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Soberano interino

Lo encontré en una tienda, enjaulado. Luego de un titubeo premonitorio -sabía de sobra a lo que me arriesgaba- pedí que me dejaran verlo fuera de la mazmorra; diez minutos después, ya le había pagado la fianza. Desde entonces, junio del 2005, el joven Boris ha hecho cuanto ha podido por cumplir un papel destacado en la monarquía hogareña, empezando por destrozar la mesa de la sala, comerse la mitad de Conversación en La Catedral y acabar con los nervios de Don Vittorio -quien hasta el día de la estruendosa llegada del joven Boris había ejercido un aplastante absolutismo afectivo.

     Supuestamente ambos provienen de los Montes Pirineos. Boris, no obstante, es gringo, si he de dar crédito a su árbol genealógico, y Don Vittorio es asimismo hijo de padres gringos, pero nacido en Tlalpan, Distrito Federal. Chilango, al fin. Lo que para uno es guau, para el otro es arf. No me deje mentir quien haya visto ya cuán complicada llega a ser la convivencia entre un chilango y un gringo del mismo sexo. Tres visitas intempestivas al quirófano y varios puntos de sutura más tarde, ambos han terminado por construir una discreta pero firme camaradería. Cuando se quedan solos con la casa -Boris adscrito al área de garage y zotehuela, Don Vittorio en la comandancia general, adentro- se acuestan a ambos lados de una misma puerta de cristal. No se pueden tocar, pero igual siguen juntos.

     Una cosa es vivir con un perro y otra muy diferente con dos. Bien o mal, somos tres y nos gusta amafiarnos en pareja. Sobre todo al principio, cuando la monarquía de Don Vittorio resintió la llegada de un príncipe extranjero notoriamente ávido de reflectores. Lejos de tan siquiera pensar en proponer cualquier forma de democracia representativa o división ilusa de poderes, he entendido que tengo de dos sopas: apandillarme con el Soberano o con el otro súbdito. Es decir que nos queda la alternativa de sopa de fideos o sopa de jodeos, y la primera ya se terminó. Pues aun si me amafio con el súbdito debo genuflexiones al reyecito, cuyo château se yergue entre la sala y el baño de abajo. Territorio Vittorio.

     ¿Cómo se hace entender tamaña jerarquía a un perro adolescente y apunkado? Tras varios días de arresto en el garage y otros tantos a solas en el jardín, el joven Boris ha entendido al fin que al Rey no se le muerde ni con el pensamiento. Todavía no logro que le haga caravanas, que bien se las merece el buenazo de Vito, pero ya lo acompaña en los rondines y hace coro de aullidos con él si escuchan la sirena de una ambulancia. He ahí la situación curiosa del terceto: si entre dos cabe sólo una relación, entre tres caben cuatro, tres de ellas entre dos, más la propia del trío. Escenarios distintos y distantes. ¿Necesito decir que guardo secretos diferentes con cada uno, que los tres juntos compartimos otros, que también ellos dos tendrán los suyos?

     Ayer fuimos a ver a nuestro enfermo. Primero con el sol del mediodía, luego en el fresco del atardecer. Caminamos un rato por el patio, con la bolsa del suero y el catéter colgando, Boris mirándonos desde la ventanilla. Hoy, que de nuevo hacía un calorón, el principito me hizo un escándalo cuando quise dejarlo en el garage. Luego de meditarlo unos instantes, decidí promoverlo temporalmente al grado inmediato superior. Ya en la clínica, Don Vittorio aceptó caminar media cuadra, al lado de un parque. Hablamos largamente, tumbados a la orilla de la banqueta, igual que dos borrachos amigables. Por prudencia, mejor ni toqué el tema del interinato. Muy al contrario, me entregué a hacerle no únicamente las caravanas de rigor; también, y en especial, a rascarle y rascarle las orejas por dentro. Hasta ayer, no soportaba ni eso. Hoy casi lo exigió, armado ya otra vez de su elocuencia e instalado de vuelta en la guapura. Cosechó un par de fans, en tanto.

     Uno sabe que el rey es El Rey porque no pierde el porte ni cuando hace su entrada en un calabozo. De vuelta a su aposento de aluminio habilitado como lecho del dolor, Don Vittorio esperó a que le abrieran la reja y se acomodó solo, sin una orden de por medio porque él muy rara vez acepta órdenes. Sabe su cuento, no suele equivocarse. Con la reja cerrada, se acomoda y me mira con ojos de hasta mañana, como si fuera a lamerme las manos. Majestad hechicera, que la llaman.

