación es el poder absoluto de una compacta oligarquía que controla las finanzas y la política desde Calvino, que vive del blanqueo de dinero negro y que se salta todas las leyes internacionales cuando le conviene. Eso sí, con elegancia (léase a Claude Mossé, periodista suizo, en "La Suisse, c'est foutu?").

Aunque, ahora que lo pienso, es posible que ese sea el modelo que desean desesperadamente las distintas oligarquías separatistas periféricas.

Artículo publicado en: El Periódico, 12 de abril de 2008.

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14 de abril de 2008
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Dolor de cabeza matutino

Los dolores de cabeza que se padecen al despertar son los peores. Los más obstinados y resistentes a cualquier tipo de medicación. Proceden de algún punto nocturno donde brotaron sigilosamente y se establecieron sin amenaza. Luego acamparon y hasta cierto punto asumieron, gradualmente, que ese espacio oscuro era suyo y no se hallaba expuesto a ningún saqueo del exterior. El sujeto sobre el que se depositaron cautelosamente dormía y se dejaba, por tanto hacer, de manera parecida a los muertos o los animales malheridos ante los carroñeros.

El dolor de cabeza anida en esa testa pasiva de manera similar a la fijación de los carnívoros recreándose sobre la pieza en la sabana y de acuerdo a la documentación que nos proporciona diariamente en las sobremesas los reportajes de la televisión. En esa tarea de fijar sus dentaduras sobre los tegumentos podrían emplear un tiempo largo o inhumano, exageradamente detallado en la degustación de las carnes, los jugos y los tendones, en la tenaz profundización de sus fauces dentro de la cavidad estomacal, tan embelesados en el sabor fresco de su presa sangrienta como largamente enviciados en una circunstancia festiva que esperaban ansiosamente en la vaciedad de su ayuno. En esos casos exasperados la pieza, que ha dejado pronto de presentar resistencia y se presenta como moribunda o ya muerta, se deja comer sin traba alguna, deja hacer y permite que el destrozo se incremente hasta transformar su cuerpo en una composición donde el dolor no es un agregado exterior sino parte de su morfología. Del mismo modo, el dolor de cabeza matutino no se muestra como un acceso artificial que nos perturba y podrá espantarse con analgésicos y sedantes caseros, sino que se declara hincado en el cráneo con tal autoridad que acaso su naturaleza está iniciando una adherencia definitiva a nuestro mismo organismo y si continuara durante un tiempo prolongado sería indistinguible para siempre de nosotros mismos. ¿Cómo, en ese caso, llegar a separar la carne de su dolencia, la dolencia de su existencia? No cabe por tanto, sino aceptar, en mañanas como ésta, que el dolor de cabeza nos ha ganado el reino y que el sueño siempre tan vulnerable ha sufrido la mala suerte de que el dolor, como un díptero una garrapata del entorno, haya creado su hogar natural en nosotros y sólo su incontrolable voluntad será capaz de moverlo a otra parte. ¿Cuándo? Generalmente nunca durante las 24 o 48 horas siguientes. La recogida de sus enseres y su traslación requiere al menos de una o dos noches, en cuyo ciego interior el dolor pone en marcha su carromato que tan lenta como inexorablemente se dirige a residir en otro cráneo. O, simplemente, deambula por el ámbito celestial y desde donde planea sobre un sinfín de cuerpos soñadores e incautos.

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14 de abril de 2008
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