 

P.S. En cuanto a los atentos y entrañables mensajes relativos a la salud del Monarca peludo, encarecidamente guau, guau, guau.

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25 de abril de 2008
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Galería de espectros: el cónsul

Volcán PopocatepetlRafael: Hoy, en mi galería de espectros, he visto el espectro vacilante del cónsul.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres al protagonista de Bajo el volcán de Lowry?

R.A.: Sí, me refiero a este personaje tan trágico y al mismo tiempo tan maravilloso desde el punto de vista literario, que ha suscitado una verdadera devoción en una minoría literaria a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. No sé si en estos momentos Bajo el volcán es un libro muy leído; pero lo que sí sé es que va creando continuamente una red de complicidades y una red de fidelidades que hace que de una generación a otra se vayan transmitiendo los lectores. Cuando pienso en el cónsul no puedo dejar de pensar en una encarnación contemporánea del descenso al infiero. En ese sentido pienso que el propio Lowry estableció muy claramente todo un sistema implícito de círculos que marcaban ese descenso infernal, y entre esos círculos evidentemente hay una progresiva caída en el alcoholismo más extremo y paralelamente una progresiva caída en el desamor o quizá más que el desamor, en un amor tan desmesurado que se convierte en inabarcable y prácticamente inaprensible desde el punto de vista humano. El cónsul va dando tumbos por las calles de Cuernavaca, de taberna en taberna hasta llegar siempre al fondo de sí mismo, al límite, a ese límite que le mantiene continuamente asomado en el precipicio. Pero no pienso sólo en esa oscuridad roja que parece rodear al cónsul. También muchas veces evoco la contrafigura de ese descenso, que sería la presencia tutelar del volcán Popocatepetl por el que el cónsul siente una extraña fascinación, ese volcán que se ve majestuoso desde diversas ciudades de México, sobre todo desde Puebla y Cuernavaca. Para el cónsul estas ciudades no dejan de ser el otro laso del infierno, un lugar poblado por ángeles al que quizá nunca accederá, pero que en cierto modo equilibra su propia caída libre en una especie de descenso sin fin.

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25 de abril de 2008
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El último espectador (8)

Piglia se angustia ante la biblioteca infinita, por eso verbaliza esta ‘dificultad para narrar'. Pero en el mundo del cine funciona como outsider. Un clandestino, un hostigador más en la banda de los rebeldes. A diferencia de la biblioteca infinita, la cinemateca no lo ahoga. En el territorio extranjero del cine se permite avanzar sin mapas, defendiendo su derecho a cagarse en los condicionamientos de la policía cultural a la que muchos creen que pertenece. (Yo sospecho, más bien, que está interpretando el Tema del traidor y del héroe, que en realidad es un agente infiltrado.)

Le consta que la tradición del cine existe, y que a los escritores no suele irles bien en su seno. Pero en una entrevista con Andrés Di Tella, confiesa lo que le ocurre cuando narra en ese registro. Hablando de una experiencia con Nicolás Sarquís que nunca llegó a filmarse, dice: "Trabajé con gran libertad, sin ninguna limitación externa a la historia que estaba narrando". ¿Qué es lo que Piglia señala como valor supremo? La ausencia de limitaciones externas al hecho de narrar. Escribir una novela es difícil cuando uno se siente obligado a estar a la altura de su leyenda, cuando se desconfía de los críticos, cuando nos desvela el eco que obtendrá en la universidad. Productores y directores no piensan en los suplementos ni en las universidades, y cada vez menos en los críticos. Lo único que le reclaman al guionista es lo esencial: que la narración funcione.

El primer guión de Piglia que llegó al cine fue Comodines, un golpe al plexo de la policía cultural. ¿Qué es Comodines? Una comedia, lo que suele llamarse buddy movie, concebida por el más comercial de los productores de la TV argentina. Comodines procede como si la serie de Lethal Weapon dirigida por Richard Donner no hubiese existido nunca. Piglia hace funcionar la máquina narrativa sin emitir guiños de complicidad al espectador. No hay tarantineada alguna en Comodines. La película narra como si inventase la forma en el camino.

/upload/fotos/blogs_entradas/la_sonmbula_med.jpg

La sonámbula practica la ciencia ficción como si fuese el registro más natural del cine argentino. Corazón iluminado es un drama intimista, más preocupado por contar una historia que a Piglia lo conmueve que por cuestionar formas narrativas. En el bosque de Sherwood del cine -donde en vez de asfixiarse puede complotar contra el sistema, donde cuenta con cómplices (otro guionista, el director)-, Piglia hace lo que tanto le cuesta en el seno del canon literario. Narrar libremente. Respirar por medios naturales.

Lo que confirma mi tesis es Plata quemada. Piglia escribe la novela haciéndole eco a Sergei Tretyakov, inventor de la teoría de la literatura fakta. Tretyakov sostiene que la ficción debe trabajar con el documento crudo, con el montaje de textos, con el testimonio directo, con la técnica del reportaje. Plata quemada la novela procede así, narrando la historia central de modo indirecto, mediante registros como la crónica de los diarios y el informe psiquiátrico.

Cuando le compran los derechos, Piglia declina la opción de escribir el guión. ¿Por qué? Porque de haber aceptado habría sufrido la tentación de ser fiel a la novela. Esto habría redundado en un film cuya historia sólo se vería de lejos, borrosa e incompleta, algo que habría entusiasmado al Godard que Piglia admira... y propiciado el suicidio de sus productores. Esa película habría llamado la atención sobre su mecanismo narrativo, perdiéndose la oportunidad de ser revulsiva en el sentido del acápite de Brecht que Piglia puso a la novela. ¿Qué es más delito: fundar un banco o robarlo?

/upload/fotos/blogs_entradas/plata_quemada_1_med.jpgSi hubiese respetado las formas de la novela, Plata quemada se habría convertido en una película ‘rara', en el mismo sentido de la literatura ‘rara' que nos conminan a escribir. Parafraseando a Brecht, ¿qué hubiese sido más delito: suscribir una película ‘rara', políticamente correcta en el sentido alentado por la policía cultural, o una película que narra sin complejos una historia en la que todo el mundo carece de integridad -los funcionarios, la policía, los periodistas, los psiquiatras, la turba ávida de sangre- salvo sus protagonistas, que para mayor dato son ladrones, asesinos, drogadictos, homosexuales -y están enamorados?

La única opción que le quedaba, de aceptar, era traicionarse a sí mismo. De hacerlo se habría revelado como un conjurado. Y por eso prefirió que lo traicionasen otros, en este caso el director Marcelo Piñeyro y yo. Porque a diferencia de Comodines, de La sonámbula y de Corazón iluminado, Piglia no habría sido libre para narrar Plata quemada en el cine. El peso de la obra literaria habría acotado su capacidad de maniobra.

Y si hay algo que Piglia disfruta del cine es la libertad que le otorga. 

                                                      (Continuará.) 

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25 de abril de 2008
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Lo que se aprende en un blog

¿Para qué un blog? Para empezar, para comunicar. Lo que sea. Incluyendo, en mi caso, la información y el análisis, ideas, ocurrencias. Los comentarios de los lectores sirven, y entre otras cosas, permiten volver sobre entradas anteriores y corregir algunos de sus errores. Pero el blog es también un lugar de ensayo. De ideas que llevan a otras ideas, de formulaciones, que luego permiten enriquecer textos más largos y más elaborados. Es también un enorme estímulo para la gimnasia mental. Durante todos estos meses ha sido una experiencia muy gratificante, que, me veo llevado a interrumpir, por unos meses, por unos años. Pero ha sido un honor pasar a integrar la comunidad de bloggeros. Espero que la lectura de estos apuntes haya servido de algo a alguien. Escribirlos, desde luego me ha servido mucho a mí, y por ello se lo agdezco a quien me convenció de probarlo, Basilio Baltasar. Hasta pronto.

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25 de abril de 2008
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La buena educación

La buena educación es un quehacer que mejora extraordinariamente el curso de la vida. No hace falta ser obsequioso ni demasiado cortés, sólo tener en cuenta los diferentes estados del otro, puesto que portarse con educación significa marcar los vínculos entre personas sin olvidar, desdeñar o ignorar al prójimo.

La buena educación enseña a dar las gracias y a acusar recibo, vale para reconocer, en suma, que la otra parte nos importa en la comunicación y no descuidamos el valor de sus sentimientos, su presencia, su necesidad, en fin, de ser tenido en cuenta. De ese modo se demuestra que su entidad, cualquiera que sea, cuenta o pesa en nuestro interior y consecuentemente le concedemos peso, dimensión, volumen, ocasión de existir. /upload/fotos/blogs_entradas/la_voz_a_ti_debida_med.jpgDe existir a través de nuestro respeto o, lo que sería lo mismo, a través de nuestra atención: la atención que repara en él y no lo sortea.

El ser se hace visible y pervive en el trato educado que sin buscar, en principio, beneficio alguno otorga ocasión de ser, de influir o determinar recíprocamente. Nuestra conducta denotará el impacto de su acción y, a la vez, toda acción mutua denota respetuosamente la consistencia del contacto. Su vida vive en la vida que le devolvemos al vivirle expresamente. Un acto expreso de amor.

"Qué alegría vivir, sintiéndose vivido", exclamaba Pedro Salinas en La voz a ti debida. La voz debida a quien nos interroga,  la llamada debida a quien la necesita, la respuesta correcta a quien no solicita. El amor cunde naturalmente de la buena educación mientras el desgaste, la destrucción o el dolor siguen a la rudeza. 

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25 de abril de 2008
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El día después

Hacía años que no pasaba un Sant Jordi en Barcelona. Lo he superado. No sin paciencia, sudores y codazos. Eso que no estuve haciendo cola en lo de Ruiz Zafón. No estoy para esos trotes. Ni para esas rosas que parecen de mentira.

El éxito arrasa con todo. El día del libro en Barcelona, día fetichista según Quim Monzó, nadie se quiere quedar sin su fetiche de libro, no importa cuál y su rosa -no importa que sea inodora e insípida-, corre peligro de verse seriamente desbordado por su éxito de masas.

Al libro, a la industria quiero decir, le vienen bien los éxitos de venta. Le viene bien esa estadística de las macroventas concentradas en un solo día. Entonces no le vendrá mal a nadie. Los pequeños, los invisibles, tendrán que afirmar su singularidad, su saber sobrevivir sin tener que estar en la lucha de cifras, en el número de ventas. Y recordar que la literatura, generalmente, es una cosa de minorías. De inmensas minorías cuando mejor.

Sigo pidiendo las firmas de los libros a sus autores. Unas veces porque me gusta ese fetichismo, esa señal de un encuentro. Pero ya no tengo paciencia, ni razones para hacer una cola ante un autor. Ni aunque fuera Cohetes.

/upload/fotos/blogs_entradas/el_escritor_quim_monz_1_med.jpgSí conseguí que mi admirado Quim Monzó me firmara su último ejemplo maestro de contar, con su humor, con su mala leche, la cantidad de cretinos con los que convivimos. Nuestro propio cretinismo. Y el mío. Todavía no he sido capaz de desentrañar su dedicatoria. Soy lento pero inseguro. Además lo oscuro es más culto.

Muchas veces creo que pido las firmas por vender un día más caros los libros que inundan mi vida. No sería un mal fin. Negociar con aquello que una vez fue capaz de darte placer. El libro es un buen negocio. Aunque sea una ruina.

No correré para vivir otra jornada de libros y rosas. A cada uno lo suyo. Y una rosa sigue siendo una rosa, una rosa, una rosa...

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24 de abril de 2008
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Asumir la finitud y reivindicar la libertad

Quizás el argumento más socorrido con vistas a anatematizar a la persona que toma la decisión de poner fin a su vida es el de la ausencia de entereza para asumir las vicisitudes del destino. Su huida del dolor físico, el desarraigo, la ruina o la quiebra afectiva, no serían, en última instancia, más que expresión de llana cobardía. La cosa es un tanto contradictoria pues, como señalaba Cesare Pavese, el suicidio no deja de aparecer como una suerte de heroísmo mítico, cosa que aceptan implícitamente todos aquellos que confiesan carecer de valor para matarse.

Sin embargo el argumento de la cobardía no es el único y quizás ni siquiera el principal. El mayor reproche a quien simplemente barrunta la idea del suicidio, consiste en postular que tal acto producirá una lesión en los seres que aman al potencial suicida, y que tal lesión es quizás irreparable tratándose de niños, a fortiori de hijos. De ahí que el suicida sea considerado un ser insensible a la emoción de los demás, un ser insolidario y egoísta.

Y efectivamente, la sola idea de un niño preguntándose por la razón de que una persona que ama haya decidido abandonar el mundo que comparten, puede quebrar la firmeza de quien estaba un momento antes dispuesto a dar el paso. Mas también aquí rige algún tipo de falacia, y hasta una minusvaloración de la capacidad que tenemos los humanos para entender (desde muy niños) las razones de aquellos que se hallan confrontados a los grandes dilemas de la existencia.

/upload/fotos/blogs_entradas/nino22_med.jpgDejo por el momento de lado los casos efectivamente problemáticos en los que la desaparición de la persona supone la quiebra económica, el abandono social o hasta la indigencia para alguien de cuya vida uno es, por una u otra razón, responsable; pues ahí el suicidio sí podría tener una implicación moral cuyo peso real en otro momento discutiré. Avanzo simplemente que de la vida, como de cualquier otro lugar, hay que irse sin deudas, y el caso que evoco supondría no ya morosidad, sino dejar a un ser del que se es responsable hipotecado. Ateniéndome por el momento a los casos en que la conmoción en el otro es puramente moral, me limitaré a decir, con mi amigo Federico Menéndez, que "el niño goza, sufre, siente y se interroga como el adulto, ante las cuestiones esenciales del ser humano: el amor, el sexo y la muerte".

Un niño es un ser quizás aun no pervertido por una educación a veces canallesca, en esa medida es un ser ingenuo, pero no es un "ángel", y desde luego no es un inocente. Un niño puede no sólo entender y respetar las razones del suicida, sino incluso sentir la mayor empatía respecto a las mismas y, en casos de evidente nobleza en las motivaciones que han llevado a escoger la muerte, encontrar un aliciente para enfrentarse con mayor entereza a su propia vida. Lo que debilita a un niño es la imagen de un adulto genuflexo ante el poder arbitrario, y pusilánime a la hora de contemplar lo inevitable. Su moral nunca puede ser diezmada por aquel que, asumiendo con lucidez su intrínsica finitud, busca en la misma la ocasión de reivindicar y actualizar su libertad.

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24 de abril de 2008
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El oficio de escritor

El escritor parecía hasta hace poco un elegido, un semidios de lazos privilegiados con la inspiración divina proveniente del más allá. Hoy, sin embargo, miles de escuelas enseñan a escribir y ser autor de libros como una actividad artesana más. El oficio de escritor, como el de pintor, son oficios al estilo de los demás y quien posee, además, talento o genio al practicarlos, destaca en sus producciones. No deja por eso, sin embargo, de seguir siendo ser un productor, un mero trabajador del oficio y un ser humano como todos los demás. El culto al escritor, el culto al artista, la veneración, pertenece al pasado. Anacrónico, vetusto, beato, la adoración prestada al artista corresponde a un tiempo en que el arte sustituyó a la religión y la llamada inspiración a las revelaciones del cielo.

Por lo general todos los artistas sufrían entonces al crear, se inmolaban en el alumbramiento de la obra de arte, se comportaban a la manera abnegada y romántica de minicristos que arruinaban su salud, su hacienda y hasta sus amores para entregar a la Humanidad una obra maestra. Una suerte muestra divina que permitía saborear la salvación eterna, fuera por la belleza sublime, la oferta de libertad o la provisión de conocimientos deslumbradores.

Esta leyenda, aunque gastada, sigue arrastrándose todavía y, lo que es más grotesco: proclamada aún por algunos autores. De esta farsa, en suma, es ya hora de escapar y, en la emancipación, conseguir una libertad no estrechamente dependiente del don del artista sino que gracias a conservar la independencia de la mente, la obra se juzgue como artículo humano, mejor, peor, superior, inferior, común o excepcional. Y ni solo un paso más.

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24 de abril de 2008
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La nueva diseminación

El Ravel, Barcelona, en www.flickr.com/cabernicola

Rafael Argullol: Con lo cual esas historias que antes comentábamos alrededor del fuego o en la taberna portuaria se han trasladado a la megápolis, se han mezclado y triturado, y tenemos que ver qué saldrá de las grandes megápolis como Bogotá, Saou Paulo o México.

Delfín Agudelo: Hay otro elemento clave si pensamos en la caracterización o poética urbana: el del ciudadano de una megápolis latinoamericana que viene a vivir a una ciudad europea. Desde hace diez años vemos cada vez más el cómo ciertas ciudades europeas -bastacon mencionar Barcelona- se han ido acoplando a unas nuevas costumbres, a unos nuevos planos imaginativos, consagrados y repetidos por grandes poblaciones emigrantes.

R. A.: En Europa en estos últimos veinte años y los que llevamos del siglo XXI se está produciendo lo que será un cambio importante desde el punto de vista artístico y literario: esa imaginación sedimentada, rígida, de coordenadas muy fijadas que antes prevalecía probablemente va a cambiar gracias a las nuevas migraciones que se están produciendo en las grandes ciudades europeas. Pensemos en Barcelona, donde en las calles hay restaurantes de cincuenta países, y hay decenas y decenas de lenguas que se hablan en las calles, como un proceso vertiginoso que ha ocurrido en los últimos quince o veinte años. Todo esto cambiará el imaginario colectivo de la ciudad. Comenzaremos a conocer historias no solo latinoamericanas, sino indias, chinas, pakistaníes, magrebíes, de las distintas comunidades emigrantes, y la fuerza va a revertir en una dinamización y en una especie de nuevo acceso a lo monstruoso por parte del imaginario europeo. Se está produciendo en el terreno de las posibilidades de materia prima literaria una auténtica revolución cuyas consecuencias aún no podemos calibrar, porque se está produciendo en estos momentos. Pero esa literatura europea, anclada en un centro bien determinado, apegada a una tradición bien determinada, está estallando.

En estos momentos diría que gran parte de la mejor literatura en lengua inglesa está siendo escrita por indios, pakistaníes, vietnamitas Parte de la literatura francesa la están escribiendo magrebíes, y no hablemos ya en español, que desde hace años parte de la mejor literatura se está haciendo en Latinoamérica, y a veces por latinoamericanos que viven en ciudades españolas. Si tuviéramos esta conversación dentro de 50 años, en referencia al imaginario y al monstruo como gran criatura del escenario literario, como gran seductor del escenario literario, hablaríamos ya de una manera distinta. Recuerdo cuando era pequeño los primeros restaurantes orientales que abrieron en BarCarnicería, El Raval, en www.flickr.com/cabernicolacelona. Ahora lo que es difícil es encontrar restaurantes que sean de aquí, ya que en su mayoría los restaurantes no sol locales. Y no solo pensando en términos culinarios, porque esto se percibe también en el terreno de la música. La música europea del siglo XX, la mala música clásica, se ha empeñado en una especie de experimentación hasta el abismo de la propia tradición europea a lo largo del siglo XX. En el siglo XXI será completamente distinto: la experimentación será mezclarse con las otras tradiciones del mundo, con lo cual cambia completamente la perspectiva. Creo que en estos momentos ya es más importante el compositor de Barcelona, de Berlín, de cualquier otra ciudad, que tiene en cuenta las tradiciones musicales del mundo que el que, como se hacía antiguamente, mirándose un poco el ombligo, lo va retorciendo, buscando sus últimas consecuencias.

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24 de abril de 2008
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VI. Un sueño o un desvarío

Según Time, si se toma en cuenta el efecto de la deforestación, el etanol de maíz y el biodiesel de soya vienen a provocar el doble de las emisiones de carbono causados la gasolina. Y para los países pobres del mundo, la oferta de producir maíz y oleaginosas para combustibles, viene a resultar en un descalabro. ¿Según Time, o según Fidel Castro? Según Fidel Castro: "aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuántas personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas de nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los países pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del cambio climático".

Y aunque Time se muestra benévola respecto al uso de la caña de azúcar para producir alcohol carburante, Fidel Castro cierra filas contra todo lo que huela al uso de los suelos agrícolas para esos fines, sea soya, maíz, o caña, y da un no rotundo a la diplomacia del etanol de Lula:

"...Independientemente de la excelente tecnología brasileña para producir alcohol, en Cuba el empleo de tal tecnología para la producción directa de alcohol a partir del jugo de caña no constituye más que un sueño o un desvarío de los que se ilusionan con esa idea. En nuestro país, las tierras dedicadas a la producción directa de alcohol pueden ser mucho más útiles en la producción de alimentos para el pueblo y en la protección del medio ambiente".

El próximo editorial de la revista Time, lo puede escribir Fidel Castro. 

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24 de abril de 2008
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El Boomeran(g)
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